Por MichellBF

En un departamento lujoso, Lady Morpheus avanzó hasta una pared blanca con algo plano y delgado en sus manos, se acercó tanto hasta que pudo pegarlo. Lo aseguró con cinta; se alejó un momento para apreciar la fotografía recién tomada, y esa la unió con otra a través de un hilo rojo, tras culminar, dio varios pasos atrás, y contempló su obra completa con satisfacción: un esquema de numerosas fotografías unidas con hilos rojos, distintos escenarios, los mismos rostros, todos captados por ella.

—Lady Morpheus —dijo una voz fría que irrumpió en su apreciación.

—Las puertas están para tocarlas —contestó la mujer, mirando sobre su hombro en dirección al hombre que se mantenía a distancia, en las sombras del departamento.

—No hay puertas para mí —contestó—. ¿Qué tienes aquí? —preguntó. Pasó a detallar el mural de fotografías.

Cortésmente, la mujer se hizo a un lado para dejarle visibilidad; lo vio avanzar con cautela hacia el lugar donde antes estuvo ella. Desde allí miró con detenimiento cada rostro captado sin saberlo. Identificó con rapidez de quienes se trataba, y pasó a enfocarse en los rostros que más atrajeron su atención, eres tres, dos de ellos fueron James y Vincent, por separados y en algunas fotografías, captados juntos.

—Ellos han formado una alianza, una clase de figura heroica que pretende detener a cualquiera que represente una amenaza a su preciado equilibrio.

Lady Morpheus caminó detrás del hombre mientras hablaba, detalló el ligero movimiento de su cuerpo al respirar y el de su cabeza al mover la mirada de una foto a otra.

—Y cuentan con el apoyo de poderes oscuros que derivaron de ti en un principio —tentó al verlo subir en el esquema—. La Trinidad, así los llamaron. Y no están solos, tienen el respaldo de seres con extraordinarias habilidades, humanos o no, los fortalecen.

—¿Por qué me cuentas esto? —quiso saber, en su voz se notó que empezaba a perder la paciencia, pues fue áspera y firme.

—Porque sé lo que quieres... sé a quién quieres. Pero para obtener lo que deseas, debes pasar por encima de ese Escuadrón para poder llegar a esos dos, James Jerom y Vincent Hardy. —Señaló las fotografías de los mencionados que se encontraron encima del resto, lado a lado—. Sácalos del camino y solo entonces, cuando ninguno esté para detenerte, podrás llegar a Venatrix. —Apuntó finalmente la fotografía de Camille que encabezaba la escala; los ojos del hombre se iluminaron en carmesí—. Pero claro, por reglas terrenales no puedes tocar a ninguno de ellos al menos que te invoquen, cosa que no harán. Para tu suerte, conozco a quienes sí pueden tocarlos.

Al lado del esquema compuesto por los héroes del Escuadrón, se iluminó un segundo esquema con fotografías de personajes desconocidos, pero que por su aspecto, representaron todo lo contrario a los héroes.

—Ellos, con mucho gusto te obedecerán solo por la oportunidad de matarlos, si les das lo necesario despejarán el camino para ti. ¿Qué dices... Lucifer?

La figura de Lucifer se tensó, su mirada ascendió desde Renegado, pasó por Blazer y Supernova, hasta Mago Universal y Vigilante, acabó en la fotografía de la cazadora.

—Dudas —observó cuando él no dijo nada—. Confía en mí, Lucifer, tengo todo planeado. Prepararé el tablero, ubicaré las piezas estratégicamente, y nosotros controlaremos cada movimiento, todos ganamos, menos ellos. ¿No es esto lo que quieres?

Lucifer calló por segundos, una de sus manos se alzó hasta la fotografía de Venatrix, había sido captada con su expresión seria, fría, justo como la recordaba.

—La quiero de regreso al Infierno —dijo entonces con severidad—. Reúne a tus peones... que empiece el juego.