20. Relaciones rotas

MetahumanoMichellBF & A_Grant


Amparados por el halo de milagrosa luz y una vez la diosa Amaterasu destruyó las runas profanas de Lady Morpheus con su energía solar, los héroes fueron reunidos una vez más y transportados al Templo Universal por James, quien aún se debatía si había tomado la decisión correcta. Tal vez nunca lo sabría. Tal vez era mejor así.

Agotados en cuerpo y mente, los héroes cayeron en el suelo del Templo, rotos, desganados, confundidos y aterrados.

La gran mayoría de ellos aún tenía problemas para procesar lo que había visto y vivido. Incluso para aquellos más experimentados con la magia, todo ello había sido demasiado. Necesitaban tiempo para procesarlo, tiempo que, lamentablemente, no tenían.

Mago, a pesar de estar abrumado por sus pensamientos, supo que el equipo lo necesitaba más que nunca, así que se alzó por encima de la situación. En cuestión de segundos, lanzó un hechizo que comenzó a sanar las heridas de algunos de los héroes más maltratados.

—Todos los que puedan, ayuden a llevar a los heridos al Ala Médica; el resto, recupérense. Esto todavía no ha terminado.

James predicó con el ejemplo. Se apresuró en levantar a Camille del suelo para guiarla fuera del lugar.

A sus espaldas, Adyin ayudó a Danilo a levantarse y Amara hizo lo propio con Jonathan. Los llevaron a ambos en la misma dirección en la que había salido Mago Universal. June intentó ayudar a Nakai, pero él le quitó la mano de encima y salió en la dirección contraria al resto, maldiciendo entre dientes.

En otra situación, Binaria habría tenido algún comentario sarcástico que hacer, lo que sea para hacerle saber a su compañero que se comportaba como un idiota, pero en ese momento no se sentía de humor. Su breve encuentro con su familia, y lo que había tenido que hacerles para salir de allí, le había revuelto el estómago y la dejó con un nudo en la garganta. Quería estar sola, llorar, gritar, pero se forzó en mantener la compostura.

Decidió concentrarse en lo que podía hacer. Ya solo quedaban ella y Vincent en la sala, aunque él no parecía estar del todo allí. El héroe callejero se miraba sus manos con una mezcla de confusión y desconfianza. Le costaba distinguir qué era real y qué no lo era. Por un lado, quería creer que la pesadilla había terminado, que estaba a salvo; por el otro, sabía que si se permitía tener esperanza y todo terminaba por ser una nueva ilusión, jamás iba a poder recuperarse.

June lo observó con detenimiento. No había heridas físicas que pudiera apreciar, lo que se había roto en él no iba a poder ser reparado con un hechizo, medicamentos ni cirugías.

«¿Qué hago?», la sensación de impotencia la desbordaba. Necesitaba una guía, necesitaba ayuda tanto como sus compañeros, pero estaba sola allí.

«No hay mucho que puedas hacer, tan solo estar ahí para ellos. Te necesitan, June, más de lo que se pueden imaginar», le respondió Masha con sabiduría.

La voz familiar de la IA la hizo sentir más tranquila. Sin embargo, no podía evitar preguntarse quién iba a estar ahí para ella.

De repente y sin ninguna explicación, Vincent se levantó del suelo y se perdió entre las tantas puertas del Templo Universal. June decidió ir al Ala Médica. De nada servía quedarse allí de brazos cruzados. Al llegar, se encontró con Adyin; la alienígena atendía las heridas de Kriger, mientras Amara y Jonathan discutían algo por lo bajo, pero la sorprendió no ver a James o a Camille en el sitio.

Después de haber quedado sola, June se integró a los nuevos del equipo en la enfermería. De alguna manera se sentía más cómoda con ellos aunque fueran completos extraños. Kriger todavía no recuperaba el conocimiento, mientras que, a pesar de sus brutales heridas, Blazer parecía aguantar bastante bien, algo que le hacía saber a June que tenía más experiencia en aguantar golpizas, así que decidió concentrarse en donde más la requirieran.

—¿Necesitas ayuda? —Se acercó de espaldas a la peliblanca, con una inquietante mirada fija en el muñón en crecimiento de la guerrera galtheana.

Adyin se giró con un sobresalto y miró a su compañera durante algunos segundos. El corazón le latía a una velocidad impresionante. La batalla y las visiones que experimentó en aquella extraña mansión la habían perturbado más de lo que no estaría dispuesta a admitir. Sus pensamientos se habían vuelto erráticos desde ese encuentro, le costaba concentrarse, algo que jamás le había pasado.

Ella era una guerrera, siempre lo había sido, y no era ajena a las atrocidades de la guerra, pero esa vez algo fue diferente. La batalla se había sentido personal, cercana, y no pudo evitar sentir cosas que hubiera preferido que se mantuvieran encerradas. En la mansión había encontrado una oscuridad inconcebible, mucho más profunda de la que se hubiera podido imaginar alguna vez, y eso la asustaba.

—Eh... sí —respondió al cabo de unos segundos—. Creo que tiene una contusión. Necesito algo para estabilizar la cabeza y algunas bolsas de hielo. El hechizo de Mago Universal está funcionando, pero no está de más tomar algunas precauciones.

—Estoy en ello, pero hablando de eso, ¿sabes dónde está James?

Adyin se encogió de hombros. Esa fue la única respuesta que June recibió al respecto, así que se dio media vuelta y salió a buscar lo que le habían pedido.

Mientras el resto del equipo se recuperaba, James trataba las heridas de Camille en otra habitación. Desde que entraron allí, ella no había dicho una sola palabra y apenas parecía reaccionar ante el dolor que le estaba provocando el desinfectar las heridas.

A Mago Universal le dolía y confundía verla así, tan frágil y vulnerable. Aún en sus momentos más oscuros, sabía que Camille iba a poder seguir adelante, que la cazadora volvería, pero esa vez no estaba tan seguro. Había algo en la mirada de Venatrix que se había apagado. Tardó un poco en precisar de qué se trataba con exactitud, pero pronto se dio cuenta, se trataba de la esperanza.

La vida de Camille había estado movida desde aquella fatídica noche en la que sus labios se encontraron con los de Lucifer por una sola misión: mantener a salvo a su hija, la única familia que le quedaba. Ahora que había fallado en su único propósito, ¿qué propósito la mantendría enfocada? ¿Qué la haría diferente de ser uno de los demonios que enfrentaba?

James desechó la pregunta, más por temor a la respuesta que por la necesidad de enfocarse en lo que hacía, pero los pensamientos no tardaron en contraatacar y pronto se preguntó si él mismo no había perdido la esperanza. Sabía que la batalla no estaba perdida, ¿pero realmente podían derrotar a la Sociedad Oscura? Hasta ese momento, sus enemigos se mantuvieron siempre diez pasos por delante de ellos, y ni siquiera con un nuevo grupo de héroes pudieron ponerse a la par de sus oponentes.

Por un instante, al Centinela del Tiempo el futuro se le antojaba tan oscuro, frío e impenetrable como el espacio mismo y no sabía si tenía la fuerza para seguir adelante.

Sin embargo, todas las meditaciones y pensamientos de James fueron interrumpidos cuando la puerta de la habitación se abrió violentamente de par en par. James dio un paso atrás, alejándose de Camille, y ella se bajó la remera, cubriendo su espalda desnuda.

En el marco de la puerta se encontraba Vincent. Sus ojos rojos e hinchados denotaban que había llorado, pero ya no quedaba vulnerabilidad en él. Tanto James como Camille no pudieron evitar sentirse incómodos al ver la carencia de aquel hombre tranquilo y gracioso que llegaron a conocer. En él solo quedaba una ira pura y apenas contenida.

—Vincent, ¿estás bi...? —empezó a preguntar Mago.

—Ahórrate la pregunta —lo interrumpió el detective—. Nos tendieron una trampa y nosotros caímos como el grupo de idiotas que somos.

—Volveremos a empezar, esto todavía está lejos de terminar —continuó el líder del equipo, sin saber si él mismo se creía sus palabras.

—Y volveremos a perder, por un simple motivo: ellos saben todo lo que vamos a hacer antes de que lo hagamos, y sé que ustedes no son tan estúpidos o ingenuos para no estar pensando lo mismo que yo.

James, impresionado por la violenta respuesta de Vincent, miró hacia cada lado, quería asegurarse de que le hablaba a ellos; Venatrix continuaba en la misma posición, de espaldas a ellos, en silencio y con la mirada en cualquier punto menos en sus compañeros, dudó que prestara atención a Vincent, por lo que James se alejó más de ella para acercarse a él.

—¿Qué estás insinuando? —inquirió James en susurro.

—Todo lo que pasó allá... ¿te pareció que fue improvisado? ¿De verdad crees que ellos solo reaccionaron? Nos esperaban, Jerom. Sabían que iríamos.

Vincent endurecía sus facciones con cada palabra mencionada, su voz se cubría por un matiz irónico, y en el trasfondo, ocultaba desesperación. James lo notó, y su preocupación no hizo más que ir en ascenso. Mago meneó su cabeza en rechazo a la idea.

—Caímos en su trampa... otra vez. ¿Cuántas veces más debemos caer para aceptarlo? ¿Debe alguien morir acaso? —presionó—. Génesis ya perdió un brazo, por suerte esa cosa extraña en su cabeza le permite regenerarlo, pero si hubiera sido otro de nosotros... ¿si hubiera sido el niño? —Frunció el entrecejo—. Alguien les está proveyendo información sobre lo que hacemos y lo que planeamos hacer, solo así se justifica que estén tan preparados.

James transformó su semblante en uno grave, buscó con la mirada a Venatrix, seguía en el mismo lugar, sin dar atención a la conversación; se volvió hacia Vincent y le habló de forma baja y cautelosa.

—Entiendo tu frustración y puede que sea difícil para ti, pero cuida bien lo que dirás a partir de ahora, Vincent. Lo que insinúas es grave.

—¡No insinúo! Uno de nosotros se ha vuelto en nuestra contra y está aquí como infiltrado. Es un traidor y un gran actor, pues finge muy bien estar tan abrumado como los demás.

—No es posible —negó James al mismo tiempo que meneaba la cabeza—. Te recuerdo que la mayoría de ellos están aquí porque tú nos diste sus nombres. Tú los investigaste.

—Claramente todos fuimos engañados.

Sostuvo la mirada de James con firmeza como lo hacía al hablar, no mostraba ninguna señal de estar jugando o de siquiera tener dudas sobre sus palabras, estaba convencido de ellas y dispuesto a convencer a los demás.

—¿Todo bien? —Una temerosa voz femenina intervino.

Ambos giraron a la puerta para ver a June de pie, atenta, con unas bolsas de hielo en sus manos. Se mostraba interesada y preocupada por ellos. James retrocedió algunos pasos para alejarse de Vincent y volverse hacia ella, forzó una media sonrisa y afirmó con la cabeza.

—Estamos bien —contestó.

Podía sentir la mirada penetrante de Vincent, quien no había alterado su posición ni un poco, ni siquiera se había dignado a mirar a June.

—¿Y ella? —preguntó Binaria.

James siguió su mirada hacia Venatrix; suspiró, cansado, su compañera seguía aislada, inmóvil. Bajo la mirada de Mago, June atravesó la estancia para acercarse a ella, se sentó a su lado, sus rodillas chocaron en el acto, solo así hubo respuesta por parte de Venatrix, quien ladeó apenas la cabeza para observar cómo la mano de June descansaba sobre su rodilla en gesto amistoso y de apoyo.

—Lamento lo de Gia, no hay palabras que valgan para reconfortarte —dijo June—. Pero ten presente que estoy aquí. Haré todo lo que esté en mis manos para ayudarte.

Venatrix demostró haberla escuchado, pues inclinó la cabeza en aceptación antes de mirar de nuevo al piso. June suspiró antes de girarse hacia los héroes restantes en la habitación.

—La mayoría están en el Ala Médica reponiéndose —informó—. Están realmente afectados. Para unos debe ser más difícil que otros, combatir con un familiar de por medio no debe ser para nada fácil.

Vincent dirigió por primera vez la mirada hacia June, había algo en sus ojos que denotaba oscuridad.

—¿Qué dijiste? —preguntó.

June se sobresaltó por el tono demandante y buscó apoyo en James, pero él se había paralizado por algo que ella había dicho y no lograba descifrar, algo tan importante que indujo cierta palidez en el líder del Escuadrón.

—Hasta donde sé —empezó Vincent—, solo uno de nosotros tiene un familiar en juego y es ella. —Señaló a Venatrix— ¿Qué dices sobre los demás?

June se enderezó, su rostro se contrajo en un gesto confuso; no daba mérito a lo que descubría, ni ellos tampoco al parecer. Entonces comprendió el porqué del impacto provocado por sus palabras. No lo sabían, y ella acababa de soltar la noticia sin tacto ni antelación.

—Durante el combate nos topamos con la bestia, Wendigo, y se refirió a su sobrino como uno de nosotros... como un miembro del Escuadrón.

June seguía sin poder medir la magnitud de lo que decía; los rostros de aquellos hombres dejaron en claro su desconocimiento, entendía que los inquietara, pero estaban lejos de estar solo inquietos.

—No puede ser. No quería compartir información, los cambios de humor, el secretismo, ¡maldita sea, incluso sus nuevos poderes! —exclamó Vincent—. Estuve tan ciego...

Los presentes no sabían cómo procesarlo, uno de ellos mostraba terror y el otro revelaba ira. En el silencio, los sentimientos vagaron por el aire, volviendo más tenso y pesado el ambiente; ninguno mostraba indicios de moverse o pronunciar palabra, pero llegaría el momento.

—Nakai.

La voz de Venatrix fue apenas un susurro, sonaba como quien se encontraba a metros de distancia, como quien ya no estaba. Al volverse hacia ella, vieron el crecimiento de una bruma tan oscura como preocupante; crecía detrás de ella y amenazaba con consumirla. Y así fue. El humo formó especies de garras que se posaron en los hombros de la mujer y se impulsaron de ellos para extenderse por el resto de su cuerpo; su figura se perdió en el interior, luego se disipó. Venatrix ya no estaba.

Por los pasillos del Templo avanzaba Nakai sin destino fijo, su mente divagaba en lo vivido, quedar a merced de la bestia que amenazaba con quitarle todo desató sus nervios y encendió su ira. Impotente, lanzó un golpe contra la pared más cercana, provocando un ligero cráter. Se concentró con su puño estancado en la pared, estaba pálido, como la piel de un cadáver, casi pudo olfatear a la bestia y su legado de peste y muerte.

Su mirada se deslizó por su antebrazo, igual de incoloro, con la nueva presencia de líneas negras que se envolvían en torno a su brazo. Consternado, bajó su puño y extendió ambos brazos para encontrarse con más de aquellos hilos de bruma, los movió en un intento de disiparlos, pero se mantuvieron arraigados a su cuerpo y abarcaron más espacio con cada segundo.

Provenían desde atrás según podía ver, por lo que miró sobre su hombro para encontrar su fuente: una nube negruzca y fría en cuyo interior se apreciaba una silueta.

—¿Venatrix?

Una fuerza sobrehumana lo golpeó hacia el frente, donde halló otra nube que lo esperaba para consumirlo.

Sintió rodar por el suelo antes de poder levantarse, se hallaba fuera de los pasillos, en una habitación.

—¡Hipócrita! —gruñó Venatrix—. Qué convincente parecías cuando hablabas de salvar a Gia.

Nakai parpadeó para enfocar su visión, seguía perdida en la bruma; se levantó tambaleante, ayudado por el único mueble que encontró.

—Camille...

El mueble se desvaneció bajo su mano y regresó al suelo, desde allí la vio avanzar en su dirección, una especie de filo relucía en su mano. Una alarma se disparó en la mente de Nakai y todos sus sentidos se pusieron en alerta, volvió a estar de pie, listo para recibir el ataque, pero una tercera figura apareció entre ellos.

La estocada inició su curso, pero James fue sobre Venatrix y la hizo levitar con su magia hasta el otro lado de la habitación, luego giró hacia Nakai y lo señaló con un dedo.

—No te acerques —ordenó, pero Nakai no obedeció. Aunque se hallaba alerta, no entendía la actitud de sus compañeros y demandaba una explicación con cada paso que avanzaba—. ¡Dije que no te acercaras!

Mago Universal apoyó su orden con un golpe de magia que envió a Nakai hasta el borde de la habitación, lejos de ellos.

—¿Qué carajos les sucede a ustedes dos? —reclamó Nakai, empezaba a dirigir su ira hacia ellos.

James no prestó atención a su tono, se limitó a amenazar con una demostración de su poder; Venatrix seguía detrás de él.

—Traidor —acusó James—. Es un animal, dijiste, uno muy peligroso para dejarlo con esas personas, pero es más que eso, ¿cierto?

Nakai entreabrió su boca, un suspiro se escapó de entre sus labios. Permaneció sin palabras.

—Ahora comprendo tu actitud. Cobran sentido tus cambios de humor. Al comienzo, te negabas a cooperar y luego te preocupabas por Gia y lo que le pudiera pasar, fingías.

—Jamás mentí acerca de preocuparme por Gia...

—Deja el acto. Puedo comprender el porqué lo hiciste... es de la poca familia que te queda —dijo James con cierta comprensión, sin embargo, la ira y decepción lo abrumaba—. Pero tú mismo dijiste que es un monstruo.

—¡De acuerdo! —exclamó, alzando sus manos en señal de indefensa—. Omití esa información, acepto mi error, pero no quiero tener nada que ver con esa cosa, acabó con mi clan, James, ¡mi familia!

—Si ese fuera el caso, debías decirnos, Nakai. Conocí a tu familia, no quiero imaginar lo decepcionada que está.

Nakai dejó escapar el aire y pasó sus manos por su rostro y cabeza, se encontraba ansioso y estar en una habitación sin salida solo empeoró su situación. Giró en busca de una vía de escape, pero detrás de él solo había un muro que se negó a ceder contra sus repentinos golpes, una barrera se había alzado alrededor, atravesarla sería imposible.

El intento de escape solo levantó más sospechas y les confirmó las evidencias,

Cuando sus nudillos dolieron por los golpes al perder su fuerza, se giró para descansar su peso contra ella y se deslizó hasta alcanzar el suelo.

El silencio se prolongó, Nakai parecía ser el único en la habitación, de pronto escuchó que uno de ellos empezaba a caminar, alzó la mirada para ver a Venatrix pasar junto a James, él hizo amagos de interponerse en su camino, pero ella alzó una mano, demostrando que no pretendía atacar. Fue hasta él y se dejó caer hasta que sus piernas dobladas sostuvieron el resto de su cuerpo y su mirada quedó a la misma altura.

—Nakai. —El mencionado alzó la mirada, había percibido algo distinto en su voz que lo llevó a hacerlo, un atisbo de compresión, como quien deseaba entenderlo—. Sé que por un tiempo te consideraste como aquello que estaba mal en el mundo y puede que en el fondo aún te veas de esa forma, pero yo he conocido de cerca lo desperfecto, la bestialità e l'oscurità. —Inspiró, preparándose para lo que diría—. Pero no veo nada de eso en ti. Veo fuerza bruta que rodea un alma inocente, un alma que puede corromperse. Te pido no caigas en eso, todavía estás a tiempo. Busca la redención y dime cómo parar esto.

Nakai la estudió, sonaba sincera y humana. No encontró señales de amenaza y su cuerpo parecía relajado junto a él. Quiso creer en sus palabras, pero algo en su mirada le impidió hacerlo. Si bien se mostraba comprensiva, sus ojos delataban la desesperación que la embargaba. Haría cualquier cosa por obtener lo que deseaba.

—Están equivocados —soltó—. Lo único que he hecho es ayudar a encontrar a tu hija. —Relamió sus labios antes de seguir—. Lo que esperas escuchar, Camille, no saldrá de mi boca.

Venatrix permaneció estática por segundos hasta que realizó un alzamiento de mano, la usó para quitar el trío de lágrimas que habían escapado de sus ojos mientras hablaba. Las secó con la menor delicadeza, su semblante se tensó, tornándose rudo e intimidante. La próxima vez que habló, Nakai notó que ya no existía el matiz comprensivo, volvía a percibir toda aquella ira y el odio de momentos atrás.

La vio levantarse para ir con James, ante quien se detuvo. Aún de espaldas a él, Nakai pudo escucharla.

—Su voluntad es tan fuerte como su cuerpo —dijo a James—. Non cederà.

James liberó un suspiro, denotaba decepción y cansancio. Parecía darse por vencido ante una pelea imperceptible. Ella continuó presionando, conocedora del resultado.

—Déjame hacerlo. È l'unico modo.

Y aceptando que ya no había salida, James inclinó su cabeza para afirmar a la petición de Venatrix. Bajo los pies de ambos se hizo presente la misma bruma que se deslizó como serpiente hacia Nakai, creciendo con cada centímetro recorrido.

—Camille, espera... —pidió mientras se levantaba, pero la figura nubosa que asemejaba a una bestia saltó sobre él, impactándolo contra la pared.

Retenido por aquella fuerza ante la que no existía defensa, Nakai apeló al lado humano de Venatrix, la veía ir hacia él con actitud amenazante, como un cazador que acorralaba a su presa.

—¡No quiero pelear, Camille! ¡Sé por lo que estás pasando y esto no te dará lo que quieres!

—Lo que quiero es que sientas lo que yo estoy sintiendo. Miseria, decepción, desesperación. Haz sentido todo eso antes, Nakai...

La presión invisible que lo retenía se concentró en su cuello, sus pies ya no tocaban el suelo y la sangre dejaba de fluir como debía. La visión se le nubló, lograba captar borrosas imágenes que se disipaban mediante perdía la respiración, muy a los lejos escuchó las palabras que desencadenaron el terror.

Muéstrame cuándo.

Sintió pinchazos por todo el cuerpo, manos, pies, frente, espalda, nuca. Uno a uno, solo segundos, y después, sus sobrehumanos sentidos dejaron de funcionar.

La oscuridad absoluta lo envolvió por segunda vez en aquel día, luego todo fue cobrando color y forma.

Veía una mesa redonda frente a la cual se sentaba, había un pequeño festín sobre ella, algo para celebrar. A su izquierda se encontraba sání, a la derecha Dakota y enfrente estaba el hombre que no creyó ver nunca más, su padre.

Nakai se hallaba encerrado en aquel cuerpo, incapaz de moverse o hablar, pero podía ver y escuchar todo, incluso sentir los aromas. Estaba en casa, con su familia, en una de las pocas noches donde reinaba la tranquilidad. Aunque volver a aquello podía ser su anhelo, revivirlo no hizo más que aterrarlo.

Fue encerrado en aquel recuerdo hasta el final de la noche, obligado a revivir sensaciones. Lo siguiente que vio fue la noche extendida sobre la Reserva Natural de New River.

Veía a través de arbustos una reunión que se realizaba a pocos metros de donde se encontraba, su padre estaba presente y eso enloquecía los nervios del joven Nakai, antes de que pudiera reaccionar, la escena se llenó de balas yendo de un lado a otro, el aire se impregnó del olor a pólvora y Nakai solo podía ver a su padre en medio de todo. La imagen se fue distorsionando, pasó a hallarse rodeado de cuerpos, incluido el de su padre. Recordó el dolor, la sensación asfixiante que oprimía su pecho, luego gritó y sus sentidos cruzaron la línea de lo humano.

Nakai se encontró cubierto de sangre, con sus manos temblorosas por las nuevas sensaciones y la sensibilidad de sus emociones. El recuerdo debía terminar ahí, pero algo fue diferente entonces, Nakai no era el único entre los cuerpos, una bestia lo acompañaba. 

Lejos de aquel oscuro escenario mental, James permaneció a la espera de una reacción, frente a él Nakai se mantenía oprimido contra la pared, con la mirada en blanco, Venatrix lo sostenía por el cuello con sus uñas incrustadas en la piel, su mirada era oscura, inhumana. Ambos cuerpos se agitaban de vez en cuando, producto de los recuerdos y las sensaciones revividas.

Analizó los cuerpos para asegurarse de que no corrían riesgo, pero cuando se concentró en Venatrix, notó un leve hilillo rojo emerger de su nariz, la sangre corría con lentitud y descendía hasta sus labios.

—Camille, ¿puedes escucharme?

No respondió, el trance parecía ser profundo y eso inquietó a James, la nariz de Nakai también empezaba a sangrar al igual que sus oídos.

—Tienes que detenerte, Camille, lo estás matando. Ambos van a morir si no lo liberas. —James aguardó a obtener respuesta—. ¡Venatrix!

Al tiempo que gritaba, la tomó del brazo para apartarla de Nakai. Logró hacerlo, ella cayó a un lado y Nakai al otro, ella demostró volver en sí, pero él seguía encerrado en sus recuerdos.

—Tráelo de vuelta.

Non posso —dijo, jadeando—. Lo perdí. Su mente ya no está a mi alcance... algo anda mal.

Nakai observaba alrededor, estaba oscuro y el olor a sangre inundaba todo, había luna nueva y frente a él la silueta de Wendigo se levantaba; las enormes garras cortaron su estómago, todo se oscureció de nuevo para volver a despertar, ahora Wendigo mordía su cuello y arrancaba la carne con sus fauces.

Una y otra vez se repetía, Wendigo lo devoraba de varias formas, pero no eran sus recuerdos, eso no le había sucedido, y aún así era demasiado real para una pesadilla.

Fue cuando vio su propio reflejo en el pozo de sangre a sus pies, el rostro de su abuelo Hanakai lo miraba fijo, no eran sus recuerdos, eran los de su familia, de todo el clan Wanikiy, una y otra vez, en el momento que fueron masacrados por Wendigo.

El bucle no se detenía.

Tras unos cuantos minutos de recorrer con desesperación los pasillos del Templo, Vincent logró dar con James y Venatrix. Ambos observaban a un inconsciente pero perturbado Nakai, mientras discutían conceptos mágicos y situaciones que escapaban a su comprensión. Él y June, que le había estado siguiendo los pasos de cerca, se quedaron paralizados en el umbral al observar la situación. Todo se había desarrollado con tal rapidez y violencia que la joven tecnópata apenas había sido capaz de procesar la gravedad de los hechos.

Por su parte, Vincent observaba a Nakai, cuyo cuerpo se retorcía producto de las aterradoras visiones que inundaban su mente. Le hubiera gustado interrogarlo, estaba seguro de que podía sacarle información, después de todo, no era la primera vez que el detective trataba con un delincuente, y eso era todo lo que Nakai era para él en ese momento: tan solo un criminal más en la larga lista que tenía en su cabeza.

«Muy bien, Darksaber, lograste dividirlos, ahora... es momento de acabar con ellos», la voz de Lady Morpheus resonó en la cabeza de Vigilante. Toda su actitud corporal cambió de repente.


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