8. Blazer

Por GabrielO5


—Dakken es de los mejores guerreros que ha visto K'un Dai, igual que tú —Lee Miró cómo se preparaba el joven nipón, luego volteó hacia su aprendiz—. No dejes que te intimide, puedes ganar y forjar un gran destino para ti y para la humanidad.

No respondió nada, simplemente asintió con la cabeza y se adentró en el estanque. El agua la sintió mucho más fría que antes, y el sonar del tambor era mucho más penetrante que hacía horas.

Se acercaron lentamente ambos sin dejar de mirarse, Jonathan hizo la reverencia, mientras que Dakken se quedó unos segundos mirándolo y luego realizó la reverencia.

Dakken levantó su brazo derecho por encima de su cabeza y abrió ambas manos, entrecerrando los dedos como si quisiera sujetar el aire.

—El Tigre de Montaña... —susurró Lee bastante nervioso, no todos podían realizar dicha técnica.

Jonathan respiró profundamente, arqueó las piernas un poco, y colocó sus puños cerrados a la altura del pecho.

—El lobo solitario —Sonrió, era una de las pocas técnicas de combate que podrían contra la utilizada por Dakken.

El último golpe sonó, y Dakken fue el primero en atacar, corrió a toda velocidad y cargó un puñetazo directo al estómago, Jonathan alcanzó a detener el golpe, pero Dakken aprovechó la situación, con su otra mano le sujetó el cuello y pasó su pierna atrás de la de Jonathan y lo derribó.

La vista se le nubló unos instantes gracias al agua que le cubrió todo el rostro. Dakken no lo soltó, todo lo contrario, le mantuvo el rostro por debajo del agua.

—¡Lo está ahogando! —gritó Mei, llena de desesperación.

—¡Gran Maestro! —intervino Lee sin poder dejar de verlo.

—¡Dakken, déjalo ir! —sentenció el Gran Maestro, Jonathan ya no oponía casi ninguna resistencia—. ¡Dakken!

Bufó con enojo y, tras unos segundos, lo soltó. Jonathan se levantó escupiendo agua en un ataque de tos.

—Dakken gana el primer encuentro.

Se alejaron uno del otro y nuevamente Dakken sonrió, arrogante. El segundo encuentro comenzó y nuevamente él saltó para atacarlo, cosa que Jonathan Mayers esperaba, se barrió en el agua con rapidez y acabó atrás de él. Se levantó y le asestó una contundente patada en la espalda que lo arrojó de bruces al agua.

Se apoyó con rapidez en ambas manos y se levantó antes de que Jonathan pudiera golpearlo nuevamente.

—Eres rápido, Gaijin... pero no lo suficiente.

Dakken pateó el agua y logró crear una ligera distracción. Llegó hasta él con un puñetazo directo al rostro. Jonathan se agachó por el dolor y escupió sangre. Dakken volvió a patear pero esta vez directo a las piernas, Jonathan gritó con fuerza, incluso los espectadores alcanzaron a escuchar el crack.

Jonathan se arrodilló, gimiendo por el dolor. Dakken se le acercó y levantó su puño, lanzó el golpe, pero él reaccionó girando sobre su eje, colocándose en pie en fracción de segundos y asestándole un golpe que logró derribarlo. Mei festejó.

—Jonathan gana el segundo encuentro.

Se levantó mostrando una leve y ensangrentada sonrisa, pero la ocultó una vez que apoyó su pierna izquierda, cojeó hasta llegar a Lee.

—Creo que está fracturada —le dijo a su maestro mientras él lo ayudaba a mantenerse de pie.

—¿Crees poder continuar? —Se le notaba la preocupación en el rostro.

—No... no creo.

—El último encuentro, duelo con armas... —anunció el Gran Maestro.

Un par de miembros entraron al agua y dejaron en medio de ella un estante lleno de armas contundentes y punzocortantes.

—Debes intentarlo, solo queda el último, aún puedes ganar.

Jonathan soltó a su maestro y se acercó dando pequeños saltos al estanque, Dakken entró reflejando una ira inconmensurable en su rostro. Ambos se acercaron al estante, Dakken tomó dos afiladas wakizashis, mientras que Jonathan tomó una lanza, se apoyó en esta y dio la reverencia.

Esta vez Dakken se alejó un poco, y comenzó a dar vueltas sobre él, como un depredador merodeando una presa. Jonathan se apoyó en su pierna derecha y levantó la lanza.

—¿Listo, Gaijin? —preguntó sin dejar de girar.

—¿Sigues hablando? —respondió secamente.

Dakken corrió hacia él y lanzó dos cortes simultáneos, pero Jonathan posicionó la lanza y los detuvo.

—He visto mi destino en el Árbol, y vi sangre, quiero pensar... que es la tuya.

Lanzó otro corte, Jonathan lo evitó girando su lanza como si realizara una compleja y peligrosa danza. Volvió en sí y lanzó una estocada, Dakken la evitó a duras penas, pues alcanzó a recibir un corte en su costado izquierdo.

Enfurecido, se aproximó a él girando las afiladas dagas, levantó los brazos y nuevamente colocó la lanza como protección, Dakken encajó una en la madera de la lanza, pero la otra la movió y la dirigió contra su estómago, Jonathan soltó con una mano su arma y atrapó la navaja.

La afilada hoja regaba su sangre por todo el lugar, ambos se miraron con una mezcla de sorpresa y miedo, respectivamente.

—Mira eso... creo que el árbol tenía razón —Rio con maldad y lo pateó logrando romperle la lanza en dos.

Jonathan se aproximó al pedazo de la punta, pero Dakken le arrojó la cuchilla y casi le rebana la mano, luego corrió a él, pero Jonathan lo recibió con un golpe con el pedazo de madera, obligándolo a soltar la Wakizashi, ahora estaban iguales

—¿Nervioso, Gaijin? Te ves cansado —comentó de forma burlesca.

—A penas estoy comenzando.

Su contrincante llegó hasta él, saltó empuñando la hoja, él la evitó dando un salto hacia atrás, pero el dolor lo hizo doblegarse un poco. Dakken lanzó unas estocadas y Jonathan contrarrestó, mas en un segundo, Dakken saltó y le asestó una patada directo al rostro.

Jonathan cayó, pesado e inmóvil como una piedra, todos miraron asombrados cómo todo había terminado tan rápido y sin siquiera verlo venir. Ni siquiera Dakken lo creía, se quedó unos instantes mirando atónito a su rival tendido en el suelo, Jonathan giró para verlo y se levantó con dificultad.

—Felicidades... Blazer —Caminó con dificultad hasta llegar a las afueras del estanque y salir de ahí sin decir nada.

—Dakken... es el campeón —pronunció el Gran Maestro, sorprendido como nunca.

Todos comenzaron a avanzar a la sala de los ancestros, mientras que algunos de los mejores y más antiguos miembros del clan llegaban hasta Dakken.

—Felicidades, joven guerrero —pronunció un maestro mientras todos se dirigían a la sala.

—Debo decir... que esto no lo esperaba, se siente extraño —Uno de los ancianos le reposó la mano en el hombro y sonrió de manera extraña.

—Ni nosotros lo esperábamos, pero ahora sabemos quién es el Blazer... —Dakken volteó a ver al anciano y se quedó horrorizado al ver cómo sus ojos dejaban de ser cafés y se tornaban rojos como la misma sangre.

Jonathan llegó hasta sus aposentos, entró cojeando hasta llegar a su armario, de este sacó una mochila repleta de provisiones y un pasaporte.

Se aproximó a su cama y dejó la pierna herida en el borde del colchón, sujetó su rótula y con un movimiento seco la regresó a su lugar. Contuvo con todas sus fuerzas las ganas de gritar tras haber escuchado su pierna crujir. Luego la apoyó en el suelo, la sentía como nueva.

—¿Se puede saber qué demonios pasó allá? —Lee entró sin avisar, decir que estaba consternado era muy poco.

—Tú lo viste —le respondió secamente.

—No, no sé qué vi —Detalló el equipaje y el pasaporte—. ¿Qué crees que haces?

—Me voy, Lee...

—¿Qué?

—Sí, acabo de perder, ya no me queda nada por hacer aquí.

—¿Acaso has enloquecido? Esto solo es una lección, algo que debería impulsarte a mejorar y no a rendirte cuando las cosas no salen bien.

—Nunca estuve destinado a esto, Lee, debo irme —Caminó en dirección a la puerta, pero su maestro lo detuvo.

—No —sentenció frío cual iceberg.

—Lee... déjame ir.

—¿Esto es lo que has aprendido después de tantos años? Ni siquiera te reconozco, es como si tuvieras miedo a lo que dirán de ti tras esto, déjame decirte algo, si te vas... quedarás como un cobarde.

—¡Yo no perdí! —sentenció sin más.

—¿Qué? —lo miró confundido, Jonathan parecía muy triste.

—Lo dejé ganar... —Respiró con pesadez—, en el tercer encuentro fácilmente pude derrotarlo, pero no lo hice... lo dejé ganar.

—¿Por qué? ¿Por qué hiciste eso?

—Porque lo vi. Lee, el Árbol del Destino me mostró el futuro, y no puedo quedarme aquí sabiendo lo que le depara a mi ciudad.

—Pero... esto... esto no puede ser —En ese momento las campanas del recinto comenzaron a sonar, de una forma distinta a las veces anteriores—. Estamos bajo ataque.

Ambos salieron a toda prisa y contemplaron con horror el patio principal: decenas de miembros se hallaban tendidos en un estado muy grave. Un maestro salió disparado de la sala de los ancestros, y ambos fueron a socorrerlo.

—Maestro, ¡¿qué está pasando?! —El anciano apuntó hacia el agujero por donde salió. El maestro Jin portaba una extraña guadaña de un color tinto y con sus ojos brillando en un rojo vivo—. ¿Maestro?

El anciano sonrió, acto seguido saltó de una forma inhumana mientras alzaba la guadaña. Lee empujó a su aprendiz y el anciano perforó el suelo con su arma. La retiró del suelo y comenzó a atacarlos, el anciano lanzaba decenas de cortes a una velocidad impresionante e imposible de lograr, incluso para un guerrero del clan. Lee esquivaba casi todos los ataques, hasta que un corte logró herirle el pecho, una vez que la sangre brotó de su pecho, Jonathan actuó contra el anciano.

Saltó y golpeó directamente al maestro en la nuca, su piel era mucho más dura pero aun así sintió el impacto, se giró y le lanzó un corte, Jonathan lo esquivó retirándose un poco. El maestro se aproximó a él con rapidez, Jonathan saltó y le asestó una patada que logró desarmarlo.

Ambos conectaron un par de golpes, hasta que su propia guadaña lo atravesó, Lee emergió atrás suyo y retiró la afilada hoja, el maestro cayó al suelo mientras la sangre le salía a borbotones.

En ese momento algo pareció cambiar en el anciano, el rostro y el cuerpo parecieron amoldarse como arcilla hasta transformarse en un alto ser de piel blanca y ojos rojos al igual que su extraña vestimenta, la cual era similar a una armadura.

—¿Quién o qué mierda eres? —preguntó Lee mientras le apuntaba al cuello con la cuchilla.

Aquel ser de aspecto humanoide se rio tras pronunciar unas palabras en un dialecto inentendible. Escupió sangre y finalmente pareció sucumbir.

Otro estruendo sacudió el lugar, inmediatamente corrieron hacia la sala de los ancestros, de igual forma, había muchísimos cuerpos regados por el suelo, llegaron al patio, donde Dakken, Mei y el Gran Maestro Lao peleaban contra el maestro Hontaru.

Igual que antes, el maestro poseía una fuerza inhumana, una lanza de dos puntas de un color tinto igual que sus ojos, Jonathan y su maestro corrieron hasta él y comenzaron a pelear. Su habilidad y su estilo de combate no era nada parecido al del clan o a cualquier estilo de pelea, era algo de otro mundo.

El anciano maestro lanzó un corte que alcanzó a herir a Dakken, cayó al suelo mientras mucha sangre le emergía del pecho. Acto seguido, pateó al Gran Maestro hasta lanzarlo contra el Árbol del Destino; él no se levantó.

Lee sacó un par de dagas de su ropa, le arrojó una a Jonathan y siguieron combatiendo contra él.

El combate perduró unos minutos, interminables para ellos, hasta que Jonathan logró acercársele y propinarle un corte justo en el pecho. Se escuchó un sonido similar a la cerámica al caer, el maestro retrocedió mientras que el cuerpo le cambiaba de forma hasta transformarse en un ser alto y de aspecto humanoide.

—¿Qué diablos son ustedes?

—Los nuevos conquistadores de este planeta —articuló. Ellos se sorprendieron como nunca. Giró un par de veces su lanza, y justo cuando intentó atravesar a Jonathan, él alcanzó a sujetarle el arma y le posicionó la daga en el cuello.

—Ríndete —dijo mientras acercaba la afilada hoja donde debería de estar la yugular.

—Antes muerto que vencido.

—Entonces no te gustará esto —Mei noqueó al ser con un golpe de grulla directo en la nuca.

Para cuando despertó, los miembros sobrevivientes del clan estaban reunidos ante él. Se hallaba amarrado con cadenas en manos, pies e incluso el cuello.

El Gran Maestro se acercó bastante malherido y lo sujetó del rostro con fuerza.

—¿Cuál es tu nombre, engendro? —Se le carcajeó en la cara, logrando perturbar a todos los presentes. Las cadenas comenzaron a estirarse, y él comenzó a bramar.

—Yashida Masakawa —Rio nuevamente y las cadenas se ajustaron aún más.

—Tu verdadero nombre, no el que has usurpado.

—Denkhai —dijo entre quejidos—. Ustedes están cometiendo un grave error...

—¿Por qué usurpar la identidad de uno de los grandes maestros y atacarnos?

—Fuimos enviados hace tiempo... igual que muchos otros, debíamos investigar las potenciales amenazas que la Tierra podía brindar.

—¿Debían matarnos? —No respondió, así que jalaron sus cadenas una vez más, esta vez emitió un gran grito de dolor.

—No, solo reunir información, pero ya que estaban a punto de seleccionar a su más grande guerrero pues... no podíamos desaprovechar la oportunidad.

—Dices que reunías información, ¿para quién? —Se adelantó a preguntar Lee, aquel humanoide rio como si hubiese sido ridícula la pregunta.

—¿Para quién? —Escupió una última carcajada—. Solo para la mayor y más grande emperatriz que el universo jamás haya conocido.

—Solo eres un informante...

—Así es... ahora, piensen en lo que está por venir.

—¿A qué te refieres?

—Este mundo ya no les pertenece, ahora será lo que devuelva la gloria al mío.

—Un ataque... —susurró Jonathan al recordar su visón en el Árbol del Destino.

—Todos ustedes morirán —amenazó.

Los altos mandos del clan discutían sobre lo sucedido y debatían sobre su próximo movimiento.

—El usurpador se negó a hablar, ha colapsado, no sabemos cuándo pueda despertar —informó un miembro de alto rango.

—¡Maldición! —exclamó el Gran Maestro.

—Pero dijo algo antes de colapsar —Aquello captó la atención de todos.

—¿Y qué fue lo que dijo?

—Capital City...

Jonathan se estremeció como nunca, salió de la sala de los ancestros hasta llegar a sus aposentos, donde Lee ya lo esperaba.

—¿Entonces te irás?

—Escuchaste lo mismo que yo, sabes que tengo que irme, no intentes detenerme, Lee.

—No lo haré —Jonathan lo miró extrañado—. Necesitamos saber qué pasa, necesito que vuelvas a tu ciudad.

—¿Hablas en serio? —Se mostró consternado. Lee se levantó y le mostró un maletín de madera.

—Muy en serio, es para ti —Jonathan tomó el maletín, lo abrió y contempló el uniforme del Blazer—. Seguramente me encerrarán por hacer esto, pero no hay otra alternativa. Muchos grandes guerreros perecieron hoy, y tal como él dijo esto no es nada, debemos estar preparados para lo que se avecina.

—¿Y por qué me das esto?

—Porque tú eres el Blazer, estoy seguro de ello.

—Igual Dakken está en coma... —pronunció Jonathan y ambos quedaron en silencio.

—No importa lo que digan, Jonathan, tú estás destinado a esto, el mundo necesita al Blazer tanto como necesita a Jonathan Mayers.

—Gracias, Lee —Se le acercó y ambos compartieron un gran y emotivo abrazo—. Hay que irnos ya, así llegaremos...

—Yo no iré, Jonathan.

—¿Por qué?

—Esta es tu misión, tu destino, debes hacerlo y forjarlo tú mismo.

—Lo haré, pero antes debo hacer algo.

Salió de sus aposentos, cuidando no ser visto. Llegó hasta el patio trasero donde estaban los jardines, se aproximó a un pequeño cuarto igual al suyo pero con una flor de loto colgada en la puerta.

Respiró y tocó un par de veces, Mei salió.

—Hola... —dijo él, bastante nervioso y algo agitado.

—Hola —respondió ella sin saber que pasaba. Lo analizó de pies a cabeza—. ¿Vas a algún lado?

—Mei... estoy a punto de hacer la mayor locura en toda mi vida, incluso no estoy seguro si volveré, por eso vine a despedirme.

—¿De qué hablas? ¿A dónde vas?

—No puedo decírtelo... yo...

—Irás a tu ciudad, ¿verdad?

—Bueno, siempre fuiste mucho más astuta que yo.

—Puedo acompañarte.

—No. K'un Dai necesita toda la protección que pueda. Debo hacer esto solo.

—Asegúrate de volver en una pieza.

—Lo intentaré. Bueno... a-adiós —Dio la vuelta y comenzó a caminar.

—Jonathan... —Solo bastó eso para hacerlo regresar, ambos se acercaron con rapidez y se juntaron en un beso.

—Quiero volver a verte —dijo una vez que se separaron.

—Y yo a ti...

—Prométeme que volverás.

—Lo prometo.

Un hermoso amanecer se mostraba ante la gran pista cubierta de neblina. Jonathan miraba al gran sol mientras se colocaba un gran abrigo.

—Señor Mayers, es hora de irnos —comentó el piloto. Jonathan se acercó a él llevando únicamente un maletín de madera.

—Muchas gracias por esto, Wong —dijo una vez que ambos entraron al pequeño avión.

—Agradécele a Lee, él fue quién pagó todos los gastos —Cerró la compuerta y comenzó a encender el avión.

Jonathan se sentó en uno de los asientos de cuero y se abrochó el cinturón, tomó el maletín y miró nuevamente el uniforme.

—¿Capital City, eh? ¿Algo importante por hacer?

—Bastante.

—¿Vale la pena? —Jonathan sonrió para sí mismo tras oír eso.

—Eso depende.

—¿De qué? —El avión comenzó a elevarse con rapidez, en cuestión de minutos ya estaban en el aire. Jonathan miró la ciudad y suspiró.

—De qué tanto quiera cambiar al mundo...

Templo Universal.

Venatrix y Vigilante se toparon tras cruzar distintos pasillos del Templo Universal.

—Vincent —saludó Camille, cortante.

—Cami —Antes de que terminara la palabra, ella lo fulminó con un gesto—. Digo, digo, Venatrix.

El temor de Vincent hacia ella le dibujó una ligera sonrisa, y siguieron su andar hasta ingresar a un cuarto repleto de objetos extraños.

—No toques nada —advirtió, y Vigilante se abstuvo de tomar una lanza dorada que reposaba en la pared.

Mago Universal se giró a ellos tras escuchar la voz de Venatrix.

—¿Qué descubriste, JJ? —preguntó mientras acomodaba el mechón blanco que contrastaba con su cabellera castaña.

—Acérquense y descúbranlo.

El dúo se aproximó a la mesa sobre la que James mantenía clavada una mirada de horror. Múltiples ojos de energía mostraban escalofriantes sucesos en tiempo real: una gigantesca nave madre amenazaba una ciudad, escuadrones de soldados marchaban por las calles y sujetos alados surcaban los cielos. Caos y destrucción no faltaron en las escenas, el sufrimiento y los gritos desconsolados los hicieron sentirse impotentes.

—La invasión —susurró Vigilante—... ya comenzó.

—¿Dónde es eso? —preguntó Venatrix.

—Capital City —respondió Mago—, tienen rodeada la ciudad. Cortaron la energía, el internet, el agua, las líneas telefónicas... no tienen forma de avisar al mundo lo que sucede allí.

—Somos los únicos que están enterados de esto —concluyó Vincent—... la única esperanza de esos ciudadanos.

Mago Universal realizó un movimiento circular, y un portal azul se abrió en consecuencia.

—Somos los tres contra todo un ejército imperial —habló James—. No está de más decir que podremos morir allí, perder una pierna, un brazo... pero debemos salvar a esa gente.

—Entonces hagámoslo —Venatrix preparó dos filosas espadas.

El trío de héroes asintió, y saltaron a lo desconocido.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top