✨ CAPÍTULO SIETE ✨
LUKA
Una hora, una larga y eterna hora esperando a que este hijo de su... Aparezca. Puedo comprender unos minutos de retraso, pero esto es demasiado. Prometo que, apenas lo vea, se las verá conmigo. Y no solo por esto, ¿quién se cree que es para dejarme rojo de vergüenza?
La puerta del café se abre en ese momento, y reconozco perfectamente la silueta que la atraviesa.
—Estaba por irme ya —disparo de golpe y pongo los ojos en blanco.
—Lo bueno siempre se hace esperar —me guiña un ojo y noto que me escanea con la mirada—. Estás muy guapo hoy.
—Tranquilo, no hace falta que me lo recuerdes —digo con toda la intención de sonar igual de arrogante—. Vayamos al grano, Christian. Quiero la verdad.
—Relájate, guapo, todo a su tiempo. Primero pidamos un café para relajarnos.
—Pues en las mil horas que tardaste en llegar, ya tomé café. Así que lo único que se me antoja son respuestas.
Christian me mira a los ojos y sonríe ampliamente.
—¿Y si te digo que no me apetece decirte nada?
—¿Qué? No te esper...
Me interrumpe.
—Desde que llegué aquí, solo me has hablado mal, y eso no me gusta. Y cuando algo no me gusta, pues simplemente dejo de hablar. Así que hagamos algo: pidamos unos pastelitos de papa con queso, nos relajamos y hablamos tranquilamente. ¿Te parece, Luka?
Juro que en ese momento quería agarrar lo que fuera que tuviera a mi alcance y lanzárselo a la cara, pero no podía. Dentro de toda la basura que salió de su boca, una cosa era cierta: "él tenía las respuestas". Así que simplemente me contuve y traté de seguir esta extraña cita como si nada.
Christian se levantó y fue al mostrador a pedir los pastelitos, que trajeron al instante junto con lo que parece ser un capuchino. La verdad es que el olor de los pastelitos terminó abriendo mi apetito, y empecé a comer uno lentamente. Y sí, está delicioso.
—Ustedes dos están en grandes problemas —suelta él como si nada—, desde que escribieron en esa libreta y dieron vida a esos dos seres.
Eso me tomó por sorpresa, por lo que incliné mi cabeza hacia adelante y le di una señal para que continuara.
—Los seres que salen de la libreta no llegan aquí solo porque los describas. La libreta siente las emociones de quien escribe en ella y, con base en eso, les da una misión, la cual, hasta no cumplirla, no desaparecerán. Y aquí es donde entran los problemas, pues entre los términos y condiciones de la libreta se dicta lo siguiente: "Al crear un ser a partir de la libreta, este obtendrá vida a partir de quien lo escribió".
Quedé atónito ante sus palabras.
—¿Pero cómo? —pregunté automáticamente.
—Sabía que preguntarías eso. Es simple: no puedes generar vida sin que haya una consecuencia de por medio. En este caso, es compartir la mitad de tu vida. Por ejemplo, si tu tiempo de vida es de dos años, pues ahora es uno. Si son seis meses, ahora son tres. Pero no todo son malas noticias, pues apenas cumplan su misión, el resto de su vida será devuelto a ustedes y ellos desaparecerán.
—Comprendo, pero... ¿De dónde sacaste esa libreta?
—No te diré dónde obtuve la libreta, eso no te concierne. Ya cumplí mi parte diciéndote lo que debías saber —dijo serio—. Ahora, si me disculpas, tengo cosas por hacer. Algo me dice que esta no será la última vez que nos veamos.
Se levanta de su asiento.
—Por cierto, ten cuidado. El poder de la libreta puede volvernos egoístas y estúpidos, y más en el caso de tu amiga, que hay amor y dolor de por medio —añade.
Dicho esto, se marchó, y yo me quedé pensando en todo lo que me había dicho. Era mucho para procesar, pero lo único que tenía en mente era una cosa: debo hablar con Alejandra lo antes posible.
ALEJANDRA
Se suponía que mis sábados eran para estar leyendo, comer algo, luego seguir leyendo, almorzar, volver a leer, hacer la cena y, finalmente, dormir. No sin antes leer, obvio. Pero, por cosas del destino, o mejor dicho gracias a alguien, ese ciclo fue interrumpido. Ese alguien lleva el nombre de Connor. Sin mentir, hablamos casi toda la noche del jueves, todo el viernes, y hoy vamos por el mismo camino. Me desperté y ya tenía un hermoso mensaje de buenos días.
Suena una notificación en mi celular.
Connor: ¿Tienes planes para hoy?
Yo: Pues, si leer cuenta como plan, sí.
Connor: Tú leyendo todo el día me representa. Aunque hoy me gustaría salir a leer al parque, y me gustaría que me acompañaras.
Mis mejillas están encendidas.
«¿Qué se supone que deba responder?»
«Pues que si quieres ir, ya has hablado tres días seguidos con él y parecen comprenderse muy bien. Ya es hora de que eliminen las pantallas y hablen en persona».
«Creo que es la primera vez que me motivas a algo».
«No te acostumbres. Ahora quita la cara de tonta y responde ahora mismo».
Con determinación, escribo mi respuesta.
Yo: Me encantaría leer en el parque contigo, pero me da algo de pena.
Connor: También me da algo de pena, no te lo niego, pero logré obtener el valor de preguntarte y ahora tendré el valor de conocerte sin pantallas, porque usted me interesa, señorita Cooper.
Ya se imaginarán cómo estoy de roja. Literalmente, el chico acaba de decirme que está interesado en mí.
Interesado en mí.
Masón.
Corazón roto.
Lágrimas.
Todo eso comenzó con un "estoy interesado en ti".
«No, no puedo ir».
«No, sí debes ir, Cooper. No puedes rechazarlo».
«Está interesado en mí. Sabes lo que significa; eso puede evolucionar a gustar y después, ¿qué? ¿Me enamoro otra vez y me rompen el corazón otra vez? Simplemente, no puedo».
«¿Y cuándo podrás? ¿En sesenta años? Alejandra, soy tu cabeza y puedo ver tus sentimientos. Sé que quieres ir a esa salida, quieres ver a ese chico y sentir otra vez. Tienes miedo y es comprensible, pero ya fue suficiente. Si Masón pudo seguir adelante con Emma, tú también puedes. Hazlo por ti misma y deja de envenenarte; es lo que siempre nos dice Luka».
Después de ese debate interno, terminé dándole la razón a la voz de mi cabeza. Ya sufrí más de lo que debía.
Yo: Nos vemos en el parque de las Flores. Y, por cierto, también me interesa conocerte más.
Con velocidad subí las escaleras y entré en el baño. Tomé una larga ducha y cepillé mis dientes. Luego, con atención, vi mi rostro detalladamente en el espejo.
Sé que prometí que no me arreglaría en la vida, pero algunas promesas se rompen. A la mierda la Alejandra destruida, es hora de resurgir de las cenizas como un hermoso fénix.
Tomo el peine y suavemente empiezo a desenredar mi cabello, el cual no me había dado cuenta, pero está muy largo; tanto así que casi me llega a la cintura. Después de peinarme, con unas pinzas empiezo a limpiar mis cejas, comenzando con la uniceja que se estaba formando y luego el resto.
Una vez termino en el baño, paso a mi cuarto y busco en todo mi armario algo que me convenza, pero nada de lo que había ahí me gusta.
Debo ir de compras. Luka estará feliz.
Luka.
Debí haberlo llamado para que me ayudara con esto, aunque dijo que hoy tenía una cita, así que prefiero no molestarlo.
Después de minutos luchando por encontrar algo en mi guardarropa, logro armar un outfit: una camisa rosada que le robé a mi papá, un jean roto en las rodillas y zapatos blancos. Luego de vestirme, paso al espejo de mi cuarto. Espero no haber olvidado maquillarme, ya ha pasado un año. Tomo el delineador y lo paso cuidadosamente tratando de hacerlo perfecto y... ¡Bingo, lo logré! Solo queda el lado izquierdo, el cual a duras penas logré que quedara igual. Después, me echo algo de polvo y... ¡listo!
Lentamente, levanto la mirada en mi espejo y, al verme, no puedo creer lo que veo. Me veo... linda, me veo arreglada y me siento bien viéndome así. Casi puedo sentir una lágrima salir de mí.
Lamento haber tardado tanto en mejorar.
Seco mis lágrimas rápidamente para evitar que el maquillaje se corra. Tomo mi teléfono y, por primera vez en mucho tiempo, me tomo un par de fotos y las publico en mis redes con el siguiente pie de foto:
«Hoy por fin, después de estar horriblemente desaliñada y sin ánimos de arreglarme, pude por fin hacerlo de nuevo. Por fin pude escuchar las palabras de aliento que me dieron las personas más cercanas a mí y dejar atrás lo que me hacía sentir mal. Solo puedo decir una cosa: a la mierda los amores y amigos falsos, y gracias a mi mejor amigo y a mi madre que me apoyaron y me hicieron sentir... mejor. ❤️»
Después de publicar las fotos, tomé mi cartera y caminé hacia el parque de las Flores, que está a unas cuadras de mi casa. Al llegar allí, lo vi, vistiendo un suéter vino tinto, un pantalón y unos zapatos negros. Connor, que al verme corrió hacia mí y me dio un fuerte abrazo.
—Vi tus fotos y déjame decirte que estás muchísimo más hermosa en persona —me dice sonriente.
—Tú también —le respondo con timidez.
—Ven, vamos, te guardé un puesto en mi banco —toma mi mano y me lleva hacia la banca. Allí empezamos a leer, un capítulo yo y uno él. Y, por si se preguntaban qué libro leíamos, pues nada más y nada menos que El amor a través del baile, libro del cual me habló la primera vez que hablamos. Y, a decir verdad, él tenía razón: la trama es hermosa.
—Alejandra —me llama.
—Sí, Connor —respondo, algo tímida.
—Desde que te vi he querido besarte, pero no lo haré si tú no estás de acuerdo. Por eso quiero pedírtelo antes: ¿puedo besarte? —se queda en silencio unos segundos y, al ver que no le di una respuesta, añade—. Sé que es la primera vez que nos vemos, pero siento una conexión, algo que me hace querer admirarte. Suena loco, pero siento que me gustas.
Y sin pensarlo dos veces, lo tomé de las mejillas y estampé nuestros labios en un beso. Así, Connor y yo, en el parque frente al atardecer, nos besamos por primera vez, siendo dos personas que se conocían apenas desde hace tres días y por mensajes. Pero soy fiel creyente de que los sentimientos pueden fluir sin importar el tiempo. Él me dijo "me gustas" y la verdad es... que él a mí también.
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