37. Contienda explosiva (III)

Por Shad-ccoBeKaMM & Kathwriter


—¿Funciona?

La mexicana asintió.

—Las criaturas que las atacaron eran ilusiones de Nyx, mis poderes provienen de la misma fuerza oscura que ella utiliza; tengo fe en que la encrucijada pueda guiarnos.

—Mientras sea de ayuda no me importa lo que sea, solo date prisa —apremió Garra Nocturna.

Katrina se mordió el labio, estaban depositando toda su confianza en ella, esto le parecía mucho más aterrador que todos sus monstruos juntos.

—Aquí va...

Las señalizaciones cayeron en vertical y las raíces del árbol penetraron más profundo en la madera, la mansión tembló y un nuevo mensaje apareció en el tronco.

«Cadáveres que anhelan vida, no pertenecen al mundo cuerdo».

El piso se abrió formando un desfiladero, y unas escaleras de piedra negra surgieron del foso, el descenso era iluminado por luces interiores que parecían crecer como brasas infernales.

Dakota sintió escalofríos.

—Si es otra entrada al Infierno me voy a enojar mucho...

—No lo es —repuso Sombra con voz temblorosa, no podía ocultar la debilidad causada por usar sus poderes.

—¿Estás bien? —le preguntó Nahia, algo preocupada.

Ella le sonrió.

—Estaré bien.

Al aventurarse por las escaleras descubrieron una imponente puerta de hierro, la luz provenía de dos antorchas colocadas a cada lado. Gracias a una pequeña abertura vieron algo similar a una cámara subterránea atestada con instrumentos de tortura; al fondo, sujetados a muros de piedra mediante grilletes infernales estaban Renegado y Blazer.

El rostro de las jóvenes se iluminó con una fugaz sonrisa, al fin los habían encontrado, pero no estaban solos, al menos una docena de perversos centinelas vigilaban a los prisioneros.

Cuánto tiempo habría pasado; horas, días semanas, meses, años, una eternidad... el tiempo resultaba confuso en la Mansión Morpheus. Habían sido despojados de sus ropas, golpeados y azotados como animales por seres carentes de mente y espíritu.

Había sangre seca en el piso y la desesperanza flotaba arbitraria en la cámara, los secuaces del Diablo empuñaban látigos y armas diseñadas para causar el máximo dolor en un ser humano. Lady Morpheus había ordenado que los mantuvieran con vida, pero la naturaleza psicópata y perversa de los demonios tiraba de ellos, no podrían abstenerse de matar por mucho tiempo, por el momento se habían conformado con palizas para disminuir el insaciable apetito de sangre.

—Cuando salga de aquí voy a destrozarlos. ¿Quién de ustedes irá primero? —preguntó Renegado, haciendo rechinar los dientes y forcejeando con la multitud de cadenas que lo mantenían inmovil, la respuesta vino en la forma de una maza con picos que impactó contra su cabeza.

—¡Silencio, saco de carne! —exclamó el líder de los demonios, un gigante de armadura negra llamado Belfegor; a su orden, una docena de cortes devastadores descendieron sobre Nakai y Blazer.

—Podrías dejar de provocarlos, por favor... —dijo Jon, endureciendo sus músculos para soportar los interminables ataques sobre su cuerpo desnudo.

El sonido de la puerta de hierro siendo abierta detuvo a los sádicos torturadores, mas nadie cruzó el umbral. Renegado y Blazer agradecieron la interrupción.

—¡Estúpidos, vayan a investigar! —bramó Belfegor, empujando a tres de sus demonios hacia la puerta.

Apenas recorrieron la mitad de la cámara, dos de ellos fueron levantados por el aire y aplastados contra el piso por una fuerza invisible, el último fue descuartizado como por acción de varias cuchillas gigantes. Una sensación parecida al miedo se apoderó de los demonios restantes.

En el centro, apenas perceptible para los ojos del observador más atento, había una forma flotante, traslúcida y aterradora, similar en su concepción a un fantasma, pero mucho más siniestro y sugeridor de calamidades; parecía un montón de sábanas desgarradas, provistas de garras y colmillos, Nakai la reconoció de inmediato, se había enfrentado a esa cosa en la isla Hashima, era uno de los monstruos de Sombra.

Dos sables atravesaron al espectro como si fuera una cortina de humo, decapitando a los diablos más próximos, Nahia no perdió tiempo y continuó la acometida, liberando un manto de muerte con las katanas. Los estúpidos enemigos no eran capaces de entender qué sucedía, en un momento, más de la mitad de ellos ya estaban de regreso en el Infierno.

Las pupilas de Nakai se dilataron.

—¿Esa es...?

—Mi novia —completó su compañero, esbozando una amplia sonrisa. La chica se movía como un relámpago de acero, Jon casi podía escuchar una melodía asesina en cada movimiento que realizaba.

Garra Nocturna surgió por un costado de la aparición, derribó a tres enemigos y trepó por encima de un cuarto al que degolló con sus garras. Los prisioneros se esforzaban por comprender el asombroso espectáculo que se ofrecía ante sus cansados ojos. Nahia y Dakota luchaban codo a codo junto al espectro, que, a pesar de su grotesca forma y movimientos perturbadores, les seguía el paso en perfecta sincronía, rematando enemigos e incluso protegiendo a sus aliadas cuando tenía oportunidad.

La masacre duró apenas 58 segundos, al final, solo quedó Belfegor, que se lanzó al ataque levantando su masa. Garra Nocturna era su objetivo, la chica se agachó para evadir la muerte y atacó a las piernas. El titán colapsó. Nahia se adelantó con la espada y lo decapitó en una ejecución perfecta. Como cereza sobre el pastel, la aparicion similar a un fantasma aplastó el cadaver usando una gigantesca rueda de tortura, luego se desvaneció en una carcajada horrible.

Los grilletes que mantenían cautivos a los héroes cayeron.

—¿Cómo? —Sufrieron de un sobresalto al ver que junto a ellos estaba Sombra.

—Vi su ropa por allá, dense prisa... —dijo evitando mirarlos. No lo notaron por la pintura facial, pero estaba sonrojada.

En cuanto los héroes terminaron de colocarse la ropa fueron atacados por abrazos de parte de sus salvadoras.

—Jon, creí que habías... —dijo Nahia, contenía sus lágrimas.

Blazer se removió adolorido, le habían dado varias palizas y ese abrazo se sintió como si una doncella de hierro se hubiera cerrado sobre él, aun así, correspondió el gesto y sin decir nada la besó con pasión y desenfreno.

Por otro lado, Dakota parecía reprender a su hermano mientras lloraba sobre su hombro.

—¡Idiota, sabías que era una trampa y aún así fuiste por mí, casi te matan!

Él le sonrió dejando de lado la actitud cínica y malhumorada que lo caracterizaba incluso en los momentos de mayor tensión.

—Vaya suerte que tengo, eres igual de terca que yo —dijo adolorido.

—Gia no está aquí —señaló Katrina, limpiando el hilo de sangre que brotaba de su nariz—. Debemos avisar a los demás.

—¿Confían en la rara? —preguntó Renegado, recordaba muy bien todo lo que la Sociedad Oscura le había hecho mientras ella solo observaba.

—Gracias a ella estamos vivas —respondió Dakota de inmediato—. Nos salvó, y a ustedes, por supuesto que confiamos en ella.

—Lamento lo que pasó, pareces una buena persona, Nakai, yo no lo soy tanto —comentó Sombra—. He hecho cosas terribles, pero traicioné a la Sociedad Oscura para ayudar a tu hermana. No me interesa si confías en mí o no. Voy a ir ahí arriba, voy a enfrentar al mal en persona y voy a hacerlo porque es lo correcto.

La joven se dirigió a las escaleras, su tono había sido frío, serio, solemne; lo suficiente como para que los héroes la siguieran.

—Nuestros errores no nos definen.

Génesis y Binaria vieron a su enemigo, se apoyaba en una esquina cual bestia salvaje al acecho de su presa, las tenía en la mira, y ellas pudieron sentirlo.

O más bien, olerlo.

El hedor nauseabundo inundó las fosas nasales de las chicas. Adyin inspiró con fuerza y Binaria ajustó su casco, se miraron durante un par de segundos y asintieron con la cabeza. La fase uno de su plan comenzaba.

Corrieron por el pasillo del lado contrario y se alejaron del resto, tentando al venado oloroso a seguirlas, era un cazador, claro que lo haría.

Binaria murmuraba palabras inentendibles y una tenue luz azul se veía dentro de su casco. El pasillo estaba oscuro, la bestia corría y corría, deseoso de encontrar a sus presas. Sus pezuñas arañaban el suelo, y destrozaba con sus garras lo que encontraba a su paso.

Llegaron a un salón, estaba vacío pero bien pudo haber sido una biblioteca, un gran comedor o un salón de baile. La luz de la luna se reflejó tras una cortina rota, June ya no estaba, solo estaba Génesis. Wendigo bufó, o más bien soltó un leve gruñido, de frustración tal vez.

Adyin dio vueltas a su espada entre las manos y se puso en posición de ataque.

—Ven, venadito, venadito —dijo en son de burla.

Había algo nuevo en su atuendo, llevaba una fields bandolera cruzada en el pecho, pero Wendigo solo la veía a ella y buscaba, con expresión confundida, a la pelirroja. Alzó la cabeza, olfateando en el aire.

Soltó un gruñido, algo cercano a una risa y una densa niebla comenzó a llenar la habitación. Poco a poco, los cristales de las ventanas comenzaron a empañarse, la temperatura estaba bajando.

Adyin sonrió, y el vaho escapó de su boca. Puso expresión de miedo, y Wendigo se acercó lentamente.

—¿No te gusta el frío? —preguntó, soltando una carcajada.

En lugar de contestar, Génesis soltó un pequeño suspiro que se congeló apenas salió de su boca. Arremetió contra Wendigo en ese momento. En su brazo derecho se materializó una espada metálica oscura, en cuyo filo resplandecía una línea brillante blanquecina. La criatura no dudó en atacar con sus garras, que fueron detenidas por la espada oscura, produciendo un ruido sordo.

Sus alrededores cambiaron, consecuencia de la magia negra que abundaba en la mansión. Un bosque oscuro terminó de formarse, lleno de niebla que parecía querer congelar todo. En cuanto Adyin enfocó su mirada en el cráneo pudo observar la mandíbula de Wendigo abrirse, dispuesta a arrancar un pedazo de ella, tal vez como la última vez.

A diferencia de su última pelea, esa vez Génesis no tendría que preocuparse por perjudicar a sus compañeros. Su objetivo era destruir todo. Su espada, fiel a su materia indefinida, perdió su forma, mientras su brazo, que por dentro tenía huesos artificiales, quedó soportando la fuerza de la bestia. En su brazo izquierdo, la masa líquida formó una extraña arma afilada, pequeña en comparación a la enorme criatura que tenía como oponente, pero detrás tenía toda la fuerza explosiva que su brazo podía obtener con el impulso de su novena energía.

La pequeña arma, parecida a una daga con varias hojas, se dirigió con precisión al pecho de la criatura. En ese momento, el olor a podredumbre, que se hacía notar a cada segundo, pareció concentrarse aún más. Pero la daga, lejos de clavarse, rebotó sobre la dura piel de la criatura.

Adyin pareció escuchar una risa gutural proveniente de Wendigo. Levantó ambos brazos, protegiendo su cabeza ante el nuevo ataque de su oponente, que hirió profusamente sus extremidades mientras la arrojó contra el tronco de un árbol viejo.

El hedor a sangre no tardó en combinarse con el hedor a muerte del lugar. Genesis levantó la mirada, sin perder de vista a su enemigo. En sus manos pronto apareció un arma con cañón alargado. Su mira nunca perdió su objetivo. Comenzó a disparar mientras se movía casi de forma errática, usando los árboles secos que los rodeaban para evitar los ataques salvajes y desenfrenados de Wendigo.

—No tienes ninguna oportunidad. —Reía, disfrutando de su cacería.

Adyin esquivó un ataque, pudo sentir la fuerza del impacto solo con escuchar la madera crujir al ser destruida. Rodó por el suelo, apuntando de nuevo y disparando ráfagas de luz que apenas lograban dañar la dura piel de su enemigo.

—Está listo —recibió la señal en su monitor.

Fue como si la pelea anterior, en la que parecía tener la desventaja, fuera solo una ilusión. Adyin se movió rápido, sin errores y pareciendo conocer a la perfección el terreno. Perseguida por la criatura, llegó hasta Binaria, quien se apoyaba sobre las ramas más altas de un árbol viejo, mientras el frío viento hacía ondear su cabello rojizo; en su rostro, una sonrisa adornaba.

Entonces se escuchó la primera explosión seguida de muchos «bit, bit, bit, bit, bit» en lo que parecía ser el final del bosque. Era particularmente llamativa, pues el fuego blanquecino sobresalía en la oscuridad. La luz parecía deshacer la magia oscura de la ilusión, pues pronto, el bosque desapareció para dejar la solitaria y medio destruida habitación. Wendigo giró sobre sí mismo, confundido.

—Hola, Nalzheehí —dijo Binaria saltando desde la lámpara de araña—. Trajiste frío, qué amable eres, me recuerda a casa.

Se oyeron más bits y otra explosión cortó el aire. Esa vez un poco más cerca.

—Sorpresa, venadito —dijo Adyin—. Esto solo comienza.


Habían trazado el plan con antelación, aunque en realidad no sabían contra quién o cómo lo usarían, si una chica precavida valía por dos, ellas juntas valían por al menos cuatro.

Genesis sugirió la idea de las bombas, o más bien, una estrategia para derrotar a cada posible contrincante. Estuvieron hablando sobre cómo enfrentarían a Lucifer, pero luego pensaron que sería cosa de Venatrix. Cuando hablaron de Wendigo, su idea fue, sin duda, la más interesante.

—¿Cómo derrotarías a Wendigo? —preguntó Adyin a June.

—Lo volaría en pedazos, si pudiera.

La chica se rio.

—Es una buena opción, me parece que podríamos atacar su punto débil.

La pelirroja asintió y tomó un sorbo de té.

—¿Hacerlo volver a su forma humana tal vez?

—Sí, deberíamos intentar lograr que vuelva a ser humano, pero, ¿qué es lo contrario a la muerte?

—La vida —contestó June con una ceja alzada—. No entiendo tu punto.

—¿Qué pensarías de usar la novena energía?

June dejó su taza en la mesita.

—Diría que sería un suicidio, claro, con algún tipo de explosivo, balas...

Adyin sonrió.

—¿No sabías cómo hacer bombas?

Las dos sonrieron y trazaron el plan. Con ayuda de Masha, June diseñó las pequeñas bombas, eran esferas de acero protegido que respondían a una combinación específica, de ese modo no podrían explotar por accidente y afectar a sus amigos. Las bombas rodaban y tenían brazos mecánicos que hacían que pudieran moverse con facilidad.

Estaban preparadas, diseñar el escudo fue lo más complicado, especialmente porque tendrían que correr el riesgo en batalla y ver si funcionaba.


—¿No les asusta morir? —preguntó Wendigo con una risa malvada.

Las dos se miraron.

—¿Binaria, te asusta?

June se ajustó los brazaletes y apuntó a un candelabro que explotó y cayó entre ellas y Wendigo.

—No lo sé, más que miedo, siento asco ante la idea de que me coma, ¿quieres ser la cena de alguien hoy?

—Definitivamente no.

Wendigo arremetió contra Binaria, lanzándola contra la pared. Ella pudo sentir la vibración de su traje, cargándose de la energía del golpe para almacenarla y usarla luego.

Otra explosión cortó el aire y Adyin aprovechó la distracción, rodó por el suelo y atacó con sus espadas dobles. Wendigo empujó la lámpara que Binaria había lanzado al suelo, Adyin se hizo a un lado justo antes de que esta se estrellara contra la pared de fondo con un ruido metálico.

Genesis alcanzó a su amiga, estaban arrinconadas contra la pared. June tembló, juntó las palmas de sus manos como si rezara, Génesis se puso en posición de ataque.

—Recen, creo que es lo que les queda. ¿A quién comeré primero? A la más poderosa.

June miró a Génesis y tragó saliva.

—Quiero ver que lo intentes —dijo la peliblanca.

A June le temblaba la mano, murmuró algo y varias esferas rodaron hasta ellas, rodeando a Wendigo. Los pequeños brazos mecánicos de las bombas se aferraron al suelo y la luz violeta comenzó a parpadear.

Ninguna de las dos leía mentes, pero no hacía falta, las dos pensaban lo mismo.

«Ojalá funcione».

Los bit no se escuchaban, pero las luces de las bombas se movían al mismo ritmo, los bit resonaban en sus cabezas.

Bit.

Bit.

Bit.

Bit.

Bit.

El traje de Génesis emitió un resplandor dorado, las espinas del traje de June se iluminaron también en un color dorado intenso. Wendigo se movió hacia atrás, sorprendido por la luz.

Entonces, todas las bombas explotaron, Binaria separó sus manos y un campo de fuerza violeta las envolvió, aunque comenzaba a resquebrajarse de a poco, como si fuera de cristal.

Las explosiones, que unidas crearon una más poderosa, hacían temblar el suelo salvajemente. El ruido potente lograba ensordecerlas y la luz intensa impedía que pudieran ver más allá del campo de fuerza.

Una última explosión, la más potente de todas, logró destruir por completo el campo de fuerza de Binaria, arrojándolas contra los escombros. El humo cubrió por completo el lugar. Génesis levantó la mirada mientras lentamente se incorporaba. Aunque el humo y el polvo eran intensos, no impidió que pudiera ver la destrucción del lugar.

Incluso así era notorio el uso de la magia en la mansión, con la intensidad de la explosión, los daños apenas habían afectado fuera de la gran habitación, parecida a un salón antiguo. Quitó los escombros que la cubrían para tratar de ubicar a su enemigo, pero, además de los trozos de madera y concreto del lugar, solo Binaria y ella se encontraban en el lugar.

—¿Escapó? —preguntó Binaria después de toser.

—Eso parece —respondió Génesis, acercándose al centro del lugar, donde una mancha negra y apestosa se encontraba.

—Creo que logramos herirlo, con suerte, no volverá a causar problemas —dijo June.

—Debemos reagruparnos con el resto.

La Sociedad Oscura estaba en problemas, casi todos sus integrantes habían quedado fuera de combate. Los héroes estaban agotados, sin embargo, la victoria parecía posible, eso les inspiraba confianza. Solo quedaba Lucifer, él se notaba decepcionado, esperaba mucho más de Lady Morpheus y su grupo de villanos, pero el brillo arrogante en los ojos del demonio no se había extinguido, a sabiendas de que la guerra estaba lejos de llegar a su fin.

—Se terminó, Lucifer —dijo Venatrix, subiendo las escaleras de la sala principal. Finalmente lograba encarar al Rey del Infierno—. Ya has hecho suficiente daño, esto es demasiado incluso para ti. —Él la miraba con atención.

—Nada ha terminado. Tus amigos morirán y regresarás al Infierno conmigo, mi cazadora... mi Venatrix —dijo con una gran sonrisa que por un momento pareció angelical, pero detrás de ese gesto Venatrix podía percibir su verdadera naturaleza perversa y corrupta—. Una vez allá tendré que corregir tu problemático comportamiento; conoces mis métodos, será doloroso, pero estoy convencido de que con el tiempo encontrarás placer en el dolor.

Lucifer acercó su mano al rostro de la cazadora, ella intentó cortarle el brazo, pero el rey fue más rápido, bloqueó el ataque, la desarmó y la atrajó hacia él formando una escena extraña, era como si fueran a bailar tango.

—Te conozco, Venatrix, vas a rogar para que te haga daño, en el fondo lo deseas —dijo, acercando sus labios a milímetros de los de ella—. Ambos sabemos que solo mediante el dolor puede alcanzarse el verdadero placer...

Con un esfuerzo sobrehumano, la italiana liberó su mano derecha y de un poderoso puñetazo lo apartó.

—No vuelvas a tocarme, desgraciado.

Lucifer limpió la sangre de su boca, Camille había concentrado toda su fuerza en ese golpe.

—Había olvidado lo atractiva que te ves enojada —mencionó antes de saborear la sangre—. Claro que, personalmente, prefiero verte sufriendo... Tal vez esa última cicatriz que dejé en tu hermoso rostro no fue lo suficiente grande para darte la lección.

Venatrix recuperó su espada, en ese instante se percató de que algo había cambiado en los enemigos que creía derrotados, todos estaban de pie, en ellos podía percibir el aura terrible y enfermiza del Infierno. De alguna manera, Lucifer les había compartido parte de su esencia para traerlos de regreso y potenciar sus habilidades, solo Madame Nyx y Cronos permanecían ausentes.

Apretó los dientes, si antes habían sido difíciles de vencer, ahora sería todo un reto. Lucifer extendió los brazos, como invitando a atacar.

—¿Qué esperas? Libera tu odio, cazadora mía, déjalo que fluya hacia mí, castígame y salva a tu hija.

Con un feroz grito, Venatrix se lanzó al ataque empuñando el mango de la espada con todas sus fuerzas.

Mago Universal creía haber derrotado a su némesis, pero al verla levitar sobre los escombros de su caída sintió escalofríos. Los ojos de su enemiga brillaban como dos lunas de sangre; gracias a Lucifer, el poder de la bruja había crecido hasta un punto inimaginable. Ella comenzó a reír, sus carcajadas dementes cortaban el aire como un hacha de hierro.

—¡Idiota! ¡¿Creíste que me habías derrotado?! —exclamó, riendo y gritando de manera demencial.

—Elizabeth, ese poder proviene del Infierno, al usarlo estás condenando tu alma más de lo que ya está.

—Aún no has conocido el verdadero poder de Morpheus, querido.

Cuando creía que Lady Morpheus había llegado al límite, dos ojos más de pura energía escarlata surgieron en su rostro; tan solo mirarla lo hizo sentir enfermo.

A la bruja no le importaron las palabras de advertencia y, extendiendo ambas manos, liberó una increíble cantidad de fuego escarlata sobre su antagonista, la magia oscura parecía un torrente de lava ardiente que borraba de la existencia todo a su paso. El hechicero lo resistió con un escudo azul, pero no resultó lo suficiente fuerte y se rompió como si estuviera hecho de fino cristal. Morpheus se relamió los labios al imaginar a su más grande enemigo siendo consumido por el fuego devorador.

—Arde, Jerom, ¡arde!

Un pequeño fénix de energía azul se posó entonces sobre la nariz de la perversa atacante, y cientos de ellos volaron a su alrededor, tomándola por sorpresa. En un segundo, las aves se juntaron, transformándose en Mago Universal, quien con ambos puños potenciados por energía arcana atacó, pero no tuvo éxito, la bruja desapareció como si fuera una ilusión, al mismo tiempo, una cadena escarlata se le enroscó en el cuello.

A pocos metros de él estaba Elizabeth, su expresión delataba una malignidad absoluta, se había entregado de lleno al poder del Infierno.

—No eres el único con trucos. —Un relámpago carmesí recorrió los eslabones e hizo gritar al hechicero.

El filo inexorable de una katana cortó la cadena y liberó al héroe.

—Parece que necesitas ayuda —señaló Amaterasu, su respiración era pesada, la pelea con Nyx había sido complicada.

—No será fácil —dijo Mago, recuperando el aliento, el poder de su enemiga era aterrador.

—Nadie dijo que lo sería.—replicó Amaterasu levantando su katana con un ligero brillo solar.

Lejos de preocuparse, Lady Morpheus sonrió con locura.

—La sangre de esa chiquilla cubrirá tu rostro, Jerom, recuerda mis palabras.

Un rugido similar al de un león enjaulado hizo saltar de terror a Kriger, algo que solo pudo describir como que un tren atravesó el muro a su lado, causando un estruendo monstruoso, pero no se trataba de ninguna locomotora imparable. No, era Cronos, y estaba de regreso. Si bien al principio, aún bajo los efectos de la droga satánica, no le había inspirado ningún temor, ahora Danilo sentía la necesidad de salir corriendo.

El mafioso de Krimson Hill ya no podía ser considerado humano. Incluso cuando Vincent lo había visto regresar a su forma natural, la sobredosis había causado un efecto inesperado; se había convertido en una masa incoherente de músculos al menos tres veces más grande y horripilante que Wendigo, su mente parecía haberse perdido también, pues solo rugía y lanzaba peligrosos golpes en dirección al joven héroe, en quien fijó su objetivo ante la ausencia de Vigilante.

Lo único que corrió en ese momento por la mente de Kriger, era que no podría detener al villano él solo.

—Ah... ¿señorita Venatrix, señor Mago?

El gigante lanzó un piano, Danilo lo atrapó en el aire, pero no contaba con que la nube de músculos pudiera saltar tan alto como para alcanzarlo. En consecuencia, el enorme puño de Cronos destrozó el piano y llegó hasta Kriger. El joven fue arrojado con violencia y su cuerpo fracturó los tablones de madera, formando un pequeño cráter.

Sintió como si ese golpe le hubiera roto al menos una docena de huesos, pero no hubo tiempo de comprobaciones, la monstruosa figura de Cronos estaba a punto de aplastarlo.

Usando sus poderes, el ecuatoriano pudo frenar lo que en ese momento comparó con un meteoro, el peso del enemigo era prodigioso. Kriger no resistiría mucho tiempo cargando todas esas toneladas, su nariz ya sangraba y la feroz migraña se hacía más fuerte.

—¡Necesito ayuda, por favor! —gritó a todo pulmón.

La salvación llegó en la forma de una ráfaga de misiles. El gigante infernal salió disparado con una fuerza equiparable a una bala de cañón, atravesando en su camino varios muros.

Binaria llegó hasta el inexperto héroe, un poco más y la historia de Kriger habría terminado.

—¡Rayos, eso estuvo cerca! ¿Estás bien? —preguntó la pelirroja con evidente preocupación.

Él asintió con torpeza, no estaba acostumbrado a ser rescatado.

—S-sí gracias, señorita Binaria.

Un rugido surgió del agujero que el cuerpo de Cronos había hecho en la pared. Dos ojos rojos y ardientes como el apocalipsis hicieron palidecer a los héroes. En ese instante la bestia se lanzó en una embestida devastadora que hacía temblar la mansión a cada paso.

Binaria apuntó al villano con sus brazaletes

—Aquí viene, prepárate... —Concentró todos sus sistemas de ataque y defensa en la nueva amenaza.

Vigilante se había reagrupado con Supernova, y juntos miraban a Darksaber, quien mostraba el mismo rostro de Vincent Hardy, solo que parcialmente calcinado por el último ataque de Cassiopeia. En los ojos del villano se reflejaba el más negro de los infiernos. Vincent tragó saliva, había llegado a tiempo para ver como su doble maligno se arrancaba el casco.

—Diablos, aún con las quemaduras es bastante guapo.

Cass rodó los ojos.

—No es momento de bromas, Vince.

Darksaber dio un paso al frente, algo parecía haber cambiado en él, y no tenía nada que ver con la pérdida de su siniestro casco, algún poder ajeno y aterrador lo había fortalecido.

—Dejaré que den el primer golpe —dijo con soberbia mientras bajaba la espada.

—Que amable. —Supernova le disparó una potente ráfaga de energía usando ambas manos.

Darksaber se agachó, cargó hacia adelante con una velocidad sobrenatural y, usando el mango de su espada, golpeó a Cassiopeia en la mandíbula, siguió con una patada al abdomen que dobló a su adversaria, finalizó tomándola por el cabello y estrellando su cara contra el piso, haciendo un agujero en la madera. Vigilante intentó hacer algo, pero fue recibido por un poderoso revés que lo lanzó hacia atrás, había sido como chocar con una torre de hierro.

—Muy lentos. —El caballero maldito posó su diabólica mirada sobre el detective—. No sobrevivirás a este encuentro, camarada, ninguno de los dos lo hará —aseguró sin expresar ninguna emoción.

Génesis había intentado sumarse a la batalla, pero, a medio camino, una fuerza oscura la paralizó, convirtiendo a la guerrera de Galta en una estatua inamovible. De las sombras surgió la silueta de Madame Nyx, su delgada figura de cuervo avanzó hasta quedar frente a ella.

Los ojos astutos de la bruja brillaban igual que diamantes.

—Detrás de todo ese orgullo y sed de sangre hay un vacío y mucha vergüenza —dijo acariciando la mejilla de Génesis, ella se estremeció al ver las facciones desfiguradas de Nyx, que se regeneraban con lentitud.

«Un regalo de Amara», pensó Adyin.

Junto a la villana aparecieron Dakken y Wendigo, ambos casi irreconocibles a causa de la transformación infernal. El némesis de Blazer había aumentado su altura hasta los dos metros, adquiriendo una musculatura proporcional; su rostro ya era el de un demonio; con cuernos, piel roja y dientes afilados como navajas.

Nalzheehi duplicó su tamaño de manera aterradora, además, la putrefacción en su abominable cuerpo se había agravado hasta trascender lo intolerable y sus garras habían crecido lo suficiente como para destazar a un hombre de un solo tajo.

Dakken sonrió al ver a Génesis indefensa.

—Yo me encargo de la chica robot.

Potenciado por el embriagador poder de Lucifer, Dakken levantó su espada para cercenarle la cabeza, ella gruñó ante la idea de morir como ganado, sin honor ni gloria; que su sangre fuera a ser reclamada por un enemigo tan indigno le asqueaba.

—¿Imaginabas así tu muerte, niña? —inquirió Nyx, dando media vuelta—. Sin posibilidad de defenderte y a manos de una serpiente carroñera.

De manera súbita e increíble, el techo se hizo pedazos, derivando en un caos tan impresionante que todos los combatientes hicieron una pausa para contemplar el espectáculo. En medio de la devastación surgieron cinco imponentes figuras; Sombra, Dakota, Nahia, Renegado y Blazer se habían sumado a la batalla para equilibrar la balanza.

—¿¡Listos para el segundo round, desgraciados!? —exclamó Renegado con una expresión fúrica y usando su propia sangre como pintura de guerra.

El rojo velo de la furia se apoderó de Madame Nyx al ver a su hija. Apenas cruzaron miradas, una marea aplastante de criaturas descendió sobre la bruja y Génesis quedó libre.

—Puedo con esto, ocúpense de los demás —dijo la catrina, atacando con todo lo que tenía.

De inmediato, Wendigo lanzó un rugido infernal y se abalanzó a cuatro patas sobre sus sobrinos. Dakota esquivó a su tío con un salto apresurado, pero Renegado no se movió y atacó, recibiendo al monstruo caníbal con un puñetazo devastador que le fracturó el cráneo de ciervo, mas esto no impidió que la cornamenta se clavara en el hombro de Nakai.

—Mierda...

Garra Nocturna saltó sobre la bestia para ayudar a su hermano, que entre gritos de dolor logró zafarse y contraatacar con una embestida que arrastró al monstruo hasta el otro extremo del salón.

Dakken, cegado por la rabia, saltó como un tigre para enfrentarse a Blazer, pero Nahia se interpuso bloqueando el ataque con sus katanas, el acero vibró y la chica fue arrojada por la fuerza inhumana de su contrario.

—Voy a desollar a tu noviecita, Gaijin, es una promesa —amenazó el demoníaco espadachín, inflamado de odio.

Jonathan no sintió miedo y respondió con una combinación de golpes y patadas, pero su antagonista los evitó y liberó una tempestad de estocadas, su forma de combatir había cambiado por completo, había dejado atrás cualquier atisbo de decencia, honor o autopreservación, convirtiéndose en una máquina imparable de destrucción.

Ignorando las consecuencias que traería consigo usar sus poderes de esa forma, Sombra avanzó imperturbable. Iba a acabar con ella. No le importaba si moría en el intento, una cosa como su madre no debía seguir envenenando el mundo con su corrupción.

La horda que había convocado se dispersó con una furiosa explosión oscura.

—¡Mocosa idiota! —bramó Nyx, destrozando los monstruos que se lanzaban en su contra. Una tras otra, de todas las formas y tamaños, las criaturas de Sombra eran aniquiladas por la villana, que se acercaba con paso lento—. ¡Tu única tarea era cerrar la boca y obedecer!.

Figuras encorvadas, bestias de gran tamaño, horrores indescriptibles, nubes de ratas mutantes, abominaciones altas y deformes, plantas monstruo; nada podía detener el avance de Nyx. En el fondo, Katrina sabía que no podría ganarle, pero no iba a darse por vencida, seguiría atacando hasta colapsar.

Una jaula se cerró sobre Nyx, miles de manos esqueléticas se aferraron a ella arañando su rostro y desgarrando su ropa, pero fue en vano, la aparición fue destruida con una salvaje acometida y un grito de la bruja.

—¡¿Es lo mejor que puede concebir tu mediocre imaginación?! —exclamó a solo cuatro o cinco pasos de su hija, quien cayó de rodillas a causa del sobreesfuerzo.

Una decena de disparos luminosos detuvieron a la siniestra mujer, no pudo más que gruñir al notar que su hombro y cara se estaban desintegrando. Génesis llegó hasta Sombra, armada con una extraña arma de fuego, tecnología alienígena, sin duda alguna.

—¿Puedes levantarte? —preguntó sin dejar de apuntar a la peligrosa villana.

—Le hiciste daño... —señaló Katrina mientras luchaba por ponerse de pie—. ¿Cómo es posible?

—Proyectiles de luz bendecidos con novena energía, no son letales para un enemigo corriente, pero deduje que contra la personificación de La Oscuridad serían útiles. Veo que mi hipótesis fue correcta —explicó Adyin con una sonrisa de satisfacción.

El cuerpo de Nyx parecía tener dificultades para adoptar su forma original, todo su lado izquierdo se había convertido en un amasijo de cuchillas y tentáculos crecientes, de las heridas en su rostro brotaba una sustancia negruzca tan espesa como el petróleo. Tras la máscara de belleza se había estado ocultando el horror informe y lacerante que habitaba tras los muros de la cordura. Katrina dio un paso atrás, aterrada al pensar que eso era su madre. Los pocos rasgos humanos de Nyx se esforzaron por formar una sonrisa cruel.

—¿Te perturba esto? Es apenas un asomo de nuestra verdadera apariencia —dijo con voz distorsionada y escalofriante—. Tú y yo somos lo mismo.

El cáustico comentario afectó a la adolescente más allá de lo imaginable. La revelación infernal la perseguiría por el resto de su vida, infectando de tristeza y miedo cualquier momento de felicidad que pudiera llegar a tener en el futuro.

Un cataclismo de tentáculos y navajas descendió sobre Katrina, que permanecía inmóvil, como quien contempla el Infierno y sabe que ahí está su destino. Por fortuna, Génesis fue más rápida y pudo empujar a la mexicana fuera del peligro. Adyin la sacudió con violencia para romper el ensimismamiento de temor que la dominaba.

—No la escuches, ayúdame a matarla —ordenó, disparando su rifle con el que hizo gritar de dolor y rabia al horror que tenía enfrente.

—Vamos, podemos acabar con ella, juntas.

La más joven se armó del poco valor que aún conservaba, iba a demostrarle a Madame Nyx que estaba equivocada. Sí, quizá sus poderes la convertían en una especie de monstruo, pero no era igual a su madre, moriría antes de ser así. Ellas nunca serían iguales.

—Juntas...

Y así, la explosiva contienda marcó un segundo encuentro para el Escuadrón de Héroes y la Sociedad Oscura, la batalla decisiva que marcaría el destino de todos aquellos que, con fiereza, valentía y perversión, libraban el combate más mortal de sus vidas.


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