Extranjero.


Siempre he sentido que no pertenezco a ningún lugar.

Y también sé que eso es cierto.

Adie.

-Espe...

Presioné su espalda, que se curveó de inmediato al sentir mi mano fría y su cabeza volvió a reposar sobre las sábanas mientras decía mi nombre. Las luces formaron sombras en cada relieve de su piel por los huesos, las vi moverse junto a mis movimientos. Se aferró a la almohada más cercana, clavándole los dedos.

Denis odiaba escuchar sus propios gemidos, decía que su voz era de pito y no le gustaba.

-Si quieres que me detenga en serio... -murmuré, inclinándome al frente con mi voz apenas hecha un hilo. Mis labios rozaban sus hombros-. Si es en serio repítelo, por favor.

-Un poco más...

-No lo haré, te puedo lastimar. -Susurré, dejando mi frente en su columna.

La piel de Depresión era suave y reluciente por las cremas y aceites corporales que usaba desde hace años. A su madre le gustaba que oliera bien, él no podía cuidar su rostro pero al menos sí su cuerpo. Yo solo sé que todo estaba donde debía estar y me encantaba.

Me miró por el rabillo del ojo, mostrándome sus ojos negros cubiertos de forma parcial por sus mechones de cabello. Le pedí que no intentara volver a cambiarse el corte, porque me gustaba demasiado. Aunque me gustaba también más allá de eso: su mirada, sus labios al hablarme, sus manos al tocar mis mejillas, su forma de preguntarme si estoy de acuerdo con algo.

Yo odiaba mis manos.

Denis dijo que a él le sucedía similar, que odiaba cada parte de su cuerpo en el pasado, yo en ese entonces le pedí que no lo hiciera porque yo amaba todas esas partes de él, hasta un simple mechón que relucía por las mañanas cuando despertaba adormilado. Me pidió que no dijera que odio mis ojos, mucho menos mis manos. Me gustaba esa forma suya de querer.

Amaba cuando tomaba mi propia mano para ponerla sobre su cabeza y aplastarse con más fuerza, sabiendo que yo no era capaz de aplicar presión cuando teníamos relaciones.

-Mételo un poquito más, por fi.

Me gustan hasta sus diminutos.

-Si me dejas escuchar tu voz... -Hablé, sonriente mientras aplicaba presión al fondo.

-Adie...

Su voz, su voz, su voz. Todo era increíble, todo me gustaba.

-¡Adie!

Todo.

-¡Adie! ¿Me escuchas? -Preguntó el padre Ion, formando una mueca en su rostro mientras trataba de mantenerse serio en su traje. Tosió un poco, obligándome a parpadear repetidas veces para volver a la conversación-. Te comentaba que ya sabes, Denis es algo inocente... no me gustaría que lo presionaras para hacer cosas que él no desea, no está listo para ello, ¿comprendes? Es tímido y sensible hasta con sus sentimientos.

Mantuve una leve sonrisa, asintiendo. Su padre era un buen protector.

-Ya viven juntos y se irán varios días fuera, lo sé, pero... ¿puedes no ponerle un dedo encima? Te lo suplico, me cuesta imaginarlo cómodo con algo así. No creas que es por ti, eres un buen chico, pero mi hijo es delicado. Necesitaba hablarte de eso.

Continué asintiendo, mientras miraba el reloj a sus espaldas. La hora estaba sobre nuestros talones, por eso él hablaba con más prisa mientras yo mantenía seriedad con los brazos cruzados. Su papá apoyó ambas manos sobre mis hombros para ser más directo.

-Sí sabes de qué hablo, ¿verdad, mijo? -Preguntó, la luz se reflejó en sus lentes para cubrirme sus ojos-. Sé que también eres algo inocente así que hablo de eso llamado...

No te rías, no te rías, Adie.

-Sexo. Por favor, tengan cuidado con el sexo. No lo hagas llorar, te lo pido.

AY, PERO SU HIJO ME DICE PAPI.

Denis hizo que no explotara en carcajadas, pues entró al cuarto de servicio con una mirada de sospecha sobre Ion. Pisó la madera, lento, hasta tomar el dedo índice del otro y quitarlo de mis hombros. Vestía de traje blanco igual que yo, por eso le pidió a su papá que no me anduviera tocando porque podía ensuciarme.

-Esperábamos a que la lluvia terminara, pero el pronóstico dice que estará nublado hasta mañana. Gale dijo que no había problema, ya no le molesta así que saldrá de su carro para ver todo. -Denis me dio contexto, aferrándose a mi brazo mientras me liberaba de su padre.

-Oh, ¿la juez está lista ya? -Asintió a mi pregunta.

-¿De qué hablabas con mi papá, amor? -Me cuestionó, pegando su mejilla a mi brazo. Tuve que estirar el cuello un poco más para verlo con mi único ojo sin daños.

-Solo te deseaba lo mejor. -Palpé sus cabellos negros.

Theo, amigo de Denis, nos prestó su casa para realizar acabo la ceremonia. Mi novio no estaba seguro hasta que llegamos al lugar para ver si podía dar abasto a las personas que invitaríamos, fue sorpréndete que el área de sala, comedor y cocina que se conectaban fueran más grande que mi viejo departamento.

"No le creí cuando dijo que tenía dinero", confesó Denis. Gale por su parte nos ofreció como regalo de bodas el servicio de menú y dos meseros, junto a la mesa de postres. La madre Eirín decidió encargarse de la decoración y el resto de gastos como los trajes dependieron de nosotros como pareja. No ganábamos lo suficiente para financiar solos la boda.

Pero todo ha ido bien, él nos compró anillos con su chanchito de hace años.

Varias personas estaban de pie, entre ellos mis únicos dos amigos, Galia y Cameron, junto a mi prima Suyen. De resto eran familiares y amigos de Denis, con quienes estaba agradecidos por su trato conmigo. Los ventanales que daban a una terraza con vista al jardín estaban cerrados por la lluvia, pero en el interior no se escuchaba esta.

Denis se sentó al frente de la mesa donde estaba la juez ajustando su micrófono. Charló con ella mientras miraba el arreglo de flores blancas en el centro. Se hacía destacar por su cabello, yo volví a teñirlo para este día.

Señaló la silla blanca sin dejar de interactuar con la mujer de rostro redondo. Tomé asiento a su lado, escuchando la conversación sobre lo lindo que se veía el lugar. La ceremonia ya iba a comenzar así que los demás se reunían a nuestros lados, me puso nervioso.

Nos dieron unas palabras mientras nos pedían las firmas. El registro civil no era tan tardado, pero mis manos temblorosas decidieron tardar un poco más, no tanto como Denis eso sí. Le sudaba la frente y miraba el papel como si este estuviera en movimiento. Ambos desconocíamos el entorno en esos momentos.

Los votos fueron la parte más densa.

-Eres como un hermano.

-¿Qué? -Susurró, consiguiendo que tragara mi propia saliva tan fuerte que se escuchó en el micrófono frente a mis labios.

-Ah, no, o sea sí pero no. No me casaría con mi hermano -me retracté, tocando mi pecho con la mano izquierda-. Bueno no tengo hermanos así que no sé...

Cameron, mi amigo pelón, golpeó con su cámara mi espalda para callarme. Él grababa videos para YouTube así que me ofreció su edición para grabar la boda. Su golpe me mareó, yo no solía ponerme nervioso si no se trataba de mi prometido, no pensé que me casaría con alguien a quien le invité una comida hace años solo porque se me hizo atractivo.

Denis rascó su nuca, los botones que le rodeaban el delgado cuello no le eran cómodos, me miraba con nerviosismo cuando yo solo veía su cabeza desde arriba por la diferencia de altura. Alejé un poco el micrófono para hacerme escuchar.

-Eres como un hermano, mi mejor amigo, también un buen compañero. Eres mi novio y mi prometido -hablé, posando mi mano sobre su rostro para no bajara la mirada. Las líneas de sus párpados se elevaron para mostrarme sus grandes ojos, que esperaban escuchar más-. Eres tantas cosas, y estoy tan feliz de que a partir de hoy seas mi esposo. Quiero cuidarte, prometo que lo haré.

-Hey... -Trató de contener el moquillo, mientras pasaba su dedo por mi mejilla para limpiar la lágrima que escurría sobre ella.

No recuerdo bien los votos de Denis pues ambos estuvimos llorando hasta que terminó la ceremonia. La volvería a ver grabada, cuando el impacto emocional no fuera tan fuerte. Solo recuerdo sentirlo tallar mi cicatriz como si aquella aún estuviera abierta, y me dio varios besos en la cabeza mientras yo estaba sentado en la mesa principal.

Sus amigos hicieron fila junto a la mesa para darle el abrazo, a mí me dieron un breve saludo y el abrazo fue de mis dos amigos. Denis era muy popular, tenía a Theo abrazándolo como si fueran hermanos, a su mejor amigo Gale quien vestía con un traje rojo, la familia de Cáncer, incluso a su profesor y personas de su taller.

Sus padres se sentaron a lo largo de la mesa igual, Eirín en medio de ambos, por pasar tiempo con nosostros. Sus arrugas eran lo único que la diferenciaba de Depresión pues se cortó el cabello como jícara.

-Abre la boca, mi amor. -Su madre me tomó de la mandíbula para meterme un poco de espagueti con pollo.

-Ah, estoy... -No me dejó terminar pues picó mi lengua con el tenedor.

-Te amo tanto, eres tan bonito. -Masajeó mis cachetes mientras me hacía masticar. Me dio un beso en la frente, juraba que estaba orgullosa de verme allí casado. Yo mantuve una sonrisa todo el tiempo, solo abriendo la boca para cuando levantara el tenedor.

-Oye, tu hijo está aquí. -Denis se apachurró al reclamarle a su madre. Era la única que no le dio el abrazo ni lo apapachó por su casamiento.

-Ay, pero mira esta cosa.

Eirín no lo peló, sino que se pegó a su espalda para mostrarle mi rostro. Mantuve los cachetes ocupados con el espagueti, traté de sonreír todo el tiempo para evitar que Denis se enojara conmigo, pero mi esposo seguía frunciendo el ceño y mirando a su madre con molestia por verla presumirme.

-Dime si no es precioso. -Ella insistió.

Denis suspiró, peinando su cabello detrás de las orejas antes de sonreír.

-Lo adoro tanto. -Y se unió a su madre para echarme ojitos mientras yo intentaba comer. Ambos parecían niños pequeños, consecuencia de tener caras de 14 años por los cachetes.

Aún quedaban cientos de horas por delante para que la fiesta terminara, para que sirvieran el pastel, para que oscureciera. Sabía que debía mantenerme allí todo el tiempo, pero mi sonrisa fue bajando cuando las personas dejaron de fijarse tanto en mí. Eirín se levantó para saludar a familiares, ayudar en la cocina y atender en la mesa de postres.

Denis y yo solo comimos tranquilos en la mesa, observando a los demás pasar al sótano donde estaba la sala de juegos. Sentí sus manos sobre mi hombro aunque se distrajera en el celular o su plato de comida.

Traté de centrarme en la pasta, en la sensación de tenerlo a mi lado, pero la sensación extraña que llegaba desde mi estomago trataba de hacerme buscar en mi cerebro las cosas que me molestaban. No vinieron ni siquiera mis tíos, ni familia materna ni paterna aunque los invité a todos por igual.

Tenía la esperanza de que les importaba, no solo a mi prima. Pensé que tenía familia aún.

Recordaba cada año que pasé viviendo en las afueras, en la casa de mi abuelo que marcó un espacio para mí que no podía cruzar, me limitaba a estar en mi habitación, en la escuela o en los jardines jugando con otros niños no contagiosos hasta que el sistema dijera lo contrario. No hacía mucho mas que hablar cuando me preguntaban algo o rascar mi nuca cuando me pedían los profesores que imitara las expresiones de los demás.

La presión por mostrarme normal me llevó a la decisión de ir a la preparatoria en la gran ciudad. Fue doloroso descubrir que probablemente estaba mejor apartado.

Siempre me sentí como un extranjero que no sabe involucrarse con países enteros. He sentido que no pertenezco a ningún lugar, que aunque hable otros crean que no sé su idioma, que soy demasiado genial para mostrar algo que no sea mi sonrisa y que hago las cosas de maravilla por ser un extraño.

Me querían denunciar por no verme llorar en el funeral de mi abuelo, como si yo mismo lo hubiese matado.

Sentí tanto tiempo que no tenía razón de ser. Solo era diferente, pero no me hacía especial ni natural.

-¿Sabías que la mayoría de los dinosaurios son una especie de lagartija? -Balbucí, jugando con el pollo en el plato.

Denis apagó su teléfono, mirándome de reojo mientras seguía apretando sus dedos sobre mi hombro como si quisiera darme masaje.

-¿Son reptiles? -Asentí, él también pensó en ello antes de seguir hablando-. ¿Los que vuelan también?

-Unos se hicieron pájaros, en realidad hasta los pingüinos son dinosaurios evolucionados.

-Qué bonito. -Soltó, mirando por la ventana como si buscara un ave en esos momentos a pesar de la lluvia.

Traté de unirme a religiones poco convencionales, busqué trabajos que se adaptaran a mí, invité a extraños a comer, me relacioné con todo aquel que me hablara con la esperanza de escuchar un "te entiendo". Pero incluso tras un año de relación me encontraba con la pared que se limitaba a decirme: no sé de qué hablas.

No me pedían que les explicara, sino que era una invitación a que me detuviera por las vuelta que doy para tocar un tema. Aunque se trate de mis sentimientos.

-Si pudieras ser un animal, ¿cuál serías? -Denis me hizo sus preguntas que bien sabía me gustaban mucho, aunque no tuviéramos tema de conversación pues pasábamos tanto tiempo juntos él buscaba la manera de hacerme hablar de cosas nuevas.

-Me gustan las águilas. ¿Y tú? -Comenté, sonriendo como menso.

-Ay, un oso panda. O un mapache. También me gustan los pollitos. La verdad ya no sé. -Terminó mareado.

Me costó aceptar que probablemente moriría sin encontrar a alguien que dijera que me entiende, pero Denis trataba de comprenderme. Me abrió las puertas a su familia, a sus amigos, a su vida. No sabía si ponerme cómodo en ese entorno pues tanto escuchaba sobre no depender de algo, de no acostumbrarte a la comodidad de alguien más. Mucho menos que estuvieras con alguien solo porque sentías que era necesario para sentirse bien.

Pero era lo más parecido a tener una casa, y me hacía feliz, como si perteneciera a un lugar.

-Oye, ¿me prometes algo? -Pedí, tomé su mano debajo de la mesa hasta entrelazar sus dedos con los míos.

-¿Qué cosa? -Me miró con cautela, apretando mi mano.

-No te mueras, Denis.

Recargó su cabeza sobre mi hombro para darme un abrazo, dijo que todos íbamos a morir así que no sabía si podía prometerme algo como eso. Al menos no me llamó cursi, sino que lo tomó como una de mis preocupaciones.

Ser diferente dejó de importarme con los años, era fascinante descubrir que yo mismo me contradecía con mis temores y que habían más cosas de mí si continuaba escarbando. Pero no me salvaba de ser pesimista en ocasiones.

-Si me muero voy a poder ver a Cáncer así que igual sería bonito, ¿sabes? Te vería también allá con el tiempo. -Trató de ver el lado bueno. Apachurró su rostro sobre mi pecho-. Creo que nacimos para relacionarnos y encontrarnos todos después.

Habla como yo y a veces yo hablo como él.

La pérdida era tan extraña.

-Gracias, por todo.

Denis me dio un espacio en su vida, aunque dudaba al inicio sobre hacerlo porque al parecer ser un adulto funcional consistía en la independencia de vínculos íntimos. Temía que me aburriera, que dejara de soportarlo, que su familia me incomodara o que al final solo me causara daño.

Pero me recordó que siempre habrá alguien observando todo el esfuerzo que tuve que hacer para construir un castillo de arena, y que aunque no comprendiera mis razones de hacerlo, pondría sus manos para intentarlo aunque el mar lo tirara cada año. Claro que temíamos a la separación, al olvido de alguien, a que todo fracase, pero si era feliz en ese momento lo demás no lucía tan terrible.

9 años de conocernos, sin sentirme un completo extraño con él.

• • •

AY SIIII, qué bonito GAHAHAHA.

Ya, mucho de esta parejita. Espero los siguientes extras sean de otros personajes para que vean algo de sus vidas. :') Voy a tardar un poco pero me alegra poder traerlos. <3

¿Comentarios?

Adie siempre se ha sentido como un extranjero a todo lugar donde va. Aún recuerdo que en su primer extra su amigo Carpiano le gritó que se callara porque no lo entendía. La verdad ha pasado tantas cosas que se pone reflexivo e intenta ver las cosas buenas para afrontar la sensación de nunca sentirse cómodo.

Intentó hasta perseguir creencias para sentir que hacía las cosas por algo pero terminó dejando todo por su trabajo. No podía ayudar a otros si él no tenía ni para pagar su renta. Lo quiero bastante. :') Denis le ha dado mucha estabilidad, aunque cree que en realidad Adie se la dio a él. Fue una ayuda mutua.

ME RETIRO, mil gracias por todo. <3

~MMIvens.

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