52| Me inspiras

Escribo en mi cuaderno los últimos versos de Inmortal, una canción que empecé a componer hace algunos meses. Llevo más de una hora repasando la melodía con el ukelele, por lo que decido tomarme un descanso. Estoy tratando de ser menos exigente conmigo misma. Sobre todo ahora que mis energías están enfocadas en la convocatoria abierta de la escuela de música. Echo de menos a Alai, pero me alegra que no se haya quedado. Ya era momento de que emprendiera vuelo, aun si yo no iba con ella en el asiento del copiloto.

Las audiciones del concurso cerraron hace tres semanas y tras ellas inició la competencia. Tanto Jake como Alai se encuentran dentro, solo que en diferentes equipos. Los dos superaron la primera ronda, en la que cada uno compitió contra dos participantes. En los cuartos de final, el número de competidores se redujo de forma considerable y para la semifinal quedaban menos de la mitad. No hay noche que me pierda el programa, mucho menos ahora que ambos han calificado a la gran final. Todavía falta una semana para ella, pero no puedo pensar en otra cosa.

Hablo con Jake y Alai todos los días, ya sea antes de que debuten en el escenario o luego de las clases que tienen con sus respectivos entrenadores. Mi amiga se pone cada vez más nerviosa conforme avanza la competencia. Él hace todo lo posible por tranquilizarla, mas sé que también se le acelera el pulso cuando lee las apuestas que hace la gente en redes sociales. Oliver y su padre también siguen de cerca la competencia, aunque el señor Blas parece controlar mejor su nerviosismo.

Mi novio me espera en su casa esta tarde. Está obsesionado con un nuevo proyecto y prometí que le echaría una mano. Me encanta verlo tan entusiasmado. Empaco mi ukelele en mi mochila para tocar algo de música y reviso que los bolsillos para asegurarme de que esté mi gas pimienta. No obstante, la botellita resbala de mis manos y cae al suelo, de donde la recoge mi madre, a quien se le borra la sonrisa.

Trato de recuperarlo, pero lo aleja de mí enseguida y retrocedo al percatarme de su ceño fruncido. Permanece de pie junto al marco de la puerta. No debí dejarla abierta. Pensé que pasaría la tarde atendiendo en la ferretería. Acabo de meterme en problemas.

—No puedo creer que sigas usando esto, ¿acaso no aprendiste nada después que te suspendieran en la escuela? Tuve que suplicarle a la directora que no te extendiera el castigo una semana.

—Claro que lo hice. Aprendí que muchos prefieren proteger al agresor en vez de exigir justicia por la víctima. —Decirlo en voz alta hace que se sienta mucho más real y eso no me gusta nada—. La culpan a ella en un intento de convencerse a sí mismos de que la violencia de género se puede prevenir evitando usar cierta vestimenta o salir a una determinada hora.

—¿Y no piensas que tienen razón? Es muy sencillo. Si las mujeres no quieren que las cosas terminen mal para ellas, simplemente deben escoger mejor a sus parejas o amistades.

Siento que sus palabras estas se me clavan como puñales en el pecho. Ella está al tanto de lo sucedido con Dan. Sabe que me enamoré y que deposité en él mi confianza. Todo para que al final la traicionara por completo y tratase de robarme mi libertad. Llegué a creer que nunca sería suficiente y comenzó a odiar mi propio cuerpo, como si el problema estuviese en mí. Salí muy herida, pero al parecer mamá piensa que la que falló fui yo por no darme cuenta en primer lugar de la clase de persona que era.

Sus declaraciones me recuerdan a las de la ministra de la Mujer respecto al feminicidio de una joven de dieciocho años por parte de su expareja. A una mujer jamás le atraerá un hombre violento, y ellos lo saben bien, por lo que les venden una imagen completamente falsa. Y ellas se enamoran de este espejismo. Sin embargo, al poco tiempo se les cae la máscara y descubren su verdadero ser, razón por la que deciden terminar la relación. En ese momento, él les pide perdón y les promete que cambiará, pero ahí no acaba la historia.

Aunque muchas se niegan y cortan todo tipo de contacto, otras se quedan. Creen que la imagen buena que les mostraron al principio se halla extraviada en su interior. En realidad, esta no abarca ni siquiera un milímetro de su persona. Es irreal. No obstante, tienen la esperanza de recuperar algo jamás existió. Para aquel entonces ya las han sumido en un círculo de manipulación emocional y les han vendado los ojos para que no vean el panorama.

Muchas mujeres no sobreviven. Pero otras lo hacen y deciden contar su historia. Un hombre violento nunca se presentará como un abusivo y golpeador, porque ninguna chica querrá estar con alguien así. Por eso se disfrazan. Y vaya que son expertos fingiendo ser del bando correcto.

—Cualquier mujer puede sufrir violencia. Que nos rodeemos de gente buena no nos exenta de ello y cuando nuestra integridad se encuentra en peligro, tenemos que defendernos de la forma que sea.

—No has entendido nada, ¿planeas combatir la violencia con más violencia? ¿Comprendes por qué no puedes quedarte con esto? —Agita la botellita de gas pimienta frente a mí e intento atraparla sin éxito, ya que la esconde en su bolsillo.

—¿Qué problema hay? No voy por ahí lanzándole gas pimienta a cualquiera.

—Claro, por lo menos no eres tan dramática. Pero aun así exageras demasiado. Hay gente buena en el mundo, no podemos desconfiar de todos. Tienes que dejar de ser tan pesimista.

—No lo soy. Confío en las personas correctas.

—Te escandalizas demasiado y saltas a la mínima, así que te decomisaré el gas pimienta hasta que vuelvas a estar en tus cinco sentidos.

Acto seguido, se marcha por el pasillo sin decir nada más y me invaden los nervios. Me siento un poco insegura, pero quizá mamá tenga razón. No creo que ocurra nada malo esta vez. Ya me las ingeniaré luego para recuperar la dichosa botellita de gas. Podría pasarme por la cafetería de siempre para comprarle unas rosquitas. Con suerte así se le quite el enojo. Mi madre las adora.

Papá también, pero no estará aquí cuando regrese. Tiene programado un juzgado esta tarde que posiblemente se prolongue hasta la noche. Lo veo salir de la habitación que comparte con mi madre cuando termina de alistarse. Me volteo cuando escucho la voz de papá. Lleva puesta una camisa blanca, un pantalón de vestir y un par de zapatos negros a los que parece haberles sacado brillo. Incluso se ha echado perfume, algo no muy común en él.

—¿Todo bien, Cris?

Opto por no contarle que acabo de discutir con mamá, así que asiento.

—¿Te marchas ya?

—Dentro de un rato, ¿tú irás a casa de Oliver? Puedo esperarte si gustas.

Enarco una ceja. Me resulta extraño que esté tan calmado.

—¿Qué tramas?

—Nada malo, te lo prometo. —Levanta las manos en son de paz, pero no termino de fiarme—. Solo me gustaría dejarle las cosas claras a ese chico y hacerle un par de preguntas. Si van en serio, necesita saber cuáles son sus intenciones contigo.

—Entiendo que después de lo sucedido con Dan te cueste confiar en los chicos. Y no te estoy pidiendo que lo hagas, solo te pido que confíes en mí. Oliver es mucho mejor que él.

—Lo tiene bastante fácil, cualquiera supera a esa basura.

Eso me hace reír.

—Oliver de verdad me apoya, papá. Jamás haría algo para lastimarme.

—¿Te apoya incluso con el feminismo y las manifestaciones?

—Sobre todo con eso.

Su rostro cambia de repente. No me cuesta nada darme cuenta de que eso último no le ha gustado. No me apetece discutir con él también, así que guardo silencio. Ya tuve suficiente por hoy.

—Pues podría ser mejor influencia y guiarte por un buen camino. Si yo no puedo hacerlo, él debería ponerte límites.

—La violencia es la que ha traspasado nuestros límites, papá —insisto, aunque mis esperanzas de hacerlo reaccionar están casi muertas—. Por eso salimos a marchar, ¿o acaso pretendes que nos quedemos calladas y con los brazos cruzados? Soñamos con un futuro mejor y lucharemos para conseguirlo te guste o no.

—No digo que no lo hagan, pero hay maneras adecuadas e inadecuadas de protestar. No necesitan causar destrozos.

—Si recurrimos a la iconoclasia, es porque ya hemos probado todos los medios posibles que la gente considerada «correctos» y fuimos ignoradas. Cuando las palabras no alcanzan, debemos tomar acción. Tú eliges si nos apoyas o no, pero con o sin ti, seguiremos adelante.

Vuelvo a meterme a mi habitación y cierro la puerta sin mucha fuerza, pese a que la impotencia corre por mis venas. No creo que papá entienda a qué me refiero y mamá tampoco. Comprendo que los criaron con una mentalidad sumamente conservadora, pero eso no justifica nada. Al comienzo pensé que podría ayudarlos a reconstruirse y despojarse de sus ideas machistas. Sin embargo, si no tienen deseos de cambiar, no lo harán, por más que trate de abrirles los ojos.

Solo espero que Darlene sepa darse cuenta de lo dañinas que son sus creencias. Tengo fe en que lo hará. Me aseguraré de brindarle la información correcta para que decida a qué bando unirse, porque esta no es una guerra de hombres contra mujeres o viceversa. Se trata de una lucha por justicia en la que la gente buena intenta hacerle frente a la maldad. No quiero que mi hermana viva con miedo, así que haré todo lo que esté en mis manos para eliminar los peligros que puedan acecharla.

Nunca me lo ha dicho como tal, pero sospecho que me ve como su referente, aunque quizá ni siquiera se haya percatado. Temo defraudarla. No importa que en el futuro nos separen cientos de kilómetros, siempre la tendré presente. Suele pasar la mayor parte del tiempo conmigo. Caminar hacia la escuela todas las mañanas se ha vuelto parte de nuestra rutina. No me molesta que detrás de mí todo el rato. De hecho, me alegra encontrarla a punto de abrir la puerta cuando antes lo hago yo.

—¡Llevas puestas las zapatillas de colores!

Se agacha para apreciar de cerca aquellas que Oliver pintó para mí meses atrás. A Darlene le encantan. Las uso bastante a menudo y aunque mamá nunca ha hecho ningún comentario al respecto, presiento que a ella también le fascinan.

—¿Quieres que te traiga algo de comer cuando regrese? Iré a casa de Oliver, pero volveré para cenar.

—¿Lo prometes? Recuerda que hoy te toca leerme un cuento.

Asiento con una sonrisa. Hace mucho que las noches se convirtieron en mi momento favorito del día. A veces tenemos de invitada especial a Leia, quien se acuesta junto a mi hermana y me mira fijamente durante todo el relato. Siempre la he considerado muy inteligente. Reconoce cuando una de nosotras se siente mal y no se separa de nuestro lado hasta que nos ve sonreír. Y como si la hubiéramos invocado, aparece por el pasillo moviendo la cola.

—No me perdería esa oportunidad por nada del mundo, Darly.

—Entonces cómprame un alfajor. Con eso soy feliz.

—Anotado. Cuida a Leia por mí.

La aludida suelta un quejido y me agacho para acariciarle la cabeza. Darlene me imita y deposita un beso cerca de su oreja, mas no se queda tranquila. Pese a que las fiestas terminaron hace casi un mes, los vecinos siguieron reventando fuegos artificiales hasta la segunda semana de enero, lo cual debe tenerla abrumada.

—¿Por qué llora?

—Ha estado algo sensible los últimos días. Ya se le pasará. Podemos sacarla a pasear mañana por la tarde.

—¡Hay que llevarla a comer helado!

—No creo que ingerir eso le siente bien, pero se lo compensaremos con otra cosa —le aseguro. Quizás si la llevamos a recorrer los alrededores, lograremos que se sienta segura de nuevo—. Vuelvo pronto, no me eches de menos.

Recorro el pasillo hasta el final y me dirijo a la cocina. No encuentro a mi madre allí, así que bajo las escaleras con Leia pisándome los talones. Una vez en el primer piso, la veo reordenando algunos de los adornos del aparador de la sala. Hoy mi tía no se halla en casa y como a mi abuela no puede encargarse sola de la limpieza, mamá ha decidido apoyarla en esta ocasión. Sin embargo, luce tan enfadada que temo que rompa alguna decoración, pues las reacomoda sin el más mínimo cuidado.

—Ya regreso. Te amo.

No me responde, pero intento que no note lo mucho que me duele su silencio. Justo cuando voy a salir, escucho la voz de papá pidiéndome que lo espere y es justo lo que hago. Leia se queda en casa, aunque sigue intranquila. Gran parte de trayecto la pasamos en silencio, hasta que empieza a preguntarme por el curso de música para el cual voy a audicionar. Se los conté a él y a mamá la semana pasada. Los puso muy contentos saber que se me había presentado una nueva oportunidad. Mi padre no duda de que obtendré una vacante. Me lo deja claro cuando nos separamos en la plaza. Él continúa el camino hacia la oficina, mientras que yo me desvío rumbo a casa de Oliver. Paso por la cafetería de siempre y me prometo comprar una caja de rosquitas al volver.

Detesto estar en malos términos con mamá, pero no hay mucho que pueda hacer por ahora. Solo espero que esté de mejor humor cuando regrese a casa y al menos me dirija la palabra. Detesto que aplique la ley del hielo y actúe como si no existiera o no le importase en lo absoluto mi presencia. El simple recuerdo de la última mirada que me lanzó me hace temblar. Oliver se da cuenta de que lo forzada que me sale la sonrisa apenas abre la puerta para recibirme, por lo que procedo a decírselo todo.

—No creo que tenga razón, Cris.

Oliver toma asiento el sofá de la sala y tira de mi mano para acomodarme sobre su regazo. Sus músculos se relajan bajo los míos, como si ya estuviese acostumbrado.

—Sé que no la tiene, pero me duele que se exprese así y que me diga que estoy exagerando. Espero que pronto pueda entenderlo.

—Seguro que sí, ya verás —me garantiza—. A las personas de su generación puede resultarles difícil abrir su mente hacia las nuevas ideologías. Eso no justifica que se comporten de esa manera, pero si se lo proponen, lograrán reconstruirse.

—Ese es el problema, que mis padres no están dispuestos a cambiar y tampoco quieren escucharme.

A veces pienso que mi voz no les importa en lo absoluto.

—Quizá siempre haya gente a la que no le interese escucharte, pero yo nunca formaré parte de esas personas. —Pasa un brazo por encima de mis hombros y deposita un beso en mi mejilla. Me gusta cuando hace eso—. Adoro aprender de ti. Siento que me convertí en una mejor persona al conocerte. Pase lo que pase, me tendrás de tu lado. Nunca antes he admirado a alguien como te admiro a ti. Eres de los tesoros más hermosos que le quedan a este mundo.

—No me iré de aquí hasta no ver materializado un futuro libre de violencia.

—Yo tampoco dejaré que te vayas, mucho menos sin haberme ayudado con mi nuevo proyecto.

Agradezco que cambie de tema. Si sigo dándole vueltas a la discusión que tuve con mamá y papá, solo me sentiré peor. Ya hablaré con ellos luego. No me gusta estar en malos términos con ninguno de los dos.

—¿Ya vas a contarme de qué se trata?

—Tiene que ver con el mural —revela, con lo cual obtiene mi atención—. He decidido pintarlo de nuevo. Mi padre iba a ayudarme a borrarlo, pero regresará tarde del trabajo. Lo que plasmé allí hace dos años ya no me representa más. Necesito algo acorde con la clase de persona que soy ahora.

La imagen anterior consistía en la espalda desnuda de un hombre. Su piel, llena de grietas, se entrecortaba en algún punto y se notaban los huesos de sus costillas, de los cuales nacía una bandada de cuervos. Algunos emprendían vuelo mientras que otros se posaban en las ramas de un árbol carente de hojas ubicado a tan solo unos metros. El dibujo estaba compuesto por tonalidades sombrías y grises, matices con los que ya no parece sentirse a gusto.

—¿Has pensado ya qué pintarás en su lugar?

—¿Para qué crees que te he pedido que vengas?

—¿Porque a mí se me ocurren mejores ideas que a ti?

Aunque asiente, no me lo tomo en serio. Me ha mostrado varios de sus dibujos e imaginación no es algo que le falte.

—Porque me inspiras.

—Espero que esta vez no sea la excepción entonces. —Junto mi frente con la suya y saca provecho de ello para besarme—. Sé lo mucho que te importa ese mural. Deberías tomarle una fotografía y subirlo a redes sociales cuando esté terminado. Incluso podrías grabar un poco el proceso.

—¿Me ayudarías con eso?

—Con lo que quieras.

—Quiero que te quedes conmigo para siempre.

Pego mi oído a su pecho y siento cómo el corazón le late pausadamente. Esta vez no se acelera, más bien, parece sumido en un estado de completa relajación. Una de sus manos se escabulle bajo mi blusa y entra en contacto con mi piel. Traza círculos imaginarios con las yemas de los dedos. Sus caricias me transmiten seguridad.

—No dudes que así será. A menos que te canses de mí y decidas buscarte a otra persona que no amenace con tirar todas tus barras de granola.

—Prefiero a una obsesionada con el horóscopo que culpa al Mercurio Retrógrado por cualquier cosa.

—Veo que te conformas conmigo.

—Estar contigo no es conformarse. Por el contrario, creo que es aspirar bastante alto. Habiendo tantos chicos en el mundo, algo hizo que te fijaras en mí. Ya gané en la vida.

El corazón me aletea con fuerza, pero Oliver ni siquiera se inmuta, como si estuviese acostumbrado a repetírselo cada mañana. Con total tranquilidad se levanta del sillón y entrelaza su mano con la mía para conducirme hacia el patio, donde nos pasamos el resto de la tarde.

Oliver se ocupa de la parte de arriba del mural, por lo que trae una escalera. Yo me encargo de cubrir con una capa de pintura blanca la zona de abajo. Por suerte, el lugar es lo suficientemente espacioso al no hallarse repleto de maceteros. Podemos desplazarnos sin chocar el uno con el otro, así que no debo preocuparme por empujarlo. Esperaba que le costase un poco borrar el dibujo anterior, pero mueve la brocha tan rápido que parece tener prisa por deshacerse de él y desprenderse del episodio de su vida donde su sonrisa permaneció oculta.

Intento seguirle el ritmo con el rodillo, mas me distraigo cuando noto una mancha de pintura en su nariz. No pienso decirle nada. Sin embargo, mi risa me delata y Oliver se la limpia antes de que pueda sacarle una fotografía. Quizás en otro momento hubiese comenzado a hacer frío a partir de las cinco, pero nos encontramos en pleno verano y la temperatura no desciende hasta bien entrada la noche.

Al cabo de un rato terminamos nuestra labor y volvemos adentro. Aprovecho entonces para sacar mi ukelele de mi mochila y mostrarle la canción que he terminado de componer. Oliver me sugiere publicarla en Spotify, lo cual me resulta una muy buena idea.

Más tarde, se ofrece a prepararnos unos batidos y durante los siguientes minutos lo observo mezclar tantos ingredientes en la licuadora que empiezo a temer por mi estómago. No obstante, cuando acaba y lo sirve en un vaso, descubro que sabe mejor de lo que pensaba. El resto de la hora se la pasa hablándome acerca de la competencia, pues próxima ronda iniciará mañana por la noche y se presentarán Jake y Alai.

No he hablado con ellos en lo que va del día, por lo que me propongo llamar a mi mejor amiga al salir de casa de Oliver. A las seis de la tarde aún no ha oscurecido, pero decido no esperar a que caiga la noche para marcharme. Él se ofrece a acompañarme, mas insisto en que no hace falta. Mamá tiene razón. Debo dejar de lado la paranoia. Solo desearía que deshacerme de ella no se me dificultase tanto.

No obstante, como si supiera que necesito volver a sentirme segura, una videollamada entra a mi teléfono y Alai me sonríe del otro lado de la pantalla cuando contesto. Su móvil se ha quedado sin batería, por lo que me marca desde el número de Jake, quien sigue practicando con su equipo. Ella también tiene un ensayo programado para esta tarde, solo que este aún no comienza y aprovecho para contarle sobre mi discusión con mamá. Amo que podamos hablar de lo que sea, incluso de las partes que menos agradables de mi día.

—¿Entonces se enojó contigo otra vez?

Asiento mientras camino con el teléfono en la mano. Bajo mi vista al suelo cada tanto, cuidando de no tropezar con algún bache y que mi celular salga volando por los aires.

—Sé que nos arreglaremos pronto, pero no me gusta pelear con ella. Me gustaría que nuestra relación fuese como la tuya con tu madre.

Alai esboza una pequeña sonrisa. Hace mucho que no veo a Mayra y también la echo de menos.

—Ella te manda saludos. Pregunta qué quieres que te llevemos a casa cuando regresemos a la ciudad. Ayer pasamos por una tienda de artesanías.

—No es necesario que me regalen algo siempre que se van de viaje.

—Porque normalmente vienes con nosotros —me recuerda y noto que le tiemblan las comisuras—. Detesto que esta haya sido la excepción, pero tenemos un futuro por delante, ¿no? Ya habrá más oportunidades de conocer el mundo.

—Haremos un recorrido por Europa. Nos detendremos en París, Londres y Berlín.

—¿Podemos parar también en Milán? Siempre quise ir allí. Es la capital mundial de la moda.

—Eso suena como un buen plan. Estoy invitado, ¿verdad?

Mi amiga se sobresalta cuando un brazo la rodea por los hombros y Jake aparece en pantalla. Como de costumbre, está sonriendo y se acomoda junto a ella. Ambos se encuentran en una de las áreas de esparcimiento del canal de televisión. Las sesiones de canto con los entrenadores de cada equipo tienen lugar en la parte de atrás, por lo que muchos participantes pasan ahí sus ratos libres.

—Contigo quería hablar. —Ella le devuelve a Jake su móvil, razón por la que ahora la cámara lo enfoca de lleno a él—. Alai, ¿nos das un minuto?

—Van a hablar mal de mí, ¿verdad?

—Claro, nos pasaremos las siguientes dos horas maldiciéndote por verte tan linda todos los días. No te preocupes. Suerte en el ensayo.

A regañadientes, se despide de nosotros y desaparece de mi vista, dejándome a solas con Jake. Este la sigue con la mirada y sus ojos no vuelven a centrarse en mí hasta que mi amiga no se pierde en algún punto del set. Me pregunto cuánto tiempo más tardará Alai en aceptar sus sentimientos por él. Desearía que no tuviera una visión tan negativa sobre sí misma como para creer imposible que alguien se enamore de ella.

—¿Cómo va todo?

—Alai está bien, descuida —me asegura—. La competencia la tiene un poco estresada, pero hasta ahora ha podido manejarlo. Creo que se encuentra bastante satisfecha con su progreso y los jueces también.

—Me alegra oír eso, pero no preguntaba solo por ella. ¿Qué hay de ti? Me encantó la canción que le dedicaste a tu madre la vez pasada.

—Me gusta tenerla presente todo el tiempo.

—Sé que la extrañas, pero ten por seguro que se siente muy orgullosa de ti.

—Hago lo mejor que puedo.

—Y lo haces increíble. La estás rompiendo. Tienes muchísimo talento.

—Tú también. Que nadie te convenza de lo contrario. —Con un asentimiento, cierro una promesa tanto para él como para mí—. Quizá las cosas no salieron como hubiésemos querido y la vida nos empuje en direcciones opuestas en este momento, pero el proyecto de la banda sigue en pie. Contamos contigo.

—Somos un equipo, Jake. Siempre lo hemos sido.

—¿Qué tal si ensayamos juntos mañana? —propone—. Llevo practicando la canción con la que debutaré en la final desde hace días. Me vendrá genial la opinión de una experta. Y supongo que tú debes practicar para tu próxima audición.

—Por mí está bien. Revivamos los viejos tiempos —decreto con ilusión. Cuando ambos vuelvan a la ciudad, tendremos bastante de qué ponernos al día—. Debo irme ahora, ¿sí? Pasaré por una cafetería para comprarle rosquitas a mamá. Espero que con eso deje de estar enojada conmigo.

—¿Qué ocurrió esta vez?

—Te cuento llegando a casa. Ya nos estamos viendo.

Jake se despide de mí y cuelga la llamada. Sigo mi camino hacia la panadería y al llegar, el olor a pasteles recién salidos del horno inunda mis fosas nasales. Guardo mi celular en mi bolsillo y le echo un vistazo a mis espaldas, solo para corroborar que todo se encuentre en orden. Expulso un suspiro cuando compruebo que no hay ningún movimiento sospechoso e ingreso al establecimiento con el corazón más tranquilo.

***
¡Hola! Espero que hayan tenido un buen inicio de año. Gracias por seguir aquí. Recuerden no comparar sus logros con los de los demás. Cada quien avanza a un ritmo diferente. Yo estoy orgullosa de ti y te aplaudo porque sé que haces tu mayor esfuerzo todos los días 💜👏🏻

Faltan pocos capítulos para terminar la historia, el próximo saldrá en breve. Una vez más les agradezco por leer y les deseo un feliz año nuevo en compañía de sus seres amados 🥳

¿Qué piensan de la actitud de los padre de Cristel? ¿Cómo creen que les esté yendo a Alai y Jake en el concurso? Pronto conoceremos a un nuevo personaje 👀

Nos leemos en unos minutos 😉

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top