Capítulo 16: Caso de emergencia.
Wiii wuuuu, wii wuuuu. Arriba las manos, ya llegó su pendejO.
Insomnio.
Me aseguré de que estuviera roncando, su pose desordenada, mientras sus babas escurrían por sus labios hasta ensuciar su almohada. Asentí a la otra persona en la llamada aún sabiendo que no podía verme; mi atención estaba más clavada en Dep dormido que en mi prima Inso.
—Ni me pelas, pinche menso. —Ladró ella con molestia.
—Sh, ya se durmió. —Murmuré, sonriendo mientras mis mejillas se recargaban en el marco de la ventana-, que bOmnitas estrellas.
Mi prima era Insomnio como yo, vivía en la ciudad contigua y veía a mi padre; ex Saos, ahora Andrés; más a menudo debido a que él huyó con mi abuela tras el divorcio. El chile que me mantiene aún lleva una buena relación conmigo: lo veo seguido cuando vamos a algún centro comercial, soltero y orgulloso de haber recuperado la confianza que mi madre le hizo perder pero igual decaído porque la seguía amando.
—¿Cómo anda mi viejo? —Inquirí, alejándome del ruido del exterior que formaba melodías con el grillar de los grillos y las ráfagas de viento que anunciaban la lluvia.
—Carita y altote como elote de costumbre. ¿Tu madre tóxica anda cool? —Me interrogó, haciéndome reír por el chiste del elote.
Elote con mayonesa. Ah, qué rico.
—Diez de diez, mi reina —suspiré. Las tres de la mañana me advirtieron que incluso las personas con insomnio estarían durmiéndose ya—. Ya te voy a colgar, necesito arreglar unas cuentas y hacer unos planes para el resto del mes ahora que ya pasaron semanas del festival. Tengo tensión sexual con un asuntO.
—Te dejo masturbarte, mi rey. Yo debo vender fotos de mis patas a estas horas. Besos en la riata. —Y colgó.
Fue un momento de silencio que me recordó que estaba solo: Era mi momento. Anduve de cuclillas hasta detenerme frente al reproductor de música, debajo los discos que más escuchaba se apilaban junto a las notas de mi madre que pedía no los pusiera en las noches. No iba a obedecer, claro estaba.
Subí un poco el volumen. La sonrisa en mi rostro se ampliaba al ver la canción reproducirse en el interior, reflejando su nombre con luz naranja mientras mis manos se levantaban para impulsarme a parar.
Dancé con la introducción hasta mi cajón de ropa interior junto al escritorio, el cubo rubik en la cima se tambaleó. Mi calzón favorito del color de las luces estaba extendido en el primer nivel.
—Me quieren agitar, me incitan a gritar —balbucí la canción, llevando la ropa interior a mi cabeza como un ritual de protección—. Soy como una roca palabras no me tocan.
Llevé el ritmo con mi cuerpo, abriéndome paso por la oscuridad de mi habitación que se ocultaba para no ser reprendida por la luz de la luna y los faroles. Le escribí a Piin para pedirle algunos consejos en mi plan pero dijo que estaba drogado y no entendía así que me dejó sin respuestas.
Metí mis pies en los tenis tras ponerme calcetas y me apresuré a salir al pasillo del segundo piso. La música continuaba sonando detrás de mí mientras yo me escabullía por las escaleras, la única luz que iluminaba mis pasos era la misma de mi celular.
—¿A dónde vas? —Escuché la voz de mi madre a mis espaldas.
—Voy a... —giré con una sonrisa. Era una mujer alta, aunque en bata no lucía como alguien peligrosa. Llevaba puesta una mascarilla y se estaba comiendo la rodaja de un pepino—. Correré un rato. Perdón por la música.
—Quítate el calzón de la cabeza o los vecinos pensarán de nuevo que somos parte de una secta -suspiró sin molestia reflejada en el rostro. Habló antes de volver a cerrar la puerta de su habitación—: Cierra tu suéter. Buenas noches.
Y yo te amaré. Te amaré por siempre.
Abrí la puerta principal de golpe, recibiendo el viento helado de la madrugada para azotar mi rostro. Sentí escalofríos, di un respingón y pisé con fuerza el césped del frente. Comencé mi carrera, a huir mientras gritaba y cantaba la canción a todo pulmón por la calle principal.
—¡Y hoy estoy aquí! ¡Borracho y loco! —Di un salto seguido de una media vuelta para mantenerme en la misma silenciosa calle—. ¡Y mi corazón idiota, siempre brillará!
—¡Inso, por favor! —Escuché los gritos de Dep en lo alto—. ¡Ya despertaste a mi mamá!
Giré en mis talones para ver a Dep en pijama haciendo un megáfono con sus manos. Me aproximé a su ventana para hablarle, también disculparme por los gritos y los demás vecinos que comenzaban a encender sus luces.
—¡Lo siento, bella dama! —Me quité el calzón de la cabeza para mostrarle mi respeto. Todo en su casa era muy enano, no solo él—. Lanza tu melena.
—Tengo cabeza de hongo —suspiró él. Dirigió sus ojos hacia los míos—. ¿Estás bien? Tenías tiempo sin salir corriendo a estas horas.
—¡Mejor que nunca! —Afirmé con la gran sonrisa que me respaldaba.
—No es cierto. —Bufó, recargando su cabeza en el marco.
Nos miramos casi por un minuto. Su madre en el interior le llamó, incluso envió un saludo para mí. Él debía volver a la cama mientras que yo estaría despierto hasta que comenzara el periodo de clases: Despertar era similar a comenzar un nuevo mundo, pero por mi parte, la noche parecía interminable al igual que la inmensidad del universo.
—Volveré a la cama. —Murmuró, obligándome a pararme de puntillas para escucharlo un poco más.
—Nos vemos al rato —asentí para mí mismo, junto a mi mano elevada en despedida—. ¡Te amo, dulces sueños!
Dilo de vuelta. Dilo de vuelta. Dilo de vuelta.
—Buenas noches, Insomnio. —Sonrió al volver al interior, jugando con sus dedos y un par de palmadas en su cabeza: su sonrisa fue definitivamente plena.
Al menos me sonrió. 'Toy feliz.
Me senté en la banqueta húmeda por el rocío. Entre mis contactos el nombre de TOC destacaba por las mayúsculas, su imagen de perfil completamente blanca y su estado con la leyenda: Ocupado. Fue mi idea de salvación así que no dudé en marcarle a pesar de la hora.
La llamada entró de inmediato.
—Hijo de tu puta madre. —Su ofensa fue lo primero en romper mis tímpanos—. ¡Estaba durmiendo, cabrón! ¡Te perdono que me despiertes, ¿pero tenías que hacerlo a las 3:42?! ¡¿No pudiste marcar a las 3:30?!
—Ignoraré la pendejada que dijiste sobre mi mamá. —Me emputé. Me tomé mi tiempo para bajar mis humos y hacerle mi petición—. Quiero pedir cita en el club para mañana. Sé que soy un miembro pero aún así quiero consultarte por algo.
—Vale. Adiós. —Colgó, devolviéndome al solitario sonido de los grillos en los árboles.
~•~•~•~
—Rompiste el lavabo también.
Diabetes se recargó en mi casillero. Los billetes en sus manos no eran suficientes, los lentes de sol en interior fueron exagerados y aún lo fue más cuando los comenzó a contar mientras lamía la punta de sus dedos. Estiró su mano en busca de más para cobrar los gastos de mi borrachera.
—Me disculpo. —Dije, entregándole el resto sin querer soltarlo de mis dedos-, esto me duele, ¿sabes?
—Lero Lero por culero —mostró sus dientes blancos que contrastaban con el color de su piel de forma dramática y profunda—. La próxima vez, no te auto-invites.
Ganas de beber otra copita.
Caminé por los pasillos del instituto hasta detenerme frente al club. Arreglé mi cabello antes de abrir la puerta. Esperaba encontrarme con el cagón de Cáncer y Dep masita, al igual que un posible homicida llamado TOC.
—Ya llegó el vergón. —Sonreí, dando pasos largos por el suelo impecable.
—Pues ponte vergas porque solo estamos tú y yo. —Explicó TOC desde su sitio sin parar de pulir el cristal de sus anteojos.
Cáncer no quería hacer presencia frente a TOC, aunque esa no era la razón de su ausencia, sino que su profesor le había encargado organizar ciertas cuestiones del viaje escolar de primero con un chico de segundo que tenía más experiencia: no mentían cuando dijeron que lo iban a traer de chacho.
—¿Y Depresión? —Cuestioné, arrastrando la silla del centro para sentarme a un costado de su escritorio.
—Me pidió permiso para ausentarse. Quería aprender algo y Mure le extendió un permiso por su enfermedad —me recordó el sistema de exclusividad para las personas que recibían discriminación; el gobierno, era un doble moral—. En resumen, tú y yo atenderemos a una sola persona y luego vemos la otra cuestión. Inhala, exhala.
Chale, se alteró por decir tantas palabras.
Esperamos tranquilamente hasta que el primer chico entró de golpe. Conocido por ser increíblemente ardiente entre las personas de mi clase, seguro de sí mismo y abiertamente ninfómano. De metro setenta, el uniforme mal puesto y cabello rizado que hacía juego con su bronceado.
Es el de primero de mi clase que entró al club de atletismo, a.
—Me quiero morir. —Confesó deprimido al recibir mis pañuelos junto a un jugo verde.
—¿Sucedió algo devastador como para decir eso? —Le preguntó TOC. Sus ojos reposaban sobre los archivos en su computadora mientras miraba de reojo al estudiante.
—No quiero ir al viaje. Seré llevado a la correccional si algo sale mal -gimoteó con dramatismo. Sus rizos se sacudían por el espacio de la habitación-. ¡Heredé esto de mi madre! ¡Ella fue arrestada 4 años por violación, su enfermedad no tuvo el suficiente respaldo para el caso!
—Oye, wey. Qué pedo —TOC me observó como si esperara mejores palabras de mí-. Obviamente si violas a alguien te lleva la corriente. Cuatro años fueron poco para ella. Como damas y caballeros se pide permiso y se dice gracias.
—Sexomnia —el presidente suspiró, el nombre destacaba al escapar de su boca—. ¿Tienes miedo de perder el control y que repitas los mismos errores de tu madre? ¿Te consideras de verdad poco capaz de oponerte a dar el mismo resultado?
—De tal palo tal astilla, dicen —bufó él, ya rendido antes de siquiera haberlo intentado—. Tuve sexo con una tía hace 6 meses. De verdad, no recuerdo nada, pero ella insiste en que lo repitamos y yo no entiendo nada. No soy un cerdo con fantasías eróticas nocturnas, mi sueño REM es el único afectado que decide andar por la vida como si tener sexo con desconocidos no fuera un trauma ya demasiado exhaustivo.
Awatafak, esto es triste.
—¿Por qué no has hablado con tu respectivo profesor al respeto y te abstienes del viaje? —Indagó más TOC.
—Primero, qué incómodo hablarle a un viejo sobre mis problemas sexuales —suspiró con pesadez. Bueno, tenía un punto, a mí también me daría pena contarle a alguien mayor sobre cómo me masturbaba—. Y mi padre me está forzando a ir. Mi madre dijo que me quedara pero él quiere que le haga frente. Nunca en mi vida he salido a algún viaje escolar, ningún campamento de verano y mucho menos salir de la ciudad en un viaje familiar porque puedo causar estragos. Mi habitación es la única capacitada para que no salga de allí, aunque alguien debe vigilarme si es que llego a lastimarme solo; mi tía fue quien me cuidó esa noche.
Ay.
—Estás cansado de huir de las cosas que te lastiman o pueden lastimar a otros —concluí, recibiendo una afirmación vaga de su parte—. No te preocupes. Huir no es malo.
—Eso depende de tus principios, quizás para ti no lo sea —el presidente me contradijo de inmediato—. Pero huir demasiado tiempo puede ser más doloroso. La fuerza de voluntad doblega ángeles, la cobardía atrae el hambre; no quieras excusarte con un "está bien" si tú mismo no lo crees.
Sentí que me puteaba alguien que no era mi psicólogo. Tomé un poco de aire junto a la ventana mientras ellos buscaban la solución al problema. Parece que comenzaron a buscar un saco de dormir, pedirle a algún otro compañero que lo ataran dormido y sus manos no quedaran libres para que tampoco se tocara o intentara rozarse con algo.
—No soy de primero así que no estaré en el viaje pero tengo a tres chicos del club que pueden ayudarte —nos puso a todos en la bolsa—. Uno de ellos es Insomnio. Estoy seguro de que los trastornos del sueño tendrán toda una cabaña para sí mismos porque causarían problemas con los demás.
El favor fue muy agradecido, incluso entregó boletos de descuento para compras en el pueblo de la montaña a la que iríamos ya que él se encargaba de organizar la repartición de estos. TOC me permitió tener varios para distintas comidas: al menos algo fue bueno.
—¡Esperamos verte pronto! —Y nos despedimos del chico.
Tomé asiento cual interrogatorio. Había llegado mi tiempo y estaba nervioso hasta por los codos, sentarme frente al escritorio de TOC creaba la sensación de que eras un bicho insignificante. Tomé una bocanada de aire y procedí a contarle mi actual problema.
—Siento que el crush de toda mi vida se está alejando —admití con dificultad. Me costaba pensar en la simple idea de que perdiéramos nuestra amistad-. Tengo miedo de perderlo.
—Ajám, el Dep. ¿Y qué necesitabas entonces? —TOC era directo, o también malo—. ¿Un consejo o qué?
—¡Quiero conquistarlo!
Lo dejé sin palabras. Miró a sus costados, se señaló a sí mismo y luego me señaló a mí sin poder formular la pregunta que deseaba. Después de un rato pareció burlarse de la situación.
—¿Se va a convertir esto en una historia de amor? —Me encogí de hombros ante su duda—. No, es humor. Ríndete Inso, en este universo solo harás el ridículo. No estamos en una fantasía donde si amas a alguien la otra persona está obligada a corresponderte. No puedes forzar tus sentimientos hacia alguien más y esperar salir con éxito, ¿porque lo sabes, no? Él no parece...
—Les encanta darme putazos mentales. —Me carcajeé.
—Hablemos de ti, ¿cómo has estado?
He estado bien, lo digo siempre, hombre.
—¿Qué fue a hacer Depresión? ¿No puedes siquiera decirme? —Busqué información respecto a su ausencia, ni siquiera me decía cosas como esas.
—Está detrás de la escuela.
Ayudé a terminar la limpieza en la sala del club y salí de inmediato para ver lo que sucedía. Algunos chicos de la clase de enfermedades hacían bulla debajo del sol. Mure los vigilaba e indicaba que tuvieran cuidado. Era en serio una locura que permitieran que el terreno libre fuera usado para esas cosas solo porque era alguien discriminado.
—Queeee. —Me detuve impactado junto a mis chicos que echaban ánimos a Dep.
Depresión iba en moto con Adie detrás de él, aunque quien lo rodeaba para dirigir era el síndrome. Parecía estarle enseñando, nadie se oponía y ellos se divertían.
—¡Maneja de puta madre ese fuckboy! —Gritó diabetes a un costado mío.
—"Porque te fuck y me boy", fiu —silbé, intentando reírme de la situación y no sentirme de alguna forma mal—. Chale, que no antoje. ¿Dep aún no lo intenta solo?
Recibí una negación. Los dos chicos solo daban vueltas lentas en círculos. No entendía cómo Dep no se asaba con su camisa y encima el suéter escolar que llevaba a todos lados, el azul de sus prendas contrastaba con el negro y rojo del saco de Adie. Incluso el síndrome lucía bien con la ropa hecha un desastre.
—¿Qué tomas? ¿Pastillas de medicina homeópata? —Unas chicas hablaban a mi costado. Era normal que el tema de la medicina destacara más que la religión o las vibras sexuAles del mundo—. ¿Qué te pasa, masticas agua? Esas cosas son azúcar.
—¡Señor Mure, se están burlando de mi preferencia médica! —Hubieron quejas.
Varios estudiantes comenzaron a discutir respecto al tema y volvieron al interior. Solo algunos quedamos viendo a los amigos que andaban en moto sin prestar atención a los alrededores, Dep riéndose y haciendo expresiones de susto, contrario a la mirada de Adie que solo mantenía una sonrisa neutral de emoción.
—Se ve bien bonito. —Le informé a los chicos desconocidos que asintieron respecto a Adie y no Dep.
Quiero aprender también para lucirme en moto. Debería pedirle a el feo Adie.
Corrí al centro mientras les pedía que pararan. Adie frenó de inmediato y se orilló a un costado, bajó a Dep tembloroso con cuidado y me preguntó por algún inconveniente. No iba a desaprovechar mi oportunidad, tenía que aprender a andar en moto si quería ser alguien impresionante y eso me había quedado claro hoy.
—¿Entonces quieres que te enseñe? —Me preguntó confundido, sus manos reposaban sobre la cabeza de Dep para intentar peinarlo tras el desastre que causó el casco.
—No, mejor no Inso. —Dep se preocupó—. Siempre estás adormitado y puede ser peligroso.
—Ay, este güerito anda en su motito y está bien ciego, de paso más drogado que yo. —Hice obvio lo evidente ante mis ojos.
Dep me lanzó un golpe, pidiendo que no dijera esas cosas. Adie se rió incómodo pero me alentó a enseñarme si eso era lo que yo en serio deseaba. Me amargaba cada segundo que ellos debatían sobre enseñarme, parecía que ya tenían mucho contacto entre ambos y que eran mejores amigos: el color de sus cabellos mostraba una dicotomía atractiva y tediosa.
—Sí quiero aprender. —Volví a comentar.
Adie me permitió subir a su moto. Me asusté al sentir el arranque cuando me mostraba el acelerador. Me dijo que me sostuviera del manubrio en todo momento, mientras él presionaba algunas cosas y hacía mover la moto un poco sin soltarme. Me sentí aterrado, era como tratar de montar un torito mecánico y que de paso hacía un ruido horrible.
Tenía la sensación del polvo seco en la lengua, el sol en mis dedos, el brillo que se reflejaba en el negro de la moto y las manos de Dep tocando mi pierna mientras miraba a Adie.
—Los frenos serán tus mejores amigos —se rió, aunque no sabía si tenía los ojos puestos sobre los míos debido a sus lentes de sol—. Me voy a subir contigo para darte una vuelta, ¿vale?
—No, quiero probar solo. Ya he tenido vueltas porque mi tío anda en moto. —Expliqué mi experiencia.
—¿Eso no fue a los tres años? —Dep se preocupó más.
Adie desistió con su insistencia al ver que yo no aceptaría subirme junto a él. Me incomodaba alguien de mi altura o a quien veía como posible rival en mi amistad. Me permitió tratar de dar una vuelta, me ordenó que por más riesgoso que fuera pusiera el freno y si llegaba a caer que protegiera mi entrepierna porque a él ya se le había venido encima.
—En realidad me chocaron hace tres días. El tipo iba con prisa y pensó que sería divertido sacarme a volar. —Se carcajeó de algo tan putamente horrible.
Estoy listo. Insomnio, estás bien, ¿vale?
Ambos junto a otros rostros desconocidos estaban expectantes del momento. Comencé a moverme, la moto parecía apenas comenzar a cobrar vida con sus vibraciones características. El color del modelo era negro y blanco, brillante, elegante con solo una marca plateada que parecía ser su símbolo favorito: un ancla con una perla.
Adie no parece ser tan malo.
—¡Se va de lado! —Grité, pensé que había algo raro.
—¡No, vas bien! —Su voz se aproximó, parecía ir siguiendo la moto—. ¡Es normal, se balancea hacia los costados cuando vas lento pero no se cae si no dejas de acelerar! ¡Si te quieres detener solo frena pero no metas tus pies!
—¡ADIE, EN SERIO SE VA DE LADO!
—¡Yo también me espanté, Inso, pero es normal!
Los tambaleos acompañados por el sol del atardecer creaban una escena bochornosa. La moto se sentía a gran velocidad aunque me dijeran fuera la mínima. Sentí que me asfixiaba por el casco cerrado, incluso mi corbata estorbaba. En ocasiones creía que iba a vomitar por todas las experiencias que me estaba dando mi primer año de preparatoria.
Solo había hierba y paredes lejanas de los edificios contiguos, los desconocidos se dispersaron fuera del área.
—¡En serio se va de lado! —Agradecí que no pudieran ver mi rostro al chillar.
—¡Confía en mí, amigo! ¡En serio estás bien! —Continuaron sus gritos de ánimo persiguiendo mi camino—. ¡Vas bien!
Suspiré despreocupado. La moto que iba en círculos quería comenzar a caer por el lado izquierdo, tenía que solucionarlo por mí mismo. En mi ingeniosa idea decidí irme al otro costado como si fuera una bicicleta: bajé el pie para no tropezar. Aquello solo necesitó un segundo para convertirse en la peor idea del mundo pues escuché algo quebrarse junto a mi grito de dolor que llegó al cielo como si me hubieran metido un dedo en la cola.
Chingas a tu madre, Adie.
• • •
INSO SE ROMPIÓ LA PATA. Ay, tengo una prima que se fracturó dos veces porque dos veces tuvo la maravillosa idea de bajar su pie cuando estaba aprendiendo a andar en moto.
Ya se está haciendo costumbre actualizar los domingos, chale.
Por otro lado, ya perdimos a Inso: está desesperado y loco.
¡Tengan un lindo fin y pásenla genial! <3 Se les amaaaaaa.
~MMIvens.
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