Epílogo
Por BeKaMM & RonaldoMedinaB
—Ellos ganaron... la Sociedad Oscura no pudo vencernos, pero nos derrotó de formas que jamás podrán compararse con un dolor físico; quebraron nuestro espíritu de equipo.
Las palabras fueron arrastradas de los labios de James Jerom amargamente. Le costaba reconocerlo, pero semanas después de su incursión al Infierno y el doloroso desenlace de la batalla, no podía ocultar la verdad, no de ella, por más que recordar lo sucedido lastimara la herida aún sin cerrar, no en su cuerpo. Era en su alma.
—Nos infiltraron, nos manipularon, nos dividieron desde dentro... y en el proceso arrastraron a varios de nosotros hacia un abismo de oscuridad. El Escuadrón de Héroes jamás volverá a ser el mismo.
»De todos nosotros, fue quizá Vincent quien más sufrió. Su alma fue fragmentada y usado como marioneta para los nefastos fines de la Sociedad Oscura. Aún lo atormentan las acciones que cometió mientras era Darksaber y se siente culpable por el sacrificio de Venatrix.
—Es increíble, pero aun después de muerto, Mirlo sigue dándome lecciones. Hoy recuerdo una noche, antes de que acabáramos con K-O, en la que dijo una frase particular: Nuestro final ya está escrito, Vincent, al igual que el de todos, la única diferencia es que podemos encontrarlo antes de estar bajo tierra. —Mago recordó con claridad las palabras que Vincent pronunció en la privacidad de su guarida, mientras miraba su traje—. En su momento no entendí lo que quería decir, pensé que solo estaba siendo nostálgico, que se trataban de los desvaríos de un viejo excéntrico que se disfrazaba de pájaro para apalear delincuentes.
—¿Y ahora? —preguntó James.
—Ahora sé que era una advertencia. —Al decir esto, Vincent guardó su traje dentro de una mochila con furia apenas contenida—. Vigilante está muerto, se acabó. Lo supe... lo sentí desde el momento en que Darksaber murió, pero ahora... ahora que Camille está en el Infierno, ya no puedo ignorarlo. Hay algo roto en mí, una oscuridad que me consume poco a poco cada vez que visto ese traje, como un parásito. Ya no puedo ser Vigilante... mierda, ni siquiera puedo ser Vincent Hardy... así que debo irme.
»Está desequilibrado. Darksaber representaba la parte más oscura de su ser, multiplicada en sadismo y odio por el poder del Infierno. Le había advertido que era necesario que ambos volvieran a unirse, pero cuando Darksaber estuvo a punto de asesinar a Cassiopeia, tuvo que tomar una decisión, y eligió valientemente salvar a la mujer que ama antes que salvarse a sí mismo.
James y Cass miraron a ese hombre roto. Ninguno de los dos tenía las palabras para ayudarlo y, aun si las hubieran tenido, él no estaba listo para escucharlas, no en ese momento. Con solemnidad, el abatido héroe se alejó de sus compañeros y caminó en dirección al portal que Mago había abierto. Volvería a Krimson Hill, a su verdadera guarida, y eliminaría cualquier posible conexión que lo vinculara a él o a Rebecca Miller a las actividades de Vigilante, luego de eso... no lo sabía o tal vez no le importaba. Solo estaba seguro de que debía alejarse, por su bien y por el de los que quería.
»Temo que esto lo conducirá por un camino tenebroso de mucha dificultad e incertidumbre, pero es algo que deberá enfrentar solo. Vincent debe volver a encontrarse con sí mismo hasta que vuelva a estar completo otra vez. No será fácil, pero es un hombre fuerte. Krimson Hill lo ha forjado con fuego. Sé que lo logrará y, cuando lo haga, estaremos esperándolo con los brazos abiertos.
Vincent se preparaba para dar el último paso hacia el portal, cuando sintió la cálida mano de Cassiopeia tomar la suya. Al darse vuelta se encontró con los penetrantes ojos de la rubia y, sin mediar palabra, sus labios chocaron una última vez. Los dos sabían que aquello era una despedida: Cassiopeia comprendía que Vincent necesitaba tiempo para volver a encontrar su camino, si era que aquello era posible, y él comprendía que había llegado el momento de que ella alcanzara su verdadero sueño: estar en paz. Cuando Cass le contó sobre su trabajo con los chicos en Nova, tanto él como James vieron en los ojos de su compañera una chispa inusual, algo que les decía que finalmente había encontrado su lugar en el mundo, un espacio donde podía ser feliz, lejos de las batallas, las guerras y los villanos... un lugar donde podía formar una verdadera familia.
Sin decir nada, Vincent y Cass se separaron. Bastó una mirada para comprender que sería la última vez que se verían. El destino había decidido que sus caminos no volvieran a cruzarse y, aún con tristeza, ellos se encontraban en paz con ello. El detective no sabía si lo hacía para tratar de tranquilizarla a ella o para darse falsas esperanzas a sí mismo, pero fingió una sonrisa antes de darse media vuelta y desaparecer a través del portal.
»Aunque no puedo decir que estaremos todos para cuando eso ocurra. La vida, como el destino de los héroes, es un viaje, e inevitablemente, algunos decidirán retirarse cuando hayan alcanzado su máximo potencial, la paz y la felicidad.
—¿Estás bien? —preguntó James al cabo de unos segundos. El portal se había cerrado, pero ella seguía viendo hacia donde Vincent Hardy marchó para no regresar, o al menos no a su vida, eso lo sabía.
—Lo estaré —respondió Cassiopeia—. Siempre encuentro la fuerza para continuar, solo... supongo que no soy buena con las despedidas.
—Todos están aún aquí antes de que hagamos el pronunciamiento ante la ARM, pero entenderé si prefieres regresar a la mansión sin despedirte.
—Ya perdimos a Venatrix, luego sabrán lo de Vince, no quiero ser una carga más por la que deban sentir tristeza. Me iré, pero no sin antes agradecer por todo lo que este equipo significa para mí.
James asintió y, con una sonrisa nostálgica asomándose por su rostro, la invitó a continuar hacia una puerta que recién aparecía en la pared por obra de Mago. Cassiopeia giró el picaporte, estaban de regreso en la guarida del Escuadrón, y todos estaban allí, se asomaron a la mesa central cuando la vieron acercarse junto a Mago Universal.
—Yo... no sé cómo decir esto, pero a todos les doy mi gratitud. Antiguos y nuevos, todos han sido un ejemplo de lo que es un verdadero héroe. —Cada uno escuchaba con atención las palabras de Cassiopeia—. Allí afuera lucharon con valor, y el mundo debería estar agradecido por tener a personas como ustedes salvándoles el culo. Se necesita corazón para arriesgar lo que ustedes pusieron en juego al viajar al mismo Infierno, así como también se necesita corazón para agradecer lo que este viaje ha sido para mí... pero mi tiempo como heroína ha terminado.
—Pero... señorita Supernova, eso significa que... —interrumpió Danilo.
—Significa que ya no habrá más señorita Supernova por estos lares, chico —respondió, recordando la forma en la que sus protegidos solían llamarla en un principio—. De ahora en adelante soy solo Cassiopeia Nox, otros como tú me necesitan, y mi deber está con ellos. Esta fue mi última misión.
—Supongo que hasta que nuestros caminos vuelvan a cruzarse, Nox —dijo Nakai.
—Sí... también lo supongo.
Por un momento, un silencio incómodo se instauró en la sala. Muchos de los allí presentes habían compartido muy poco tiempo con ella, pero se había ganado su respeto y admiración por las asombrosas historias que se contaban sobre lo que Supernova había hecho durante la invasión corvyniana. El silencio solo se rompió cuando Jonathan, aún en recuperación, se acercó a ella.
—Jamás olvidaré que te cerré una herida sin utilizar anestesia y ni siquiera te moviste —le recordó, provocándole una pequeña sonrisa—. Buen viaje, Cassiopeia. Esos chicos tienen suerte de tenerte.
Aún con dudas por lo siguiente que haría, Jonathan la rodeó con sus brazos. Por un segundo, ella fue tomada por sorpresa, pero terminó por corresponder y lo abrazó también. Cuando menos lo esperó, sintió unas nuevas manos rodearla; James se había unido. Luego lo hicieron Kriger y Binaria y, movidos por el momento, todos los demás. Nakai y Adyin habían preferido mantenerse al margen, pero inevitablemente terminaron haciendo parte del abrazo grupal cuando Dakota y Katrina los arrastraron hacia el centro. Al momento justo, se separaron, el portal ya esperaba por ella.
—¿Sabes que te seguiré manteniendo vigilada, no? —le preguntó en susurro James.
—Me ofendería si no fuera así, Acosador Universal —respondió con una nostálgica sonrisa antes de cruzar hacia la vieja mansión de Deagan Nox, su padre.
El portal se cerró tras ella, tomando por sorpresa a Benjamin, que ocupaba su asiento en el despacho. Ella solo permaneció allí de pie, observaba su oficina y el paisaje a través de los ventanales. En Suiza era de día, y nevaba. Por más frío que hacía afuera, soltó un suspiro, dejándose envolver por la cálida sensación de estar en casa.
—Supongo que... ¿feliz año nuevo? —comentó Ben.
Cassiopeia soltó una pequeña risita y bajó la mirada, permitiendo a Ben ver en ella algo que se esforzaba por no salir de sus ojos.
—Sabes que vas a tener que contarme todo, ¿no?
—Entonces será mejor que empecemos desde ya, pero antes... —Cassiopeia se acercó a un lado de su escritorio, donde James había dejado llena y sellada la botella de whisky la última vez que estuvo en su oficina—, destapemos esa botella
»Luego de Vincent, está Nakai, una víctima más de un sucio juego de manipulaciones y traición. En nuestra desesperación por salvar a Gia, Camille y yo tomamos decisiones equivocadas. Luego de que todo terminó, le pedí a él y a su hermana una disculpa. Estoy disgustado conmigo mismo... por lo que permití que pasara. No quiero imaginar lo que Nakai tuvo que haber sentido en aquel momento... solo espero que haya encontrado consuelo en mis palabras, si es que en ellas existiese alguna manera de reparar el daño causado.
Forajida salió del portal, uniéndose a las congestionadas calles de San Francisco, en las que Nakai y Dakota pudieron volver a respirar el olor de la ciudad y sentirse de nuevo en casa.
—Eso... fue conmovedor —comentó Dakota a su hermano, que se mantuvo en silencio hasta entonces—. No cualquiera reconoce sus errores y da la cara para ofrecer una disculpa. Se necesita mucho valor para hacerlo. Diablos... sí es tan heroico como decían en internet.
—Anoche, cuando cerré los ojos, tuve pesadillas con Wendigo asesinando a nuestro clan —reconoció Nakai con pesadez, no apartaba la vista de enfrente—. Lo único que me tranquiliza es saber que al menos el maleficio se rompió de una maldita vez.
—¿Crees que fue lo correcto, dejar libre a Nalzheehí? —preguntó Dakota, había duda en su voz—. No temes que alguna vez... ¿la bestia vuelva a surgir?
—Pude haberle pedido a James que lo dejara pudrirse en su prisión en las mazmorras del Templo, pero ya no era una amenaza. —El semblante de Nakai se suavizó, finalmente podía sentir que él y su hermana estarían seguros del monstruo—. Mago lo confirmó, la maldición del Wendigo se rompió para siempre luego de nuestra batalla en el Plano Astral. La culpa que carga Nalzheehí será su castigo por lo que le quede de vida, exiliado de la única familia que le queda... nosotros.
—Yo... no estoy segura de que alguna vez pueda llegar a perdonarlo —dijo Dakota, cruzándose de brazos, como si con aquello pudiera apartar de su mente los terribles recuerdos de las fauces de Wendigo yendo hacia ella—. Es un monstruo.
—No necesitas hacerlo. No todos merecen perdón —aseveró Nakai.
Dakota asintió en silencio, de reojo vio a Nakai llevar la mano al cuello de su camisa y sujetar las cuentas de un collar tribal que se ocultaba debajo.
—¿Es el collar de azhé? —reconoció con un brillo de emoción en su voz—. ¿El que sání te envió con Mago desde el pasado hacia el presente? Wow, al decirlo en voz alta de verdad sueno como una loca.
Nakai asintió, apretando con fuerza las cuentas. Había un vacío en él ahora, su propia conexión con el Plano Astral; desde su primer encuentro con Venatrix podía sentirla, pero ahora ya no existía. No sabía si Dakota podía notarlo o siquiera percibirlo.
—A pesar de todo... no le guardo rencor a James, tampoco a Camille. No puedo decir que yo no habría hecho lo mismo de haber estado en su posición.
—Posiblemente cualquiera lo hubiera hecho... arriesgaron todo por recuperar a su hija. —La voz de Dakota salió casi en murmullo, agachó la mirada como quien guarda silencio a un difunto—. Nada volverá a ser como antes ahora que el Escuadrón no está completo.
—Puede que no, pero sé que James no descansará hasta recuperar a Venatrix.
—Hasta entonces, estaremos dispuestos a ayudar siempre que nos necesiten —le recordó Dakota, Nakai solo asintió—. Ahora es público. Somos el Escuadrón de Héroes —dijo con voz soñadora.
—Quién lo diría —comentó después de unos segundos, mirándola mientras una sonrisa se asomaba en su rostro—. Mi hermana luchando codo a codo con los héroes de lo que alguna vez fangirleó en los foros de internet y hacía dibujos de ellos.
—Por favor no le digas eso a ninguno de ellos... —suplicó.
—Lo que hiciste fue increíble. Quiero que sepas que estoy orgulloso de ti, Garra Nocturna. Ahora el mundo también conocerá tu nombre.
—Tengo un buen mentor —presumió, dándole un ligero golpe con el codo.
Ante los hermanos Robbins, una escandalosa sirena presidió el feroz paso de una furgoneta y tres autos de policía. Ambos voltearon hacia los asientos traseros, donde reposaban sus trajes.
—En caso de que hayan decidido aparecer —escucharon la voz de Rowina salir del casco de Renegado—. La policía interceptó un posible cargamento de tecnología corvyniana en territorio de los Leones Blancos, presuntamente, hombres de La Matriarca.
Nakai y Dakota cruzaron sus miradas y, con un asentimiento, se embarcaron a la aventura.
»Jon y Nahia regresaron a Ciudad Capital para seguir con sus vidas, o al menos intentarlo. Ambos son jóvenes, pero hay una llama de fortaleza en ellos que ni la más oscura de las sombras podrá apagar alguna vez... lo sé. El destino no se equivocó con ellos al elegirlos como parte de los Kage no senshi.
—Desde las pesadillas en la mansión Morpheus... no, desde el traidor entre nosotros, las cosas no pueden volver a ser iguales, James —sentenció el joven héroe.
Su apariencia era mucho mejor, sus heridas físicas habían sanado por completo gracias a la magia, la misma que rodeaba con misticismo todo el Templo Universal. Nahia estaba a su lado, como su fiel y firme compañía, y aunque ambos parecían estar bien, el dolor, las pesadillas y la experiencia del Infierno les había pasado factura; aún se les veía cansados, agotados... pero incluso así, la determinación de seguir con sus vidas se mostraba en ellos.
El sentimiento agridulce inundó a Mago. Aquellos tiempos parecían lejanos, incluso de hacía años, sin embargo, solo un par de días habían pasado. Sabía que se necesitaba tiempo para poder sanar las heridas emocionales que la Sociedad Oscura causó en ellos.
—Lo sé, Jon, sé que perdí tu confianza y la de los demás, no debí dudar de mi equipo. Es algo que no puedo cambiar, pero espero algún día poder compensarlo, no solo a ti, sino a todo el Escuadrón —prometió con firmeza.
El portal con matices azules se formó a las espaldas de la joven pareja. Jonathan giró levemente la cabeza para observar a través del vórtice mágico, donde pudo divisar Ciudad Capital, su hogar.
—Sé que lo harás. —Tomó un momento de silencio, como si buscara las palabras para intentar expresarse—. Como sea... cuando el mundo necesite al Escuadrón de Héroes reunido de nuevo, sabes que ahí estaré. —Jon parecía firme en su respuesta, James pudo ver entonces las manos unidas de Nahia y él, y un ligero apretón de parte de ella, entonces Jon corrigió—: estaremos.
James sonrió en silencio. En su corazón permanecía la fuerte presencia no solo de Jon, sino de su compañera. Un profundo respeto surgió para ella. No cualquier persona iba hasta el mismísimo Infierno por otra, él más que nadie lo sabía. No cabía duda del heroísmo de ambos.
—Solo espero que el mundo esté en peligro en menos ocasiones de lo usual —comentó Mago—. Hasta entonces... siempre será un honor trabajar con solo Blazer, también contigo, Nahia.
Ella lo observó en silencio, antes de asentir con firmeza.
—El destino me trajo hasta este momento, Mago, para ahora hacer parte de ustedes... de este equipo, y quién soy yo para contradecir la forma en que él baraja las cartas.
Aunque Mago Universal quería poder mantenerlos a ambos, la realidad no podía permitírselo, entendía que solo el tiempo podría hacerles recuperar la confianza en el Escuadrón de Héroes y, con ese pensamiento, los vio cruzar el portal de regreso a casa.
—Esto es un asco... —Jon observó con cansancio su departamento, las ventanas y paredes estaban destrozadas, así como gran parte de sus muebles.
—Pude recuperarte, eso es lo único que me importa. —La joven lo miró directo a los ojos, su firme determinación podía observarse con claridad—. No me importa lo demás. Podremos empezar de nuevo.
—Él se recuperará, darling, solo hay que darle tiempo. —Una voz femenina apoyó a James, quien solo asintió con pesar.
—Lo sé.
—¿Y qué fue de ese encantador jovencito? —preguntó con su cariño natural—. ¿Kriger, no?
—Kriger está más que dispuesto a regresar y apoyar con todo su corazón al Escuadrón de Héroes. —Mago Universal sonrió con un sentimiento de orgullo—. Danilo es joven, quizá demasiado para poder sobrellevar lo vivido contra la Sociedad Oscura, pero también hay en él la convicción y la fortaleza de un héroe.
—¡No se preocupe, señor! —recordó con claridad las palabras del joven, casi como las gritara de emoción a su oído—. Siempre estaré feliz de ayudarlos. —Sus ojos parecían brillar cada vez que estaba junto a uno de sus más grandes ídolos.
»Vigilante, Blazer, Supernova, Venatrix, Renegado... yo, somos sus héroes. Lo somos desde que supo del Escuadrón en las noticias. Para él fue todo un sueño hecho realidad haber luchado codo a codo con nosotros. Pero sé que hay algo más: un sentimiento creciente de terror e incertidumbre sobre su futuro. En más de una ocasión tuvo que llevar su cuerpo y mente al límite, pero eso no fue impedimento para él seguir luchando. Vernos darlo todo fue para él una razón para mejorar y ser más fuerte, así que, aunque sé que tiene miedo, también sé que trabajará por superarlo... es lo que los héroes hacen.
—Sé que fue duro luchar junto a nosotros, Danilo, pero no me cabe duda de que eres un héroe, y quiero que sepas que no importa lo que pase, siempre serás uno de nosotros, un miembro honorable del Escuadrón.
—¡¿De verdad?! —Su cuerpo flotó mientras su rostro emanaba la felicidad pura—. Wow... un miembro honorable —repitió en susurro, atónito.
—Por supuesto, luchaste valientemente, sin tu valiosa ayuda no podríamos haberlo logrado.
En Kriger se formó una sonrisa soñadora. Sus héroes se habían sacrificado en más de una ocasión para salvarlo, él también a ellos. Recordó entonces a sus padres, luego al Escuadrón, eso era lo que hacía una familia, pero reconocía también la aflicción que inundaba a James.
—Señor Mago, antes de irme, quiero que sepa... puede que las cosas no hayan salido tan bien como lo imaginé. Sé que se cometieron errores, pero también están los buenos momentos y los aprendizajes que quedan. Como en todas las familias, esas cosas suceden. No se preocupe, sé que volveremos a estar todos unidos, y más fuertes, para luchar juntos de nuevo.
Esa vez fue James quien se vio tomado por sorpresa. Con una sonrisa que se asomó en él, extendió la mano a Danilo a la espera de poder estrecharla
—Gracias, Kriger.
El chico, tan feliz como estaba, no dudo en lanzarse para abrazar a Mago.
—Sí... creo que ya fue suficiente, niño. —Con una sonrisa, James dio un par de palmaditas a la espalda del chico antes de separarlo.
—Cuídate, Kruger. —La voz monótona de Adyin llamó la atención de Danilo.
La alienígena había ido junto a Mago, queriendo despedirse del joven que, aun sin experiencia, luchó junto a ella como el más valiente de los guerreros de Galtha, sin acobardarse ante las pesadillas, demonios y monstruos. Eso lo hacía digno de respeto para ella.
—¡Nos veremos pronto, señorita Génesis! —Danilo ignoró por completo la intencionada mala pronunciación de su nombre, y se levitó a sí mismo para ir hacia ella—. No olvide escribirme y llamarme, quiero que me enseñe a pelear así. —Dio una pobre demostración de puñetazos al aire.
—La probabilidad de que puedas luchar similar a mí es de un cinco por ciento, necesitarías compensarlo con alrededor de noventa años humanos de experiencia en batallas —respondió sin despegar su mirada inexpresiva del chico flotante—. Pero... espero poder encontrarte en mejores situaciones, Danilo.
—¡Definitivamente!
Kriger cruzó el portal, no sin antes despedirse de todos los que pudo, y regresó a Villa Paraíso. En su celular guardaba cientos de fotos tomadas con los miembros del Escuadrón, que revisó en la soledad de su habitación antes de guardar el aparato, luego observó la tela desgarrada y quemada de lo que alguna vez había sido su traje de héroe. Pasó un dedo por uno de los hoyos, totalmente convencido de que aquello no tendría arreglo. Tomó lo que quedaba y lo guardó con cuidado en una pequeña caja; ese traje atesoraba todos sus recuerdos sobre su primer encuentro con el Escuadrón de Héroes y sus épicas batallas.
—De todos modos quería un traje nuevo —admitió con picardía.
Sacó la nueva tela elegida y comenzó a trazar el nuevo patrón. Y ahí, en medio de la noche, con la pequeña mesa en su habitación apenas iluminada por una lámpara, nadie se dio cuenta del leve resplandor carmesí que pasó por sus ojos.
»Génesis fue la siguiente en irse... y fuera de lo prometido, tomó su decisión.
—No regresaré a Galtha —comentó una vez quedó a solas con el líder humano.
—¿Puedo saber el porqué de tu decisión, Adyin? —preguntó el peculiar héroe.
—Este mundo y su gente aún tienen mucho que enseñarme... me he dado cuenta de ello durante el tiempo que pasé junto a ustedes, luchando codo a codo. —Su voz monótona resonó en el salón del Templo, en ella se asomaba algo similar a nostalgia y cariño—. Ahora sé que no todos los humanos son kuhd sfikue.
—Supondré que eso no es un bonito término para las personas.
—No, no lo es —respondió de la misma manera—. Cuando has vivido tanto tiempo entre basura espacial, te acostumbras a no esperar nada, incluso de los mejores especímenes de sus especies. Pero... es la primera vez en mucho tiempo en que veo tal sacrificio por personas que no pertenecen a un mismo clan sanguíneo.
—Es nuestra familia, Adyin. —Mago apretó el hombro de la albina, esperando poder recordarle con el contacto humano el significado de su grupo—. Y ahora eres parte de ella. No importa en qué parte del universo estés, siempre serás un miembro del Escuadrón de Héroes.
El título sonaba demasiado pesado viniendo de los labios de James, pero Adyin no lo sintió de esa manera. Recordó con un poco de nostalgia el primer encuentro con su Rumm, quien no se rindió con ella, a pesar de que el universo entero lo había hecho. No le disgustó ese sentimiento. Asintió con firmeza.
—Acepto tal honor de un guerrero como tú, James Jerom. No dudes que ante cualquier llamado, acudiré.
—Y así como ahora eres una de nosotros... tengo algo para recordarte que también tienes a otra familia, allá arriba en las estrellas, esperando por ti.
Adyin vio con extrañeza como un ligero brillo azul en las manos de Mago invocaba una pequeña daga que una fuerza invisible movió hacia ella. La recibió en silencio, apreciando el inconfundible amarre en el mango, que acarició mientras cerraba los ojos. Entonces, por primera vez, James vio una poderosa emoción mover el frío semblante de la guerrera.
—Cómo... —preguntó en susurro. Por más que buscaba las palabras y una respuesta en la lógica de su monitor, nada venía a ella.
—El espacio y el tiempo se hacen pequeños cuando hay conexiones tan fuertes que trascienden el mismo sentido de la existencia —explicó con aquel característico tono de misticismo que tanto le gustaba usar—. Jexyit quería que la tuvieras y que supieras que, cual fuera tu decisión y lo que haya ocurrido en aquella última misión, siempre serán hermanas.
En pocas ocasiones Adyin había experimentado algo como lo que sentía en ese momento. Dos fuerzas chocaban contra ella en su cuerpo: la razón y el sentimiento. No hubo probabilidades de su monitor, tampoco la ayuda de su lógica, solo fue en ella en ese momento, aferrada con fuerza a un objeto impregnado de recuerdos.
—Aún estás a tiempo de tomar una decisión. Puedes reparar tu nave y volver a Galtha para reunirte con ellos, o puedes quedarte y permanecer junto a nosotros. Cual sea la opción que elijas, siempre te apoyaremos, es lo que una familia hace.
Génesis permaneció en silencio unos segundos, sin apartar su mirada de la daga, hasta que le dio una vuelta y la guardó en su cinturón, puso luego una mano sobre su pecho, la gema incrustada en el centro de su traje se iluminó levemente, antes de desaparecer junto a su atuendo, dejando solo su ropa de civil.
—Un gran hombre dijo una vez: el espacio y el tiempo se hacen pequeños cuando hay conexiones tan fuertes que trascienden el mismo sentido de la existencia —habló Adyin, provocándole una pequeña sonrisa a James—. Estoy segura de que el tiempo volverá a reunirnos, mientras tanto, tengo una nueva misión aquí en la Tierra: buscaré a ese humano Fernando Méndez, debe regresar los secretos que de mí obtuvo.
James admiró la sabiduría en su decisión con un asentimiento. Un nuevo portal volvió a abrirse, se veía la construcción donde Génesis tuvo su primera pelea contra los héroes del Escuadrón, la noche era solo iluminada por las cientos de luces de la ciudad de San Francisco.
»El tétrico futuro de 2065 no está fijo, lo sé, pero los recuerdos de lo que vi fueron una advertencia de lo que podría pasar si fallamos. Una nueva amenaza está entre nosotros, moviendo sus hilos desde las sombras, y ahora que he recuperado a Gia, no descansaré hasta asegurarme de que aquel terrible futuro jamás ocurra. No puedo involucrar a Cassiopeia, ella solo quiere estar en paz con lo que ha construido, pero Génesis tiene un espíritu insaciable de lucha, y su conexión con Méndez de alguna forma lleva hacia Andrómeda.
—Antes de que te vayas... hay algo más que quiero pedirte, una misión encubierta que relaciona a Fernando Méndez con una amenaza mucho más grande que me mantiene despierto. —Mago hizo aparecer esa vez con su magia una unidad USB que entregó a Génesis, mirándola fijamente a los ojos—. Y se está acercando más rápido de lo que creía, puedo sentirlo. —Los colores del Eterno Nexo brillaron por breves segundos en los ojos de James—. Esta unidad contiene toda la información conocida sobre los experimentos detrás de Supernova y el suero RCW que le dio sus poderes. Temo que que Proyecto Génesis y Proyecto Andrómeda están conectados de alguna manera. Tu misión será investigar y reportar.
—Un simple humano no puede representar una gran probabilidad de peligro, pero cuenta conmigo.
—Suerte con ello —deseó con honestidad—. Si necesitas ayuda, no dudes en contactarme.
Génesis asintió, y sin más despedidas, avanzó sin titubeos al portal, de regreso a aquella ciudad que había sido su paradero durante algún tiempo. Trazó su plan de acción a seguir, antes de abandonar el sitio de construcción. Méndez era su objetivo.
»Todos necesitamos soltar, sanar y avanzar. Es algo que June no se ha permitido. A su edad ha perdido mucho. Antes de unirse al equipo, solo una cosa pasaba por su mente, y era destruir a Corvyn hasta sus cimientos con un arma en la que estuvo trabajando. Ellos le arrebataron su mundo y a su madre, luego, cuando creía que por fin estaba a salvo en nuestro planeta, PEACE le quitó a su padre. Después, Corvyn llegó hasta aquí y también le quitaron a su prometido, William.
El portal se cerró cuando June terminó de ingresar a su casa, la casa de su padre. Por el tiempo en que había estado inhabitada, sumado a la helada invernal en Rusia, la recibió de golpe un frío que caló en sus huesos. Masha no tardó en conectarse con la tecnología en la casa y pronto activó la calefacción.
June, en completo silencio, se abrió paso por la sala, el comedor, la cocina, reviviendo innumerables recuerdos que llenaron de lágrimas sus ojos. Recorrió su antiguo cuarto, luego llegó a la alcoba de su padre y apreció con tristeza sus pertenencias. Inevitablemente se soltó en llanto tomó entre sus manos un retrato de ambos frente al lago en el que vivían, el Lago Baikal.
»Todo este tiempo ha utilizado sus objetivos para evadir su dolor, por eso se concentró en hacer justicia con PEACE, luego en vengarse de Corvyn, y no se ha dado la oportunidad de aceptar su duelo. Ahora que sus intenciones cambiaron, necesita hacerlo. June debe abrazarse a sí misma o terminará cayendo en su ciclo destructivo de dolor.
Ahora desde el balcón, con su vista frente al inmenso lago congelado, June continuaba apreciando los recuerdos que evocaba en ella aquel retrato. Por un momento se había sentido sola, pero entonces una voz familiar retumbó en las paredes para recordarle lo contrario.
—Recuerda quién eres, June —habló Masha—. Eres como la rosa sombría de Ancton, y tú eres fuerte, fuerte bajo la sombra.
Aquellas palabras la alcanzaron como si fueran contacto físico, y a través de ellas sintió el abrazo de su madre, de su padre y del mismo Will.
—Sé que no siempre te lo digo, pero gracias por siempre estar conmigo, Masha... eres la única familia que me queda —contestó, apretando con fuerza el dije de rosa de su collar.
»Y si puede haber algo tan doloroso como eso, es quizá saber que has tenido una larga vida en la que has conocido, amado y perdido personas, de las que apenas tienes vagos recuerdos.
—Mi agente ha conseguido un papel importante en una nueva película —dijo de repente Amara cuando James y ella meditaban en el jardín—. Dice que con este papel posiblemente gane mi sexto Oscar.
—¿Y entonces? —inquirió Mago con curiosidad, dando un sorbo a la taza de té que Bobbly acababa de servir.
—¿Puede Bobbly ser un extra? —pidió el duende, entusiasmado—. Bobbly promete actuar muy bien.
—Creo que esta vez rechazaré el papel... —confesó, tomándolo por sorpresa—. En una próxima ocasión será, Bobbly, quizá te consiga un papel de enano, siempre es difícil para Hollywood conseguir a alguien que no sea Peter Dinklage —soltó con una leve risa antes de volver a un semblante más serio—. Ya he pasado mucho tiempo viviendo detrás de máscaras e interpretando todo tipo de personajes. Necesito descubrir quién soy en realidad... quiero decir, conocer toda la historia detrás de mi vida, y esas respuestas solo las encontraré en mí misma.
—Una sabia decisión —apoyó Mago—. Sabes que siempre serás bienvenida en el Templo.
—Solo espero que esta vez no aparezcan cazadoras heridas en el jardín a media sesión diciendo que un grupo de supervillanos se han aliado para destruirnos —bromeó.
—No, supongo que es de esas cosas que solo suceden una vez en cada universo, luego de que el mundo sea invadido por aliens, claro.
—Sí, eso tiene mucho sentido. —Sonrió, cerrando sus ojos para concentrarse en el sonido del agua cayendo al lago—. Entonces, ¿hacia qué parte de mi vida iremos esta vez?
—Eso depende de ti. ¿Qué quieres conocer esta vez?
Aún con los ojos cerrados, Amara respiró profundo y se concentró. Fugaces imágenes vieron a ella de una antiquísima pintura en lo alto de una cueva, donde una mujer de impecables ropajes blancos tenía el sol por corona y, a su alrededor, un gigantesco dragón dorado cubría toda una montaña, luego vio una cueva, un puente, un acceso y entonces, ya no vio nada. Sus ojos se abrieron como quien despertaba de una pesadilla.
—Creo que sé justo por dónde comenzar —mencionó con una sonrisa.
»Pero así como la luz pasa por momentos de oscuridad, soledad y vacío, la oscuridad también encuentra maneras de sacar su mejor sonrisa y seguir adelante. Katrina es un claro ejemplo de ello. Toda su vida había escuchado a Nyx en su cabeza intentando corromperla, manipularla, pero, por primera vez, encontró algo de paz.
Cuando el portal se cerró, la joven mexicana estaba de regreso en la colonia Estigia, frente a la puerta de la casa de sus tíos. No vestía como Sombra ni llevaba su característico maquillaje de catrina, en ese momento era solo una adolescente con miedo, incertidumbre, muchas ilusiones y una actitud que, lejos de las satíricas y blasfemas maquinaciones de su madre, empezaba a volverse optimista.
Aun así, debía dar una explicación por su larga ausencia. Cuando su madre había aparecido ante ella en su habitación, abandonó a sus tíos y nunca dejó alguna razón. El corazón le latía con fuerza y múltiples pensamientos empezaban a reprimirse en su mente: ¿la perdonarían? ¿La habrían dado por muerta? ¿Su vida sería mejor sin ella? ¿Les hizo falta? ¿Debía dar marcha atrás y nunca regresar?
Tomó una larga bocanada de aire y apartó aquellas ideas. Sobrepensar los diferentes escenarios terminaría afectándola más de lo que podría imaginar.
—Que peligrosa es nuestra propia cabeza —murmuró, y sin más, tocó la puerta.
Sus tíos abrieron de inmediato, como quien esperaba buenas noticias. Y las eran. Su niña estaba de regreso en casa, sana y salva. Aun sin creerlo, los ojos de ambos se llenaron de lágrimas y no hicieron falta palabras, corrieron a recibirla con un abrazo.
—Una experiencia dolorosa pero necesaria para nuestra supervivencia. Sé que te esperan cosas mucho peores... miedo, fracaso e historias llenas de lágrimas —susurró una voz átona y melancólica a la distancia que agonizaba en el aire, hasta que no fue más que una nada que se perdió en la oscuridad para siempre, condenada a nunca regresar.
»¿Pero qué es del destino de los héroes más que pasar por toda clase de tribulaciones? Al final del día, son esas pruebas las que nos forjan y nos hacen ser quienes somos.
Una mano fue puesta por encima de la de James y lo apretó con fuerza.
—Sé que encontrarán la manera, querido. Pasaron por la prueba más difícil que alguna vez hayan enfrentado como grupo y, si logran superarla, esta... —Buscó la palabra adecuada—... familia que han formado, será más fuerte que nunca. Jamás alguien podrá volver a derribarlos.
James subió la mirada hacia ella. Adara le ofrecía una maternal y nostálgica sonrisa que viajó a través de sus ojos y se extendió por todo su cuerpo, generando una cálida sensación que tocó su corazón y sanó algo en él. Cerró los ojos y asintió una única vez.
—Nada como las palabras de mamá —comentó mientras levantaba su taza de té.
Adara le dio una última sonrisa antes de tomar su taza y regresar la vista al frente, donde las miradas de ambos se perdieron por un instante en la congestionada ciudad. Roma, como era habitual, recibía un sinfín de turistas que maravillados recorrían sus antiquísimas calles llenas de historia, y allí, bajo la lona de una cafetería, ambos esperaban. Ella, vestida con uno de sus largos trajes de corset; él, con un elegante traje de gabardina azul oscuro y lentes de sol.
Justo a tiempo, cuando el reloj marcó las «9:12 a.m.», Gia caminaba hacia la Clínica Angelus, donde hacía parte del área infantil como psicóloga. Sus pasos eran inseguros y sus ojos viajaban con desconfianza entre cada persona en la calle, cuidadosa de no acercarse demasiado a ellos ni mucho menos tener alguna clase de contacto físico. Sus noches ahora se hacían eternamente insufribles, porque cuando llegaba la oscuridad, sus más horribles recuerdos parecían cobrar vida en su mente y revivían los pesares por los que rogaba a Dios desaparecieran para siempre.
Pero allí estaba ella, intentando recuperar poco a poco su vida, tal como lo decidió días antes, por eso comenzaba a salir de nuevo a la calle.
—Muero por conocerla.
—Lo harás, a su debido tiempo. Gia aún tiene mucho por procesar, por sanar y entender —respondió James, dando un nuevo sorbo al té—. Fue expuesta de la manera más sádica y cruel a un mundo totalmente ajeno a ella, y cuando al fin regresó al suyo, lo encontró de cabeza. Su madre adoptiva ya estaba enferma desde antes del secuestro, regresar en el estado en el que ella lo hizo y encontrarse con que su madre está mucho peor debió ser un golpe fuerte.
—Ninguna otra persona hubiera soportado lo que ella ha vivido —reconoció Adara—. Es una chica fuerte, tiene la tenacidad de su madre, el corazón de su padre y la fortaleza de ambos. Encontrará la manera de seguir adelante.
—Confío en que así será —dijo James—. Y mientras tanto, me tendrá a mí para hablar de aquello con lo que no puede hablar con nadie más. Es mi deber como su padre, la protegeré siempre y la ayudaré a sanar.
—¿Cuándo planeas decírselo?
—Cuando el momento llegue, ella lo sabrá. Ya ha tenido suficiente para procesar, además, ¿cómo le explicas que tiene un padre que es menor que ella? Por ahora lo que necesita es un amigo que la escuche, la entienda y un superhéroe que le asegure protección, y eso es lo que planeo ser, su oído, su apoyo y su escudo, al menos hasta que deba dejar este tiempo para concentrarme en lo que viene.
—Siempre habrá algún gran mal acechando, hijo mío. Tú lo sabes más que nadie... la oscuridad siempre encuentra avatares para regresar. El momento es ahora. No eres su amigo, eres su padre. —Lo tomó de las manos—. Te ganaste ese título, venciste al mismo Diablo por recuperarla.
—Lo sé, y por eso cuando su padre no pueda estar presente, sé que estarás tú para cuidar de ella en mi ausencia.
—Hijo mío. —Los ojos de Adara brillaron con temor—. ¿Qué es aquello a lo que tanto le temes?
—A algo mucho más terrible que una invasión o la alianza de seres detestables... el surgimiento de un nuevo orden mundial está cerca, mamá, y más nos vale estar preparados para cuando eso ocurra.
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