35. Noche escarlata

Por Shad-cco & GabrielO5


Garra Nocturna creía que si lograba contactar con Row había oportunidad de alertar al Escuadrón sobre lo que ocurría, ellos podrían ayudar a Blazer y detener a la Sociedad Oscura. Una sonrisa iluminó el rostro de Dakota al encontrar un gaming center a unas pocas calles de ahí. Con toda la velocidad que su cuerpo podía proveerle entró al local y se acercó al mostrador; desde ahí se asomaba un empleado regordete y desagradable.

—Necesito ayuda —dijo la heroína, en un tono que apenas ocultaba su angustia.

El sujeto la miró de arriba abajo. Tras examinarla dejó escapar un bufido.

—Llegaste antes, Cheetara. El concurso de cosplay es el viernes por la tarde —le respondió de manera renuente.

La desesperación afectaba de distintas maneras a las personas. A Dakota Robbins, en particular, la hacía más impulsiva y violenta. Con una inesperada fuerza tomó al grasiento individuo por el cuello de la camisa, lo levantó y azotó contra el mostrador.

—Una computadora, ¡ahora! —exclamó la joven, conteniéndose para no darle una paliza.

El atónito empleado murmuró una respuesta temerosa.

—Lo... lo siento —tartamudeó—. No hay internet desde el mediodía, estoy esperando a que el dueño venga a cerrar.

—¡Maldita sea! —gruñó Dakota, lo dejó libre.

Todo había sido una pérdida de tiempo, sin internet no había forma de contactar a Rowina. Estaba por irse cuando el póster de un videojuego oriental llamó su atención: «Astral force». En ese momento, tuvo una idea. Quizá podría usar el Plano Astral para mandarle un mensaje a Mago.

Nunca había intentado entrar en él antes, claro, pero valía la pena probar.

La chica se volvió para mirar al aterrado encargado, detrás de él se abría un pequeño almacén repleto de cajas y algunos componentes electrónicos.

—Quizá si puedas ayudarme...

Sabía que usar sus poderes la estaba matando.

La esencia vital de sus sombras ya no provenía de la oscuridad total y perpetua que devoraba lentamente el universo en busca de reclamar lo que le pertenecía, sino de su propia vida.

Los mareos, el sangrado nasal, la creciente debilidad y visión borrosa significaban que debía detenerse, descansar y, si es que sobrevivía, utilizar sus habilidades con más prudencia en el futuro.

Pero quería detener a Lady Morpheus a cualquier costo. Con ese objetivo en mente, Katrina saltó desde su posición en lo alto del edificio hacia la noche. Nevermore se materializó de manera oportuna para evitar una caída que habría resultado fatal y vergonzosa.

—Puedo hacerlo. —Limpió la sangre de su nariz—. No soy como ellas.

La bruma escarlata en la lejanía le causaba escalofríos. No era que temiera enfrentarse a la terrible y malsana magia de Morpheus, pero le aterraba la idea de no encontrarse con nada, de llegar tarde.

—Muy bien... como nos enseñó sání.

Dakota se sentó cruzando las piernas y tomó aire. Luego de unos segundos comenzó con los cánticos protectores, concentrada lo más posible en separar su cuerpo y alma.

Por un segundo sintió que su cuerpo se movía, una sensación de ligereza la invadió. Al tratar de relajar su mente, una imagen de los horrores de la mansión Morpheus interrumpió el lazo, un repentino acelerón en su corazón la hizo sentir como si acabara de caer de una gran altura.

—¡Mierda! —exclamó mientras pateaba la puerta con tal fuerza que la silueta de su pie quedó marcada en el metal, acto seguido abrazó sus piernas, sintiéndose inútil e incapaz de ayudar al Escuadrón o a Sombra, incapaz de salvar a Nakai.

Pero esa era una actitud de la que se negaba a formar parte.

Su hermano la entrenó para ser una heroína capaz de sobrevivir y ayudar a otros. Así como Renegado le había enseñado, había una sola manera de conquistar su miedo.

—Hacerle frente y avanzar —susurró, preparada de nuevo.

Silenció los sonidos exteriores y se enfocó en el eco de su propia respiración. A medida que entonaba las melodías con su voz, el ritmo de su corazón bajó, sus manos dejaron de temblar, el aire entraba y salía de sus pulmones con tal fluidez que se olvidó de respirar. Olvidó el mundo físico, sus ataduras. Aunque sabía que su cuerpo estaba en un cuarto cerrado, sintió el viento agitar su cabellera.

Al abrir los ojos, lo primero que vio fue una niebla impenetrable, en ella había entes extraños e indefinibles moviéndose de un lado a otro, como espectros impulsados por una energía incierta. Su lado racional le gritaba que huyera, pero sus instintos no reaccionaban a ningún peligro y, en ese momento, confiar en ellos era su mejor opción.

Solo necesitaba unas palabras.

—James Jerom, Mago Universal —farfulló Dakota, enfocaba todo su ser en encontrar al héroe.

Las formas a su alrededor se retiraron entre gorgoteos y exclamaciones que ningún ser vivo podría entender. En un instante se vio rodeada por imágenes y formas aún más extrañas. Sin vacilar, la joven atravesó la niebla como quien caminaba entre las nubes, pero al avanzar se encontró con más escenas incomprensibles. De pronto el rostro del hechicero emergió delante de ella.

Había llegado el momento, debía entregar el mensaje.

—Blazer está en peligro. Lady Morpheus y Dakken están en Ciudad Capital, por favor, tienen a Kai. Necesitamos al Escuadrón de Héroes. —Su voz se elevó como una poderosa águila, producía un eco infinito, era como si las palabras atravesaran las regiones exteriores más allá del tiempo y el espacio en busca de su oyente.

A causa del cansancio general, no fue capaz de mantener el trance por más tiempo. Deseaba con toda su alma que el Escuadrón recibiera el mensaje, la vida de Jon dependía de eso. Por desgracia, había olvidado un detalle.

No había mencionado nada sobre su nueva aliada.

La tetera chilló con fuerza, luego de varios minutos, anunciaba que el agua estaba lista para preparar el té. Nahia tomó dos tazas y sirvió el agua, después vertió el preparado de finas hierbas y lo acompañó con dos cucharadas de miel y un par de gotas de limón, era la receta de su abuela para calmar los nervios, imaginaba que él la necesitaría luego de tan abrupta llegada a casa. Miró de lejos a Jonathan, quien desde que había aparecido no había dicho casi ninguna palabra. Por lo general era bastante parlanchín y comunicativo, pero desde su retorno había estado pensativo, como si lo vivido con su equipo no hubiera resultado como él esperaba.

Le preocupaba bastante, parecía que aquel silencio sepulcral no traía consigo nada más que malas noticias.

—Aquí tienes —le entregó una de las tazas. Él bebió y formó una sonrisa diminuta con sus labios.

—Está rico, gracias.

—Mi abuela lo preparaba seguido, cuando salía a patrullar o de misión, decía que temía por mi seguridad y por ello no conseguía dormir nada. La relajaba bastante.

—Pues creo que sí funciona. —Suspiró ya más calmado.

No por nada los miembros del Loto Blanco resaltaban de entre los demás subclanes de los Kage no Senshi por sus excelentes médicos y curanderos. Sabían muy bien cómo tratar cualquier dolencia, tanto física como espiritual.

—Y bien. —Se acomodó en el sillón—. ¿Me dirás qué te pasó? ¿Y por qué regresaste tan pronto y sin avisar?

—Te la estabas pasando bien sin mí, ¿no es así?

—Ni te imaginas, ya iba a abrir una casa de apuestas en la azotea —bromeó, consiguiendo robarle unas risas al afligido muchacho que tenía enfrente. Llevó su mano hasta tomar la de él y lo miró con ternura—. ¿Qué ocurrió?

—Las cosas se complicaron más de lo que imaginé. Enfrentamos a un grupo... todos viejos enemigos de nosotros, una especie de alianza maligna que pretendía destruirnos desde lo más profundo. —Se mordió los labios—. No quiero alargar esto demasiado porque es bastante difícil de explicar, pero ellos... de alguna manera consiguieron atentar contra nosotros desde dentro. Consiguieron separar a Vincent, fragmentar su alma y crear una especie de copia maligna, una versión retorcida y desalmada que nos atacó cuando menos lo vimos venir y casi nos destruye, aquello tan solo fue el comienzo. La confianza se perdió y hubo problemas, Nakai no lo soportó y... se fue.

—Cielos. —Aquello resultó mucho más dramático y severo de lo que imaginó—. ¿Entonces te fuiste por eso? ¿Por qué ya no podían confiar entre ustedes?

—Me fui porque ya no podía verlos a los ojos, nos mintieron a todos, James prefirió ocultarnos la verdad sobre su hija en lugar de confiar en su propio equipo. Y bueno, Nakai también nos ocultó la verdad sobre su tío.

—¿Quién es?

—Un monstruo ciervo gigante que come personas y que asesinó a la mayoría de su familia.

—Oh...

—Sí. —Acarició su cabello con frustración.

—¿Entonces, se separaron o...?

—No, al menos no por completo, pero ya no somos los mismos que antes. Y siéndote sincero, no creo que lo volvamos a ser jamás. —Apretó su tabique con aflicción y soltó un quejido—. Maldita sea.

—Lo siento mucho, sé cuánto significaban para ti.

—No los odio, en lo absoluto, es solo que... si no podemos confiar entre nosotros, ¿cómo podrá hacerlo el resto del mundo y así esperar que lo salvemos?

—¿Entonces, qué pasará con ese grupo al que dices que se enfrentaron? ¿Cómo los detendrán?

—No lo sé.

—¿Piensas dejar que ellos luchen sin tu apoyo y el de Nakai? Los necesitan, y lo sabes. —La mirada en el guerrero se volvió nostálgica, el miedo y la desconfianza se cernían sobre él como un manto que lo anclaba al pasado—. Oye, sé que no es fácil confiar una vez que te han herido, pero tienes que recordar que todos tenemos un pasado y todos tenemos secretos que es mejor no sacar a la luz. Hay ocasiones en las que uno debe mantener el corazón de lado, y seguir adelante.

—Maldición... ¿qué debo hacer? —Se cubrió la boca y aguantó el desespero. Ella lo tomó de los hombros y lo hizo mirarla.

—¿Qué te dice tu corazón?

—Debo ayudarlos.

—Así se habla. —Sonrió.

Jonathan se acercó y le robó un beso, después pegó un salto y corrió hasta la habitación, donde había dejado su traje. Llegó hasta él y lo tomó, estaba dañado, manchado de sangre, designios de antiguas heridas y un presagio de futuras más, pero la responsabilidad de llevarlo caía sobre sus hombros, y no le daría la espalda a él ni a sus amigos, así que se empezó a vestir y a preparar.

—¿Recuerdas dónde estaban las dagas?

—En el segundo cajón —respondió desde la cocina.

—Cierto —musitó—. Oye, también debo decirte... hay una chica nueva en el equipo, es difícil de explicar, pero es como si la conociera de antes. Cada vez que la veo es como una especie de conexión, algo... que no puedo expresar con palabras.

—Oh, oh, ¿debería preocuparme?

—Para nada. —Tomó una de las viejas dagas que le había entregado su sensei antes de morir, detalló el emblema grabado sobre la hoja, el gran dragón del clan, inusual de verdad, pero aquella imagen le hizo sentirse de la misma manera a como se sentía con Amara, una suerte de nostalgia que le recordaba a su antiguo hogar en Japón. Acarició delicadamente la cuchilla y suspiró—. Que extraño...

Una poderosa explosión azotó el departamento. Los cristales de las ventanas estallaron, tanto su hogar como el edificio sufrieron una contundente sacudida que resquebrajó las paredes y levantó polvo por doquier. Se puso a cubierto y aguardó a que el lugar dejara de temblar, cuando escuchó un grito ensordecedor.

—¡Jonathan!

—¡Nahia!

Salió de la habitación a toda prisa y fue entonces cuando una bruma escarlata salió de entre la nada y lo llevó hasta acabar contra el pasillo de afuera. Aquella energía se removió a través de su cuerpo como si se tratara de una gran serpiente de energía, lo retuvo en la pared. Jonathan forcejeó y trató de liberarse, pero era inútil, aquella era una fuerza que rebasaba con creces sus habilidades.

Gruñó, apretando los dientes con impotencia. Pronto una siniestra risa emergió de entre el humo, así como también un par de ojos escarlata que por alguna razón ya reconocía.

—Sabes, para ser el Guerrero Legendario, estás resultando ser bastante decepcionante. —Lady Morpheus se mostró entonces, con una esfera de energía naciente entre sus manos—. Siempre creí que el Blazer gozaría de los poderes mágicos del Árbol del Destino, pero ahora veo que no eres más que otro insignificante mortal. Qué desperdicio. —Meneó su mano y de igual manera mostró a Nahia, quien también había sido atrapada.

—¡Nahia! —Se agitó de nuevo, causando que sus ataduras mágicas hicieran más constricción—. Déjala ir, maldita bruja...

—Pero tienes convicción, eso se nota.

—¡Suéltala, ella no tiene nada que ver en esto! ¡Es a mí a quien quieres!

—Tienes razón, pero no hay nada en este mundo que disfrute más, que el dolor mortal. —Apretó el puño y las ataduras mágicas de Jonathan empezaron a aplastarlo sin piedad.

—¡No! —sollozó Nahia.

—¡Basta! —rugió una profunda voz desde el pasillo. El guerrero de armadura carmesí se mostró una vez más.

—Dakken...

—Él es mío. —Desenvainó su espada y le apuntó a Lady Morpheus, la mujer esbozó una pequeña sonrisa.

—Como quieras. —Abrió su palma y Jonathan cayó de rodillas ante él. El sanguinario asesino lamió sus labios y le posó la afilada hoja de su sable contra el cuello.

—Será mejor que mires —le dijo a su novia—. De lo contrario, te arrancaré los párpados y te obligaré a hacerlo.

—Nahia...

—Jon...

—Nahia, quiero que corras.

El guerrero rugió, alzó el sable y lo encaminó al cuello, pero Jonathan eludió el corte con una pequeña voltereta, desenfundó una daga que había ocultado en su pantalón y, sin pensarlo, la arrojó contra la hechicera que sostenía a su amada. Lady Morpheus apenas y pudo reaccionar, desviando el arma con su magia, sin embargo, la hoja le alcanzó a rasgar la piel. La ira y la impresión le hicieron flaquear, a lo que Nahia aprovechó para asestarle una patada que la introdujo en el departamento.

Dakken cargó contra Jonathan, pero él bloqueó sus ataques y lo derribó con una patada de gancho, luego dio un salto, e impulsándose a través de la pared hasta llegar de nuevo con Nahia, la tomó de la mano y buscaron escapar del edificio.

—¡Cuidado! —Nahia lo empujó y alcanzaron a eludir un proyectil mandado por la bruja. El impacto destruyó en pedazos el muro frente a ellos.

—¡Rápido, por aquí!

Saltaron desde aquel cráter y acabaron cayendo en la azotea de una casa vecina, siguieron con su carrera mientras que Lady Morpheus seguía disparando sus mortíferos proyectiles escarlata.

Estallidos cercanos y poderosos destruían todo a su paso, cual si se tratara de una lluvia de misiles. La hechicera flotó hasta que su maléfica figura se fundió contra la luna y la oscuridad, conjuró un orbe de gran tamaño y lo lanzó contra ellos. El bólido se vislumbró entre la penumbra como un demonio sediento de sangre. Jonathan empujó a su novia y la sacó del alcance del proyectil.

—¡Jon! —Nahia cayó contra unas bolsas de basura.

El meteoro aterrizó contra el techo de la casa y lo hizo estallar, Jonathan salió volando varios metros hasta que acabó impactando contra la calle. Malherido y debilitado, trató de incorporarse, pero no tardó mucho, un látigo de energía escarlata atrapó su cuello y lo alzó hasta sobrepasar los altos edificios del barrio chino. Los profundos ojos de la hechicera se clavaron en él.

—Pocos han tenido la osadía de atentar contra mí, sin embargo, ninguno ha sobrevivido tanto como tú. —En su mano, una bruma tomó la forma de una afilada daga escarlata—. Eres fascinante, lástima que no durarás mucho más tiempo.

—Hablas demasiado, bruja —escupió, la sangre bañaba su boca y el oxígeno abandonaba poco a poco su cuerpo—. Acaba con esto de una vez.

—Con gusto.

Elizabeth Morpheus elevó la hoja y, aunque el rugido de Dakken imperó desde la calle, la hechicera no se detuvo, envió el cuchillo contra el pecho de Blazer. Sin embargo, la punta acabó rompiéndose en miles de pedazos. La expresión de la bruja fue completamente atónita.

—¡¿Pero qué?! —Miró el pecho del guerrero, una serie de grabados que reconoció de inmediato se dibujaron en él cual luz hecha tinta—. Un sello de protección... Jerom. —Apretó los dientes con ira—. Parece que tu amiguito el Mago aún te cuida a pesar de que no te des cuenta, querido. No importa. —Meneó su mano con fuerza y lo arrojó violentamente hasta que penetró en una edificación aún en construcción. Volteó hacia Dakken—. ¡Termina con esto, ahora!

Él sonrió, desenfundó sus armas y pegó un salto, ella lo impulsó con su magia y Dakken acabó llegando al mismo lugar que Blazer. Apenas y tocó el suelo, cargó contra su enemigo. Jonathan hizo un esfuerzo inhumano, pero se levantó y, con las protecciones de sus antebrazos, resistió el primer impacto de los sables, luego lo alejó y se deslizó a través del suelo con las rodillas, se puso en pie, pisó con fuerza y una madera saltó frente él, la atrapó y contrarrestó las estocadas de su enemigo, bastaron un par de bloqueos para que la madera terminara seccionada en varios trozos.

Con la respiración agitada, Jonathan se lanzó hacia atrás, eludió los sables y retornó como un elástico resorte, le asestó un puñetazo al rostro y después una patada voladora. Aquello lo alejó y lo hizo soltar las armas. No perdió tiempo. Corrió por encima de unas máquinas y saltó, se columpió por unos tubos y le pateó el pecho. Dakken rodó por el suelo, pero alcanzó a incorporarse y entablar un duelo mano a mano con su némesis.

Pronto, una veloz y mortífera lluvia de ataques comenzó, casi como una danza ensayada. Ambos fluían con el vaivén de la brisa, lanzando incontables combinaciones de golpes y maniobras marciales que casi parecían una suerte de coreografía, como si cada uno estuviera frente a su reflejo, salvo que impulsados por la necesidad de acabar el uno con el otro. Jonathan llevó su puño contra él, pero Dakken lo atrapó y, haciendo uso de su peso, lo llevó en su contra y acabó estrellándolo contra la madera del suelo, saltó y con una patada provista de ambas piernas, el par terminó en descenso por tres pisos hasta caer sobre uno hecho de concreto.

—¡Todo esto hubiera terminado si tan solo te hubieras quedado en el exilio! —vociferó el incansable guerrero oscuro.

—Y dejar el clan en tus garras... eso nunca...

—¡Si yo tuviera el clan, ellos seguirían con vida!

La ira invadió a Jonathan. Se levantó de golpe, gruñó y, de nuevo, se le abalanzó con un frenesí de golpes, alcanzó a asestarle al menos cuatro, pero Dakken parecía no ceder en lo absoluto. Su contrincante respondió con dos cruzados, pero Blazer se echó para atrás y los esquivó, le acomodó un recto a la cara y después una patada que lo llevó a chocar contra una pared, corrió con toda la intención de acabarlo con un rodillazo, pero Dakken lo atrapó y lo estrelló en su lugar.

La columna de concreto se resquebrajó y Jonathan terminó tendido contra el suelo. Ebrio de venganza, Dakken llegó a él, lo tomó del cabello y le asestó varios golpes que lo bañaron de sangre.

—No puedes ganar, Gaijin, el poder del mismísimo Infierno fluye en mi sangre y, con él, pondré al mundo entero de rodillas.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, Jonathan se aferró a su armadura, pero Dakken lo llevó al suelo una vez más con un cabezazo brutal. El abatido Guerrero Legendario quedó boca arriba viendo como un juego de vigas colgaban de una cuerda. Lanzó algo de sangre y miró a su oponente desenfundar una última daga.

—Ahora que tengo este poder, no hay nadie que pueda detenerme. —Las débiles pero bien escuchadas risas de Jonathan le hicieron flaquear.

—En verdad... en verdad debes de ser un estúpido para pensar que la Sociedad Oscura te tomará en cuenta para algo más grande. —Se incorporó poco a poco—. Eres un esbirro, un lacayo, su perro obediente que acaba con lo que ellos no necesitan. Hace solo unos minutos, Lady Morpheus ordenó y tú corriste a obedecerla. No eres nada, solo un insignificante sicario al que le arrebatarán su fuerza ni bien termines conmigo.

—Tú... —Apretó la daga.

—Eres patético.

Dakken rugió con ira. Cuando trató de cargar para darle el golpe de gracia, Jonathan se le adelantó una vez más, arrojando una daga, que hacía minutos le había robado, hasta el contrapeso del que colgaban las vigas. La cuerda se cortó, y el peso de aquellos objetos cayó sobre él, destruyendo el suelo y llevándose a Dakken un par de pisos abajo.

—Siempre tan predecible —musitó débilmente. Dio un par de pasos, pero acabó colapsando en el piso de la obra.

De entre la bruma escarlata, Lady Morpheus emergió con la mirada en el cráter, su compañero permanecía abatido entre las vigas y los escombros, lo pasó de largo y llegó con Jonathan, seguía con vida. Con un gesto complaciente lo alzó con su magia y lo levitó en dirección a un portal recién abierto.

—Algo me dice que podrías sernos de utilidad. —Se contoneó hacia el vórtice y lo atravesó, luego el portal se movió hacia Dakken y lo desvaneció junto con el pandemónium causado en esa estrellada noche en Ciudad Capital.

Para cuando Nahia arribó a la obra, solo encontró los vestigios de la batalla que se había librado, ningún rastro de él ni de sus enemigos. Imaginó lo peor.

—Por Dios. Jonathan...

Tras seguir el rastro de energía demoníaca y destrucción, Sombra llegó a la fuente de la pesadilla escarlata, una obra en construcción. Había signos de lucha reciente, manchas de sangre en el piso, quemaduras arcanas y un caos generalizado más allá de toda dimensión.

—No...

La joven cayó de rodillas con el amargo sabor del fracaso en la boca. Por un momento sintió que perdería el conocimiento a causa del terrible agotamiento, pero logró recomponerse, le había afectado más haber perdido la oportunidad de redimirse ayudando a Blazer.

Pensó que lo mejor era regresar con Garra Nocturna y esperar al Escuadrón. Si los héroes la encontraban ahí podrían malinterpretar su presencia.

Una daga se posó sobre su cuello e interrumpió sus melancólicos pensamientos.

—¡¿Quién eres tú? ¿Dónde está Jhonatan? ¿Qué hicieron con él?! —la interrogó Nahia.

Un increíble resplandor las cegó a ambas. Nahia se sobresaltó, apretando con más fuerza la afilada hoja; como resultado, un hilo de sangre se deslizó a través del cuello de la prisionera. Sombra actuó al sentir el punzante dolor.

Brazos largos y repulsivos emergieron detrás de Nahia, la despojaron de la daga, y la lanzaron hacia atrás. La chica cayó en un pequeño montículo de arena, al mirar de nuevo vio una criatura que le daría pesadillas el resto de su vida.

Un enorme y macabro cerebro flotaba sobre ella con sus deformes brazos extendidos a cada lado. Nahia gritó aterrorizada, casi de inmediato, una katana envuelta en llamas doradas hizo estallar esa asquerosidad purulenta en una nube negra.

Amaterasu, vestida con una impresionante armadura de oro, le tendió la mano a Nahia.

—¿Necesitas ayuda?

En medio de la obra, un portal azul se había formado segundos atrás. De él emergieron, Venatrix, Génesis, Binaria, Supernova, Mago Universal y Vigilante.

Attenzione con ella —gruñó Camille, señalaba a Sombra con su espada—. Las legioni delle oscuridad la obedecen, es un monstruo, al igual que Madame Nyx.

—Concuerdo —añadió Adyin, levantaba una pesada carabina por encima del hombro—. Debemos neutralizarla antes de que pueda actuar.

En ese momento, Sombra se dio cuenta de dos cosas: la primera era que Dakota había tenido éxito en contactar al Escuadrón de Héroes, y la segunda era que la muy olvidadiza de su compañera no había mencionado nada sobre quién la había rescatado de la Mansión Morpheus, por lo tanto, aún la veían como enemiga.

—¡Se llevaron a Jon! —gritó Nahia, corriendo junto a los demás héroes—. Dakken y una bruja vestida de rojo... —dijo con ojos que parecían estanques de lágrimas.

Mago Universal se tambaleó por un segundo al escuchar la terrible noticia.

—¡¿Qué hicieron con él?! —exclamó con su mirada puesta en la catrina, quien apenas y podía mantenerse en pie, usar ese último monstruo la había afectado más de lo que creía.

Al mismo tiempo, Supernova emprendió vuelo unos metros encima de ellos, sus puños brillaban igual que dos soles en miniatura.

—¡Habla, si no quieres que te saquemos la mierda!

La amenaza lanzó un frío congelante por la columna vertebral de Katrina.

—¡¿Qué?! ¡No, por favor, escúchenme, yo no tuve nada que ver con eso!

Sus excusas desesperadas fueron correspondidas por el acero de Amaterasu, empuñaba dos katanas llameantes con la que se abalanzó sobre ella, impulsada por una voluntad en parte suya y en parte a un deseo ancestral que le gritaba que, como diosa de la luz, su destino era eliminar a todos los portadores de oscuridad.

Una bestia similar a un lobo de gran tamaño se interpuso entre ambas y salvó a Sombra de ser asesinada por los filos encendidos, sin embargo, Amara destruyó a la espantosa criatura con facilidad.

Al asalto se sumó Venatrix con un ataque de su espada. Sin opciones, la adolescente se tiró al piso y el sable infernal le cortó un mechón de cabello. Unas pocas bestias oscuras, débiles y frágiles, intentaron contener a las peligrosas atacantes, mientras la invocadora intentaba escapar en gateos hacia una de las máquinas excavadoras. Su intento de fuga se vio frustrado cuando una gran ráfaga de energía hizo pedazos el artefacto.

—Mierda, fallé —gruñó Cassiopeia, preparándose para lanzar un nuevo ataque, pero fue sorprendida por Nevermore, que cayó sobre ella con un ataque de su pico.

El pajarraco y la heroína se precipitaron con violencia al suelo, Vigilante corrió para ayudar a su compañera.

—¡Cass!

Sombra sabía que luchaba por su vida, la adrenalina y terror le habían dado un poco más de fuerza para usar sus poderes. En varias ocasiones intentó decirle a los héroes que se detuvieran, pero ellos seguían atacando sin dar cuartel. La Sociedad Oscura no había tenido piedad en sus ataques contra los héroes y ahora ella tampoco la recibiría.

Binaria y Génesis fijaron como objetivo a la mexicana, pero ella desapareció al huir tambaleándose en la oscuridad de un callejón adyacente.

—¿Pero cómo? —se preguntó la pelirroja. El radar y los sensores de Masha no detectaban a nadie en esa dirección.

Amara corrió al callejón, ya había matado a los pocos monstruos que intentaban retrasarla, un fuego abrazador la envolvía de pies a cabeza.

—Sigue ahí, lo sé...

Mago Universal levantó ambas manos al cielo.

Sarbmos sal ed soterces sol alever —gritó a todo pulmón. Entonces ocurrió lo impensable, durante casi diez segundos, la oscuridad nocturna se retiró, dando paso a un día soleado y perfecto.

El prodigio reveló que Sombra no había ido a ninguna parte, estaba al fondo del callejón recargada en una pared de ladrillo, temblando como alguien que había sido condenado a muerte.

Dominada por una cólera que ni ella misma podía explicar, Amaterasu saltó hacia la catrina, atacando con la rapidez de una cobra. Su adversaria no tenía a dónde correr, y tampoco la fuerza para intentarlo, la sangre que escurría desde su nariz y ojos daba fe de su lamentable estado.

—Discúlpame, ricitos de oro, no llegué tan lejos para acabar así... —murmuró Sombra con voz cascada, casi como si estuviera borracha.

Amara fue recibida por un poderoso revés de parte de Galahad, quien había aparecido justo cuando la actriz estaba a punto de atravesarle el estómago a su agonizante adversaria. La atacante salió disparada en dirección contraria, voló hasta chocar con una revolvedora, Génesis y Binaria tuvieron que movilizarse para ayudarla.

La brillante armadura sin cabeza se desvaneció igual que un castillo ante una tormenta. Eso había sido todo. La invocadora cerró los ojos cuando unos grilletes mágicos se aferraron a sus muñecas y tobillos; la levantaron y la estrellaron en el muro de ladrillo, aprisionándola igual que a una bruja en los calabozos de la Inquisición. No sintió el golpe ni el lacerante dolor en sus extremidades provocado por las cadenas, se había desmayado.

Mago Universal había conjurado los grilletes, él y Venatrix fueron los primeros en llegar a ella.

—Cuidado, puede ser una trampa. Eso fue demasiado fácil —advirtió el hechicero.

Camille ya había tenido suficiente, todo ese asunto con la Sociedad Oscura se había tornado intolerable. Poseída por las garras de la rabia y frustración colocó su espada en el cuello de la derrotada joven.

—¡¿Dónde están Jon y Nakai?! ¡¿Qué es lo que hicieron con ellos?! ¡Despierta, maldita figlia di troia!

James Jerom estaba por detener a su compañera, pero alguien se le adelantó empujando a Venatrix, la cazadora perdió el equilibrio y cayó de bruces contra el piso. Dakota era la responsable, acababa de llegar junto con Kriger, quien había ido a buscarla por órdenes de Mago.

—¡¿Qué están haciendo?! ¡Ella está de nuestro lado! —exclamó fieramente, extendiendo sus garras, dispuesta a enfrentarse a quienes hasta ese momento consideraba sus modelos a seguir.

Los rostros de los héroes adquirieron un color ceniciento, ya les parecía un poco extraño que la hija de Nyx no los hubiera atacado de inmediato y que fuera tan débil en comparación a encuentros previos.

—¿Cómo que está de nuestro lado? —gruñó Camille, encarando a la joven heroína, no le había hecho ninguna gracia el repentino ataque.

—¡La Sociedad Oscura me secuestró para atraer a Kai! —repuso con ferocidad—. Ella me liberó e intentó rescatar a tu hija... —A Dakota se le quebró la voz en este punto—, pero nos descubrieron, apenas y logramos salir con vida de la mansión...

Esa información pulverizó la furia de Venatrix, ahora se sentía víctima del arrepentimiento. De igual manera, Mago Universal quedó aturdido y entristecido al escuchar tan increíbles palabras, de inmediato hizo desaparecer las cadenas. Sombra cayó como una muñeca de trapo.

Garra Nocturna atrapó el cuerpo de su amiga y con delicadeza la sentó en el piso, al comprobar sus signos vitales vio que apenas respiraba.

—Dios, ¿qué le hicieron? —inquirió con preocupación. La sangre combinada con la pintura facial corroída le daban a Katrina un aspecto similar al de las olvidadas tribus bárbaras.

—¿Nos creerías si te decimos que la encontramos así? —bromeó Vigilante, acababa de llegar junto con Supernova, esta última no pudo evitar soltar una risita nerviosa, pero el chiste no fue bien recibido por Dakota, que le gruñó como un animal salvaje.

Un momento después, los miembros restantes del Escuadrón fueron informados de la situación, entonces se dio una discusión sobre qué hacer con la adolescente moribunda. Génesis, Binaria y Amaterasu se mostraron escépticas al hecho de que semejante personaje hubiera cambiado de bando, a sus ojos solo era otra sucia jugada de la Sociedad Oscura.

—De cualquier forma es una traidora, sería un error confiar en ella —se justificó Adyin—. Deberíamos sacarle toda la información que podamos y luego eliminarla.

Amara asintió.

—Sería lo mejor.

Garra Nocturna se estremeció al escuchar tan crueles palabras.

—Eso no pasará, no lo permitiré —dijo levantando la voz.

—No tienen que confiar en mí, solo les pido que me escuchen... por favor. —Sombra había despertado, respiraba con dificultad; su voz era tan sincera y triste que los héroes sintieron lástima.

—Te escuchamos —le respondió Mago, serio como una estatua.

Con ayuda de Garra Nocturna, la joven se puso de pie, enfrentando las miradas inquisidoras y desconfiadas que se posaban sobre ella.

—Sé cómo detener a la Sociedad Oscura.

—Nos atacaste con tus hordas de criaturas horribles, no vamos a creer nada de lo que digas, fenómeno —reclamó Amaterasu con desprecio; aún estaba adolorida por el golpe de Galahad.

La mexicana pareció encogerse dentro de sí misma.

—Me disculpo por eso, no quería hacerles daño, solo asustarlos y que se rindieran. Nyx dijo que ustedes iban a causar la extinción de la humanidad, fue por eso que me uní a ella y a los otros...

—¿Y tú le creíste? —preguntó Venatrix, despectiva.

Katrina despejó la garganta.

—Existen rumores de que ayudaron a los invasores de Corvyn, dicen que ahora la emperatriz es aliada suya... ¿es eso cierto?

James suspiró.

—Si, es correcto.

Ella sonrió, todos los presentes sintieron que esa era la sonrisa más triste que podrían ver en un ser humano.

—Los corvynianos hicieron, y seguramente seguirán haciendo cosas horribles. Me duele decirlo, pero yo no los habría perdonado...

—¿A dónde quieres llegar con todo esto? —la interrumpió Génesis.

—Ustedes salvaron a una raza de homicidas psicópatas, no me extrañaría que en un futuro también causen el fin de la humanidad... —dijo con voz ronca.

James bajó la cabeza.

—No es tan simple, niña, su planeta agonizaba, estaban asustados, desesperados, también fueron manipulados desde adentro. Lo que ocurrió en Ciudad de México fue una tragedia y un caso aislado, Kissandra no tuvo nada que ver con ese ataque.

Un rojo relámpago de ira se asomó entre los ojos de la catrina.

—No lo haga, no la defienda. Los héroes no deberían proteger a los asesinos. Traicioné a mi madre porque no apruebo ninguno de sus actos, su locura ha llegado demasiado lejos, debe ser detenida... —La chica tomó aire y se armó de valor—. Déjenme ayudarlos a terminar con esta pesadilla, a destruir a la Sociedad Oscura.

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