Capítulo 7: Mi grupo tiene flow.


Nunca supe qué era flow pero sonaba mamalón. Y si no te gusta, ve a chingar a otra parte y no ensucies mi suelo.

Cáncer.

Dicen que eres tan culpable por callar como el que agrede. Saber que alguien hace algo que está mal y no evitarlo, te conviertes en un cómplice. Siendo yo un cáncer para los demás, mi alrededor no estaba nada bien. Era una cuestión moral, la culpa misma no dependía de otros, solo de ti y tus ideales; el no fallarte a ti mismo o a otros como deseas.

—A veces me siento culpable todo el tiempo por pasar 6 meses felices y 6 meses donde mi propio retrato me murmura que nada está bien, que debo escapar; me grita de forma constante que el mundo se va a caer, y caerá tan bajo que me arrastrará de los tobillos, me llevará hasta el inframundo donde el demonio pueda comerme en pedazos, y al igual que el titán Cronos devoraba a sus hijos, me devorará a mí.

El recuerdo de mi hermana hablándome de su trastorno depresivo mayor era horrible, me atormentaba en las noches y cuando había indecisión en mí. Ella hablaba de la culpa de hacernos sentir como si no fuéramos suficiente para hacerla feliz a toda hora.

Pero yo albergaba la culpa de no quererla allí, el deseo de verla desaparecer como si la tristeza nunca hubiese existido sobre la faz de la tierra, ignorarla. Un anochecer que nunca llegaba y que nadie tenía que soportar nunca jamás.

Un nunca para siempre.

—Pero lo voy a intentar, solo un mes más y esto no volverá a mí —me repitió Dema, apretando sus uñas azules contra la piel reseca de mis manos—. Cán, la culpa que me atormenta es la misma que me da la fuerza necesaria para hacer lo correcto y no volver a defraudarme. No quiero llorar más, quiero amarme. Quiero creer en mí.

"Quiero que la depresión olvide mi nombre".

Pero lo sabía, demasiado diría yo.
Era el culpable.

Puta madre, SOY CULPABLE, AMÁ.

—Así que, esta fue la presentación del equipo —recalcó Dal, señalando el pizarrón abarrotado por su letra cursiva, mientras peinaba su cabello rojizo hacia atrás—. Como dato adicional, debido a que la Tuberculosis es una enfermedad bacteriana fácil de propagar por medio de tos y estornudos es que nuestra compañera TB fue trasladada el segundo día de clases a otra escuela en las afueras. Un problema en la administración, pésima por cierto.

El profesor yacía sobre la esquina de su escritorio, dejando el silencio en la clase prevalecer para ocasionar nuestra incomodidad. Sentía mi pichula aplastada por mi pantalón, así que metí mi mano dentro de mi bolsillo con la intención de acomodarla y que dejara de rozarme pero Mure se puso de pie repentinamente.

Saqué la mano por inercia, sacudiéndola antes de volver a recargarme en el pizarrón junto a Diabetes.

—¿Quién hizo las diapositivas? —Cuestionó, borrando el pizarrón azul para proceder con nuestra calificación y terminar la clase.

Fue mi hermana, perro.

—Fue Cáncer. —Aclaró Diabetes, lanzándome un codazo para que reaccionara rápido y no dijera alguna tontería.

Quería atribuirle a mi hermana mayor el trabajo que había hecho, pues era excelente. Todo su esfuerzo se habría ido a la basura si yo dijera que no fui quien realizó las diapositivas. En realidad no era bueno en nada, podía arreglármelas en ciertas cuestiones pero no había algo que yo pudiera hacer específicamente mas que estar enfermo.

Mi talento era ser producto de radiación hereditaria. Ah, y ser tóxico, chingada madre claro que sí.

—Aunque dibujo bien los pitos sobre la silla de Dep. —Murmuré, desviando la vista hacia la ventana y el cielo gris.

A veces podía sentir al trastorno de ansiedad dando vueltas a mi alrededor, pidiéndome entrar. Quería tomar un hacha y volarle la cabeza. Asesinarlo. Colgarlo y descuartizarlo hasta hacerlo desaparecer. La ansiedad de una muerte repentina debía ser asesinada antes de que me asesinara a mí.

Puta cabeza, voy a matarte.

—Faltan dos minutos para que finalice oficialmente la clase pero ya pueden salir. Adelante, jóvenes —nos entregó nuestra investigación con su firma, señalando la puerta de salida y dirigiendo la mirada al resto para que abandonaran—. Ah, y Cán, por favor deja de pintar miembros sobre las cosas de Depresión. No le gustan.

Elevé mi dedo medio con una sonrisa coqueta, extendiendo el brazo a mi izquierda frente a la puerta por la que trataba de salir Dep. Se detuvo confundido, observando con los labios curveados y sus ojos redondos, tratando de saber a qué me refería.

—¿Verdad que te gustan, Depcito? ¿Ve'a que sí? —Le regalé una mirada tierna, aunque no me duró mucho pues el profesor golpeó mi brazo para que lo bajara y me obligó a salir.

Recibí mi propia mochila con un golpe detrás de mi espalda. Me sentí expulsado del salón, no, eso había pasado en verdad. Pinches maestros, me cagaban.

—Eso mamones —el chico afro chocó palmas conmigo y con Dal, sacudiendo su cabeza un poco para no ocasionarse mareos al ser Diabetes—. ¡Nos sacamos un 9 chingón! Y ya te vi, Cán, cuidado con decir que tu hermana hizo el trabajo porque nos llevas a todos a la mierda donde te paseas en pajarito.

—¿Cómo sabes cómo duermo? —Le pedí una explicación, tomándolo de su camisa de rayas.

—Bajen las hormonas y hablen bajo, imbeciles. No anden con sus mamadas justo ahora, solo vamos a la cafetería a comer algo. —Dal se interpuso entre ambos, presionando nuestros pechos hacia el lado contrario con la intención de herirnos un poco y hacernos reaccionar.

—Es que eres puto tú. —Solté junto a Diabetes la ofensa para el pelirrojo que nos miraba incrédulo.

Los tres dimos un salto al escuchar detrás de nosotros el eco del golpe metálico en el pasillo. Varios alumnos ya comenzaban a salir, aunque todos rodeaban a Dep, quien se hallaba de cuclillas en el piso tratando de tallar sus manos contra su frente pues se había azotado contra el casillero y sus libros de texto amarillos se hallaban tirados alrededor.

—Lo siento, cariño. Corrí rápido. —Se carcajeó la chica y el chico Asma, pasando junto a él.

La marca de los zapatos de ella cubría el amarillo de la felicidad. Un Osteoporosis caminó sobre sus libros de igual forma, haciendo una pausa para disculparse.

—Está bien... —El murmullo de Dep era inseguro. Miró a los lados al ver que el sonido de los zapatos no silenciaba su voz pues nadie avanzaba.

—Ahora dilo sin llorar, cabrón. —Le aconsejó el otro, dándole palmadas en la cabeza que causaron otro ligero golpe contra el casillero.

—Si te sientes muy feliz... Aplaude así... —La voz llorosa ahora dominaba los pasillos de la escuela L.A, recibiendo risas de otros estudiantes de distintas clases.

—Oigan, sí le está sangrando la cabeza. —Destacó para nosotros Diabetes, un poco asustado—, oloverga a mí eso me mandaría al hospital por ser quien soy.

Los alumnos siguieron su camino al ver a un profesor al final del pasillo que se dirigía a los baños. Continuaron la charla normal, pasos apresurados y quejas sobre las clases. Depresión permaneció en el suelo, cantando mientras recogía sus libros y las lágrimas que caían eran ignoradas.

—Bueno, a comer porque me cago de hambre. —Pronunció el cabeza de esponja, echando su mochila detrás de la espalda antes de iniciar su caminata.

—¿No vas a ayudarlo? —La pregunta de Dal fue repentina, señalaba a Dep con un tono amargo.

Miré una vez más la espalda del cabeza de jícara. Revisé el reloj de mi celular en el bolsillo y supuse que en cualquier momento llegaría Inso por él. Me encogí de hombros.

—Ese wey ni me importa. Solo lo veo en el club de homos al que voy. —Le aclaré a Dal, dándole un golpe en la rodilla para que siguiéramos.

Los tres seguimos en el pasillo. Dal aún continuó volteando la mirada, lucía preocupado por el compañero de clase pero no hizo nada. Antes de que cruzáramos de camino para llegar al comedor dijo con alto tono de sorpresa que Dep se estaba limpiando de prisa la sangre.

—¡Dep, ¿qué haces en el suelo?! —Escuchamos el grito de Inso, al igual que la leve voz indiferente de Depresión quien le decía que se había tropezado con su cordón.

~•~•~•~

—¿Sabían que los palitos de cangrejo en realidad son de pescado? —Dijo Diabetes, clavándole una mordida al palito rojo y blanco—. Están bien pinche ricos, cabrones.

—¿Por qué todos los de la clase hablan ofendiendo al otro? Me cagan. —Dal soltó su tenedor encabronado, buscando una explicación en el otro—. Díganme porqué no son normales, carajo.

—Porque somos pendejos de preparatoria y da risa hablar así, pues. —Suspiré, tomando mi cápsula de zinc antes de continuar comiendo mi ceviche de soya.

—No da risa, solo son pendejos. —Obvió el amargado.

—¿Quiénes son pendejos?

Diabetes, quien se sentaba frente a nosotros, escupió su agua de limón al ver al dueño de la voz detrás de Dal. Yo lo reconocí bien, me cagaba. El presidente Narcisista del consejo estudiantil era un dolor en el culo para todos, encontrarlo en la cafetería a todas horas no era una sorpresa pues le gustaba pararse con la intención de saber qué sucedía en la escuela.

—No hablaba contigo, ¿vale? Estorbas nuestra conversación. —Rechistó Dal sin siquiera voltear a verlo, prosiguió comiendo su sándwich con un tenedor.

—Uy, le dijo al joven griego que estorbaba. —Me reí.

El comedor era un centro de reunión en el que todos peleaban por llamar la atención con sus mesas, a otros les valía verga, pero tenían un ideal en común: No ofender al presidente y darle su lugar en el centro de aquel brillo. Dal había mandado eso al carajo, yo comenzaba a rezarle a la virgencita porque nos perdonaran la ofensa y no termináramos limpiando baños.

—Me pasé por esta mesa debido a tu condición. No paraba de oír sobre un pelirrojo Daltonismo en la clase de enfermedades, fue bastante abrumador —el presidente acomodó su cabello di-vi-no, ignorando por completo lo que le había dicho el otro. La vicepresidenta asentía en silencio—. Te gustaría conocerme mejor, ¿cierto?

—Ni mergas. —De nuevo respondió sin voltear.

—Qué tóxico eres, Dal. —Lo que dije pareció impresionar al resto, procedió el pelirrojo a decir que yo era el tóxico—, yo no soy...

—Sí eres. —Repitió Diabetes.

Chale, sí soy.

Narcisista se retorcía detrás de nosotros. Lucía bastante avergonzado, apenas podía pronunciar otra palabra. Se armó de valor tras varios segundos y lanzó palmadas contra la espalda de Dal, obligando al bro de mi grupo a voltear.

—¿Por qué sigues aquí, wey? —Le interrogó.

—Piensas que soy una ilusión, lo sé. Pero soy real —Narcisista se encogió de hombros, arrebatándole los papeles a su vicepresidenta para entregárselos a Dal—. Toma, Daltonismo Acromático. Puedes unirte al consejo estudiantil. El placer es...

Diabetes saltó para cubrir la boca de Dal y no dejarle ofender de nuevo al presidente. Dal lucía amargado con su mirada seria, aunque permitió al presidente irse alegre pues el Narcisista creyó que tenía a nuestro compañero en su bolsa.

—Odio a esos idiotas. Ni su futuro tienen planeado y se sienten superiores. —Por su amargura ignoró el resto de mesas que ahora murmuraban emocionados sobre él, aunque a Dal le valía verga.

Si preguntábamos por la definición de "me vale vergas" dentro de muchos años en la escuela la respuesta sería una imagen del pelirrojo con la frase célebre y un "2020" a lado.

"Me vale vergas. ~Dal, 2020"; justo así.

—Yo ya tengo planeada mi vida. Voy a ser purificador de agua. Bebo un chingo y siempre tengo sed porque la purifican con químicos, así que me mudaré a las montañas en busca de manantiales y le sacaré dinero al chile que me mantiene. —La emoción del afro lo llevó a poner su mano como saludo de soldado en su frente, aunque la rapidez y fuerza que aplicó solo ocasionó que se golpeara a sí mismo.

—Mi plan es ser un artista famoso por mi arte en blanco y negro. La forma en que veo el mundo. —Dal hablaba con seriedad sobre sus planes pedorros.

—Cuando pintas, ¿cómo sabes que no estás usando color? —Le pregunté aquello de vida o muerte, elevando una ceja y entrecerrando un ojo.

Giró con ojos de pez muerto el daltónico, abriendo su bocota por la que podía entrar cualquier mosca.

—¿Me estás jodiendo? —Elevó el tono de forma salvaje—. ¿Tú qué quieres ser? ¿O ni eso has pensando?

—En realidad no, no lo he pensado. Me voy a morir antes así que no es ni necesario.

Volví a mi comida en silencio. Delante de nosotros, la segunda mesa al frente era ocupada por Insomnio y Depresión. Inso parecía carcajearse cada dos segundos y elevaba su pan mordisqueado que parecía un pito, presumiéndolo con orgullo. Dal me preguntó si ellos hacían lo mismo en el club.

—Si te refieres a verse como idiotas: Simón. —Contesté.

—Voy a orinar y a caminar por allí. Hasta la próxima. —Diabetes se levantó de inmediato tras sentir su estómago lleno y extraer sus productos para evitar que se le bajara el azúcar.

Inso se puso de pie tras meter un pan dentro de la boca de Dep hasta que el otro se puso morado. Hizo un baile extraño, como si invocara a un espíritu maligno o esas weas. Le dijo un par de cosas y le dio un beso en la cabeza tras un fuerte golpe en la espalda; se echó a andar como cabra loca.

—¿Se despidió o invocó al diablo? —Dal tenía muchas dudas sobre el estado mental de aquel trastorno del sueño.

—Las dos. —Propuse.

Por la doble puerta del comedor entró el equipo de atletismo, acompañados de la guapa chica, Asma, que tenía la confianza por los cielos aunque aún no encontraba su plumón color hueso. Tampoco encontraba su pulmón pero esa es otra madre.

Dal me lanzó un codazo para que los viera mejor. Señalaban la mesa de Depresión, se reían un poco y murmuraban que estaba perfectamente vacía. El capitán era un año mayor que nosotros, aunque también nos valía verga. Dieron pasos largos, rechinando los zapatos por el suelo. La falda de Asma giraba como un pastel en exhibición de color rosa, soltando su característico perfume de muffins.

—Vamos, párate. —Me ordenó Dal, incorporándose de pie con su charola que aún tenía papas fritas y un pedazo de su sándwich.

—¿Para qué o qué? —Estaba confundido.

—Sentémonos con Dep. Me da igual el wey pero escuché que ese capitán de mierda es un fuckboy con una personalidad asquerosa. Al menos cuidemos a nuestro compañero por hoy —tomó su mochila, sacudió su camisa antes de quitarse la corbata y darme una patada para que hiciera lo mismo—. Odio sentirme culpable de ver estas cosas.

El capitán se aproximaba con su chaqueta sobre el uniforme, haciendo pequeños ruidos melódicos con sus dijes que chocaban entre sí. Me paré de golpe, rascando la mitad de mi cabeza rapada y escupiendo sobre mi propio vaso.

Los dos nos apresuramos a sentarnos a los costados de la Depresión, quien se asustó al sentirnos rozar sus brazos.

Los mayores se percataron de la situación, tomaron asiento en la mesa que habíamos dejado vacía y se limitaron a observar en nuestra dirección con leves risas. En ese momento nos habría servido en serio tener al pinche Narcisista allí para que les diera la cogida con sus reportes infernales.

—Eres del club de consejeros, ¿verdad? Me pasaré por allí luego. Estamos en la misma clase aún así. —Dal se presentó con Dep, extendiendo su mano aunque no recibió un saludo—, no te fuerces a andar sonriendo, está bien.

Daltonismo Acromático sacudió la cabeza de la jícara, señalándole su almuerzo para que Dep procediera a comer en silencio otra vez. Pude sentir la lástima de Dal, supuse era sensible a la discriminación, aunque no me sentí enojado o algo parecido pues la Depresión era una de las enfermedades que menos lástima recibía.

—Se siente bien no ser culpable, ¿verdad? —Masculló Dal, relajándome un poco.

Chale, mi grupo de verdad tiene ese flow mamalón de únicos y detergentes.

• • •
Cáncer es igual de bipolar que el trastorno, GAHAHAHA. En fin, ya sé que es domingo pero como ayer no pude debido a falta de inspiración hoy he vuelto.

Hicieron este bellísimo dibujo de mi niño Depresión, aaaah:

Espero estén disfrutando esta historia. <3 ¿Qué piensan de Cáncer?

¡Nos vemos la próxima semana!

~MMIvens.

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