✨|| Mesera incompetente ||✨
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En aquella impopular casa de comidas en San Clemente era donde una mesera rubia de 30 años trabajaba, y esta es su historia. Cuando tenía 15 su mamá se fue sin dejar rastro y la dejo sola con su padre, quién la insultaba y la echó de su casa cuando cumplió 18. A sus 19 años empezó una relación con un hombre que le había ofrecido ayuda y del que se enamoró mucho, más tarde se casó y tuvo una hija. En aquel momento aún trabajaba de mesera, y amaba su trabajo. Ella lo hizo todo bien. Nunca acudió a la venganza ni era presa del odio. Sin embargo los terribles sucesos también pueden llegarles a los más amables. Su marido cayó en las drogas y un día, él volvió a casa acompañado.
Vino con otra mujer.
La esposa quiso reprender al hombre entre lágrimas, pero este solo la aparto de un golpe. Y al día siguiente, cuando fue a buscar a su esposo para dialogar sobre el asunto, se encontró con la terrible sorpresa de que él había desaparecido junto con su hija, y todos sus ahorros. Él dejó una nota que decía: "Empeñe el anillo de matrimonio".
Cuando leyó esa nota, supo que él ya no volvería. Se había hartado de ella. En ese momento ella trabajaba de mesera. Pero ya no presentaba tanto entusiasmo como antes.
Entonces cayó en el vicio del alcohol. Tomaba para olvidar. Para olvidar a su esposo y a su hija por unas horas. Para olvidar su pasado por unas horas.
Sin embargo esto le trajo problemas.
"¡Señorita! Se equivocó de plato".
"Este no es mi pedido".
"Me diste una botella de agua por la mitad, señorita".
El sueldo de la mesera disminuyó gracias a esto, pero aun así, no fue despedida.
Un día ella despertó en el piso de una vereda con una botella rota de alcohol en su mano, de la cual aún emanaba sangre. Cuando la mujer reaccionó, se dio cuenta de que no podía sentir su mano y de que tenía varios vidrios clavados. Con el miedo acompañándola, ella fue al hospital lo más rápido que su cansado cuerpo le permitió.
Más tarde le anunciaron que llegó muy tarde a la clínica, y la herida se había infectado. Debían amputar la mano, de lo contrario, la infección se podría propagar por todo el cuerpo. Ella no tuvo remedio que pagar la cirugía. Quedando así sin nada de dinero. Su situación con el alcohol empeoró, y casi siempre estaba borracha o traía una botella consigo. Esto, y lo de su falta de una mano derecha hizo que ya no pueda trabajar. Ya que para su jefe ella era alguien incompetente e inútil. Entonces fue despedida. Ahora que ya no tenía dinero, no podría pagar su casa, o la comida, o el alcohol. Nadie contrataría a una mujer en sus condiciones. Entonces ella solo salió por última vez de la casa de comidas en donde trabajaba, y en vez de ir a su casa como de costumbre. Solo empezó a caminar, ella no sabía a dónde. Solo quería irse lejos. Irse a morir a algún lado lejos de allí, ya que sabía que no tenía esperanza alguna.
Cuando se cansó de caminar, se recostó en una vereda. Y ahí se quedó. Demacrada, sin dinero, sin familia, sin amigos, sin una mano derecha y sin un gramo de oportunidades de sobrevivir...
•••
—¡Por Dios, Margo! ¿No podrías acaso pensar en una historia un poco más bonita para los niños?
—¡Ah! Tal vez tengas razón. Perdón, niños. Aún son muy jóvenes para este cuento. ¡Mamá se equivocó! —respondió ella con una pequeña risa. Seguida de los quejidos por parte de sus hijos, quienes querían seguir escuchando la historia.
Cuando al fin ambos niños se durmieron. El padre y la madre se fueron a acostar.
—¿De dónde sacas esas historias tan raras? A veces me asustas un poco, querida. —Dijo él con un bostezo
—Bueno, digamos que... —La madre hizo una pequeña pausa, dudando de su respuesta.— Esa era la historia de una amiga...
Entonces, satisfecho con la respuesta, el hombre se durmió. Sin embargo, su esposa se quedó pensando en todas las cosas que le ocurrieron desde aquel día para llegar a donde está ahora. Y finalmente, con una sonrisa, se durmió.
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