Capítulo 27: Hasta moriría por ti.

Hay cosas en las que no puedo mentir, sobre todo si se trataba de ser inmaduro. Sí, era un niño en ese tiempo, no pensé en el daño que podía causar.

No, era un adolescente de casi 17 años, no podía ocultarme detrás de las palabras "no tenía idea de lo que hacía" cuando estaba tan consciente de ello.

Insomnio.

—Así que... ¿No tocarás con los trastornos? —TOC me miró con esfuerzo, rozó con la yema de su dedo índice el lunar junto a la comisura de sus labios mientras soltaba un suspiro con agotamiento.

Los trastornos querían tocar lo que habían preparado con Piin, pero ahora les faltaba el bajo, Sonanmbulismo o Ansiedad podían tocarlo pero no querían, y yo tampoco sabía tocarlo así que descartaron ello. Planeaban solo tocar la guitarra, la batería y un poco de teclado con arreglos personales, no tenían ánimo de hacer algo nuevo así que no me ofrecí a cantar con ellos.

Yo ya tenía planeado tocar de forma individual y me había inscrito una semana antes, tenía mis propios asuntos que resolver. No quería perder el tiempo haciendo algo para amigos solo por sentirme responsable de la ausencia de alguien más.
Mi cerebro ya iba a mil por hora y no necesitaba que me hicieran sentir improductivo.

—Solo me halagaban porque querían que fuera parte de ellos —solté una pequeña risa, estirando mi espalda sobre el respaldo de la silla—. Son mis amigos, pero no voy a ayudarlos porque no es mi obligación, presi.

—¿Porque no te sientes cómodo? ¿Sientes que ellos son egoístas? —Asentí a sus preguntas.

TOC se quitó las gafas y apartó el rostro de su computador para centrarse en mí. Era mi cuarta charla en el club de consejeros, él me atendía en su horario libre para que no me topara con los demás miembros o que no hubiera otra reservación. Era cómodo hablar con él, solo escuchaba, debido a que no era profesional no podía aconsejarme.

—Estoy cansado de la gente, me tratan como si no fuera especial a menos que les convenga. —Expresé, torciendo una sonrisa que comenzaba a pegarse a mi rostro como plástico líquido.

—¿Quieres ser especial?

Toqué las puntas de mi cabello húmedo. Era temprano, llegué antes a la escuela porque los profes quería confirmar la canción que cantaría. El cielo azul estaba presente, el silencio matutino, el sol que extraía el aroma de las rocas y mi piel debajo de la luz para consumir vitaminas. Me gustaban las mañanas, esa sensación me recordaba que incluso sin dormir otro día había comenzado.

Claro que quería ser especial. Odiaba no poder concentrarme, no lograr la atención de la gente, no tener un talento nato ni ser constante debido a mi hiperactividad. Me sentía asqueroso por no ser distinto, por no poder llenarme de talentos como si me cambiara de ropa.

—¿Sabes? Ser bueno en algo conlleva muchas responsabilidades, aguantar cosas que no nos gustan, tratar con gente que no nos agrada, escuchar opiniones que no nos interesan y tolerar mucho en silencio. No podemos explotar en cualquier sitio ni se debe envidiar a los demás —suspiró, su pie se deslizó debajo del escritorio pero no se levantó—. Pero no son cosas que debas escuchar de mí. ¿Has pensado en retomar tus consultas con tu terapista asignado?

Entrecerré los ojos. Si no iba con mi terapista es porque no me sentía cómodo, tampoco era como si quisiera escuchar eso de TOC. Él no sabía lo que era vivir sintiéndose inútil y de paso tener la carga de otras personas, nadie debía tolerar cosas que no le gustaban, incluso si era su responsabilidad. Él era un líder talentoso, no sería presidente si no tuviera talento para eso.

—Oh, no te he contado. El fin de semana toca reunión con mi padre y queríamos ir a pescar —me emocioné al recordarlo aunque solo quería cambiar de tema. Posé mis manos sobre la silla y me incliné al frente, sintiendo mi vello húmedo debajo de la camisa—. Solíamos ir con Dep pero la verdad no ando de humor para llevarlo conmigo. Aún así debería intentar salir un rato a su lado.

El presidente del club me miró con extraño. Lo vi dudar, aún no estaba seguro de qué. Rechinó los dientes antes de perder sus ojos sobre el escritorio, y allí observó hasta que me callé, sin interrumpir, sin mostrar en su cara desagrado pero lucía como quien no quería seguir escuchando.

—Me duele mucho la cabeza. —Fue lo último que dijo.

Sus manos se aferraron al periódico estudiantil junto a su computadora. Apretó los ojos para soportar su migraña, y terminó por desvanecerse en el escritorio, dejando caer su su botella de agua con medicamentos que le causaban desestabilización. Según la enfermera abusó de ellos para lidiar con el estrés y la fatiga que tuvo en días recientes, "culpa del festival, seguro" fue lo que dijo.

Al chile, nos sentimos igual.

Hace una semana exacta, fueron las primeras actividades del festival recreativo en L.A. Cáncer estaba con su cara de criminal en el periodo escolar, pues fue suspendido debido a que levantó palabras ofensivas hacia el sistema, metiéndose así con una restricción del gobierno hacia la libertad de expresión. Le obligaron a venir cada tarde para ayudar con el club y trabajar en la organización del festival, pero no ser parte de las clases y le tocaría reponerlas en vacaciones.

Supe por rumores un poco de lo que dijo ese día. No me quería reír pero no podía mantenerme serio cuando lo veía en los pasillos siendo regañado por otros profes. Sus privilegios se habían ido a la mierda porque el director estaba enojado con él, y todavía fingía que le importaba defender a "los depresivos" aunque él fuera un principal bully.

Y palo que nace doblado, jamás su tronco endereza, dijo el Simón.

A Depresión lo veía de a ratos entre clases o cerca del club. Lo saludaba, brevemente, le veía frustrado pero eran sus problemas. No me cuestionó nada así que yo tampoco lo hice, pero se dirigió al club de música para intentar hablar conmigo otra vez mientras yo cambiaba la cuerdas de mi guitarra.

—¿Podemos hablar antes de que comience el programa nocturno? Voy a estar ocupado ayudando a los de mi clase pero veré tu presentación en el gimnasio secundario. —Explicó, rascando la piel de sus dedos. Sus ojos miraban mis piernas y manos sobre la guitarra, pero ambos evitábamos cruzar miradas.

—¡Nosotros saldremos un momento, volveremos para practicar! —Gritó Hipersomnio detrás, tomando del cuello a los pocos trastornos que lo siguieron fuera de la sala de música. Me irritaron.

—Oigan, esa sensación no me gusta... —Murmuró Ansiedad. Sonambulismo corrió a cerrar la puerta y nos dejó.

—¿Y qué sucede, Depresión? —Pregunté tranquilo, rozando las cuerdas mientras las afinaba. Podía sentir el atardecer detrás, indicándome que la mañana con TOC había terminado así como todos mis deberes pendientes, solo quedaba el festival.

Dep elevó la vista con las manos sobre su barbilla. Sus ojos miraron a mi cabeza, él no se encorvó, levantó las cejas un poco pero no hizo el esfuerzo por abrir la boca. Tenía en su mejilla un parche medicinal, seguro se había rascado hasta hacerse una herida o se había golpeado otra vez, tenía tiempo sin hacerlo pero cada vez que se le hacía difícil manejar su Depresión terminaba lesionándose de formas ridículas, con sus dedos, sin alguna otra herramienta de por medio.

—¿Te duele? —No pude contener mis ganas de preguntar. Suspiré por mi idiotez.

—Cáncer quería disculparse contigo por minimizar tu problema a sus espaldas —soltó de golpe, más tranquilo tras ignorar mi pregunta. Sus hombros descansaron y continuó—. Dijo que suele hablar mal de la gente, pero ya no se siente tan cómodo. Quería darte una disculpa ese día que lo bajaron del foro pero no te vio entre el público así que se lo guardó.

Agh, qué carajo. ¿Quería hablar de Cáncer y no conmigo?

—¿Quieres ir el domingo a pescar? Es por la mañana, con mi papá —alcé la voz y detuve mis manos, dirigiéndole una sonrisa mientras nos mirábamos a pesar de la diferencia de altura. Se veía de tamaño normal si yo me encontraba sentado—. También no te he contado, seguro voy a tocar este miércoles a las 6 en un restaurante del tío de Hipersomnio. Querían que me cantara unas rolitas con la banda.

—Ah, sí, quiero ir a pescar. Y muchas felicidades por lo de la banda —su tono de voz cambió, al igual que su expresión y sus movimientos. Elevó las manos como si fueran puños de emoción y dio unos pasos al frente—. Me alegra que todo esté bien, ¿pero qué piensas sobre la disculpa de Cáncer?

Nada de nada.

—Yo también quería disculparme contigo, otra vez. Solo quería que recordaras que puedes hablar conmigo. —Depresión insistió en que hablara, en que no callara mis problemas como me lo pidió hace semanas, pero aún sentía que no era sincero pues tenía tantos problemas que seguro uno mío no le sería interesante.

No sabía cómo reaccionar con él. Dejé que pusiera su mano en mi hombro, y después la tomé, solo para acercarlo a mí y que entendiera que no era necesario.

—Voy a participar en la última semana del festival —agregó, repentino. Levanté la barbilla para encontrarme con su rostro despreocupado, pero eso no me quitó la sorpresa de que aceptara y de paso se sintiera capaz de hablar frente a varias personas—. El profesor Mure me pidió que hablara sobre la primera vez que me diagnosticaron y quería invitarte. Va a ser muy temprano, como a las 8...

—Tendremos que fugarnos. —Me reí, apretando su mano fría.

Mi cabello rozaba mis ojos, así como sus rodillas chocaban contra las mías y nuestras manos se perseguían entre las mangas de forma incómoda. Me sentí nervioso, de que mantuviera el silencio y no me diera la razón pero tampoco se negara. Me sentiría más aliviado si él no participaba en el festival, no iba con su personalidad hacerlo.

—Siempre has sido malo hablando en público —hablé bajo, y rodé los ojos hacia sitios lejanos entre las sillas e instrumentos sin uso—. Te trabas mucho e incomodas a las personas, eso te hará sentir nervioso. Puedes hacerlo la próxima vez, el próximo año, cuando hayas practicado en alguna oratoria.

—¿El próximo festival? —Inquirió a secas, me sentí nervioso de ver su expresión así que no levanté la vista—. ¿De verdad? ¿Lo haré el próximo año?

—Sí, Dep, la próxima vez. Es más, ni siquiera has de tener nada escrito, ¿cierto? —Bufé, tirando de sus manos para relajarlo mientras forzaba la cercanía entre ambos—. Hazlo con tiempo, seamos realistas, con poca preparación no se puede. No quiero verte llorando porque lo hiciste mal.

—¿Por qué siempre eres tan negativo cuando quiero hacer algo por mí? —Espetó, apartando mi mano de las suyas para permitirse retroceder.

—Solo me preocupas... —Murmuré, esperando tranquilizarlo con mi mirada. No me gustaba hacer sentir mal a Dep, pero tampoco me gustaba mentirle.

Se sostuvo de sus propias manos y las torció lentamente. Traté de pararlo pero retrocedió aún más, haciéndome resoplar por lo exagerado que era. En serio me costaba entenderlo, y sobre todo a mí, porque esa cosa de ojos grandes y mirada poco expresiva me gustaba demasiado.

Y quería que me correspondiera.

—Dep, te espero a las 8 en el gimnasio. Quiero que escuches algo. —Le mostré mi dentadura alegre, y aplaudí para distraerlo de seguir lastimando sus dedos.

—¡Perdonen, pero necesitamos sacar las cosas de aquí! —Hipersomnio rompió nuestra burbuja al abrir la sala e ingresar con prisas. El resto de trastornos se abrió paso de igual manera, recordándonos que era hora de organizarnos.

El profesor de nuestra clase se encargó de posicionarme en la fila de los que iban a participar. Invité a mi madre, pero tenía guardia en el hospital, así que ya esperaba que no estuviera presente. Siempre fui bueno en presentaciones públicas así que no necesitaba su apoyo para no cagarla, sabía que todo me saldría bien.

Pero los otros trastornos eran un caos.

—¡¿Por qué mierda rompiste la puta cuerda ahora?! —El emo Sonambulismo chocó contra mi espalda, y su brazo se estiró hasta tomar del cuello a Ansiedad.

—Fue un error. Lo siento mucho. —Sied quería llorar, pero se aferró a su teclado.

Un profesor se asomó en los bastidores para pedirnos que bajáramos el volumen pues el grupo de baile estaba por presentarse. Hipersomnio pidió que se callaran y me preguntó por la tienda de cuerdas más cercana. Ese tipo tenía una paciencia increíble, y pensó en aprovechar al máximo el hecho de que ellos eran los últimos.

Ansiedad y Sonanbulismo siguieron gritándose. Se habían vestido bastante decentes para el evento. Yo solo tenía puesta una playera blanca y unos pantalones con cadenas, mi madre me había indicado como peinarme antes de presentarme así que tenía los cabellos detrás de la oreja y un poco de vaselina en la frente para que se destacaran más mis ondas a los costados.

—Voy a ver el escenario. —Les avisé a mis compañeros, pero ellos continuaron matándose, otros insistían en que pararan.

Me aproximé a los telones con emoción cuando escuché la canción de Tame Impala. Algunos alumnos producidos estaban apilados en el mismo sitio, observando al público y a quienes bailaban la canción mientras les animaban y echaban porras desde la oscuridad.

Me sostuve de mi propia guitarra y miré al piso constantemente para llegar al otro extremo sin tropezarme. Me encimé en algunos extraños y eché el ojo por encima de ellos.

Someone said the left together. I ran out the door to get her. She was holding hands with Trevor. Not the greatest feeling ever.

Reconocí a dos personas del curso de enfermedades y uno de trastornos. Lupus estaba en medio de los dos chicos a los costados, usaba una ombliguera blanca y unos pantalones deportivos enormes que no tocaban el piso gracias a sus botines que lo detenían. Tenía una coleta alta y el color azul del escenario destacaba su piel morena.

Diabetes a un costado vestía todo de negro, sus rizos parecían spaghetti con luces pero se veían de puta madre. Me sorprendió mucho ver al chico Anorexia, tenía puesto un gorro y era el más alto de todos, me asusté de imaginar que podía desmayarse ahí mismo o romperse el cuello.

Los tres contraían las caderas y el pecho al ritmo de la canción, levantaban las manos constantemente, retrocedían con sus pasos y giraban como si imitaran el baile de un robot. En realidad estaban llenos de movimientos, saltos repentinos, sacudían sus cuerpos como si golpearan contra agua para hacer ver sus movimientos más fuertes y se daban de girones entre ellos para ir de un extremo a otro.

—No mamen, se ven profesionales. Qué lujo verlos. —Escuché a mi costado, un trastorno hablaba emocionado con una Bulimia.

—Los tres van a la misma academia de baile, tienen coreografías súper chingonas y te dejan ir a ver los martes. —Le comentó la chica.

—Diabetes hace de todo, wey. Hasta es streamer y vende agua en línea.

Esto parece programa de gente talentosa y luego yo.

No era fan del baile, pocas veces me detenía a ver coreografías en internet y siempre seguía de largo cuando veía a grupos en las calles del centro. A Dep sí le gustaba, yo era más de escuchar música o ver dibujitos. Pero me costó moverme del sitio, vi la coreografía hasta el final y por el rabillo del ojo espié a Dep quien comía un hot dog entre la multitud.

Estaba junto a una compañera, jalándose de los cabellos para poder ver pues ambos eran enanos. Su otro compañero pelirrojo intentó elevarlos pero terminaron haciendo muecas hasta que los bajó.

—¿Qué tal todo, número 7? —Un tipo de lentes con un carné de organizador se me acercó, haciéndome brincar por el susto repentino.

Volteé para no sentir mi espalda desprotegida.

—¿Qué de qué? Al tiro. —Respondí como idiota.

—¿Estás listo? Eres el siguiente. —Señaló el número pegado a mi playera. Contuve mis ganas de bajar la vista porque siempre que lo hacía me terminaban pegando en la cara.

"Jojo, mira, una mancha", Cáncer pitero, me traumó.

Escuché el grito de Anorexia agradecer por los aplausos. El negro se difundía con sus manos alzadas, hasta que las luces se encendieron al fondo y en el escenario todo se tornó cálido. Ellos habían pedido que se apagaran todas las luces porque iban a usar neones, pero para el resto de presentaciones se debían mantener las luces encendidas. Era una norma de la escuela, no querían que la gente se manoseara en la oscuridad.

Cerraron un momento el telón y me permitieron pasar mientras un chico de último año hacía tiempo para que yo arrastrara mi banco y me conectaran el micrófono. Traté de mantenerme indiferente, parecía estar todo bajo control, aunque me di cuenta de mi propio engaño cuando probé las cuerdas y mis dedos rígidos temblaron.

—¿Todo bien? —El organizador con barba de chivo elevó su pulgar. Hice la misma seña para mostrarle que los nervios no eran tan fuertes aunque eso también fue mentira.

Estaba nervioso, no por cantar frente a público, pues he hecho el ridículo infinidad de veces y ahora soy inmune, pero Depresión estaba en el público. Varios compañeros igual, y supuse que hasta Cáncer. Si algo salía mal sería obvio que fui el idiota que se declaró en público y luego batearon.

Pero valía la pena intentar, quería ser correspondido por mi crush de años, aunque causara vergüenza pública por cantar una canción tan quemada. Seguro alguien mandaría a chingar a su madre al cantante en el momento en que se escuchara mi guitarra.

Piin me dijo que estaba enojado, pero que estaría furioso si moría sin haber hecho algo al respecto. Yo no quería vivir toda mi etapa de genio guardando mis sentimientos, tenía el derecho como cualquier otra persona a hablar. Es más, si a Adie le podía gustar Dep o no, ¿por qué yo no podría sentir lo mismo?

—Insomnio, de la clase 3-B del curso de trastornos, preparó una canción acompañando de su guitarra. La música ha sido su pasatiempo favorito desde la secundaria, ¡así que recibámoslo con un fuerte aplauso! —Pronunciaron dentro de las bocinas, obligándome a dirigir la vista hacia el telón que se levantó.

Miré las luces amarillas en el techo y después me centré en la luz blanca que recubría todo el gimnasio. El olor a salchicha y refresco recorrió mis pulmones antes de que pudiera respirar con fuerza. No me perturbé al ver la cantidad de rostros desconocidos o poco conocidos, siempre supe cómo reaccionar frente a varias personas, era un trastorno después de todo.

Pero era muy malo siendo sincero. Como trastorno estaba acostumbrado a mentir, pero decir la verdad me era difícil porque ni siquiera yo entendía muchas cosas de las que pasaban a mi alrededor o dentro de mí. Repudiaba la verdad porque nada era completamente cierto.

La definición de talento era la idea de alguien más. El concepto de amor dependía de tu persona. Y el miedo podía ser confundido con emoción. Y me gustaba Dep, la bolita entre el público que se ahogaba con su salchicha pero levantaba la mano para mostrarme que estaba allí.

—Buenas noches... —Suspiré cerca del micrófono. Sentí la acústica rebotar entre la madera.

Pensé en Cáncer, fue fácil encontrarlo al fondo, compraba un refresco o algo así. Me dijo que me enojara, y eso hice todos estos días: estar enojado y permitirme soltar mierda sobre las personas. La mayoría lo hacía, solo fingían no hablar mal de los demás y se retractaban cuando veían a alguien más hacerlo. No soportaban el terror a que hablaran mal de uno mismo, aunque ellos hablaran mal del resto todo el tiempo.

Por eso nada es verdad, ni siquiera si fallo hoy, eso no significa que no puedo seguir intentando ir tras una meta.

Comencé a tocar los primeros acordes característicos de la canción. Quise reírme cuando escuché "chinga tu madre" entre el público, mientras otros decían que la amaban. Eran opiniones divididas, nada podía definir como buena o mala una canción basado en el público.

Apoyé mi pierna en el respaldo del banco y dejé caer casi todo el peso de mi espalda. Miré otra vez al fondo, sonriendo antes de cantar a Depresión, quien paró de comer su salchicha al reconocer los acordes que escuchábamos juntos en la calle, cuando la vecina la ponía por las noches. A veces hasta perseguíamos gusanos en la tierra mientras hablábamos de investigar las notas de la guitarra.

—Ya dime si quieres estar conmigo o si mejor me voy —balbuceé, esforzándome por mantener mi voz en el tono bajo y no distraerme por imaginar lo que él podía pensar.

Fuentes de Ortiz era mi canción favorita para acostarme y llorar en vez de dormir. A veces le subía el volumen para que Depresión la escuchara desde su casa, pero él dormía demasiado temprano. Y yo la repetía, una y otra vez, pensando en decirle a Dep que necesitaba ser directo.

—Tus besos dicen que tú sí me quieres, pero tus palabras no. —Me costó un poco cantar al percatarme de que otros entre el público seguían la canción, no porque les agradara mi presentación, sino porque solo se sabían la letra—, y al chile, yo hasta moriría por ti pero dices que no.

Me sentí acalorado en los próximos segundos. Habría preferido que apagaran las luces pa' que no me diera vergüenza cambiar los pronombres de la canción. Ya si de pedo no entendía que me estaba declarando entonces me iba a matar.

—No eres directo, neta, ya me estás cansando, sé concreto, por favor —alargué un poco más la nota y tomé aire para seguir con el coro—. Y en la noche en que las estrellas salen, yo pienso en ti mi amor. ¿Qué me hiciste? De mi cabeza no sales. Y no lo digo por mamón.

Continué cantando hasta llegar a la siguiente estrofa. Depresión hablaba con sus compañeros y parecían distraerse todos juntos. Se hacían señas, se empujaban, Cáncer a lo lejos me señalaba con burla pendeja y sentí que las teorías rodeaban al público. La mayoría sabía de mí por ser mala copa en cierta peda, no me sorprendería si todos sabían que me gustaba el mismo morro desde hace años.

Es más, tampoco me sorprendería si Dep me dijera "ya lo presentía". Porque bueno, ya era hora de que entendiera que yo iba completamente en serio y no se trataba de mis bromas usuales.

—Soy inseguro cuando dices que me quieres porque creo que no —esbocé junto a una sonrisa, aferrándome a la poca dignidad que quedaba entre mi voz y mis manos—. Como bebé caigo pero si redondito en tu trampa amor. Y ya dime si tú me quieres, por favor...

Se lo suplicaba, con todo el orgullo que podía tener. Mi mirada quería gritarle y seguro se asustó un momento por eso, parecía embelesado con mis ojos, y ambos nos mirábamos a través del resto del mundo como si discutiéramos en silencio.

—Ya he sufrido y me he empedado tanto por tu amor —me reí un poco, el esfuerzo por cantar e ignorar los comentarios fue mayor. Alguien dijo que por eso rompí un lavabo—. Y en la noche en que las estrellas salen, yo pienso en ti, mi amor. ¿Qué me hiciste? De mi cabeza no sales, y no lo digo por mamón.

Tuve el repentino recuerdo de cuando le grité a Adie, el amigo, el que tanto me cagaba. Recordé que dije que Dep me volvía loco, que me gustaba demasiado. Me sentí culpable de habérselo gritado en lugar de haber tomado mis huevos en ese momento para hablarlo con la persona en cuestión.

—Si me dices para ti qué soy... —tartamudeé, mi lengua se enredó antes de llegar al final—. N-No dudaría en hacerte tan feliz, eres especial para mí. Dime por qué me haces sufrir.

Reflexioné en esta forma de comunicar lo que sentía, pero al final lo entendí. Una canción no era suficiente.

—Yo te olvidaré desde las Fuentes de Ortiz.

No era suficiente, por más que permaneciera en el escenario, tratando de terminar con lentitud cada nota en la guitarra. Se sintió largo el final, el turno de alguien más. Supe que debía bajarme y sacarlo de mi boca, porque nunca sabía cómo lograr que alguien me escuchara.

Bajé de inmediato, decidido incluso a perderme la presentación de mis compañeros. Me hice espacio entre las personas que querían saludarme y otros que querían hablar sobre lo que acababa de pasar, pero ignoré a todos solo para llegar a Depresión.

Tomé su mano de golpe. Tiró por inercia del hombro de su compañera, y me miró nervioso. Vestía de azul y amarillo, con los colores de la escuela, debajo de una cazadora negra.

—Tenemos que hablar. —Decreté, con miedo a soltarlo antes de terminar.

—Vuelvo en un rato, Fibromialgia. —Le sonrió a su compañera y elevó la mano para indicarle que todo estaba bien.

Depresión se puso su bufanda blanca antes de acompañarme. Ambos señalamos las puertas abiertas del gimnasio que daban al estacionamiento trasero, nos dirigimos allí hasta ser golpeados por el viento nocturno. Tuve escalofríos, así que nos apartamos a un espacio detrás de las columnas cerca de los contenedores vacíos.

Se podía escuchar una versión acústica y sin voz de Alright-Supergrass en el interior del gimnasio. Recordé que quería mostrarle al resto de trastornos que no debía ser como ellos: ya eran muchas mentiras sobre estar bajo control. Parecía que estábamos condenados al silencio por no encajar yo no quería eso.

—¿No te molesta el sonido? —Consulté, echando un par de miradas hacia el fondo donde aún se podían ver algunos alumnos corriendo para llegar al gimnasio o que salían de allí. La niebla descendía como todas las noches en la ciudad, hoy no era la excepción—. La bulla puede ser molesta para lo que voy a decir.

—No lo sé... —Miró sus manos, apunto de meterlas en su cazadora. Lo detuve.

Estábamos parados junto al otro. Tuve que girar mi cuello para verlo de frente sin mover mis pies, me agaché un poco hasta rozar su cabeza con mi barbilla y bajé mi tono de voz. Sentí que toda mi sangre descendió.

—Te diré algo...

—¿Sabes que te quiero? —Balbuceó, elevando su otra mano hasta presionar mis hombros.

—Sí, pero...

—Respóndeme bien, Inso. ¿De verdad lo entiendes? ¿Entiendes lo que tú sientes? —Me exigió una respuesta, sus ojos estaban bien abiertos buscando alguna señal en mi rostro. Yo cerré los ojos con pesar.

—No me siento querido por nadie. —Expresé, solté su mano para recargarme en su cabeza por completo.

AY, NO, YA SÉ QUÉ RUMBO VA A TOMAR LA CONVERSACIÓN. SE VOLVERÁ TERAPIA.

—Esa es la razón por la que no sé cómo tratar contigo, Insomnio. Porque te quiero mucho, desde que somos pequeños, pero mi aprecio no es suficiente y me siento inútil. ¿Qué quieres que haga? Dímelo, lo haré, quiero verte sonreír, que estemos bien ambos. Podemos ir a pescar y después...

—MIERDA, DEPRESIÓN, NO ES ESO. —Grité en voz alta, golpeando sus hombros contra la pared de ladrillos detrás.

Dep se espantó por mi grito repentino. Me preguntó qué pasaba conmigo, y le tuve que recordar lo que acababa de cantar. Quería saber qué pensó todo ese tiempo, pero ni siquiera formuló una respuesta. Apenas podía recordarlo.

—Carajo, ¡te dediqué esa canción! —Golpeé mi índice contra su pecho, el enfado me hizo olvidar el frío que sentía o las palabras que se escapaban de mi boca—. Yo... ¡He estado enamorado de ti desde la primaria! Todos estos años, todas mis canciones, todas mis pajas, todos mis pensamientos casuales. Estás siempre allí, pero lo confundes con que me siento deprimido por ti en lugar de enamorado.

"Te ves tan triste cuando piensas en mí", dijo, el año pasado. Era eso, ese fue el problema, yo estaba triste por temor a perderlo debido a mis sentimientos.

—¿Perdón? —Él también se tropezó con las palabras.

—Tú, persona de medio metro, eres origen de mis fetiches, mis problemas, y mis sueños por igual —alegué, pero me sentía feliz. Lo dije todo con una sonrisa idiota, esperando reírme de esto después—. Depresión, yo te amo. Solo necesito saber que tú también puedes amarme de la misma forma.

—¿Qué estás diciendo...?

La friendzone quedaba descartada para mí, su mirada dudosa y sus ojos alarmantes eran señal de eso. Él no era capaz de decirme de frente que no le gustaba, lo sabía, porque entre ambos siempre hubo ese "tal vez" y era hora de que lo aclaráramos.

—Insomnio, yo no me siento bien, quisiera comenzar a pensar en esa clase de cosas cuando, ya sabes... —Me miró desesperado, su tono tembló y sus hombros entre mis manos se pusieron rígidos—. Cuando cumpla 20 años. Cuando sea una persona normal.

Arrastré mis palmas hacia su espalda, mientras le aclaraba que las cosas eran iguales incluso si se volvía una persona común. Podía esperar muchos años si él me lo pedía, pero esto seguía sin confirmarme que había lugar para mí y eso me frustró.

—¿Qué estás haciendo? —Se sobresaltó al sentir mi mano en su espalda baja. Lo sostuve de un brazo para hacer que se aferrara de mi pecho.

—Oye, Dep —suspiré, retrocedí un poco para rozar mi rostro con el suyo. No había forma de que mirara hacia los lados por haberlo arrinconado—. Solo bésame. No te hagas el tonto y ponme a prueba, si no te gusta entonces me rechazas, y si te quedas es tu respuesta.

—Suéltame, Inso —masculló, sus cejas le dieron un semblante triste. Solté un suspiro—. No estoy jugando, suéltame, por favor...

Se vio tan serio que entré en pánico. Era mi última oportunidad, pero él ni siquiera quería dármela, su rostro se veía apagado, sus ojos vagos, apenas y tenía fuerza para mover sus dedos y yo no podía pensar correctamente.

—Solo cállate. —Pedí, chocando mis labios contra los suyos.

Depresión presionó contra mi pecho, estiró el cuello y se aferró a mi rostro. Llevé una mano hasta su mandíbula y con la otra empujé su cazadora que le cubría el aire fresco.

—No puedo... respirar... —Habló entre el poco aire que nos separaba, pero mi desesperación no me permitía dejarlo, tenía miedo de saber qué pasaría si no lo besaba hasta que fuera capaz de entenderme—, estoy asustado.

—No quiero... que te vayas. —Jadeé, tocando su piel con los pulgares a través de su playera. Sus manos corrieron a forcejear con las mías.

Depresión trató de hablar todo el tiempo, pero yo continué besándolo, dejando que sostuviéramos nuestras cabezas, mientras su espalda se lastimaba contra la pared y sus palabras morían sobre mi boca.
En ese momento no quería pensar en lo que pasaría después, solo quería comerme al mundo y eso lo incluía a él.

• • •

Dude, todo acaba de estrellarse.
No tengo comentarios de nuevo.

En realidad este capítulo tiene muchas cosas que se pueden analizar. Tocaría todos los puntos pero quisiera que mencionen cualquier diálogo o acción que les deje qué pensar, porque puede ser una larga charla.

Fuentes de Ortiz, yo también tengo traumas con esa canción. Huyan si alguien comienza a cantárselas, plis.

~MMIvens.

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