36. El sótano.
CAPÍTULO 36
EL SÓTANO
TORI
Me separé rápidamente de Alex y dirigí mi mirada hacia las escaleras. No tardé ni un segundo en reaccionar y correr hasta allá. Bajé a la primera planta con Alex detrás de mí y todas las luces se encontraban apagadas, al igual que el sonido de la música del altavoz.
A cada pisoteada que daba en el suelo mis zapatos se empapaban de agua, pues el techo no paraba de gotear. Bajamos esta vez a la planta baja y encontramos a todo el mundo asustado. Sin embargo, la gente de la fiesta comenzó a tranquilizarse. Quizá pensarían que se había ido la luz y que había una avería en la primera planta causante de toda el agua en el suelo. Sin embargo, no tenían en cuenta que posiblemente hubiera alguna amenaza que los pusiera en peligro.
Inspeccioné un poco el lugar para comprobar dónde podría haberse ocasionado la avería y mis ojos captaron a Bruno en el jardín trasero de la casa. Se encontraba alrededor de los invitados, con los pies mirando hacia la casa y con la mirada puesta en nosotros.
Alex y yo caminamos dirección al jardín, apartando a la gente con las manos. Iba con cuidado de no tropezarme con algún mueble, pues podría decir que el agua me cubría hasta los tobillos. Cuando abrí la puerta que daba al jardín, esa cantidad de agua se escapó de mi casa rápidamente, como si estuviera huyendo. La parte baja de mis vaqueros grises se encontraba totalmente pegada a mis piernas al estar mojada.
Volví a buscar con la mirada a Bruno y se encontraba en el mismo lugar, mirándonos con el semblante serio.
—Detente, Victoria —me ordenó Alex a mi lado—. Puede ser una trampa.
Le hice caso y me quedé parada justo enfrente de la puerta del porche. No obstante, ese no era el plan de Bruno, pues él empezó a caminar hacia nosotros, hasta llegar a nuestro lado.
—Me ha ofendido bastante que no me hubieras invitado a la fiesta, Tori —declaró Bruno con el semblante serio, pero enseguida sonrió.
—Quizá sea porque no eres bien recibido aquí —intervino Alex con actitud desafiante—. Qué pena —le vaciló.
—Creo que tú tampoco estabas invitado, Brooks —se dirigió hacia Alex y soltó una carcajada—. Qué pena —lo imitó.
Los dos estaban bastante cerca el uno del otro. Bruno aún tenía la sonrisa en su rostro mientras que Alex lo miraba con rabia. Temía que en cualquier momento empezaran a pegarse, montando otro escándalo. Adelanté un pie con intenciones de separarlos para evitar que a Alex le pasara algo y para evadir el posible escándalo que formarían. Mi padre seguramente estará averiguando que les había pasado a las instalaciones de la casa y por eso seguramente no se dio cuenta aún de que Alex se encontraba aquí, pero si se peleaba, podrían llamar la atención de los guardias y Alex podría acabar bastante mal.
No obstante, llegó Christian en ese momento y se metió en medio, empujando a Bruno, quien empezó a reír.
—¿No te quedó claro cuando te ordené que dejaras en paz a Victoria? —cuestionó Christian con tono desafiante.
—Creo recordar que no eres su novio —dijo Bruno y sonrió—. Más exactamente, creo recordar que estaba libre —miró esta vez a Alex, quien apretó los puños—. Libre para mí —recalcó cada palabra.
Alex lo miró con furia y se adelantó un poco para dirigirse a él y propinarle un puñetazo. Sin embargo, Christian lo detuvo, sorprendentemente, y se dirigió de nuevo a Bruno.
—Uno —empezó a decir Christian y levantó el dedo índice—, no me hace falta tener una etiqueta para proteger a una persona a la que quiero demasiado. Dos —levantó también el dedo corazón—, Tori obviamente es libre, con pareja o sin ella. Y tres —levantó el dedo anular—, no eres nadie comparado con la persona que tengo a mi lado —dijo refiriéndose a Alex—. Siento decirte que Alex te supera, querido Brunito.
—Que bajo has caído Christian... —murmuró Bruno tras soltar una carcajada—. ¿Qué necesidad hay de juntarse con el Fumeta? No me esperaba esto de ti.
—Al menos él trata bien a Victoria —masculló Christian entre dientes.
—¿Te refieres a la chica que siempre tenías en la cama? —inquirió Bruno con tono divertido.
Christian se acercó aún más a él. Esta vez sus puños se encontraban cerrados y con bastante fuerza. Podría asegurar que se estaba clavando las uñas en la palma de la mano. Vi de reojo que Alex también reaccionó y se acercó a ellos, con intenciones de participar en la pelea. Sin embargo, decidí intervenir y me metí en medio de los tres.
No dije nada y tomé del brazo a Christian y a Alex para llevármelos al interior de la casa. Sin embargo, Alex hizo resistencia. Él se zafó de mi agarre y se acercó a Bruno para propinarle ese puñetazo que tanto ansiaba darle. Christian rio al ver la reacción de Alex, quien se volvió a acercar a nosotros para dirigirnos a la puerta del salón.
En cambio, cuando nos volvimos a girar para emprender el camino, Deia apareció en nuestro campo de visión, delante de la puerta.
—Cucú —musitó Deia con una sonrisa siniestra en su cara.
—¿Qué diablos? —cuestiona Christian, alucinando.
Deia comenzó a caminar hacia nuestra dirección, intentando encerrarnos entre ella y Bruno, quien se encontraba con la cabeza ya levantada, la mano en su barbilla y la mirada enfadada.
Di unos pasos hacia mi derecha para evitar ese encierre y escapar. Aún tenía sujetado a Christian del brazo e hice lo mismo con Alex para que ambos me siguieran. No obstante, Bruno hacía nuestros mismos movimientos mientras Deia seguía caminando hacia nosotros.
El agujero de la piscina ahora se encontraba a nuestras espaldas y ahora sí que estábamos atrapados sin escapatoria. Miré la profundidad de ese charco de agua y todo se tornaba negro ahí abajo. Tuvimos que dar un paso más, ya que ellos seguían acercándose a nosotros, y nuestros pies tocaron el borde de la piscina.
—No creo que aquí nos hagan algo —nos susurró Alex—. Hay mucha gente dentro de la casa.
—¿Estás seguro? —cuestionó Bruno, quien al parecer se enteró, y esbozó una sonrisa
Si seguían caminando hacia nosotros, ellos mismos se encargarían de empujarnos y dejarnos caer al agua. No me asustaría si no fuera porque hasta hace poco me di cuenta de que Deia era capaz de tener el control de agua y posiblemente ella creara charcos que parecían ser portales.
Justo en ese mismo momento, algo parecido a una cuerda fue enrollada de la nada en el cuello de Bruno, ahogándolo. Miré con atención qué acababa de ocurrir y al ver el material de la cuerda, solté un suspiro de alivio. Era una planta y eso me daba a entender que Aguijón Verde se encontraba aquí.
Bruno se llevó las manos a la cuerda e intentó quitársela, ya que se estaba quedando sin oxígeno. Él dio unos pasos hacia atrás y Deia lo miró con el ceño fruncido. Ella, al ver a Aguijón Verde viniendo hacia nosotros con cuatro personas detrás de él, se convirtió en agua, cayendo al suelo y desapareciendo de mi vista.
Cuando Aguijón Verde llegó a nuestro lado, pude percatarme de que detrás de él se encontraban Zyon, Dolan —el chico que controlaba las plantas—, Poppy —el vagabundo—, y Roxy... —la chica del cabello rosa del pub que se llamaba Veneno—. Al ver a esa joven ahí, dirigí rápidamente mi mirada a Alex, quien estaba observando la escena con el ceño frunció, aunque, cuando vio a la chica, también me miró.
—Suéltalo ya, Dolan —Aguijón Verde se lo ordenó a Dolan, quien tenía los ojos verdes brillantes.
Él le hizo caso y enseguida Bruno pudo volver a respirar. Los ojos de Dolan dejaron de brillan al momento y volvieron a su color marrón. Bruno sostuvo su compostura posando sus manos en las rodillas y respirando con gran rapidez.
—Hola —saludó Roxy con una sonrisa y enseguida dirigió su mirada hacia a Alex.
Iba a decir algo, pero Poppy se me adelantó.
—Feliz cumpleaños, pequeña Vicky —me felicitó y se acercó a mí para darme un fuerte abrazo.
—Gra-gracias... —murmuré.
Vi por el hueco de la clavícula de Poppy cómo Aguijón Verde se acercaba a Bruno.
—Me hubiera gustado haber acabado contigo y con tu padre en aquel almacén —habló Aguijón Verde—, pero recuerda que aún estoy a tiempo. Estás rodeado de cinco hombres escorpión —se refirió también a mí— y puedes acabar bastante mal si no corres ya.
Me separó de Poppy cuando Aguijón Verde nombró al padre de Bruno, fruncí el ceño, confundida. Sin embargo, enseguida me di cuenta de que Barnett era bastante parecido a él y ahí me concordó todo. Bruno me contó a principio de curso que habían llamado a su padre para que trasladase su empresa a Riddle Woods y ahora ya sabía que se trataba del Experimento Susac. Zada había sido secuestrada en verano y los hombres de negro necesitaban refuerzos para capturar a Alex. No obstante, Bruno nos encontró a ambos.
De nuevo, iba a decir algo, pero un grito que provenía del interior de la casa me hizo callar. Todos dirigimos la mirada hacia la puerta y seguidamente Alex y yo nos miramos con la expresión entre sorprendida y asustada. Ambos supimos desde primera hora de quién provenía ese grito.
—Vivian —murmuramos los dos a la vez.
Alex y yo corrimos hacia la puerta y entramos en la casa. Observamos el lugar, el cual ahora volvía a ser un escándalo. Las personas, con ese grito, se revolucionaron y se escaparon de la casa, asustadas. Nos adentramos aún más en la casa en busca de Vivian y la puerta del baño de la planta baja nos asustó. De ahí aparecieron Louis y Lee, alarmados por el grito pero también despeinados y con los labios hinchados.
Alex miró a Lee, quien se encogió de hombros mientras esbozaba una pequeña sonrisa vergonzosa. Louis clavó su mirada en Alex y parecía que iba a echarlo a patadas por la expresión que puso, pero relajó sus músculos cuando Lee tosió.
Volvimos a escuchar otro grito de Vivian y nos dimos cuenta de que se encontraba cerca de nosotros. Investigué con la mirada donde se podría encontrar antes de ponerme a buscar como loca. Con los pies parados y la respiración agitada, vi que una gran cantidad de agua mojaba la puerta del sótano. Gotas bajaban desde lo más alto de la puerta hasta el suelo, empapando toda la madera.
Me dirigí hacia ahí y puse la mano en el pomo. Estaba indecisa, pues no sabía si era buena idea bajar al sótano o mejor no arriesgarme a morir. Nunca había estado ahí abajo, ya que siempre estaba cerrada con llave. Mas giré un poco el pomo para comprobar si había acceso al lugar y la puerta se abrió delante de mis ojos, mostrándome un lugar bastante oscuro y tenebroso.
—Victoria... —murmuró Alex con tono preocupado y de advertencia—, no creo que sea buena idea.
Ni lo miré cuando decidí dar un paso hacia adelante y comenzar a bajar las escaleras. A cada escalón que bajaba mi cuerpo se sumergía más en el agua. La zona del sótano estaba bastante inundada.
Una vez abajo, el agua me llegaba a la cintura. A pesar de que no se veía apenas nada por la lobreguez del sótano, seguía caminando, casi inconscientemente. Me costaba bastante andar cuando la mitad de mi cuerpo estaba sumergido bajo agua y mucho más cuando tenía el pavor de encontrarte algo debajo, como Deia. Escuché algo moverse a mi lado en el agua. Me giré para identificar la amenaza y me llevé la mano al pecho al ver a Alex siguiéndome.
—¿Por qué bajas? —cuestioné, mirándolo.
—Eso mismo debería preguntarte yo a ti, ¿no crees?
—Tengo que averiguar qué pasa —contesté y observé mi alrededor.
—Está bastante claro qué es lo que pasa, Victoria.
—Ya, lo sé —volví a mirarlo—. Tengo que encontrarla cuanto antes.
—Eso es peligroso —me advirtió y se acercó a mí.
—Ahí arriba se encuentran mis amigos y mi hermano —le expliqué y él asintió—. Este es mi problema y tengo que solucionarlo antes de que alguien resulte herido.
Alex me tocó la mano y entrelazó nuestros dedos. Mientras tanto, subió los dedos de la otra por mi brazo, erizándomelos, hasta llegar a mi mejilla para acariciármela.
—Tienes que subir y comprobar que la gente está bien —le encomendé.
—¿Y dejarte aquí sola? —cuestionó mientras seguía acariciando mi moflete—. Ni pensarlo. Además, Vivian es mi hermanastra.
—Y mi mejor amiga —dije con rapidez, pero no lo vi muy convencido—. Alex, estaré bien —murmuré y solté un suspiro—. No me pasará nada...
Quería creerme mis palabras, pero había dos visiones que dijeron que esa chica podría acabar conmigo. La primera fue mi pesadilla y todas las que he tenido durante este tiempo siempre se han hecho realidad. La segunda fue el dibujo de Oswald. Él me pintó empapada de agua y sin vida.
No obstante, si realmente esos hechos se iban a cumplir, no iba a arrastrar a Alex conmigo. El futuro ya estaba escrito y solo yo podía cambiarlo. Posiblemente esa forma fuera saliendo del sótano y huyendo de aquí, pero eso podría ocasionar la muerte de algún ser querido. La única manera de cambiarlo podría ser enfrentándome a mi destino y luchando hasta el final, aunque fuera sola.
—No te voy a dejar sola —susurró cerca de mis labios. Sus palabras tenían un tono bastante duro—. Te lo prometí y...
—Las promesas no se rompen —repetimos los dos a la vez.
—Daniel un día me dijo que podía luchar contra el destino y escribir mi propio final... —masculló Alex con los ojos llorosos, seguramente por recordar a su hermano pequeño—. Aunque esto sea muy cursi, yo quiero un final contigo, rubia...
—Y lo tendremos —le hice saber, pegando mi frente con la suya.
—Por eso déjame permanecer a tu lado —susurró, aún acariciándome la mejilla—. Si Deia aparece, combatiremos juntos contra ella. ¿Escuchaste bien? Juntos.
Asentí y suspiré.
—Victoria, no es buena idea —insistió Louis desde arriba. Él seguía en la planta baja junto a Lee y Christian.
Por enésima vez, no me dio tiempo a hablar, pues la puerta del sótano se cerró en ese mismo momento. Esta vez sí que había oscuridad en el interior del lugar y el miedo se apoderó de mí. A mí siempre me dieron miedo los sitios tan apagados, aunque yo demostrara lo contrario, y encontrarme aquí sin luz me agobiaba.
Me aferré a Alex con la respiración agitada y él me rodeó con una mano la cintura y con la otra la cabeza para que me sintiera protegida.
Una risa se escuchó en la zona en forma de eco y Alex me abrazó aún más mientras que ambos girábamos sobre nosotros mismos para identificar de dónde venía ese sonido, pero no se veía nada con la oscuridad. Me separé un poco de Alex y saqué el móvil —acuático— del bolsillo del pantalón para encender la linterna y poder ver algo.
El sótano estaba comprendido por una gran sala que conectaba a una puerta que seguramente diera a la supuesta sala de emergencias si pasaba algo. Sin embargo, ahora podría decir que ese cuarto era como una zona de trabajo de mi padre, donde ni mi hermano ni yo podíamos entrar para no descubrir su tapadera.
Caminé por el agua y me acerqué a la puerta con intenciones de abrirla, pues Vivian tenía que estar ahí detrás seguramente.
—Victoria, cuidado —dijo Alex a mis espaldas.
Algo pasó al lado de mis piernas, provocando que los pelos se me pusieran de punta a causa de un gran escalofrío. Giré sobre mí misma, asustada.
—¿Qué pasó? —preguntó Alex, preocupado.
—Algo ha tocado mi pierna —le contesté y tragué saliva.
—¿Cómo? —cuestionó y se acercó a mí para protegerme si Deia se atrevía a atacar.
Saber que Alex se encontraba a mi lado me hacía estar bastante más segura.
No quería que le pasara nada por mi culpa, ya que en este caso Deia me quería matar a mí y podría hacerle algo a Alex solo por protegerme. No obstante, si los hombres del proyecto Susac vinieran a por Alex, yo haría lo mismo que él. Nos prometimos que íbamos a estar juntos para protegernos. Si realmente teníamos que luchar contra esa gente, lo haríamos juntos, en el mismo bando, y no como enemigos.
Sentí una mano agarrarme de los tobillos y pegué un salto, asustada. Alex me apartó y se puso delante de mí. Alumbré con el móvil y vi un brazo salir a la superficie y luego a una chica de cabello castaño, quien, al apartarse los pelos de la cara, pude detectar que era Vivian. Ella se encontraba asustada y con la respiración agitada.
—¡Vivian! —grité y le di el móvil a Alex para luego abrazar a mi amiga.
Ella no respondió mi abrazo, seguramente porque estaba anonadada. Su respiración aún estaba algo descontrolada y ella se encontraba totalmente mojada de pies a cabeza. Me separé un poco de mi amiga y coloqué mis manos a ambos lados de sus mejillas para comprobar que no tenía ninguna herida.
—¿Estás bien? —le pregunté, bastante preocupada.
La luz de la linterna se desvió, pues Alex apuntó hacia otro lado. Se escuchaba el agua con cada movimiento suyo.
—Victoria... —musitó Alex.
—¿Qué pasa? —le pregunté, girando la cabeza para mirarlo.
Él se encontraba de espaldas a mí, alumbrando con la linterna a un punto del sótano. Él no dijo nada y no hacía falta. Seguí con la mirada la luz del móvil y vi a una chica flotando en el agua. Esa persona se encontraba bocabajo y todo su pelo ocultaba cualquier pista de su rostro.
Alex y yo nos miramos con preocupación y sorpresa. Esa persona podría ser cualquiera de la fiesta y la verdad no quería ningún asesinato en mi propia casa.
Me separé un poco de Vivian para girarme y observar el cuerpo con mejores perspectivas. Alex decidió acercarse para identificar a la chica. Una vez a su lado, levantó con cuidado su cabeza, agarrándola de los pelos, y rápidamente me miró. Sus ojos mostraban terror y preocupación. Soltó la cabeza de la chica, quien en ese mismo instante se hundió en el agua, para dirigirse hacia mí con gran velocidad y empujarme, tirándome al agua.
Burbujas salieron de mi boca, intentando respirar, y abrí los ojos debajo del agua. La linterna de mi móvil se había caído de las manos de Alex y estaba alumbrando debajo del agua. Miré hacia los lados, anonadada, e hice amago de salir a la superficie para averiguar qué había pasado, pero, de repente, vi el cuerpo de Vivian sumergido y ella se encontraba con los ojos cerrados. Abrí la boca de la sorpresa y una gran cantidad de agua entró por mi garganta. Salí rápidamente a la superficie y empecé a toser.
Después de aclarar mi vista, pude contemplar a Alex con la mano alzada, como si estuviera intentando sostener algo para que no le diera. Delante de él se encontraba Deia con un trozo de cristal cortándole la palma de la mano.
«Deia se había hecho pasar por Vivian para confundirme y luego clavarme el cristal en el corazón..., como en mi pesadilla», pensé.
Alex, al levantar la cabeza de la chica, vio a Vivian y, cuando se giró, vio a Deia con intenciones de clavarme ese cristal. Por eso me apartó y... la detuvo.
La sangre rebrotaba de la mano de Alex. Su cara demostraba dolor. Tenía los dientes apretados y soltaba por su garganta algunos pequeños gruñidos. Sus dedos se apretaban alrededor del cristal y Deia seguía ejerciendo fuerzas para intentar librarse de su agarre, haciendo más profundo el corte.
No pude hacer otra cosa que abalanzarme sobre Deia para desequilibrarla y ahogarla en el agua. Aunque eso era algo inútil, ya que ella tenía branquias en su cuello. El cristal se cayó al suelo, debajo del agua, y yo me sumergí con Deia. La agarré del cuello, para taponar sus branquias y ahorcarla con mis manos. Sin embargo, unos dientes salieron de sus vías respiratorias, mordiéndome la palma y los dedos. La solté rápidamente y subí a la superficie.
Alex me atrajo a él y yo me aferré a su cuerpo. Ambos nos manchamos la ropa de la sangre de nuestras manos.
—Ve a por Vivian —le ordené a Alex.
—No te voy a dejar sola con Deia —se negó.
—Alex, tenemos que sacar a Vivian de aquí y quitarle el agua de los pulmones ya —apunté.
—Ya..., pe... —no pudo terminar ni la palabra.
Deia me tomó de los tobillos y me sumergió de nuevo debajo del agua. La linterna del móvil en el suelo pudo ayudarme a verle la cara. Deia volvió a tener el cristal entre sus dedos y lo dirigió hacia mi brazo, haciéndome un corte en el bíceps. Intenté interceptar sus manos con las mías y detuve el siguiente ataque. Forcejeé y le pegué una patada en el estómago.
En ese mismo instante las manos de Alex interceptaron mi camiseta y tiró de ella para sacarme a la superficie. No obstante, Deia también lo hizo y parecía tener bastante fuerza debajo del agua. Ella tiró fuertemente de mí y las manos de Alex me dejaron escapar sin querer.
Deia hizo otro amago de querer atizarme con el cristal y esta vez en la parte del corazón. Mas llevé mi mano a su muñeca y se la torcí, haciendo que abriera la palma de su mano y que el cristal se volviera a caer. Tomé de la camiseta a Deia, tal y como ella hizo antes conmigo, y salí del agua con ella a mi lado. Caminé hasta la pared, aún agarrándola y empujándola a la vez, y la estampé contra la madera.
—Busca el cristal —le pedí a Alex mientras retenía a Deia contrala pared.
Ella hacía esfuerzos para librarse de mí. Incluso el nivel del agua subió, quedando hasta mi cuello, del cual ella me agarró y, gracias a su control y poder que tenía con el agua, fue ella quien me dominó y me estrelló contra la pared, cambiando las posiciones.
El aire empezó a faltarme en los pulmones. Llevé mis manos a mi cuello e intenté quitar los dedos de Deia de ahí. El nivel del agua seguía subiendo y ahora me llegaba casi por encima de la boca. Estaba tragando agua mientras que Deia impedía que el oxígeno entrara por mi garganta.
Mis ojos pesaban y no podía seguir manteniéndolos abiertos. Me sentía apenas sin fuerzas y me dolía el pecho. Deia elevó su mano para tomar algo que se encontraba en la estantería de nuestro lado. Enseguida un destornillador apareció delante de mis ojos y Deia lo dirigió a mi corazón. No pude sentir nada, ya que mis ojos ahora solo veían negro. Incluso dejé de resistirme a su agarre. Mi cuerpo se durmió por la falta de oxígeno.
¡Hola! Perdón por estar algo desaparecida jeje Estuve bastante liada con la matrícula de la Universidad y la mudanza al piso de estudiante. Además, me fui de viaje y obviamente he estado concentrada en disfrutarlo al máximo. Ya la semana que viene se termina mi verano y empiezo con las clases de la Universidad, aunque sinceramente tengo ganas de ver a mis compañeros e irme a vivir a la ciudad.
Ya tenéis aquí el capítulo tan esperado, cuyo final es un poco... ¿shockeante? Deia la creé con el propósito de que fuera un personaje que diera miedo de verdad y que fuera difícil de derrotar -y lo será-.
¿Qué ha pasado con Tori? ¿Está bien?
En el próximo capítulo lo sabréis... 7u7
Posdata: quizá durante esta semana publique un avance de mi nuevo libro, titulado Geoda :) Apenas tengo escrito sobre esa historia, pero sí tengo un gran guion donde resumo todos los hechos de principio a fin.
¡Hasta la próxima!
Atte: Nezla.
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