✨|| Terror En La Aldea ||✨

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Érase una vez en una aldea lejana, una extraña y vieja dama, que era repudiada por todos los aldeanos. Ella solo era vista una vez a la semana, en el mercado. Era objeto de burlas y cuchicheos de los adultos, y la pesadilla de los más pequeños, quienes temblaban y se escondían al verla caminar por las calles de tierra y rocas del mercado. Eran muchos los rumores e historias que circulaban la aldea, sin embargo, el más famoso entre los aldeanos, es el que contaré a continuación.

"Era una tarde en la que el sol se había encubierto entre las nubes. Y un pequeño niño llamado Gabriel jugaba en el patio de su casa. Estaba solo, pues todos los niños de su aldea lo molestaban, y decían que era muy feo para jugar con ellos. Pues bien, mientras Gabriel jugaba con su peluche, este cayó accidentalmente al otro lado de las rejas de su casa. O sea, a la calle. Gabriel pegó su rostro a las vallas de madera y miro con tristeza a su juguete mientras pensaba en como rescatar a su muñeco en apuros. Entonces recordó las palabras de su madre, quién había salido al mercado.

"Por nada del mundo saltes por sobre las rejas, pues caerás directo a la calle, y algo malo podría sucederte. Si me hacés caso te voy a conseguir un dulce en el mercado."

Luego de recordar esto, Gabriel dijo:

-Mama aún está en el mercado, ella no está viendo. Si me apresuró podré saltar a la calle, recuperar a mi muñeco y saltar las rejas de nuevo para entrar al patio en menos de dos minutos.

Y entonces Gabriel salto las rejas. Agarro su peluche y cuando se aproximaba a las rejas de nuevo, sintiendo que había llevado a cabo su plan con puro éxito, una señora de aspecto misterioso lo llamo por su nombre.

-¡Gabriel! ¡Gabriel! Esperame, tengo algo para ti. -Dijo la agitada anciana, con una bondadosa voz.

-Madre me dijo que no hablase con desconocidos. -Dijo Gabriel, quién pensaba que ya era suficiente de ignorar las palabras de su madre ese día.

-No te preocupes por eso, soy la tía de tu madre, Mercedes. Y ella me dijo que te diera esto-La vieja hizo un gesto de buscar algo y no encontrarlo. Entonces puse cara de sorpresa.- ¡Oh! Parece que he dejado tu obsequio en otra parte, disculpame, estoy algo vieja, a veces no me doy cuenta de las cosas.

-Está bien, señora. No se preocupe, puede darme lo-que-sea-eso-que-usted-tiene-que-darme después. Pero se supone que debería estar dentro, adiós.

Pero antes de que el niño pudiera hacer algo, la señora lo agarro del brazo.

-¡Ah! No, no debes recibirlo hoy. Vamos a mi casa, de seguro lo olvidé ahí.

Entonces la mujer lo arrastró hacia su casa y lo hizo entrar, a pesar de las pequeñas quejas de Gabriel. Y ese día, fue un día lamentable para Gabriel, ya que no volvió a ver la luz del sol. La mujer lo secuestro para obligarlo a limpiar su casa por unas semanas, y cuando se cumplió un mes de su secuestro, lo descuartizó parte por parte, enterró la cabeza y las piernas y se comió en una sopa lo que quedaba. En sus últimos momentos de vida, en lo único que pensaba Gabriel, era en cuanto lamentaba no haberle hecho caso a su madre ese fatídico día. Paso el tiempo, y entonces de las partes del cuerpo de Gabriel que habían sido enterradas, creció un gran árbol, que decoro el jardín de la aterradora señora."

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