Crossover: Aquí y allá... entrelazados
Habían quedado de verse en aquella cafetería nuevamente.
Yuuri le había tomado cierto recelo a dicho lugar parcialmente debido a Yusuke. En el fondo no tenía nada en su contra, pero sus recuerdos lo abrumaban de tal forma que se sentía menos frente a él. Habían pasado días y aún sentía ese vacío en su vida, ¿de verdad sus sentimientos eran reales? O todo era debido al corazón de Yusuke...
<<No!, Yo soy Yuuri, son mis sentimientos, nada ni nadie me maneja, lo que siento por Víctor es real, aunque él lo dude...>>
Por su parte, Víctor vivía con las mismas dudas. ¿De verdad Yuuri lo amaba? Pero... ¿era por su corazón o el de Yusuke?
—Víctor, tenemos que hablar de todo esto. No entiendo, ¿porque dudas de mis sentimientos? ¿Qué más debo hacer para que lo entiendas? Te he ofrecido todo de mí.
El albino bajó su mirada mientras escuchaba las tristes palabras del azabache. Percibir ese tono tan dolido y suplicante le estrujaba el corazón.
—Yuuri, estoy seguro de lo que siento por ti, se que ha sido poco tiempo, pero eres muy valioso para mí, sólo... sólo quiero que estés seguro de si en verdad...
— ¿Si en verdad soy yo? ¿O Yusuke?—cuestionó bruscamente el omega, y se hizo un nudo en la garganta del alfa.
Víctor tomó sus manos y lo miró a los ojos. La mueca de tristeza de Yuuri no se hizo esperar, realmente amaba a Víctor, a pesar de todo el sabía que era su destinado, podía sentirlo y estaba seguro que él también, pero ¿cuánto? ¿Cuánto tiempo estaría con esa estúpida creencia?
—Entiéndeme. Siento algo por ti, pero no quiero que pienses que sólo estoy contigo por eso.
—Eres tan jodidamente terco, Nikiforov
—Ja, ¿y tú no? Yuuri, te conozco. Dime, ¿podrás vivir con eso?
—Yo te seguiría sin dudar, no me importaría buscarte en cualquier parte de éste universo. Que seas mi destinado no va a cambiar por algo tan insignificante como eso.
El platinado suspiró resignado mientras el azabache hacía pucheros.
—Me pregunto si "él" tuvo que soportarte igual de testarudo, o en tu juventud eras más lindo—se quejó, y el mayor soltó una sonora carcajada ante el comentario.
—No lo sé, siempre he sido así. Sabes que soy lindo— dijo tomándolo por la barbilla y así acortando la distancia entre ambos.
El omega se sonrojó. Odiaba que tuviera razón, sí que era lindo, un poco cariñoso y algo romántico, pero era difícil sacar esos lados suyos y por lo visto no se daba cuenta de lo mucho que él necesitaba sentir eso.
—En definitiva, me hubiera encantado conocerte joven y lindo.
—Te arrepentirías, era como la diabetes andante.
— ¿Y qué te paso?
—La vida se encarga de hacerte madurar, eso es todo.
— No lo sé, Viktor... —expresó Yuuri, vacilante— La magia dimensional es muy complicada... e ilegal de ejercer sin autorización. Podríamos dañar el equilibrio de otros mundos.
El Slytherin contempló a su omega como si no entendiera de qué hablaba. Más temprano en ese día, Viktor visitó la biblioteca para prepararse para sus exámenes y aprovechó para reflexionar. Sentía que el mundo estaba en su contra y que cada vez era más difícil permanecer junto a Yuuri. Al final, terminó en la sección prohibida, hojeando un espécimen extraño con las letras de la portada borradas y cubierto de polvo, pero cuyo contenido era interesante. Sobre todo una poción, nombrada simplemente como "portal" y que parecía ser la entrada a otro mundo.
A Viktor se le iluminó el rostro. Si tenía éxito, podría llevarse a su querido omega a un sitio donde pudieran estar juntos. El problema era que no podía hacerla solo. Lo bueno, era que conocía a un experto en la materia, aunque éste parecía poco dispuesto a cooperar.
— ¡Pero Yuuri!—exclamó, decidido a salirse con la suya, como siempre— Considéralo. Podríamos ir a un lugar donde nadie intente separarnos. ¿No te gustaría?
El omega desvío la mirada. De pronto le resultó muy difícil oponerse. Ser sujeto a críticas constantes y hasta víctimas de ataques comenzaba a hacer mella en él. Aún si valía la pena demostrar que era un omega digno de Viktor, quizás fuera más fácil marcharse a donde nadie los señalara, donde no le dieran importancia a la pureza de la sangre y pudiera estar con Viktor...
—Puedo intentarlo —concedió Yuuri y Viktor dejó escapar un grito de puro gozo, celebrando — ¡Pero no sé si funcionará! Y si Minako nos descubre tomando los ingredientes de su armario...
—Ya me ocupe de eso —informó Viktor con orgullo— Y claro que funcionará. Eres el mejor hacedor de pociones que conozco.
Yuuri se sonrojo y a duras penas pudo suprimir un ronroneo. En verdad le encantaba cuando su alfa le hablaba así y le hacía sentirse especial, como si fuera el omega más valioso e importante.
—Entonces, tendrás que ayudarme— pidió, arremangándose la túnica y buscando un caldero. Viktor asintió emocionado— Pásame el extracto de flor de luna y el polvo de diamante...
El Slyhterin asintió y se apresuró a cumplir las indicaciones de Yuuri. Con cada paso que cumplía, Viktor sentía que estaban más cerca de lograr su cometido. Yuuri, sin embargo, no era tan optimista. Al revisar el caldero comprobó que si bien la poción burbujeaba y soltaba un fuerte vapor conforme a lo que describía el libro, su tono era rosado en lugar de blanco.
— ¿Cuántas gotas de sangre de dragón utilizaste?
—El libro decía veintisiete aunque como perdí la cuenta agregué una extra por si acaso. ¡Pero descuida!—se apresuró a calmarlo—Te prometo que todo irá bie...
No pudo terminar la frase. La poción estalló de pronto, envolviéndolo todo en un denso humo. Instintivamente, Yuuri busco la mano de Viktor y el alfa lo atrajo hacía si para protegerlo de lo que sea que estuviera por ocurrir, pero era inútil. Algo insistía en arrastrar al omega lejos.
— ¡No me sueltes, Yuuri! —Escuchó al alfa gritarle sin poder ver su rostro a pesar de tenerlo a su lado, debido al denso humo de colores — ¡Quédate conmigo!
Lo último fue una combinación de súplica y orden desesperada que no sirvió de nada. Una fuerza invisible tiro del asustado Gryffindor, separándolo del de cabellos plateados. Yuuri únicamente consiguió llamarlo antes de ser arrastrado lejos de la calidez de su pareja.
Indignado, el azabache se levantó de la mesa, tomó su mochila y se alejó.
—Yu...Yuuri, ¿a dónde vas?
—Te dejaré a ti y a tu madurez solos un rato para que piensen que quieren— el nipón salió caminando al pequeño parque que se encontraba frente a la cafetería.
Con una sonrisa, el platinado pagó la cuenta por las bebidas y se levantó para seguirlo.
— ¡Yuuri!— trataba de seguir su paso, pero le llevaba bastante delantera — ¡Vas a perderte!
Era más que obvio que el omega lo escuchaba pero su terquedad no lo dejaba voltear. Realmente amaba a ese alfa, pero estaba harto de ser el quién siempre viera por ambos.
— ¿Como puede ser tan obstinado? ¿Cómo puede dudar de lo que yo siento? ¡Victoru Baka!
Tan pronto soltó aquel grito, una fuerte luz lo cubrió. Apretó con fuerza sus ojos y un fuerte golpe lo lanzó al suelo. No podía levantarse, como si algo lo retuviera contra el suelo. La luz comenzó a disiparse y con su vista borrosa visualizó una cabeza cubierta de hermosos y largos hilos plateados.
—Sabes... Eres pesado, ¿podrías levantarte?
Al principio, Viktor no lo escuchó. Estaba tan ocupado en recordar el llamado angustioso de su omega, que no tenía cabeza para otra cosa. Le había fallado a su pareja destinada y al dolor emocional, se sumó el físico cuando cayó sobre algo que inesperadamente amortiguó su caída. Todavía medio aturdido, se llevó una mano a la cabeza, que no dejaba de punzarle, mientras que con la otra rebuscaba en el bolsillo de su túnica, suspirando aliviado al sentir su varita.
—Oye ¿estás bien?
Fue entonces que se puso en alerta y se apresuró a levantarse no tanto porque el otro se lo hubiera pedido, sino porque quería ver a qué se enfrentaba. Sin pronunciar palabra, apuntó al desconocido con su varita y...
— ¿Yuuri?
Reconocería a su omega en cualquier lugar y en cualquier mundo. Viktor rió, aliviado de encontrarlo y se le echó encima para atraparlo en un fuerte abrazo mediante el cual el omega mayor pudo percibir toda su angustia. Sin embargo, aquella cercanía bastó para que Viktor se percatara de algo fundamental.
—Tú no eres mi Yuuri—acusó a la vez que volvía a apuntarle con su varita— ¿Dónde está? ¿Por qué te ves como él? ¡Dime que le hiciste! —exclamó, impregnando su voz con la autoridad propia de un alfa, para garantizar que el impostor le obedeciera.
Mientras tanto, el mayor seguía intentando asimilar la inusual imagen. Era Víctor y al mismo tiempo no lo era. Víctor... era ¿joven?
— ¡Wow wow wow...! ¿Víctor? ¿Eres tú? — aquella voz de alfa le asustaba pero había algo más. Aspiró profundo notando que su aroma era diferente —Yo... soy Yuuri, Yuuri Katsuki.
— ¡Mentira! — soltó sin más, acercándole su varita y sin importarle que algunos transeúntes los vieran extrañados— Te ves como él, pero no eres Yuuri, no tienes su aroma.
El adulto se mostró confundido, y la curiosidad fue más fuerte que el temor.
—Tú... ¿eres Víctor?
El Slytherin se interrumpió al percatarse que el otro había dicho su nombre.
— ¿Cómo me conoces y en dónde estamos? Más te vale que me digas la verdad, tengo cierta experiencia con las artes obscuras y no temo usarlas si es necesario.
Aguardando por su respuesta, echó un rápido vistazo a su alrededor. En apariencia, ese sitio no era tan diferente a su mundo. Las personas vestían con ropa muggle típica y los objetos en el escenario semejaban a los que había estudiando en los libros de la escuela.
— ¿A-artes obscuras?— repitió el adulto, sin comprender de qué rayos hablaba. Sin mencionar que ese pequeño Víctor le veía con desprecio, lo cual era bastante irónico ya que con el mayor le bastaba.
Se tomó unos instantes para examinarlo. Vestía de manera extraña, llevaba una especie de túnica con una bufanda verde y plateada, lo que parecía ser un uniforme escolar.
<<Genial, un adolescente>> dedujo sin mucho entusiasmo.
—Te pareces a Víctor, pero no eres Víctor. Hueles diferente, además eres al menos diez años menor —informó, ignorando el hecho de que le apuntaba al cuello con lo que parecía una rama y que más las personas a su alrededor lo veían, se puso de pie y sacudió su ropa —Suficiente tengo con "El Víctor adulto" como para soportarte a ti también, estoy harto de ser menospreciado —bajó la mirada, se dio la vuelta y comenzó a caminar—Nos vemos.
O al menos, pretendió caminar. El otro no pensaba dejarlo marchar tan fácilmente. Viktor alzó su varita, le apuntó y enunció en su tono más firme...
— ¡Petrificus totalus!
Yuuri ni siquiera tuvo tiempo de gritar cuando cayó al suelo sin poder moverse. El Viktor joven sonrió complacido. Aún si no compartía las ideas de su familia sobre la pureza de la sangre y le gustaba jactarse de ser capaz de controlar sus instintos de alfa, situaciones desesperadas clamaban medidas desesperadas y perder a su pareja destinada entraba en esa categoría. No iba a permitir que un omega muggle, que además era una copia de su Yuuri, lo irrespetara.
— ¿Vas a cooperar? —cuestionó con sorna, a sabiendas que el otro no podía contestar.
Víctor daba vueltas por aquel parque y seguía sin encontrarlo. ¿Cómo era posible que un adulto se perdiera? Era ilógico, pero era Yuuri, eso era parte de él.
— ¡Yuuri! Necesitamos hablar con calma, ven por favor... —pidió, deseando que el azabache supiera que sólo gritaría esas cosas en público por él.
Y como si las cosas no pudieran ponerse peor, una intensa humareda inundó el lugar, impidiéndole ver y ocasionándole un fuerte ataque de tos. Una exclamación aguda lo sobresaltó y aunque intentó avanzar, no sabía a dónde iba. Finalmente, el humo se disipó y logró visualizar a un chico desmayado cerca de unos matorrales, así que corrió a socorrerlo, decidido a hacer buen uso de sus conocimientos de medicina y primeros auxilios.
—Hey, chico, ¿éstas bien?— volteó al muchacho y lo recargó en su brazo para revisar su pulso, llevándose una enorme sorpresa en el proceso — ¿Qué carajos?
Lo contempló con los ojos y la boca bien abiertos. Era Yuuri, pero más joven. Poseía los mismos cabellos alborotados, las mismas rosadas y redondas mejillas y la misma tersa piel, pero aquél aroma dulce y tenue no era el de Yuuri. El de Yuuri no tenía igual,
— ¿Yu... yuuri?— dijo con tono de duda, <<Si se parece podría llamarse igual>> oh vaya lógica, Nikiforov —Despierta, despierta...
Yuuri reconoció su voz. Con cautela, abrió los ojos y rompió a llorar no por miedo sino por alivio. La poción había fallado pero ahí estaba Viktor, y el omega no lo pensó dos veces para abrazarlo con fuerza, liberando sin querer sus feromonas, ocasionando que el adulto abriera sus ojos como si fuesen platos, sorprendido por la reacción del chico y aquel sutil aroma.
No quería ser cruel, pero sentía algo extraño al ser abrazado por el pequeño, como si estuviera traicionando a Yuuri, pero él era Yuuri ¿o no?
El menor enterró su rostro en el pecho de Viktor. Se asustó mucho al creer que fueron separados, de modo que deseaba percibir el aroma de su alfa para calmarse, y en ese punto comprobó que algo marchaba muy mal. Se apartó de golpe, contemplando a aquel hombre con incredulidad. Lucía como Viktor, un poco mayor, pero definitivamente no era él. Su olor lo delataba.
— ¿Estás bien? ¿Qué hacías ahí? —preguntó, esperando no agobiarlo, pero era mejor ayudarlo rápido y seguir buscando a Yuuri, porque por más dulce que fuera su aroma y más lindo que fuera él, no era su pareja— Este no es lugar para un jovencito y más para un omega, ¿estás perdido?
—Lo siento, lo confundí con alguien más... —murmuró, bajando la mirada — ¿Podría decirme dónde estoy?
—Tranquilo, no pasa nada. Estás en el parque Ueno, en Tokyo, Japón —le respondió Víctor y Yuuri emitió un grito ahogado. Así que después de todo si había sido una transportación— ¿Quieres que te ayude a encontrar a la persona con quien venías? —el chico parecía asustado, por lo que trató de usar su aroma para calmarlo, puso su mano sobre la contraria y habló con ternura—Puedo ayudarte, yo también busco a alguien, podemos ir juntos.
— ¡No es necesario! —alegó en primera instancia—No quisiera ser una molestia, pero si puedo ayudarlo lo haré con gusto —expresó, terminando por aceptar su propuesta, y el otro le sonrió.
—En ese caso, empecemos de nuevo. Mi nombre es Víctor, Víctor Nikiforov— tendió su mano esperando el azabache la aceptara.
La expresión de Yuuri se congeló no bien lo escuchó, incapaz de asimilarlo. ¿Podía existir otro Viktor Nikiforov en otra parte del mundo? Era poco probable. ¿Y si la poción los llevó al futuro?
Discretamente, comprobó que llevaba consigo su varita, lo que sumado al aroma del alfa adulto ayudó a hacerle sentir más seguro. Pese a que no era tan efectivo como el de su alfa, al menos ya no era una maraña de miedo y ansiedad a punto de derrumbarse.
— ¿Cómo te llamas, pequeño? —preguntó al joven, ajeno a su incomodidad y pensando que realmente el chico y Yuuri eran como dos gotas de agua: la misma cara sonrojada y sus manos nerviosas. Parecía ser estudiante, y al juzgar por su aspecto no era de algún colegio cercano.
—Soy... Yuuri Katsuki—pronunció, mostrándose nervioso al escuchar reír al Víctor adulto.
—Es gracioso, mi novio se llama Igual — se acercó a ver su lindo rostro y lo tomó por la barbilla, ocasionando que se sonrojara.
— ¿Tu...novio?—repitió asombrado y, porque no, ilusionado.
—Sí, sólo que él es mayor que tú y con una terrible personalidad— lo soltó y volvió a su posición — ¿Qué tal si me ayudas a buscar a mi Yuuri y yo a tu a Víctor? — dijo en tono de burla, si había otro Yuuri debía haber otro Víctor, se dijo irónicamente a sí mismo.
Yuuri reflexionó que si en serio estaba en el futuro, aquella era la señal definitiva de que Viktor y él se mantendrían juntos. Fue como quitarse un peso de encima. Aunque...
— ¿Podría preguntarle algo?—pidió, vacilante— ¿Exactamente qué año es?
—Creo que te golpeaste fuerte, es el año 2018. Si gustas puedo revisarte, soy médico — dijo acariciando la pequeña cabeza del azabache.
Yuuri reprimió una exclamación de pánico e incredulidad, comprendiendo que al parecer estaba en algún tipo de realidad alterna y no en el futuro. ¿Quizás la poción funcionó, después de todo? En verdad, la magia dimensional era un campo muy poco explorado, de modo que lo mejor sería encontrar a Viktor e intentar regresar a su mundo.
— ¿Qué tal si caminamos?—propuso el mayor, devolviendo a la realidad al más joven— Está anocheciendo y me preocupa mi Yuuri. Verás, el es un poco débil y... está enojado conmigo—su mirada reflejo la tristeza que sentía. Después de todo, era su culpa que se alejara. Yuuri percibió su angustia y aún si no era su alfa, su lado omega le instaba a ayudarlo.
— ¿Ustedes pelearon? —quiso saber, trotando hasta alcanzarlo— Es decir, no tienes que responder si no deseas, recién nos conocemos.
—Está bien. Si, algo así. Él duda de mis sentimientos por razones un tanto especiales, pero simplemente quiero arreglar todo con él, que sepa que no miento, que quiero que esté bien. Eso es todo— sonrió al menor mientras continuaba caminando.
Yuuri asintió. Eso era algo con lo que podía relacionarse a la perfección, ya que pasaba por una situación similar y no por culpa de Viktor sino por sus propias inseguridades.
Unos gritos interrumpieron su línea de pensamiento y sacó su varita para defenderse. El Víctor adulto igualmente se detuvo y sus ojos se obscurecieron por la rabia. Ahí estaba su Yuuri, estático quizás por el miedo y alguien a quien ni siquiera le puso atención le gritaba.
No iba a permitir que nadie tocara a su omega. De su garganta salió un fuerte gruñido y corrió para colocarse frente ambos y llevar su mirada a la que sorpresivamente era la propia. Era él, más joven, pero aún así estaba amenazando a su omega y eso no se lo permitiría ni a sí mismo.
—Aléjate de Yuuri— desde lo más profundo de su ser sacó aquella voz, haría entender al pequeño alfa que nadie tocaría a su Omega, nadie.
El Viktor menor alzó la vista, topándose con el alfa mayor y no lo pensó dos veces para responderle con otro gruñido.
— ¿Y tú me vas a obligar?—inquirió en tono burlón, con toda la intención de provocarlo— He tenido un pésimo día y no me importa que seas un adulto. Si quieres enfrentarme, adelante.
Pero el Víctor adulto no le hizo caso. Centró su atención en su Yuuri, que continuaba inmóvil en el suelo y su furia se incrementó al instante.
— ¡Maldito bastardo! ¿Qué le hiciste a Yuuri?— se le acercó, jalándolo del cuello de su túnica, lo que lejos de intimidar al menor, le hizo desear imponerse.
Algo alejado, Yuuri observaba la escena consciente que interponerse entre dos alfas a punto de combatir era peligroso, pero no podía permitir que se hicieran daño y queriendo tranquilizarlos, liberó sus feromonas. Eso bastó para borrar la agresividad en el joven Slytherin. No bien se colocó frente a él, Viktor lo abrazó con fuerza, siendo correspondido por el omega. Si bien uno de los alfas ya no tenía deseos de pelear, otro no se sentía igual. El mayor empujó al joven y el miedo de Yuuri se convirtió en terror al ver a ambos alfas forcejeando. Aquello iba a terminar muy mal.
Desesperado, se giró hacia el otro omega sin ocultar su asombro porque ambos fueran iguales. Tras él, su Viktor arremetió contra el adulto y le apuntó con su varita.
—Por favor... ¡Ayúdame a calmarlos!—suplicó al omega mayor— ¡Finnite incantatem!
El Yuuri adulto sintió que le arrancaban un peso de encima, si bien seguía sin poder moverse como él quería y emitió un grito ahogado que su alfa no escuchó. No sabía que había pasado y fue el miedo a que Víctor resultara herido lo que le hizo levantarse.
— ¡Víctor, por favor...! —quiso llamarlo, sin éxito.
El Gryffindor contuvo la respiración. En algún punto, Viktor perdió su varita, lo que no bastó para hacerlo reaccionar. Asustado, Yuuri les apuntó, se concentró y frunció el ceño...
— ¡Aqua eructo!
Un fuerte chorro de agua salió de la punta de su varita. El impacto fue tal, que derrumbó a ambos alfas, los cuales únicamente atinaron a contemplarse con desconcierto. El Yuuri adulto pasó por tres estados de ánimo: sorpresa, preocupación y diversión, riendo al ver a ambos alfas en el piso.
—Bien, con eso gané unos cinco años de vida — dijo el omega adulto mientras daba su mano al alfa mayor, aprovechando para dedicarle al omega más joven una sonrisa.
— Lo siento, no se me ocurría de que otra forma detenerlos —se excusó avergonzado el menor, sacando un pañuelo con el que torpemente quiso secar el rostro de su alfa.
—Está bien, Yuuri—repuso Viktor con suavidad—Pero, ¿tenías que usar un hechizo tan potente?
El Gryffindor disimuló una risita, si bien recordó que tenía un asunto pendiente.
— Por favor, discúlpame—agregó con una rápida referencia dirigida al Viktor adulto.
—Te disculparé sólo si responden a mis dudas —pronunció el alfa mayor, tomando la mano de su omega.
—Víctor ¡basta! No debes presionarlos, hablaran sólo si lo desean— respondió Yuuri, dándole un codazo y sin poder evitar guiar su vista al omega contrario—Es como verme en un espejo, me recuerda a mi cuando entre al hospital.
El Yuuri adulto se percató que el comentario puso nervioso al omega joven y por ende, hizo enfadar al Viktor de cabello largo. Había mucha tensión en el aire y sabía que debía actuar.
— ¿Que les parecería ir a casa de Víctor? Así podrían secarse, cambiarse de ropa y comer algo— tomó las manos del azabache — ¿Que dices Yuuri?— le veía con ojos de ilusión, de verdad que tenía muchas dudas, ¿cómo era posible que hubiera dos como ellos? —Si eres como yo, el katsudon te animará.
—¿Katsudon? —repitió animoso, considerando seriamente la oferta.
El menor no podía negar que se moría de la curiosidad por averiguar qué tipo de vidas llevaban los otros en aquel mundo y como era su relación. Por otro lado, tenía involucrarse demasiado y ocasionar un daño irreparable. Por algo los viajes en el tiempo eran rigurosamente controlados y debía ser lo mismo al moverse entre dimensiones.
—Estamos bien así, gracias.
— ¡Viktor! —protestó el omega, sintiendo un escalofrío cuando su pareja lo abrazó, puesto que continuaba empapado y el clima no era precisamente cálido.
—Oh vamos, Vitya —intervino el omega adulto— Prometo tener a Víctor controlado
— ¿Vitya? —repitió el joven, arqueando una ceja. Aunque le agradó que Yuuri lo llamara así y se dijo que le pediría al suyo que también lo hiciera Sin embargo, alguien no se mostró tan conforme.
— ¿Disculpa? ¿Yo controlado?—protestó el mayor—Yo no fui quien atacó al otro Yuuri...
—Basta, míralo —señaló a la parejita. El alfa se aferraba al omega, y emitía un apenas audible ronroneo —Él estaba asustado y buscaba proteger a su omega, no puede ser que lo entienda mejor que tú.
—Es cierto —asintió Viktor, rehusándose a soltar a su Yuuri —Como alfa, proteger a MI destinado es lo más importante.
— ¡Viktor!
— ¿Qué? Es la pura verdad. Aunque no estaba asustado.
La voz de Yakov resonó en su mente, regañándolo por nunca pensar en las consecuencias de sus actos, y Viktor tuvo que reconsiderar su postura inicial. Estaban en un sitio desconocido sin dinero u otros medios, aunque fue un estornudo de Yuuri lo que terminó por convencerlo. No podía permitir que su omega se enfermara por su culpa.
—De acuerdo, iremos con ustedes. Pero que ni se te ocurra acercarte a mi Yuuri —agregó, enfocándose en el Viktor adulto, pasando por alto la consternación de su omega.
—Jajaja, créeme que eso no sucederá — dijo el mayor, cruzándose de brazos, viendo a su omega.
—Es cierto, te lo aseguro yo—dijo Yuuri mientras bajaba la mirada. Estaba contento por el otro, era verse a sí mismo pero con esa hermosa mirada de chico enamorado, algo que él no tuvo en su adolescencia y que seguía sin tener con Víctor, luego de que éste se enterara de su operación.
Viktor notó la repentina tristeza del Yuuri mayor, por lo que observó a su versión adulta con desagrado. Si se suponía que también eran pareja, ¿porque no trataba a su Yuuri como tal?
— Si eres incapaz de confiar en tu omega, eres una desgracia como alfa—comentó para evaluar su reacción, porque como alfa joven buscaba probar su valía... y porque tenía ganas de molestarlo.
—Eres aún un cachorro y ya quieres hablar como adulto— bufó el mayor.
—Pues tu eres un lobo viejo y calvo—lo rebatió el menor, recibiendo un codazo de su omega.
—A lo que Víctor se refiere, es que hay cosas difíciles de explicar, y menos en un lugar como éste —dijo el Yuuri adulto, jalando al pequeño omega para abrazarlo y compartirle algo de calor.
Para Viktor, ver a ambos Yuuris juntos fue suficiente para conmoverlo hasta las lágrimas. ¡Eran tan adorables! El mayor tuvo una reacción similar, aunque fue más discreto, apartando la mirada para disimular su sonrojo.
— ¿De verdad no habrá problema? —cuestionó el Yuuri joven.
—Para nada —aseguró el mayor, lanzándole una mirada de advertencia a su Víctor, quien se limitó a suspirar con resignación.
—En absoluto. Hay suficiente espacio para todos, vamos.
Después de darles ropa seca y cenar, los cuatro se sentaron en la sala. Víctor quería respuestas. Miró a ambos chicos. Sí, ese era él de joven. Usaba el cabello de la misma manera, compartía la misma forma de actuar despreocupada y los aires de grandeza.
— ¿Que fue lo que hicieron y cómo? ¿De dónde vienen? ¿Son del pasado? Si es así, supongo que aún eres virgen —comentó en tono burlón mientras el azabache a su lado se llevaba su mano al rostro, como podía ser que el mayor les dijera ese tipo de cosas.
— ¡Víctor! Cállate, eso no se dice así, eres tan grosero.
—Y aún así te gusto— el azabache apartó su mirada con un obvio sonrojo en su rostro.
— ¡Para tu información, los dos decidimos esperar de común acuerdo!—le gritó su versión joven pasando por alto la intromisión del Yuuri adulto— Y sé que podré satisfacer a mi omega mucho mejor de lo que tu jamás...
— ¡Ya está bien!— interrumpió el menor, cuyo rostro semejaba a una manzana roja por el rubor en sus mejillas —Y en realidad... creo que no formamos parte del mismo mundo —el joven Viktor se giró para contemplarlo arqueando una ceja —Yo también llegué a pensar que habíamos viajado al futuro, pero creo que no fue así —admitió en un susurro — Ustedes... ¿Pueden hacer magia?
— ¿Magia?— dijeron ambos adultos al unísono.
— ¡Se refiere a esto!
Viktor sacó su varita y antes de que Yuuri pudiera detenerlo, las cortinas se recogieron solas. Siguiendo con su exhibición, hizo flotar algunos adornos en un círculo por unos segundos para después regresarlos a su sitio como nada hubiera ocurrido, complacido por las expresiones de desconcierto total de los mayores, en tanto que Yuuri se dio una palmada en la frente.
—Se supone que no debemos hacer magia frente a muggles —lo reprendió y el otro simplemente se encogió de hombros.
—Entonces es lo que hacen, porque un truco así no parece sencillo en este lugar—expresó el Víctor adulto.
—Am, supongo que sobrevivir a una enfermedad casi mortal haya sido milagroso pero no mágico— comentó Yuuri al cabo de unos instantes, llevando su mano a su pecho. No podía evitar tocar aquella cicatriz. Víctor lo notó, colocando su mano en su hombro y le brindó una sonrisa que buscaba tranquilizarlo para después dirigirse a ambos menores
Por un momento la mente de Víctor enmaraño todo, conjugando la pregunta más estúpida que su cabeza pudo crear.
—Hey, yo cachorro, ¿conoces a algún Yusuke?
Su razonamiento fue que si había un Yusuke en su mundo debía haber uno en otro, pero aquella pregunta sólo detonó las lágrimas y el enfado de su azabache, quien se puso de pie.
— ¡Eres un imbécil, Víctor!
—No, Yuuri, perdón. Quería saber si...
— ¿Si podías verlo de nuevo?
—Sólo quiero disculparme, eso es todo
—Eres un idiota.
El azabache caminó hacía la habitación para cerrar la puerta con brusquedad.
—Mierda.
—Es de pésimo gusto mencionar a otro omega frente a tu pareja—lo reprendió el Nikiforov menor.
Yuuri experimentó una punzada de incomodidad exacerbada por la discusión de los mayores y prefirió guardar silencio.
—Las cosas no son tan fáciles como creen, dudo que un niño pueda entenderlo, dudo que sepas lo que es que te arranquen tu felicidad de golpe y cuando crees recuperarla, el destino te plantee que es una ilusión— qué iban a saber, si sólo eran unos niños —Dudo que tengan una magia que arregle las cosas.
— ¿Se supone que debo sentir lástima por ti? —cuestionó, incorporándose —¿Qué te parecería tener a todo el mundo en tu contra, entrometiéndose en tu vida, amenazando con de separarte de tu pareja destinada?
Yuuri agachó la cabeza, rememorando los diversos sucesos que los habían afectado sin poder evitar pensar que todo se reducía a que no era digno de ser la pareja del alfa.
—Por eso vinimos aquí. Queríamos empezar de cero donde nadie nos molestara. Pero compruebo que fue un error —puntualizó, con evidente desagrado hacia el mayor.
Yuuri apretó los puños con fuerza, tratando de armarse de valor.
— ¿Quién es Yusuke?
La pregunta tomó a Viktor desprevenido, y justo cuando abría la boca, alguien se le adelantó.
—Yusuke era su destinado, el amor de su vida que falleció en un accidente. Pero ahora vive aquí— replicó el Yuuri adulto desde la puerta de la habitación mientras ponía su mano en su pecho.
—Yuuri, no tienes que...
—Quiero hacerlo — suspiró profundo —Pasé toda mi adolescencia en un hospital, hasta hace un año recibí un trasplante de corazón. Poco después conocí a Víctor y desde que lo vi supe que era mi destinado, algo en él me lo hizo sentir. Pero debido a que Víctor tomaba demasiados supresores no parece notarme o querer reconocerme como su destinado.
—Sabes que no es así.
—Oh claro, porque dudas que lo que siento sea verdadero. Crees que por ser su corazón tengo esos sentimientos, eres tan torpe.
Yuuri permaneció quieto como si acabaran de aplicarle un hechizo petrificante. De pronto experimentó una intensa opresión en el pecho y un nudo se formó en su garganta. ¿Y si en su propio mundo existía un Yusuke, u otra persona más apropiada para ser el omega de Viktor?
—No me interesan sus problemas—decretó el alfa menor, abrazando a su Yuuri percibir su turbación— Arréglenlo y déjenos en paz.
—Nadie dice que sea tu asunto, estoy tratando de hacerte entender que tal vez tu problema es más pequeño de lo que crees.
— ¿Pequeño? ¡Para nosotros no es algo insignificante!—le gritó, frustrado de sentir que lo menospreciaban —Separar a una pareja destinada puede tener consecuencias devastadoras en ambos, ¿acaso no lo sabes? —contraataco, implacable, y Víctor lo ignoró.
—Aunque me alegra que Yuuri tenga a alguien que se preocupa por él — respondió con una sonrisa, pero era obvio que el azabache no estaba tan tranquilo—Tengo un cuarto libre, pueden usarlo si quieren.
—Por supuesto que la ocuparemos. ¿Y sabes? Eres un hipócrita, sermoneándonos como si tuvieras la verdad absoluta, cuando tratas a tu destinado de una manera tan cruel.
— ¡Viktor, basta! —pidió el Gryffindor, no queriendo prolongar la pelea.
El sonido de la puerta alertó a los adultos y les sorprendió ver entrar a Masumi, quien parpadeó en varias ocasiones divisando a ambas parejas. El Yuuri adulto se animó un poco y se acercó a saludar.
— ¿Cómo estas, Masumi?
— ¿Ese es Yuuri?—preguntó Masumi, muy atento al omega menor. A su lado, Viktor no logró ocultar su desconcierto.
— ¿Masumi?—sacudió la cabeza confundido, reconociendo que ese era distinto al de su mundo. A Chris le encantaría verlo así, más adulto y maduro.
Yuuri, se sobresalto al oír que lo llamaban y agobiado, se separó de su Viktor y corrió a encerrarse a la habitación.
— ¿Yuuri? Oye... ¡Espera!— el azabache fue tras él.
El alfa mayor se sorprendió ante aquella situación. Masumi estaba igual o más impresionado.
—Víctor ¿que rayos está pasando? ¿Desde cuándo hay dos versiones tuya y de Yuuri?
—No es fácil de explicar, pero todo está bien, o eso creo. Hey, cachorro, ¿porque corrió tu omega?
—No me digas así —le gruñó al mayor—Es culpa mía. Yo lo convencí de preparar la poción para traernos aquí. El no estaba seguro y de todas formas lo presioné. Apuesto a que se arrepiente. Lo único que quería, era que estuviéramos juntos—hizo una pausa para tomar aire y organizar sus ideas para explicarse mejor— No sé aquí, pero en nuestro mundo algunas personas no aprueban que los magos se casen con quienes no pueden hacer magia o con quienes desciendan de ellos. Y mi familia, pues... en la historia de los Nikiforov hay aspectos muy obscuros que incluyen separar a una pareja de destinados por ese motivo.
El mayor suspiró con pesadez. Parecía que sin importar el universo en el que estuviera, sus padres siempre estarían decepcionados de él.
—Quizás no sea correcto decirlo, pero nunca podrás darle gusto a tus padres —admitió, colocándole una mano en el hombro —Yo nunca he podido, pero no me importó. Hice lo que quise y estoy feliz con mis decisiones. Puede que tenga problemas con Yuuri, pero soy feliz de haberlo encontrado, aunque él fue quien me encontró a mí—sonrió con ironía —Tal vez no sea nada mágico, mi padre es un médico reconocido en Moscú, quería que me casara con la hija de otro médico o un banquero, pero yo no podía con eso y a pesar de lo que he que sufrido...— se mordió el labio y después suspiró —Creo que Yuuri y yo podríamos ser felices.
—Parece que mi familia es una mierda en cualquier mundo— bromeó casual—Y si en serio lo crees, tienes una forma muy rara de demostrarlo— expresó, viendo hacía la puerta. Todavía sentía que debía ir detrás de Yuuri, sin embargo pudiera ser que hablar con alguien más le ayudara. Sobre todo si se trataba él mismo— Y... ¿Masumi? ¿Qué se supone que eres en este mundo?
Yuuri se sentó en un rincón de la habitación abrazando sus rodillas. Aquello era mucho por asimilar y esa voz en su mente que magnificaba sus inseguridades le gritaba que nunca fue el destinado de Viktor. Permaneció unos minutos así, al cabo de los cuales se obligó a levantarse para abrir la puerta. El omega mayor entró y se acercó cautela, invitándolo a sentarse en la cama
— ¿Quieres hablar?
— ¿Estás seguro que eres el destinado de Viktor?—preguntó, arrepintiéndose segundos después—Lo siento. De dónde venimos, los Nikiforov muy reconocidos y muchos esperaban que si encontraba a su pareja destinada, está pertenecería a un linaje igual y en lugar de eso...—se señaló—Y la manera en que descubrimos que éramos pareja, tampoco fue la mejor.
—La primera vez que vi a Víctor no pude ver más allá de un alfa egocéntrico, deprimente y pedante y aún lo es. Pero al oler su aroma, cuando me abrazó...— se sonrojó y tosió antes de seguir hablando—Mi celo se adelantó. Después de eso no pude dejar de pensar en él, simplemente no puedo alejarme de él, no quiero. Él cree que es por mi corazón pero sigo siendo yo. Nada influye en mis sentimientos, es mi destinado, yo lo sé, lo siento.
Yuuri lo escuchó con atención, sujetándose el pecho con fuerza como si eso ayudara a mitigar la intensa opresión.
—Puedo hacerme una idea de cómo es—dijo en tono quedo—Lo que paso entre mi Viktor y yo fue un accidente. Practicaba para los exámenes y preparé una poción de amor...—el adulto arqueó las cejas para expresar su incredulidad, aunque no se atrevió a interrumpirlo— "Amortentia". Es la más poderosa y tiene el olor de lo que más te gusta. Así que podrás imaginarte lo sorprendido que estaba cuando Viktor se la bebió. Me dijo que fue porque tenía mi aroma.
Yuuri sabía que literalmente era como hablar con una versión joven de sí mismo y poder decirse las cosas que en aquel entonces le hubiera gustado escuchar.
— ¿Sabes?, estuve desde los quince años en un hospital, así que no pude actuar como un adolescente normal. Me perdí de muchas cosas...
—Lo lamento—se disculpó como acto reflejo, sin poder evitar ponerse en su lugar. Si se comparaba, sus problemas no eran tan graves—Tuvo que ser difícil para ti.
—Descuida, está bien—le dedicó una sonrisa—Podrá escucharse extraño, pero quisiera que aprovecharas y lo disfrutaras con tu Viktor. El mío es lindo, sólo que suele cerrarse. Tal vez piensa que si se abre a los demás saldrá lastimado No lo dice, pero siento su miedo. Lo único que quiero. es que se dé cuenta de que somos destinados.
—Es irónico que lo menciones... porque yo llegué a rechazar el que Viktor fuera mi destinado. Y honestamente, a veces lo sigo poniendo en duda.
El adulto se sintió identificado. Hubo un momento en el que dudó ser el destinado de Víctor, pero ahora más que nunca estaba seguro de serlo. Llevó su mano a la mejilla del menor
—Nunca debes dudar de ti, eres más de lo que ves y sé que tú en especial eres aún más fuerte.
Masumi seguía sin entender nada de lo que pasaba. Primero Yuuri le había llamado asustado y ahora había otros Víctor y Yuuri jóvenes.
— ¿Yo? Soy Doctor, en específico de Yuuri y amigo de Víctor—respondió mientras sonreía y se acercaba al mayor para revolver sus cabellos, acción que disgusto al alfa mayor e hizo reír al menor.
— ¿También hay un Masumi allá?— preguntó Víctor, acomodando sus hebras plateadas.
—Ah... sí. Es un beta, un Hufflepuff—informó sin pararse a pensar que quizás aquello carecía de lógica para los otros—Esta en último año y es pareja de mi mejor amigo.
—Vaya eso es gracioso, yo soy alfa—expresó con humor, si bien dicha emoción no era compartida con su amigo.
—Viktor, necesito preguntarte algo, pero en privado— dijo enviando su mirada al castaño.
—Oh si no te preocupes, saldré a fumar mientras arreglas tus problemas.
—Yo no tengo problemas.
—Sí, lo que digas—pronunció el castaño, dejando a ambos platinados solos de nuevo.
Se hizo un incómodo silencio en el que el mayor intentaba idear la mejor forma de abordar el asunto y el menor lo observaba cruzado de brazos.
—Me pregunto... ¿Yuuri es mi destinado en este mundo así como lo es tu Yuuri contigo?—era extraño, toparse con un Víctor y un Yuuri de otro universo que también eran destinados—Sólo quiero confirmar algo.
La primera intención de Viktor fue reprenderlo por no notar lo obvio, aunque se contuvo. Era obvio que el otro sufría y por primera vez, experimentó una ligera empatía hacia él.
—El me gusta y me siento bien a su lado, no está bien que lo diga pero su aroma me hace enloquecer, sólo...— suspiró profundo mientras llevaba su cabello hacía atrás—Tengo miedo de que todo sea por esa operación, debido a su corazón. Tengo miedo que mis sentimientos sean correspondidos por él, pero que no sea él—sacudió la cabeza, frustrado— ¡Demonios! Ya ni siquiera sé si lo que digo es coherente. Quiero que Yuuri esté conmigo porque me ama, ¿cómo saber si lo hace por voluntad propia?— su mirada expresaba todo ese miedo, esos sentimientos contenidos difíciles de explicar, pero igualmente sentía que el otro podría entenderlo.
— ¿Sabías que si Yuuri y yo descubrimos que somos destinados, fue por una poción de amor?—comentó el alfa joven. Odiaba tocar el tema, pero parecía que era necesario—Traté de acercarme a él durante meses sin que nada funcionara. Ese día mi frustración llegó a su límite y cuando vi esa poción que tenía su aroma, actúe por instinto y me la bebí. Se supone que toma el olor de lo que más te gusta, si le sumas que presenté mi celo y Yuuri se sincronizó conmigo, confirmó que éramos destinados—hizo una pausa, por si el otro quería comentar algo, lo que no pasó—Me dieron el antídoto, y aún así algunos insisten en que lo que siento por Yuuri es por ese maldito filtro. Yuuri mismo llegó a ponerlo en duda—esbozó una sonrisa amarga—Pero mis sentimientos son genuinos. Pasa lo mismo con tu omega. He visto como te mira y es obvio que te ama.
El contacto con el Katsuki mayor le arrancó la verdad sobre sus inseguridades.
—A veces pienso que sólo le doy problemas. Viktor ha peleado con sus padres por mi culpa, y con otros compañeros. Han puesto en duda su linaje y su validez como alfa, y eso no...— se interrumpió. El nudo en su garganta era más fuerte y su respiración se iba tornando más agitada.
Yuuri sabía que esos sentimientos eran peligrosos, era fácil caer en lo negativo, pero debía ayudarlo a ver lo hermoso de su mundo.
—Uno siempre pelea por lo que desea, por lo que ama y si él lo ha hecho es porque te ama y quiere estar contigo—lo abrazó, buscando reconfortarse a sí mismo a través de él, pensando en la manera tan curiosa en que se manejaba el mundo—La vida siempre tendrá problemas, sin ellos sería aburrida. Todos y cada uno de ellos son los que nos hacen crecer y madurar.
Yuuri se paralizó, pero terminó por corresponderle el abrazo y echó a llorar. Aquellas eran palabras que necesitaba oír desesperadamente. ¿Y quién mejor para pronunciarlas que el mismo?
— ¿Y si aparece alguien mejor o más digno—sabía que era injusto preguntarle eso, puesto que el otro lidiaba con sus propios problemas, pero tenía que conocer su respuesta.
—Nadie puede ser mejor que tú—le dijo, estrechándolo con fuerza—El destino se maneja diferente para todos, pero al final te pone en el lugar que te corresponde, y quiero creer que sin importar nada, ni quien estuviera antes, es nuestro destino estar al lado de Víctor.
— Me pregunto si alguna vez llegaré a ser tan maduro como tú—bromeó en tono quedo, en el fondo estaba impresionado por la actitud de su versión adulta.
El omega mayor le sonrió y limpió los restos de lágrimas de sus ojos y mejillas.
—Claro que sí. Algunas veces llorarás y en otras reirás, pero es parte de crecer. Así aprenderás y te madurarás, sólo nunca te rindas, ¿sí?—el menor asintió, mucho más tranquilo—Deberíamos salir antes de que se maten. Dudo que Masumi pueda con ambos.
—Tienes razón, será mejor que vayamos. Quiero ver a mi Viktor—confesó y su corazón aceleró sus latidos con alegría. Sin embargo, antes de salir, se permitió hacer una última declaración—Voy a tener en cuenta lo que dijiste, y yo... creo que eres bastante genial.
La diferencia de sus mundos era abismal y a su vez eran tan cercanos. Por extraño que fuera, aquellas palabras le reconfortaron mucho.
—Lo sé, y yo también lo amo, aunque... nunca se lo he dicho. A veces parece tan difícil — casi treinta años y su versión adolescente le hacía sentir tranquilo.
—Es más fácil de lo que crees—aseveró con total y absoluta convicción—Y es mejor que sólo lo hagas, no te molestes en planear nada—hizo una mueca, sin entrar en detalles—Se nota que está ansioso por escucharte. Además, nunca sabes cuándo puede ser tu última oportunidad.
Esas palabras retumbaron con fuerza en su cabeza y el recuerdo de Yusuke llegó a su mente.
—Hay algo que nunca le he dicho a nadie. La última vez que hablé con Yusuke le dije cosas terribles y no dejo de odiarme por eso. Y momentos antes de que muriera, cantó un fragmento de una canción que había estado ensayando. Cuando percibí el aroma dulce de Yuuri, él cantaba la misma canción. Esa fue la primera razón por la cual decidí darme una oportunidad con él— volteó a ver al menor— ¿Has pensado, o más bien, no te da miedo perderlo?
Viktor calló, asimilando la información recibida. Se puso en su lugar y experimentó una punzada de dolor en el pecho. De pronto deseó estar al lado de Yuuri.
—Claro que me aterra. Pero antes de que eso pase, me lo llevaría muy lejos... hasta otro mundo si es preciso—le guiñó el ojo, tras lo cual frunció el ceño— Si quieres mi opinión de Yusuke, si eres el "Yo" de este universo, ambos somos impulsivos y hacemos y decimos cosas sin pensar. Yusuke tuvo que saber que lo que dijiste no fue en serio. Y que tengas a un Yuuri aquí, quiere decir que puedes ser tan feliz como yo con el mío—sonrió abiertamente—No lo dejes ir. Tu Yuuri también debe ser maravilloso y apuesto a que más de un alfa querría cortejarlo. Por ejemplo... ¿Qué tal tu amigo Masumi?
—Es gracioso que lo menciones— suspiró profundo y cubrió la mitad de su rostro con su diestra —A Yuuri le gustaba Masumi antes y bueno... eso hace que me ponga un tanto agresivo con él, simplemente no puedo evitarlo, por más infantil que suene.
— ¿Y qué haces aquí? ¡Deberías estar con tu Yuuri, antes de que te lo quiten!
— ¿Qué puedo decirle? Ya le he dicho que lo amo y que es especial para mí, no sé que más hacer para que me entienda.
El menor tomó aire, abrió la boca... y la volvió a cerrar. Vaya que lo comprendía perfectamente.
—Es muy terco, ¿verdad?
—No tienes idea—respondió el otro con una sonrisa.
Tal parecía que aún en otro universo, Yuuri nunca sería el típico omega dócil y sumiso.
—Una cosa es "decir" y otra "hacer". ¿Qué has hecho para convencerlo, además de usar palabras?
El ruso mayor lo pensó detenidamente.
—Además de presentarme frente a sus padres a pesar de aquella difícil situación, no lo sé, supongo que nada—admitió, cabizbajo.
—Te sugiero que pienses qué puedes hacer por él. A mí me ha funcionado... la mayoría de las veces.
¿Que podía hacer por Yuuri? No estaba seguro. Yuuri no era el tipo de persona material, así que algo no sería suficiente y su experiencia en citas no había sido la mejor
—Quiero invitarlo a salir una vez más, pero de forma decente, la... última nada salió como quería. De hecho, de no ser por lo amable que es, pudo haber terminado en una tragedia griega—hizo una pausa, para organizar una idea que se le acababa de ocurrir—Hace tiempo que el romanticismo no es lo mío, pero tal vez puedas ayudarme— sonrió de manera un tanto tétrica, dirigiendo su mirada a su versión menor— ¿Qué dices?
— ¡Claro! —exclamó complacido, orgulloso por considerarse superior a un alfa adulto en ese aspecto, sin inmutarse por su expresión sombría— Lo mejor sería algo íntimo que le demuestre que te interesas por él y que eres una pareja y alfa deseable... ¿Qué le gusta?
—Le gusta la música, es muy bueno con el piano. También los dulces, pero no puedo comer muchos por su condición. Le gusta patinar, es un gusto adquirido. Además le encantan los cerezos...
Trataba de mantener una lista corta pero venían tantas cosas a su cabeza y todo eso le hacía sonreír. El sólo recordar cada una de esas cosas hacía, que se enamorara aún más.
—Quisiera ser joven como tú de nuevo. En ese momento era tan cursi que estoy seguro no tendría problemas para pensar en algo lindo.
—Sin mencionar que también tendrías más cabello—bromeó el menor, complementando la frase con un movimiento de cabeza.
—Cómo me ves te verás—le respondió, revolviéndole los cabellos como si se tratara de su hermano menor, a lo que éste se apartó, si bien no lucía enfadado—Dime qué necesitas y lo haré.
—Requeriré de la ayuda de Yuuri y también de tu amigo Masumi...
Escuchó con detenimiento el plan. No era tan difícil y el contar con ellos y su magia sería un gran apoyo, lo cual por mucho que le costara admitir, lo agradecía muchísimo. Decidido a iniciar con el proyecto, salió de la casa encontrando a Masumi.
—Oye... Necesito un favor, ¿podrías ayudarme?
El castaño lo observó con detenimiento para después ver a su versión menor que tenía una mirada de complicidad.
—No debería, porque sigo sin saber que pasa, pero si es por Yuuri te ayudaré.
Ambos Nikiforov se lo explicaron con lujo de detalles muy a tiempo. La puerta de la habitación se abrió, revelando a ambos omegas y Viktor al instante se precipitó sobre el suyo para abrazarlo, como si hubieran pasado años separados.
— ¡Yuuri! ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor?
—Sí, lamento haberte preocupado— repuso con suavidad, dedicándole una tímida sonrisa.
—Y cambiando de tema... ¡Aquí hay alguien que quiere pedirte algo!—exclamó, empujando al Yuuri adulto hacia su alfa y Masumi, ocasionando que se sonrojara. Y es que aunque fuera Viktor, seguía siendo otra persona.
—Yuuri, necesito que me acompañes al hospital—explicó Masumi—Tengo que darte un medicamento.
—¿No puedes traerlo? No puedo dejar a Yuuri solo con estos dos...—señaló a ambos Nikiforov, que se veían bastante indignados ante el comentario.
—Este medicamento se debe medir con tu peso actual.
El azabache se sonrojó ante aquel comentario, odiaba que hablaran de su peso.
—No te preocupes Yuuri, te prometo que no le haré nada al puberto—se defendió el alfa adulto divertido, y el más joven le sacó la lengua.
—Descuida, los tendré controlados hasta que vuelvas—prometió el Gryffindor. El otro suspiró.
—De acuerdo. Volveré rápido, lo prometo, por favor no se vayan.
Yuuri se despidió agitando la mano y aguardó pacientemente a que saliera para dirigirse a los otros dos.
— ¿Qué fue todo eso?—preguntó, observando atentamente a su alfa.
—Nunca puedo ocultarte nada, ¿verdad? Necesitamos tu ayuda.
Yuuri escuchó con atención las palabras de su Viktor y no bien terminó de hablar, el omega sacó su varita, lleno de determinación.
— ¡Claro que los ayudaré! Él lo apreciará mucho—agregó, dirigiéndose al mayor—¿Por dónde empezamos?
—Eso debería preguntarlo yo, ustedes serán quienes hagan magia—replicó el adulto, mientras revolvía los cabellos del omega y si bien Yuuri tendía a ser esquivo con el contacto físico con extraños, aquella muestra de afecto no le molestó en lo más mínimo. Sin embargo, su Viktor no pensaba igual.
—Bueno, ¡basta de perder el tiempo! —se interpuso entre ambos, separándolos de manera poco sutil—¡Manos a la obra!
Yuuri se encogió sobre sí mismo, visiblemente incómodo. A esas alturas ya estaba más que acostumbrado a los hospitales y a los distintos procedimientos médicos. El problema, era que le preocupaba haber dejado al pequeño omega con los otros dos. Y es que si un Víctor podía ser difícil de tratar, no quería imaginarse cómo sería con dos.
Esperó a que Masumi terminara de hacer el chequeo correspondiente y revisara su pulso y su presión arterial, permaneciendo en silencio durante todo el proceso. Finalmente, cuando el médico le indicó que habían terminado, prácticamente echó a correr hacia su automóvil, apenándose por lo ansioso de su comportamiento. Sin embargo, Masumi se limitó a abrirle la puerta.
—¿Cómo te has sentido? —quiso saber, ajustando los espejos y encendiendo el coche.
—Bien, yo... yo siento que estoy completamente bien, es sólo Víctor.
— ¿Te hizo daño? —increpó Masumi, cauteloso.
—No, él no es así. Es su indecisión lo que me va a matar.
Masumi asintió y a duras penas disimuló una sonrisa.
—Entiéndelo un poco, cuando al fin aceptó que eres su destinado, el descubrir que el corazón de Yusuke late en ti le hace creer que tal vez tus sentimientos no son tuyos
— ¿Es eso posible?
El alfa frunció el ceño, en apariencia enfocándose en las luces rojas del semáforo.
—Científicamente no, pero existen personas que tuvieron cambios en su comportamiento, incluso que recuerdan cosas que nunca vivieron.
—Sería una pena... —suspiró Yuuri, llevándose una mano al pecho. Masumi lo contempló por el rabillo del ojo, arqueando una ceja—Que este sentimiento tan hermoso fuera falso, una ilusión.
—Creí que no pensabas así.
—Yo no, Víctor sí. Sólo... No sé cómo decirlo...
Víctor estaba más que impresionado. De alguna forma, esos dos chiquillos lograron transformar su sala en una magnífica pista de hielo cuya pieza principal eran un espléndido cerezo en flor, creado a partir de un bonsái. Sonrió sin poder evitarlo, rememorando su cita con Yuuri en otra pista de hielo, su rostro iluminado por la felicidad y la fe en algo nuevo por venir.
—Se los agradezco mucho. Tal vez con esto sea más fácil decirle lo que siento.
—Le encantará—lo animó el pequeño omega—Hay que esperar a que llegue y quizás, poner algo de música.
—En la habitación contigua hay un piano. Solía tocarlo, pero después de la muerte de Yusuke lo encerré ahí. Aunque después de escuchar tocar a Yuuri quise sacarlo. Pero no sé si lo vaya a tomar a mal, y no malinterpreten, ese piano es mío. Estaba incluso antes de él, pero había perdido deseos de tocar, hasta ahora es que siento que la música podría desbordarse de mi pecho...
Y todo era gracias a Yuuri.
Los menores intercambiaron una mirada cómplice. Un simple "Alohomora" de Viktor abrió la puerta, y entre Yuuri y él con ayuda de sus varitas, transportaron el piano fuera de la habitación.
—Ahora sí, todo está listo—expresó Viktor, muy satisfecho. Yuuri no estaba convencido.
Receloso, el omega se acercó al único adulto presente, viéndolo directamente a los ojos.
— ¿Sabes? Yo también sé lo que es dudar, que algo parezca demasiado bueno para ser verdad, tanto que piensas que en algún punto desaparecerá y te quedarás sin nada —hizo una pausa, contemplando a su Viktor, quien se apresuró a tomarlo de la mano—Pero al final, depende de nosotros arriesgarnos o seguir en el miedo y la indecisión. Él quiere estar contigo, y yo... con mi alfa.
—Yuuri... —musitó el Viktor joven, emocionado.
—Me hicieron ver que hay cosas por las que vale la pena luchar, y tú definitivamente lo vales, Viktor—retomó el Gryffindor—Desconozco si algún día llegaré a ser el omega ideal que según los demás... y yo mismo, deberías tener. Pero lo que si sé es que nadie en nuestro mundo, o en otro te querrá más que yo.
Para ese punto, el alfa simplemente lo abrazó, a duras penas logrando contener las lágrimas.
—Tú ya eres maravilloso, siempre lo has sido. Lo noté desde antes de saber que éramos destinados.
El mayor sonrió tranquilo al verlos. Era como un reflejo de sí mismo. Su celular sonó, era un mensaje de Masumi.
—Están por llegar, creo que debo cambiarme de ropa—les informó, sin que los otros le hicieran caso realmente.
Entró a su habitación, se puso una camisa y pantalón negros algo ajustados, tomó una caja y unas partituras de su cajón y salió para colocarlas sobre el piano. Fue en ese punto que el omega menor reaccionó y Víctor soltó una risita. El rostro entero del Gryffindor estaba pintado de rojo y su boca formaba una "o" perfecta. Honestamente, esa ropa le quedaba maravillosamente. Para llamar su atención, el irritado Slytherin liberó sus feromonas y se apresuró a envolverlo con sus brazos, haciendo un puchero. Yuuri masculló una rápida disculpa, avergonzado.
—¿Sabes, Yuu-chan? Ahora tienes la certeza de que sí, Vitya se verá bien de grande — guiñó su ojo al menor, sentándose frente al piano— Y que no importa en qué universo estén, el te amará incondicionalmente, sólo tu existes para él y él para ti.
El castaño estacionó el auto afuera de la casa del ruso.
—Yuuri, debo irme.
— ¿Uh? Pero vamos llegando y compramos la tarta de cereza. ¿No quieres comer un poco?
—Lo siento de verdad. Sólo vine a encargarme de tu medicamento. Disfrútala. Sé que será muy buena.
El nipón no entendió muy bien, así que simplemente bajó del automóvil y se dirigió a la entrada. Tocó la puerta sin obtener respuesta y se alteró por un momento. ¿Y si algo había pasado?
Se armó de valor para abrir la puerta y la escena lo dejó totalmente sorprendido: Era Víctor con un piano debajo de un gran cerezo. Apenas dio un paso y casi dio de bruces contra el piso, no lo había notado, estaba congelado. Los menores se apresuraron a actuar. Yuuri hizo un movimiento con su varita y que produjo una suave corriente de aire que creó una lluvia de pétalos de cerezo. Viktor pronunció un conjuro que apareció cuchillas bajo los pies del recién llegado y la música comenzó a inundar el lugar.
El Yuuri adulto estaba más que perplejo. Aquella melodía, esas notas... ¡Eran las suyas! Esa canción, dejada sin terminar debido a la falta de inspiración, Víctor la había terminado y tocaba con todo su corazón. Víctor deseaba transmitirle un mensaje sólo para él. Mediante la música, Yuuri comprendió que ya no quedaban más dudas en su corazón. El omega se acercó, disfrutando de las hojas que soltaba el cerezo, dando vueltas con lentitud. El ambiente definitivamente era mágico.
El Yuuri menor suspiró, admirando la escena. Se sentía muy feliz por el otro omega. Y sin embargo...
— ¿Crees que a partir de ahora, las cosas entre ellos mejorarán?—se atrevió a susurrarle a Viktor.
—Depende. Puede quedarse en un bonito intento, o un nuevo inicio, según lo que hagan después. Aunque algo me dice que será la segunda opción—agregó, contemplando a su versión adulta.
Víctor dejó el piano para acercarse al nipón y comenzar a patinar junto a él.
— ¿Te gusta?
—Me encanta, es... bueno... Me dejaste sin palabras.
—Y aún lo haré más.
Sostuvo con suavidad el rostro del nipón para besarlo, mientras una de sus manos se adentraba en sus negros cabellos, y desviaba la otra a la cintura ajena para que el azabache pudiera rodear su cuello con sus brazos y terminar de presentar la bella estampa.
Yuuri agitó su varita y las teclas de piano se movieron solas, creando una suave música de fondo dedicada a la otra pareja. Inspirado por el mayor, Viktor aprovechó para besar a su omega primero en la mejilla y luego en los labios. Yuuri le sonrió con timidez, siendo traicionado por un bostezo.
—Han sido demasiadas emociones por hoy—comentó, jalándolo suavemente para guiarlo a la habitación asignada—Será mejor que los dejemos solos, creo que podrán arreglárselas sin nosotros.
Yuuri volvió a bostezar y asintió, siguiendo a su pareja, hasta que divisó un brote de cerezo en el suelo congelado. Se inclinó para recogerlo y tras debatirse consigo mismo, lo convirtió en una magnífica camelia blanca que dejó con cuidado en una mesita del pasillo.
—Me diste una en nuestra primera cita, ¿lo recuerdas? Significa admiración, estima y perfección...—buscó con la mirada al otro omega—El me ayudó mucho, así que, quisiera darle algo a cambio.
Viktor asintió. Ese gesto demostraba lo noble del corazón de su Yuuri. Con un toque de su varita y pronunciando un rápido hechizo, el alfa hizo aparecer un precioso florero de cristal acompañado de una nota.
Yuuri disimuló una risita, no queriendo distraer a los mayores de su momento especial. Ya por la mañana pensarían en cómo hacer para volver a su mundo. Si bien estaba seguro de una cosa, que mientras Viktor estuviera a su lado, todo estaría bien.
El Slytherin permitió que su omega entrara primero al cuarto, deteniéndose para observar lo que dejaban atrás y desearles de todo corazón que fueran felices. Los mayores continuaban bailando, libres de preocupaciones. No sabían cuanto tiempo llevaban deslizándose en el hielo, admirándose mutuamente, tratando de decirse todo con su mirada, entregándose el corazón en cada sonrisa.
—Yuuri, yo... no puedo estar lejos de ti y lo que siento es sincero. Lo que eres tú, tus sentimientos... lo que es tu espíritu y tu alma inmortal, es lo que deseo amar por toda la eternidad.
El nipón veía con sus ojos claros y cristalinos al mayor. Aquella sensación en su pecho crecía y se expandía por todo su cuerpo haciendo que ese calor lo arropara, despojándolo del miedo.
—Sólo dilo. Dilo Víctor...
—Yuuri Katsuki, te amo. Te amo más que nada en este mundo, te amo como a nadie he amado, te necesito conmigo porque sólo contigo puedo ser un mejor yo.
No bien lo pronunció, como por arte de magia, el hielo, el cerezo... todo se había ido.
—Creo que deberíamos dormir, ha sido un día muy duro y tú necesitas descansar
El azabache asintió mientras abrazaba al peliplata, quien de la nada cargó al omega, provocando que se sonrojara.
—Te llevaré a la cama, mi hermoso Yuuri.
Víctor recostó al azabache en la cama. Su cuerpo le pedía a gritos que tomara a ese omega, su omega y sentía como el contrario deseaba lo mismo, pero tuvo que controlarse. Debía detenerse, no podía simplemente atacarlo así, no de nuevo ni ahí, donde sus versiones jóvenes podrían escuchar. A pesar de todo sentía respeto por ellos y no quería excederse.
Besó la frente del azabache, se recostó a su lado y abrazándose mutuamente se entregaron a los brazos de morfeo, soñando en lo que sería su futuro y las preguntas y cosas que decidieron callar por aquel momento de paz.
Yuuri abrió los ojos, experimentando toda una mezcla de emociones. Por un lado, recordó avergonzado que lo último que había hecho la noche anterior, fue dormirse al lado de Viktor en una habitación diferente. Por otro, tanto alivio como desconcierto se agolparon en su interior al comprobar que ya no estaban en dicho cuarto sino en el aula de pociones.
Tanteó con sus manos y verificó que usaba sus lentes, al igual que su uniforme, que llevaba su varita y que Viktor continuaba a su lado, inconsciente. Al instante, la angustia reemplazó a los demás sentimientos.
— ¡Viktor, Viktor!— lo llamó, sacudiéndolo por los hombros, instintivamente liberando sus feromonas, que fue lo que lo hizo reaccionar.
— ¿Yuuri?— pronunció el otro, en tono quedo y el omega se le echó encima y lo abrazó— Yuuri, qué... ¿En dónde estamos? Creí que...
El Slyhterin se interrumpió y sacudió la cabeza. Resultó evidente que ambos pensaban lo mismo: ¿Cómo fue que regresaron a su mundo? ¿Y los otros? ¿Qué pasó con ellos?
—Crees... ¿crees que fue un sueño?
Viktor suspiró y se puso de pie, para después ofrecerle su mano para ayudarlo a levantarse. A su alrededor los estragos de la poción mal hecha denotaban lo sucedido. El piso y las paredes estaban manchados, inclusive algunos restos llegaron hasta el techo; los ingredientes sobrantes y el material sucio se encontraban en una mesa en el mismo orden en que los dejaran antes de... lo que sea que había pasado. Quizás no fue sino un efecto secundario de la explosión, por haber respirado el humo de la poción demasiado tiempo, pero aún así...
—No lo sé. Supongo que lo más fácil sería decir eso, y aunque Yakov suele echarme en cara que tengo una gran imaginación...—el omega rió—Ni siquiera yo podría alucinar con algo así. ¿Otros tú y yo, en otro mundo que también son destinados y a los que ayudamos a arreglar sus problemas? Si te digo la verdad, me niego a pensar que sólo fue un sueño.
—Entonces, ¿está bien que quiera pensar que todo fue real?—preguntó Yuuri, esperanzado.
—Claro, ¿pero desde cuando te importa que yo te diga que hacer?
—Bueno, es que sería muy raro que yo afirme algo si tu lo niegas—respondió Yuuri, comenzando a guardar los materiales en el armario de ingredientes. También tendrían que lavar los utensilios y limpiar el aula si no querían que Minako los castigara—Y no me gustaría que pensaras que estoy loco.
—¡Querido Yuuri!—exclamó el alfa, sujetándolo por la cintura para atraerlo hacia él—Por supuesto que creo que estas loco... loco de amor por mí, así como yo por ti—agregó, para después robarle un beso—Y en un dado caso, que ambos elijamos creer en la locura que es el que existan otras versiones de nosotros en un mundo distinto, demuestra lo mucho que tenemos en común y es una prueba más de que somos destinados.
El omega le sonrió ampliamente y decidió darle la razón. Sueño o no, para ellos aquello fue real y era lo único que importaba. No sólo eso, Yuuri se sentía renovado y con más confianza que nunca en sí mismo y en Viktor. Cerró los ojos y les dedicó un pensamiento a la pareja de adultos, agradeciéndole al otro Yuuri por sus sabios consejos y deseando con fuerza nada más que felicidad y amor para ellos.
Yuuri Katsuki abrió sus ojos, contemplando el fino y hermoso rostro del alfa que yacía a su lado. Se veía tan tranquilo y pacífico, como si nada en el mundo pudiera perturbarlo. Resultaba en verdad adorable.
El azabache se sentó en la cama. Experimentaba una fuerte resequedad en la boca que no le dejaba tranquilo, casi como si le señalara que estaba olvidando algo. Se colocó sus gafas y sus pantuflas para levantarse y mirar a su alrededor, sintiéndose ligeramente confundido. Cuidando de no despertar a Víctor, salió de la habitación y fue a la cocina para tomar un vaso de agua y aclararse la garganta. Su cabeza punzaba, señalándole una vez que estaba olvidando algo. Pero era inútil, no lo recordaba.
Alcanzó a escuchar el despertador seguido por alarido irritado por parte del alfa. Víctor se quejaba de que no quería ir a trabajar. Yuuri reflexionó que en ocasiones podía ser muy infantil, pero que aún así lo quería.
Sonriendo, se dispuso a comenzar a preparar el desayuno, sin percatarse de que el platinado ya se encontraba ahí. Empleando el mayor sigilo posible, el alfa se le acercó para abrazarlo por la espalda, disfrutando por la exclamación de sorpresa del omega.
—Buenos días, mi hermoso Yuuri. ¿Dormiste bien?
—Sí, muy bien, diría yo—respondió, atreviéndose a besarlo en la mejilla.
El mayor lo soltó y se acomodó frente a la mesa, entretenido de ver a su pareja merodeando por la cocina. Se sentía feliz y con la mente y corazón claros, satisfecho de iniciar la mañana al lado de la persona a quien tanto amaba y más seguro que nunca que deseaba que todos sus días fueran así.
—Quisiera que hoy salgamos a desayunar juntos—pidió el de lentes, acercándole un plato con cereal—Así que come esto de momento.
—Tus deseos son órdenes—asintió el otro, feliz de cumplirle ese capricho.
Desconocía la causa, pero quería hacer cuanto estuviera a su alcance por mantener la alegría de Yuuri intacta. De pronto y sin poder explicarse la razón, Víctor alzó la vista y la guió a un espléndido florero de cristal que contenía una camelia blanca.
—Yuuri, ¿esa flor es tuya?
El omega negó sin comprender bien a que se refería, quedándose pasmado cuando las imágenes del día anterior golpearon su mente sin ningún aviso. Recordaba de manera vívida como fue bailar con Víctor en el hielo, el precioso cerezo en la sala, aquella canción especial, y sobre todo...
Alfa y omega intercambiaron una mirada, saliendo disparados a la habitación en la que tendrían que haber estado dos jóvenes idénticos a ellos y que sin embargo estaba vacía y sin rastro alguno de que alguien pasará ahí la noche.
El azabache estaba más que confundido. ¿Cómo pudo olvidarse de ellos? O tal vez... ¿sería que en realidad todo fue un sueño? Pero entonces, ¿cómo es que Víctor parecía saber lo que había pasado?
—Yuuri...—lo llamó su pareja, igualmente perplejo—Mira esto.
Junto al florero y la camelia, se encontraba una pequeña nota, apenas unas cuantas líneas que decían:
"Gracias por todo y perdón por las molestias. De parte de Viktor N. y Yuuri K. les deseamos que sean felices hoy y siempre, y en su mundo y en cualquier otro."
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