1. ANTES DEL PRIMER DÍA
Sigo preguntándome cómo terminé aquí y repaso una vez más todos los errores que he cometido. Odio hacer eso porque no importa cuánto siga pensando en el pasado, está hecho y no hay nada que pueda cambiar. Así que, alzo la mano y con duda toco el timbre. El tañido resuena, incluso yo que estoy fuera lo escucho viajar por toda la mansión, dando aviso de que estoy aquí afuera, esperando.
La puerta se abre con un liguero chirrido, cierro los ojos por un instante y trago saliva, aunque siento que eso pudiera ahogarme, el nudo en mi garganta es fuerte, además, mis rodillas tiemblan y las manos me sudan tanto que decido limpiarlas contra los costados. Al abrir los ojos no veo a nadie, pero alguien está allí. Alguien o algo, no sé cuál es la palabra correcta porque es un pequeño robot que usa bombín. Me mira y luego señala hacia dentro con su mano robótica.
Accedo a la invitación y al entrar me impregna un ambiente extraño, es frío y aterrador, con un toque de elegancia, pero no tengo mucho tiempo para admirar el lugar porque el pequeño robot me guía exigiéndome caminar deprisa. Rápidamente llego frente a una imponente puerta y sé entonces que es el momento, lo conoceré al fin. Mis nervios me traicionan nuevamente, aunque estoy emocionada el miedo es más grande. Quién sabe cómo resultará esto. Sé muy bien de que las probabilidades de que me acepte son bajas, aún así aquí estoy, tomando mi última oportunidad.
La puerta se abre con lentitud, miro al pequeño robot por última vez, pero este me abandona. Suspiro y entro a paso largo. La alfombra roja amortigua el eco que suelen dar mis tacones así que hay silencio. Me detengo mirando la espalda del sillón de terciopelo que está detrás del escritorio y trago hondo. ¿Él está ahí, o acaso debo esperar?
—Bienvenida, señorita —lo escucho hablar, al fin. Su voz es más áspera de lo que imaginé.
La silla da vuelta por sí sola y eso no me asusta, lo que de verdad me da un poco de miedo es verlo a él, a Black Hat. Su piel es tan oscura que si no fuera por aquel color rojo de su traje fuese únicamente un espectro. Me sonríe y no puedo evitar poner demás atención es sus inhumanos dientes... Más bien, colmillos. Esas hileras de colmillos verdosos.
—Es un placer, mi lord —me apresuro a decir para que no note que lo estoy observando a detalle. Aunque, no creo que lo note porque mis ojos apenas se ven por culpa de la máscara que llevo. Hago una reverencia exagerada y sigo examinando su apariencia.
—Me agrada la formalidad, pero es demasiada —dice, luego saca de su bolsillo un hermoso reloj, divisa la hora y luego me mira—. Eres puntual. Dijiste que vendrías, también especificaste tu solicitud de querer estar en mi organización, pero no dijiste tu nombre. Entonces, ¿quién eres?
Vuelvo a tragar saliva. Vaya, es directo.
—Mi nombre es Stella Maris. Quiero trabajar para su organización, señor, espero tener lo que necesita.
Me mira de arriba abajo, se lleva la mano a la barbilla y se la acaricia con la punta de sus dedos enguantados.
—No tengo ninguna vacante que urja demasiado, pero dime, ¿qué es lo que tú buscas?
—Limpieza —me apresuro a decir—. Soy excelente en ello. Sé arreglar los desastres.
Black Hat alza las cejas, estoy segura que acabo de sorprenderlo con mi petición porque se inclina hacia delante con interés, junta sus manos y habla:
—Ya veo... Supongo que podría necesitar a alguien que limpien el desorden de mis súbditos. Sin embargo, necesito saber, ¿qué tipo de persona eres?
Su pregunta también me toma por sorpresa. No sé qué decir exactamente y me da vergüenza preguntar a qué se refiere. Así que suspiro y hablo sin pensarlo mucho, solo espero decir algo acertado y que no crea que soy demasiado estúpida.
—Bueno... Me encanta leer y escribir. Adoro comer dulces. Emm... A veces sufro de pánico —le digo y es evidente que eso no era lo que esperaba porque veo que su sonrisa cambia ligeramente, se está burlando.
—Deduzco, entonces, que eres una persona solitaria, señorita Stella. Pero como villana, ¿qué es lo que te define? ¿Usas armas?
Me lamo los labios y agradezco que no puede mirar del todo mi rostro porque estoy segura que vería mi vergüenza. Trato de hacerlo mejor ésta vez así que hablo con más seriedad:
—Mi arma principal es un bolígrafo, señor. Una pluma de caligrafía, con ella pincho a las personas y al obtener un poco de su sangre la disuelvo con tinta, uso magia para atraparlos en libros... Soy una bruja, creo que esa palabra puede definirme bien.
Ahí está lo que quería saber, me doy cuenta porque su mirada se torna más siniestra.
—Interesante, ¿así que apuñalas a las personas con un bolígrafo especial y, al obtener su sangre la disuelves en tinta para atraparlos en un libro haciendo uso de magia? ¿Estoy en lo correcto?
Asiento.
—Sí, exactamente. Aunque, últimamente he tenido algunos problemas... Por eso quiero trabajar con usted, lord. La pluma no es mi única arma, también cuento con una espada con un poder único; es capaz de absorber los poderes de los demás, sin importar si su magia sea maligna o no. Un simple corte los deja incapacitados de por vida.
Black Hat se pone de pie y me da un pequeño sobresalto al saber lo alto e imponente que es. Doy un paso atrás por precaución y eso parece gustarle. Puedo sentir toda aquella esencia maligna y su poder es increíble, no creo que tenga fin, solo mirarlo sé que su poder es tan emergente como perderse en un pozo sin fondo, infinito y oscuro.
Quizá sabía que soy una bruja desde que entré y solo estaba esperando que lo dijera. Si es así sabe de mi verdadera y extraña naturaleza.
—Una espada mágica, eso es algo sorprendente. El hecho de que puedas dejar a tus oponentes sin poder es genial. Además de tu habilidad para atrapar a quien quieras en libros. Tengo que reconocer que no se ve todos los días a alguien con esa increíble habilidad... ¿Has hecho algún contrato con algún demonio, con criaturas del inframundo o artes oscuras? —pregunta con cierta exigencia.
Una vez más la pregunta me sobresalta porque es demasiado personal, pero debo decir la verdad.
—No, señor. Aprendí a usar magia porque mi padre era un cazador de brujas exiliado. Él aprendió a usar magia negra y me enseñó a mí. Fue él quien también me enseñó el arte de la encuadernación... La espada es herencia suya.
—Entonces, si te contrato puedes atrapar a mis oponentes en libros. También eres es un maestro de la magia oscura, puedes usar tu magia para cambiar el rumbo de una batalla. Definitivamente te necesitaré para mi equipo. Eres bastante poderosa, pero también necesito saber: ¿cuáles son tus debilidades, tus límites? ¿Tu espada podría retener el poder de un dios? ¿O puedes atrapar a alguien en un libro incluso si es más poderoso que tú?
Black Hat me está cuestionando sobre cosas que ni yo misma había puesto en duda. Esta entrevista se ha hecho mucho más compleja de lo que llegué a pensar, pero creo que es normal si es que quiero pertenecer a su organización.
Analizo bien mis respuestas, es obvio que no puedo mentir, pero no estoy acostumbrada a reconocer mis debilidades.
—Nunca me he enfrentado con alguien con un poder semejante al de un dios, supongo que la espada no podría con algo tan fuerte, fue forjada por cazadores, especialmente para asesinar a brujas... Para matar a la reina de las brujas. Y sobre la habilidad de encuadernación, sí. Sí he atrapado a seres superiores a mí.
—Deberías saber que la reina de las brujas es una entidad divina —me reprende. Luego empieza a caminar hacia mí—. El hecho de que puedas atrapar a alguien más fuerte que tú es admirable. Pero, ¿puede tu bolígrafo quedarse sin tinta? ¿Qué sucede si alguien destruye tu bolígrafo o intenta quitárselo? ¿Qué harías?
Agito la cabeza en negación, ni siquiera puedo pensar en algo tan horrible como perder mi bolígrafo, el regalo más significativo que me dio mi padre. No sufriría si mi espada se rompe porque lo que tiene verdadero valor para mí es la pluma.
—Mi pluma siempre funcionará —le digo con suma firmeza y seriedad—, la tinta es algo sobrante, podría usar incluso agua, pero lo que le da el poder es la sangre. Sin ella no puedo atrapar a las personas en los libros, pero nunca antes me la han quitado, corto sus manos o sus cabezas apenas lo intentan —hablé con más exaltación en cada palabra y no estaba mintiendo. Él lo supo porque se quedó frente a mí con una sonrisa de satisfacción, veía mi furia y la verdad.
Se inclinó hacia mí y lentamente me quitó la máscara. Yo no pude moverme, ni siquiera desviar la mirada, así que cuando la quitó por completo mis ojos aún tenían el calor de la exaltación y lo miraba, ésta vez sin miedo.
—Hmm... Así que veamos, eres un maestro de la magia oscura, una bruja. Una espadachín con una poderosa espada que quita los poderes a cualquiera, y también tienes un bolígrafo especial que solo tú sabes ejecutar, que jamás pierde su habilidad con tal que se alimente de sangre, encierras a las personas con ella, sin importar que sean más fuertes que tú. Así que básicamente estoy reclutando a un ser mágico extremadamente peligroso. Aún con todo eso, ¿quieres el puesto de limpieza? —se detuvo y me miró como cierto descontento. No era necesario que me preguntara con palabras porque su expresión severa me obligó a responder.
—Sí... Lord —me detuve para tomar aire, su presencia me dejaba estática y su tacto me hace temblar involuntariamente. Además, sus dedos empezaban a juguetear por mi rostro, acariciando una y otra vez mis mejillas como si acariciara a una mascota que se ha portado bien—. Usted... ¿Va a contratarme? —pregunté en voz baja.
Él sonrió amablemente, sus ojos me examinaron y no pude dejar de verlos, la línea dentro de ellos, como la iris de un gato se volvió más ancha.
—Sí, te tomaré como mi limpiador/asesino personal, pero para mis subordinados serás solo la persona del aseo. Estás contratada.
—Solo una condición —dije y su reacción cambió.
—Oh, Y ¿cuál es esa condición? —me preguntó tratando de mantener su voz neutral, aunque era evidente que no le había gustado mi petición.
—No puede decirles a mis compañeros de mis poderes oscuros... Que no sepan de mi habilidad de encuadernación, de la pluma. La espada la usaré únicamente en situaciones necesarias, solo deben saber que yo seré la que haga la limpieza. Estoy escapando, por eso uso la máscara —le dije, pidiendo, casi implorando. Black Hat movió su cabeza, un gesto casi tierno.
—Bien. Aceptaré tu condición. Aunque, deberíamos hacer esto más interesante. Yo no diré nada a cambio de tu lealtad total de cumplir con mis exigencias, que ellos no sepan que haces eso por mí, tampoco te quitarás esa máscara, por nada. Ahora bien, tienes un largo camino de lealtad, servidumbre y muerte por delante. ¡Nunca me falles! Si lo haces... Bueno, pagarás el precio. ¿Está claro? —me dijo e inmediatamente su mano fue a mi cuello, me apretó con fuerza y enseguida sentí como mi respiración se cortó.
Todo ese tacto tierno, aquellas caricias se quedaron atrás con el fuerte apriete que hacía contra mi cuello. Alzó su mano apenas unos centímetros y me levantó un poco. Me puse de puntitas para que mi cuerpo no dejara el suelo y puse mis manos sobre su brazo. Lo seguí mirando a los ojos y traté de asentir de alguna forma. Black Hat se notaba bastante satisfecho con mis palabras entrecortadas así que me soltó.
Retrocedí agradeciendo no haberme caído y lleve mis manos al cuello mientras respiraba hondo. Su amenaza había sido suficiente para dejarme en claro que Black Hat no perdonaría ningún error.
Alcé la mirada y él ya estaba en su sillón, del otro lado del escritorio. Sonreía y no me dijo nada más, simplemente agitó su mano y en ella apareció un pedazo de pergamino. Era mi contrato.
Me acerqué a tomarlo cuando él lo puso en el escritorio. No lo leí, mis ojos solo recorrieron su interior como si no hubiera nada que me interesara. Fue como si algo dentro de mí supiera el contenido y se resignara a aceptar.
Mi respiración aún estaba agitada, lo miré y él hizo lo mismo, algo estaba esperando y yo sabía bien qué. Di un largo suspiro y llevé la mano a mi bolsa de cuero que llevaba bien sujeta a mi cintura. La abrí lentamente y saqué mi bolígrafo. Black Hat le puso la mirada encima de inmediato, analizando mi mayor tesoro.
Ni siquiera acercó el tintero porque sabía bien que yo pincharía mi dedo. Así fue. Tomé apenas una gota de sangre y escribí:
Stella Maris Tintenherz
Firmé, incluso dejé de respirar al hacerlo y sentí que mi corazón también se había detenido, pero no había cambiado nada... Eso creo.
—Comienzas mañana mismo. Conocerás a tus compañeros y te instalarás en la mansión. Hasta entonces, señorita Stella —dijo de manera tan calmada que no supe qué hacer o decir. Solo di otra reverencia exagerada, di la vuelta y salí corriendo.
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