🎧 The alchemist 🎧
Me levanté de la silla de cuerina y froté mis cansados ojos, la única luz que había en la habitación era la de mi computadora.
Butter, que estaba a mi lado, me siguió hasta la cocina donde estaba su plato de comida, serví una considerada ración de sus croquetas favoritas.
Mientras Butter comía, tomé el libro que había estado leyendo de una de las repisas de la sala, lo abrí en la página que estaba marcada con un post it azul cielo y leí el apuntó que estaba escrito en el borde de la página.
“Este capitulo me hace recordar a 'Picture to burn' de Taylor Swift, el tipo es tan idiota como Joe Jonas”.
Sonreí al leer la anotación y miré a Butter golpear su plato contra el piso varias veces esperando una doble porción.
—Yo no soy Minju, Butter, no te voy a dar más comida. —reí y alcé a Butter para llevarlo al sofá conmigo.
Tomé el libro de “Los siete maridos de Evelyn Hugo”, que estaba en la mesa para café y lo abrí en la página en la que lo había dejado.
Habían pasado bastantes horas desde que me senté en el sofá, el libro ya estaba casi terminado, se escuchó una aniñada risa junto al sonido de la puerta abriéndose, no me giré porque sabía que era la señora Yang una vecina que recogía a Minju todos los días de la escuela, se despidió rápidamente y se fué.
—¡Mami! —Minju, mi hija de cuatro años, se abalanzó hacía mi, sus rechonchos bracitos abrazaron mi cuello cuando la levanté del suelo y di vueltas con ella en mis brazos.
—¿Como te fue en la escuela? —pregunté dejándola en el piso.
—Bien, ¿Y mami? —miró detrás de mí y una sonrisa triste atravesó mi rostro.
—Aún no... aún no llega —caminé hacía la cocina mientras Butter saludaba efusivamente a Minju.
El resto de la tarde ayudé a Minju a terminar sus tareas, jugamos a las princesas, vimos televisión y comimos un poco de pastel de chocolate.
—Mami —Minju agarró mi camisa blanca para detenerme. —¿Cuando va a llegar mami? —sus ojitos tan delicados me miraron expectantes.
—Yo... No lo sé —solté una risa cansada. —Mamá está cansada, ahora a dormir —tomé el borde de la sabana de ositos y la arropé hasta el cuello; dejé un besito en su sien y apagué la luz.
—Mami... —Minju me llamó antes de salir de la habitación.
—Dime —encendí de nuevo la luz de la habitación y me quedé en la puerta.
—¿Puedes dejar la luz encendida y la puerta entre abierta?
—¿Para qué? No hay monstruos en la habitación, ya revisé el armario y debajo de la cama —volví a la cama y me senté en ella.
—Es para que mamá no sé tropiece cuando llegue —su vocecita suave y expresión aniñada me hizo reír.—De acuerdo, pero eso me costará mucho dinero, así que espera un poco.
Me levanté de la cama y salí de la habitación; me dirigí al pequeño ático que había al final del pasillo.
Alcé un poco el brazo para bajar la escalera y subir a la polvorienta habitación.
—¡Mierda! —susurré cuando me golpeé con una caja de libros.
Me agaché para recoger los libros y encontré un anuario escolar junto con algunos libros de mi último año escolar.
Sonreí al ver la página donde estaba la foto del club de ajedrez, a Sana le encantaba jugar ajedrez de vez en cuando pero aún así estaba en el club.
Me dirigí a la página quince, donde estaba mi foto junto con la dedicatoria de mis amigas y sonreí inconcientemente al ver la bonita letra cursiva de Sana.
"¿Cuando nos graduemos al fin vas a pedirme que nos casemos?"
"Si, pero tendrás que esperar un poco"
Cerré el anuario un poco fuerte y me dirigí a la mesita de noche llena de polvo para sacar una lamparita de hámster.
Al tener el objeto en mis manos decidí bajar, no sin antes llevarme el anuario y algunos de los libros que se encontraban con el.
—Se llama señor Pocket —entré a la habitación con la lamparita.
—Hola señor Pocket —Minju saludó al hamster mientras yo conectaba la lamparita.
—Y... Listo, el señor Pocket te va a proteger de los monstruos y va a alumbrar tu habitación.—sonreí al ver los ojitos cansados de mi hija mientras miraba con admiración la pequeña lámpara que llevaba unos siete años en el ático acumulando polvo.
—Ahora mamá no se va a tropezar —dijo bajito a causa del sueño.
Me volví a despedir de Minju con un besito en la frente y dejé la puerta entre abierta tal y como había pedido. Fuí a mi habitación y me volví a sentar en la silla de cuerina y presté atención a la pantalla; Minju sonriente mientras abrazaba a su mamá y a mí, a Minju le encantaba el color amarillo así que su mamá usaba un vestido veraniego amarillo con detalles verdes y un sombrero tejido que el viento de la playa se llevaba por poco, Minju usaba un overol amarillo, una camisa color crema junto con un gorrito pescador amarillo, luego estaba yo; usaba una chaqueta amarilla a pesar del calor de la playa y una camiseta color crema a juego con Minju, el viento movía nuestro cabello, mi mano derecha sostenía de gorrito de Minju evitando que el fuerte viento se lo llevara.
Sonreí un poco, extrañaba esos momentos juntas.
Estuve unos buenos diez minutos viento la imagen, los recuerdos de esos días invadieron mi cabeza como siempre lo hacían, unas cuantas lágrimas salieron de mis ojos y rápidamente las limpié.
Una notificación de Skype llegó a mi computadora, era una llamada de Nayeon, como todas las noches después de su partida, ella llamaba y charlabamos un rato.
—¡Hola Tzutzu! —la cabecita de Yena se mostró por la cámara y rápidamente una mano la empujó de la cabeza hacia un lado fuertemente.
—Hola Tzu —la ronca voz de Jeong a través de la pantalla me hizo calmar la carcajada que solté al ver a Yena salir volando del cuadro de la cámara.
—Hey ¿Que tal? —sonreí al ver los ojos cansados y cabello mojado de mi amiga.
Jeong acomodó su mullete rubio antes de responder. —Bien, más o men- —bostezó y cubrió su boca con la toalla de patitos que había en su hombro.—nos, Heejin es muy inquieta, aún más que Yena.
Reí un poco hasta que Nayeon apareció en la cámara con Heejin entre sus brazos.
—Hey Tzu —movió su mano un poco, ya que tenía a Heejin bien apretada contra su pecho. —Jinjin saluda a la tía Tzu —su voz cambio a un tono más bajito y sujeto la mano de la bebé moviéndola un poco.
—Hola Jinjin —sonreí a la cámara y moví mi mano saludándola también.
—Y bien ¿Como te sientes? —Nayeon pregunta mientras acaricia la cabecita de Heejin.
—¿Puedo decir como siempre o tengo que decir realmente como me siento? —bromeo.
—Suelta lo que tienes, linda —Jeongyeon se acerca más a la cámara y sonríe.
—Pues... —suspiro —Minju la extraña, acaba de decirme que deje la luz encendida y la puerta entre abierta para cuando mamá venga no se tropiece. —acaricio mi ceño mientras hablo.
—Solo la extraña, es su mamá. —la sonrisa cálida de Nayeon hizo que mis ojos se aguaran y llorara en el instante.
Sentía que me ahogaba, mi llanto impidió que hablara con normalidad como solía hacerlo en situaciones similares.
—¿Y-y que h-hay de mi? —pregunté al borde del colapso. —No saben cuanto eh querido llorar, pero cuando veo los ojitos aquosos de Minju llamando a su mamá me trago ese nudo que se forma en mi garganta —un hipido lastimero salió de mi garganta con fuerza.
—Tzuyu... —Jeong me miró preocupada.
—Solo quiero volverla a abrazar —escondí mi rostro entre mis manos mientras escurrían grandes cantidades de lágrimas.
—Creeme que nosotras también queremos abrazarla de nuevo.
Las chicas me consolaron a través de la pantalla por unos treinta minutos, charlamos un poco y nos despedimos.
Me levanté de la cómoda silla y me dirigí al baño, me desvestí para entrar a la ducha, cuando me estaba enjabonando escuché un ruido en la sala, normalmente Butter intentabs subirse a la mesa ratonera a dormir en las noches sin mucho éxito.
Estuve unos diez minutos duchandome, cuando salí dea ducha escuché a Butter ladrar alegre, de seguro encontró su juguete favorito.
Me seco los pies en el tapete del baño y salgo enfundada en mi bata de baño, cuando levanto la mirada la veo ahí, en la cama matrimonial en la que estuve durmiendo sola los últimos dos años, dudo un poco en si es ella o es una alucinación porque me resbalé en la ducha y caí inconsciente.
—¿Tengo algo en la cara? —pregunta girando su cabeza como un perrito. Estaba sentada en la cama con Butter a su lado y Minju luchando contra el sueño en sus piernas.
Camino lentamente hacia la cama con inseguridad, ella deja a Minju en una esquina de la cama y se levanta. Cuando veo que Minju está lo suficientemente alejada corro hacia Sana, la abrazó por la cintura y la hago dar vueltas en el aire riendo.
—Realmente estás aquí... —digo después de dejarla en me piso y abrazarla aun más fuerte.
Sus manos suaves limpian mi rostro una vez más empapado por las lágrimas.
—¿Por qué lloras? ¿Te duele algo? —su cara de preocupación me hace esconderme en su cuello.
—Hace un rato me dolía el corazón, pero ahora que estás aquí, dejo de doler. —murmuro en su cuello.
—Deberías ir al doctor, eso es malo para tu salud. —me empujó por los hombros buscando mis ojos.
—Los doctores dijeron que hay una sola medicina capaz de curarme —expreso y acaricio sus mejillas.
—¿Que es? ¿Es algún tipo de- —beso sus labios rosados, ni siquiera fue un beso, solo mantuve mis labios sobre los suyos por un momento.
Cuando me separé no esperé la reacción de Sana, me besó de vuelta, sentí las estúpidas mariposas en el estómago que no sentía hace ya tiempo, posó sus manos en mi rostro intentando profundizar el ansiado beso pero nuestros pulmones no soportaron mucho tiempo.
—Wao... —su sonrisa linda y su nariz arrugandose me recordó a el día en que la vi por primera vez.
—No sabes cuánto te extrañé —acaricié su nariz con la mía en un beso esquimal.
—Yo también te extrañé, en las Islas Canarias no hay señal de celular y no llamarte durante dos años fue lo peor. —su mirada se tornó triste.
—Estos dos años sin ti fueron tan difíciles... Te perdiste mucho de la vida de Minju —la tomé de la cintura y la tiré a la cama debajo de mi.
—Lo sé... Por eso estoy aquí, renuncié a la investigación de los roedores de las islas canarias.
—P-pero te esforzaste mucho para poder ser parte de ella. —abrí los ojos como platos, me sorprendió ver el rostro tan tranquilo de Sana.
—El trabajo no es más importante que la familia Tzu, no es más importante que ustedes dos. —me dió un casto beso en los labios y sonrió. —Realmenten me hicieron falta. —acercó el cuerpo prácticamente inerte de Minju hasta nosotras y dejó un beso en su frente.
—Ya es tarde. —miré el reloj en la mesita de noche. —Ve a cambiarte. —me levanté de mi cómodo lugar a su lado y me dirigí al armario donde saqué una pijama de Sana. —No creo que te quede, debes haber subido de peso en dos años, creo. —ella me miró sorprendida y rió por mi comentario.
—Tzu, terminé de bajar los diez kilos que subí cuando tuve a Minju —rió por su comentario.
Cuando Sana se fué a bañar apagué la computadora, se escuchó la puerta del baño abrirse y tomé a Minju en mis brazos para llevarla a su habitación pero Sana habló.
—¿Que haces? —dijo secando su cabello castaño.
—La llevo a su habitación, hace un mes empezó a dormir sola —expliqué mientras iba hacia la puerta.
—¿No puede dormir con nosotras? —preguntó de nuevo está vez con ojitos de corderito.
—De acuerdo. —volví a la cama y dejé a Minju en el medio.
Cuando nos acostamos en la cama Minju estaba en una posición extraña, su cabeza estaba recostada sobre el colchón, sus brazos estaban estirados debajo de su tronco y sus piernas la mantenían en el aire en una especie de signo cuadratico (^) Sana la miró con adoración y la atrajo a su pecho.
—Aún recuerdo cuando era tan pequeña que cabía en tus manos completamente. — lo decía porque Minju era lo suficientemente grande como para caerse de sus manos pequeñas a diferencia de las mías.
—Aún es pequeña, solo que con veintitrés centímetros más y quince kilos más pesada que antes —bromeé, la realidad es que Minju había sido muy pequeña cuando nació a pesar de que yo, quién donó el óvulo, mida 1.76 la realidad es que heredó la baja estatura de Sana por alguna razón, al igual que los brillantes ojos de corderito y su bonita nariz, recuerdo que Minju midió unos 43cm al nacer y pesó dos kilos, Sana, a pesar de que intenté convencerla de que fuera yo quién cargara a Minju durante los nueve meses de embarazo, pero ella se negó y como consecuencia Minju nació a los ocho meses como recomendación de los médicos, Sana fue muy cuidadosa durante el embarazo, tomaba sus vitaminas y hacia ejercicio aunque no le gustará hacerlo, siempre se quejaba de que Minju pateaba mucho y no le gustaba la sensación, también detestaba cuando no podía comer cosas porque su hipersensibilidad había aumentado por el embarazo, aunque detestaba todo eso siguió con el embarazo y cuando a los ocho meses rompió fuente los doctores dijeron un: "Te lo dije", para ahorrarle el sufrimiento decidieron que era hora de hacer una cesárea.
Cuando vimos a Minju por primera vez, Sana sonrió como nunca, eso hasta que Minju comenzó a llorar y tuve que salir de la habitación con ella para que Sana no entrara en una crisis por el llanto de nuestra hija.
Los próximos dos años fueron felicidad, Sana empezó a agarrarle gusto a el llanto de Minju y ya no se quejaba por este, decía que le recordaba que había tenido una niña muy preciosa y que ya no era un problema.
Todo era color de rosa hasta que la universidad para la que Sana trabajaba como maestra de biología le informó que podía participar en una investigación de roedores en las Islas Canarias y claro que Sana aceptó, no tenía problema con ello después de todo era su sueño, hasta que descubrí que la investigación iba a durar más que un par de meses y cuando menos ví ya había pasado un año sin comunicarnos, Minju acababa de cumplir tres años y seguía preguntando por su mamá, lo último que esperé fue que Sana volviera a casa de sorpresa aún mas hermosa de como se fué.
Al día siguiente me levanté con mi alarma de las cinco, tenía un dolor de espalda horrible pero lo ignoré, salí de la habitación y Butter estaba esperandome en la cocina para que le diera de comer, serví sus croquetas y busqué algunas frutas para hacer el desayuno de Minju y dejarlo en la nevera antes de irme a trabajar, ignoré los pasos tras de mi pensando que Minju se despertó y seguí en lo mío, cuando me voltee para dejar el topper en la nevera Sana estaba apoyada en el mesón con sus antebrazos sosteniendola y dándome una buena vista de sus... Ya saben que. Pegué un salto del susto, pensé que había sido un muy bonito sueño.
—¡Sana! —toqué mi pecho intentando calmar los latidos de mi corazón. —Pensé que había soñado contigo —expliquéu al ver su cara confundida por mi reacción.
—¿Que haces? —caminó hacia mi con una sonrisita.
—Preparo el desayuno de Minju, tengo que ir a trabajar en una hora—saco un yakult de fresa de la nevera y lo dejo en sus manos. —Te haré algo de comer, solo espera un poco —le beso la frente y vuelvo al mesón de la cocina donde dejé algunas frutas sin cortar.
Hago una ensalada de frutas, que más que todo era un plato de hamster con frutas en cuadritos que no se tocan entre si.
—¿Aún tienes estos platos? Pensé que no te gustaban —picó un poco de fruta.
—Nunca dije que no me gustaran —la miré comer y recordé que tenía que ir a trabajar.
Me levanté, no sin antes darle un beso en la cabeza, y fui a la habitación donde encontré a Minju otra vez en una pose extraña, me bañé, cambié y organicé mi maletín, cuando fui a la sala encontré a Sana viendo televisión, me despedí de ella, cuando estaba a punto de salir me detuve y miré a Sana.
—¿Cuando vuelva vas a seguir aquí?
—¿A dónde iría si lo único que quiero es estar con ustedes?
Sonreí y por primera vez en lo que llevo trabajando para el Seúl news sonreí todo el día.
Momo estaba tal vez muy... Muy estresada, después de que Sana volviera de las islas canarias Nayeon, Dahyun, Roseanne, Jennie, Irene y otras de las chicas de la secundaria con las que aún mantenemos contacto, decidieron hacer una "Salida de chicas" a la que (claramente) no estábamos invitadas, la cuestión es que nos dejaron cuidando a nuestras hijas, para mi no es un problema cuidar a Minju, pero para las que nunca se tomaron el tiempo de cuidar a sus hijas más allá de los juegos infantiles y golosinas, más el echo de que Minju y otros ocho niños pequeños no son la mejor combinación, estamos acabadas.
—Nako bajate de ahí mi amor —Momo le pedía a su hija de cinco años que estaba subida en una de las repisas sobre el televisor.
—No. —Nako, la hija de Momo se cruzó de brazos con el ceñito fruncido, Momo, que estaba cargando a Yena que había comenzado a llorar porque Jeong tuvo que preparar la papilla para todos los niños y no le podía prestar atención, se pasó una mano por en rostro con ojeras y caminó a paso de tortuga hacia su hija.
—Nako, si bajas de ahí te daré de las galletas de mamá, de esas que están en la parte de arriba del estante y nunca puedes alcanzar. —se acercó al pequeño cuerpo de la niña.
Nako sonrió y se abalanzó hacia Momo, gracias a Dios que Momo es una mole y no cayó al piso de goma alfombrado con ambas niñas.
—Bien, es hora de comer —Jeong salió de la cocina con una olla grande repleta de papilla para los niños.
—¿Comida? ¿Donde? —Sooyoung quién revivió de su siesta de cuatro horas se levantó del sillón con un zapatito de su bebé en la cara. —Oye Kai, es hora de comer —le lanzó el zapatito para despertarlo.
—¿Que vamos a comer... —su voz decayó a medida que se fue acercando al comedor, soltó el piecito de Kai por el que lo arrastró hasta la cocina y miró al piso. —Kai vamos a comprarnos el menú infantil de Macdonalds. —se agachó a recoger de nuevo el piecito de Kai y lo arrastró hasta la puerta.
—Seungwan dijo que nada de comida rápida, Sooyoung —Jeong sirvió la papilla en el platito de Heejin. —Y si ellos van a comer papilla, todos vamos a comer papilla.—finalizó extendiendo un plato con la viscosa preparación.
—No voy a comer eso —dije cuando vi la papilla de vegetales.
—Acabo de decir que todos vamos a comer, incluso tu, Boo —señaló al perro con algunos mechones pintados con marcador que intentaba escapar por el patio de la casa.
Todas nos sentamos en la mesa, nos mirábamos incómodas mientras los niños comían su papilla felices. Jeong empezó a comer y todas les seguimos el ritmo; realmente no estaba tan mala.
—Está jodidamente delicioso —Seulgi que parecía sacada de una película de terror por las ojeras y el cabello desordenado, pidió que le rellenaran el plato.
—Cuidado con las malas palabras —Somi dijo a regañadientes.
Eran las cuatro de la tarde, absolutamente todos estábamos cansados, los niños estaban sobre colchonetas en la sala y nosotras éramos los almohadones de sus cabecitas.
—¿No se ven lindos? —un susurro suave y el sonido del obturador de una cámara me hizo golpear el estómago de la persona que estaba acostada a mi lado, Seulgi se quejó y me devolvió el golpe, molesta hice amago a levantarme pero me detuve al sentir el peso de Minju en mi pecho.
—¡Mami! —Nako salió corriendo en dirección a la puerta pisó mi abdomen y me sacó el aire.
—¡Mami! —todos los niños se levantaron creando una estampida y aplastandome en el proceso.
—¿Estás bien cariño? —Sana me preguntó con Minju en su cadera.
—S-si —me giré en el piso agarrando mi estómago.
—Minju debes ser más cuidadosa con tu madre —le regañó apretándole la mejilla como castigo.
—Peedon ma —se disculpó escondida en el cuello de Sana.
—No hay problema mi amor —pellizqué su mejilla obligándola a salir de su escondite.
Miré en dirección a las chicas.
Jeongyeon estaba siendo aplastada por su esposa y sus dos hijas, Momo teniendo su momento de amor con Dahyun y Nako intentando separarlas, Lisa (que estuvo durmiendo toda la mañana y tarde) le estaba contando cómo descubrió que Ryujin y ella podían hacer sus pulgares chiquitos, Jennie estaba besando a Jisoo para molestar a sus hijas, Seulgi estaba contándole a Irene lo bien que se había portado Kazuha, Chaeyoung se estaba quejando de como Olivia la había golpeado junto con otros de los niños.
Era un caos total para un departamento tan pequeño, pero se sentía correcto.
—¿Estas bien? —preguntó moviendo su cabeza como un perrito.
—Muy bien —dije para besar sus labios que sabían a durazno. —¿Nuevo gloss? —pregunté saboreando el sabor.
—Algo así —sonrió arrugando su narcita.
Me quedé callada observándola un rato, cuando sus ojos brillaron, tal vez por haber recordado algo, esperé su comentario.
—Sabes... Estoy planeando darle una hermanita o hermanito a Minju— mi corazón se detuvo y me atraganté con mi saliva.
—¿U-un hermanito? —tosí intentando liberarme de el gargajo que causó mi casi acelerada muerte.
—¡Sí! ¿No sería divertido? Minju no se aburriria tanto y podríamos comprar cosas de bebé y todo eso —estaba pasmada, ¿Realmente Sana estaba pidiendome que tuviéramos otro hijo?
Cuando planeamos a Minju fuí yo quién dió la idea de ser mamás, Sana aceptó llevar a Minju porque yo trabajaba 24/7 y no podría cuidar de mi embarazo, después de muchas charlas y tratamientos Sana quedó embarazada, y su pancita de embarazo me hacía volver mucho antes del trabajo solo para abrazarla.
—P-pero yo-
—Se que estás ocupa con tu trabajo, pero yo ya no tengo trabajo —me sonrió. —Y da la casualidad de que hay una habitación extra en la casa. —besó mi nariz en un besito esquimal.
—Pero-
—Si te preocupa que me pase algo no sucederá nada, no me pasó nada en las islas canarias no me pasará nada por tener a otro bebé. —acarició mis mejillas.
—Tienes hipersensibilidad Sana, no puedes exponerte a texturas ni ruidos, ¿No recuerdas lo díficil que fue con Minju? Llorabas todo el tiempo por el ruido, te molestaba la textura de sus pañales y ropa, yo... Yo no quiero que la pases mal, —tomé aire para continuar. —Aún si fuera yo quién tuviera ese bebé la pasarías mal y no quiero que suceda. —le dí un besito esquimal.
—Ya dale su hijo a Sana —Nayeon gritó des de la cocina.
Me sonroje brutalmente al recordar donde nos encontrábamos.
—Bien, pero solo uno más. —dije resignada.
Todos en la sala festejaron.
—Sana...
Amaba a Sana, si tuviera que explicar cuanto la amo no habrían cifras, ni canciones para describirlo, pero esto es otro nivel.
Entendía que Sana se tomaba literal muchas cosas, pero ahora estaba sonrojada hasta las orejas mientras escuchaba a Sana hablar de cómo los genitales de las ratas funcionaban en época de reproducción mientras estábamos en el banco de esperma esperando nuestro turno.
—Y por eso es tan alta su reproducción —finalizó su "exposición".
—Minatozaki Sana y Chou Tzuyu —llamó el doctor desde la puerta del consultorio.
—Vamos —susurré sonrojada, tomé la manga de su cárdigan y la arrastré al consultorio.
—Bienvenidas chicas ¿Como han estado? —saludó el atractivo doctor.
—Bastante bien ¿Y usted? —intenté ser cortés con mi inglés de secundaria.
—Perfectamente, veamos, ¿Es su segunda vez haciendo inseminación artificial verdad? —preguntó viendo unos documentos.
—Si, fue hace cuatro años —tomé la mano de Sana intentando calmar mis nervios.
—Todos los exámenes salieron bien, tu óvulo está sano y fertilizado, podemos empezar por dejar a ese próximo bebé con su madre. —extendió una hoja hacia nosotras. —Debido a la condición de Sana debo ejecutar un procedimiento diferente al normal. —explicó mientras firmabamos.
El proceso fue un poco tedioso debido a la hipersensibilidad de Sana y que yo estaba a punto de llorar a cada movimiento del doctor.
—No llores Tzu —secó mis lágrimas, había llorado al final de la consulta a causa de la felicidad que sentía mi cuerpo.
—E-es que —sorbí mi nariz —ya casi tiene su corazoncito, sus ojitos, sus manitas —me aferré a su cárdigan.
—Aun no tiene nada de eso, ni siquiera sabemos si está vivo o no. —siguió caminando hasta la guardería donde habíamos dejado a Minju.
—Pero es nuestro bebé y eso hace que me emocione un montón —la abracé efusivamente cuando abrió la puerta del jardín de niños.
—¡Mamis! —Minju salió corriendo de la zona de juegos a saludarnos.
—Hola mi amor lindo —besé su carita repetidamente dejando marcas del glosas de Sana en su carita.
—Mami, mami ¿Ya voy a tener a mi hermanito? —preguntó extendiendo sus brazos hacia Sana.
—Aún no existe un hermanito Minju, pronto existirá pero ahora es solo una bolita de tejido dentro de mi. —intentó explicarle a nuestra hija, pero ella hizo una cara de confusión y me miró.
—Mamá, mami está diciendo cosas raras —se cruzó de brazos e hizo un puchero.
—Mamá quiere decir que hay una bolita de plastilina en su estómago, cuando esa bolita empiece a crecer tu hermano ya no será una bolita de plastilina sino un bebé —le expliqué con literalmente plastilina.
—¿Entonces cuando mamá vomite a mi hermanito podré jugar con él? —preguntó mientras salíamos del lugar.
—Tendras que esperar un poco para jugar con el. —dijo Sana agarrando su manita para cruzar la calle y yo tomando la suya para que a ambas no las aplastara un auto por distraídas.
Estábamos bien, éramos felices las tres, bueno, cuatro. Era todo lo que le había pedido a la vida esa navidada cuando tenía doce.
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