34. El partido de voleibol.
CAPÍTULO 34
EL PARTIDO DE VOLEIBOL
ALEX
No había visto a Victoria desde hace tres semanas y me estaba preocupando bastante. Le enviaba mensajes y no me los contestaba. Es más, cuando la llamaba, me saltaba el contestador. También le envié mensajes a Louis, pero me tenía bloqueado por todas partes. No sabía por qué motivo. Temía que le hubiera pasado algo a Victoria y estaba al borde de la desesperación.
La última vez que la vi fue cuando llegué de Madrid. Ella me estaba esperando en el aeropuerto. Cuando mis ojos la contemplaron, no pude sentirme más aliviado y feliz. Había sentido bastante miedo al enterarme de que ella se encontraba justo en la casa de la persona que aparecía en el vídeo de mi madre. Y ese hombre era nada más y nada menos que el director del instituto Riddle High.
Caminé hacia donde se encontraba Victoria y solté las maletas para darle un fuerte abrazo. Por fin pude respirar tranquilo al saber que ella se encontraba bien. A las espaldas de Victoria vi a Zyon y me tensé. Victoria nos presentó y la situación no fue muy agradable. Ambos no apartamos la mirada del otro y se notaba una mala tensión entre los dos. Victoria me explicó que Zyon se había encargado de traerla, para que no hubiera ningún problema, y que ya se iba para dejarnos solos. Nada más desaparecer Zyon de mi vista, Victoria y yo fuimos a buscar un parque para sentarnos en un banco y hablar tranquilamente.
Las nubes del cielo seguían teniendo un color bastante oscuro, avisando de que dentro de poco gotas de agua iban a mojar las calles de Riddle Woods. Incluso podría tronar, pues el cielo tenía un color demasiado feo.
—Odio la lluvia —opiné, mirando el cielo.
Estaba en un parque e iba a empezar a llover. No era un plan nada agradable para mí, ya que estos lugares me recordaban a la promesa que le hice a Daniel, la cual no cumplí.
—Es verdad que la lluvia trae malos recuerdos, pero también tienes que ver la parte buena —dijo Victoria, mirándome.
—¿Y cuál es? —cuestioné.
—Recuerda.
—¿El qué? —fruncí el ceño.
—Algún momento bueno que te haya pasado debajo de la lluvia —apuntó y sonrió de lado.
—No hay ninguno —mi cara se tornó triste.
—¿Seguro? —alzó una ceja y amplió su sonrisa.
—No...
—¿Y el beso que nos dimos bajo la lluvia? —preguntó.
—Con la miel en los labios... —recordé y una gran sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro—. Ese día fue increíble.
—Y fue un día de lluvia —indicó con una sonrisa y yo asentí.
Normalmente los días de lluvia lo relacionamos con acontecimientos malos. No sabía por qué, pero la mayoría de las veces cuando llovía, mi estabilidad emocional decaía. Sin embargo, muchas veces también ocurrían cosas geniales durante esos días tan revoltosos, como lo era el beso bajo la lluvia con la miel en los labios. No recordaba que hubiera sido así en un primer momento y era por mi negatividad durante estos días, algo que tenía que aprender a dejar atrás. Como dijo Victoria: la lluvia trae malos recuerdos, pero también tienes que ver la parte buena.
Victoria me explicó qué fue lo que pasó en la casa del director. Cuando escuché a través de la videollamada que los dibujos de ese niño se hacían realidad y que había pintado a Victoria apuñalada, me había vuelto loco. Pensé que Victoria no iba a salir viva de esa casa y mucho menos cuando su móvil se apagó de repente, cortando la videollamada. Me descontrolé y Gaby intentó calmarme. Mas verla ahora conmigo y bien hizo que mi corazón volviera a su sitio.
Sin embargo, si realmente ese chico predecía el futuro a través de dibujos y las pesadillas de Victoria también se hacían realidad, eso quería decir que...
«No, me negaba a pensar que eso podría llegar a pasar», me repetí en la cabeza.
No obstante, no sabía nada de Victoria desde hace tres semanas y el pavor volvió a apoderarse de mi organismo. Cuando ambos nos despedimos, Louis fue a recogerla y ya desde ahí no sabía más nada de ella. La llamé y me saltaba el contestador. Intenté contactar con su hermano y al parecer había bloqueado mi número. También hice una llamada a Christian y él me comentó que no sabía nada, pues se había mudado a Spooky Hills. En cambio, también me pidió que si me enteraba de algo, lo avisase, ya que con mi llamada se había preocupado también por Victoria.
Me encontraba sentado en la orilla de mi cama con las manos en la cara, desesperado. De la impotencia, quería llorar. Volver a la casa de mi padre había sido mortal para mí. Todo me recordaba a Daniel y mucho más a ese día que la pasamos los dos juntos y solos. Tenía en una de mis manos el dibujo que me hizo, donde estábamos los dos en un bosque, y en la otra tenía la carta de Santa Claus, en la que le pidió que no me fuera nunca de su vida...
Y ya no solo quería llorar por eso, sino también por la desaparición de Victoria. Lo hablé con Dexter y me dijo que quizás el padre la había castigado por haberse escapado y no aparecer durante un día entero. Esa era la conclusión más razonable que mi mente escuchó y, por ello, mi piel sudaba por la desesperación. Según me había comentado Victoria, ella desconfiaba de sus padres, ya que pensaba que podrían ser miembros del proyecto Susac.
Me pasé las manos por el cabello, tirándome de él, y una lágrima abandonó mi ojo. En ese mismo momento, alguien llamó a la puerta de mi habitación. Levanté la cabeza y vi a Vivian con el semblante preocupado.
—¿Aún no sabes nada de Victoria? —preguntó, acercándose a mí.
Negué con la cabeza y mis ojos se cristalizaron un poco más.
Vivian también había estado enviando mensajes a Victoria y llamándola, pero su móvil parecía estar apagado. Asimismo, llamó a Louis y tampoco le contestó. No obstante, fue a su casa para comprobar que todo iba bien y el padre de Victoria, Duncan, le explicó que su hija estaba en perfecto estado y que estaba ocupada dando clases extras por su ausencia en el instituto. Mas yo eso no me lo creía y tampoco Vivian después de todo.
Pasaron los días y seguía sin saber de ella. Dexter y Lee me convencieron para ir al partido de voleibol que se jugaba hoy en el gimnasio del instituto Riddle High. Ellos decían que si realmente el padre de Victoria decía la verdad, Victoria tendría que estar jugando ese partido.
Me encontraba delante del espejo del cuarto de baño retocándome el cabello con las manos. Tomé mi móvil, que estaba apoyado en la encimera, y revisé por cuarta vez los mensajes para ver si tenía uno de Victoria o de Louis, pero nada, mi buzón se encontraba vacío. Bueno, en realidad sí tenía un mensaje y era de Zada. Cuando me fui a España, la hermana de Zada, Vera, había decidido irse de viaje durante las vacaciones de Navidad para así alejarse de Riddle Woods, como yo hice.
Salí del baño y me dirigí a mi habitación para tomar la chaqueta vaquera negra y ponérmela encima de la sudadera. Bajé las escaleras y caminé hasta la puerta, aunque no llegué a abrirla debido a una voz que me detuvo. Vivian quería venir conmigo para comprobar si Victoria estaba en el gimnasio. Ella estaba igual de preocupada que yo y no pude evitar aceptar su petición. Los dos nos montamos en el coche, ―yo en el asiento de piloto y ella en el del copiloto―, y nos dirigimos hacia el instituto Riddle High.
Nada más llegar, estacioné en el mismo lugar de siempre, que era debajo del cerezo. Ahí se encontraban Lee y Dexter esperándome, quienes se sorprendieron al ver a la mismísima Vivian Morris acompañándome.
—Seguro que está ahí adentro, tranquilo —dijo Lee, refiriéndose a Victoria e intentando calmar mis nervios cuando llegué a su lado.
—Vamos —les pedí y emprendimos el camino hacia el gimnasio, que estaba detrás del instituto.
Pasamos al lado del campo de césped y cruzamos las puertas del gimnasio que daban a las gradas. El lugar se encontraba repleto de personas sentadas, esperando el partido y también haciendo sonar bocinas y tambores. Abajo, en la pista, estaba la red de voleibol y varios árbitros hablando entre ellos. Los jugadores seguramente ahora se encontrarían en sus respectivos vestuarios preparándose y escuchando las tácticas del entrenador.
Caminamos por el pasillo, en busca de asientos. Vivian se desvió un momento del grupo para hablar con una amiga que la había saludado y nosotros nos fuimos a sentarnos en un lugar un poco apartado de la muchedumbre.
Enseguida el árbitro hizo pitar su silbato y los dos equipos salieron por sus respectivas puertas. Los espectadores empezaron a animar a base de gritos o ruidos con los tambores y bocinas, haciéndome temblar el tímpano. Mantuve la vista atenta en las jugadoras de ambos equipos y no veía a Victoria por ninguna parte. De nuevo, mi respiración se volvió loca y Lee se dio cuenta. Ella y Dexter intentaron calmarme, pero saber que Victoria podría estar en peligro que causaba nauseas.
—¿Y Victoria? —preguntó Vivian al llegar a nuestro lado y sentarse con nosotros.
Vivian no necesito ninguna respuesta, pues al ver mi cara descompuesta pudo percatarse de lo que estaba pasando. Sin embargo, el árbitro volvió a pitar y las capitanas de ambos equipos salieron por la puerta junto a sus entrenadores. Ahí pude ver a Victoria en el equipo de las camisetas de color rojo y negro.
—¡Den la bienvenida al equipo de las "Anguilas"! —gritó un hombre calvo y con los ojos marrones por un micrófono.
El individuo señaló a las jugadoras que tenían la camiseta morada y negra, que eran de Spooky Hills, y la gente que las apoyaba empezaron a gritar como locos.
—¡Y también al equipo local de los "Aguijones"! —volvió a gritar, señalando esta vez a las jugadoras de las camisetas rojo y negro.
La mayoría de audiencia era de Riddle Woods y el grito de apoyo a los "Aguijones" fue muchísimo mayor que el de las "Anguilas".
Me sorprendió escuchar el nombre del equipo de voleibol de Riddle Woods. No obstante, quizá Victoria, al ser la capitana, le hubiera sugerido al entrenador cambiarle el nombre, pues antes se llamaban las "Panteras".
Ambos equipos rodearon a su entrenador, quien les tenía que comentar las posiciones y las técnicas necesarias para la victoria. El árbitro llamó a las dos capitanas para decidir quién elegía campo y quién ganaba la pelota para sacar. Victoria, junto a la otra capitana, se acercó al hombre y, después de hablar algunas cosas, él lanzó una moneda al aire. Al parecer Victoria ganó la elección del campo, pues el árbitro le entregó a la otra chica el balón. En unos minutos las jugadoras ya estaban colocadas en sus respetivos sitios. Victoria era una de las jugadoras que iba a jugar desde primera hora, y supongo que durante todo el partido.
Había seis jugadoras en cada lado de la red. En la zona de ataque se colocaban tres chicas —las rematadoras y la colocadora—, que se situaban en el extremo más cercano a la red. Dos de esas chicas remataban por las alas y la otra tenía que estar normalmente en el centro de la red para poder colocar las pelotas y realizar el ataque. Victoria ejercía de rematadora y estaba colocada en la zona de ataque, en el ala derecha.
En la zona de defensa se colocaban otras tres chicas —las zagueras y el líbero—, que se situaban en el extremo más alejado de la red y tenían la misión de proteger el campo. Una de ellas tenía que estar normalmente en el centro y podía rematar aquellas veces que la colocadora le lanzaba bien el balón. Otra de las chicas que se situaba en la zona de defensa se encargaba del saque, además de asegurarse de que no cayera la pelota en el suelo de su respectivo campo.
La capitana del otro equipo le había tocado ser zaguera y tenía que sacar, por lo que se situó detrás de la línea de saque. Ella miró al árbitro, esperando que este haga sonar el silbato. El pitido llegó al oído de la chica y esta realizó el saque con mucha elegancia y firmeza. La pelota pasó al otro campo y se dirigía al extremo izquierdo. La zaguera recepcionó perfectamente y pasó el balón a la colocadora, quien mandó la pelota hacia atrás para despistar a los contrincantes y para que Victoria pudiera realizar el remate con fuerza y decisión. La pelota en un segundo tocó el suelo, dejando a la zaguera del equipo contrario con la cara descompuesta.
El equipo de Riddle Woods se agrupó para celebrar el punto y la grada se levantó gritando, algunos quejándose y otros animando. Yo seguía sentado, mirando a Victoria con detenimiento. Quería saber que le había pasado durante estas semanas y si ella se encontraba bien.
Esta vez le tocaba a Victoria sacar, pues al ganar un punto, el equipo tuvo que rotar y las chicas cambiaron sus posiciones. Victoria miró detalladamente el otro campo, como si lo estuviera analizando, y cuando el árbitro pitó, alzó la mano y lanzó la pelota al aire para luego correr, saltar y rematar. Las "Anguilas" recibieron el balón con trabajo y realizaron un ataque, el cual fue interceptado por Madison, una chica de nuestro equipo. Esta le pasó la pelota a la colocadora y esta se la dispuso a Miley, quien se encontraba en el centro, como líbero, y quien saltó para rematar. El balón de nuevo pasó al otro campo y fue recepcionado, pero la rematadora del otro equipo mandó la pelota fuera del campo.
El recogepelotas le dio otro balón a Victoria y ella sacó de nuevo, igual que antes. Sin embargo, esta vez el punto lo ganó el otro equipo, pues realizaron un ataque tan perfecto que dio justo en la línea del campo.
Después de casi media hora de combate, la primera parte acabó. El equipo de Riddle Woods había ganado por poco. Los "Aguijones" habían ganado veinticinco puntos y las "Anguilas" veintitrés. Las jugadoras se acercaron al banquillo para descansar y beber agua. Victoria tomó la botella de agua y se la inclinó en la boca. Parecía bastante cansada y era normal, ya que no paró en ningún momento de moverse y arriesgarse, tirándose al suelo, para evitar que la pelota se cayera.
Ella observó la grada y se detuvo en el rincón donde nos encontrábamos nosotros. Quise levantarme para hacerle saber que estaba aquí, pero preferí no llamar la atención de la gente. Simplemente esbocé una pequeña sonrisa y ella enseguida me respondió con otra, aliviándome.
El entrenador se acercó a las chicas y les explicó otra jugada maestra, además de felicitarlas por su merecida victoria en la primera parte. Cuando pasaron quince minutos de descanso, el árbitro volvió a hacer sonar el silbato y las chicas se pusieron en sus posiciones.
En esta parte ganaron las "Anguilas", aunque los "Aguijones" se quedaron muy cerca de la victoria. Entonces, tuvieron que hacer dos partes más, pero volvieron a quedar empate. Ahora se encontraban dos a dos y tenían que decidir con un último set quien iba a ser el ganador. En esta parte uno de los equipos tenía que llegar a quince en vez de a veinticinco.
De nuevo, les tocaba sacar al equipo contrario, por lo que los "Aguijones" se pusieron en posición de defensa. Después de unos cuantos puntos, el equipo de las "Anguilas" se estaba proclamando como el ganador. Iban doce a cinco e iba a ser imposible ganar para los "Aguijones".
El equipo contrario volvió a sacar. Madison, que esta vez se encontraba en el zaguero derecho, recepcionó el balón sin ningún trabajo y la colocadora se la posicionó a Victoria cerca de la red.
—Silba... Silba... Silba... —esa melodía fue susurrada y llegó a mis oídos.
Miré el campo, asustado, y vi un pequeño charco en el suelo, justo por donde Victoria iba a realizar el salto. Me levanté de la impresión y Victoria se resbaló con el agua, torciéndose el pie y la rodilla que tenía operada. Cayó al suelo en cámara lenta, o así lo vi. Victoria gritó de dolor y se llevó la mano a la rodilla, la cual vi desde lejos que tenía el hueso salido. Hice amago de irme para bajar las escaleras y ayudarla, pero Lee me agarro de la chaqueta y me detuvo.
—Dios mío... Victoria —murmuró Vivian, preocupada.
Victoria seguía quejándose del dolor mientras se retorcía en el suelo. Las jugadoras de su equipo se acercaron todas, asustados y preocupadas, igual que ambos entrenadores, los árbitros y las chicas contrincantes. Vi a Victoria hacer un movimiento brusco con la mano en la rodilla y, con la ayuda de su entrenador, se levantó del suelo. Llegaron enfermeros con una camilla para Victoria, pero ella la rechazó y camino, cojeando, hasta su posición en el campo. Ahora la rodilla parecía estar en perfecto estado, como si ningún hueso se le hubiera salido.
—Victoria, no puedes jugar así —le indicó su entrenador.
Todo el mundo se había quedado en silencio tras la caída de Victoria y podía escuchar perfectamente la conversación.
—Estoy bien, tranquilo —le comunicó Victoria, con la respiración agitada—. Voy a jugar.
—No.
—Puedo jugar —aseguró Victoria—. Por favor —le suplicó al ver a su entrenador poco convencido—. Estoy bien.
—Si te duele la rodilla o algo, no dudes en decírmelo, por favor —le pidió el entrenador a regañadientes y Victoria asintió.
Las jugadoras volvieron a sus posiciones y el partido se retomó. Victoria tenía la mirada centrada en la chica del otro equipo que iba a sacar. Ella, a pesar del terrible dolor que le había provocado la rodilla, seguía luchando hasta el final.
El árbitro pitó y la chica sacó. El balón voló hasta el otro campo y el juego volvió a comenzar. Sorprendentemente, a pesar de que las "Anguilas" habían ganado trece puntos durante este set, los "Aguijones" lograron remontar, sin perder el control del balón en ningún momento, y ganar.
El último punto fue una maravilla. Cuando el balón llegó a nuestro campo, una chica lo recepcionó mal y lo mandó al otro lado de los banquillos. Pude ver cómo Victoria corría, saltaba los bancos y salvaba la pelota. El equipo contrario pasó el balón bastante difícil al otro campo y una de las chicas se lanzó al suelo para interceptarlo. La colocadora se la volvió a pasar a Victoria, quien se encontraba en la otra punta y tuvo que correr para saltar y rematar de una manera tan perfecta que el balón cayó justo delante de su contrincante, dejándolo con la boca abierta. La pelota rebotó y le dio a esa persona en todos los hocicos.
—Perdón —pude leer los labios de Victoria.
Ella se llevó la mano a la boca mientras miraba a la chica que había recibido el balonazo. Las compañeras de Victoria se abalanzaron sobre ella, rodeándola y abrazándola. Las gradas también comenzaron a gritar de alegría. Los "Aguijones" habían ganado después de una dura batalla.
Victoria, una vez libre del abrazo grupal, cojeo un poco hasta llegar al lado de la chica que recibió el balonazo y pedirle perdón. Después de hablar un poco, ella se dirigió al banquillo para sentarse y mirarse la rodilla. El entrenador seguidamente se acercó a ella para inspeccionársela.
Vi de reojo a Louis saliendo de la zona de las gradas y corrí tras él. Cuando llegué a su lado, lo detuve sujetándole de la sudadera. Él se giró y se puso firme y serio.
—¿Qué diablos ha pasado? —le pregunté.
—¿De qué hablas, Brooks? —cuestionó Louis y se zafó de mi agarre con brusquedad.
—Tu hermana lleva casi tres semanas desaparecida.
—No sé si la has visto jugar y ganar ese partido —vaciló Louis—. A lo mejor estás ciego.
—Llevo sin ver a Victoria casi tres semanas —repetí con los dientes apretados dentro de mi boca.
—Quizá sea porque no quiere verte, Brooks —citó con frialdad.
—Claro, por eso antes me sonrió.
—Alucinaciones tuyas o posiblemente una manera para que dejaras de acosarla con la mirada —se encogió de hombros.
—No me lo creo —espeté, mirándolo mal.
—¿Qué pasa aquí? —intervino Lee en la conversación.
—Lee... —Louis la miró.
—Hola, Louis —saludó ella con frialdad.
Lee también estuvo llamando a Louis para pedirle respuestas, además de querer hablar con él sobre lo que podrían tener en un futuro. No obstante, Louis la estuvo ignorando, como a mí y a Vivian.
Ambos se quedaron un rato mirándose y Louis tragó saliva. Luego, él se dirigió a mí para decirme algo:
—No te vuelvas a acercar a mi hermana, Brooks —me amenazó con firmeza—. Ella no quiere saber más nada de ti y está intentado olvidarte así que...
—Entonces aún sigue queriéndome —lo interrumpí.
—Un sentimiento no se apaga de la noche a la mañana —decretó Lee con la mirada clavada en Louis.
—¿Qué le habéis hecho a Victoria? —cuestioné y me acerqué a Louis para agarrarlo de la sudadera.
De repente, un hombre fuerte y robusto se dirigió a mí y me estrelló contra la pared, separándome de Louis. Era el guardaespaldas de Victoria. Este me sostuvo bien fuerte con sus manos. Todo el mundo se nos quedó mirando con caras de sorpresa.
En ese mismo momento apareció Victoria por la puerta de la salida del gimnasio. Su rodilla se encontraba liada por una venda y ella cojeaba un poco. Ambos cruzamos miradas y la suya derrochaba preocupación. El guardaespaldas de Victoria me soltó y se separó de mí. Luego, se acercó a ella para ayudarla a caminar mejor y la dirigió a un coche. No pude intercambiar palabras con ella para saber cómo se encontraba, ya que Louis volvió a ponerse delante de mí.
—Olvídate de ella, Brooks —me aconsejó y miró por un momento a Lee—. Es lo mejor.
Tras decir eso, se acercó al guardaespaldas de su hermana para comunicarle algo en el oído. Victoria ya se encontraba dentro del vehículo, sentada en los asientos traseros. Su guardaespaldas se montó en el asiento del piloto y Louis al lado. El vehículo arrancó su motor y pasó por delante de mí. Vi a Victoria a través de la ventana, pero ella tenía la cabeza agachada.
Algo raro estaba pasando y tenía que averiguarlo. Louis nunca se había comportado así. Él siempre apoyaba en todo a su hermana y la ayudaba, pero ahora parecía que estaba de acuerdo con sus padres y veía una buena idea encerrar a Victoria en la torre de Rapunzel.
«Olvídate de ella, Brooks», recordé las palabras de Louis.
En lavida la olvidaría y mucho menos si ella se encontraba en peligro. Tenía bienclaro que algo estaba pasando e iba a actuar. No toleraré que traten así aVictoria. Intentaré sacarla de esa casa sea como sea.
Adelanto del próximo capítulo...
El plan era colarme en la fiesta de cumpleaños de Victoria y Lee decidió ayudarme. Hoy era 28 de diciembre —sábado— y ella cumplía por fin los diecisiete. No sabía cómo, ya que seguía sin poder relacionarme con ella, pero sus padres le celebraron el cumpleaños. Vivian fue quien me informó. Ella me comentó que Louis le preguntó si ella podía acercarse y acompañar en el día de hoy a Victoria, pero con la condición de que a mí no me comunicara nada. Vivian le hizo un interrogatorio para saber qué estaba pasando, pero él no respondió a ninguna pregunta. Louis simplemente le citó las mismas palabras que a mí.
Y de regalo... (ya que la semana que viene me voy de viaje y no habrá capítulo) un trozo de esta increíble conversación/discusión:
—Entonces..., si no quieres saber más nada de mí..., no te pondrá nerviosa que esté cerca de ti —me acerqué a su oído y susurré—. Tan cerca que besarte ya no sería un delito.
Ella se tensó y apartó un poco su cara de mí, aunque no el cuerpo.
—Aún sigo siendo menor de edad, por lo que... sí, es delito y mi padre está abajo —me amenazó con tono firme y el semblante serio.
¡Hola! De nuevo quise daros un pequeño adelanto del siguiente capítulo (creo que a partir de ahora siempre pondré algún trocito, para dar un poco de intriga y hype). Como he comentado en el apartado anterior, la semana que viene me voy de viaje con mi familia y es en una sierra, donde seguramente la cobertura e internet serán un problema para poder publicar el siguiente capítulo (el cual tiene bastante salseo del que me gusta). Por ello, he decidido subir dos capítulo esta semana, como recompensa.
Y, por cierto, estoy escribiendo otro libro, llamado Geoda, del cual ya os hable. Bueno, solo tengo escrito dos capítulo ya que apenas me puedo concentrar, pero algo es algo, quizá pronto suba el prefacio, aunque tardara un poco. De mientras está esta historia, a la que le quedan unos 10 capítulos.
Por otro lado, tengo en pensamiento otro libro, en el que el protagonista será nuestro querido y rebelde Christian. Sí, él vivirá en Spooky Hills sus propias aventuras, aventuras que acabarán quizá enamorándolo de alguien. ¿Quién diría que el frío Christian podría ablandar su corazón? No sé, pero él es el prototipo de chico que sí es capaz de abrir sus sentimientos hacia otra persona a pesar de su frialdad y rebeldía, no como Zyon. Sin embargo, esa chica lo tendrá complicado para entrar en su corazón, ¿o él lo tendrá complicado cuando se cruce por su camino?
Obviamente esa historia aun no está escrita, pero sí pensada en mi mente. Habrá mucho juego y salseo en ese libro, el cual tengo ganas de escribir, pero no puedo hacer tantas cosas a la vez :(
¡Hasta la próxima!
Atte: Nezla.
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