Capítulo 13: Me cagan todos.


Sentía que vivía en un globo que se inflaba constantemente. Me preparaba para cuando explotara, pero una parte de mí quería creer que nunca lo haría.

Insomnio.

Asco de vida. Putos todos.

—Estoy harto ser un wey hormonal de 16 años que no puede madurar. —Solté, encimando mis piernas sobre el largo banco.

Mi forma de actuar era todo menos madura, pero también debía entender que la madurez era incluso complicada para mayores de 20. Esa clase de pensamientos me invadían, presionándome en una posición rígida mientras observaba la pista con amargura desde la sombra.

Escuchaba las voces de los preparativos, los visitantes y los animadores. Parecían grabaciones de teléfono viejo.

Había un sentimiento más allá de mi altura, como si no solo mi cuerpo fuera en extremo grande. Algo como mis pensamientos y emociones reprimidas o una madre así, chocando contra las paredes de mi propio cerebro hasta causarme migraña.

Aaaaaaah, chingada madre. Ya estoy harto.

—¿Qué tiene el Inso cochino? —La pregunta de Sonambulismo rimó, incluso me causa gracia pero no pude dirigirle una mirada.

En esta carpa están casi todos los trastornos de sueño... agh, se siente abrumador.

—Mal de amores, creo. —Le informó Ansiedad, parándose a un costado mío a observarme.

—Yo digo que le dieron una putiza mental. —Opinó Piin, parándose al otro costado junto a Sonambulismo.

El sol es intenso... ¿Cómo voy a poder correr?

—Se me hace que ya se dio cuenta. —Asintió Hipersomnio.

—¿De que nadie nos quiere y todos nos odian? ¿Mejor nos comemos un gusanito? —A mis espaldas, la voz temerosa de Parálisis del Sueño causó irritación a mi estado.

Estiré la mano, arrojando un fuerte golpe contra el estómago de Ansiedad. Pegó un grito asustado, repitiendo que eso no lo esperaba. Yo seguí sacudiendo la mano hasta recibir lo que quería.

—¿Qué pinche madres quiere? Ay, sí me dolió. —Se contrajo molesto, abriendo paso a Hipersomnio quien sabía lo que yo pedía.

—Toma, wey. —Sostuve velozmente la guitarra acústica que él cargaba.

Comencé a tocar un poco para asegurarme de que estuviera afinada. A mi alrededor ellos continuaron hablando respecto a mí pero eso no me importaba. Las ideas que revoloteaban en mi mente eran más fuertes que cualquier realidad de verdad absoluta, distintos escenarios que quizás no ocurrieron ni iban a ocurrir.

Deja de verle lo malo a todas las cosas. Puta madre, Insomnio.

Pasaste a mi lado... —canté entre murmullos, tocando la guitarra con delicadeza—, con gran indiferencia.

—Miren raza, les dije que era mal de amores.

—Uy, nos trajo mariachi. —Habló Piin.

Tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí. —Me incliné al frente, tratando de buscar una posición cómoda para seguir tocando.

—El poderosísimo Pedro Infante —destacó Hipersomnio al sentarse a mi lado junto al resto. Parecían apilarse emocionados solo por esa canción icónica. Piin se reía y teorizaba respecto a mi estado, pero Híper le dijo que parara—. Shh, cállate, no digas en voz alta a quien le está cantando.

Te vi sin que me vieras. Te hablé sin que me oyeras.

Depresión sabía de mis sentimientos, o bueno no sé, no estaba seguro de ser obvio, aunque ambos ni siquiera sabíamos cómo catalogarlos. Yo no sabía qué quería, qué buscaba y si realmente era importante. Tampoco me importaba si él no le daba la atención suficiente a esos sentimientos, no era su responsabilidad y debía aceptarlo.

Debía, debía, con todas mis fuerzas. Claro, no lo aceptaba del todo.

Y toda mi amargura, se ahogó dentro de mí. —Tuve esa imagen mental, me atravesó como si de forma literal mis sentimientos comenzaran ahogarse en el autorechazo.

Recordaba el año pasado cuando me quedé a dormir en la casa de Depresión. Me daba la espalda como de costumbre.

Su madre me permitió quedarme a dormir ya que queríamos despertar temprano para desayunar unos panqueques que ella iba a hacer. Como era habitual, Dep me dejó dormir en la esquina de la cama mientras él dormía contra la pared.

Aunque yo realmente no dormía al ser Insomnio, permanecía en silencio observando la curvatura de su espalda. Me prohibía a mí mismo moverme, no quería molestarlo. Aunque las horas se alargaran y deformaran no iba a causar sonido, pero mis pensamientos rodaban como rocas hasta marearme.

Me duele hasta la vida, saber que me olvidaste.

No pude evitar querer cerrar los ojos, aunque la sensación de que me estaba cayendo a pesar de solo estar acostado me despertó con un brinco. Maldije entredientes, aferrándome a lo cobija.

"Siempre me pasa esto cuando comienza a darme sueño".

—¿De nuevo sentiste que te caías? —Escuché su susurro, su espalda encogerse al ritmo de sus palabras.

—Seh, se siente bien culero. —Suspiré, girando hasta quedar boca arriba y observar el techo vacío.

—¿Te sientes mal? ¿Quieres una pastilla? —Dep giró para acomodarse a mi costado, presionando mi hombro con su dedo índice.

—No, solo quiero que ya amanezca —comenté, amargado.

"Mis piernas no entran en esta cama".

Saqué mi mano fuera del colchón, dejándola caer sobre el suelo mientras palmeaba la alfombra en búsqueda de mi mochila. Dep curioso se encimó en mi pecho para ver lo que yo trataba de hacer.

Quería matarse cuando me vio sacar una pequeña bola blanca de mi bolsa delantera. Estaba comprimido.

Pensar que ni desprecio... Merezca yo de ti...

—Ya lárgate, Inso. —Me dio un empujón molesto, volviendo contra la pared para darme la espalda.

—Es melatonina, solo la disolveré en agua y ya —rodé los ojos, aclarándole la situación—. Al menos para dormirme una hora.

Mi mejor amigo volvió a observarme, aplastando su brazo izquierdo con su propio peso. Nos miramos fijamente, mis ojos sobre los suyos. Desde el cabello hasta las pupilas y la pijama, había oscuridad, a excepción de su piel su mano sobre la mía que destacaba por el contraste de la noche con su piel blanca.

—Te tomaré de la mano, ¿sí? —Me sonrió, recordándome al niño alegre que solía hacer eso en el pasado—. Apriétame si sientes que vas a caerte. Yo te sostengo, quizás puedas cerrar los ojos al menos unos minutos. Duerme, duerme.

Con su otra mano me daba palmadas en la cabeza, jugando con mi cabello hasta comenzar a peinarlo y adormitarse a sí mismo con esa acción. Cerraba cada vez más los ojos, sus dedos eran lentos y se deslizaban por mi oreja, dejándome intranquilo.

—Y sin embargo sigues...

—Oye, no te duermas así... —Murmuré, apretando su mano para llamar su atención. Sentí que el calor recorría mis orejas hasta sembrarse en mis mejillas, perdí el aliento de golpe pero quise mantéeme cuerdo.

—¿Ah, qué pasó? —Balbuceó, parpadeando repetidas veces para verme más claro.

—Te estás durmiendo mientras me haces mimos. —Le informé, desviando la mirada nervioso mientras la risilla incómoda se me escapaba.

—Lo siento, no pensé mucho en eso. —Quitó su mano de inmediato, soltándome también de la otra para tratar de girar de vuelta a la pared.

"Agh, no me refería a eso".

—Espera, solo abrázame, ¿sí? —Le pedí, deteniéndolo con una mano sobre su hombro.

Giró para abrazarme sin decir nada. Se sentía como un abrazo fraternal, incluso yo me sentía como el hermano menor. A Dep no le importaba mucho siempre y cuando durmiera en paz. El contacto conmigo poco le incomodaba, lo cual no era mi caso pues yo me hallaba nervioso.

—Oye. —Encimé una de mis piernas sobre él, evitando que colgara. Lo rodeé como si fuera una pequeña mascota, juntando mi nariz con la suya hasta poder hablarle de cerca—. Dep, Dep, Dep.

"El insomnio te está abrazando, literalmente".

—¿Qué? —Inquirió con los ojos cerrados, estirando su cuello mientras juntaba mejillas con las mías. Pensé que estábamos más cerca que nunca.

—¿Me dejarías comerte?

—No te entiendo una papa. Ya duérmete. —Permaneció imperturbable.

—Quería permiso para cogerte.

—Voy a sacar el colchón para ti. Duerme abajo.

Dep se sentó en la cama, apartando mi pierna lejos mientras me mostraba expresiones de estar molesto. Me dijo que me parara y lo fuera a buscar yo, ya él me ayudaría a ponerlo. Repitió que no podía seguir durmiendo así, era tarde y yo no me callaba a la verga.

—Dices pendejadas como pendejo a esta hora. —Suspiró, golpeando su palma contra su frente.

—Ya, perdón. Fue una bromita —me reí, sentándome también para darle palmadas en el hombro y calmar su irritación. Si Depresión dormía poco estaba de mal humor—. No quiero dormir en el colchón del suelo, por fa.

—Yo me quedo con el colchón entonces. —Empujó mi mano, destapándose para ir a buscarlo.

Detuve su cabeza al agarrarlo de su corte de jícara. Su pequeño ser solo continuó maldiciendo, yo lo volví a echar en la cama de golpe. Tomé la cobija y lo arropé con fuerza, recibiendo sus miradas de desaprobación por mis actos salvajes.

—Lo siento, sé que siempre te es imposible dormir conmigo —le di una palmada en el pecho cubierto de sábanas, acostándome a varios centímetros de distancia—. Ya no te molesto. Duerme lindo. Gracias por ser mi amigo.

Parecía un insecto en un capullo. Apenas podía respirar, quizás por eso no me daba una respuesta. De inmediato lo destapé, ocasionándole tos por el casi homicidio.

—Ya, solo, no digas nada, ¿vale? —Me rogó, aferrándose a mi mano mientras volvía a acurrucarse en su posición para dormir.

Unido a mi existencia...

—Va, va. Calladito me veo más bonito. —Le dije. Asintió, permitiéndome chocar frentes con él mientras cerraba los ojos para al menos sentir que dormía.

Y si vivo cien años —canté desanimado, escuchando los llantos de los trastornos de sueño y la Ansiedad rodearme—, cien años pienso en ti...

—Ay, bro. No puedo parar de chillar —Ansiedad se limpiaba las lágrimas, tumbado en el banco junto al resto—. No me digas Inso, ¿acaso a tu amigo le gusta alguien? ¡Ah, no, no puedo dejar de imaginar esa posibilidad! ¡¿Y sí ya te dejaron?!

—¡Ya cállate, carajo! —Grité furioso, poniéndome de pie mientras le devolvía con fuerza la guitarra a Hipersomnio.

—Ya, pinche Ansiedad —lo sermoneó Piin, apretando sus ojos drogos—. Le sigues metiendo más ideas a su cabeza que ni siquiera han de ser reales. Aparte Inso es el guapetón, déjenlo feliz.

¿Por qué se sintió como si fuera un tercero en discordia?

Vi al profesor Mure elevar la mano al fondo, indicándome que el entrenador se hallaba en la pista esperándome junto a distintos síndromes. Yo solo iba a correr una vez, abrir paso a las demás carreras y actividades. Aunque había calentado y bebido unos Gatorade sabor medicina asquerosa, no me sentía preparado para hacerlo.

—Pero prometí vengarme del pendejo ese por golpear a Dep. —Sacudí mis brazos, dando pequeños brincos mientras me quitaba la camisa del uniforme.

—Dale una lección, wey. Eres súper rápido corriendo. —Piin me entregó la camiseta amarilla sin mangas.

El tal Capgras, rubio de cabello sedoso, se estiraba debajo del sol mientras presionaba sus nudillos contra el piso roñoso de la pista. El profesor que dirigía la carrera lo miraba junto al otro de la escuela de síndromes con cara de: ¿Este qué pedo tiene?

Daltonismo Acromático de la clase de enfermedades se estiraba a un costado, o eso creo. Más bien parecía amargado mientras hacía señas obscenas a Narcisista, quien le apoyaba en una carpa contigua a mí.

—Deséenme suerte, culo sino. —Aplaudí al frente, encaminándome con pequeños trotes.

La única normal en la pista era una chica de cabello largo y castaño, quien al observarme me causó una curiosidad repentina por sus ojos morados. Supuse que era a quien confundían por Alejandría. De forma inevitable la vi de los pies a la cabeza; tenía unos mini shorts y un croptop negro con rojo.

—What are you looking for? —Espetó, estirando sus brazos sobre sus hombros.

—Nothing, no sé mucho inglés así que no me lo hablen así. —Pedí, parándome en fila junto a Dal y ella.

—Ah —se quedó en esa posición varios segundos, casi como si se contrajera por alguna especie de posesión. La neta sí me asusté, más por su cara de estar pasando una mierda pero cuando abrió la boca para explicar porqué se puso así fue entendible—. Soy Catatonia, el síndrome neuropsiquiátrico.

No sabía muy bien al respecto sobre ese síndrome pero sí había escuchado que tiene alguna relación con la esquizofrenia pero se caracteriza más por flexibilidad cérea y catalepsia, no hay muchos delirios. Me daba miedo la catalepsia que mencionaban, yo me veía igual cuando me drogaba, como si me contrajera poseído. De allí que "se te suba el muerto".

—It's so hot outside. —Oí una frase medio sacada de una camiseta; provenía del rubio que me cagaba.

—Veo padres cerca pero pocos alumnos. ¿Qué demonios hacen? ¿Comiendo? —El profesor que cuidaba los alrededores lucía irritado, parecía discutir con un maestro del Savant—. Deberían apoyar a sus compañeros.

Mi madre ha de estar en las gradas con mi primo, aaaaaah. Los padres de Dep quizás lleguen más tarde.

Alcé la vista hacia las personas borrosas, algunos visitantes estaban en las carpas y otros debajo del sol. Prefería no verlos mucho ni oír el bullicio para no ponerme nervioso. Cierta presión ejercían de forma inconsciente en mí.

—¿Ves en alguna parte a tu compañero Depresión? —Le pregunté a Dal con susurros, lanzando un codazo para que me escuchara.

—Si veo una mancha negra pequeña, te aviso. —Asintió seriamente.

—Hey, chicos. —El entrenador de nuestro años nos llamó la atención a ambos—, ¿charlaron sobre la posición adecuada para la salida con sus compañeros a los que les deben pasar las varas estas? ¿Qué son? ¿Penes?

Las varas se llaman testigos, qué...

—Sí, sí, a la chingada. —El compañero de Dep dio un salto, tronando su cuello sin apartar la vista del frente—. Alzheimer es quien está al frente. Se lo paso y ya.

¿Alzheimer para él? ¿Cuál de los trastornos me está esperando a mí?

—Oiga, profesor... —Quise hablar pero me interrumpieron sus órdenes a gritos.

¿Quién putas debe recibir mi testigo? No me puse de acuerdo con nadie.

—¡A sus puestos, salida de tres apoyos! —El hombre de negro y rojo nos obligó a posicionarnos conforme a las reglas preestablecidas.

Sentí que estaba por vomitar. Era el primer día del festival, solo debía correr una vez, 25 metros. Solo una vez y el siguiente día me encargaría de limitarme a entregar bebidas y observar a los de clases superiores en sus actividades indicadas. Vengarme, celebrar con Dep y tragar comida en los puestos mientras hablaba idioteces con su personita.

—Maldición... —Incliné mi tronco hacia el frente, apoyándome con tres dedos de mi mano izquierda en el suelo mientras la derecha reposaba en mi espalda caliente por el sol con el testigo.

—¡Gánenle a esos gringos!

—¡No somos gringos, puta!

—Me vale. —No alcancé a ver quien gritó pero estaba seguro de que habían formado una gran V con sus manos.

1... 2... 3...

El disparo de aire marcó la salida, impulsándome al frente para hacer buen uso de mis piernas largas. Fui el primero en tomar ritmo y posicionarme al frente, intentando dejar atrás mis pensamientos y permitirme huir de ellos como si fueran solo el viento.

—¡VAMOS, INSO! ¡TÚ PUEDES! —Oí los gritos de Dep.

El viento caliente y la luz sobre mí se volvían más intensos. Estaba sonriendo como un idiota, evitando preocuparme por ver al rubio pisándome los talones. Dal corría también a un costado a un ritmo moderado, guardaba energías.

La salida fue bastante buena.

—Oigan... ¡NO TOMÉ MI MEDICINA CONTRA LA SOMNOLENCIA BAJO EL SOL!

~•~•~•~

—Bueno, Dal habría ganado de no ser porque Alzheimer se le olvidó que estaba compitiendo y salió de la pista. —Opinó Hipersomnio, dándome palmadas en la espalda—, ya me voy bro, tengo que ir a comer. Hace hambre.

Híper se despidió, girando sus caderas antes de dar saltos para volver sobre el camino a los puestos de comida. Era un tipo bastante rápido al tomar decisiones, no dudaba como yo. Habría corrido bien.

—Me siento un imbécil. —Resoplé, haciendo muecas del dolor mientras Dep curaba mis heridas.

Mi mamá dijo que ya era grande y no sabía ni usar el alcohol destilado...

—Ay, bebé Inso. La próxima vez estoy segura de que no te desmayarás ni las cosas irán tan mal. Al menos fue divertido —se carcajeó la madre de Depresión aunque no me levantó los ánimos. Vio de reojo a su hijo que mordía a su esposo, reparó en Dep avergonzada—. El pendejo de tu hermano anda causando desvergues. ¿Mando a tu padre por ti o van a regresar juntos?

—Yo regreso con Inso —le afirmó él, presionando mi hombro para saber si yo estaba de acuerdo—. Gracias por venir y darle dinero. Nos vemos en casa. Adioooooós.

—Me morí como hora y media, de paso los enfermeros estaban ocupados con casos serios en verdad y ya está oscureciendo mientras tú me limpias la cara en el jardín. —Aclaré los hechos con molestia.

Depresión sonrió, sacudiendo la cabeza de un lado a otro para evitar reírse de la situación. Presionó mi rodilla con cuidado, asegurando que no tuviera moretones allí. Talló mis mejillas, me hizo abrir la boca para ver si no necesitaba hidratarme más y cuando creyó adecuado me pidió que caminara un poco. Era increíble cuidando de mí.

—Deberíamos recorrer los puestos —me propuso, tomándome de las manos para dejar que me apoyara en él.

—¿Me invitas a cenar? —Elevé las cejas burlonamente.

—Sí, tengo dinerito. Aparte hay una malteada muy rica que quiero beber de nuevo, aunque ya es mucha azúcar por hoy —se estiró, jalando de mis dedos para hacerme caminar por la senda de piedra, guiados por las luces que mostraban el camino a los puestos brillantes del fondo—, ¿quieres fideos, una hamburguesa? ¡Este puesto es genial, hacen todo lo que pueden!

—Estás muy emocionado, ¿eh? —Me alegré con sinceridad, apretando su mano mientras aceleraba el paso para ver los puestos con distintos uniformes conviviendo y algunos externos—, ¡comamos lo que tú quieras! ¿Qué te gustó más?

—¡Adie, holaaaa, de nuevo! —Depresión me soltó, chocando su pecho contra la barra de madera que lo dividía del otro chico.

Así que conoce al del puesto...

Me detuve en seco, observándolo convivir con el tal Adie. Era un tipo de cabello platinado con ojos en extremo raros. Tardé en reaccionar que fue el tipo de la mañana. Mis ánimos para tomar asiento en el banco comenzaron a morir.

Agh, no deberías sentirte mal. Está haciendo amigos.

—Cáncer fue más útil que ustedes —TOC bufó detrás de mí, un tanto cansado como si llevara haciendo guardia en el sitio por varias horas—. Dep quiso apoyar también pero lo mandé a cuidarte porque ni en mi etapa más pendeja trabajaría en un grupo impar. Ahora siéntate a comer, nuestro club recibió cupones de comida gratis del director por estar en contra de la discriminación.

—Esta malteada en serio parece gustarte. —El chico de Savant se mostraba feliz, arrojando el vaso de cristal como si fuera de papel al aire por su experiencia, mientras su otro compañero detrás atendía a los demás estudiantes.

—Es que la preparas muy bonito, wao... —Dep quedó embobado con los movimientos, repitiéndole que era increíble.

Abrí un banco a su lado, sentándome con la cabeza echada en la madera donde servían, pensé que me convertiría en un árbol. Adie brillaba tanto que me obligaba a desviar la mirada.

Ya wey, tú sabes que a Dep le gustan las cosas dulces y se embobaba con esos movimientos. El tal Adie tampoco se interesaría en una Depresión.

Nadie cuerdo lo haría, por los santos doctores y dioses lunáticos.

Ni en sueños.

—¡Adie, el resto te está esperando! ¡Toma órdenes y prepara las demás bebidas! —Su compañero le arrojó un golpe a la espalda, haciéndolo tambalear para después entregarle la bebida a Dep. Estaban atareados.

—Sí, ya voy. —Adie le sonrió, murmurándole a Depresión mientras rozaba su boca contra las mejillas de mi amigo—. Ojalá te guste esta, le eché cosas distintas. Me dices qué tal, ¿vale?

El tipo iba a pedir mi orden pero otra chica se atravesó. Creo que era Esquizofrenia o algo parecido, iba en mi clase y aunque asistía poco era fácil reconocer su cabello azul al igual que sus gritos.

—¡Quiero que me hagas la malteada igual que a él! ¡¿Cómo la preparas casi en al aire?!

Adie le sonrió apenado, quitando sus lentes del cabello para ponérselos y así cubrir sus ojos raros en la oscuridad. Tomó un vaso del estante plateado, como fingiendo no haber entendido la petición.

—Lo siento, eso no suelo hacerlo. Solo es un hobby. —No aceptó volver a mostrar sus malabares.

Nadie se enamoraría de la Depresión. A menos que no la vean como solo eso.

—Debes tener cuidado, Inso. Las personas son eso, personas —pude oír el eco de las palabras de mi terapista asignado, asustándome bajo la luz del area de comida—. Es fácil enamorarse así, pero tú ves a todos como malestares. Vas a terminar enamorándote de solo eso: un mal.

Oloverga, un putazo dolía menos.

• • •
Insomnio siempre está advertido por su psicólogo, GAHAHAHA.

Cáncer mamón me hizo falta hoy, pero estuvo ocupado atendiendo otras parcas y trabajando como esclavo.

La narraciones de Inso son solo él dependiendo de alguien, GAHA. Cuando te aferras mucho a una persona tu vida ya no te pertenece, literal, existes para ser el personaje secundario de la vida de alguien más.

¿Qué piensan de Inso? ¿Por qué es así?

Cancelado cualquier pensamiento sobre mí después de este capítulo. 🤡 Pero es que ya había dicho en el chat que Insomnio en el pasado le preguntó a Dep sí lo podía coger, aaaaaaaah. Todos sabemos que Depresión sabe y se hace.

Tonancy hizo este bello fanart del shipp Capcer, aaaaaaah. ¡Está precioso! 🥺💕

¡Nos leemos dentro de dos semanas! Esta semana que viene no habrá actualizaciones en mi perfil porque estreno el preludio de una historia. Bye byeeeeeee, los amo.

~MMIvens.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top