Capítulo 20: Me chingué 10.
Para alguien que vivía a lo pendejo y disfrutaba cada día, los cumpleaños no tenían validez. Al contrario, eran los días más culeros: "Otro año vivo, lptm".
Pero vaya, otro año vivo... También era un logro.
Cáncer.
Me estresaba demasiado, la mitad de mi día estaba saltando como enfermo mental y el resto me la pasaba enojado como si fuera los problemas psicológicos de Inso.
Aunque juraría que entre ambos periodos, tenía 10 minutos de depresión. Me sentía mal de no estar haciendo nada con mi vida, porque tenía miedo de encariñarme con ella.
Pinche mamón que soy.
—¿Ya pagaron? —Inquirí, golpeteando la suela de mi tenis contra el suelo polvoso.
—Ya vamos, mi quemadito. —Rodé los ojos al escuchar ese apodo de mi mamá. Yo no era güerito, pero ahora me veía tostado por andar los tres días del campamento debajo del sol; al menos no me dio fiebre.
Acabábamos de comer. Mis hermanos seguían sentados en los bancos afuera de la taquería, escuchando a los mariachis que se echaban unos regionales, estaban bien pedos esos weyes a pesar de que apenas eran como las cuatro de la tarde. Hacía bastante frío, pero continué dejando que mis dedos se congelaran con la pelota de antiestrés en mis manos.
Está culerísima.
El día era de un brillante gris, quizás por la contaminación, nunca se vería el cielo así en lugares como las colonias. El viento arrastraba hasta el olor de los tacos que cruzaban el otro extremo de la avenida, alentando a los perros a pedir restos.
—Tienes salsaaaa. —Dirigí la vista a la esquina de la calle, donde apenas pude reconocer la voz y darle forma.
—Ah, dale. —Insomnio se agachó para estar a la altura de Dep y permitir que le retirara la salsa.
Ambos chicos comían con los platos en las manos, de pie junto a un poste de luz y buzón de correos. Depresión le quitó el exceso de salsa a Inso y no tardó en toser como si tuviera tuberculosis por culpa de un carro que echó mucho humo junto a ellos.
Me aproximé, forzando los tendones de mi brazo para aplastar la pelota que estaba bastante tiesa. Hice una boca de pato, me sacudí para que el cabello no estorbara mi vista y los saludé con brevedad. Ambos entrecerraron los ojos, tardaron en reconocerme.
—Estás bien moreno. —Comentó Inso, riendo cual baboso.
Pendejo. Tóxico. Perro.
—Ya sé, verga. Tú también tomaste color —confirmó mis palabras—. Y Dep ya no se ve pálido, le queda.
—¿Quieres comer tacos con nosotros? —Preguntó la jícara parlante.
—Nah, ya me chingué como diez.
Expliqué que vine con mi familia, aunque ellos aún no terminaban de pagar y mis hermanos seguían dudosos de seguir comiendo o no. Ya había sido una semana desde el campamento, por ello nos dieron esta semana libre de descanso, a algunos les cayó mal y en el caso de los trastornos del sueño hubo muchas quejas por parte de padres.
Fue un acto sumamente irresponsable dejarlos a todos en la misma habitación. Pero equis, mi mami solo se quejó de que volví con quemaduras de sol.
—Bueno, se la lavan —puse la pelota sobre la cabeza de Dep, pero esta se rodó lentamente hasta la calle como boliche con carros. La observamos en silencio, dando pequeños brincos por el cruce—. Puto estrés que me causan esas cosas.
—A mi primo le gustan —objetó el wey jicarón. Qué pedo, gustos raros—. Es Estrés Crónico.
—Ah.
Desvié la mirada a sus tacos antes de partir. Tuve que volver en mis pies y juzgarlos de cerca. Continuaron mirándome con extraño, entonces me preparé para no cerrar mi hocico y criticarlos con gusto.
—Wey, ¿por qué solo cilantro con carne en tu taco? —Cuestioné las desiciones de Dep, quien me mantuvo en mira casi pensando que era una pregunta pendeja. Hasta yo lo creí—. ¿Y qué pedo con Inso? No mames, estás perdido, mano. ¿Solo cebolla? Qué gustos tan culeros tienes.
Te gusta Dep, JAJAJAJA.
No digas eso.
—¿Le echas de todo tú o qué pedo traes? —Negué a la pregunta del altote desnalgado.
—Solo piña, me mama. La piña y yo somos uno, amigos del alma —sonreí orgulloso, quisieron explicación. Metí las manos a mi sudadera y respondí con desdén—. Por mi cáncer, las enzimas son de apoyo. Pero a la verga, también está deliciosa.
—Nunca lo mencionaste —Depresión tragó el medio taco de su garganta y tosió un poco antes de continuar—, ¿pero qué tipo de Cáncer eres?
—¿Tengo cara de saberlo? Hace mil años que no voy a que me revisen —mentí descaradamente, pero al chile, a ellos qué verga les importaba lo que pasara en mi vida—. Mis pedos son solo míos, namás sepan que aún no comienza a molestarme. Ya saben, estas chingaderas del Cáncer se atrasan en nosotros hasta los 30, lo común.
—Wey, sé que te sientes inmortal y esas ideas piteras. —Insomnio posó su mano en mi hombro. Como que el pendejo andaba agarrando confianza conmigo de donde ni había ni madres—. Pero en serio, al menos ve al hospital una vez por semana. No vayas a morirte luego en media clase, y Dep que estudia contigo va a quedar re-cabreado en ese caso.
Puse los ojos en blanco, di media vuelta dispuesto a ignorarlos como pinturas renacentistas, pero mi nariz fue directo a clavarse en los senos de mi madre. Puse la expresión más culera con los dientes de fuera y me aparté poco conmovido, estaba asustado de lo que se venía a continuación cuando vi en el rostro de mi vieja cierta alegría.
—¡Tienes razón, ¿verdad que mi hijo debería ir a hacerse chequeos más seguido?! —Doña Ryna ya iba a comenzar como claxón loco, ni el puto tráfico iba a detener que se metiera en mi vida personal mientras mi padre observaba a lo lejos junto a mis hermanos metiches—. ¡¿Ambos son amigos de Cáncer?!
Inso soltó una pinche risita sin afirmar nada. Esa pinche risita, damas y caballeros, le sacó boleto para más tarde.
Depresión comentó que íbamos a la misma clase y éramos compañeros de club, así que relativamente sí, éramos amigos. Profundo e intenso, descubrir que tenías amigos mientras se chingaban unos tacos y el tráfico detrás estaba aún más potente. No oculté mi leve sonrisa.
Qué bonito tener amigos pendejos.
—¿No quieren acompañarlo más noche? —Casi me desnuco al escuchar esa propuesta de mi madre—. Podemos rentarles un espacio en Karaoke Wings. ¡Inviten a quien gusten! También tengo el contacto de su compañero de grupo Diabetes, quien ya me había escrito en la mañana para saber si íbamos a hacer algo por el cumpleaños 17 de mi panzón.
—¡Mamá, por favor! —Grité ofendido.
Panzón tu puta madre.
—¿Es su cumpleaños? —Los weyes estaban sacados de pedo. Rebobiné por un corto circuito al darme cuenta de que no solo me llamó gordo mi mamá, también reveló que era mi cumpleaños y de paso los estaba invitando a estar conmigo.
—¡Sí, zorras, es mi cumpleaños! ¡¿Felices?! —El cabello se me iba a comenzar a caer del estrés y no del cáncer. Tomé aire, hoy estaba más mamón que de costumbre, no amanecí de buenas, estaba como en mis días—. Ya, a la chingada. Ya vámonos, Ryna.
La vieja me tomó de la oreja, y soltó un sermón tremendo sobre no llamar con groserías a mis amigos. Me forzó a disculparme, entretanto el resto de mi familia se apartó para buscar el carro y de paso les ofrecieron el aventón que los niños no rechazaron.
Mi hermano se sentó en mis piernas, mientras a la derecha estaba mi hermana e Inso cargaba a Dep en mi izquierda: éramos como un carro lleno de payasos. Demy se presentó con su nuevo nombre, ya que hace un mes había dejado de ser el trastorno depresivo mayor, aunque no mostró incomodidad por saber de mi compañero.
Mi hermano el rarito anduvo callado todo el tiempo, hasta que cuando cruzamos por un puente central se le ocurrió contar que fue al baño de la taquería y vio a una cucaracha salir del inodoro. Se me revolvió el estómago de pensar que seguro le caminaron bichos a la carne.
—¿Quieren ir a comer a casa? Ya que, mi gordo —se me torció un ojo cuando escuché la linda voz de mi vieja—, no quiere que rentemos en un sitio para celebrarle. Creo que voy a hacer hamburguesas o algo así, ¿les parece, jóvenes?
—¡Que no estoy gordo! —Levanté la voz, mi hermana casi me arroja un golpe pues chocó su cabeza contra el techo del carro—. Y sí quiero ir al lugar, pero yo solo. Agh, quién vergas celebra un cumpleaños. Todos los días se deben celebrar los nacimientos o no hacerlo, así que a la chingada.
—Oh, lógico. —Inso me dio la razón. Por primera vez y última, le entendí.
Lógico.
—¿No quieres comer alitas? —Dep me habló, doblando el cuello para no golpearse por el movimiento—. ¿Por nosotros?
Dep tenía algo en esos ojos depresivos. Me hacía pensar en la antigua sombra de mi hermana, lo que es estar viviendo cualquier momento trivial del día pero saber que aunque no ves a alguien triste, tampoco está feliz. Solo presente, era otra forma de ver mi futuro, sin ninguna meta más allá de solo la presencia. O quizás ni eso.
—Chingas a tu madre... —suspiré ronco, cubriendo mis ojos con las manos.
—¡¿Qué le dijiste?! —El corazón de mi madre se escapó.
—Ya, pues. Vamos a las pinches alitas e inviten a más putas. Mi familia no viene —sentencié.
~•~•~•~
—¿Estás molesto? —Me preguntó Depresión, nerviosito.
Junté las cejas, pesando que me cagaba la situación de que solo estábamos los tres en el karaoke e Inso seguía encargando paquetes al empleado en el exterior. Apenas pude percibir lo que me rodeaba, mi ceguera nocturna no ayudaba mucho, pero las luces neón que cruzaban como cabras locas cada esquina me hacían visualizar por momentos la cara de Dep.
A lo lejos la pantalla brillaba. Suspiré. Subí mis brazos sobre el asiento para ponerme cómodo.
—No, solo aburrido. Pero no por ustedes. —Fui sincero aunque seguro se me escuchó molesto.
Apartó la vista del equipo musical en sus manos, pero no lo apagó, así pudimos ver mejor. Alargó la letra A, y llevó una mano a su cuello mientras rascó con cuidado. Estuve por rodar los ojos al imaginar que, como todos, tampoco tenía nada que decirme.
Es denso.
—Supongo que es porque los cumpleaños no son para nosotros —soltó de forma repentina con su tono estoico.
—¿Qué? —Bufé, recargando mis manos sobre mis rodillas. Me incliné al frente.
—Nosotros solo pasamos el día, es impactante que ya llevemos otro año, pero tampoco lo considero relevante —deslizó su mano por el sofá de terciopelo, rebuscando las paletas que nos ofrecieron al entrar. Esperó un momento antes de proseguir y yo escuché atento—. Pero las personas quieren celebrar eso, quienes nos aprecian. Es lindo festejar el cumpleaños de alguien porque agradeces haberlo conocido, su nacimiento, y quieres darle algo bonito y recordarle lo mucho que te importa. No es algo de todos los días, así como se espera cualquier festividad para hacer algo por más común que sea, muchos esperamos poder dar y recibir cositas, chiquitas o grandes.
Descendí mis ojos hasta sus manos que continuaban retirando la envoltura de la paleta. Tuve otro suspiro en la punta de mi lengua, pero le prohibí escapar, y crucé la piel contras mis dientes al igual que mis pensamientos pasados chocaban con su honestidad. Era una mierda pensar tanto en mi cumpleaños, en lugar de disfrutarlo solo porque debe ser así.
—Es encantador —la paleta desapareció de mi vista y se ocultó dentro de su boca. Apreté los ojos al marearme—. Feliz cumpleaños, Cáncer. Me alegra ser tu compañero y amigo, pero no dibujes pitos en mis cosas, por favor.
Somos amigos.
—Seh, lo siento —me disculpé burlón, golpeteando la palma de mi mano contra su cabeza-. Gracias, Dep. Pero quiero mi regalo, luego me das dinero o no sé, piénsalo.
Sacó un billete de su chanchito. Me iba a comprar unos Cheetos.
Cuando Inso volvió al interior, detrás de él se pudo ver el afro de mi culero Diabetes, quien era bastante intenso pero no me desagradaba. Levanté la mano al ver a Lupus entrar con todo el estilo gótico y el cabello amarrado en una coleta, sus botas robaron la atención de Dep y lo dejaron súper bobo.
—Ah, 'péreme tantito —Diabetes evitó que Inso cerrara la puerta. Sacudió sus manos sobre su camiseta del partido político actual y levantó los dedos para recibir a otros que se hallaban lejos—. Invité a mi compa Carpiano, no es gringo, ahuevo. Lo siento, Cán, pero sí vienen otros dos weritos con él.
AAAAAAH.
—Hi!
PTM, NO SÉ INGLÉS.
Cambié mi expresión de amargado al ver que solo se trataba de Adie y el princeso violento que extrañamente no cargaba ningún palo de dudosa procedencia ni varitas de Sailor Moon. Ambos me mamaban, a veces, por ello me relajé y desvié la mirada a Dep e Inso que estaban callados.
—¿Qué tal la fiesta, chicos? —Adie cerró la puerta y se retiró los lentes para ver mejor en la oscuridad. Ese tipo parecía gato con esos ojos tan raros.
Me encogí de hombros. Con esfuerzo traté de visualizar la posición de todos. Sentí el beso de Lupus en mis mejillas y un pequeño objeto que puso en mis manos junto a felicitaciones. La voz de Diabetes me informó que luego en clase me daría algo, y Carpiano, a quien apenas conocía, me entregó una bolsa llena de frituras.
—¿Y tú qué o qué, vienes gratis? —Cuestioné al único parado, que por el silencio seguro era Capgras.
La pantalla del karaoke cambió de imagen y se iluminó más el sitio. El rubio tenía puesto un abrigo blanco, cubría parte de su boca y me miraba con sus ojos incrédulos como si tratara de adivinar quién era mi yo presente. Desató la coleta que tenía, extendiendo en la oscuridad cada cabello dorado, con cuidado. Escuché el sonido de su abrigo siendo retirado y sacó de su mochila unos Cheetos rojos.
—Take it. —Los arrojó a mi cara como si fuera puto barato.
—Su cabello, wao, es arte. —Volteé de inmediato al escuchar eso de Depresión. Se le metió el chamaco fuckboing.
—Arte abstracto será, porque nadie entiende a ese hijo de su puta madre. —Escupí con risas, obteniendo a un Capgras que solo se encogió de hombros para darme la razón.
Al menos podré comprarme otra cosa y ya no Cheetos.
Separaron algunos sofás. Al fondo se sentó Depresión con Inso montado en su espalda, mientras ambos charlaban con Adie que estaba sentado al otro extremo. Fue extraño ver que no había un ambiente tenso, en realidad todos parecían más relajados en comparación al día en que la pata de Inso explotó y se fue a la verga, pasó toda una semana en el club quejándose de Adie y la moto.
—¡Oye, teñido —Adie volteó de inmediato, me asusté al ver la luz reflejada en sus pupilas—, no me trajiste nada! Luego me prestas la moto, ¿no? Quiero montar.
Aceptó mi propuesta con gusto. A mi lado Diabetes y Lupus se peleaban por ver quién cantaría primero, al parecer eran los únicos interesados. La gótica culona dijo que era su pinche fiesta y pondría algo fresa, mientras que Diabetes quería perrear. Ambas ideas me parecían bien.
Por otro lado, yo seguí con la mano dentro de una cubeta de pollo, peleándome con las uñas de Capgras quien trataba de acaparar mi comida.
—No mames, es mi cumpleaños. —Tiré de la cubeta, golpeando mi cabeza contra la de Lupus, ambos discutíamos con personas diferentes, pero sentíamos lo mismo.
—Liar —estiró sus manos moteadas, peleando como niño de kínder—. No mamo.
—Sí mamas. —Objeté, consiguiendo una expresión sorpresiva de su parte: soltó la cubeta de golpe, casi reaccionando acerca de la situación o siquiera de quién diablos era yo.
—Uh... —Insomnio echó aires a lo lejos, sacudiendo a Dep para que se uniera al mame. Adie volteó emocionado, los otros dos que peleaban por la música siguieron alargando el problema.
—Deberían besarse, pa' romper tensión. —Propuso Lupus, encogiéndose mientras ponía el reggaetón que el chico afro quería. Se rindió, casi como yo.
—No beso jotos. —Declaré indignado.
—¡Pero me besaste a mí! —Clamó Diabetes, poniéndose de pie para tomar el micrófono.
Hijo de la chingada, ese no cuenta.
—¡TÚ NO ERES JOTO! —Grité ante su descaro.
El silencio se mantuvo mientras Tusa se robaba la atención de todos. Algunos se rieron, otros me miraron con pensamientos cuestionables, Capgras no me juzgó porque estaba ocupado con el pollo en la boca y yo pensé que esto ni siquiera parecía un cumpleaños.
Solo un día común y regalos.
—Ya, pongan una buena cumbia y festejemos bien antes de que volvamos a clases —me puse en forma, sacudiendo las manos por el polvo del pollo—. Gracias por estar aquí, cucarachas.
—¡FELIZ CUMPLEAÑOS, CAVERNÍCOLA! —Todos me gritaron después de Lupus, excepto Capgras, él siguió comiendo pollo frito para después echarse alguna canción china muy rara.
• • •
Bueno, quería empezar esta semana con el cumpleaños de Cáncer y él disfrutando su cumpleaños. Estuvo ligeramente serio, mamón y cansado; pero, al final olvidó lo difícil que es para él esa fecha y pudo divertirse con sus amigos.
Espero todos ustedes hayan tenido un buen inicio de año, e incluso si costó abandonar todos los pésimos recuerdos del 2020, ojalá también recordaran las buenas experiencias que vivieron.
Lamento mi desaparición todo diciembre, pero como dijo Cáncer: mis problemas son solo míos y a la chingada. Aún así terminé pasándola bien. Gracias por todo. :')
Oh, AAAAAAAAAH. Dibujé a Depcito en mi IG esta semana, pero un Dep de 18-19 años que veremos en un futuro. A partir de este capítulo digamos que comienzan otros problemas y dilemas que llevan a esta situación.
Bueh, ahí les queda:
Fuera de eso, no tengo noticias ni nada más relevante que decir hahaha. O tal vez sí pero me quedé en blanco, luego me recuerdan. LINDA SEMANA, BEBAN AGUA.
FELIZ 2021.
~MMIvens.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top