Sí, padezco ansiedad, y ya no me da vergüenza decirlo.

Hace años que lidiaba con ella, pero entendí que sólo quiere darme mensajes, no dañar mi mente ni mi cuerpo.

Aprendí, con el paso del tiempo a escucharla, porque sé que algo quiere decirme.

Quiere que le preste atención a mi cuerpo, a mis emociones. Que identifique las situaciones o las personas que me hacen sentir mal, a veces suelo ser yo misma la que me provoca ansiedad. Cuando dejo de prestarme atención, cuando no digo lo que siento, cuando intento dejar a un lado las señales de “cuidado” o las de “peligro”, cuando me encierro en mí misma.

Hoy me siento satisfecha porque ya no me afecta como antes, y cuando viene, trato de escuchar y hacerme cargo de lo que me produjo ese malestar.

Puedo decir que aprendí a escucharme, y sigo aprendiendo día a día.

Por eso, al fin puedo decir: “gracias ansiedad”.