41. Jaque mate (II)
Por RonaldoMedinaB, MichellBF & Shad-cco
El sonido y las chispas que producía el choque de las espadas acompañaron en todo momento el combate de Venatrix contra Lucifer; el rey despojaba cada vez más a su adversaria de la espada, pero ella, persistente, creaba del ónix que los envolvía una nueva, solo para destrozarla en la siguiente estocada. Los gráciles y ágiles movimientos del rey hacían que las estocadas de la cazadora parecieran sinónimo de debilidad, pero ella conocía bien sus tácticas y no entregaba en sus golpes la cúspide de su furia, aunque así lo hacía parecer. Venatrix se limitó a seguirlo en su danza. Él, fortalecido en su reino, utilizaba el escenario a su favor para moverla a través de pasajes ocultos, de manera que, cuando Venatrix analizó su entorno, se habían alejado del punto inicial. Desde allí aún podía ver el camino hacia el No Cielo y los escalones que ascendían a la Estancia de los Ikisat's.
—Sabes que podría hacer esto por la eternidad —le recordó Lucifer con elegancia.
«Cuento con ello», respondió en su mente y se aferró a una nueva espada que se formaba en su mano.
—Apártense, brujas, es su última advertencia —habló Mago, estaba cansado de ellas.
—Insensato hechicero —burló Nyx—. La utopía de la victoria, lejana es a aquellos condenados a la derrota...
—Estoy harta de tus acertijos y palabras sinsentido, Nyx —respondió Amara, con sus ojos iluminándose en luz.
—Por más que luches por recuperarla, James, el destino de Gia D'Angelo fue escrito sobre piedra desde que su madre pactó su trato con Lucifer —señaló Elizabeth—. Nada la salvará del Abadón, ni siquiera tú, porque ya no estarás para cuando terminemos contigo. —Sonrió con malicia—... Ninguno lo estará.
Los ojos de Lady Morpheus se encendieron en escarlata y dos ojos más de pura energía se abrieron en ella, a la par en que los de Madame Nyx eran poseídos por la oscuridad absoluta.
—Ratorred erpmeis rop zul al ed soredereh sol a arap. —Ambas brujas unieron sus manos y las alzaron en lo alto, mientras recitaban una letanía de cánticos que hallaban su origen en la creación del mismo universo—. Dadirucso al ed azreuf al ed otulosba redop al somacovni sadiun, dadirucso al y suehprom.
Mago Universal reconoció con horror lo que el par de mujeres acababan de invocar. Sobre ellas, una tormenta de oscuridad y energía escarlata comenzó a formarse, frenética, incontrolable; la tempestad crecía en tamaño y furia con cada oración de Nyx y Morpheus. El viento corrió frío y una glacial sensación a muerte los estremeció. Pronto la tormenta se convirtió en el centro de atención de todo el Escuadrón, pero también de temor, y en el motivo de anticipada victoria por el que los Ejércitos del Infierno vociferaron en celebración.
Venatrix había seguido el juego de Lucifer, luchaba para seguir la característica danza del rey. Creía haber tenido el control, pero esa sensación pronto la abandonó cuando el frío de la tormenta y el retumbe de sus rayos llegaron a ella. Entonces, sus movimientos dejaron de ser sutiles y, por primera vez en un rato, no rozó a Lucifer, lo atacó con una frenética fuerza que lo cortó justo en el hombro.
—¡¿Qué fue lo que hiciste?! —interrogó, plantando su espada contra él de manera que el rey tuvo que frenarla en un cruce.
—Yo no hice nada —contestó con una elegante sonrisa cínica.
—No. Tú nunca haces nada.
Atacó, él evadió.
—Tú nunca dices nada.
Un ataque más, el rey retrocedió.
—¡Solo pones las palabras y mueves los hilos adecuados para que otros lo hagan por ti!
Dijo demasiado, él sonrió.
—Que bien me conoces... —Desapareció entre las sombras para emerger tras ella, cruzándole la espada por el cuello—. Mi Venatrix —le dijo al oído, acompañando su susurro con una caricia en la cicatriz que él mismo le había provocado.
Ella se mantuvo en silencio. Lucifer se encargó de girarla hacia el sitio donde tronaba la tormenta de oscuridad escarlata, sin liberarla de su agarre.
—Morpheus y Nyx, dos devastadoras fuerzas primigenias derivadas de La Oscuridad, ambas alimentadas por el poder de mi reino —le explicó—. Imagina lo caótico que eran por sí solas. Ahora, ellas aquí, con todo su poder desatado... ¿cuánto más crees que podrán vivir tus amigos héroes? Considera esto su despedida, Venatrix. Hoy es el día en que el Escuadrón de Héroes deja de existir y el día en que Camille vuelve a morir. La Oscuridad ha ganado... yo gané.
Lucifer movió la espada con suavidad, obligándola a alzar la barbilla para ver algo más. El cielo sobre ellos se manifestó por la tormenta y Venatrix vio lo que él quería. En sus lecciones había aprendido que La Oscuridad mantenía una presencia limitada en el Infierno, basta, pero finita, ahora, con aquel fenómeno, era infinita. Con horror y encanto, vieron como la energía más pura se liberaba en todo el dominio; desenfrenada, La Oscuridad recorrió cada rincón del Infierno y se acopló a aquel mundo, amenazando con apoderarse de él.
«No, no lo hace», pensó Venatrix cuando el cielo se tiñó de rojo con las ondas que se esparcían hasta los confines, un hecho que solo era visible para ellos.
—El Infierno se alimenta —susurró él su siguiente pensamiento.
—¡¿Qué es lo que dicen?! —gritó Amara, aferrándose con fuerza al suelo para no ser arrastrada por la corriente.
—¡No encuentro registro alguno de su lenguaje en ninguna de las bases de datos intergalácticas a las que mi monitor tiene acceso! —contestó Génesis—. ¡Lo que sea que hayan invocado, nunca antes se había conjurado!
—¡Es un maleficio! —explicó Mago Universal, su capa se ondeaba con tal fuerza que sus pies empezaban a elevarse del suelo—. ¡Borrará a todo aquello que encarne así sea la mínima parte de la voluntad de la Fuerza de La Luz! ¡Nos matará a todos!
—¡Eso no me hace sentir más calmada, James! —exclamó Amaterasu.
—¡Tal vez no, pero por eso las traje conmigo! —dijo Mago—. Tú, Amara, y tú, Génesis, ustedes dos, junto a mí, poseemos una parte del poder que se requiere para acabar para siempre con Morpheus y Nyx. Juntos, somos la antítesis al poder absoluto de La Oscuridad.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó Génesis.
—Conjuraré un contrahechizo, pero necesitaré tomar de la fuerza a ambas. Mi magia, la novena energía en su estado más puro contenida en el cuerpo de Génesis y la energía del sol que encarna Amara es lo único que podrá salvarnos de una muerte inminente.
La diosa y la guerrera de Galtha cruzaron miradas, luego asintieron decididas hacia el hechicero Universal. Él le ofreció a cada una sus manos, ellas no tardaron en corresponder.
—Para todo lo que diga, repitan siempre después de mí: atulosba azreuf.
Los ojos de Mago Universal se iluminaron en blanco.
—Atulosba azreuf —repitieron, sintiendo la energía de Mago fluir a través de sus manos y recorrer todos sus cuerpos para luego conectarse como una misma fuente. Los ojos de Amaterasu y Génesis también resplandecieron y a través de ellos tres comenzaba a formarse un aura de luz.
—Soredereh sol sodiun.
—Atulosba azreuf.
La energía que desprendieron fue mayor.
—Zul al ed azreuf al ed otulosba redop al somacovni.
—Atulosba azreuf.
El haz se tornó cegador para los demonios que voltearon a verlo.
—Arecelaverp on dadirucso al.
—Atulosba azreuf.
El tamaño de la energía luminosa igualó al de la tormenta.
—Arimusnoc sol somsim solle a ogeic redop su y.
—¡Atulosba azreuf! —gritaron al unísono.
Una poderosa onda expansiva chocó con la tormenta de oscuridad. La luz consumió entonces el mal, desintegrando en su paso a Elizabeth Morpheus y a Madame Nyx, junto con su terrible invocación.
Cerca de allí, los Grigoris se detuvieron, absortos en su misión, solo se giraron justo a tiempo para ver cómo la onda los alcanzaba, cegándolos y aturdiendo todos sus sentidos.
Binaria preparaba sus láseres para defender a Kriger y a Sombra de una muerte inminente, cuando sus enemigos cayeron frente a sus ojos, como cuerpos vacíos tendidos en el suelo. Vigilante, también libre de demonios, extendió su mano para ayudar a levantar a Supernova y Blazer hizo lo propio con Nahia. Garra Nocturna y Renegado volvieron a respirar tranquilos luego de la acalorada batalla. El contrahechizo no solo derrotó a las demoniacas huestes, también golpeó al Escuadrón de Héroes con una increíble y necesaria sensación de calma, producto de la novena energía, que les dio la fuerza para levantarse.
En el origen de aquel destello, el brillo que emanaba el trío de héroes cesó. Amaterasu cayó rendida de rodillas a causa de la excesiva cantidad de energía utilizada. Génesis, aunque con su respiración agitada, se acercó a la diosa para ayudarla a ponerse de pie. Mientras tanto, James continuó su camino, la magia en sus ojos solo se apagó cuando tuvo enfrente a Gia.
La luz del contrahechizo, y la oscuridad a la que había sido sometida su vista durante todo ese tiempo, no le permitió verlo detalladamente, pero sintió su presencia e impregnada por una abismal sensación de alivio luego de tanto padecer, suspiró.
El corazón de James palpitó con fuerza. ¿Era tristeza lo que sentía? ¿Alegría? ¿Angustia? ¿Nervios? No lograba diferenciarlo. Las lágrimas no tardaron en asomarse por sus ojos aguamelados y, sintiendo sus pies caer, se unió a Gia. El tiempo y el sonido alrededor parecieron detenerse. La rodeó con sus brazos, sintiendo el estado de debilidad de su hija.
—Ya estás a salvo. —Las lágrimas seguían bajando por su rostro. Le dio un beso en la cabeza—. Volverás a casa, Gia. Te protegeré, y nunca nadie más volverá a hacerte daño... te lo prometo.
A la distancia, Venatrix cerró los ojos. La ola de novena energía no los había alcanzado a ella y a Lucifer, pero podía sentirlo, Morpheus y Nyx ya no existían y Gia se había encontrado con James. Su hija finalmente estaba a salvo, a salvo en los brazos de su padre. Esa unión le dio la fuerza para seguir peleando y, en un ágil movimiento, apartó de ella a Lucifer.
—Predecible —comentó con desdén, viendo el fracaso de las brujas—. No esperaba mucho de ellas y creo que, aun así, lograron decepcionarme.
La mano de Venatrix tembló al escucharlo, no mostraba indicios de derrota, seguía igual de calmado.
—Las mataron —dijo ella, queriendo mover algo en su interior, así fuera minúsculo—. Tus brujas ya no existen.
Lucifer asintió.
—Ese era el plan —contestó, y Venatrix pudo jurar haber visto el indicio de una sonrisa en su rostro.
Pasmada, retrocedió.
—Che cosa hai fatto?
—No me hables en ese idioma —regañó—. Me recuerda a la patética Camille que algún día fuiste.
Y antes de que Venatrix pudiera decir algo, los integrantes del Escuadrón se unieron tras ella formando un fuerte inamovible. Mago Universal apareció en el campo de batalla, con Gia cargada entre sus brazos; con delicadeza la dejó a su lado y continuó su marcha hasta quedar al frente del equipo, justo en medio de Venatrix y Vigilante. El Escuadrón de Héroes se preparaba para dar su ultimátum al rey.
—Se acabó, Lucifer. Jamás volverás a amenazar la vida de aquellos que nos importan, y ya que te gustan mucho las marcas y los sellos. —Los ojos de Mago centellearon en energía azul—. Espero este te sirva de recordatorio de que el Escuadrón de Héroes fue el que te venció en tus propios dominios. Seoreh ed nordaucse. Acigam aicnegrevnoc.
Mago Universal levitó mientras abría sus manos a cada lado. Ardiente como el magma, un trazo se fue formando alrededor de Lucifer, encerrándolo en el centro.
—Lasrevinu ogam.
A los pies de Mago Universal, el fuego le dio forma a un ojo gigante y, en el centro de ese ojo, una U fue rodeada por runas mágicas. Un ardor improvisto hizo gemir a Lucifer, luego vio como una luz intensa en su antebrazo quemaba una parte de la manga de su traje. Allí, el mismo símbolo de Mago Universal fue pigmentado como tinta.
—Etnaligiv.
Los ojos de Vincent Hardy se iluminaron como el sol a la par en que una fuerza ajena lo hacía levitar. A sus pies se escribió la V de Vigilante y un círculo la rodeó. Ese mismo sello se marcó en Lucifer.
—Rezalb. Avonrepus. Siseneg.
Blazer, Supernova y Génesis ascendieron al igual que sus compañeros con sus ojos apoderados por la energía. Un dragón serpiente con espadas cruzadas, una estrella en su eclosión y una constelación cruzada que formaba una G se plasmaron en el suelo y, respectivamente, en Lucifer.
—Regirk. Arbmos. Anrutcon arrag. Aihan.
Kriger, Sombra, Garra Nocturna y Nahia levitaron. Un dragón serpiente, una calavera de alfeñique, una marca de tres garras y otro símbolo semejante al de Blazer emergieron en la superficie, pasando luego a la piel de Lucifer.
—Usaretama. Airanib. Odagener.
Un sol, una rosa y una garra de oso se pintaron respectivamente mientras Mago Universal unía a la convergencia a Amaterasu, Binaria y Renegado.
—Xirtanev. —dijo ella misma, a la par en que Mago Universal la hacía elevar a la altura de sus compañeros. El símbolo que alguna vez Lucifer creó para ella lo vio emerger en el suelo, pero dolió más cuando se marcó en su piel, una V cruzada con una X, los números I, IX, VIII, II y las letras V,E,N,A,T,R,I,X.
Una vez tomada la energía de sus compañeros, Mago Universal la concentró en un último símbolo: las letras EH se grabaron bajo Lucifer y también justo en el centro de su brazo, donde trece runas se habían marcado en forma de escudo para nunca borrarse.
Con lentitud, los héroes descendieron en armonía, ubicándose a una misma distancia uno del otro, alrededor de Lucifer. Los sellos resplandecían con fuego avivado, Lucifer no podía moverse fuera del círculo que marcaban los héroes. Por primera vez en todo ese tiempo de guerra, vieron al gran rey dudar de dar un paso. Mago agradeció aquel momento de triunfo, lo sentía, de verdad sentía que era el fin, el estratega estaba acorralado y solo, los héroes compartieron el sentimiento de su líder.
Habían ganado.
Y era cierto.
Lucifer fue testigo de cómo la reunión de distintas fuerzas amenazaban con encerrarlo en su propio reino, preso de su fuerza, castigado por sus acciones. El recuerdo del castigo impuesto al comienzo de los tiempos, entonces comenzó a carcomer sus pensamientos. Buscó a sus alrededores algo de lo que valerse, pero solo halló refugio en las alturas, en el cielo, que seguía teñido de un rojo difuminado por La Oscuridad, ahora serena. Sonrió.
«Hallaré el modo», pensó.
Y su pensamiento fue adivinado por el único ser que parecía entenderlo. Venatrix, a diferencia de sus compañeros, no compartía el sentimiento de triunfo, pero sí la inquietud del rey y la oscura esperanza de un resurgir. Vio al cielo y luego a él. Lucifer la miraba y algo en sus ojos la estremeció, el cielo del Infierno se reflejaba en él, y más allá, una oscuridad desenfrenada chocaba contra el cristalino de sus ojos, amenazando con escapar de aquel molde.
«Venatrix».
No lo vio mover sus labios, pero su voz era audible. Un llamado desesperado al que su cuerpo respondió de forma involuntaria. Un paso y después le siguió otro, así la llevaron sus pies hasta romper el círculo que rodeaba a Lucifer, pero aún con su sello vivo en el antebrazo, unido a los otros, mantuvieron a la entidad oscura retenida.
—Camille —susurró Mago cuando la vio alejarse.
Ella observó sobre su hombro y negó una única vez. Él no intentó detenerla.
Los héroes la vieron, pasmados, unirse a Lucifer. Él extendía su mano, pidiendo la suya, ella la tomó y se ubicó junto a él; compartieron una mirada que los devolvió a aquel instante en que sellaron el pacto, los sellos que lo encerraban fueron invisibles para él por esos breves segundos, Venatrix, tan cerca, lo vio con mayor claridad y confirmó que su decisión era la correcta.
Decidida, apartó la mirada de su acompañante y apretó su mano en torno a la de Lucifer. No iba a dejarlo.
Más allá de James, vio a una casi desmayada Gia y su corazón galopó en su pecho cuando sus miradas se cruzaron, Camille Delacroix resurgió desde lo más profundo para tomar control de aquel cuerpo y sonreír a la luz que la mantenía con vida, del mismo modo, volvió a su prisión, sumida en las sombras.
Por última vez, vio a James Jerom y compartieron en sus pensamientos el recuerdo de una promesa:
«...sin importar el costo».
James asintió y le dedicó una última sonrisa antes de desatar el poder contenido en los sellos para reafirmar la condena del rey.
—Infernum. Noiccartxe —susurró.
La luz brilló para los héroes.
Y la oscuridad desapareció.
Al abrir los ojos, estaban de regreso en el mundo humano. Roma, allí los había llevado Mago, lejos de las ruinas de la mansión Delacroix.
Los recibió en el cielo una intensa polvorada de preciosos colores que iluminó la noche italiana. Con el reloj marcando las «12:00», el mundo recibió con alegría la llegada de un año nuevo, ajenos al noble sacrificio que acababa de ser realizado. Algunos de ellos compartieron un abrazo, no de emoción, tampoco de festejo, era de consuelo. El Escuadrón de Héroes había ganado, sí, pero la victoria se sentía, irónicamente, como la más amarga de las derrotas. James aún cargaba en sus brazos a una débil Gia. Ninguno dijo palabra alguna, en cambio, guardaron un silencio mortal que todos supieron respetar, y sus miradas se perdieron en el cielo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top