9. Invasión

Por GabrielO5MichellBFRonaldoMedinaB & Metahumano


Capital City se volvió visible para Jonathan Mayers desde la ventanilla del avión. En las alturas, la calma parecía ser dueña de la ciudad, sin embargo, el nuevo visitante conocía bien que aquello solo era una fachada, algo que comenzó a decaer cuando escuchó exclamar al piloto desde la cabina.

Jonathan cortó el espacio entre él y el puesto de mando. Se asomó con cautela y tocó a la puerta dos veces, Wong miró de soslayo, y meneó su cabeza.

—¿Qué sucede?

—No hay respuesta de la torre de control —informó sin despegar la mirada del frente—. La conexión está caída.

Jonathan inspiró con profundidad mientras imaginaba una posible explicación para aquello, recordó a los informantes y se dijo que si ellos habían logrado invadir K'un Dai, pudieron hacer mucho más en Capital City.

—Es importante que llegue a tierra ahora —dijo con voz ruda al copiloto.

—No puedo aterrizar sin confirmación de Control —repuso, intentando llamar una vez a través del micrófono. La línea estaba muerta al otro lado—. Sin respuesta.

Jonathan se movió con inquietud, deteniéndose de ir más allá de la puerta pero con la urgencia y el impulso de tomar él mismo el control sobre el avión.

—¿No hay otra forma de llegar? ¿Otro lugar donde puedas aterrizar?

—Ningún lugar permitido sin previa autorización —contestó—. Si es de gran importancia llegar, puedes considerar saltar del avión.

Jonathan observó la nuca de Wong, pues él no podría quitar su mirada de los cielos. Aun así mostró su desconcierto.

—El paracaídas —lo escuchó decir con voz fatigosa—. Póntelo.

La compuerta se halló frente a los ojos de Jonathan después de haber acomodado la mochila sobre él.

—Estaremos sobre el centro en dos minutos —escuchó decir al piloto.

Jonathan vio hacia la cabina aunque no logró ver a Wong. Sus manos temblaron por los nervios cuando las ubicó a cada extremo de la compuerta. Inhaló y exhaló repetidas veces con gran profundidad, recordó la razón de querer ir allí, así encontró la fuerza para continuar.

El aire sacudió su cabello cuando la compuerta fue abierta, dejando ver un plano celeste que se extendía a la infinidad, Jonathan se echó hacia atrás.

—Debes saltar en cinco, cuatro, tres, dos...

No alcanzó a escuchar el uno, antes de eso ya había saltado. Se precipitó al gran vacío que se despejó tras metros de caída. Capital City era visible.

Sobre un alto edificio se vio descender un paracaídas que dejó de desplegarse por el viento; cayó como simple tela en la azotea. Jonathan se despejó del equipo y corrió al borde para observar bajo él, en las calles, el correr de personas que huyeron con temor de la plaza central. Siguió el camino que ellos habían recorrido, extendiendo su campo visual a cuadras más allá donde a duras penas alcanzó ver parte de la plaza central.

Allí el caos era mayor, con autos siendo dejados para huir corriendo. Por entre algunos edificios, la presencia de un objeto luminoso y formidable se hizo notar, Jonathan prestó mayor atención para identificar qué era aquello y de inmediato se dio cuenta... una nave se instalaba en la plaza.

Sin esperar más, corrió al extremo contrario donde encontró la entrada a las escaleras. Desde ahí descendió con rapidez hasta el vestíbulo que atravesó sin detenerse en ningún momento. Salió a las calles para ir en sentido contrario al que corrían las personas.

Para cuando alcanzó a llegar, la nave hacía algo más que instalarse; una compuerta se había abierto para permitir la salida de un ejército que tomó posesión del lugar. Se extendían por lo largo y ancho, y pretendían ir más allá.

Eran los integrantes del ejército, parecidos a los informantes atrapados en K'un Dai: de aspecto humanoide, aunque de mayor tamaño a la gente de la Tierra; disimulaban su apariencia por la armadura blanca y rojo vino que los cubría en su mayoría.

Línea tras línea fueron posicionándose, y los miembros de cada una, aunque semejantes, se diferenciaron por llevar armas distintas, Jonathan alcanzó a distinguir espadas, lanzas, y extrañas armas accionales. Además de aquellos cuyo avanzar fue por tierra, emergieron de la nave una tropa con alas que se unían a la armadura; Jonathan los vio pasar sobre él y atravesar la plaza. Pasaron a las calles de la ciudad, donde el miedo de las personas fue incrementado, y aunque ninguno pareció pretender causar daño, provocaron desesperación en quienes los avistaron.

Fuerzas policiales se hicieron presentes en gran número, abandonaron sus patrullas para dispersarse por el terreno y resguardar a los civiles en las estructuras aledañas. Pese a esto, aun cuando los cuerpos policiales se sumaron, el ejército de invasores no dejó de avanzar.

Jonathan pasó su mirada de lado a lado tras breves instantes que usó para detallar cada escena, la visión que el Árbol del Destino le había mostrado se repitió como película en su cabeza, recordándole que aquello era solo el inicio.

Sus manos se apretaron en puño. A cada costado, su expresión preocupada se endureció para mostrarlo determinado. Decidido a intervenir en la predicción del futuro, comenzó a avanzar con pasos firmes hacia el ejército.

Tras avanzar poco menos de tres metros, sus manos alcanzaron la capucha que colgaba detrás de su traje, y la alzó sobre su cabeza para cubrirse, dejando visible muy poco de su rostro. Su siguiente acción fue llevar su mano derecha a la parte posterior de su abdomen, donde extrajo una pequeña espada que que habría de medir menos de un metro.

Rápido corrió contra los primeros. Subió a un auto y, tomando impulso, saltó con la espada bien en alto, justo para caer encima de uno y así atravesarlo en el pecho. Por fortuna para él, aquellos seres eran anatómicamente similares a los humanos, por lo cual aquella estocada resultó mortal.

Otro rugió e intentó arremeter con un corte a su rostro, Jonathan se apresuró a revirar la estocada, las hojas chocaron entre sí, causando chispas y logrando romper la suya. No esperó a un segundo ataque, se giró a través del suelo y se levantó para así hundir una kunai justo debajo de su nuca, la criatura entonces murió también. La reemplazó por un par de dagas con las que corrió al encuentro.

La nave emitió una onda disonante casi imperceptible para él, pero bastante audible para el ejército que obedeció a lo que pareció ser una orden de quien se ocultaba en la nave; un grupo de ellos correspondió a Blazer. Avanzaron con menor velocidad que él, pero con la misma determinación en atacar.

Jonathan derrumbó al primero con fuerza sobrehumana. Se impulsó del segundo para saltar sobre los siguientes dos a quienes alcanzó con sus dagas cuando apuntó al único lugar descubierto por la armadura. Si bien no los derribó del todo, alcanzó a desestabilizarlos para ganar tiempo y atacar al resto.

Pese a su habilidad y destreza, se vio superado en todos los sentidos por quienes empezaron a rodearlo en un intento para encerrarlo. Observó con agitación a cada lado, intentaba hallar un escape.

Los soldados se detuvieron cuando estuvieron lado a lado, cerrando cada espacio entre ellos. De pronto, de la nave surgió una nueva onda ante la que respondieron marchando en unísono al frente, cada vez el espacio para Blazer era más reducido.

Algunos de ellos fueron impulsados hacia atrás por una energía que Blazer no pudo reconocer, tanto él como el resto voltearon a mirar cómo rodaban por el suelo, lejos de ellos.

Una bruma azulada se hizo presente, empezó como algo pequeño, pero se expandió con rapidez hasta alcanzar el tamaño superior a un humano. De ella emergió una silueta que no llegaba a rozar el suelo con sus pies, aunque su capa pudo, en algún momento, hacerlo. Una de sus manos fue movida de lado a lado con sutileza, y, en respuesta, dos más de los soldados fueron golpeados por la misma fuerza, apartándolos del camino para permitir el avanzar de Mago Universal, quien, con su levitar, se acercó sin inmutarse por la inmensa amenaza frente a él.

Un tercer soldado corrió hacia él con la espada lista para atacarlo. El mago lo miró despectivo, movió su mano y un látigo de energía azul se estiró hasta el atacante, envolviendo la espada para arrebatársela de la mano y lanzarla lejos, luego regresó para envolverle los tobillos y hacerlo caer.

Del portal brumoso que permanecía a su espalda emergieron dos siluetas que fueron tomando color para revelar a Venatrix y Vigilante. Ambos, serenos, caminaron sin mucho afán hasta estar junto a Mago Universal. Los héroes miraron, minuciosos, la plaza y la invasión que había en ella. Venatrix alzó una de sus cejas, luego meneó la cabeza, negándose a aquello.

La atención se centró en ellos, Blazer fue el primero en dejar de verlos para atacar a los enemigos restantes que lo rodeaban. Los derrumbó a todos, pero incitó una nueva orden por parte de la nave. El ejército restante corrió hacia ellos, mientras que otros se dispersaron para avanzar en la invasión.

—Que no dejen la plaza —avisó Blazer cuando el grupo de tres se acercó a él—. No pueden llegar a las calles o atacarán a los civiles.

Mago Universal asintió para confirmar lo que decía. Vio de reojo a cada lado donde sus compañeros esperaron.

—Ya escucharon —dijo, y ellos afirmaron una vez.

Vigilante movió las manos a su espalda. Al regresarlas al frente portaba dos palos de eskrima. Venatrix lanzó su espada sobre el hombro izquierdo, ladeó la cabeza a penas para visualizar el filo luminoso antes de mirar al frente y contar los primeros objetivos.

Blazer y Vigilante fueron los primeros en correr al encuentro, dejando en cada ataque un gran aporte de su habilidad. Mago Universal no avanzó al ejército, permaneció en su lugar y atacó desde allí a los soldados que intentaban dejar la plaza; sus manos se movieron mientras recitaba palabras que invocaron la energía mágica que usó en contra de ellos.

Venatrix giró con rapidez junto a la espada, alzándola y bajándola cuando un ataque era enviado hacia ella.

Una segunda línea del ejército cayó gracias a ellos, pero los siguientes avanzaron, siendo más contundentes que los anteriores. Poco a poco, el grupo de cuatro se vio forzado a marcar distancia entre ellos, Blazer, aunque logró acercarse a la nave, se vio en el corazón del ejército donde recibió cada forma de ataque conocido por los adversarios, alternó entre armas y dagas para enfrentarlos, logrando mantenerse.

Mago Universal, por su lado, tuvo que retroceder cuando grupos de invasores alcanzaron los límites de la plaza. Su magia se incrementó en los siguientes ataques que fueron rápidos y seguidos.

Vigilante unió los palos de eskrima, creando el bastón de aikido. Lo usó para dar estocadas a quienes intentaron acercarse, también, para bloquear los ataques de quienes lograron hacerlo. El número a su alrededor se multiplicó en cuestión de dos o tres minutos. Uno de los caídos a sus pies alcanzó a barrer el suelo tras girar sobre sí, provocando la caída del héroe.

Tras detener el ruedo, Vigilante se apoyó sobre una rodilla y alcanzó el bastón caído a su lado. Para cuando alzó la mirada, un atacante alzaba su espada por encima de él. Sin embargo, antes de que pudiera descenderla, Vigilante sintió una presión en su espalda que lo impulsó hacia adelante. Al retomar la postura vio a Venatrix aterrizar sobre los hombros del adversario, con su espada clavada a la altura de la clavícula, este echó su cabeza hacia atrás mientras que su mano dejaba caer la espada cuando la vida se escapó de su cuerpo.

Antes de que cayera, Venatrix saltó hacia atrás, llevándose su espada consigo y dejando al cuerpo impactar en el concreto. Ella aterrizó de forma ágil a menos de tres metros, poco duró para volver al combate. Decapitó a quienes la embistieron con sus espadas, pero estos dejaron de combatir cuando una onda sonora se extendió por la plaza. Provenía una vez más de la nave.

Dispersados por el lugar, se giraron a ver cómo la compuerta volvía a abrirse. De ella descendió una tropa más, esa vez guiada por un humanoide de mayor tamaño y armadura que le daba un aire imperial.

Con su presencia, el ejército pareció hallar fuerza, pues en cuanto aquel humanoide dio sus primeros pasos en la plaza, los soldados retomaron el combate con mayor agresividad.

Kassian, el nuevo integrante del combate, caminó con pasos rápidos y firmes hacia el primer objetivo: Blazer.

El joven lo recibió con fuertes ataques que hicieron retroceder a Kassian, pero enseguida volvió al frente, contratacando; ningún otro irrumpió en su combate, sus tropas lo dejaron para avanzar con la invasión.

Mago Universal alcanzó a ver la batalla entre Blazer y Kassian. La fuerza del nuevo jugador era superior por mucho a la del héroe. Blazer pronto se vio en desventaja tras recibir un corte en una de sus piernas, propinado por la espada de Kassian. Blazer hizo el esfuerzo de mantenerse, pero los ataques del adversario lo desestabilizaron, tambaleó y, antes de poder caer, fue sostenido del cuello por manos robustas y frías que apretaron para asfixiarlo.

James movió las manos de inmediato. Creó una bola de energía que quiso dirigir hacia Kassian, pero fue desviada tras ser rozado por un rayo disparado por alguno de los muchos enemigos. Se vio rodeado y presionado a concentrarse en sí, pero su mente no dejó de emitir alertas por Blazer.

—¡Venatrix! —decidió exclamar mientras se protegía con una barrera de los rayos disparados hacia él.

Ella respondió con una mirada; lo encontró señalando hacia Kassian. Luego giró la cabeza al objetivo, y vio que los pies de Blazer ya no tocaban el suelo. Era alzado por el cuello.

Agitada por el combate, buscó una distracción que pudiera usar, pero solo halló una sombra detrás de ellos; corrió para alcanzarlos, esquivando y saltando sobre algunos que se interponían en su camino. Para cuando estuvo cerca, sus iris vislumbraban en carmesí y una grieta se abría justo donde yacía la sombra. No atacó a Kassian, sino que se abalanzó sobre los dos, cayendo con ellos al interior de la grieta que se cerró y abrió a metros de allí, fueron expulsados en direcciones opuestas. Solo así Blazer obtuvo la oportunidad de recuperar el aire arrebatado.

Mientras que Venatrix alcanzaba su espada, sintió pasos detrás. Se lanzó a un lado, justo entonces la espada de Kassian impactó en el suelo, ella embistió y él se echó hacia atrás para esquivarla. Emprendieron así un combate de espadas que terminó cuando Kassian rozó un costado de Venatrix, atravesando su vestimenta y cortando la piel.

—Maldito —murmuró ella entre dientes mientras retrocedía, con su mano libre cubría la herida.

Miró con desprecio a Kassian, quien ladeó una sonrisa y avanzó hacia ella, obligándola a retroceder con Blazer cuando él y parte de su tropa comenzaron a rodearlos. No muy lejos de ellos, Vigilante se vio en la misma situación.

Superados por el ejército invasor y sin un plan de acción, la derrota se cernió sobre ellos.

Por más que Mago Universal usaba su magia para defenderse, las tropas que se le acercaban eran numerosas y marchaban sin detenerse. Disparó dos bolas mágicas, pero fue alcanzado por numerosas espadas que lo atravesaron por todos lados. Con el contacto del filo emergió bruma azul en el campo visual. Fue lo único que quedó allí. Poco a poco esta se fue desvaneciendo en el aire, hecho que causó confusión en el ejército.

James había utilizado un señuelo. El verdadero surgió a un lado de Vigilante, sano y salvo.

Vincent se hallaba tan agotado como todos y el círculo cada vez era más estrecho, por lo que Mago Universal comenzó a lanzar rayos a diestra y siniestra para cubrir al justiciero. Venatrix y Blazer continuaban siendo acechados por el enemigo, por lo que tuvo que idear un plan rápido. Disparó una ráfaga de magia a Vigilante, y lo teletransportó al reducido círculo donde se hallaban los demás. James también apareció allí levitando y, al chocar sus manos, todo su cuerpo irradió una onda azul que derribó a los suficientes enemigos como para crear una distracción.

Después, Mago creó una gran bola entre sus manos y la disparó directo a Kassian, mas una sombra se movió a toda velocidad y apareció frente al guerrero, sosteniendo con una de sus manos la energía que el hechicero había disparado. Todo el ejército se detuvo en cuanto ella apareció. Los héroes lo captaron con intriga.

Se trataba de una mujer que usaba en su traje los mismos colores del ejército invasor: Kissandra, Emperatriz de Corvyn. La capa y la máscara que le ocultaba el rostro le dieron el toque imponente. Sin ninguna dificultad, la rubia redujo la bola de energía a una diminuta esfera y terminó estallándola con sus dedos como si se tratara de una burbuja.

—¡Humanos! —exclamó mientras se elevaba para captar todas las miradas. Su postura era firme y erguida. Llevó los dedos a un lado de la máscara, y esta se desvaneció, mostrándole el rostro, que no lograba diferenciarse de cualquiera en el planeta—. Su tiempo de gloria acabó. Reclamamos la Tierra como nuestra.

—¿Suya? —cuestionó Venatrix—. ¡De eso nada!

El comentario le causó una leve sonrisa.

—Desperdiciaron su oportunidad, ahora seremos nosotros quienes nos vanagloriemos con lo que ustedes tanto han descuidado.

—¿A qué se refiere? —preguntó Vincent en susurro, a lo que no obtuvo ninguna respuesta.

—Haremos un trato —tentó la rubia.

—Ni hablar —respondió Mago Universal—. Las vidas de todo un planeta no se negocian.

—Si así lo desean, entonces se cierran las conversaciones de paz. —Al tocarse el rostro, la máscara volvió a aparecer, y voló a ellos a toda velocidad.

El ejército abrió campo para darle paso. En cuanto aterrizó, golpeó el suelo. La firmeza del impacto fue tan descomunal que derribó a los héroes. Una vez más se movió tan rápido como la luz y tomó a Vincent por el cuello, apretó tan duro que le dificultó la respiración. Con la otra mano, le dio un puñetazo que lo dejó tendido en el suelo.

Venatrix intentó alcanzarla con su espada, pero la mujer la esquivó con rapidez. Le respondió con un golpe en el abdomen, tan fuerte que la dejó sin aire; luego dio un giro, y una contundente patada derribó a la cazadora.

Mago Universal disparó dos bolas mágicas, pero con tan solo bofetearlas, ella logró evitarlas. Voló frente a él y dio un aplauso tan potente que lo lanzó a rodar.

Blazer no tuvo una suerte diferente, la imponente rubia se movió a toda velocidad cerca a él, lo tomó del tobillo y, como si fuera un disco, lo arrojó por el aire hasta que dio a parar contra el concreto.

Con todos fuertemente heridos, Kissandra regresó a Kassian. Allí el guerrero se arrebató el casco mientras la rubia hacía desvanecer la máscara. El parecido entre ambos era sorprendente. Rubios, de tez clara y la misma expresión severa en el rostro.

Mago se levantó con dificultad.

—¿Qué quieren de nosotros? —preguntó en susurro—. ¿Por qué hacer todo esto?

—Humanos —habló ella, en un tono despectivo—, tan primitivos, tan cerrados, tan ingenuos... tan desdichados. Aun así me sorprende que haya héroes en medio de este mundo tan polarizado. Han perdido ante mí, lo que me da la potestad de reclamar este territorio.

—Pelearemos hasta la muerte si es necesario —replicó Blazer.

—Que así sea.

Con un asentimiento, todos los soldados apuntaron en una misma dirección. La lluvia de disparos cayó sobre los héroes como una imparable ola de tsunami. Mago Universal se interpuso en el frente, gracias a su magia fueron salvos de una muerte inminente. Un campo de fuerza los cubría.

—Hay que salir de aquí, ¡ya! —declaró Venatrix.

—¡No abandonaré mi ciudad! —refutó Jonathan.

—¡No me quedaré aquí a morir, niño!

Por más que Mago Universal trataba de mantener el escudo, reconoció las fisuras emergentes en él. Era una batalla perdida.

—Tienes razón. Nos vamos —decidió—. Y tú vienes con nosotros, niño, quieras o no.

Aun con las palmas de sus manos explayadas, musitó algunas palabras. En consecuencia surgió un sello de energía bajo ellos que los teletransportó fuera de allí.

—Cobardes —comentó la Emperatriz.

—Los defensores se han retirado —reconoció Kassian—. ¿Cuál es el siguiente paso, hermana?

—Que las tropas marchen y se apoderen de toda la ciudad, Capital City será nuestra... luego el mundo entero.

Los héroes aparecieron en uno de los cuartos del Templo Universal, desde donde dejaron escapar largas y aterradas bocanadas de aire.

—Eso estuvo cerca —comentó Vincent.

—¡No! —exclamó Blazer—. ¡¿Qué has hecho?! Necesito volver, ¡mi ciudad me necesita!

—Escucha —replicó Venatrix—, no sé quién demonios seas, pero definitivamente eres un idiota si crees que podrás sobrevivir frente a todo un ejército. Esa maldita nos derrotó en segundos.

—Además estás herido —reconoció Vigilante.

—Ellos tienen razón —intervino James—. Es una locura regresar. Claramente nos superan en número, no tenemos idea de quiénes son o qué quieren. Debemos planear algo rápido si queremos detenerlos.

Jonathan se arrebató la capucha y llevó las manos al cabello para mostrar su desespero.

—Primero K'un Dai, ahora Capital City. Justo como el Árbol del Destino me mostró... no tardará en estar todo en llamas.

—¿De qué demonios hablas? —dijo Venatrix.

—Un momento... —interrumpió Mago Universal—. K'un Dai, la escuela de guerreros. —Lo ojeó de pies a cabeza—. Eres el Blazer —reconoció.

—Algo así —afirmó el joven—. ¿De dónde la conoces?

—He estado allí en algunas ocasiones.

—Bien, entonces ya hay uno más en el equipo —declaró Venatrix—. ¿A quiénes más conoces que estén dispuestos a salvar el mundo? Odio tener que admitirlo, pero no somos suficientes.

—Bueno... —intervino Vincent—, sé de unos cuantos.

De repente, todas las miradas estuvieron clavadas en el héroe callejero, quien, por su parte, todavía intentaba procesar todo lo que había visto en ese día. En su primer encuentro con los invasores se había visto sobrepasado por lo sorpresivo del enemigo, y, aun sabiendo a qué se enfrentaba, apenas pudo salir con vida de la última batalla.

—¿Te importaría compartirlo con todos? —preguntó James, levantando la cabeza.

El mago tenía ambos puños apoyados sobre una gigantesca mesa redonda de madera que se encontraba en medio de la sala.

Vincent miró a cada uno de sus extraños compañeros por algunos segundos. Ellos lo asustaban, aunque no lo dejaba ver. Mago Universal y Venatrix eran seres mágicos, y el chico nuevo, aquel al que James había llamado Blazer, era el mejor guerrero que había visto en años y percibía que no era precisamente «normal».

«Fuerza y velocidad aumentada... eso es seguro», dijo para sus adentros, al tiempo que tragaba saliva.

—¿Y bien? —lo apuró Camille, con los brazos cruzados sobre su pecho, empezaba a perder la paciencia.

—¿Puedes traer mi computadora aquí? —preguntó Vincent, mirando a Mago Universal, quien le contestó con una media sonrisa.

En ese instante los ojos de James brillaron en un intenso azul al tiempo que unía sus manos ante sí y empezaba a moverlas con suavidad. En el transcurso del hechizo recitó algunas palabras que ante el resto del grupo fueron inentendibles, menos para Camille.

Unas extrañas runas de color azulado empezaron a girar alrededor de las manos del mago y, al cabo de unos segundos, todo el Templo Universal tembló, haciendo que la mirada de los héroes allí reunidos se clavara en el techo del lugar.

Vincent miró alrededor en búsqueda del ordenador, pero toda la habitación seguía igual, de forma que volvió a mirar a James.

—A casi todos los hombres les pasa alguna vez en su vida, ¿estás nervioso o estuviste tomando? —bromeó, tratando de romper el ambiente tenso que había en el lugar, algo que sus compañeros parecieron no apreciar.

—Todavía no he tenido quejas, Vincent, no te preocupes —respondió James con una sonrisa, y empezó a caminar hacia una puerta de la gigantesca habitación en la que estaban—. Vengan conmigo.

Los tres restantes se miraron brevemente y decidieron acudir al llamado de quien ya empezaba a perfilarse para ser el líder de aquel inusual grupo.

Mago Universal se paró junto a la puerta, y la empujó, haciendo un gesto para que sus acompañantes pasaran primero, lo que hicieron, no sin antes dedicarle una mirada extrañada.

Vincent fue el último en pasar, y cuando finalmente clavó su mirada en la habitación quedó totalmente anonadado, haciendo que Mago Universal tuviera que esquivarlo para poder pasar al frente. Ante los ojos de Vigilante se encontraba su base de operaciones: la computadora, los trajes, el armamento, incluso Nocturna. Esa era su base, pero a su vez no lo era; la sensación de extrañeza era indescriptible.

La sorpresa de Vincent fue tal que tuvo que salir y entrar dos veces más de la habitación para convencerse por completo de lo que estaba frente a sus ojos.

—¿Podemos continuar? —preguntó Blazer que, a pesar de lo impresionante que le resultaba todo eso, no podía dejar de pensar que debía estar protegiendo su ciudad en ese mismo instante.

—¿Eh? Ah, sí, por supuesto... —dijo Vigilante, y se dirigió con paso apurado hacia el ordenador.

El resto del grupo se paró detrás de él. Observaron la enorme pantalla en la que el héroe ingresaba contraseñas y códigos y abría carpeta tras carpeta de información, hasta que finalmente llegó a una que tenía por nombre simplemente "NH".

Vincent dudó por algunos segundos, había tardado meses en reunir esa información, era solo para sus ojos, allí yacía su ventaja. Pero entonces recordó a Kissandra, la invasión, todo el horror que se estaba desarrollando allí afuera; lo que había dentro de esa carpeta podría ayudar a salvar vidas, así que su mente se despejó de todas sus preguntas.

De repente, ante los ojos de todos los presentes, se abrieron una gran cantidad de fichas con distintos nombres y datos: fechas de avistamientos, altura aproximada, poderes expresados, ubicación más frecuente, nombres de civil, y un largo etcétera.

Los ojos de Camille se clavaron de repente en un archivo con el nombre "Venatrix", y, sospechando lo que pasaba, la ira la consumió, de forma que inmediatamente tomó a Vincent de los hombros y con toda su fuerza lo arrojó al suelo, para luego colocarse sobre él y posar una filosa daga contra su cuello.

—Tienes treinta segundos para explicarte —dijo entre dientes, sin titubear por un solo segundo.

—¡Camille! —exclamó Mago Universal.

El hechicero sabía que si daba un solo paso más estaría arriesgando la vida de Vincent, y, a decir verdad, también esperaba una explicación tras ver una ficha sobre él con su nombre (ambos nombres) impreso en ella.

—¿Qué esperaban? Gente como ustedes, llenos de poder, de magia, pasean por este mundo ejerciendo su voluntad, y las personas comunes somos las que terminamos pagando los platos rotos —dijo Vincent, aún con la daga en la garganta, pero su voz no tembló en ningún momento—. Krimson Hill es vulnerable, su gente lo es, ante ustedes. Pero con esos archivos... con esa información, tengo una ventaja, tengo chances de dar una pelea si alguno de ustedes decide aparecer y empezar a tumbar edificios en el centro.

—¿Qué sabes sobre mí? —preguntó Camille, sin aflojar su agarre.

—Tal vez deberíamos relajarnos... —sugirió James.

Delacroix... —pronunció Vincent, mirando a Venatrix a los ojos.

Al oír ese apellido, el pulso de la implacable asesina tembló, y Vincent aprovechó para quitársela de encima con un complicado movimiento que acabó por separarlos.

Ambos se apresuraron a levantarse, y estuvieron a punto de enfrentarse nuevamente, cuando Blazer y Mago Universal se interpusieron para evitar la pelea.

—Tu vida es un misterio, es como si no tuvieras pasado, Camille —continuó Vincent, ahora desde una distancia prudente—, pero luego de escarbar mucho pude encontrarme con esa palabra, solo eso y luego... nada. ¿Te importaría explicarnos de qué se trata?

—Figlio di puttana! —exclamó Venatrix.

Blazer tuvo que aplicar toda su fuerza para evitar que avanzara hacia Vigilante, abriendo un poco más la herida que se había hecho en la última batalla.

Después de aquello, Vincent y Camille no pararon de cruzarse insultos y argumentos a los gritos, haciendo que James empezara a perder la paciencia, por lo que decidió tomar más en serio su rol de líder e intervenir.

—¡Oicnelis! —gritó Mago Universal, y de repente todos los sonidos se apagaron.

Venatrix y Vigilante siguieron moviendo sus bocas, sin embargo nada salía de ellas por más que lo intentaran, por lo que tras algunos confusos segundos, decidieron mantenerlas cerradas y simplemente dedicarse miradas asesinas.

—¿Prometen comportarse? —preguntó James, llenando el silencio.

Miró a Camille, quien, luego de poner los ojos en blanco, asintió; Vincent hizo lo mismo cuando James giró la cabeza hacia él.

—Un insulto más y los envío a ambos a la Dimensión Oscura como castigo, y no estoy bromeando —amenazó Mago, y deshizo su anterior hechizo susurrando:— Nelbah.

Tanto Vincent como Camille mascullaron algo por lo bajo y se aliviaron al encontrarse nuevamente con sus voces, lo que no evitó que volvieran a dedicarse una mirada desafiante antes de relajarse y alejarse un poco.

—Vincent, tener esa información es peligroso. Sabemos de lo que la gente con poderes es capaz, y estamos al tanto de que muchos eligen el camino de mal, pero algunos de nosotros nos preocupamos por la gente y juramos protegerla. Tienes nombres, no solo cómo se hacen llamar, sus nombres de civiles, el mío por ejemplo, ¿tienes la menor idea de lo que podría pasar si esa información cae en manos de alguno de nuestros enemigos? —James lo aleccionó, y justo cuando Venatrix empezaba a sentirse superior, él volvió su mirada hacia ella y continuó—. Y, Camille, no todos los problemas pueden resolverse amenazando de muerte a alguien o poniéndole una cuchilla contra el cuello, ya hemos hablado de esto, ¿está bien?

—Bene! —cedió Venatrix, alzando ambas manos y dándose vuelta para alejarse un poco del grupo.

Con el ambiente un poco más relajado, Mago Universal lanzó un suspiro, y dirigió una mirada cansada hacia Vigilante, quien miraba con curiosidad como Camille se alejaba.

—Vincent, ¿crees que algunas personas de tus archivos podrían ayudarnos? —preguntó James, a lo que él respondió asintiendo con la cabeza—. Bien, danos nombres, yo me encargo del resto.

—No podemos contar con todos ellos, muchos son criminales buscados, y no tengo la ubicación de todos, pero podría darte una lista de buenos candidatos si me das algo de tiempo —dijo Vincent, convencido de poder llevar a cabo la tarea.

—Entonces a trabajar —dijo James, y ambos asintieron con la cabeza.

—Rápido —agregó Jonathan Mayers, tomándose su herida que cada vez sangraba más.

Vincent se sentó frente al ordenador y empezó a trabajar con los archivos, mientras que James convenció a Blazer de usar un hechizo de curación sobre él, preparándolo para la inminente batalla que tendrían por delante. Por su parte, Venatrix se había ido hacia la parte trasera de la base de Vigilante, observaba los trajes colocados en la vitrinas.

Algunas horas pasaron y los héroes no salieron de esa habitación. En ese tiempo, Blazer aprovechó para presentarse formalmente ante Camille y James, y ellos hicieron lo propio. Jonathan les explicó sobre el Árbol del Destino, su visión y el ataque que habían recibido, y los dos héroes escucharon atentamente. Pero cuando no quedó más nada que decir, el trío se separó.

Vincent pasó horas revisando sus archivos; Venatrix, tras recorrer todo el lugar, se sentó sola contra una pared y se puso a juguetear con su mechón de pelo blanco, al que miraba nerviosamente cada tanto. Mientras tanto, Mago Universal se aseguró de que el hechizo aplicado en Blazer estuviera funcionando.

Las heridas en el joven guerrero eran más profundas de lo que él estaba dispuesto a aceptar, de forma que apenas y habían empezado a sanar realmente cuando finalmente Vigilante se levantó de su silla y se acercó a la mesa metálica que estaba en medio de "su" base de operaciones.

—Creo que ya los tengo —dijo, sin dirigirse a nadie en particular, al tiempo que colocaba dos carpetas frente a sí.

Al oírlo, todos los presentes se acercaron, Jonathan con lentitud debido a sus heridas.

—¿Eso es todo? —preguntó Blazer con preocupación, al ver la escasa cantidad de archivos.

—Se los dije, no podemos confiar en todos —replicó Vincent.

James y Camille revisaron las carpetas con cuidado, repasaron una y otra vez toda la información que había en ellas, tratando de analizarla a fondo.

—¿Estás seguro sobre ellos? —cuestionó Venatrix, con un tono más sutil del que Vincent hubiera esperado.

—A menos que quieran al tipo en mallas que vuela y tira rayos de sus ojos, sí... ellos son los mejores —aseguró Vigilante, mirando a Camille aún con sorpresa.

—Bien, entonces está decidido, nos dividiremos en grupos e iremos a buscar a estas personas —aseguró James, dándole una carpeta a Vincent y otra Venatrix.

—¿Qué hay de nosotros? —inquirió Blazer—. No podemos simplemente quedarnos aquí de brazos cruzados mientras Capital City está siendo...

—Entiendo tu postura, Jonathan, en serio —lo interrumpió el mago—, pero estás herido, y vamos a necesitarte más adelante. Nosotros nos quedaremos aquí, mantendremos la situación vigilada y esperaremos que te recuperes, no debería tardar mucho, ¿está bien?

Blazer estaba a punto de responder algo, cuando una fuerte puntada de dolor recorrió todo su cuerpo, corroborando las palabras de James, por lo que no le quedó otra opción que aceptar la realidad, y resignarse a quedarse ahí y mejorar.

—Entonces es hora de que se marchen —dijo Mago Universal, mirando a Camille y a Vincent—. Tomen lo que necesiten, y nos encontraremos en el templo cuando estén listos.   


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