Capítulo 11: Deshecho con amor.

Debía aprender a opinar, a compartir, a señalar. No se sentía como una amistad si me trataban como una mascota: solo un amigo al que puedes llevar a todas partes pero cuando comienza a hablar u opinar sobre lo que quiere hacer parece hablar otro idioma.

Con amor o no, me hacía sentir deshecho ser llevado de un lado a otro. Igual que un trozo de galleta al fondo de un vaso de leche.

Depresión.

No me sentía especial, desde nunca, así que pensé que estaba acostumbrado a no sentirme mal por eso. Yo me sugestioné casi a la perfección

Pero después de tantos años, ver todo a mi alrededor y cómo el mundo crecía me hizo pensar que sería tan grande que yo no podría caminar juntos a los demás. Eso... fue doloroso.

-¿Por qué soy así? -Murmuré, observando el folleto del diplomado de año y medio enfocado en cerámica. Junté los labios, con los dientes chocando entre las palabras-. Qué vergüenza.

-Solo regístrate. ¿Qué te da miedo?

Suspiré tras escucharlo detrás de mí. No supe qué responder, me sentía decepcionado de no atreverme a hacerlo ya estando en plena edad en la que mis decisiones tenían cierto peso, pero las consecuencias eran peores. Apreté mis párpados junto a mi puño y traté de respirar.

-No lo sé. No me siento capaz de realizar una actividad, o poder concluirla por sentirme mal.

-Seh, como sea. -Me quitó el lápicero, amenazando con escribir mi nombre en la hoja sobre el tablero-. Va, dices. Chuchú, apúrate.

-¿Por qué mierdas estoy hablando contigo? -Arrugué el entrecejo: huir de SGA era imposible.

-Ok. -Sonrió, antes de escribir mi nombre junto a mi código de estudiante.

Me arrojé de inmediato al papel, deseoso de arrancarlo, pero GAS me advirtió entre murmullos que ni se me ocurriera porque otros alumnos pasaban alrededor y me buscarían riña si arrancaba la información de los cursos opcionales. Me retorcí frente al tablero, golpeando mi frente mientras mis pies se pegaban al suelo.

-Eres un imbécil. -Mordí mi labio, conteniendo mi molestia.

-Vamos a comer, ¿no?

GAS me tomó de la mano con toda la intención de arrastrarme al comedor o a alguna comida económica en la calle. No me moví ni un poco, dejando que solo mi cabello se sacudiera por el viento del área verde frente a nosotros junto a mi bufanda que se extendía como un trozo de papel.

Eso lo obligó a voltear e insistir en que me moviera.

-¿Qué tratas de hacer? -Interrogué, mirándolo con indiferencia, sin soltar mis manos de la correa del maletín que llevaba y pesaba en mi hombro.

-¿Por qué no dices "no"? -Me soltó, dando una vuelta alrededor mío mientras miraba al techo.

Qué pedo, ¿no dejé eso en claro?

-Wey, dime que no quieres, no solo me preguntes qué demonios hago -parloteó, sacudiendo sus manos frente a mi rostro como si tratara de sostener algo inexistente-. La gente es muy pendeja y solo entiende con "sí" o "no", y si todavía insisten rómpeles los huevos. Vamos, hazlo, sin pedo. No somos amigos, ¿no? ¿Entonces qué quieres decir tú?

-¿Que no quiero comer contigo? ¿Y ya? No quiero comer contigo.

-Bien, fácil y efectivo.

GAS era un tipo muy, pero muy, en exceso extraño. Me daba miedo.

Lo único que sabía de él era que la mitad de las clases vestía como mecánico y el resto usaba chaquetas deportivas, al parecer venía de una familia con posición económica alta, estaba un poco miope, y su tatuaje apareció tras una peda. No sabía más, ni de amigos, ni de pasatiempos además de buscarme en la gran institución siendo de clases completamente diferentes, ni siquiera datos de cosas que le gustaran.

-¿De verdad no tienes amigos? -Lo agarré en curva, su sonrisa bajó y se desorientó un poco.

-No, odio a los extrovertidos y los introvertidos me huyen. -Confesó. Eso hizo sentido.

-¿Por qué eres tan...?

Pegó un grito repentino, doblando sus rodillas hasta estar a mi altura y usar mi cabeza para cubrirse. Trató de meter sus brazos en mi abrigo, a pesar de mis empujones, no pude librarme de él y presionó mi espalda hasta pedirme que me quedara callado un momento porque no era bueno peleando.

-Shhh, shh -cubrió mi boca, susurrando para que me calmara-. Por favor, no grites. Solo un momento. No te habría arrollado esa mañana de no ser por estos pendejos.

Miré por el rabillo del ojo, detrás de nosotros, junto a los árboles y los pilares que sostenían el pasillo donde estábamos: venían tres tipos corpulentos y una chica con mini falda rosa que se veía más brillante que mi futuro. Entrecerré los ojos por alta vista, qué guapos todos.

Con esta personalidad tan nefasta, me sorprendería si alguien no quisiera cocinarlo vivo.

Se enrolló en mi ropa, logró que me viera como una bolsa de basura atascada. Fui paciente hasta ver desaparecer a los tipos y golpeé su nuca con fuerza para hacerlo salir: no era su puta gallina ni quería tener hijos. Se quejó del dolor y volvió a preguntar si neta no había nadie.

-¿Ahora qué hiciste? -Lo empujé.

-¿Yo? Nada, lo juro -agregó-. Es por mi novia.

Que tiene qué.

-¿Tienes novia? -Asintió confundido por mi cuestionamiento. Sacudí la cabeza, resignado, y generé la misma pregunta, pero no cambió de respuesta-. ¿Por qué dijiste que serías bisexual como si me echaras los perros, simio?

Se rió nervioso, explicó que solo le gustaba decir cosas por chingar. Aunque también aclaró que no se refería a mí, solo a sus preferencias en general. Todo era un juego para él, no quedaba duda. El hambre en mis tripas solo me hizo caminar en búsqueda de algo que comer mientras me perseguía con preguntas por si no quería saber más de sus pedos.

-Mi novia, está media -hizo señas para referirse a que estaba chiflada. Fue muy grosero. Caminó de espaldas sin importarle chocar con alguien-. Suele buscar pelea con muchas chicas o amenaza de muerte, luego las parejas de estas, como la chica de rosita o el curpulento con olor a culo, vienen a buscarme porque ella manda a resolverlo conmigo. Soy muy malo para los golpes, solo les hago frente cuando tengo con qué chantajearlos.

Chanta... ay, por mi Médico.

-¿Tu novia no puede...? No sé, ¿no buscar problemas ni enviártelos a ti? -Se encogió de hombros. Continué dando mis pasos sin comprenderlo-. ¿No te molesta? Eso es como ser usado...

-Sí, es eso. -No borró su sonrisa.

-¿Y?

-Nada.

-¿No te molesta y ya?

-Me cago en la puta madre. -Expresó su enojo, pero se repitió a sí mismo que tuviera el estrés lejos. También me pidió que no lo mencionara, porque no podía terminar con ella. Supe que era mejor no hacer más preguntas, pero bueno, no era yo el único al que le costaba decir "no".

GAS dijo, mientras comía, que tenía la mala costumbre de arrastrar a las personas a tomar decisiones rápidas. A algunos les costaba mucho, aclaró, y que en ellos aplicaba más presión: porque solo aprendíamos cuando un ojete nos acorralaba. Continué diciendo que era un mamón, pero se reía sin tomárselo personal, supongo le parecía cierto.

Y tampoco es como si fuera mentira. Parece mentiroso patológico.

-¿Podemos ser amigos? -Extendió su mano tras limpiarse con una toallita húmeda. Su plato ya estaba vacío.

Las mesas a nuestro alrededor formaban un triángulo casi perfecto. La tostada con mayonesa se rompió en mi plato y la miré desesperado antes de reacomodarla. Insistió con su pregunta, poniéndome aún más nervioso por la idea. No me gustaba que me preguntaran directamente si podíamos ser amigos.

No quiero. No necesito más.

-¿Qué buscas con eso, SGA? -Balbucí, sorbiendo del frappe tras rendirme con la tostada rota.

Basura que yo boto no la vuelvo a recoger, quisiera decir pero la verdad no.

-No lo sé, me propuse hacer amigos ahora. Tengo un mal presentimiento de mi propio futuro -comentó sincero, tras acomodar los lentes que se resbalaban de su rostro-. Siento que este mundo está perdiendo sentido, y creo que tú también lo sabes, ¿no? Eres Depresión, después de todo. Sabes que... hay que adaptarse, ¿no? Antes de que termine; quiero saberlo antes de poner mi nombre junto al de mis padres y heredar cualquier cosa.

GAS se refería a que nuestra realidad actual se terminaba a los 20. Lucía aterrado por la idea, hablar de ello hasta hizo temblar sus manos. No lo había visto de esa forma, no me aterraba en un inicio dejar de estar triste, pero, ¿qué conllevaba a eso? ¿Por qué ambos lucíamos tan nerviosos a pesar de saberlo desde siempre?

Mi personalidad se basaba en estar deprimido. Sin ello, ¿quién carajos era?

-Seremos humanos...

-NO, NO. -Levantó la voz junto a las manos. Sus intenciones de quitarme la preocupación fueron obvias-. No te veas así, ese término ha sido implantado por la sociedad, hombre. Nosotros ya somos seres así, como algún animal o una especie de planta. Hacernos llamar humanos no quiere decir que somos especiales o que no dependemos de este planeta que flota. ¿Entiendes?

Tengo miedo.

-Oye, no te aferres a vivir con normalidad; está sobrevalorado. Piensa en cómo vivir de la forma que te haga sentir cómodo, y constrúyelo. Por eso yo quiero hacer amigos ahora, que no se me haga más tarde.

¿Renunciar a la normalidad?

-Yo no puedo terminar mi relación, pero lo haré en algún momento, cuando entienda que soy más un animal.

Tomé su mano, como un trato justo, no sabía qué me esperaba de mi primer conocido en el instituto. Las personas iban y venían, pero daba igual, yo debía tomar la decisión, nadie me estaba obligando a aceptarlo, ni a comer con él, ni a molestarme en responderle.

-Estás bajo prueba. -Le advertí, sacándole un aullido de victoria.

Eso fue en la segunda semana, antes de que me presentara a mi primera clase del curso en el que me inscribió.

El curso de cerámica y alfarería se realizaba en las noches. GAS se rió de que no checó los horarios, condenándome a la ficha. Ni dije nada, ya me daba hueva irme a quejar. Aparte la profesora que lo impartía a esas horas lucía amigable, con la carita arrugada pero con manos libres de temblores.

Solo éramos como cuatro alumnos en ese horario, cada quien en su rollo. La primera hora se basó en una explicación del curso, mientras las luces amarillas sobre nuestras cabezas nos creaban sombras de interrogatorio y mi abrigo fue estorboso. Yo era el único que parecía tener frío.

Centrado, segunda hora.

-Al preparar la pella, asegúrense de que tenga una forma similar a esta -nos enseñó a pocos metros de distancia, levantando la mirada para ver pues disque la oscuridad no le dejaba apreciarla. Cosa de la tercera edad-. Procuren que esté bien redondeada por debajo y que no tenga huecos que puedan atrapar aire.

Los cuatro alumnos a mi alrededor trataban de seguir las instrucciones mientras tomaban notas. Yo hacía piezas de cerámica de chiquito así que no tomé nota, me sentí un poco flojo y la verdad solo quería que la hora terminara para irme a comer unas alitas.

Año y medio. Al menos me dejarán impartir talleres y buscar trabajo con este diplomado.

-Podría no hacer una carrera... -Murmuré, más inspirado mientras limpiaba el platillo antes de poner mi masa.

-Lanzamos la pella sin tambalearnos -la doñita la arrojó contra el suyo, asustándome de repente. Los demás alumnos la imitaron y yo me reseteé por los sonidos antes de hacer lo mismo-. Nunca queda en el centro así que la acomodamos hasta que quede bien puesta. Le damos forma y ponemos el torno en marcha; vamos a jugar un poco.

La arcilla era fría, siempre me gustó esa sensación. Sentir cómo esta giraba en tu palma y los dedos se ponían helados mientras creabas un lindo contorno. Las instrucciones de la profesora se basaron en solo sentirlo, para ella era importante que en la primera clase solo nos relacionáramos con lo que haríamos el resto del instituto.

Darle forma a algo, crear algo, expresar algo. Quizás yo no era un ilustrador, o un buen cantante, ni era bueno con las palabras y no sabía expresarme. Pocos entendían la cerámica, poco la apreciaban, pero me gustaba a mí.

Eso era lo único que me importaba.

-Vamos a comenzar a amasar -señaló su plato con agua para que metiéramos las manos en el nuestro y tomáramos un poco, no en exceso-. Que comience a subir y bajar... y chequen si la velocidad les parece cómoda, recuerden que tampoco puede ser tan lenta.

Aparté una mano para ajustar lo que decía, mientras mantenía la otra en la pella. Me centré en mi teléfono que vibraba a un costado en silencio, sobre mi mochila en el suelo, y me puse nervioso al ver que era el nombre de Adie. No sabía porqué me llamaba a esa hora; quizás salió temprano del trabajo.

Trabaja siempre. La última vez que lo vi le agradecí por su amistad y él hizo lo mismo, desde entonces apenas nos vimos.

-Anclen el codo a la cadera, para mantenerse estables y no sacudirse con el movimiento. Chico rubio, ten cuidado. -Le advirtió la profe.

Yo era alguien "enamoradizo", bastante romántico, daba asquito. La popular de mi clase en primaria fue mi primer flechazo. Me había hecho el feo por mi corte pero yo era un niño muy confiado y le di unas flores. Las tiró, pero equis. En secundaria un amigo de ESA persona, también me gustó, nunca lo dije y evitaba acercarme; ya era muy inseguro y lo vi graduarse.

En mi primer año en L.A, Disfluencia me pareció tan linda, pero fue solo algo platónico como de costumbre, al igual que Adie. La primera vez que lo vi solo fue como si se me retorciera algo, una emoción genial, hasta conocerlo más y afirmar que sí me gustaba.

-Ya pasaron dos años. -No pude sonreír al escucharme tan bajo, viendo cómo perdía su llamada por tener las manos ocupadas-. Cada quién sigue su camino, Dios.

"¿Estás ocupado? Salí temprano del trabajo y voy a tu dormitorio, perdón por no avisar. Si no quieres que vaya, dímelo", el mensaje iluminó la pantalla, consiguiendo que mi pierna se levantara hasta dejar de apoyar mis codos.

Mi rodilla golpeó la palanca de velocidades antes de que mi torso se viera arrastrado. Mis manos se fueron al frente junto a la pella que salió volando hasta golpearse contra el suelo y ensuciar mi abrigo de arcilla, pero las manchas en el suelo como si un intento de asesinato pasó en el lugar casi desmayaron a la viejita y alentó a mis compañeros a tratar de levantarme del piso, pero el agua y la suciedad los hacían resbalar; mantuvieron distancia.

Dios, el piso es de mármol, creo que me rompí la mandíbula.

-Perdón, yo -me levanté trastabillando, sosteniéndome de la mesita y mi mochila en el suelo. Toqué mi cara cubierta por arcilla, al igual que mi cabello-. Lo siento... Tengo que irme. Am, en serio, no era mi intención pero tengo prisa.

Caminé como pollo desplumado hasta la profesora y anoté mi nombre en su registro sin pedir permiso, en caso de que dijeran que no asistí. Arrojé el pedazo de arcilla que aún quedaba en mi cara y saqué mi celular mientras cruzaba el área verde: esperaba respuesta.

El azul de la noche me hizo sentir inseguro, pero el frío en mis huevos me tenía más estresado. Hasta los insectos me asustaban.

-¿Qué se le antoja a la nena? ¿Qué va a querer la princesa? -GAS respondió aparentemente feliz. El sonido de un videojuego y las teclas de su computadora le hicieron eco-. Qué quiere mi niña fresa, eh.

-SGA, SAL DEL APARTAMENTO AHORA.

-¿No querías un Banana Split? -No me hizo reír, pero a él sí le dio gracia su propio chiste de la verga. Jaloneé mi cabello mientras aceleraba mis pasos hasta llegar a la salida del instituto. Me faltaban unas cuadras-. Al menos explica, Dep. Estoy en torneo. Qué se te OFRECE.

-Tengo visita, por favor. Sal del lugar -le supliqué, esperando que me entendiera al menos por hoy-. Es un viejo amigo, ¿sí? Quiero verlo también, pero solo los dos.

-Suena bien, les invito la cena.

Qué. No.

-GAS, por favor, termina tu juego y sal. Puedes molestarme el resto del semestre pero te agradecería mucho si me dieras un ratito, solito, porfis.

-¿Alguien toca la puerta? -Me interrumpió, escuché sus tenis andar por la habitación-. Quién será. Qué ganas de conocerlo. Aquí te esperamos con la cerveza, chiquitín.

GAS me colgó. Dejándome parado a media calle mientras la furia se apoderaba de mí. Nunca había estado tan molesto al punto de no sentirme avergonzado por estarlo, y por primera vez, creo que no me molestaba desquitarme con alguien, ni siquiera ofenderlo o sacarlo a patadas. Apenas tomé aire y grité como si fuera animal en cautiverio.

-PUTO GAS DE MIERDAAAAAA. TE LO VOY A CORTAR.

• • •
GAS trae a Depresión en subibaja GAHAHAHAHA. Ay, me recuerda al personaje de el Escorpión Dorado. Para quienes no lo saben, es un mexicano se pasea en carro lanzando piropos u ofendiendo a medio mundo en la calle para retratar lo peor de México, y como quienes lo encuentran saben que es solo una imagen, te enseña a lidiar con este tipo de personas en caso de que encuentres a alguien verdaderamente nefasto.

AAAAAAAH, DEP SE DIO EN LA MADRE. Pero va a evitar ese encuentro de Adie; le da cosa que GAS empiece con sus mamadas y chistes malos. Igual al fin entró a su curso lindo.

SALAÍ HIZO ESTE DIBUJITO DE CÁNCER:



Amo la canción que puse en multimedia. Pero en fin, ¿tuvieron un buen día? Creo que esto es doble actualización pero no sé, GAHAHAHA. Nada más que agregar.

ADIÓS, LINDO FIN DE SEMANA. <3

~MMIvens.

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