9. Todo es mentira.
CAPÍTULO 9.
TODO ES MENTIRA.
TORI
El timbre que anuncia el descanso para comer sonó y guardé el libro de Biología en la mochila. Antes de levantarme, giré la cabeza para contemplar el fondo de la clase. Louis se encontraba ahí, recogiendo también sus cosas. Ambos cruzamos miradas y él asintió, dándome a entender que tenía claro cuál era su misión. Él se levantó, se colgó la mochila en la espalda y caminó hasta mí. Iba a decir algo, pero Archer apareció a nuestro lado. Lo miré y me mordí el labio, nerviosa.
«Qué todo salga bien, por favor», pensé.
—Eh... Archer, ¿podemos hablar un momento? —le pidió Louis, amablemente.
—Ahora no puedo, estoy a cargo de tu hermana hasta que lleguemos a vuestra casa —aclaró Archer sin apartar la mirada de mí.
Archer hoy iba vestido algo más casual a como siempre iba. Llevaba puesto un jersey de tono rosado y de cuello alto y unos vaqueros negros.
—Ya... pero es importante —insistió mi hermano.
—He dicho que no puedo, señorito Watson —dijo entre dientes.
Louis y yo nos miramos. Él se encogió de brazos, sin saber qué hacer, y yo tragué saliva. Necesitaba librarme un momento de mi guardaespaldas para poder ir tras Alex y hablar con él.
—No puedes llamar mucho la atención, Archer —le advirtió Louis, dirigiendo sus pupilas hacia él—. Eres un guardaespaldas y tu misión es proteger, no invadir la vida de mi hermana. Tranquilo, ella estará bien. El instituto ahora está bastante protegido después de lo ocurrido la noche de Halloween y Victoria estará acompañada de sus amigos. Que yo sepa también necesita un poco de espacio personal.
Agradecía que mi hermano estuviera de mi parte y que me apoyara, a pesar de no saber gran parte de la historia. Él siempre era así y por ello cada día lo quería aún más. Tener su ayuda me hacía sentir que no estaba sola después de todo.
—Tu padre me encomendó una tarea y es proteger y vigilar a tu hermana desde cerca, ya no más desde lejos. Perdió ya esa confianza, señorito Watson —citó Archer, cruzándose de brazos y mirando atentamente a Louis.
—Pero yo también necesito tu ayuda —dijo Louis, desafiante, al modo Watson.
Archer se quedó callado, pero sabía que era porque pasaba de seguir discutiendo e iba a hacer lo que él le diera la gana, que era obedecer las órdenes de mi padre.
Alguien dio unos cuantos golpecitos en la madera de la puerta y todos giramos nuestras cabezas hacia esa dirección. Un hombre, con cabello negro, ojos del mismo color y una barba igual que sombreaba su mandíbula, estaba parado en la puerta de la clase con los brazos cruzados y una pequeña sonrisa en su cara. Se encontraba vestido con una camisa blanca, una chaqueta azul y unos pantalones arreglados.
—Señorita Watson —me mencionó con un acento bastante británico—. Me alegra por fin verte por aquí —sonreí sin tener ni idea de quién era pero lo hice por ser educada—. ¿Podría acompañarme un momento a mi despacho?
Asentí lentamente, aunque no supiera quién era esa persona. Sin embargo, al menos esta podría ser una oportunidad para escaparme de mi guardaespaldas con más facilidad.
Caminé hasta pararme enfrente de ese señor y él amplió su sonrisa. Archer siguió mis pasos, asustándome cuando lo vi detrás de mí.
—Señorito Hooks, buenos días —saludó el hombre y Archer asintió como respuesta.
El señor se dio la vuelta y comenzó a caminar. Fui detrás de él, indecisa, como me encomendó antes. Archer seguía persiguiéndome y Louis también, a unos pasos más atrás para que no sospechara nadie de nada.
—Señorito Hooks —volvió a decir el hombre y se dio la vuelta para hablarle a la cara—. Ella tiene dos lindas piernas para poder venir sola —afirmó el hombre con una mirada intimidante.
Archer simplemente lo miró mal con los orificios de su nariz abiertos y no se movió de su sitio.
—Necesito hablar también con usted —apuntó él con los puños apretados a sus costados—. No sé si recuerda que soy nuevo en el centro y que necesito orientación.
—Cierto... —murmuró y pasó la lengua por sus labios—. Bien, usted, ¿puede mostrarle el instituto y explicarle cada detalle de él? —le encomendó a mi hermano.
Louis asintió con una sonrisa y tomó del brazo a Archer para llevárselo a rastras del pasillo. Archer al principio puso resistencia, pero accedió para no llamar más la atención.
«Por fin», pensé.
El hombre de cabello y barba negra me pidió que lo acompañara de nuevo y le hice caso. No sabía quién era, pero por las pintas que tenía y su forma de actuar podría intuir que era el nuevo director del instituto.
Llegamos a la puerta de una habitación, el antiguo despacho de mi tío, y el señor sacó una llave de su bolsillo para encajarla en la cerradura.
—No —murmuré inconscientemente.
El hombre paró en seco y me miró con el ceño fruncido.
—Es el despacho de mi tío y... —intenté aclarar, pero me callé.
—Entiendo, tranquila —dijo el señor y volvió a guardarse la llave en el bolsillo de su pantalón—. Sé lo que pasó. Podemos hablar aquí, no pasa nada, simplemente te aclararé algunas cosas y listo —dijo y asentí con la cabeza—. Soy el nuevo director de Riddle High, me llamo Melville Kane. Encantado, señorita Watson —se presentó y me tendió la mano. Se la acepté—. Siento mucho lo que le pasó a su tío... Fue una desgracia para muchas personas... Me alegra muchísimo verle por aquí, sana y salva. ¿No recuerda nada de lo que le pasó, cierto?
—No... —contesté.
—Bueno, quiero que sepa que no te volverá a pasar nada malo. Esa noche pasaron muchas cosas que aún estamos investigando —empezó a explicar Melville, colocando las manos en los bolsillos de su pantalón—. Hemos mejorado la seguridad de este centro y podrá sentirse completamente segura. Ahora, en estas circunstancias, cualquier indicio de peligro que vea, no dude en contar conmigo y decírmelo. Estamos al tanto de todo y queremos hacer de este centro uno de los más seguro de Riddle Woods, para callarle la boca a esos padres que lo criticaron. Que usted haya confiado de nuevo en este instituto nos has dado muchas oportunidades, debido a que perteneces a una gran familia. Y no es que me esté aprovechando de esa situación, para nada. Simplemente venía a darle las gracias por su confianza y ten claro esto... si ve algo inadecuado, o recuerda algo, dígamelo, yo me encargaré con mi equipo. Solo era eso, buena suerte, pequeña —sonrió y volvió a tomar la llave para abrir su despacho y desaparecer dentro de él.
De reojo vi a alguien pasar por mi lado, alguien rubio. Giré mi cabeza y Alex estaba caminando hacia el comedor con la mirada puesta en su móvil y la mochila colgada en su espalda. Anduve rápido hasta él, alejándome del nuevo director, quien observó mis pasos, y coloqué mi mano en el hombro de Alex, deteniéndolo. Él miró primero mi mano y luego a mí.
—¿Tienes un segundo? —pregunté y él me miró con el semblante serio—. Por favor.
—Te dejé las cosas bien claras la última vez —indicó él tras un suspiro—. Déjame en paz.
Su móvil vibró para anunciarle que tenía un mensaje y pude ver que justo era de Zada. Tras ver eso, un nudo se instaló en mi garganta, impidiéndome incluso tragar.
—¿Volviste con ella? —inquirí casi sin autocontrol.
—¿Con quién? —preguntó mientras tecleaba algo en el móvil.
—Ella —repetí, ya que no quería pronunciar su nombre, pero tuve que hacerlo porque él alzó la cabeza para mirarme y frunció el ceño—. Zada...
—Ah, ella... —murmuró y miró hacia otro lado.
El silencio se instaló entre nosotros por un segundo hasta que él volvió a hablar.
—Watson, tengo que irme.
—Brooks —pronuncié su apellido con firmeza cuando se dio la espalda—. Necesito hablar contigo, por favor.
Él me ignoró y volvió a caminar hacia el comedor, pero me interpuse en su camino y le puse la mano en el pecho. Alex miró mi mano y tragó saliva.
—Yo te creí cuando me dijiste que no tenías nada que ver con el secuestro de Zada, te creí cuando me confesaste lo de ella —murmuré y el alzó una ceja, supongo que porque no entendía a quién me refería—. Ella... ya sabes... ella —esta vez Alex juntó ambas cejas—. Familia —dije la palabra clave para no tener que decir hermanastra y perjudicarlo, porque no sabía dónde se podría encontrar ahora mismo Vivian.
Él asintió, dándome a entender que ya sabía de qué hablaba, pero se quedó callado.
—También te creo cuando dices que nunca harías daño a una persona, ni a mí... Yo sí confío en ti —susurré con la voz rota.
—Nunca te pedí que me creyeras, Watson. Es más, siempre te aconsejé que te alejaras de mí... Y ahora comprendo porque no querías hacerlo —citó con la mirada puesta en mis ojos.
—Alex... yo no fui, te lo juro —insistí con un nudo en la garganta.
—Incluso la chica más inocente acaba siendo la más culpable... —indicó e hizo el amago de caminar hacia adelante para irse, pero, gracias a que tenía mi mano en su pecho, lo empujé un poco para evitar que se marchara.
—Ese hombre jugó con nuestras mentes para ponernos en nuestra contra, pelear y así poder ganarnos fácilmente —advertí con la mano todavía en su pecho, pero él tardó poco tiempo en librarse de mi roce—. Nada de lo que dijo ese hombre concuerda, porque si fuera así, podía tenerte miedo ahora mismo. Pero, por una vez en la vida, no me voy a dejar influenciar por las palabras de una persona sin tener las pruebas necesarias para acusarte.
En un primer momento, yo siempre creí las palabras de Vivian cuando ella me contaba mentiras sobre él. Sin embargo, luego, al escuchar la versión de Alex, recapacité y se dio cuenta de que mi actitud no fue adecuada. Antes de acusar a una persona de algo, debes tener pruebas o al menos tienes que hablar con esa persona para saber su versión de los hechos.
—Recuerda el día que me confesaste que la mataste solo para alejarme de ti. Ese día te tuve miedo, no voy a negarlo. Una persona que es culpable no hubiera reaccionado así, ¿no crees?
—A no ser que seas una buena actriz.
—Si piensas que yo la secuestré, también tendrías que aceptar todo lo que dijo sobre ti, desde que eres un experimento peligroso hasta que me mataste en algún momento de nuestra vida.
Él se quedó callado, mirándome, supongo que era porque estaba asimilando la información en su cabeza.
—Dime, Alex, ¿te acuerdas de algo de lo que dijo ese hombre? —pregunté y él negó con la cabeza.
Nada de las confesiones de Barnett me entraban en la cabeza. Tenía bien claro cuál era mi vida y tenía recuerdos de mi infancia. No podía encontrar en ningún rincón de mi mente un internado, que hubieran experimentado conmigo o que fuera capaz de hacer secuestrado a Zada.
—Todo es mentira... tiene que serlo —seguí hablando, intentando encontrar una solución—. En ningún momento reviví... Ese hombre quería esto, que nos peleáramos. Tiene que ser un plan, Alex.
Alex seguía callado, miró hacia los lados, quizá para indagar quién había por la zona, y se acercó a mi oído. El roce de sus labios en mi lóbulo hizo saltar chispas en mi interior. Un suspiro salió por mi boca.
—De nada le serviría eso estando muerto —siseó en mi oreja.
Hizo el amago de alejarse de mí, pero lo tomé de la sudadera negra y lo volví a acercar a mí. Ahora nos encontrábamos a centímetros; nuestras narices casi se rozaban.
—A ver si te tengo que recordar que no todos murieron en esa explosión y que el peligro sigue estando vigente —susurré cerca de él con tono firme.
Dirigí mis pupilas hacia sus labios y tragué saliva. Tenía ganas de estampar mi boca contra la suya para poder saciar todas esas mariposas que se instalaban en mi estómago cuando estaba cerca de él.
—A ver si te tengo recordar que me importa una mierda —murmuró aún cerca de mí.
—Alex, estamos en peligro —repetí, mirándolo a los ojos—. Tuve otra pesadilla y...
—Por favor, Watson, tengo otros asuntos más importantes que resolver que preocuparme por una estúpida pesadilla que no tiene sentido —resopló.
Su cercanía me hacía temblar y esas ganas inmensas de besarlo, aunque fuera en mitad del pasillo del instituto, aumentaban, pero me controlaba porque estábamos en mitad de una pelea y él me estaba acusando de secuestrar a Zada, su verdadera novia.
—¿Asuntos más importantes como los de tu novia? —cuestioné. No pude evitar echarle en cara lo rápido que me olvidó, o el hecho de que pudiera haber sido el segundo plato para superar el primero.
—No me hagas hablar, Watson —espetó.
Dirigió su mirada hacia mis labios y yo hice lo mismo inconscientemente, pero enseguida volví a mirarlo a los ojos, esos de color casi negro que decía Barnett que eran peligrosos.
—Lo de Gerard fue una confusión —aseguré con dolor, ya que su muerte fue muy trágica para mí—. Él solo quería una foto que pensó que yo le robé y creyó que con un beso yo se la iba a devolver, pero...
—Cierto... la foto... esa foto... la misma en la que aparecía la joven desaparecida... —apuntó Alex con aires pensativos y se alejó de mí.
—¿Qué? ¿Fuiste tú quien se la robaste? —cuestioné. Alex solo me miró, sin decir nada. Eso era un sí—. ¿Por qué no me lo dijiste?
—Quizá para darte la oportunidad de volver a besarlo —casi escupió—. De nada.
—Alex...
—Watson, se acabó —confesó con la respiración agitada y evitando mirarme.
—No... —murmuré con el corazón encogido.
Yo era de esas personas que cuando sabían que la había liado y que por su culpa todo se había ido a la mierda, siempre luchaba para aclarar la situación y ser perdonada, al menos. Aunque en realidad yo no había tenido la culpa de nada. Yo no besé a Gerard ni secuestré a Zada. En cambio, lo comprendía. Él no estaba en mi cabeza para saber qué pasó exactamente y entendía su desconfianza. La única forma para solucionar esto era demostrándole que todo lo que dijo Barnett fue mentira y que no acepté el beso de Gerard, porque realmente sí sentía cosas por Alex, y muy fuertes.
Y sí, ese era el único camino que podía tomar, demostrar con hechos, no con palabras, porque Alex ya no se encontraba delante de mí. Él había ido justo en el momento en el que me pilló desprevenida con mis pensamientos.
Suspiré y cerré los ojos para reprimir las lágrimas que querían salir de ellos de la impotencia. Cuando los abrí, vi a un individuo, con bastantes tatuajes adornando su piel, caminando por el pasillo hacia la puerta principal del instituto (la salida y la entrada). Cabello castaño, tatuaje adornando su cuello, manera de andar muy conocida y peculiar... No podía ser otra persona. Pude confirmar que era él cuando abrió un poco la puerta y, antes de salir, giró su cabeza para mirarme a mí (sí, a mí) y sonreírme. Sus claros ojos y su pervertida sonrisa hicieron que soltara con fuerza por los orificios de la nariz todo el aire que estaba conteniendo.
Nada más desaparecer de mi vista corrí hacia la puerta para perseguirlo. No era porque deseara con todas mis ganas verlo de nuevo, ya que lo quería lo más alejado de mí posible, pero sus últimas palabras me descolocaron. «Kami, estás en peligro», dijo él. Necesitaba respuestas.
Cuando abrí la puerta principal, lo vi subiéndose a la moto. Giré mi cabeza para comprobar que no había alguien en el pasillo que me estuviera viendo salir del instituto sin ningún adulto acompañándome (no me podía ir cuando me diera la gana siendo menor de edad), o incluso para averiguar que Archer no me pillaba escapándome de nuevo. Solo sería unos segundos para hablar con Zyon y volvería a clase rápidamente.
Corrí hasta la moto de Zyon antes de que se marchara. Este se quitó el casco de su cabeza y me miró con una sonrisa pícara.
—Sabía que vendrías —dijo y se bajó del vehículo.
—Qué inteligente eres a veces —me burlé—. ¿Qué haces aquí?
—Solo estaba dando un paseo por la zona y vi este instituto que tanto me recuerda a ti —apuntó con la típica sonrisa pícara que siempre llevaba dibujada en su cara.
—Sí, claro, y yo me chupo el dedo —ironicé.
Conocía bastante a Zyon, en algunos aspectos, y sabía perfectamente que algo tramaba.
—Estarías bastante sexy si lo hicieras, la verdad —indicó con una sonrisa más amplia.
—¿Tú...? Madre mía, qué asco das —manifesté, negando con la cabeza.
—Eso no dijiste cuando...
—Cállate ya —lo interrumpí antes de que dijera otra cosa inapropiada.
—Cállame tú mejor, seguro que ahora se te da bastante bien —soltó y rio.
—Patear bolas también —esbocé una sonrisa falsa.
—Qué agresiva te volviste. Me encanta —expresó, cruzándose de brazos y mordiéndose el labio.
—¿Quieres dejar de hacer el tonto y decirme qué haces aquí? —cuestioné, cansada de su actitud.
—Ya te respondí antes.
—Bien...—me rendí, pues otra pregunta carcomía más mi cabeza—. Ahora explícame lo que me dijiste el viernes.
—O sea que vienes a por información...
—Para verte la cara especialmente no, siento decepcionarte —espeté con el semblante serio y colocándome igual que él, con los brazos cruzados.
—Bueno, ¿puedes refrescarme la memoria? No sé de qué me estás hablando.
—Me dijiste que estaba en peligro —cité sus mismas palabras.
—No lo recuerdo —se hizo el tonto.
—Zyon, esto es importante para mí, necesito respuestas.
—Sigo sin saber de qué me estás hablando, Kami —repitió y se encogió de hombros.
—Bien, lo averiguaré yo solita, tranquilo —dije y me di la vuelta dispuesta a volver a clase.
—Espera —me detuvo con su voz.
—¿Algo que debas decirme? O mejor, ¿algo que hayas recordado ahora mismo de esa noche? —cuestioné, dándome de nuevo la vuelta para mirarlo a la cara.
—Sí, que no estuviste en mi cama —objetó e hizo una mueca con la cara.
—Vete a la mierda, Zyon —espeté con rabia y tuve la intención de darle un tortazo en la cara, pero no me iba a rebajar a su nivel.
—Ya estoy en ella —apuntó, mirándome de arriba abajo con una sonrisa.
—Adiós —escupí esa palabra y me dirigí hacia la puerta principal.
Unos pasos rápidos se escucharon detrás de mí y Zyon se interpuso en mi camino.
—Joder, lo siento, me sale solo ser así, perdón —se disculpó.
—¿Ser un gilipollas? Ya lo sabía.
—Voy en serio, Victoria —dijo con tono duro y firme.
—Yo también iba en serio, Zyon —le recordé.
—Y por eso te estoy pidiendo perdón, no puedo controlarme, me sale solo —se vuelve a disculpar con la mirada hacia otro lado.
—Muy bien. Ahora déjame, debo volver a clase.
Pasé por su lado con intenciones de irme, pero Zyon me sujetó de uno de los hombros y se acercó a mi oído.
—De verdad, ten cuidado, Kami —susurró en mi oreja.
—¿De qué? ¿Por qué? —algunas de las miles preguntas que me hacía salieron a luz.
—Aquí no puedo hablar de eso —volvió a susurrar en mi oído. Mi hombro derecho estaba pegado al suyo izquierdo—. Pero si te vienes ahora conmigo, te lo explicaré todo.
Reí.
—Si sueñas, loterías —cité con una sonrisa falsa el anuncio que no paraba de reproducirse en la televisión.
—Como tú digas —parecía indignado—. Yo te lo advertí.
Me parecía perfecto que se preocupara por mí de esa forma, pero ni de broma iba a ir a algún lugar más apartado con él a solas. Me recordaba a esa noche en que Alex me confesó todo lo de Zada. Yo no confiaba en él porque tenía miedo de que Vivian tuviera razón. Y si Alex en este momento tenía razón y Zyon no era de fiar, podría meterme en un lío. Quizás ahora no estuviera tanto en peligro como Zyon me dijo, pero si me iba con él seguramente sí.
Zyon caminó hasta su moto. Me giré para observar cada uno de sus movimientos. Zyon se montó en el vehículo y tomó el casco. Me miró una última vez con el semblante serio y se puso el protector de cabezas para luego arrancar el motor e irse a todo gas.
Subí rápidamente los escalones de la entrada para llegar cuanto antes a clase. Bueno, más bien, al comedor, ya que aún no había tocado el timbre que anuncia el comienzo de la siguiente hora, pero Archer seguramente me estaría buscando y no quería complicar más la situación, ni meter en ningún problema a Louis.
Nada más traspasar la puerta principal me choqué con el pecho de una persona. Me alejé lentamente y alcé la cabeza con miedo de encontrarme con Archer. Por suerte, o casi por suerte, no era él, sino el director. Quizá me lleve una reprimenda, pero si actúo como la niña buena e inocente, posiblemente no llamará a mis padres. O eso esperaba, si no, sí estaba metida en un gran problema
—He visto por las cámaras exteriores que te encontrabas afuera en horario escolar y nada más y nada menos que con un chico que no tiene muy buenas pintas —explicó y se cruzó de brazos, haciéndose el intimidante—. ¿Qué dirán sus padres, señorita Watson?
—Si no se enteran... supongo que nada —dije y dibujé una pequeña e inocente sonrisa en mi rostro.
—¿Y qué le hace pensar que no se lo diré a sus padres? —cuestionó con la ceja levantada.
—No sé... —tragué saliva, porque pensaba que mi plan se arruinó.
—Señorita Watson, has incumplido dos normas, entre ellas escaparse del instituto.
—No me he escapado, simplemente salí un momento y volví, y... ¿la segunda norma es no hablar con un chico con tatuajes? ¿Desde cuándo?
Él rio.
—Eres una chica desafiante, ¿sabías? —citó con una sonrisa en su cara—. No me gusta desobedecer mis propias normas, pero no les comentaré nada a sus padres, puede estar tranquila.
—¿Hay algún truco? —cuestioné, sorprendida.
—¿Truco? —frunció el ceño—. Ah, ya sé a qué te refieres y no. Bueno, en realidad sí. Simplemente no vuelvas a romper las normas y todos contentos, ¿no?
—Ya... claro —preferí no decir más nada para que el trato quedara firmado sin ningún inconveniente.
—Señorita... Eh... Victoria, le estaba... te estaba buscando —dijo Archer tras aparecer por detrás de Melville, quien se giró al escucharlo.
Se notaba como Archer le costaba cambiar su forma educada de hablar a una más adolescente.
—¿Otra vez usted? —cuestionó el director con la ceja arqueada.
—Sí, es mi novia —respondió Archer con la mirada clavada en los ojos de Melville, quien simplemente rio y me dejó paso—. Así que discúlpeme, pero quisiera hablar con ella.
«¿Cómo?», me pregunté, sorprendida.
No me esperaba para nada la respuesta de Archer. Sin embargo, supongo que era la mejor manera para que él se pudiera librar del director.
Cuando pasé por el lado de Melville, este me dijo algo en bajito.
—Entre el chico con tatuajes y el novio sobreprotector vas estupendamente, señorita Watson —murmuró con sarcasmo y rio—. Suerte.
Melville se despidió de ambos de manera educada y se marchó para dejarnos solos.
El nuevo director me estaba empezando a caer demasiado bien. Seguramente fuera el típico docente que le encantaba tener un buen trato con sus alumnos y que se comportaba con ellos como si fuera su amigo. Tenía el presentimiento de que Melville me iba a ayudar mucho para poder librarme de mi supuesto novio protector y que podría contar con él para cualquier cosa.
¡Holaa! Hoy sí pude publicar el capítulo un domingo jaja. La semana pasada es que sinceramente se me olvidó. Estuve con mi familia y mi prima (casi hermana para mí), quien se casó el día anterior y ni me acordé. Lo recordé cuando estaba en el bus yendo hacia la ciudad donde estudio, pero cuando llegué al piso de estudiante donde resido, se me volvió a olvidar :) En cambio, esta semana me prometí ser puntual y aquí tenéis el capítulo.
Se están acercando las Navidades y me encanta ver las luces encendidas por las calles de mi ciudad. No obstante, por otra parte me deprimo por el simple hecho de que en la temporada de Navidad tendré que estudiar para los exámenes de la Universidad, que los tengo en enero. Ya estoy comenzando un poco para quitarme peso de encima y estar algo desahogada, pero de todas formas apenas podré tener vacaciones :(
¡Ronda de preguntas!
¿Álex está actuando bien en desconfiar de Victoria? (recordad que él no está en la cabeza de Victoria para saber qué es lo que ella piensa realmente, no como ustedes que podéis leer su versión de la historia)
¿De qué está avisando Zyon a Victoria? ¿Qué crees que puede saber él?
¡Hasta el próximo domingo! ¡Suerte con los exámenes!
Atte: Nezla
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