✨ CAPÍTULO UNO ✨
Acá empieza todo.
ALEJANDRA.
El último día de vacaciones llegó demasiado rápido. Tan solo unas cuantas horas me separan del comienzo de mi último año de secundaria, un pensamiento que me llena de odio y desesperación. Detesto tener clases, tenerlas es sinónimo de menos tiempo para poder leer y reemplazar ese tiempo por una gran sobredosis de estudios. Y no, no estoy exagerando. Literalmente, los profesores nos mostraron parte del temario que tenían planeado para nosotros este año, acompañado de un clásico «el último año es el más complicado, así que les recomendamos usar su verano de forma productiva».
—¡Hijos de puta! —grité al leer algunos de sus apuntes—. Viejos amargados, cuyo único momento de felicidad es frustrar adolescentes.
Vale, la verdad estoy exagerando, es muy pronto para preocuparme por el último año. Mejor aprovecho mi tiempo para leer un poco. Tomo mi móvil, lo desbloqueo para poder acceder a la aplicación color naranja con una "W" en el centro, esa con la que tengo lindos recuerdos. Y sí, hablo de Wattpad. Recuerdo las emociones tan vividas que sentí al momento de leer mi primer libro. Algunas personas podrán considerar los libros de Wattpad como básicos, una literatura básica; yo puedo respetar esas opiniones, pero mi postura siempre va a ser la misma: amo a Wattpad y a sus autoras. Cada una tiene su arte, su esfuerzo, y las admiro a todas.
Una vez dentro de Wattpad, busco el libro Antes de diciembre, el cual me encontraba releyendo. Te amo, Joana, pero me hiciste llorar un montón con ese final. Sin embargo, eso no quita que sea uno de mis libros favoritos pertenecientes a la saga que forma parte de mi corazón.
Luego de un par de minutos leyendo, llego al momento que hizo que mi corazón se pusiera a comer helado mientras lo rodeaba una manta calientita y llorara desconsoladamente. Y bueno, la portadora también se encontraba así, o sea, yo. Es que, joder, ¿cuál era la necesidad, Jenna? Seco mis lágrimas con un pañuelo y luego procedo a seguir leyendo. Después iría por Después de diciembre, mi corazón necesita curarse.
—Llamada entrante, Luka Hamilton.
—ESTE HIJO DE... —Pienso antes de contestar, odio las llamadas cuando estoy leyendo.
—¿Hola? —escucho a través del móvil.
—¿Qué es tan importante como para interrumpir mi lectura, Hamilton? —le pregunto enojada, una parte se estaba riendo por mi respuesta algo agresiva.
—¡Ay, lo siento! Disculpa por querer hablarle a mi mejor amiga. —El drama en su voz me hizo reír internamente, pero me contuve. Hace una pequeña pausa y luego continúa—: Déjame adivinar, por tu voz y lo triste que suena, estabas llorando por este libro Después de enero o ¿era Cuatro meses contigo? —Su voz burlona, esa que tanto me irrita, dijo todo eso.
—¡SE LLAMA ANTES DE DICIEMBRE! —grito enojada.
—Lo siento, señorita "si llimi intis di diciimbri" —juro que pude ver su cara haciendo sus típicas muecas.
—Habla ya, Luka. ¿Para qué me llamabas?
—Bueno, resulta que hoy me levanté más animado de lo usual. Te preguntarás el porqué. Pues, es el último día antes de entrar a la cárcel y necesito aprovecharlo al máximo. Pero no puedo hacerlo solo, por lo que me dije a mí mismo «quién más que la señorita libros para acompañarme, no creo que tenga algo más importante por hacer». Y bueno, acá estamos, hablando por teléfono. Y como te conozco, vamos a omitir algunas cosas. Primero, me dirás que no quieres ir, y que te vas a quedar leyendo. Luego, yo te digo que respeto tu decisión, pero aun así iré a buscarte, trayéndote arrastrada.
Juro que mi boca se abrió de la sorpresa.
—No puedes obligarme a salir de mi casa. —trato de salvarme de ese plan.
—Querida, sí que puedo. —escucho una segunda voz a través del móvil, la reconocí casi al instante.
—Marta, dile a tu hijo que me deje leer en paz, por favor. —le suplico en broma. Amo a Marta, es como una madre para mí. Siempre que hago llamadas con Luka y está cerca hablamos un montón y, cómo no, criticamos a su hijo juntas.
—Ale, mi niña, ambas sabemos que cuando algo se le mete a este hombre en la cabeza es imposible sacárselo. —Y con eso murió mi oportunidad de salvarme.
—Ya ves, Alejandra, no puedes salvarte de mí. —Ayuda, me tiene contra la espada y la pared.
—Luka, tengo un lindo libro que espera ser leído por mí, por favor. —digo como un último intento de salvarme.
—Libro que ya te has leído tres veces. ¿En serio prefieres quedarte a leer en vez de salir con tu mejor amigo? —la manipulación en su voz era evidente, no se va a rendir hasta que diga que sí.
—Pues, cómo decirlo sin hacerte sentir mal... Sí. —le respondo con la única meta de cerrar la conversación antes de que...
—Diría que me dolió, pero de alguna forma lo esperaba. Supongo que esto tendrá que ser por las malas. —Eso significa alerta roja. Joder, la última vez que me dijo eso terminé disfrazada de Pucca y él de Garu por Halloween.
—¿A qué te refieres, Luka? —me hago la inocente, pero sé perfectamente lo que hará.
—Será mejor que te arregles. —Finaliza.
—Eso qué sig... —cuelga la llamada.
—¿Debería preocuparme por esto? —pensé. Obviamente debería hacerlo, pero qué pereza. Mejor sigo en lo mío y después me las arreglaré.
Vuelvo a acostarme y retomo mi lectura con normalidad. Quizás esta vez, solo esta vez, Luka lo entienda. Se vale tener fe, así que confiaré en ello, aunque confiar en que las cosas saldrán bien este último tiempo no me ha salido muy bien. Acaricio suavemente mis mejillas como un patético intento reconfortante.
Sigo leyendo atentamente hasta que unos golpes a la puerta rompen mi concentración. Dos veces me han interrumpido, la próxima juro que mataré a alguien así me de años de cárcel. Salgo de mi habitación y bajo rápidamente las escaleras. Aún me encuentro en pijama, pero sinceramente no es algo que me importe en este momento. Veo a través de mi ventana para ver quién es, pero no logro visualizar a nadie, por lo que abro la puerta.
—Nada por acá. —supongo que debió ser el viento, entro a la casa y cierro la puerta tras de mí para volver a mi cuarto. Alguien acostado en mi cama.
—¡¿LUKAAA?! ¿Cómo coño entraste? —chillo, poniendo mi mano en mi pecho. Encontrarlo acostado en mi cama hizo que mi corazón se acelerara.
—Siempre dejas tu ventana abierta. —dijo, encogiéndose de hombros como si eso fuera lo más normal del mundo—. Veo que no te arreglaste, así que te doy veinte minutos o si no te irás en pijama.
—Tengo que leer, Luka, ya te lo repetí mil veces. —Le dije algo enojada, su insistencia me está poniendo de mal humor.
—Tienes razón, lo hiciste, sin embargo, quiero sacarte de acá, no es justo que estés acá tú sola en el último día de vacaciones. —veo su rostro suplicante, siento mi interior ablandarse, si esto sigue así yo...
—Prefiero mil veces quedarme a leer un libro en vez de salir y tomar sol y ver personas. Sabes que no las tolero, solo a ti, y no sé cómo. —Último intento de salvarme.
—Está bien, me siento importante, pero no es el punto. Ale por favor, deja de encerrarte, deja de esconderte en las páginas por miedo a que te hagan daño en el exterior. —me dijo directamente.
—No quiero salir Luka. —Toco un punto sensible, volteo la mirada para que no se dé cuenta de la expresión de mi rostro, tristeza, decepción, si me soy honesta a mí misma, sí quiero salir con Luka, pero yo simplemente no puedo, no quiero que más personas me vean en este estado, me basta con las personas de clase.
—Está bien, lo entiendo. —Baja la cabeza, decepcionado quizás, quien no lo estaría de mí. Veo cómo se dirige a la puerta y no puedo retenerlo más corro hacia él y lo abrazo con fuerza.
—Sigue doliendo, perdón. —hundo mi cabeza en su pecho y suelto mis lágrimas. —Perdóname.
—No quiero presionarte. —Rodea mi cuerpo con sus brazos—. Solo quiero ayudarte como te lo dije aquella vez. Entiendo tus sentimientos y lo jodido que es pasar por lo que estás pasando Ale, pero si no das un paso jamás vas a poder superarlo, yo sé que puedes. —Susurra en mi oído, sacando aún más lágrimas de mis ojos. Qué haría yo sin ti, Luka.
—Dame diez minutos, te alcanzaré en la sala. —Me aparto de su pecho y camino hacia las escaleras. Volteo mi rostro para mirarlo—. Espero que vayas pensando en lo que me vas a comprar, porque si me sacaste tienes que compensarlo con algo rico. —Él sonríe, es tan lindo.
Subo las escaleras rápidamente y me encierro en mi cuarto, en mi armario me pongo la primera ropa que encuentro, al fin y al cabo no es que haya decidido algo con anticipación. Bajo con la mayor velocidad que me permite mi cuerpo y lo veo sentado en el sillón, con su móvil en la mano.
—Lista. —digo sonriente. Me siento bien. A veces hablar con alguien puede ser de ayuda.
—Perfecto, vamos, me muero de hambre. —Camina hacia la puerta para salir, lo sigo.
—¿En qué momento no tienes hambre? —le pregunto burlona, es en serio, siempre tiene hambre, pero Luka siempre mantiene su delgado físico, no sé cómo lo hace.
—Yo te diré cuándo no tengo hambre, y ese día será cuando el ser humano deje de pensar. —hace una pausa—. Así que nunca, la respuesta es nunca.
Camino a la par de Luka por el parque de las flores, uno de mis lugares favoritos en la ciudad. Se llama así porque en primavera se pueden ver las flores de los cerezos que se plantaron ahí cuando aún era un terreno vacío. Puedo ver la heladería a lo lejos. Siento mis papilas gustativas activarse de la emoción. Ya quiero probar uno de esos deliciosos helados. Luka me toma de la mano, llevándome casi corriendo al lugar, siento que floto por la emoción.
—Buenas, ¿qué se les antoja? —nos pregunta el chico del helado.
—Hola, enseguida se los entrego —responde el chico del helado, esbozando una sonrisa mientras abre el congelador y saca dos paletas de colores vibrantes.
—Luka, ¿puedes pagarle? Voy a buscar una banca —digo con prisa, sintiendo cómo el aire fresco me golpea la cara mientras me dirijo a la banca más cercana, observando el colorido paisaje a mi alrededor. La belleza del lugar me embriaga y por un momento olvido mis preocupaciones.
Me siento en la banca y respiro profundamente, disfrutando del aire fresco. No pasa mucho tiempo antes de que Luka se una a mí, sosteniendo nuestras paletas.
—Aquí tienes, señorita. —me dice, entregándome una paleta de fresa.
—Gracias, Luka. —le respondo con una sonrisa, sintiendo que, después de todo, salir no fue una mala idea, dirijo mi mirada a la ventana a mi lado, parejas tomadas de las manos, pensar que yo podía expresarme tan libremente. suspiro y permito que la lagrima recorra la piel de mi rostro.
El recuerdo me estruja el corazón. La verdad, creo que todo sería más fácil si pudiéramos escribir nuestra propia historia de amor, crear a nuestro chico perfecto. Escribir cada detalle, cada momento, y asegurarnos de un final feliz. Pero en la vida real, amar es como lanzar una moneda al aire: un cincuenta por ciento de posibilidades de salir lastimada y un cincuenta por ciento de encontrar un amor lindo y correspondido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top