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Nombre del personaje: Zookologie - Zooko (Pronunciación "Zuuko o Zuukolugie")
Canciones inspiradas: Zoolook de Jean-Michel Jarre
¿Nivel de spoiler?: Pequeño
Multiverso o universo al que pertenece: Multiverso O, universo Psi, código 004
Los engranajes se mueven a un ritmo lento como un reloj que da los segundos poco a poco, lo adoro. Las cintas de transporte van a un ritmo constante en el que parece que nunca se van a querer parar a no ser que ese hombre tan alto de mirada seria lo ordene. Ese hombre que tiene un cristal blanco en su ojo derecho, que siempre esta de mal humor y que mira unos paneles transparentes que se suspenden en el aire, dándole toda la información que quiera para luego mirarme con total seriedad.
—Espero que no me falles.
Siempre me decía esas palabras, ese rostro cabreado lleno de amargura me era gracioso a mis ojos, bueno, mejor dicho en mi único ojo, porque aun me estaban construyendo. Veía como ese hombre movía sus manos con cuidado para montar las piezas de mi nuevo cuerpo robótico, no comprendía porque esa delicadeza, a los otros robots los creaba a gran velocidad, pero conmigo no era el caso, me trataba con demasiado cariño y era incómodo.
Cada día avanzaba un poco, miraba la información de esa pantalla que se suspendía en el aire, suspiraba molesto, apretaba los dientes y luego se ponía de nuevo conmigo para montarme. Ahí escuchaba de nuevo esos ruidos que no me gustaban, no eran como los engranajes o las cintas que había a mi alrededor, no era el ruido de una máquina colocando los brazos robóticos de esos robots que creaban con rapidez. ¡¿Porqué tarda tanto?! ¿Acaso él esta aprendiendo a crear un robot? Pues menuda desgracia soy para que sea yo la elegida.
A veces ese hombre no estaba solo, había una mujer de cabellos anaranjados que también era un robot, estaba con las manos siempre enfrente, agarradas en una posición que parecía ser una sirvienta, de hecho, lo era, pues siempre estaba atenta a las órdenes de ese hombre malhumorado que siempre se enfadaba conmigo porque no dejaba que me pusiera ciertas piezas o poderes.
Lo siento, señor extraño, pero a mi no me gusta los tornillos, me gustan los engranajes.
Cada día que pasaba era un eterno aburrimiento para mi, solo escuchaba esos ruidos que eran una sinfonía para mi, a veces podía ver a esa sirvienta a lo lejos, se aseguraba que la creación de robots fuera la correcta para luego mirarme de reojo y suspirar apenada.
No comprendía mucho que ocurría, tampoco es que la identificara bien, mis ojos veían ciertas formas y manchas, identificaba unos pocos colores como mucho, en cambio mi oído fue mejorándose más rápido, pudiendo escuchar nuevos ruidos que me encantaron. El sonido de un martillo golpeando constantemente un metal duro, el sonido de un destornillador ajustando los tornillos de los robots. ¡Ja! Menos mal que yo no voy a tener eso.
Un día, ese señor pudo por fin colocarme unas piernas y brazos, pero era inusual porque estos no estaban conectados a mi cuerpo, los podía ver flotando en esa cúpula en donde yo también estaba encerrada. flotando en medio de ese líquido que, según él, era para conservar mejor mi cuerpo robótico a la vez que mis poderes.
Me di cuenta que ese hombre parecía ser un tipo de genio. Ya no solo por esas ideas que tenía a la hora de crear distintos robots para que cumplieran diversas tareas en su gran planeta tecnológico —que ojalá pueda ver—, sino porque hablaba con asco al no haber conseguido que sus anteriores guardianes fueran como yo. Me adoraba poco a poco, decía que iba a ser una perfecta candidata a la que adiestrar y entrenar.
No se, pero ¿puedo salir ya? Es que quiero usar mis piernas y brazos, ¡sabes las ganas que tengo de correr por ahí yd ar vueltas sin parar? Es que ya me aburre estar encerrada en esta cúpula y ver mi alrededor. Ahora veía lo triste que era este lugar, como mejoraron mis ojos —por fin—, podía ver que estaba dentro de un tipo de almacén industrial en donde todo seguía un ritmo y orden obsesivo, en donde los robots creados estaban guardados en un lugar cerrado para que después fueran encendidos y actuaran sin alma alguna a realizar sus tareas. ¡Qué miedo!
Lo único que me calma es el sonido del engranaje, su ritmo fuerte, seguro, valiente y constante me da un tipo de determinación extraña, como si fuera un reloj dispuesto a cumplir una función eterna, pues lo mismo con los engranajes. Capaz estos podían ser lo mismo que los robots, pero no, yo no veía eso, deseaba algún día estar enfrente de un engranaje para poder moverlos al ritmo que yo tenía.
Pero para eso tenía que salir de aquí y eso iba a ser un largo tiempo que desconocía.
Aburrida, a veces miraba hacia el techo negro y sucio, no podía ignorar el sonido del que tanto me acostumbraba, pero por alguna razón, al mirar perdidamente un sitio, mi alrededor se volvía silencioso y me perdía en un mundo inusual donde perdía la consciencia. Eso era un problema, al menos es lo que decía ese hombre que intentaba arreglarme.
Un día, descubrí su nombre.
—Señor Kersmark —llamó su asistenta—, tenemos visita de una mujer.
—Ah, sí, se quien es —contestó sin apenas importancia para luego suspirar—. Ahora hablaré con ella.
—De acuerdo, señor.
—Vigila a Zooko, no quiero que tenga fallos de nuevo —ordenó mientras se iba del almacén a un paso ligero.
—Sí, señor.
Y tras unos largos segundos en donde la chica estaba quieta en el sitio con los brazos en su espalda con una posición que parecía ser de culpa y arrepentimiento, decidí hablar con lo que podía:
—¡Heaola! —No, mi voz no es que fuera la mejor, tampoco sabía pronunciar, no sabía nada, entonces mis palabras eran... incomprensibles.
—Zooko, mi señor no ha puesto aun el sistema de voz y pronunciación en tu cuerpo, hablar bien te será complicado —explicó seriamente.
—¿Inriose? Veia. —Suspiró ante mis intentos para luego mirar hacia los botones y teclas que había alrededor de la cúpula donde estaba encerrada—. ¿Qio heise?
—Voy a ver si puedo ponerte yo ese sistema, así podemos comunicarnos y podrás preguntarme lo que quieras, ya que posiblemente tengas varias dudas —explicó.
—¡¡¡Ueeee!!!
Acercándose poco a poco hacia el panel que había abajo a mi alrededor, pude ver como aquella mujer movía sus dedos y manos con rapidez y eficacia, provocando que en mi garganta sintiera un cosquilleo gracioso del que no podía evitar reírme, poniendo mis manos en mi cuello mientras seguía riendo. Aquella mujer me miraba sorprendida sin entender mi reacción, pero no se hizo tardar más y terminó todo en cuestión de minutos, ¡qué eficacia!
—Prueba hablar, Zooko —pidió seriamente.
—¡Holaee! —saludé con emoción.
—Vaya, aun sigues teniendo pequeños fallos a la hora de hablar, pero al menos podemos comunicarnos —supuso mientras se cruzaba de brazos.
—¡Ah! ¡Qué guay ese mi vozi! No parece nadae robótica como esose otros robots, sino una más... ¿¡realeee?!
—Kersmark siempre da voces más reales a los que trabajan a su lado, los demás no —explicó, mirándome seriamente, como si buscara algo de mi cuerpo—. Tú tienes esa suerte al igual que yo.
—¿Lado trabajo qué? —pregunté confundida.
—Creo será complicado hablar contigo —susurró preocupada, poniendo la mano en su barbilla—. En fin, podemos ir funcionando con esto... —Me miró de nuevo, lo hacía con pena y cansancio, algo que me extrañó mucho porque normalmente los robots siempre tienen energía—. Me imagino que tendrás varias dudas.
—Sí, ¿quién ese hombre feo? —pregunté interesada.
—Es Kersmark —respondió con un suspiro largo—, tu creador, así que no te recomiendo faltarle el respeto.
—Ae, entiendo. —Su mirada hacia mi era de preocupación, no se si estaba así porque me costaba hablar o porque era algo raro para ella, pero de ser así, tenía que entender que yo no sabía nada, tampoco comprendía porque estaba aquí y muchos motivos más que le iba a preguntar ahora—: ¿Por qué?
—Para crear el guardián perfecto.
—¡Aburrido! —grité, exagerando la "i" tanto que perforaría sus oídos, lo sé porque cubrió sus orejas mientras se quejaba de dolor. Por suerte pude frenarlo—. No voy a ser perro, raro, vigilante, raro, ¡aburr-
—¡Ya! ¡Para! —pidió un poco desesperada—. No estoy hablando de vigilar una puerta o algo así, Zooko.
—Ah, ¿qué?
—Vas a ser su mano derecha —respondió.
—¿No tiene?
—Sí tiene Zooko, no lo digo de forma literal —explicó un poco cansada, suspirando suavemente mientras ponía su mano en la frente—. Serás su ayudante, te encargarás de ayudarle en lo que sea a la vez que defenderle en los problemas que se pueda meter.
—¿Irresponsable? —pregunté.
La mujer miro a otro lado con sus ojos sin decir nada, a lo que hice el mismo gesto, viendo que en ese lado no había nada interesante más que esa cinta que tanto escuchaba moverse poco a poco.
—Más o menos —susurró para luego mirarme, la imité para luego sonreir suavemente—. Creo que Kersmark no te puso la información básica de nuestro universo, entre otros detalles más... Se está tomando su paciencia contigo.
—¡Pues quiero entrar!
—Será salir, ¿no? —pregunté con la ceja arqueada.
—¡Eso!
—Me temo que no podrás hasta que termine de crearte por completo. —Ante su respuesta, saqué mi lengua mientras me cruzaba de brazos, mostrando mi molestia—. Ponte como quieras, pero es necesario, sino luego se cabreará y por desgracia tenemos que pagarlo nosotros.
—¿Y cuánto tarda?
—No lo sé —respondió insegura—, estos últimos días hay una mujer que viene en este planeta y me da un poco de miedo su apariencia y actitud, Kersmark también le tiene respeto, pero está confiando poco a poco en ella porque sabe que un gesto en falso puede ser un peligro.
—¿Quién?
—Creo que se hacía llamar Christel —murmuró dudosa para luego mirarme con sorpresa—. Lo siento, soy una mal educada, mi nombre es Skylar.
—¡Yo Zooko! —grité feliz, viendo como ella sonreía suavemente—. Entonces, ¿cuándo?
—¿Cuándo qué?
—Salir. —Suspiró de nuevo ante mi pregunta, algo que me molestó y puse mis manos en el cristal donde estaba encerrada—. ¡Es aburrido!
—Lo sé, Zooko, pero no te queda otra que tener paciencia.
—¡¿Con quien estas hablando?!
Los pasos fuertes de alguien viniendo hacia nosotras provocó que Skylar se pusiera firme y pusiera sus manos en su espalda, girando poco a poco su cuerpo con gran temor. Ese hombre se encontraba ahí, caminando seguro con ese rostro serio, mientras se ajustaba bien la chaqueta que tenía encima como si fuera una capa.
Aun con mis manos en el cristal, vi como ese hombre me miraba con odio por unos segundos para luego mirar a Skylar. Veía el miedo en los ojos anaranjados de la chica, cerrándolos poco a poco con miedo, agachando la cabeza un poco, como si esperara un golpe por parte de ese hombre.
De hecho, iba a golpearla.
—¡No!
Frenó su mano derecha, la cual había levantado, para mirarme de reojo por unos segundos, sorprendido ante mi capacidad de hablar.
—¡No la hagas daño!
—¿Desde cuando hablas? —preguntó seriamente. Skylar no dijo nada, solo miraba el suelo con miedo.
—¡Yo sola pude!
Tenía que mentir, no quería que ella recibiera daño por darme la capacidad de hablar, aunque no me saliera bien las palabras ni formulara bien las frases, quería intentar salvarla de ese golpe que no parecía ser uno pequeño por el odio e ira que tenía ese hombre.
—Oh, ¿enserio? —preguntó curioso para mirar el panel por unos segundos, sonriendo suavemente—. ¿Y también se te da bien mentir?
Abrí mis ojos preocupada, viendo como ponía sus manos en el panel para tocar unos pocos botones, sintiendo de nuevo ese cosquilleo en mi garganta. Esta vez no fue agradable, sino doloroso, uno del cual parecía que me atravesaban miles de cuchillos a un ritmo lento y doloroso. Desesperaba, intentando detener ese dolor cubriendo mi cuello con mis manos, pero no podía hacer nada más que esperar a que el dolor terminara.
—Skylar —llamó el hombre seriamente—, aprecio tu ayuda, pero a la próxima, pídeme permiso.
—Sí, señor —murmuró Skylar con la cabeza aun agachada.
—Por tu culpa ahora Zooko tendrá que sufrir un largo rato hasta que recupere su voz y pueda formular bien las palabras y frases —explicó mientras me miraba con total seriedad—, de paso le insertaré la información necesaria, pronto quiero ponerla a prueba.
—Si, señor...
No me gustaba mucho el ambiente en el que estaba rodeada, pensé que este lugar sería uno más tranquilo, posiblemente amigable ante la presencia de aquella mujer que parecía tener buenas intenciones, pero lo dudaba bastante cuando ese hombre me observaba con total seriedad, capaz incluso podría sentir desprecio u odio si no hacía caso.
A mi no me gustaba actuar según me dijeran los demás, quería moverme libre haciendo lo que quería y más me gustaba, pero algo me decía que esa pequeña libertad no la tendría al lado de ese hombre.
Tampoco es que lo conociera, pero con lo poco que hizo, o lo que iba hacer, me dejó en claro que no era alguien en quien pudiera confiar, me daba igual que me hubiera creado, lo había hecho con un objetivo, ser su "ayudante".
Por el momento no podía hacer nada, pero si tenía claro que cuando saliera de aquí, me encargaría de descubrir que esconde este hombre y conocer este lugar. Por el momento, yo solo me puedo quedar quieta y, por desgracia, sufrir.
Pequeñas curiosidades:
🠮Zooko viene de la canción que puse arriba, esta canción es una de mis favoritas y cuando vi el videoclip, se me ocurrieron unas pocas ideas a la vez que iba desarrollando el personaje. Gracias a mi abuela, descubrí esta canción y al músico.
🠮El código 004 es el planeta donde se encuentra Kersmark, que se menciona en la historia de Código del Caos.
🠮Zooko tiene mucha importancia y relación con Kamico, personaje que aparece en Juntos o Muertos.
🠮El nombre de Zookologie tiene que ver por otra canción de este hombre que pronto haré un oneshot (cuando tenga ganas), explicando un poco más la historia de ella y el problema que hizo.
🠮Aquí os dejo de paso un dibujo de ella:
Versión Antigua
Versión actual
Y, sí, es uno de mis tantos personajes favoritos.
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