Madre de la depresión.
Pensé que la felicidad dependía de uno mismo. Quizás es cierto, pero mi felicidad comenzaba a depender de quienes amaba: me sentía azul si ellos no eran felices.
Eirín.
Llevaba mi propia carga, no quería hacerla más pesada por amor a otros. Pero el cuidar niños era más complicado de lo que imaginé.
Qué pinche estrés, no manchen.
—Fue algo complicado para mí los 10 años de Depresión. Estuve al borde del suicidio numerosas veces, deposité mis esperanzas en ser una persona común. Me sentí tentada de igual forma a consumir bebidas alcohólicas de mi padre —la mujer adulta, quizás unos años menor que yo, mantuvo su vista al frente mientras charlaba dentro del círculo—. Ahora soy yo. Aunque, parece que desarrollé un cáncer de mama recientemente. Quizás viva solo 6 años más pues acaban de diagnosticarme, tal vez menos, o si los doctores lo permiten, pueda curarme.
Son las enfermedades de personas comunes. El proceso no es tan largo como los 10-20 años que sufren los genios.
Extraordinarios, genios y comunes: yo pertenecía ya al último acto. En mi etapa de genio fui TLP, trastorno límite de la personalidad, aunque no fue muy complicado de sobrellevar pues los psiquiatras dijeron que no me dejaba dominar por completo, fui un caso irregular. Ión en su periodo de Asma solo era un chico insistente en ser mi amigo, aunque terminamos siendo inseparables.
Juju, es mi esclavo.
Escuché hablar al grupo reunido por la noche en el hospital, formando un círculo con sus asientos mientras yo preparaba el atole junto a mi mejor amiga y compañera de trabajo Amer; mi vecina y madre de Insomnio; ella cortaba rebanadas de pan para servir en la reunión a los pacientes.
Escuchamos en silencio mientras la luz de la luna se filtraba por las altas ventanas hasta reposar detrás de nuestras espaldas, como un suspiro de la vida común.
Común: que pertenecía a algo, a un grupo, a un todo.
Me preguntaba cómo se sentía la felicidad de Depresión al no ser parte de un todo. Se sentía aterrador, no ser nada, quizás por eso estaba azul todo el tiempo. Azul y helado, igual que los postres que disfrutaba comer.
—En mi periodo de extraordinario yo fui estrés post-traumático —habló un hombre de la tercera edad que se movía en silla de ruedas por el centro, dejaba marcas sobre el piso y su voz se arrastraba—. A los 5 años me picó una garrapata y entonces me convertí en un doble extraordinario: tenía TEPT y la enfermedad de Lyme. Aún tengo Lyme, pero sabe que aprendí, ¿señorita? Una buena pipa, en un día lluvioso, lo resuelve todo.
Un doble...
—Señor Carlo, no diga esas cosas en la reunión. —Se carcajeó la supervisora, después se levantó de su silla para dirigirse a la esquina donde nosotras permanecíamos sentadas en espera de que pidiera más atole o un tamal.
—El club nocturno está fresco, eh —comentó con ironía Amer. Sus manos se dirigieron a las ollas para servir a la supervisora.
Frescos como una lechuga.
En la actualidad, pocos temas eran polémicos. Rara vez discutíamos de algo que no fuera relacionado a la salud tanto física como mental, por ello esta clase de reuniones tomaban tanta importancia al igual que ocasionaba sentimientos encontrados ante distintas opiniones.
Entre los participantes no podía faltar el que ponía a prueba la paciencia de algunos.
—Yo creo que están mal. —Dio inicio el menor de todos, su bata recubría sus rodillas mientras se sacudía del frío.
Va a provocarlos, huh.
—Las depresiones, o el sentimiento de tristeza —divagó con la mirada, sus pupilas recorrían con cautela las oscuras esquinas—. La felicidad es tan sencilla de obtener, solo tienes que querer ser feliz. Si no lo son, entonces, no sé qué hacen vivos. Deberían... morirse y ya.
—¡¿Eh, quién carajo le dijo que no somos felices?! —El viejo de la pipa fue el primero en gritar; lo imaginaba saltando de su silla de ruedas si pudiera caminar.
—¿Acaso suena como una persona feliz? Solo se está quejando. —Suspiró el otro que continuaba indignando y haciendo llorar a la chica con cáncer-. No se están esforzando. ¡Solo sean felices, rían, y paren de pensar en lo malo!
Incluso los que no se habían turbado con sus palabras voltearon a verlo como si estuvieran poseídos. La supervisora se ahogaba junto a nosotras con su atole, debía intervenir antes de que quisieran crucificar al wey impertinente.
Ya valió verga.
—¡Alguien agárrelo y quémelo! —Iban por él.
—Esperen, tiene sentido lo que dijo...
—¡A ESE TAMBIÉN QUÉMENLO, LA PUTA MADRE! ¡No traigan a estos pinches heteros! Ah, perdón, me confundí de insulto.
La discusión se elevó a los cielos esa noche. Amer y yo tomamos atole y comimos un tamal mientras observábamos los jaloneos y escuchábamos los insultos como extras de un musical. El calor de la bebida nos protegió del frío.
El mejor atole es de fresa...
—¿Y? ¿Qué piensas? —Cuestionó mi mejor amiga. Dejó la bebida sobre la pequeña mesa y ató su cabello claro que contrastaba con la oscuridad del mío-, ese chico tampoco miente.
—¿Sobre lo fácil que es ser feliz? —Cuestioné—. ¿Quieres decir que mi hijo no es feliz porque no quiere?
—Es fácil para él, no para tu hijo —bufó, el aire se escapaba para rozar su labial—. La felicidad depende del mundo en el que vivimos, nuestra realidad y el sentido que le dimos a la existencia misma, Eirín. Él puede ser feliz en su realidad porque así lo desea, mientras que tu hijo aún no puede porque dentro de su mundo reina el temeroso azul.
El temeroso azul: cuento infantil popular. Se dice que el miedo se disfraza de tristeza, y el miedo ocasionaba lo opuesto al amor, dejando de lado todos los valores y lo que te hace ser humano. Te visitaba en las noches, si seguías despierto, te teñía de azul y volvía tus noches melancólicas.
Miedo, es algo común, por eso asustaba tanto como el no ser feliz.
—Pinche gente culera de ahora, la historia del Coco asustaba menos —me retorcí, los recuerdos de cuando Depresión leía el cuento en clases me causaron repulsión.
—Hey, yo le leía esa a Insomnio antes de dormir —me reí con ella, evité decirle que seguro eso perturbó demasiado a su hijo—. Le daba miedo quedarse despierto y ponerse triste así que se acostaba temprano; qué irónico que su trastorno no le apoyara, JAJA.
—"Me hundo en lo profundo, te bebo de cabeza, te encanto con la luna y me llevo tu cordura. Oh, pequeño niño, te he pintado de azul." —Cité las últimas palabras del cuento.
—"Tu madre no te escuchará llorar, así que pinta esa sonrisa cuando la veas. Tal vez se asuste si te ve colgando". —Resopló Amer.
Pensé en la tristeza, y sentí miedo.
Al igual que en la simpleza del ser feliz, parecía tan irreal y aterradoramente imposible.
~•~•~•~
—Depresión, Thor ya duerme, ¿cierto? —Inquirí, antes tocando la puerta de su habitación.
Escuché su afirmación acompañada de el tintineo de una cuchara siendo golpeada contra la vajilla. Abrí la puerta con cautela, la luz del pasillo cegó a los chicos que comían fideos en silencio con solo la luz del televisor. Me llevaba la chingada porque claramente Ión me mintió al decir que ya estaban dormidos.
—¿Cómo está el niño grande? —Sonreí con ternura a Insomnio, quien me devolvió el saludo con gran emoción. Su pijama de ojos como huevo doblaba el tamaño de la ropa de Dep.
—Esta pata ya pronto será libre. —Señaló su yeso, reposaba sobre una almohada en la alfombra de la habitación.
Ya me había acostumbrado a ver a Insomnio como mi propio hijo, lo único que no aceptaba es que no dejara que le cortara el cabello como lo hacía con todos los hombres de la casa. Era común verlo en casa y dejarlo estar, aunque ahora llevaba casi dos semanas sin marcharse porque quería que Dep fuera su niñero y Amer agradeció que sostuviera su capricho.
—¿Le hiciste fideos instantáneos, eh? ¿Ni siquiera un sándwich o una quesadilla? ¿Tacos, salchichas? —Interrogué a mi hijo quien estaba inmerso en el documental de focas.
—Ayer hice quesadillas. De desayuno fue cereal. —Me recordó que yo había despertado tarde y no les preparé nada, pero equis, manos ya tenía, mi trabajo fue enseñarle a limpiar su cola.
—Tienes un almohadazo en la cabeza. —Esperaba avergonzarlo pero su cara adormilada no expresó mucho, su naturaleza risueña lo llevó a solo palmar su cabeza: Inso lo peinó.
Sobre la cama de Depresión estaba su maleta y la de Insomnio. Recordé que el día de mañana se irían alrededor de las 5:00 pm a su viaje escolar; era viernes, todo un fin de semana en las montañas para el programa de supervivencia. Debía recordarle que faltara al primer periodo de clases por la mañana.
—¿Sí estarás en el hospital a las 8:30? A esa hora nos entregan los resultados —giré en busca de su aprobación. Los pies me dolían de seguir en el pasillo, necesitaba acostarme ya—. Thor estará dando vueltas mañana de los nervios. Ya debe tener algo aunque parece ser invisible: quizás algo crónico o que tarda en desarrollarse.
Temía lo último. El cáncer, por ejemplo, te lo diagnosticaban a los 10 pero usualmente se presentaba en un futuro más lejano. Era curioso cómo funcionaban algunos malestares.
—¿No los alcanzaré con papá? —Preguntó Dep tras sorber su cena, su plato terminó en el suelo—. Ah, no, quiero dejar a Inso en la escuela antes: él no puede faltar.
—Lo sientooooo. —El trastorno se disculpó.
Quedamos en que Dep llegaría en autobús o taxi, depende de sus ganas al amanecer. En ocasiones ambos transportes le causaban ansiedad así que prefería caminar, o a veces caminar le daba cosita y tomaba la bicicleta, cosas así.
—Ya duerman, mis amores —me adentré por completo a la pequeña pecera llamada habitación. Me despedí de mi hijo e Inso con un beso tras unas palmadas—. No duerman tarde, ¿sí? Ah, lo siento, Insomnio.
Su amigo se rió. Les pregunté si cerraba la puerta pero Dep bajaría por agua. En el pasillo, dirigiéndome a la habitación donde podía escuchar los ronquidos de Ion aproximarse, me detuve con estrés frente al espejo chueco.
Bajé mi mochila para poder acomodarlo antes de que me saliera una cana de solo verlo.
—Te dejo el lado de la pared —podía escuchar la voz de Dep dirigiéndose a Inso—. No te vayas a caer. Te va a doler más el piecito.
Le encantan los diminutivos a mi niño.
—Ya no bajes por agua, bebe en la mañana. —Insomnio le dio un pésimo consejo que me hizo reír en silencio—, ya acuéstate. Tú debes dormir temprano.
—¿Por? —Depresión se rió. Escuché las sábanas correr, el roce de mis manos con el marco del espejo era silencioso en comparación.
—Ya sabes. Es tarde y sale el temeroso azul. ¿No le tienes miedo? Yo un poco pero ya me acostumbré. —Le preguntó, lo sentí algo personal a pesar de que yo no era la tristeza misma, y estaba segura de que tampoco lo era mi hijo.
Porque sino, le tendría miedo quizás.
—Me asusta que los demás me teman. —Fue la respuesta del otro—, ya sabes, por ser la tristeza.
—A mí suelen detestarme. Soy una tortura.
—Somos patéticos.
-Sí, lo somos. —Ambos se carcajearon sin parar, casi como una burla al monstruo de sus pesadillas. Hubo un corto silencio acompañado de grillos y otros insectos en el exterior, nada más que la respiración agitada que ejercía mi cuerpo al pensar en aquella charla, un sollozo se me escapaba—. Qué patéticos.
Pensé en la depresión, y tuve miedo.
~•~•~•~
—¡Que el pan sea orgánico o el síndrome del intestino irritable me va a dar! —Thor había inventado una condición el mismo día de su consulta al verme hacer su sándwich de solo queso.
—Sh, habla bajo que los demás siguen dormidos. —Lo callé con la mirada perdida en el amanecer.
Chale, qué noche tan culera.
—¡Quítale la corteza!
—Te me callas, escuincle. —Puse su desayuno en una servilleta para que fuera comiéndolo en el camino.
Llegamos al centro médico. La fila fue un tanto larga por ser viernes, la mayoría eran niños o adolescentes que no se encontraban en buena condición y necesitaban medicina para regular sus crisis. Thor jugó un rato con mi celular, yo hablé con otras madres que alabaron su corte de jícara, no nos fue difícil esperar.
Y es el que llega temprano al que los doctores ayudan.
La administración para el diagnóstico de los extraordinarios me llamó por mis dos nombres: Eirín Nesa, la combinación de nombres raros era vital al carecer de apellidos. Ingresé con Thor a la sala principal y a él lo reservaron alrededor de dos horas para la prueba. Ion llegó a la hora, Dep nos alcanzó minutos antes de que nos entregaran los resultados; esperaron, sentados a mis costados con los pies más impacientes del mundo.
—¿Creen que sea algo peligroso? Se me sale el aire. Creo que me enfermaré. —Mi esposo peinó el coco en su cabeza con desesperación.
—Mantén la calma, chingao. —Resoplé.
—Quizás es Asma o algún trastorno medio borde —expresó Dep sin esperar mucho, seguro no se equivocaba, podía estar relacionado a mi genética.
Pero tú saliste así y no hay rastros de Depresión en nosotros así que estoy nerviosa.
El médico encargado nos llamó al interior. Decidí ser la primera en entrar para escucharlo junto a mi hijo y luego poder abordarlo con la familia a través de mí. Escuché paciente su explicación, los folletos y el diagnóstico relacionado a su caso me fueron entregados; con cada palabra pensé que ni siquiera estaba presente, me alejaba con lentitud y mi energía decaía como si aún fuera TLP.
—Deben tenerlo vigilado continuamente, a veces la mente juega malas pasadas con uno y el cuerpo lo cree en verdad —fue como un chiste para él, comúnmente lo es para la mayoría—. Por ahora será un proceso complicado en la secundaria; ya sabe, lo de siempre, estará en clases variadas y costará un poco la aceptación. Aún así deben pensar desde ahora en la preparatoria, enviarlo a una escuela de solo trastornos o algo como L.A donde las instalaciones son muy buenas y más inclusivas. Pueden darle una orientación más clara en pediatría. La información se la he dejado en los panfletos.
"Suerte, con, je, su hijo".
Salí del consultorio con amargura. Debía seguir el típico proceso de dar vueltas por todos los departamentos del hospital hasta reunir la suficiente información sobre el caso de mi hijo y su futuro. El pequeño había escuchado todo sin quitar su puchero del rostro, supuse que a ambos, tanto blanco en las luces nos había causado repulsión.
—¿Qué dijeron? ¿Cuál es su nuevo nombre para registrarlo? —Ion me abordó junto a Dep, lucían desesperados y al mismo tiempo una copia del otro.
—Seguro mienten. He de seguir dormido —habló el menor. El dinosaurio en sus manos terminó extendido en el suelo junto a él mientras sus pataletas resonaban en el pasillo del hospital—. ¡ES MENTIRA! ¡YO NO SOY UN MENTIROSO! ¡NO SOY FALSO!
Es patético.
—Saluden a Hipocondríaco, yei. —Sacudí las manos a los costados de mi falda mientras forzaba una sonrisa de muñeca en mis labios.
—Un trastorno obsesivo. —Murmuró Ion, su rostro lo entendió de inmediato y la culpa por haber engendrado a un niño con futuro incierto volvió a abrumarle—. Son los marginados.
—¡YO NO SOY HIPOCONDRÍACO!
—Ma... ¿Cuáles fueron las causas? —Dep deseaba saber más.
—¡NO SOY LA BURLA, HERMANO! ¡Cállate! ¡Mentirosos todos!
—A saber —me reí, el estómago se me encogía con todos los deberes de hoy golpeando mi espalda—. Supongo es cosa de familia, tener cargas pesadas.
Lo dije.
—Yo no... —Reparé en Dep al escucharme a mí misma. Mi hijo enano pareció darse cuenta de su tamaño, mirándome de frente con temor a que las paredes del hospital se hicieran pesadas sobre él, miedo a ser el temeroso azul o una carga para mí-, lo siento.
Depresión tomó su mochila y se apresuró a buscar la salida. No le detuve, debía llegar temprano a la escuela. Ion y yo lidiamos con Hipocondríaco, quien se retorcía en el suelo y debía pasar horas en el sitio para seguir con el proceso y los trámites respectivos.
No pude llamar a Dep, no me molesté en arreglar las cosas, ahora que lo pienso, me arrepiento de no saber cómo disculparme sin mostrar hipocresía.
—No sé cómo mentir a veces.
Pensé en la felicidad, y me aterré como si fuera la tristeza disfrazada.
• • •
Ya saben, este es mas bien un extra así que la lectura es opcional, hahaha. Aunque ya nos informaron que se viene el viajeeeeee. E Inso anda con yeso mientras que Dep partió EXTRA TRISTE.
La madre de Depresión se ha sentido bastante presionada estos últimos años. Ha visto cómo rechazan a su hijo, a escuchado sus pensamientos abrumantes y también sabe por otros que su situación no es difícil, sin embargo parece temer a que todo sea eterno aunque ella no es la enferma.
Les agradezco mucho que apoyen a esta historia. Soy feliz de ver a la mayoría, y aunque quizás no llegue a muchos espero poder apoyarles en lo que pueda. ¡Muchas gracias por todo! <3
Oh, por cierto.
Qué ganas de hacer unos apartados para preguntas y respuestas, como hacía mis viejos espáciales al final de los capítulos.
Si quieren preguntarle algo a algún personaje déjenlo aquí.
~MMIvens.
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