Hoy les hablaré de él,
sí, de él.

Del dueño de mis sonrisas y alegrías,
del dueño de mis momentos de melancolía.

El que se ha apoderado de mi mente,
haciendo que para todos parezca ausente,
porque siempre lo tengo presente.

El mismo que se ha apoderado de mi corazón;
cuidando de él para que sea más sensible,
menos frío, menos triste.

Del mismo que me valora como mujer,
me cuida como niña, y se hace cada vez más dueño de mi ser.
De ese hombre, les quiero hablar de él.

Él puede ser la persona más fría,
pero conmigo siempre será la más dulce.

Él puede ser tachado de orgulloso,
pero para mí, él siempre será el más bondadoso.

Él puede ser muy maduro,
pero le gusta que lo mime cuan niño.

Él puede ser pesimista,
pero conmigo siempre optimista.

Él puede ser un poco gruñón,
pero conmigo tiene sentido del humor.

Él es más que inteligente, es brillante;
aunque él se crea tonto, torpe e irritante.

Él siempre es mi caballero,
cortez, educado,
tratándome con una delicadeza,
que difícilmente alguien ha igualado.

Él es alguien maravilloso,
aunque lo niegue, y se crea poco.

Él es más de lo que ve,
es un hermoso ser.

Él es casi perfecto,
cuanto quisiera que dejase de enfocarse en sus defectos,
que dejase de ver sólo sus desperfectos,
y que viese todo cuanto veo yo en él,
en su bello y magnífico ser.

Diciembre 31, 2017