[Parte 1]

Ahí me encontraba yo, terminaba de planchar mi largo cabello negro a una increíble velocidad de tortuga, como si eso me diera la oportunidad de evitar la escuela, quería dejarlo todo zanjado antes de regresar, pero me fue imposible.

—¡Querida, apresúrate o llegaremos tarde!—grito mi madre desde la estancia, seguramente buscando sus llaves, porque, (haré énfasis en esto) mamá siempre pierde sus llaves.

—¡Voy!—le conteste de vuelta apresurando mi acción.

Y de acuerdo, como yo tengo el control total al ser la narradora oficial de este relato, me adelantaré unos cuantos capítulos donde en lo único que hablaría sería de como es mi trágica vida al no tener una figura paterna, de como bajo a la estancia todas las mañanas, ayudo a mamá a encontrar sus llaves, como salimos despavoridas al ver que es tardísimo, después donde casi casi termina botándome en la escuela porque de lo contrario llegará tarde al trabajo, también quiero saltar la parte donde me encuentro a Bob, (o mejor dicho, al loco Bob) quien tiene una obsesión conmigo, (otra énfasis: de verdad, está obsesionado conmigo) y blah, blah, blah, esperen...Es aquí hasta donde quería llegar, la parte donde me encuentro en la cafetería al lado de mi mejor amiga: Lin Shia.

Ahora les contaré un poco sobre ella porque será un personaje importante en nuestro relato. La conocí en primer grado de primaria cuando se hizo pipí frente a toda la clase al instante en que un niño le mostró un ratón, porque, ¡Hello! Shia tiene traumas con los ratones. Después de ese acontecimiento todos comenzaron a llamarla: "La Shia-ce pipí", (Si, debo admitir que incluso yo me estoy riendo). Bueno, para no hacer el cuento más largo, yo fui la única que en esos tiempos de incertidumbre la llame por su nombre y me termino bautizando como su hermana de otra madre. Fin, no hay mucha ciencia.

Lo importante aquí que debo aclarar para que todo esto cobre sentido con el paso de la lectura, es que los padres de mi amiga mantenían un estilo de vida, mmm, ¿Cómo decirlo sin que suene tan pretenciosa? ¿Único y poco saludable? Por ello, cuando me invitó a pasar las vacaciones en su cabaña de California, me negué poniendo el pretexto barato de que: Había conocido a alguien. (Lo cuál, claramente era mentira), pues, era una hembra que jamás había tenido la necesidad de encontrar a su macho.

—¿De verdad pasaste el invierno con un chico? ¿Cómo fue? ¡Quiero detalles!

—No, no fue la gran cosa en realidad—sentí como el calor subía como termómetro a mis mejillas.

"Maldita mentirosa" me gritaba internamente.

—¡Claro que lo es! Tú nunca te fijas en cosas vanas como los chicos, ¿Cómo se llama?—insistió.

—Bueno—divague observando hacia todas partes en busca de algún nombre, entonces terminé topándome con los sobres de azúcar en la mesa—Le dicen Suga y estudia música en la universidad de Seúl.

—¿Suga? ¿Qué clase de nombre es ese?—me respondió con una mueca—Suga se le puede poner de nombre a un peluche, a un perro, pero no a un hombre que te incito a pasar el invierno con el—dijo levantándome sus cejas casquivana.

—¡Ugh!—rodé los ojos—Qué cosas aparecen en esa mente retorcida tuya.

—¿Tuvieron...ya sabes?—susurro entrecerrando sus ojos.

—¡Claro que no!—se me escapó un grito.

—Mientes, ¡Claro que lo hicieron! ¡Debes decirme! ¿Como fue perder tu virginidad con un universitario?

Ahora pensado con claridad las cosas, sé que en ese momento debí negarlo, decirle que no había hecho nada con nadie, que el tal Suga ni siquiera existía y que sólo había sido un invento de mi gran imaginación cuando se mezclaba con el inglés. Pero, esta vez no era la chica que se la había pasado contestando los crucigramas de los periódicos en navidad porque mamá tuvo doble turno, no, era la chica que había tenido sexo con un universitario. Por primera vez yo le llevaba la ventaja en algo a Shia y me había gustado tanto esa sensación que...

—De acuerdo, lo hicimos—solté sin pensar—Y no sólo en la cama, en el piso, en la cocina, en el estudio. Ese chico era peor que un conejo.

Y eso fue lo peor que pude decir, porque fue lo que abrió paso a todo. Sin darnos cuenta, Isaac, la chica más chismosa de la escuela escuchaba nuestra conversación una mesa atrás, y bueno, no fue extraño que a la media hora todo el mundo supiera que yo: Kim Wren de segundo año, había perdido mi virginidad. Los rumores en esa escuela volaban inclusive más rápido que la velocidad de la luz.

¿Qué cómo me di cuenta?

Al principio todo parecía normal, sin embargo, cuando recorrí el pasillo para buscar mi casillero, las miradas de los alumnos no dejaban de seguirme, solía ser una chica que pasaba desapercibida, asíque no estaba para nada acostumbrada a ese tipo de situaciones, luego fueron los murmullos a mis espaldas, pero en ese momento yo no sabía qué demonios estaba pasando así que me sentía realmente paranoica. No fue hasta la clase de literatura que supe la razón.

—Muy bien—interrumpió el profesor terminando de escribir en la pizarra—Letra escarlata: una mujer tiene un romance con un pastor y es mancillada, así que debe portar una "A" roja de adultera, ¿Qué me pueden decir al respecto de ese libro?

Todos se mantuvieron en silencio.

—Vamos chicos, debieron leerlo en vacaciones.

Entonces, es ahí donde Irene levanta la mano, y el profesor siendo tan ingenuo creyendo que daría una gran opinión personal le dio la palabra.

—¿Porque yo no puedo ver la letra A en la ropa de Wren?—soltó causando un alboroto.

—¡Cállate Irene!—dijo Shia en su intento de ayudarme.

—¿Porque debería? Esa clase de chicas tendría que llevar una advertencia escrita en la frente que diga: "Soy una maldita prostituta"—le contestó.

—Bien, basta—espetó el profesor.

Sintiéndome furiosa, tomé un plumón de mi estuche y comencé a rayar una hoja de mi cuaderno, la arranque y la puse en mi frente: "Soy una maldita prostituta" decía.

—¡Si, lo soy y tú puta madre fue mi maestra!—le espete sin pensar tomando a todos por sorpresa.

Luego en mi cabeza le mande una disculpa a su madre por insultarla de esa manera. Yo no era así, la única grosería que había dicho en mi vida había sido: Carajo. Y sólo había sido una vez al golpearme mi dedo meñique del pie.

—Suficiente, las dos se me van a dirección—clamó el maestro.

Mi día se ponía cada vez peor y apenas era inicio de semana.

—¿Porque no te conozco? Con un vocabulario así deberías haberme visitado hace mucho tiempo.

—Yo, perdí la cordura un momento.

—Si, ya lo creo—comentó el director terminando de firmar mi reporte—¿Sabes que? Olvidemos esto—soltó rompiendo la hoja a la mitad—Lo dejare pasar porque es tu primera vez aquí, lo único que debes hacer es disculparte con tu compañera y...

—¿Disculparme? ¿Porque debería disculparme? Ella me insulto primero.

—Y tú continuaste. Así que te disculparas y después de clase debes limpiar los sanitarios de caballeros, alguien vomito durante el almuerzo.

Ya no tenía otra opción, así que maldiciendo internamente, salí de la oficina cabizbaja con el rector detrás mío.

—No las escucho señoritas.

—Siento haberte llamado prostituta—dijo Irene de mala gana.

—Yo lamento haberle dicho a tu madre puta—dije mirando la punta de mis zapatos—Y por apuñalarte.

—¿Qué?

—A no, eso sólo lo imaginé—finalice antes de caminar directamente a los sanitarios.

Cuando llegue, todo el lugar era un campo minado de suciedad, no comprendía como es que los hombres podían ser tan asquerosos.

—¿Que rayos?—murmure levantando un condón debajo de los lavabos.

—Eso esta usado, así que en este momento quizá los hijos de otra persona recorren tus dedos—me interrumpió una voz a mis espaldas—Soy Park, te ayudaré a limpiar.

—¿También te castigaron?—quise indagar.

—Algo así.

—Yo soy...

—Créeme, sé quién eres—me interrumpió—Ya sabes, todo el mundo está hablando.

—Ah, claro.

—También sé cómo debes sentirte—me dijo el chico comenzando a colocarse unos guantes—Todo el mundo dice que soy gay y ni siquiera es cierto. Supongo que estamos en el mismo barco.

—Si, que porquería—balbucee ayudándole.

—Entonces supongo que sigues siendo Virgen.

—¡Por Dios! Eso no se le pregunta a una chica el primer día de conocerla—exclamé ruborizándome.

—Perdón, jamás quise ofenderte, sólo era una pre-

—Si, lo soy—le interrumpí—Sólo le mentí a mi amiga para librarme de las vacaciones con su familia.

—¿Porqué harías algo así?

—Vienen de una comunidad hippie y normalmente nadan desnudos, ¡No iba a andar nadando desnuda frente a su padre!

—¿Y porqué no les dices a todos la verdad?—me cuestiono.

Esa era una excelente pregunta de hecho.

—¿Eso cambiaría algo?—cuestione—Ya no cambia nada. La inseguridad es una porquería, un día me despierto pensando que valgo todo, y al otro no se ni siquiera que significo.

—Lo sé, me siento igual de miserable.

—¿Por qué dicen eso de ti?

—Porque un chico se me declaro en plena clase, llevo una cartulina y toda la cosa. Le dije que lo que hizo fue dulce pero, que no podía corresponder sus sentimientos, y supongo que todos lo malinterpretaron, al decir dulce me refería al gesto, no a el.

Bueno. Supongo que esta historia se trata de mi "no pensando" todo el tiempo, pero en ese momento me sentía tan mal por ese chico que...

—Haremos esto—solté deteniéndome—Vas a decirle a todo el mundo que lo hicimos, que cuando fuimos por herramientas al armario del conserje las cosas se alocaron y se encendieron un poco.

—¿Qué? ¡No! No podría hacerte algo así.

—¿Porque no? Las personas ya creen que soy una cualquiera, sólo será una gota más al vaso, no creo que se derrame.

—Pero, hablarán de lo...

—Quiero ayudarte Park—solté comenzando a quitarme las bragas.

—Que- ¿Qué haces?—espeto comenzando a asustarse.

—Necesitas evidencia o nadie va a creerte—dije tendiéndole mi ropa interior—No puedes decirle que no a una chica, es descortés.

Algo indeciso, el chico terminó aceptando.

Y así fue como empezó todo.

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