27. Estrellas perdidas
Por Rosacharm & Metahumano
—James —dijo Cass al entrar a la habitación, Ben cerró la puerta detrás de ellos.
La figura cubierta con una capa no respondió al principio, se dedicó a estudiar la oficina de Supernova con cuidado. Había libros en las paredes, un sillón individual donde descansar a la luz de una lámpara y un sencillo escritorio con una computadora, que escondía en su primer cajón una botella de fino whisky, demasiado caro para que lo obtuviera por medios legales. Otros elementos decoraban el espacio de trabajo de Supernova, pero James sabía que ella nunca había sido alguien demasiado extravagante. Esa era la oficina de alguien que sabía que cualquier día sus enemigos podrían llegar a la puerta y que no habría tiempo de levantar campamento.
—Cass —respondió finalmente el mago, conservando su aire de misterio—. ¿Vas a pretender que no estás feliz de verme?
—Agradecida por el portal que nos trajo aquí, pero me acostumbré a que cuando apareces no traes buenas noticias. ¿Debería estar feliz por eso? —contestó ella—. Vamos al grano, James.
Ben miró a su compañera, sorprendido por la soltura con la que hablaba a alguien que ostentaba tanto poder como Mago Universal. Él sabía que se conocían, Cass incluso había compartido algunas historias de batallas con él, en las que no podía hacer otra cosa que quedarse escuchando casi embobado por ellas, pero siempre se había imaginado al increíble James Jerom como el incuestionable líder del grupo; pero, pensándolo dos veces, Cass tenía sus problemas con las autoridades, así que no debía sorprenderle que no le temblara la voz al hablarle a quien era posiblemente el héroe más poderoso de la tierra.
—Me parece bien, pero antes. —James se giró y tendió la mano hacia Ben, quien dudó por un segundo y luego se la estrechó—. Un placer, Benjamin, es un gusto al fin conocerte.
—El gusto es... ¿mío? —respondió dubitativo—. Oigan, ¿están seguros de que puedo estar aquí? Siento algo de tensión y no me gustaría...
—Confío en ti lo suficiente para que puedas quedarte a escuchar —lo interrumpió Cass.
—Si así lo deseas. —James tomó una gran bocanada de aire y continuó—. Te necesitamos de vuelta en el equipo, ha surgido una situación: un grupo de villanos se han agrupado y...
—Los han hecho cabrear de alguna manera, y luego de eso vendrá otra invasión extraterrestre, o el ataque de los hombres topo, o lo que sea. —Esta vez James fue el interrumpido y Ben supo por su expresión que no le había gustado ni un poco, pero sabía que lo mejor era no ponerse en contra de Cass cuando estaba en una discusión—. Siempre va a haber una nueva amenaza para la cual me necesiten, James, pero si me estuviste observando, como sé que lo hiciste, sabes lo que hemos construido aquí y lo importante que es para mí.
—Se trata de Vincent.
La pequeña oficina quedó en absoluto silencio durante algunos segundos, Ben, por primera vez, vio a Cass no saber con exactitud qué decir.
—Ben, danos un minuto —dijo Supernova al cabo de unos segundos, que se sintieron como horas, y él obedeció sin decir nada.
James permaneció observando el semblante dubitativo de Cass, que parecía tener la mirada perdida a través de la ventana de la oficina.
—¿Cass? —preguntó.
—¡MIERDA! —exclamó ella con furia, y James pudo ver la energía brillar un poco en su pecho. Sin decir más nada, ella se dirigió al escritorio, tomó la secreta botella de whisky y se sirvió por lo menos dos medidas del brebaje, que bebió sin perder el tiempo—. ¿Qué hizo ahora el imbécil?
—Para sorpresa de todos, nada, se trata de lo que le hicieron a él —comentó Mago, mientras que su antigua compañera observaba el paisaje a través de la ventana, con el vaso vacío en mano—. Es complicado de explicar, pero nuestros enemigos han puesto a una entidad antigua y peligrosa en su cuerpo y lo han utilizado para infiltrar al equipo. Cuando lo descubrimos intentamos ayudarlo, pero logró escapar de nuestra custodia y ahora está libre y buscando volver con sus amos.
—¿En qué parte entro yo? —preguntó Cass, volteándose para observar a James.
—El equipo está... dividido. Hemos recibido un golpe fuerte, estamos débiles y necesitamos tu ayuda. —Mago pronunció cada palabra tratando de no quebrarse, pero Cass supo que era serio, jamás lo había visto en un estado tan deplorable aunque él se esforzara por ocultarlo—. Pero sobre todas las cosas, sabemos que tenías una conexión especial con Vincent, conexión que creemos que puede ayudarnos a traerlo de vuelta a la luz.
—El idiota tenía algo que yo necesitaba, hicimos un pacto, nos ayudamos mutuamente y nada más.
—¿Esta es la parte en la que yo pretendo que dices eso en serio? —Cass no tuvo una respuesta rápida a la pregunta, y James supo aprovechar el silencio—. Él te necesita, Cass, más que a nadie en este momento.
Por un segundo, los viejos amigos se miraron a los ojos, casi como estudiándose para predecir las palabras del otro, adivinar sus intenciones, pero, al cabo de unos segundos, Supernova se resignó y se sirvió otra medida de whisky, que tomó tan rápido como la anterior.
—Vas a reemplazar esa botella —le advirtió a James, y sonrió genuinamente por primera vez en horas—. Ahora vuelvo.
Con la delicadeza que la caracterizaba, Cass dejó el vaso sobre el escritorio y salió de la oficina dando un portazo. No llegó a recorrer diez metros cuando se cruzó de frente con Benjamin, la observaba con curiosidad, aunque absolutamente consciente de qué era lo que iba a pasar a continuación.
—Vas a ir con él, ¿verdad? —preguntó ya sabiendo la respuesta a su pregunta, pero Cass aún así asintió—. ¿Quién es Vincent?
—Un amigo, nos dio información importante sobre el proyecto Andrómeda, está en peligro y necesita mi ayuda.
—Bien, eso es todo lo que necesitaba saber. Dame un segundo para prepararme y...
—Lo siento, Ben, esto es algo que tengo que hacer sola —lo interrumpió, notando que él estaba a punto de entrar en una discusión que no le interesaba tener—. Te necesito aquí, cuidando y protegiendo a los demás, por favor.
Benjamin se detuvo durante un segundo para observar a su compañera. En todo el tiempo que llevaban trabajando juntos, jamás la había visto de semejante manera, había algo en sus ojos que lo preocupaba. Sin embargo, posó una mano sobre su hombro y le dedicó una honesta sonrisa.
—Vincent es afortunado de tener a alguien como tú cuidándole el culo. —Cass le devolvió la sonrisa—. Si pudiste ayudarnos a nosotros entonces, ayudarlos a ellos será un paseo en parque, tan solo... regresa, ¿está bien?
—Trato hecho —respondió ella aún sonriendo, había pocas personas que la hicieran sentir tan tranquila y confiada como Benjamin, y agradeció para sus adentros tenerlo junto a ella.
Con un breve abrazo, Cass se dirigió a su habitación, tomó las cosas que necesitaba y regresó a su oficina, donde James ahora observaba el paisaje por la ventana, con la botella de whisky llena y sellada a sus espaldas.
—Estoy lista.
En el Templo Universal, Venatrix caminaba de un lado a otro por la habitación, a la espera de cualquier noticia por parte de James que la tranquilizara, le empezaba a molestar un poco verlo tan tranquilo y capaz de concentrarse en comparación a los nervios que ella trataba de ocultar sin demasiado éxito.
Tomó un paso en dirección a la figura encapada que levitaba en posición de monje, cuando otra versión de él le cortó el paso.
—No es buena idea, estoy algo ocupado en este momento —advirtió el clon del hechicero—. Localizar a Darksaber no está resultando un trabajo sencillo, a pesar de la energía oscura que lo sigue a donde quiera que vaya.
—¿Y sigues pensando que es una buena idea enviarla sola a pelear contra Darksaber? No me gusta admitirlo, pero necesitamos a Vincent para salvare a Gia, sería más seguro si todos...
—Sabes que esa charla le saldrá mejor a ella que a todos nosotros —respondió el clon de Mago Universal, mientras su otra copia seguía meditando e intentando dar con la ubicación de letal enemigo—. Lo intentamos y fallamos, Camille, pero confía en mí: Cass puede traerlo de vuelta.
—Pero ese non es todo tu plan —advirtió la pelinegra, muy segura de sus palabras.
—Bueno, un aliado más nunca será despreciado —replicó el clon, volteándose para ver al reducido grupo de héroes con los que debía trabajar para salvar a su amigo y a su hija.
A escasos metros de donde Venatrix y Mago Universal tenían su conversación. Binaria y Génesis utilizaban sus habilidades tecnológicas en un intento de rastrear la oscura presencia de Darksaber, en caso de que los métodos de James fallaran. Mientras que su líder salía en búsqueda de Cassiopeia Nox, ellas se dedicaron a estudiar al detalle cada uno de los encuentros del equipo con el formidable enemigo, descubriendo que curiosos fenómenos ocurrían cada vez que se hacía presente: descensos rápidos de temperatura, tormentas inesperadas, bajas en el servicio eléctrico de la zona, e incluso en una ocasión se reportó la muerte de cientos de aves locales.
Con esas variables a su favor y viendo dónde habían aparecido recientemente esperaban dar con el paradero de Vincent, pero decirlo era más fácil de hacerlo, y tanto Adyin como June agradecieron para sus adentros contar con la otra para poder revisar y analizar los cientos de millones de piezas de información que recolectaban a lo largo del globo.
Bobbly sirvió tazas de té a las dos maestras de la tecnología y procedió a acercarse a Amara y Kriger, quienes hablaban por lo bajo. Kriger aún se sentía responsable de todo lo que estaba pasando, su mente no dejaba de repetirle que si tal vez hubiera sido más cuidadoso, si tal vez no se hubiera dejado llevar por sus emociones, si tal vez fuera un héroe digno de estar en el grupo, Vigilante ya estaría de vuelta y estarían un paso más cerca de rescatar a Gia. Tal vez.
Amara percibía que la mente del joven héroe era atormentada, pero no estaba del todo segura sobre cómo proceder para ayudarlo, solo podía esperar que estar allí para él fuera suficiente.
—Bobbly se alegra de que Cassiopeia Nox finalmente se nos vaya a unir. —La voz temblorosa de Bobbly interrumpió la conversación entre los dos héroes, quienes luego tomaron las dos tazas de té que restaban en la bandeja y bebieron un sorbo en silencio.
—¿Nox? —preguntó Amara, levantando la vista de su taza.
—Se refiere a Supernova —respondió Danilo—. Y Bobbly tiene razón, es bueno que haya vuelto, es una luchadora agresiva. La necesitamos.
Amara recordó las pocas imágenes que había visto en la televisión de una muchacha envuelta en un aura luminosa, luchando contra los invasores corvynianos. James no le había hablado mucho de ella, así que supuso que, por un motivo u otro se había alejado del equipo, lo que hacía que su regreso fuera aún más intrigante. Danilo, por su parte, sabía todo cuanto se podía saber de Cassiopeia Nox: sus antecedentes delictivos, sus maravillosos poderes y su participación en la pelea contra la invasión. Había notado su ausencia desde que logró conocer a sus héroes, y le emocionaba saber que iba a poder conocer a todos los miembros del Escuadrón original, aunque las circunstancias no eran las mejores.
De repente, el ya familiar brillo azul que los portales generados por Mago Universal generaban iluminó la sala, y James apareció por él, seguido por una intrigada Cassiopeia, quien, si alguna vez se había acostumbrado a los viajes mediante portales mágicos, eso había quedado en el pasado, ahora mostraba la misma cara de sorpresa que la primera vez que utilizó aquel curioso método de viaje.
Las miradas de todos los presentes se posaron en el dúo que acababa de entrar a la sala y la tensión podía percibirse. Supernova estudió a sus compañeros y se sorprendió al darse cuenta que solo podía reconocer a Venatrix entre todos ellos. Era claro ahora que James había sido bastante sutil al describir la situación del equipo, que Cass casi podría definir de forma sencilla como estar en la mierda. No había rastros de Blazer, ni de Nakai y el grupo de extraños que habían tomado su lugar incluían a un niño y lo que parecía ser un duende, eso no hacía más que preocupar a una ya estresada Supernova.
—Sigan buscando a Darksaber, tenemos cosas que hablar —dijo James sin más, haciéndole una señal a Venatrix para que se acercara. Sorprendida, Camille descubrió que el Mago Universal con el que estuvo hablando ya había desaparecido.
Juntos, desaparecieron por una enorme puerta que llevaba a otra habitación, no sin que la última dedicara una mirada final al desaliñado grupo de héroes que la observaba con curiosidad.
«¿Podemos confiar en ella?», preguntó Masha.
«Por el bien de todos nosotros, espero que sí», le respondió June.
Los minutos pasaron y, si bien cada uno siguió trabajando por su cuenta para localizar a Darksaber, era indudable que la curiosidad carcomía a los nuevos héroes, que deseaban con fervor saber qué era lo que estaba pasando detrás de aquella puerta.
—¿De qué crees que estén hablando? —preguntó Danilo.
—¿Por qué no tocas la puerta y les preguntas? —replicó sarcásticamente Amara, quien había sumado sus esfuerzos a un nuevo clon de Mago Universal.
—El amo James dijo que sigamos trabajando —la voz de Bobbly susurró.
—Vamos, ¿no te da curiosidad saber qué están diciendo? —continuó Kriger, y en eso la voz de Cassiopeia se escuchó con claridad a través de la puerta.
—¡SANTA MIERDA! ¿¡TUVIERON UNA HIJA!?
El grupo de héroes compartió una incómoda mirada y regresaron a sus tareas.
—Supongo que ahí tienes tu respuesta —acotó Amara.
—Supongo que sí. —Danilo volvió a dirigir la mirada hacia la puerta de la habitación—. Todavía no puedo creerlo, ¿te imaginas ser el hijo de Mago Universal y Venatrix?
—Ese es un trauma infantil que no creo que quieras —agregó Amara.
—Pensar que tengo la edad para ser madre de los dos —acotó Adyin sin despegar la mirada de las pantallas, ganándose una mirada confundida de todos los presentes.
—Okay... pero es bueno saber que James está aprendiendo de sus errores. —June apretó un botón y cientos de posibles locaciones de Darksaber desaparecieron del mapa, se acercaban, podía sentirlo—. Fueron los secretos los que destruyeron al Escuadrón. Solo la verdad puede reparar el daño.
Tan pronto como June terminó de hablar, los ojos del clon de Mago Universal se abrieron y brillaron en un intenso tono azul que logró sobresaltar a Kriger y Amara. Sin decir una palabra, aquella copia dejó de levitar y se encaminó hacia la habitación donde el original seguía reunido con Venatrix y Supernova. El resto del Escuadrón, sin saber del todo qué hacer, lo siguieron de cerca hasta que cruzó la puerta, imponiendo el silencio entre el trío reunido, y se unió con el Mago Universal original, cuyos ojos pasaron a brillar del mismo color del de su copia, hasta que se fueron apagando poco a poco.
—¿James? —inquirió Venatrix.
—Sé dónde está —fue la única respuesta que dio.
Pero fue recién entonces que se percató de que el resto del equipo los observaba a través de la puerta abierta cuales niños curiosos. Camille fue la siguiente en darse cuenta y decidió tomar la delantera en la conversación.
—Supongo que es hora de que los conozcas —dijo mirando a sus nuevos compañeros, pero hablándole a Cass.
—Sí... supongo que es hora —replicó la rubia. No podía creer que había sido arrastrada a toda aquella locura una vez más, y a consecuencia de la misma persona.
Con aquellas palabras como una invitación, Amara, Danilo, Adyin y June se adentraron en el salón, seguidos de cerca por Bobbly. Pronto todo el Escuadrón, o lo que restaba de él, se encontró reunido en torno a una gigante mesa redonda que recordaba a Danilo a las míticas historias del Rey Arturo y sus valientes caballeros que había oído en su infancia.
—Así es. Lamento haberlos dejado fuera de la conversación, pero necesitaba un tiempo para poner a Cass al día en tanto la búsqueda de Darksaber continuaba. Viajar por portales es muy práctico, pero no deja mucho tiempo para la conversación —explicó James—. Equipo, ella es Cassiopeia; Cass, te presento a tus compañeros: Kriger, Génesis, Binaria y Amaterasu. —Las palabras del mago estaban cargadas de un sincero orgullo por los guerreros que lo acompañaban a pesar de las circunstancias.
—¿Amaterasu? ¿Como en la Diosa...?
—Es complicado de explicar —la interrumpió Amara—. Es un placer conocerte.
—El placer es mío, pero creo que ya fueron suficientes introducciones. Dijiste que lo encontraste, ¿dónde está?
James extendió su mano y en el centro de la mesa se generó una proyección del mundo con un punto brillante cerca del centro de Francia.
—Darksaber está en Oradour-sur-Galne, en Francia —sentenció James—. Un poblado que quedó abandonado luego de que los nazis invadieran y masacraran a la mayoría de los habitantes. Desde ese día, el lugar siempre tuvo una importante concentración de energía oscura, pero empezó a reducirse en las últimas horas.
—¿Crees que está allí recargándose? —dedujo Adyin.
—La información coincide. —June empezó a revisar todos los datos que había recolectado en las últimas horas y no tardó en encontrar el nombre del abandonado pueblo francés entre ellos—. Se han reportado fuertes nevadas en la zona, la primera vez que ocurre en años.
—Darksaber es extremadamente poderoso, y eso hace que consuma a sus huéspedes de manera rápida a no ser que se mantenga alimentado con energía oscura. Pelear contra nosotros y escapar debe haberlo consumido, tal vez ni siquiera haya podido avisar a la Sociedad Oscura de su locación —agregó James.
—¿Y esta es la parte en la que entro yo?
Todas las miradas del grupo se posaron de nuevo en Cass; por su parte. mantenía la vista fija en la proyección que brillaba sobre la mesa, ahora con detalles del pequeño pueblo fantasma de Francia.
—Así es, nuestra aparición llamaría la atención de la Sociedad Oscura, que si, todavía no encontraron a su lacayo, sin dudas lo harían al rastrearnos —aclaró James, pero todos sabían que eso no era todo—. Si Vincent aún está ahí adentro creemos que eres la única que puede despertarlo y darnos la oportunidad de traerlo de vuelta.
—No quiero ser pesimista, pero... ¿qué pasa si él realmente ha dejado de existir? —soltó Amara, planteando la pregunta que todos temían hacerse.
—Darksaber sigue siendo una amenaza —respondió Venatrix.
—Así es, lo que significa que, llegado el caso, las opciones son capturarlo o...
—Matarlo —dijo Cassiopeia, arrancando aquella horrible palabra de la boca de Mago—. Lo entiendo.
El silencio se apoderó del grupo, pero todos sabían que no había tiempo que perder. James tomó coraje y miró al resto del equipo.
—Jamás voy a poder agradecerles lo suficiente por permanecer aquí a pesar de mis errores. Esta no era su pelea, pero aquí están, dispuestos a llevarla hasta el final. Sé que han sufrido, han hecho sacrificios y se han sentido insuficientes, pero aquí, en este mismo momento, quiero que sepan que todos y cada uno de ustedes son héroes ante mis ojos, y no quisiera tener otros compañeros para enfrentar lo que se viene. —James hizo una pausa para observar sus rostros—. Salvemos a nuestro amigo.
El Escuadrón de Héroes compartió una mirada de solidaridad y sellaron sus destinos. Fue en aquel momento en que todos sintieron que el grupo dejaba de ser una extraña mezcla de desconocidos atados por el destino y la mala fortuna, para convertirse en una formidable unidad, el material mismo de las leyendas, forjado por el implacable fuego de Mago Universal.
Con aquella renovada sensación de valentía en su pecho, el equipo abandonó la sala y se reunió en los calabozos del Templo Universal, donde Xinox había estado preparando todo para el ritual.
—Recuerda, lo traes aquí y nosotros estaremos esperando para contenerlo y traer a Vincent de vuelta, ¿entendido?
—Fuerte y claro, James. Acabemos con esto.
Con unos rápidos movimientos de mano, Mago Universal creó un portal para Supernova y todos la siguieron con la mirada hasta que finalmente desapareció.
Recibida por una fuerte ventisca y la nieve pegándose en su cabello, Cass miró hacia atrás solo para confirmar que el portal se había cerrado, y así era. Estaba sola una vez más, y el silencio de aquel desolado poblado solo lo confirmaba. Sin embargo, sabía que no era del todo cierto. En las entrañas de aquel lugar abandonado por Dios, una fuerza oscura se ocultaba y se preparaba para atacar, un enemigo mucho más poderoso de lo que jamás había encontrado y, por si fuera poco, uno que portaba un rostro familiar.
Supernova se sacudió la nieve de encima y con ello se fueron todos sus terribles pensamientos. Tomó una bocanada de aire frío y comenzó a avanzar, esperando estar a la altura de lo que se venía.
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