Parte 2

Al día siguiente, los rumores y miradas me recibieron.

Por supuesto, Park no tardo en contarle a su amigo Juwon sobre mi pequeño favor, quien no dudo en recurrir a mi pagándome cien dólares por decir que me había tocado los senos en la biblioteca, luego él se lo contó a Seongwoo, él me dio su descuento del 50% en ropa GAP por una semana si le daba permiso de decir que habíamos intimidado en el laboratorio de química, y finalmente terminamos con Suho, el chico que me regaló un vale canjeable de Ghandi por decir que me había tomado el trasero durante natación, no los culpaba realmente por ser verdaderos idiotas, sólo eran unos chicos a quienes llamaban perdedores todo el tiempo.

Todos los rumores se propagaron como un virus, pero ya estaba preparada para aquello, sentía la admiración por una parte, por otra la envidia, había alumnas que me observaban con decepción y asco, pero así me vieran como fuera, no quitaba el hecho de que todos estaban juzgándome, juzgándome por algo que no era. Incluso la que consideraba mi mejor amiga, quien había dejado de hablarme con el pretexto de: "Quiero mantener mi reputación". Lin Shia, si estas escuchando esto, ¿Qué reputación? ¿Eh?

Si en ese momento lo hubiera sabido, que mi vida se transformaría en una basura, no lo habría hecho. Pero ya no importa, porque igual ya paso y no tengo una tonta maquina del tiempo para cambiarlo.

No fue hasta el momento en que Wook terminó contagiado de clamidia por quién sabe quién, su madre hizo una terrible escena en el hospital para obligarle a confesar quien había sido, y él en su intento de mantener a su chica en secreto, dijo mi nombre. En ese punto ya no me sorprendió que todos en la escuela lo supieran, el chisme vuela amigos, vuela.

¿Cómo es que había terminado en una situación así? Me sentía un asco. Los alumnos me esquivaban como si fuera un zombie y quería evitar convertirse en uno, les repugnaba, tanto que no soportaba permanecer ni un segundo más en los pasillos y terminé en mi guarida secreta mientras lloraba como magdalena: el baño de mujeres.

Y cómo en todas las películas, o en este caso, una historia de romance y comedia, debe haber un héroe ¿No? O al menos alguien que te haga sentir menos porquería.

Y eso pasó...Fue ese momento en que un caballero de noble corazón y armadura de acero entró a mi vida.

—¿Hay alguien ahí adentro?—se escuchó su voz entrando a los sanitarios y luego golpeando mi puerta.

—Está ocupado—solté secándome las lagrimas.

Sin embargo, volvió a golpear tratando de abrir.

—¡Dije que está ocupado pervertido imbécil!—espete abriendo la puerta de golpe.

Y ahí lo vi.

Sonaba su nariz por tremendo puerta o que le había metido en la cara.

El chico más guapo y jodidamente sexy que jamás había visto. Su cabello castaño dividido en dos y bien peinado, su camisa bien planchada y con ese chaleco azul corto con patrón de rombos, que a pesar de ser muy aburrido, en el se veía increíblemente genial

—Descuida, les he dejado en claro a todos que la clamidia no puede contagiarse por sólo tocar a una persona—mencionó mostrándome una sonrisa serena y reconfortante luego de sonarse la nariz.

Era hermosa.

—Ay, gracias. Que considerado de tu parte—le espete sarcásticamente recobrando la cordura—¿Qué vas a querer a cambio?

—¿Qué?—soltó sorprendiéndose al instante—No, yo no busco nada.

—Por favor, todos cuando me buscan quieren algo.

El chico río un poco y camino hasta recargarse en los lavabos.

—Debe ser difícil para ti ¿No?—hablo encogiéndose de hombros—Digo, estás comiendo tu almuerzo en los baños para esconderte cuando eso es muy antihigiénico.

—¿Qué me dices tú?—pregunte con la boca llena después de soltarle una mordida a mi sándwich—Estás aquí conmigo en los baños para mujeres, siendo hombre.

—Lo sé, ¿Cómo llegué aquí?—dijo haciéndose el malentendido—Lo único que gane fue un golpe en la cara.

Yo baje la mirada y camine para colocarme a su lado y al instante su colonia de macho alfa con pelo en pecho inundo mis fosas nasales haciéndome estremecer.

—Lo siento por eso. Siempre pensé que pretender perder mi virginidad sería un poco más especial—le confesé—Pero mucha gente me odia, y no puedo culparlos, hasta yo me odio.

El se mantuvo en silencio, como queriéndome dar a entender que podía hablar todo lo que quisiera y estaría ahí, escuchándome. Y yo realmente lo apreciaba, me estaba dando lo más valioso que alguien podía dar: un poco de su tiempo.

—¿Qué pasó con la caballerosidad?—cuestione llamando su atención—Quiero a un Tom que me diga que mire arriba y yo termine con popo de ave en el ojo o tendida en bolsas de basura, quiero a un Olly que me incite a huir a Hawaii con una tarjeta de crédito que conseguí en línea, quiero un 'A' que no pare de buscarme hasta encontrarme y que al final se vaya porque es demasiado considerado, y piensa que no es bueno para mi. Por un día quisiera, que mi vida fuese como una película romántica y llena de clichés pero...eso no va a pasar—escupí limpiando las lagrimas que no sabía cuándo se habían escapado—Vivo continuamente en una trágica comedia, porque irónicamente, hasta doy gracia. Soy patética.

—Ey, no digas eso. No eres patética—menciono colocándose el gorro que llevaba en manos y que no había notado con anterioridad.

—Ni siquiera se que hago hablando contigo de esto cuando no te conozco.

—Supongo que a veces uno se siente mejor hablando con un extraño que con personas que conoces. ¿Porque será?

Me encogí de hombros.

—Creo que un extraño nos ve como somos, no como quiere creer que somos.

—Probablemente—divago volviendo a sonreírme—Yo no creo en todos esos rumores, son basura.

—Al menos alguien lo cree—comente exasperante—¿Cuando fue que pase de ser la chica que completaba crucigramas a esconderme en los baños?—cuestione divertida—Porque tienes razón, almorzar en el baño es asqueroso, se me fue el apetito.

—Si, definitivamente—contestó riendo conmigo—Todo mejorara, no dejes que lo que digan los demás tenga un efecto negativo sobre tu vida.

—Gracias chico flor—finalice antes de salir del baño con una sonrisa en mi rostro.

—¿Chico flor?—soltó observándose confundido—Ja, que graciosa—murmuró sonriente al recordar que su gorro bucket tenia bordada una flor multicolor.

El chico flor tenía razón, no dejaría que los rumores tuviesen un efecto negativo en mi, sólo yo sabía quién era y cuál era la versión verdadera. Así que esa misma tarde al sentir la euforia y rabia recorrerme el cuerpo, recorté mi viejo suéter rojo de navidad y cosí una letra Z de zorra en cada una de mis prendas.

Como todos me llamaban zorra, había decidido que sería la chica más zorra que nadie nunca había visto.

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