Capítulo 9: Perdóname.
Vivía en un presente que bien fue futuro y podría ser pasado, si se preservaba el recuerdo. Pero de todas formas prefería no centrarme en eso, me haría infeliz.
Vivir "mi momento", no el momento en general. Todo era fugaz para alguien de corta edad; aún no podía bajar el ritmo, o arrepentirme hasta que las arrugas en mis ojeras ya no fueron solo por insomnio.
Insomnio.
Valía pito en el bachiller, o pitote diría yo: estaba decidido a cambiar eso en el instituto, me aseguraría de ser una nueva persona que se destacara por ser un buen alumno y no un malacopa que se encula fácil.
-¿Cómo superas una enfermedad?
La profesora guía del turno de la tarde hizo una pregunta que pensaba responderme yo mismo. Pero sus tacones bajos de color verde me distrajeron cuando dio media vuelta, y agregó algo más, que no esperaba para una introducción al curso general de adaptación al mundo verdaderamente humano:
-¿Cómo la superas emocionalmente?
-¿A eso se debe la tasa de suicidios alta en personas comunes? -Un chico de estatura media sentado frente a mí soltó esa pregunta, consiguiendo la mirada de todos.
-Sí, eso se estima.
El instituto era muy grande. Se dividía en tres edificios, eran organizados en base a sus necesidades o riesgos, ponían a la mano las mejores cosas que encajarían con tu condición. Podías acomodarte en buenos horarios y era muy raro toparte con conocidos pues cambiabas constantemente de sitio.
Era uno de los más grandes de la ciudad, pero bueno, solo habían tres y en distancias poco convenientes. Tuve la esperanza de que no me encontraría viejos compañeros en el curso general, y como mi elección de curso opcional era extraño entre mis amigos tampoco me distraería mucho.
Salí temprano de casa tras tomar mis medicamentos. Estuve bajo el sol matutino bastante tiempo y no quería ponerme mal; solo, hicimos el servicio militar mixto que se llevaba a cabo dos horas antes de clases, aunque este podías acomodarlo en los días elegidos antes del semestre. Realizábamos prácticas muy variadas en el curso general, desde cocinar de forma económica, administrarse y mantenerse en forma.
El salón estaba repleto de blancos, las sillas, las mesas, la pizarra y el techo. Solo el piso y la pared eran cálidos para mantenerlo equilibrado, y el verde claro de los árboles que llegaban a las ventanas del segundo nivel. Estaba padrísimo el lugar, o eso diría si no me lastimara los ojos.
-Cuando entras en el periodo de humanización, es decir, dejas de ser tu enfermedad y comienzas a sanar, sucede un impacto psicológico que puede durar de un mes a seis meses -procedió, rayoneando con plumón azul mientras sus dedos jugaban con la tapa. Yo hice lo mismo con la tapa de mi pluma, metiéndola en el dedo meñique-. Esto se debe a que claro, han vivido 10 años presentándose con nombres que no les pertenecen, hablando de sus condiciones diariamente y escogiendo su futuro en base a sus malestares. ¿Cuando se van estos, creen que se enfocaron o solo escogieron en base a algo que ya no les acompaña y los hizo acostumbrarse a vivir con dolor? Se siembran estas dudas.
Mi vida cambió drásticamente a los 10 años y medio, aunque fue igual para millones de personas. Te dabas cuenta de ciertas cosas a tu alrededor, las conversaciones giraban entorno a tu nuevo malestar, a cómo abordar estos y no dejar que la pubertad te pusiera en riesgo. Porque decían: "Tener un malestar no significa que la vida se haya terminado, solo será diferente a partir de ahora".
Mi vida se basaba en hablar de cosas que aprendía durante mis noches, las pastillas que tomaba, la medicina clínica u homeópata, cómo la música me servía de terapia. "¿Dormiste?", todo el tiempo acostumbrado a ese tema de conversación. No puedes evitarlo, o estás enfermo o estás sano, incluso si lo suprimes con medicamentos no significa que estés curado.
"Abandonar una enfermedad no significa que pierdas el sentido, significa que te adaptas otra vez o te vas al demonio".
-¿Cómo lo dejamos ir? Es un proceso complicado, razón por la que se imparte el curso general: darnos una forma de sustento y humanizar al enfermo -habló tras encerrar en un círculo negro aquella palabra, haciendo ruido con sus uñas cuando chocaban la pizarra-. Me imagino que alguno de ustedes ha vivido periodos de ansiedad aunque no es su malestar principal, ¿pero no es recurrente volver a ello?
Vi un lápiz levantarse a mi costado. La chica contó que tuvo cierta situación con unas amigas, y que aunque pasó casi un año de no tener más problemas con ellas, todavía sentía el terror cuando alguna indirecta escribían, pensando que podría ser para sí.
Al parecer era una reacción normal del cerebro, hacernos pensar que todavía no estábamos curados. No quería cuestionar el sistema pues las revueltas de hace cincuenta años afectaron en gravedad la economía y generaron histeria colectiva; mantenernos como animales era la forma de controlarnos para vivir bien dentro de la jaula.
Al inicio me preocupaba, después, se me olvidaba cuando entraba a Tik Tok y veía trends pendejos.
Era algo pasajero, resultaba mejor ignorarlo.
-Entonces, ¿por qué la desconstrucción del posmodernismo afecta principalmente...?
Ay, ya van a empezar.
Cualquier movimiento, sin importar su época, era cancelado por la mayoría de las instituciones. Sobre todo la idea de desconstrucción, pues aunque en parte era necesario también volvían a cuestionar un sistema que funcionaba. Sí, lo dije, funcionaba, y todos lo sabíamos aunque nos quejábamos de ello.
Si no nos separaban por nuestras condiciones, seguro viviríamos en cuarentena eterna, o nos separarían de nuestros padres al nacer, o algunos morirían de hambre. Incluso los derechos humanos eran un constructo social, si los tirábamos por la borda la vida valdría tres pitos.
Pero mucha paja para pensamientos que no se concretaban. La profesora nos introdujo a la idea de adaptarnos para ser personas, para ser decentes. Para no comentar respecto a estos temas pero reírnos de algún chiste ingenioso, porque lo que nos hacía reír era "lo importante". Y la verdad, estaba de acuerdo, la ignorancia era eficaz si no querías terminar con alta crisis existencial.
El posmodernismo nos hablaba de nuestra verdad y cuestionamiento, mas no de una verdad general pues causaría tormento. Porque dicen "todo es relativo", hasta que lo ves con tus propios ojos, y algo como que el mundo se está sobrecalentando no es un juego relativo. O el hecho de que todos dejaremos de existir.
-No entendí ni madres. Me avisan si alguien tomó apuntes. -Murmuró la chica a mi costado, preocupada con el cabello castaño en la boca.
¿Ven? A eso me refería, puta madre, lo sabemos y se nos olvida alv.
La clase terminó después de que la profesora no pudo dejarnos con bocas más abiertas. Fue un putazo mental como mis charlas con TOC, nada tenía sentido y estuvo entre chido y culerísimo.
Pero mi siguiente destino ya lo tenía escrito en mis patas: haría amigos, conocería nuevas personas y trataría de disfrutar esta nueva oportunidad. ¿Pero cómo rayos hacía amigos en la prepa? No mamen, daba más miedo con el tiempo.
Solo habla con alguien, acércate como antes. Vamos, chingao, tú puedes.
Miré a la chica que pidió apuntes sacar su mochila debajo de la mesa. Parecía tener prisa así que no le molesté. El chico que más participó lucía ocupado respondiendo unos mensajes en lugar de pararse del sitio. Otros ya se marchaban.
-Alguien que esté tieso... -Murmuré, recorriendo con la vista los sitios cercanos a la ventana, hasta toparme con alguien que se ajustaba a lo que buscaba como amigo.
Tenía ojeras no exageradas, miraba sonriente por la ventana mientras estiraba sus piernas y rascaba su ojo debajo de los lentes. En cuanto me encaminé la emoción al ver su tatuaje de lagrima incrementó; parecía un wey sacado de videos virales o personas con las que soñaste y te perturbaron.
Veré qué pasa con este pedo.
-Hey, buena tarde -levanté la voz hasta cerrar mis ojos con una sonrisa, posando mi mano en su hombro izquierdo-. Mi nombre es Insomnio.
Ok, se sigue estirando los brazos y los demás se están yendo, está esperando a que digas algo más.
-La verdad estaba nervioso por las clases. Vengo de L.A, ¿tú estudiaste en algún colegio cercano? O si conoces las instalaciones te agradecería mil que me echaras la manita a ubicarme, wey. Por cierto, tu cabello es muy...
El tipo volteó a verme con la cara arrugada, los ojos tan apachurrados que parecían dos canicas a punto de salirse y la boca entreabierta lista para recibir moscas de aburrimiento. Su cara de fastidio me dio escalofríos y retrocedí un corto paso.
-Perdón, y adiós. -Levanté unos dedos antes de darle la espalda, huí avergonzado.
QUÉ CHINGADOS LE PASA.
El susodicho ni se inmutó. Comenzó a recoger su mochila y hasta le vi hablar por primera vez con otros tipos, hizo lo mismo que yo, ¿pero me consideró inferior? Me replanteé todas mis decisiones.
Todavía faltaban dos horas para mi última clase: cocina del hogar. Dijeron que era de prueba para ver qué acostumbrábamos a hacer, sobre todo si beneficiaba nuestra condición o era apta para mantenernos sanos a largo plazo. Decidí volver a la nueva casa en lugar de esperar allí tanto tiempo.
Pero Hipersomnio está enojado.
Les explico, después de mudarnos todos juntos no habían ni pasado dos días cuando Sonambulismo se metió a mi habitación vestido de negro pa' su secta, y me dijo que le dijera a Híper que yo no le cuidé cuando se me desmayó en el baile. Le dije que no mamara, porque se metió con una vela y mi melatonina se volvía loca por la luz en las noches.
A la mañana siguiente, mientras Ansiedad preparaba el desayuno para todos, Sonambulismo le explicó a Híper antes de que yo me sentara en la mesa. Él escuchó atento, y cuando me vio llegar me preguntó amablemente el porqué no le ayudé si sabía que podía golpearse la cabeza.
-Es que... no sé, no deberías hacer esas cosas si te duermes cada dos minutos. Quizás mantenerte sentado...
-¿Sen qué? ¿Sentado? ¿Sentado toda la vida, imbécil? -Y allí se emputó, arrojándome el huevo que Ansiedad acababa de servirle. Sied casi lloró porque no le pudo tomar ni una fotografía, e Híper se largó a sus clases sin despedirse.
-Pinche wey. -Sonambulismo se rió de mí, obteniendo mi seña de pito con el dedo.
Ahora volví al apartamento, sabiendo que solo Híper y Sied estaban allí pues su horario giraba entorno a la mañana. Respiré profundo antes de cruzar el umbral, recargué la cabeza en la madera y rogué porque no dijera algo que la cagara más. A veces decía cosas muy pendejas, las reacciones de Híper al menos me hacían darme cuenta de eso.
Saqué la llave de mi pantalón y abrí para dejar afuera todos mis nervios. En la sala estaba Sied tratando de enchufar la televisión, con su camisa de rayas que pareció asfixiarle cuando oyó mis pasos. Dijo que le daban cosa las casas que daban a la calle, pues siempre vivió en un segundo piso con su familia y los departamentos eran más silenciosos en su zona.
-¿Som está arriba? -Murmuré, sacudiendo con las manos mi cabello para que este cubriera mi rostro.
-Está ordenando su habitación, dijo que habían PELUSAAAAAAAAAAS. -Gritó cantadito al ver salir una araña del mueble donde pusimos la tele. Corrió por una almohada para tirársela mientras yo subía por las escaleras y continuaba riéndome por sus sustos.
La habitación de Som era la principal, Sied usaba la que solía ser estudio de los viejos inquilinos y Sonambulismo prefirió el cuarto debajo de las escaleras. Yo me quedé con la que estaba junto a Som, subiendo la tablita mal puesta que parecía más de una casa destarlada en el árbol que una escalera decente.
-¿Una peda? Voy a preguntarles si alguno quiere ir, yo no podría, se me cruza un curso ese día. Pero muchísimas gracias, suena chévere. -Habló feliz por teléfono, y con su mano derecha apenas acomodaba sus muñecos coleccionables de un anime alrededor de su computadora.
Toqué la puerta aunque estaba abierta, esperando que él me dejara pasar. Me miró de reojo antes de sonreír.
-Aguanta vara, mi wey viene a decir otra pendejada. -Estaba enchiladísimo.
-Oye. -Me apachurré, arrastrándome al interior con la cabeza baja.
Hipersomnio colgó la llamada, y no tardó en acomodar todos sus muñecos antes de sentarse en la silla y hacerme señas para que me sentara en la cama. Iba a usar el poderoso diálogo, eso mantenía bien nuestra relación desde hace casi año y medio. Me senté sin abrir la boca, esperando escucharle, pero no dijo nada.
-¿No me vas a mandar a comer pito? -Pregunté confundido.
-Bro, ¿de verdad crees que tengo la necesidad de regañarte? Ni siquiera te has disculpado -estiró las manos al levantar más la voz, el sacado de pedo era él, ya no solo yo-. Dime, neta, ¿cuál crees que fue tu error?
-¿No ayudarte...? -Balbucí, apenas parpadeando rápido.
-MINIMIZASTE MI CONDICIÓN, Y TRATASTE DE HACERME CULPABLE POR NO CONTROLAR LO QUE SOY.
Qué, ¿neta hice eso?
-Creo que no entiendo. -Admití estresado.
-Inso, mi flaco, no eres solo tú: somos dos.
Me costaba entender su forma de expresarse. Yo no era alguien que profundizara en las emociones de los demás, él lo sabía, dijo que yo no era empático y no lo decía en mal pedo. Al parecer la empatía solo consistía en reconocer las emociones de personas ajenas, el poder sentir cosas de una realidad que no era la tuya y percibirlas como verdaderas.
Era complicado.
-Sí eres buen pedo, lo sé. Quiero entenderte pero a veces siento que no entro en tu radar -aclaró, sentándose a mi lado para hacerme piojito mientras hablaba-. No voy a cambiarte porque no va conmigo, eso no está chido. Pero hombre, no puedes esperar a que todo el mundo te entienda para ser chingón, también puedes ser el que apoye.
-No estás terminando conmigo, ¿verdad? -Agregué preocupado, tallando mi cabeza en su playera blanca.
-JÁ, hasta crees. Me gustas mucho, eres un pendejo pero me haces reír siempre -empujó mi cabeza, antes de tomar una gran bocanada de aire para liberarse de la tensión-. Te quiero mucho, Insomnio. ¿Lo sabes, no?
-Gracias. -Hablé bajo, feliz de que todo haya salido bien.
A veces me costaba pensar que las personas eran reales. No sé a qué se debía, pero pensaba que eran como conciencias predeterminadas de algún videojuego que giraba entorno al presente que vivía. Como si no hubiera nada más allá, aunque sabía que no era así, no podía evitar frustrarme por mi poca capacidad para leer a las personas. Al parecer era lo mismo conmigo.
Me costaba identificar mis preocupaciones y me distraía fácilmente con cualquier mamAda. No sé, al chile, cambiaba rápido de tema.
En mi primera clase de cocina la profesora me puso una mega F, por decir que las quesadillas que hice no tenían queso: para ella eran empanadas muy grandes. La percepción era distinta para todos.
-¿Sabía que le puede meter queso por el hoyo? -Se enojó más al pensar que la estaba albureando, eso me bajoneó.
La pre-universidad empezó con cientos de dudas y me sentí fuera de lugar. Parecía que ya no era un niño, los errores que cometería a partir de ahora no podían ser liberados con un "lo siento" o "chingue a su madre, solo se vive una vez".
• • •
Potente la primera parte de este capítulo, pero la verdad es algo que quería plasmar desde le visión de Insomnio que nunca ha querido cuestionarse el entorno en el que vive a diferencia de los otros protagonistas.
¿Qué piensan de todo esto?
¿Hipersomnio e Insomnio...?
Yo la verdad no tengo mucho que agregar, solo explicar que muchas cosas que piensan mis personajes no son cosas que yo comparto y otras sí. Y respecto a la empatía, es cierto que no te hace malo no tenerla, es una capacidad personal después de todo, incluso ser empático no garantiza que seas bueno: puede darse el caso de que la uses para dañar a otros. Cuiden mucho ese aspecto, es bastante denso. :(
¡Agradezco mucho el apoyo en estos últimos capítulos! La verdad me hace muy feliz ver que siguen la historia y les gusta debatir y al mismo tiempo hacer chistes chingones de ello. Me alegra mucho la gente que llegó a esta historia, hacen hasta de los comentarios una comedia.
ME RETIRO, se les quiere muchísimo. ¿Tuvieron una buena semana?
~MMIvens.
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