Parte 3
Por supuesto cause una fuerte impresión cuando llegue al instituto al día siguiente, las miradas solo estaban puestas sobre mi, había cumplido mi objetivo como mujer promiscua, sin embargo, al observarme al espejo, solo podía ver a una peli negra que se encontraba completamente sola.
Se estaba convirtiendo en habito mío el ayudar a los oprimidos, mientras yo oprimía mis sentimientos.
—Buen día—interrumpió llegando un castaño con uniforme de americano a mi lado, una vez las clases habían finalizado.
—Buen día chico flor—respondí sin dejar de caminar actuando como si nada.
Pero ese chico era tan guapo, que incluso las piernas me temblaban.
—Soy Hoseok, J hope para mis amigos
—Oh, entonces somos amigos—me detuve mirándolo con una ceja ligeramente levantada.
—Bueno, hemos tenido ya una conversación profunda así que, podría decir que si. Sin embargo, no me conformaré con sólo tu amistad, debo dejarlo claro.
—Ay, no sabes cuánto necesitaba esas palabras—conteste burlesca y continúe con mi camino, sin embargo el se apresuro a emparejar mi paso.
Lo cual me hizo sonreír ladina.
—¿Cómo te ha ido al tratar de lidiar con toda la cuestión de los falsos rumores?—preguntó.
—Déjame decirte que tomé tus consejos. Seré una verdadera zorra—anuncié satisfecha.
—Wow, Wren, cuando te dije que no dejarás que los comentarios te afectaran, quise decir que..
—Se que quisiste decir. No dejaré que una bola de adolescentes hormonales se salgan con la suya.
—Pero...
Bien, me gustaba tener en ese momento apoyo moral, parecía ser un chico sincero y súper amable, dejando a un lado sus increíbles aspectos físicos debido al deporte tan ruso que practicaba, pero desenfocándolo, pude observar las miradas de todos puestas sobre ambos, y me era injusto, muy injusto tratar de mantenerlo a mi lado.
—Y hablando enserio, si te soy sincera, creo que es muy lindo de tu parte que quieras ayudarme y que me brindes tu amistad en un momento tan caótico como este, pero, no me gustaría arrastrarte conmigo a la tumba que yo misma cave.
—No me importaría quedar encerrado contigo Wren, de verdad. No soy claustrofóbico.
—Tú...—me detuve observando sus ojos cafés—No sabes lo que dices—dije negando repetidas veces.
Trate de finalizar esa conversación, pero antes de siquiera poder dar un paso:
—Oye, me olvide de pedirte algo ayer, ¿Puedes enviarme un mensaje de texto para ver si mi teléfono funciona?–cuestiono mostrándome su móvil.
—Ja, qué gracioso.
—Es cierto, ¿Cómo te voy a pedir matrimonio sin tener tu número?—espeto y en ese momento yo sólo lo tome como una broma.
—Te daría mi número, pero tengo problemas de confianza—le seguí el juego
—Bueno, entonces...—divago buscando algo en su celular—¿Puedes llenar este formulario por mí?—dijo entregándome la información de contacto.
—Eres muy ocurrente—solté apresurando mi paso.
—Ey espera, ¿Cuál es la prisa?
—Deje a mi pez en el agua, se puede ahogar, entonces...
—¿Q-qué?
—Adiós J Hosefo—me despedí dejándolo estático frente a las canchas de futbol americano.
—Es Hoseok. ¡Y tendré tú número! No voy a rendirme—grito a mis espaldas.
—Surte con eso campeón—susurre sintiendo mi estomago revolverse.
Muy bien, necesito acelerar un poco las cosas así que diré esto, los próximos días fueron básicamente iguales, a excepción de una cosa: Hoseok estaba a mi lado. Él era un estudiante que de cierta manera, jamás podría pasar desapercibido. Estaba en el equipo de Americano de la escuela y tan solo, gracias a eso, ya tenía una gran popularidad, a eso súmale el rostro de Dios griego que se carga, su personalidad única, y la amabilidad innecesaria, obviamente era el blanco de muchas solteras.
Y aunque intente muchas veces alejarlo de mi desastre, prácticamente había sido imposible, el chico era increíblemente obstinado y terco. Aunque, he de confesar que me agradaba tenerlo cerca, por fin todo parecía ir aparentemente "bien", pero, no si esta sea una ley del universo para fregarnos la existencia, pues cuando crees que todo va perfecto, algo debe pasarte para arruinarlo, y claro que si me paso algo, mi gota que derramo el vaso, eso paso.
Un chico de nombre Seohoon, había tenido el descaro de invitarme a una cita, y yo había sido más descarada al aceptarla, traten de entenderme, todos me veían como una fácil, y que alguien tuviese la decencia de invitarme como todo un caballero, me cegó.
Esa noche seria mágica, o al menos era lo que tenia pensado cuando las cosas iban tranquilas, habíamos cenado, y luego platicábamos fluidamente sin sentir incomodidad alguna, pero toda esa magia se esfumo cuando al llegar al estacionamiento...
—¿Cuánto cobras por un oral?—fue lo que pregunto una vez nos subimos al auto.
—Por supuesto que todo iba bien, que idiota—susurre sarcástica—¿Cuánto cobras por largarte al carajo?—espete tratando de salir, pero su agarre en mi brazo lo impidió.
—¿Qué me dices por un beso?
—Eres un completo imbécil, y quita tus manos de mi muñeca—exclame tratando de zafarme, pero su agarre comenzó a volverse mas fuerte.
Cuando me di cuenta ya lo tenia básicamente encima de mi, sintiendo las lagrimas salir de impotencia, como pude lo golpee fuertemente entre la entrepierna y salí del auto con prontitud.
—¡Eres un maldito patán!—grite asomándome—¡Y odio la comida china!—grite azotando la puerta con toda la fuerza que pude.
Y ahí me encontraba yo, caminaba en medio de la calle a la mitad de la noche con el rímel corrido, abrazándome a mi misma por el frio y sintiéndome una porquería.
Me sentía más un objeto que una persona, y creo que ese es el peor sentimiento que alguien puede tener.
Al llegar a casa, pude observar a mi madre sentada en el sofá mirando televisión, sin decir una sola palabra, bote mi bolso en el piso al igual que mis zapatillas y me tumbe sobre sus piernas.
—Podemos quedarnos así—susurre cerrando mis ojos.
—¿Por cuánto tiempo?—me pregunto seguramente sonriendo.
—Para siempre, ¿Se puede?
—Wren, ¿Pasa algo? ¿Tuviste un mal día?
—No, sólo quisiera quedarme así con mi madre toda la vida.
—Entonces toda la vida será.
Al sentirme vulnerable y protegida en el regazo de mi mamá, estuve a punto de decírselo, decirle que todo últimamente era una basura. Pero mi madre ya tenía muchos problemas que resolver como para que yo sólo le diera más.
Cuando tienes una madre soltera, siempre tratas de buscar la manera de no involucrarla en el trabajo sucio para que no ensucie sus dulces manos en el lodo por ti.
Yo me había metido en eso sola, ahora yo debía salir, sola.
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