57| La música del universo
Cuando perdemos a una persona que amamos, queremos que el mundo se detenga y reanude su curso una vez que nos sintamos listos para seguir adelante. Pero no lo hace. A mí ni siquiera me da tiempo para respirar y mucho menos espera a que haya aprendido a sobrevivir sin ella para arrojarme a nuevos laberintos. La luz que solía guiarme lejos de la oscuridad se ha apagado para siempre, así que me encuentro solo.
Transcurre un mes desde la última vez que la vi. Un mes desde el último abrazo y el último beso. Un mes desde la última conversación con mi novia. Es extraño, porque han ocurrido tantas cosas que parecen haber pasado años, y al mismo tiempo pareciera que fue ayer que todo sucedió.
Nada volverá ser como antes, aunque nada en el mundo ha cambiado. Para cuando Alai, Jake y yo abandonamos la ciudad, las manifestaciones continúan, ya que la policía aún no captura al culpable. Nos preocupa que el caso quede impune, pero no viajemos solos y eso hace que nos sintamos menos intranquilos.
Los padres de Alai, el señor Belmont y mi papá vienen con nosotros. Tanto ella como Jake necesitarán todo el apoyo posible en la competencia. Sobre todo porque las cosas dan un giro inesperado durante la emisión del programa. Al día siguiente, siguen sin procesarlo. Cada uno tira hacia una dirección opuesta y yo estoy atrapado en el medio.
—No voy a hacer esto. No puedo. Sabía que no debía venir aquí.
—¿Puedes dejar de decir que no?
Las pocas personas que deambulan a esta hora por los pasillos del set de televisión tardan más de lo necesario en pedir comida de la máquina expendedora. Presiento que se debe a la curiosidad que les genera la discusión. Yo finjo estar concentrado en la revista que cogí de la mesa, aunque ni siquiera entiendo si va sobre moda o viajes. Por un momento pienso en marcharme con la excusa de buscar el baño. Pero el lugar es tan grande que me asusta perderme e irrumpir en un programa en vivo.
—No competiré contigo. Fin de la discusión.
—¿Entonces qué? ¿Renunciarás? —le increpa Jake. Levanto la mirada instintivamente ante el silencio de Alai y vuelvo a esconderme tras la revista cuando él se gira hacia mí—. Por favor dime que no lo estás considerando. No puedes echarte para atrás justo ahora.
—Claro que puedo, ¿no me has oído? Abandonaré el concurso. Te llevarás tú el premio y el contrato con la discográfica, ¿qué más quieres aparte de eso?
—Quiero que tengas las mismas oportunidades que yo de cumplir tu sueño. Quiero ganar porque me lo merezca, no porque te retires de la competencia y no quede nadie más.
—No tiene caso, Jake. El público te elegirá a ti de todos modos.
Con miedo de asomarme al exterior, bajo la revista con lentitud y la devuelvo a la mesa. Jamás había visto a Alai antes. Supongo que cuando una situación excede nuestros límites, estallar es inevitable.
—Basta de poner excusas.
—¿Prefieres que sea explícita contigo? Bien, no pienso subirme a ese escenario. No me da la maldita gana de hacerlo —espeta, cruzada de brazos. Jake mantiene la calma, pero por cómo se masajea la sien, sé que le está costando no perder los estribos—. Prometimos apoyarnos el uno al otro. Hasta hace poco, nuestra idea era formar una banda. Que nuestros planes se hayan ido a la basura no significa que ahora seamos rivales.
—No he dicho eso.
—A mí me ha parecido que sí.
—No iba con esa intención. —Jake clava sus ojos en mí en busca de ayuda. Esta vez es demasiado tarde para ocultarme tras la fotografía de un perro con vestido en un yate—. ¿Verdad que no, Oliver?
—¿Tengo algo que ver en esto?
Alai le gana en responder.
—Él está de mi lado.
Y por lo que veo, eso no le agrada.
—Oliver concuerda conmigo.
—Yo no me pondré de parte de ninguno de los dos.
Mi primo deja escapar un suspiro. Alai no posee intenciones de retractarse y el ambiente se torna cada vez más incómodo. La tensión es tal que podría cortarse con un cuchillo, pero no me atrevo a intervenir. Aunque, si esto sigue así, no me quedará otra opción.
—¿Por qué has cambiado de opinión? Ayer estabas muy segura de continuar en competencia.
—No podemos competir entre nosotros. Odiaría arrebatarte lo que durante años ha sido tu más grande sueño. Tu padre tiene razón. Hablé con él por la mañana y creo que lo mejor será que...
—¿Hablaste con papá? Te pedí miles de veces que no lo hicieras.
Su tomo cambia de repente aprieta con fuerza la mandíbula.
—No veo nada de malo en charlar con él.
—Eso porque tú no lo conoces.
—¿Tiene una doble vida o qué? —inquiero.
—¿Ahora participas en la conversación? El momento ya pasó.
Me sorprende que Jake se comporte así conmigo. Sin embargo, alzar la voz y responderle de la misma forma no arreglará nada. Debo conservar la calma si quiero transmitírsela.
—No hace falta que te pongas a la defensiva. Nadie aquí te está atacando —aclaro con voz pausada—. Te recomiendo que intentes tranquilizarte primero y hablemos cuando te sientas mejor, porque con esa actitud dudo que lleguemos a algún acuerdo. No entiendo el problema que tienes exactamente con tu padre, pero lo tratas fatal y eso no va contigo. No sé qué te sucede.
—No, no lo sabes.
—Quizá si nos contaras lo que ocurre, podríamos ayudarte —sugiere Alai. Pero Jake se niega y opta por no insistir.
—No es algo de lo pueda hablar con ustedes. —Camina hasta la puerta y se detiene antes de salir al pasillo. En ese entonces se voltea hacia mí—. Asegúrate de que Alai coma algo. Apenas almorzó hace dos horas.
—No te preocupes por mí. Puedo con esto.
—Necesito tomarme un respiro. Pero no estoy enfadado, ¿sí? Con ninguno de los dos. —Fuerza una sonrisa, la cual no me creo en lo absoluto. Algo se esconde detrás de ella y debo descubrir qué—. Respetaré tu decisión siempre y cuando nadie haya influido en ella. Tienes toda la tarde para reconsiderar tu participación. El programa inicia a las siete.
Cuando se marcha y sale hacia el jardín, nos quedamos solos en la sala de estar. Alai lo sigue con la mirada hasta que lo pierde de vista y se debate entre seguirlo o darle su espacio. Comprendo que quiera estar solo un rato, así que termino convenciéndola de ir a la cafetería por algo de comer. No sé cómo ella puede ubicarse tan bien, mas intento no separarme de su lado para no extraviarme en la infinidad de pasillos y salas de grabación. Los dos tomamos el ascensor con dirección al primer piso y subimos junto a otras tres personas. Parecen ser camarógrafos porque llevan consigo el equipo correspondiente y platican acerca de una grabación que tienen pendiente. Ambos bajan antes que nosotros.
Una vez en el primer piso, abandonamos el elevador. La gente aquí se moviliza bastante rápido. Hablan por teléfono y esquivan a los que se cruzan en su camino con una habilidad sorprendente. Corren con cámaras cargadas al hombro y micrófonos colocados en el cuello. Se dan órdenes entre sí. Entran y salen de distintas salas con libretas bajo el brazo, como si todo ese alboroto formase parte de su rutina. De hecho, creo que así es.
Al llegar al comedor, la atmósfera se vuelve menos bulliciosa. Compramos una empanada cada uno y justo cuando estamos por retirarnos, encuentro a papá sentado en una de las mesas del fondo. Luce muy concentrado mientras dibuja en su tableta gráfica, pero de alguna manera siente nuestra presencia. Alza la mirada y nos hace una seña para que vayamos a sentarnos con él.
—¿Cómo va todo?
—Alai quiere renunciar a la competencia.
Lo suelto tan de repente que mi padre se queda perplejo. Quizá debí darle un poco de contexto antes. Parpadea repetidas veces sin poder creerlo y centra su vista en Alai, quien me observa con ganas de liquidarme.
—No hacía falta que fueses tan directo —murmura ella.
—Es mi especialidad —sonrío.
Papá deposita su tablet en la mesa para prestarnos atención.
—¿Y eso por qué?
—Porque prefiero ir a lo importante en vez de perderme en detalles innecesarios que no...
—No me refiero a eso, Oliver —me interrumpe y le doy un mordisco a mi empanada. Mi padre se enfoca de nuevo en Alai—. ¿Por qué planeas abandonar el concurso? Te ha costado mucho llegar a este punto. Imagino que tomar esa decisión ha sido muy difícil para ti. Hasta el día de ayer estabas segura de continuar, ¿hay algo que te haya hecho cambiar de opinión?
—Lo estuve meditando bastante. No hay un motivo en específico, sino que...
Momento de intervenir. Posiblemente me odie después de esto, pero le da demasiadas vueltas al asunto y no tenemos mucho tiempo para hacer que cambie de opinión. La transmisión iniciará en menos de tres horas.
—Habló con el padre de Jake. Mi primo piensa que este la convenció de retirarse del concurso.
Alai clava sus ojos en mí como si quisiera despedazarme. Sin embargo, me mantengo tranquilo porque estoy seguro de que Jake jamás permitiría que me hiciera daño.
—¿Qué fue lo que te dijo? —indaga papá.
—Nada, yo... No puedo competir con Jake. A Cristel no le gustaría que fuésemos rivales.
—No tiene por qué ser así. Apuesto que le encantaría que ambos cumpliesen sus sueños. —Mi padre espera que asienta. Solo entonces continúa, ahora con una expresión más seria—. Tú la conoces mejor que muchas personas. Eres su mejor amiga, ¿crees que ella te aconsejaría retirarte de la competencia?
—No.
—¿Y qué es lo que quieres tú?
—¿Puedo decir que no lo sé?
—Cualquier respuesta es válida —aseguro.
Le doy otro mordisco a mi empanada y por primera vez en un mes disfruto de una comida. Aunque soy consciente de que solo se trata de un bocadillo, creo que se trata de un avance.
—No quiero tirar por la borda todo aquello por lo que he trabajado, pero tampoco me apetece enfrentarme a Jake. Odiaría ser quien pisotease sus sueños.
Quizás en otro momento habría respetado su decisión. Esta vez no. Si se arrepiente, no podrá retroceder el tiempo y se perderá una gran oportunidad que quién sabe si volverá a presentarse en su camino. Una oportunidad capaz de cambiarle la vida.
—El público escogerá al ganador, Alai. En todo caso, de eso se encargarán ellos, no tú.
¿He sonado demasiado brusco?
—Gracias, eso me deja más tranquila.
Me parece que sí. Seguiré trabajando en ello.
—Supongo que lo que Oliver quiere decir es que, a estas alturas, el futuro no está en tus manos. —Sonrío ante la ojeada que me lanza papá. Si Alai quiere despedazarme, él planea sepultarme bajo toneladas de tierra. Pero con un poco de suerte, sobreviviré—. Así que no hay forma de que seas culpable de nada. A menos que optes por retirarte, porque si bien le cederías a Jake la victoria, aplastarías tus propios sueños. Existen muchas oportunidades allá afuera, pero no sabes si estas se abrirán para ti algún día en el futuro. No sabes si ocurrirá dentro de uno, quince o veinte años. Y tampoco sabes si serán tan importante como esta. Tú eliges si lanzarte a tratar de atraparla o ni siquiera intentarlo.
Aquello la hace dudar. No solamente a ella, sino también a mí. Y siento miedo porque, de pronto, la idea de viajar a Nueva York no me parece tan descabellada. Sin embargo, me esfuerzo la aparto a un lado para enfocarme en la competencia. La última ronda se halla a punto de empezar.
Mi padre decide quedarse un rato más en la cafetería mientras que nosotros regresamos al área de esparcimiento destinada para los participantes. Me desconcierta un poco el ajetreo que nos encontramos en los pasillos, pero aun así reconozco a Jake cuando lo veo esperando el ascensor. El primer impulso de Alai es caminar hacia él. No obstante, recibe una llamada de sus padres y la expresión le cambia por completo. No hace falta que diga nada. Sé que piensa lo mismo que yo.
Puede que se trate de alguna actualización del caso. Pueden ser buenas o malas noticias. La justicia puede estar cerca o podemos habernos alejado aún más de ella. Eso último me asusta y me resulta difícil mantener la compostura. Alai se dirige escaleras abajo, así que soy yo quien intercepta a Jake.
—¿Vas a escapar otra vez?
El elevador se abre frente a nosotros y por un instante pienso que aprovechará la oportunidad para escabullirse. Sin embargo, deja que las puertas del ascensor se cierren sin abordarlo y se gira hacia mí.
—Hoy no tuve un buen día.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Echo de menos a Cristel. Venir aquí sin ella se siente extraño. Hasta me parece oírla gritar entre el público cuando subo al escenario.
—¿Eso hacía?
El corazón se me encoge cuando asiente. Desde que ella ya no está con nosotros, los días buenos se han extinguido.
—La presentación de ayer se me hizo muy difícil y tengo miedo de arruinar la de hoy —confiesa sin mirarme a los ojos. Nunca antes se había sincerado conmigo de esa forma, por lo que alguna vez llegué a creer que carecía de inseguridades. Pero me equivocaba. Todos las tenemos—. Sé que Alai quiere retirarse de la competencia, lo cual me facilitaría las cosas. Solo que no sería justo para ella. Se ha esforzado tanto como yo para alcanzar esta instancia. No puedo dejar que se dé por vencida.
Tiro de su brazo para conducirlo a los sillones que se ubican debajo de las escaleras. Aquel rincón apartado nos proporciona cierta privacidad en medio de toda la gente que circula por el pasillo.
—¿Piensas tu padre haya influido en su decisión?
—Me preocupa que la convenciera de abandonar el concurso para despejarme el camino.
—¿Lo consideras capaz de algo así?
—No sabes nada de mi padre, Oliver.
—Por eso me he acercado a hablar contigo. Siempre que él está con nosotros, te pones a la defensiva y saltas a la mínima. Aquello no es propio de ti.
—No lo era hasta que ocurrió lo de Cristel —reconoce y no puedo más que comprenderlo. Ninguno de los dos ha vuelto a ser el mismo luego de lo sucedido—. Independientemente de si gano o no el concurso, no volveré a verlos después del verano. No hasta mediados de año, por lo menos. Y mientras tanto, deberé enfrentarme a lo que venga solo. Tú tienes a un padre que se interesa por ti, el mío... —Guarda silencio y por instante temo que diga algo malo—. Se enfoca demasiado en el trabajo. Apenas pasamos tiempo juntos, así que estaré solo.
—¿Has intentado contarle que esto te afecta?
—No creo que funcione.
—Claro que lo hará, Jake. Quizás a tu padre tarde más en darse cuenta, pero yo no permitiré que vuelvas a sentirte así. Puedes hablar conmigo cuando quieras.
—Gracias, yo... Supongo que ya lo arreglaremos. No pasa nada. Apuesto que estoy exagerando.
Estoy a punto de decirle que no cuando me percato de que Alai ha regresado. El corazón me late desenfrenadamente, pues su padre la acompaña. Este trae el teléfono en la mano y ella tiene los ojos llorosos. Sé de inmediato lo que eso significa. Hay actualizaciones del caso de Cristel.
—Ya atraparon al culpable —anuncia el señor Dennis. Siento como si mi alma se desprendiera de mi cuerpo en ese momento y luego se reincorporase a él. Cojo del brazo a Jake instintivamente, porque temo desmayarme en ese preciso instante—. Intentó cruzar la frontera para salir del país, pero ya está bajo resguardo policial. La familia de Cristel ha conseguido una buena abogada. Acabo de conversar con su madre. Se esforzarán para que obtenga la pena máxima.
Reconozco que aún nos queda un largo camino por recorrer para conseguir una sentencia. Sin embargo, la noticia me sienta cual rayo de esperanza y un peso, aunque pequeño, abandona mis hombros. Quien le quitó la vida a Cristel no debería formar parte de la sociedad. Es un peligro para mucha gente. No hay más que odio en su interior y por desgracia, fue eso lo último que ella conoció de este mundo. El odio más profundo de todos.
—¿Entonces ya no lastimará a nadie más? ¿Cristel podrá descansar en paz? —articulo en un hilo de voz. Jake me mira de reojo, como si buscase confirmar que esto de verdad está sucediendo.
Alai asiente. Su mano viaja a los dijes que le cuelgan del cuello.
—Y si lo hace, tal vez nosotros volvamos a estar tranquilos algún día.
—Quizás la justicia me ayude a encontrar la manera de soportar una vida sin ella. —A pesar de las lágrimas agolpadas en sus ojos, Jake no titubea—. Lo más importante es que todo el peso de la ley caiga sobre el imbécil que la asesinó. Ojalá lo maten en la cárcel. Él allí tendrá comida y un techo bajo el cual dormir, mientras que, ya sin signos vitales, Cristel permaneció tirada en el lugar donde la hallaron. Esa basura no se merece nada. No quiero pagar impuestos para mantenerlo.
—Ninguno desea contribuir ni con un céntimo a la manutención de esa escoria, Jake. Pero solo así podremos asegurarnos de que no cometerá crímenes similares —comenta el señor Dennis con un ápice de esperanza.
—Cristel siempre dijo que, si esto estaba en su destino, quería ser la última —les recuerdo.
—¿Y realmente creen que eso será así? —cuestiona Jake. Ninguno contesta. No porque no sepamos la respuesta, sino porque esta nos asusta—. Se han reportado tres cifras más de feminicidios luego del suyo. Los medios no paran de hablar de eso, de cifras. Muchas veces ni siquiera mencionan sus nombres. Como si al ser asesinada, una mujer dejase de ser una persona y se convirtiese en una simple estadística.
Odiaría que eso pasara con Cristel. Ella soñaba con ser inmortal. No en el sentido literal, sino mediante un legado en la música que la mantuviera viva aun cuando su corazón se detuviera. Quería que el mundo escuchase su voz, pero la silenciaron de la manera más cruel posible.
—No sé por qué esto le ocurrió a ella y no a mí —confiesa Alai. Se limpia una lágrima de la mejilla y toma aire antes de continuar—. No entiendo cómo alguien puede albergar tanta maldad y encontrar placer en el sufrimiento de una persona. No tengo idea de qué haya motivado a ese hijo de puta a atacarla con tanto odio. Pienso que forma parte de una positividad muy tóxica tratar de hallarle un motivo a todo. Pero yo sigo aquí y voy a hacer algo con lo que me queda de vida. Me aseguraré de que no caiga en el olvido.
—Yo tampoco quiero que la recuerden como la chica que fue asesinada en un descampado. No quiero recordarla con tristeza cuando solo trajo felicidad a mi vida —admito y me sorprende que el dolor atorado en mi pecho me permita expresarme.
—Esta noche me presentaré en el programa —anticipa Alai. Jake levanta la mirada hacia ella y le sonríe. La toma de la mano, lo que le da la fuerza suficiente como para reafirmar su decisión—. Participaré en la última ronda y cantaré para ella. Seré su voz para que no se convierta en una cifra.
Mi primo se acerca a Alai para besar su frente y miles de recuerdos se me vienen a la cabeza. No puedo evitar acordarme de Cristel. Apenas ha transcurrido un mes de su partida y ya me estoy acostumbrando a hablarle a las estrellas. Me gusta creer que me escucha desde allí y que escuchará cantar a Jake y a Alai esta noche.
La gala inicia puntualmente a las siete. Los conductores presentan a los cuatro miembros del jurado y anuncian a los artistas invitados que inaugurarán la última instancia de la competencia. Por lo que sé, la mayoría se trata de ganadores de ediciones pasadas del concurso. En esta ocasión, el programa no solo se transmite por televisión, sino que el espectáculo también está abierto al público. Se han vendido más de setecientas entradas para la presentación, las cuales se terminaron el mismo día que se habilitó la compra. El show se desarrolla a los exteriores del canal y me resulta imposible no imaginarme a Cristel entre la multitud, en los camerinos, en la prueba de sonido, a punto de subir al escenario. La veo en todas partes.
Algunas noches también se cuela en mis sueños, aunque últimamente me cuesta quedarme dormido. Estoy trabajando en eso con la psicóloga. Necesitaba ayuda profesional luego de lo sucedido y papá no dudó en sacar una cita para mí otra vez. Agradezco que lo haya hecho, porque a veces se me dificulta dar el primer paso.
Hay días en los que solo quiero sentarme a llorar. Sin embargo, pese a que es completamente saludable, mi vida a partir de ahora no puede basarse solo en eso. Hoy me permito sonreír. Lo hago durante la videollamada que mantenemos con Darlene, Katherine y Lily. Jake sostiene el teléfono y Alai se encuentra a su costado. A tan solo unos metros estoy yo. La sala de esparcimiento yace repleta, así que decidimos salir al jardín.
—¡Lo harás genial! ¡Tú puedes! Mi hermana te estará viendo desde el cielo, ¡todo saldrá bien!
Cuando la menciona, siento una punzada en el pecho. Solo que esta vez no me inyecta dolor, sino la fuerza que necesito para enfrentarme a un mañana donde ya no me espera. Quizás algún día aprenda a (sobre)vivir sin ella.
—Te prometo que la haré sentir orgullosa —le asegura Alai.
—Estoy segura de que ya lo está. Tanto de ti como de Jake. Y nosotras también —le sonríe Lily. Aunque ninguna me ve a mí, puedo observarlas a ella y a Katherine.
—Sé que cuento con ustedes. Gracias por seguir aquí a pesar de todo.
Katherine sienta a Darlene en su regazo y Lily se acomoda al lado de ambas en el sillón. No necesito acercarme para darme cuenta de dónde se encuentran, pues reconozco enseguida los muebles de la casa de Cristel.
—¿A pesar de qué, exactamente?
—Este último mes ha sido el más duro de toda mi vida. Desde que Cristel ya no está, las cosas me han costado el doble.
—Seguimos aquí porque te queremos, no a pesar de algo. De eso se trata la verdadera amistad —explica Katherine y Darlene aplaude con entusiasmo. Me reconforta que haya recuperado un poco de su alegría.
Jake asiente y Alai esboza una pequeña sonrisa. Él deposita un beso en su mejilla.
—Cuando amas a alguien, permaneces a su lado en cada una de sus facetas.
Antes de que Lily pueda añadir algo, Darlene se interpone entra ella y la cámara. Lo próximo que veo es una cartulina rosa con mucha brillantina y lentejuelas.
—¡Leia y yo les deseamos mucha suerte a los dos! ¡Hasta les hicimos un cartel! No importa quien gane, yo los quiero a ambos.
—Y nosotros a ti —le contesta Alai.
—¡Díganle a Oliver que tome muchas fotos para que me las enseñe en casa!
—Eso hará, le guste o no —me compromete Jake.
—Los estoy escuchando.
La mirada de Katherine se cruza con la mía y aunque me siento bastante cómodo en el sofá, entiendo que ya no poseo escapatoria y me pongo de pie.
—¿Desde hace cuánto estás ahí? ¿Qué te trae tan ocupado que no vienes a saludar?
—Quizás está decidiendo a quién de los dos darle su voto —supone Lily, pero no hago más que negar.
—Sencillo. A ninguno. No puedo elegir solo a uno.
Jake se lleva una mano al pecho como si mi simple respuesta lo hubiese conmovido.
—Nosotras tampoco —concuerda Katherine—. Los dos se merecen ese premio. Desearía que escogiesen más de un ganador. Haber llegado a esta instancia ya es de por sí un logro muy grande. Tendremos que celebrarlo la próxima vez que estemos juntos.
Darlene asiente y deja un lado el cartel para que podamos observarla mejor.
—¡Sí! Cuando los vuelva a ver, les voy a dar un abrazo gigante.
Hablamos un rato más hasta que debemos despedirnos porque el espectáculo empezará en unos minutos. Darlene nos manda un beso a todos del otro lado de la pantalla y esta se vuelve negra. Ella es la más emocionada. Sabe que se vienen grandes cambios, pero no conoce exactamente sus implicancias. Ni siquiera nosotros lo hacemos. Esta noche marcará un antes y un después en nuestras vidas. Solo una persona conseguirá el contrato con la discográfica mientras que la otra deberá seguir intentando. El futuro es incierto y eso asusta.
—¡Jake! ¡Hora de subir al escenario! ¿Estás preparado?
La madre de Alai llega hacia nosotros y a jurar por la prisa con la que entra, lleva buscándonos un buen rato. El padre de Jake aparece detrás de ella y su vista se posa en su hijo casi al instante. Este asiente y guarda su celular, el cual aún tenía en la mano. Sin embargo, por primera vez sus ojos parecen contestar lo contrario y como no verbaliza una respuesta, así que el señor Belmont contesta en su lugar.
—Claro que lo está. El público lo espera. No los decepcionará.
Jake permanece inmóvil. Noto que tiene los músculos completamente tensos y la mirada perdida. Solo reacciona cuando Alai se acerca a él y junta su frente con la suya.
—Da lo mejor de ti.
—Estaremos apoyándote desde aquí —le garantiza Mayra—. Sal y diviértete. Nunca sabemos si una experiencia volverá a repetirse, así que lo mejor que puedes hacer es pasarla bien.
—Suerte —le deseo finalmente—. Estoy orgulloso de que hayas llegado a esta instancia. No cualquiera lo consigue.
Su padre se ríe con sutileza.
—Tranquilo, Oliver. No necesita suerte.
Sé por cómo aprieta la mandíbula que el comentario de su padre no le gustado para nada. Sin embargo, a pesar de todo, Jake nos sonríe cuando escucha su nombre por el altavoz.
—Gracias. Los veré luego.
Se aleja de nosotros con el señor Belmont siguiendo sus pasos. Mayra nos sugiere entrar, así que dejamos el patio y cogemos asiento en el único sillón libre de la sala. Gracias a la pantalla de televisión puesta en la pared, lo vemos subir al escenario minutos después. La mayoría de familiares se encuentra en el público. Sin embargo, algunos observan el espectáculo desde aquí y tienen que hacerse a un lado para no bloquearle la vista a nadie. No pasan ni siquiera cinco minutos hasta que la banda sonora empieza a tocar y Jake entona los primeros versos.
Todo va bien al principio, pero a medida que transcurre la canción distingo cierto temblor en su voz. Alai también se percata de ello, mas mirada recién se llena de pánico cuando desafina en la parte del coro. Me llevo una mano al pecho porque en ese momento se me cae el alma a los pies. No puedo imaginar lo que debe estar sintiendo él. Jake nunca comete esa clase de errores, ¿por qué tiene que ocurrir justo ahora? Estoy seguro de que los jueces se han dado cuenta, por lo que intercambian un par de vistazos reprobatorias que solo consiguen ponerlo más nervioso.
Entonces viene lo peor. Jake olvida la letra.
La música continúa sonando, pero él se pasea por el escenario completamente en blanco durante unos segundos que me parecen eternos. Por suerte, vuelve en sí poco antes del final y termina con éxito la presentación. De todas formas el aplauso del público y de todos los de la sala. Los presentadores retornan al escenario y lo felicitan por su desempeño, aunque Jake apenas les devuelve la sonrisa. Pese a que ninguno comenta nada acerca de lo sucedido, resulta obvio que son conscientes de ello. Después de despedirlo, dan paso a un corte comercial y aunque se tarda un poco, Jake regresa con nosotros. Se dirige directo al patio y Alai no duda en seguirlo. Esta vez su padre ya no camina detrás de él.
Mayra me dice que vaya con ellos y cuando salgo, los veo abrazados. Me parece escucharlo llorar, pero no estoy seguro. De inmediato repara en mi presencia. Se separa de Alai con delicadeza e intercala una mirada entre ambos.
—Ha sido un desastre.
—Claro que no —le asegura ella—. Aún tienes posibilidades de ganar. El jurado no lo decide, es el público el que...
Jake niega. Sus ojos lucen tan apagados que me cuesta reconocerlo.
—Espero que elijan a quien verdaderamente se lo merece.
—Que hayas fallado en el escenario no significa que no merezcas una oportunidad para destacar. Te has esforzado mucho durante toda la competencia —le recuerdo, aunque no logro convencerlo.
Alai toma su mano y esto le saca una pequeña sonrisa. No dura mucho, pero aprecio que al menos se haya asomado.
—Tienes demasiado talento, Jake. Un tropiezo no define tu carrera y tampoco delimita las cosas que eres capaz o no de hacer.
—Lástima que no todos piensen de ese modo.
Justo cuando Alai se dispone a refutar, la llaman por el altavoz. Jake aún sostiene su mano y besa sus nudillos. Ella sabe lo que significa y aunque luce nerviosa, no duda en dirigirse hacia la sala.
—Ya es mi turno.
—Lo harás increíble —le garantiza Jake.
Jake y yo le deseamos suerte y nos despedimos. Nos quedamos unos minutos en el patio hasta que oímos vítores provenientes del interior. Al entrar, la vemos en el escenario a través de la pantalla. Los reflectores la alumbran y enseguida se convierte en el centro de atención. Se lleva una mano al cuello y acaricia los dijes antes de romper el silencio. A los pocos segundos, empieza a cantar.
Sé que hay mil formas para decir sí
Sé que hay silencios que hablan más que mil palabras que serán miradas que revelan lo que quiero es vivir mi libertad
Para frenar, para evitar sin explicarlo
No hay que ser sabio para comprender que...
No necesito que la letra sea explícita para entender que la canción trata sobre la violencia de género. Nunca la había escuchado, pero en la pantalla figura el nombre. El tema se llama No es no de Axel y Soledad. Ni Jake ni yo esperábamos que interpretase una canción como esa, mucho menos con una herida tan fresca. Apenas hemos pasado treinta días sin Cristel y no sé de dónde saca fuerzas para plantarse arriba de un escenario.
No es no
Y hay una sola forma de decirlo entiéndelo
No es no
Y no hace falta que lo justifique cuando digo no es no
No tengo que gritarlo ni sentir vergüenza al decirlo no
Una mano se posa sobre mi hombro y al voltear me topo con la sonrisa de Mayra. A diferencia de nosotros, no luce sorprendida. Quizá sabía de antemano el tema que su hija había elegido para esta noche. Y Jake no equivocaba, porque lo está haciendo increíble.
Sé que hay distintos modos de sentir
Sé que hay secretos que prefiero abrir al viento
Eso es vivir sin miedo y poder elegir
Lo que quiero es vivir mi libertad
Para pensar, para callar sin explicarlo
Después de ello, se repite la parte del coro y poco a poco la melodía se va extinguiendo. Recién entonces las cámaras enfocan a los jueces y me percato de su reacción. La canción también ha removido fibras sensibles en ellos. Ninguno ha podido contener las lágrimas.
No es no
No importa si lo digo sonriendo o llorando
No es no
En cualquier idioma se comprenda y queda claro
porque no es no
Con una vez alcanza, no hace falta repetirlo
No es no
Al terminar, el público estalla en aplausos, igual que todos los de la sala. Alai regresa tan solo unos minutos después y Jake es el primero en abrazarla. Luego lo hacemos su madre y yo. A ambos nos siguen varias personas. Muchos de ellos son participantes que fueron eliminados en instancias anteriores, pero que decidieron venir a apoyar. Mayra se marcha cuando recibe un mensaje por parte de su esposo, quien se encuentra junto a papá en la tribuna. Las votaciones están a punto de cerrarse y la premiación empezará en breve, por lo que va a ubicarse en primera fila.
Por otro lado, nosotros usamos el ascensor para subir a la terraza. Jake dice que la vista desde allí arriba es increíble y no se equivoca. Se observan las luces encendidas de todos los edificios de lunas impolutas. Los automóviles se ven tan pequeños y se desplazan a tanta velocidad que parecen simples canicas de colores. Estamos tan alto que el bullicio apenas nos alcanza. A pesar de la prisa con la que se mueve el mundo, encontramos paz. De repente se forma un silencio y aunque no se trata de uno incómodo, Jake se encarga de romperlo.
—Lo hiciste fantástico, Alai. Estoy muy orgulloso y feliz por ti.
—Has hecho una increíble presentación. Al público le ha encantado —le aseguro, mas no logro convencerla.
—¿En serio?
—¿Cuándo le he mentido a alguien para proteger sus sentimientos?
Jake me clava el codo en las costillas, así que opto por cerrar la boca. Cuando lo hago, él esboza una sonrisa, mientras que yo me acaricio el abdomen. Espero que eso signifique que se siente mejor. Por lo menos luce menos tenso. Lentamente se acerca al borde de la terraza y apoya ambas manos en el barandal. Levanta la vista hacia el cielo en busca de algo.
Sobre nosotros se extiende un manto negro carente de estrellas. Culpo de ello a la contaminación lumínica. La única luz proviene del alumbrado público y de los edificios. En su interior la vida continúa a pesar de que la noche se haya adueñado de la ciudad. Esta nunca duerme. Ni siquiera cuando la Luna se apodera del cielo. A su costado distingo un diminuto cuerpo celeste que parece hacerse cada vez más brillante.
—¿Ven esa estrella de ahí?
Asiento, aunque Jake no me ve. Mantiene la mirada en el firmamento.
—Es hermosa, ¿creen que se trate de ella?
—Sin duda. Seguro intenta decirnos que todo estará bien, que podremos seguir adelante y que no se ha ido por completo. —La voz de Alai se apaga, pese a que esta vez ninguna lágrima se desliza por su mejilla—. Solo debemos aprender a identificar las señales que nos manda y entender su nueva forma de comunicarse.
Mi primo se gira hacia nosotros y al observarlo de espaldas al cielo, me provoca la impresión de que aquella inmensidad lo abraza.
—Brillará por el resto de la eternidad. Ya nada puede lastimarla ahora. Por fin se encuentra a salvo.
—Y hasta que volvamos a estar juntos, la esperaré en mis sueños todas las noches —le prometo a mi estrella. A partir de ahora, la buscaré cada que se ponga el sol.
Sé que no soy el único que ansía reencontrarse con Cristel. Así sea tan solo por unos minutos. Así tarde poco en abrir los ojos. Así la realidad me desgarre el alma al despertar.
—¿Ha aparecido en ellos en algún momento? —inquiere Alai.
—Anoche lo hizo. Soñé que me abrazaba y se ponía a cantar. Luego me habló acerca de sus planes en la música. Eso me da la certeza de que donde se encuentra ahora, sigue dedicándose a lo que le apasiona.
—Me hubiese encantado compartir mi futuro con ella. Habíamos planeado muchas cosas. Formar una banda, entre ellas. —Jake eleva su vista al cielo y se detiene en la estrella que nos ilumina en esta oportunidad. La mira como si quisiera bajarla de allí o salir a bordo de un cohete para alcanzarla—. Tenemos tantos recuerdos aquí. Los tres solíamos subir a la terraza después de los ensayos y pasábamos la tarde viendo películas. Un día hasta armamos un picnic, ¿te acuerdas, Alai?
La mejor amiga de Cristel no tarda en asentir.
—Recuerdo todo de ella. Daría lo que sea por un último abrazo. Pero si hay algo que me consuela, es haberle dicho que la quería. Lo hice cientos de veces. Siempre. No me guardé nada. Solo espero habérselo demostrado también.
—Cristel sabía lo importante que era para ti. Te aseguro que jamás lo dudó.
Antes de que Alai pueda responder, los llaman a ella y a Jake por el altavoz. Aquello significa que ya existe un ganador y que estamos próximos a conocer a esa persona. Ambos intercambian una mirada y toman juntos. Yo voy detrás de ellos, pero me desvío a mitad de camino y me dirijo hacia zona destinada para el público. Por suerte, papá me guardó un asiento en primera fila. Desde allí observo cómo uno de los presentadores se ubica al centro del escenario con un sobre dorado entre sus manos.
Sé lo que ocurrirá en ese momento. El corazón me martillea con tanta fuerza que creo que se me saldrá del pecho. A mi costado, el señor Dennis aprieta la mano de su esposa con fuerza. Ninguno despega su vista del escenario, donde ya se ubican Jake y Alai. Nadie proporciona ni el más mínimo detalle durante unos minutos que me parecen horas. La tensión en el ambiente no hace más que aumentar. Incluso para los miembros del jurado, quienes se localizan en una mesa al lado izquierdo del escenario.
A nuestra derecha se encuentra el señor Belmont. No aparta los ojos de su hijo. Aunque, a diferencia de él, Jake luce bastante más relajado ahora que tiene a Alai a su lado. Los presentadores los invitan a posicionarse uno a cada lado del trofeo que se exhibe sobre un pedestal. Unos segundos más tarde anuncian su nombre.
—¡Alai Portanova Mestanza gana la competencia!
Al principio, ella apenas reacciona, pero lo primero que hace Jake es lanzarse abrazarla. En ese entonces las cosas cambian. Nace para nosotros la oportunidad de que nuestra voz favorita siga siendo escuchada y no estamos dispuestos a desaprovecharla.
***
Así que Alai ganó la competencia, ¿qué les gustaría decirle en este momento? Yo estoy segura de que Cristel la escuchó cantar desde un lugar mejor 💜
¿Qué creen que les depare el futuro a los chicos? Recuerden que la lucha por justicia continúa. Es le que se merece Cristel. Desde ya les agradezco el haberme acompañado hasta este punto y perdón si en algún momento la historia les afectó emocionalmente (es entendible, les mando un abrazo 🫂).
Nos reencontramos el domingo que viene para cerrar este libro como corresponde 🫶🏻
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