27. La verdad.

CAPÍTULO 27

LA VERDAD

TORI

Vivian estaba plantada delante de nosotros, observándonos con expresión de decepción. Tenía un brazo cubriendo su barriga y el otro, que era el que tenía las llaves, estaba encima posicionado hacia arriba. Cerró el puño con fuerzas, guardando las llaves en el interior de su mano, y se fue de la cocina tras echarnos unas últimas ojeadas a ambos.

Miré a Alex y él a mí. Los dos teníamos la misma cara de sorprendidos.

—Tengo que ir a hablar con ella... —murmuré, aunque no muy convencida, ya que por una parte no quería ver a Vivian mal, pero por otra tampoco quería que le pasara nada a Alex.

—Ve... —dirigió su mirada hacia la puerta de la cocina—. Y corre, porque creo que se va a ir de la casa.

Justo en ese momento un portazo se escuchó e intuir que provenía de la 'puerta principal.

Asentí y me dirigí hacia el salón, pero me detuve antes de traspasar la puerta. Volví sobre mis pasos y me acerqué a Alex. Lo miré a los ojos y, cuando vi que los suyos estaban algo tristes, lo abracé para tranquilizarlo. Él correspondió el abrazo y me apretó fuertemente entre sus brazos, como si no quisiera perderme.

Al separarme, salí con gran rapidez de la casa y busqué a Vivian por la calle. No tardé mucho, ya que su coche estaba enfrente de la casa y ella se encontraba en su interior con la cabeza apoyada en la ventana.

El suelo de la calle estaba cubierto de nieve, al igual que los árboles. El viento soplaba fuerte y el cielo daba a entender que iba a volver a llover. Bueno, más bien, iba a volver a nevar, ya que las temperaturas seguían bajo cero y yo me estaba helando con solo el albornoz puesto.

Crucé el pequeño jardín delantero, que solo constaba de un camino de piedra, y me acerqué al coche de Vivian. Le di unos toquecitos a la ventana para llamar su atención y ella giró la cabeza. Sus ojos no mostraban enfado como creía, sino tristeza y dolor. Vivian bajó la ventanilla y evitó mi mirada.

—¿Por qué no entras y lo hablamos mejor los tres? —le sugerí.

Ya no solo quería escapar de este frío, sino que también quería que Alex estuviera presente por si yo pudiera ayudarlos a arreglar algo de los dos como hermanastros.

—¿El qué quieres aclarar, Victoria? —cuestionó sin mirarme, puesto que miraba hacia el frente.

—Lo que acabas de ver...

—No soy tan tonta como para saber que te estás follando a ese imbécil para que tenga que hablarlo con ustedes —dijo con el tono frío.

—No lo llames así, Vivian —intenté defenderlo pero con suavidad, para que no le afectara.

—No te metas, Victoria —contraatacó, esta vez mirándome—. No sabes nada.

—Por eso quiero ayudaros... Venga, entra a casa y...

—No quiero volver a esa casa —murmuró de nuevo con la mirada hacia el frente—. Es más, no quiero estar en ningún sitio donde se encontréis ustedes.

Vivian llevó sus manos a la llave del coche y la giró, arrancando el motor. Intenté abrir la puerta del vehículo para detenerla pero esta estaba bloqueada.

—Vivian, por favor —le supliqué, pero ella en vez de hacerme caso, hizo rugir el motor—. ¡Por favor! Eres mi amiga y quiero ayudarte, ¡maldición!

Mis últimas palabras hicieron cambiar de idea a Vivian. Primero me miró y luego apagó el motor del coche. Se salió del vehículo y se plantó delante de mí. Me miró de arriba abajo y arqueó una ceja.

—Ese es mi albornoz.

No me dio tiempo a decir nada, ya que emprendió su caminata hasta llegar a la puerta de su casa y adentrarse en ella. Miré hacia los lados, para comprobar si alguien había presenciado nuestro espectáculo y entré también en la casa. Vivian se encontraba en el salón, sentada en un sofá, a la espera de nuestra charla, y Alex estaba bajando las escaleras con el ceño fruncido. Me dirigí hacia el salón y me senté en el otro sofá.

Alex se asomó al marco de la puerta y no sabía si adentrarse o quedarse ahí parado. Vivian dirigió sus ojos hacia donde yo estaba mirando y, cuando vio a Alex, se levantó de sofá. Pensé que se iba a ir de la casa de nuevo, por lo que me levanté también con gran velocidad. No obstante, ella solamente subió las escaleras. La perseguí y me adentré en su habitación.

—¿Por qué no quieres...?

—No quiero hablar con Alex —me interrumpió, sabiendo ya lo que iba a preguntar, y se sentó en el borde de la cama.

—Bueno... —no sabía qué decir.

—Al parecer los rumores siempre son ciertos —murmuró Vivian con la mirada clavada en sus pies.

—¿Rumores? ¿Qué rumores? —pregunté, confusa, y me acerqué a ella para sentarme a su lado.

—Aquellos que dicen que ambos estabais juntos y que tú le fuiste supuestamente infiel —citó, alzando su cabeza para mirarme a los ojos.

—Yo... Esos rumores no son ciertos.

Después del espectáculo que formaron Alex, Lee y Louis en mitad del pasillo del instituto, no escuché ningún rumor sobre lo sucedido, pero al parecer Vivian se enteró por varias bocas lo que pasó ese día. Sin embargo, el "supuestamente" que dijo daba a entender que esa parte no se la creía, ya que ella me conocía a la perfección y sabía que yo nunca sería capaz de convertirme en Zyon.

—Victoria —dijo con tono firme.

—A ver... tu hermanastro y yo...

—No lo llames hermanastro —me pidió y yo junté mis cejas—. Para mí, no se merece ni esa etiqueta.

—¿Por qué?

—Eso no te incumbe a ti —decretó con el tono de voz frío.

—Bueno, creo que eres mi amiga...

—También lo era hace un mes y nunca me dijiste nada. Sabías que él y yo vivíamos en la misma casa y no fuiste ni capaz de decirme que estabais juntos.

—Tú tampoco me dijiste nunca que ambos erais hermanastros.

—¿Esto va a consistir en reprocharnos cosas o qué? —se quejó.

—No, solo quiero saber por qué nunca me lo contaste y por qué lo odias tanto como para hacerle la vida imposible...

Eso último no quería decirlo, ya que no quería meter el dedo en la llaga. No obstante, ya había salido de mi boca y por una parte era necesario. Ella me había estado mintiendo durante mucho tiempo y también me había estado metiendo mierda de él para que lo quisiera lejos de mí. Quería saber los motivos por los que ella lo odiaba tanto. Además, Vivian amenazó a Alex a través de notas para que se alejara de mí si no quería asumir las consecuencias y le averió el coche. Eso no era acto de buena persona.

—Hacerle la vida imposible... ¿Eso te dijo? —cuestionó y soltó una carcajada irónica.

—No, eso he deducido con todas las mentiras que me has dicho de él y con la manera en la que le has amenazado y le has estropeado el coche —le reproché, teniendo cuidado con mis palabras.

Ella me miró por unos segundos pero no dijo absolutamente nada. Se quedó callada, analizando la situación.

—¿Qué pasa entre vosotros? —intenté indagar.

—¿No te lo dijo él? —cuestionó con una ceja alzada y yo negué con la cabeza—. ¿Y por qué no vas a preguntárselo?

Me quedé unos segundos pensando y por una parte ella tenía razón. Si quería saber la verdad, también tendría que preguntársela a él. Mas nunca quise atosigarlo con esa misma pregunta para no meter el dedo en la llaga para no verlo sufrir. Además, él me dijo una vez que prefería no decir nada, ya que eso sería dar su versión de la historia y no quería posicionarme a mí. Él no deseaba separarme de Vivian, sino que siguiéramos siendo amigas. Por eso, prefería mantenerse callado y no abrir la boca.

—¿En serio estás tan empeñada en saber la verdad? —inquirió Vivian con tono vacilón y yo asentí—. ¿Quieres saber la verdad? ¿En serio, Victoria?

—Dímela.

—¿Acaso no recuerdas a esa persona que se aprovechó de mí y me mandó un audio explicándome que solo fui un juguete para él? —cuestionó con reproche.

Mi cara se descompuso en ese momento cuando escuché sus palabras y construí mis propias teorías.

—¿Alex es...?

Dejé la pregunta en el aire cuando el corazón se me paralizó y el oxígeno empezó a faltarme. En ese mismo momento se me nubló el cielo y todo se me vino abajo.

—Sí, el chico con el que intercambias babas es el mismo que jugó conmigo y me hizo llorar por meses —me confesó Vivian con repulsión.

Estaba mirando al suelo con la cara completamente descompuesta. Justo en ese mismo momento Vivian encendió la pantalla de su móvil y se adentró en el chat de Alex. Buscó un mensaje en específico y reprodujo el audio que Alex le mandó en enero, aquel día de su decimoquinto cumpleaños, hace casi tres años.

—Vivian... —se quedó callado por un momento, quizá pensando en lo que iba a decir—. Déjame en paz ya. ¿No entiendes que no te quiero volver a ver? ¿No comprendes que solo he querido aprovecharme de ti? —soltó una carcajada—. Eres una cría que... que cree que los cuentos son reales... Qué incrédula —volvió a reír—. Deja de perder el tiempo... Aquella noche para mí no significó nada —recalcó, refiriéndose a la noche de Navidad en la que decidieron dar el siguiente paso—. Ya tengo lo que quería, no me hace falta nada más. Es más, hay personas aquí en España que también pueden dármelo, y mejor. Así al menos no tengo que gastarme dinero para ir a ese pueblucho de mierda para un maldito polvo... —confesó y la respiración se me cortó—. Eh... Feliz cumpleaños, Vivian, no me he olvidado de él, pero esto no quiere decir nada. No vuelvas a hablarme más, te lo ruego. No... No vuelvas a mo-molestar. Recuerda esto, los finales felices no existen... Adiós...

Recordaba perfectamente ese audio, aunque en ningún momento hubiera podido relacionar a Alex con ese chico. A Alex lo veía diferente a los demás chicos y nunca pensé que él podría semejarse a... Zyon. El corazón en ese momento se hizo trizas y ya no era porque él quizá fuera a hacerme lo mismo, pues esta noche decidimos dar ese siguiente paso, sino porque estaba saliendo justo con la persona que odiaba hace unos años por hacerle daño a mi mejor amiga.

—Estaba enamorada de mi hermanastro, aun sabiendo que eso no podría gustarle a mi madre o a Ryan, mi padrastro, pero... decidí arriesgarme por él, porque lo veía diferente a los demás —explicó Vivian con cierto tono dolorido en su voz.

La última frase me dejó congelada, ya que Vivian en ese aspecto pensó igual que yo de Alex.

"Quizás a Álex ya le diera igual que Vivian me lo contara porque ya consiguió lo que se propuso y por eso me dijo que fuera tras ella...", esa idea vino a mi mente. Pensar en eso hizo que me diera una arcada.

Cuando era algo más pequeña y tenía alrededor de catorce años, había leídos varios libros de apuestas relacionadas con la virginidad o de ese estilo y me parecían unas historias bastantes tóxicas. Una mujer no era objeto de nadie, al igual que un hombre, y las niñas adolescentes podrían pensar que ese tipo de amor era el indicado. Por suerte, aunque a mí me hubiera concienciado de que quizá los chicos malos podrían cambiar a mejor por amor y cariño, supe que yo no quería una relación tóxica en mi vida.

Yo tuve esa historia de amor en la que el chico malo corrompe a la chica buena, pero supe cortar el hilo en el momento en el que me hizo daño y aunque él volviera arrastrándose, no iba a volver. Una persona que te es infiel va a seguir siéndotelo por mucho que te confiese su amor.

Como siempre yo decía: el alcohol no nos hace personas violentas o traicioneras, sino que nos muestra tal y como somos.

Sin embargo, había algo en mi cabeza que me avisaba que Alex no era así y que tuvo un verdadero motivo para hacerlo, como una amenaza de su padre. Él me dijo que su padre lo agredía a él y a su madre. Quizá... también la madre tuvo que ver... Posiblemente ninguno de los dos padres quería tenerse cerca y si Vivian y Alex estaban juntos, significaría volver a unir la familia.

Cuando Alex no quería saber más nada de mí por culpa del beso de Gerard, quería que escuchara la parte de mi versión de la historia. Por lo tanto, si él quiere contarme su versión, yo no me negaré. Lo escucharé atentamente y le pediré explicaciones, ya que es verdad que esto es algo que tuvo que habérmelo contado antes.

Además, Vivian ha estado mintiéndome durante mucho tiempo y ya no sabía que creerme. Y no era porque no me creyera que Alex fuera ese chico solo porque estaba enamorada de él, ya que en parte si me lo creía, pero quería saber la historia completa, por parte de los dos, para que ninguna pieza del puzle se descuadrara.

—¿No vas a decir nada? —cuestionó Vivian al ver que yo no abría la boca para dar mi opinión.

—Es que... no sé qué decir.

Y era verdad. Me había quedado sin palabras.

—Como siempre, saltas a la deriva antes de conocer a la persona —me reprochó.

—Esta parte de la historia no pude conocerla porque tú te negabas a confiar en mí.

Me sentía culpable por estar de pareja con la persona que le hizo añicos a mi mejor amiga, pero por otra parte yo no sabía nada...

—¿Nunca lo hablaste con él para saber si realmente lo que dijo era cierto? —intenté buscar una solución para que mi corazón no siguiera doliéndome.

—¿Para qué hablar con una persona que te hizo daño y te dejó las cosas claras en su momento? —cuestionó—. Tú nunca quisiste hablar con Zyon ya que sabías perfectamente que él nunca iba a cambiar y que por ello no merecía la pena volver a aquel lugar donde sufriste.

Me quedé callada ya que tenía razón.

—Nunca conté que nosotros éramos hermanastros porque me daba vergüenza admitir que mi vida no es tan perfecta como parece —confesó sin que yo le preguntara.

—Que tus padres no estén juntos no significa que tu vida no sea perfecta, Vivian. Que tengas un hermanastro tampoco... Además, una vida no es perfecta siempre, pues todos tenemos nuestros momentos infelices.

—Pero tu vida sí es perfecta —negué con la cabeza, pero ella siguió hablando—. Tienes unos padres que te cuidan y se preocupan por ti, un hermano que te quiere con todo su corazón, unos trabajadores que te tratan como si fueras de su familia... Y yo... lo único que tengo es una familia rota que siempre está peleándose. No tengo a nadie... Me siento totalmente sola...

—Vivian, no digas eso... Me tienes a mí —le recordé—. Aunque me haya molestado bastante que me hubieras ocultado cosas y que me hubieras mentido, sigo aquí y no me iré. Eres mi mejor amiga y...

—No mientas —murmuró con la voz rota.

—No estoy mintiendo, Vivian. Te quiero muchísimo y nunca te dejaría sola —confesé y puse mi mano en su espalda para proceder a acariciarla.

—¿Entonces por qué la noche del viernes sí lo hiciste? —cuestionó, mirándome con lágrimas en sus ojos.

—Yo... Espera, no te entiendo. Tú... —mi ceño fruncido demostraba mi confusión.

Esa misma noche Vivian me dijo que se encargaría de mi guardaespaldas y yo, como es obvio, no quería molestarla. El plan falló, pero yo eso no lo supe hasta ayer.

—Déjalo —dijo con seriedad.

Vivian miró a la puerta, donde ahora se encontraba Alex. Él había llegado y estaba dispuesto a entrar en la habitación, pero Vivian en ese mismo instante se levantó de la cama y se fue de la estancia, dándole un empujón a Alex para apartarlo de su camino.

Alex me miró, confuso, y cuando vio mis ojos llorosos, se acercó a mí preocupado.

—To-todo tiene su explicación —comentó con la voz algo quebrada al darse cuenta de que el origen de mis lágrimas era porque Vivian me contó su historia de desamor.

—Luego hablaremos —le comuniqué y me fui tras Vivian antes de que se marchara de nuevo de la casa.

Me asomé al pasillo y Vivian estaba cruzándolo para bajar las escaleras. La seguí con rapidez y cuando estaba abajo, la detuve antes de que cruzara la puerta principal de la casa para irse.

Vivian tenía los ojos llorosos, pero retenía todas esas lágrimas en su interior. Mi amiga era una chica que no le gustaba llorar delante de las personas, pues eso era mostrar su debilidad y ella prefería que la gente la viera como alguien fuerte. Lo que no sabía es que también las personas fuertes lloran, y mucho.

Me acerqué a ella y la rodeé con mis brazos. Ella posó su cabeza en mi clavícula y me aceptó el abrazo. Acaricié su espalda para hacerle saber que no estaba sola, ya que a mí sí me tenía y si necesitaba mi ayuda, ahí iba a estar para ella, igual que esos días en los que ella se derrumbaba por culpa de ese chico, que ahora sabía que era Alex, o igual que esos días en los que ella me animaba cuando yo estaba mal por Zyon.

—Llora si lo necesitas —le aconsejé sin parar de acariciarle la espalda—. Llora y desahógate, cariño...

Vivian, al parecer, ya no pudo guardar más el dolor adentro y explotó en llantos sobre mi hombro. Ella se aferró aún más a mí y yo la abracé más fuerte.

Después de unos minutos, fue ella quien se separó mientras se restregaba los ojos para que quitarse las lágrimas y que no la viera en ese estado.

—Vivian... ¿pasó algo el viernes que yo deba saber? —le pregunté, cuidando mis palabras para no abrir en la llaga.

Ella me miró con la respiración agitada.

—Te ne-necesitaba —hipó y alzó la cabeza para mirar a algo que había detrás de ti—. Incluso a ti...

Me giré y vi a Alex parado en mitad de la escalera.

—Y... ninguno es-estuvo ahí para protegerme —volvió a hablar Vivian y se mordió el labio para evitar volver a llorar.

—¿Protegerte de qué, Vivian? —me atreví a preguntar, asustada.

—De ellos —dijo con la mirada seria y se dio la vuelta con intenciones de irse de la casa.

—¿Ellos? ¿Quiénes? —cuestioné, tomándola de la muñeca para evitar que se volviera a escapar y le di la vuelta para que me mirara a la cara.

—No tengo ganas de hablar —masculló y se soltó de mi agarre.

—¿Unos hombres vestidos de negro iban a por ti? —quise averiguar, aunque tenía miedo a la respuesta.

Vivian se quedó callada, pero su respiración en ese momento se aceleró. Dirigió sus ojos hacia Alex, quien estaba bajando las escaleras para colocarse a nuestro lado.

—Tranquila —murmuró Alex con voz suave y se acercó a Vivian para colocar sus manos en sus hombros, pero ella se alejó de él con expresión de asco—. Deberías... deberías sentarte un momento y calmarte, Vivian. No puedes ir a ningun lado con el coche con este estado.

Ella seguía con su mirada clavada en él, pero no lo observaba con asco esta vez, sino con preocupación.

—Alex tiene razón —mi voz hizo que Vivian me mirara—. Siéntate en el sofá, Vivian, por favor.

La tomé con cuidado del brazo y la guie hasta el sofá del salón. Vivian se sentó y yo me agaché delante de ella. Alex se colocó detrás de mí con los brazos cruzados.

—Ya ha pasado todo, tranquila... —susurré mientras acariciaba su muslo con delicadeza—. ¿Me puedes explicar qué pasó o prefieres no hablar sobre eso?

—Unos hombres... Logré escapar, pero... —intentó explicar pero se calló y negó con la cabeza—. Quiero descansar.

Levanté la cabeza para mirar a Alex, pues no sabía qué hacer, y él estaba observando atentamente a Vivian.

—Intenta dormir un poco —le sugirió Alex a Vivian—. Cualquier cosa, aquí estaré o estaremos —lo último lo dijo mirándome.

Ella asintió y se levantó de sofá. Me puse de pie para acompañarla, pero me dijo que quería estar sola y entonces decidí dejarle su espacio. Vivian se dirigió hacia las escaleras y desapareció de nuestras vistas

—Seguro que han sido esos hombres... —intentó averiguar Alex detrás de mí—. Ellos fueron a por Vivian y cuando vieron que no pudieron con ella, capturaron a Daniel... Todo es por mi...

—No es por tu culpa —lo interrumpí, girándome para mirarlo y con los brazos cruzados—. No es por tu culpa —repetí y suspiré

La conversación de Vivian vino a mi mente y no pude evitar decaerme. Tragué saliva y me mordí el interior del labio para no llorar delante de él.

—Victoria... —murmuró Alex al notar mi cambio de actitud—. Te lo puedo explicar.

—Claro que lo harás.

—Yo realmente quería a Vivian, pero... no tuve más remedio —empezó a explicar con tono triste—. Era mi madre o ella.

— ¿Cómo? —descrucé los brazos y mi expresión se volvió confusa.

Eso sí que no me lo esperaba.

—Mi madre estaba enferma —murmuró con la expresión decaída y yo asentí para darle a entender que lo recordaba—. A mi padre no se le ocurrió otra idea que amenazarme entonces.

— ¿Con qué? —me atreví a inquirir, aunque más o menos podría saber la respuesta.

—Cuando nos abandonó a mi madre y a mí nos dejó sin dinero —empezó a explicar soltando las palabras con gran rapidez—. Nos robó, incluso quiso deshacerse de mí. Yo mismo lo pillé robando todo el dinero que había en la caja fuerte y para que no hubiera testigos, me disparó.

Mi cara se descompuso por segunda vez en el día. Creía que sabía cómo era la vida de Alex, o al menos algo de ella, pero solo conocía un tercio. Nunca me había confesado esto y quizá fuera porque era un recuerdo que quería borrar de su cabeza... Que tu padre no te considere como su hijo e incluso intente matarte es un verdadero castigo para una persona.

—Pero falló —masculló cuando vio que mi cara se palideció.

Aunque me dijera que esa bala no llegó a darle, a mí me seguía doliendo escuchar por su boca cómo su padre quiso deshacerse de él. Alex no se merecía eso... Y Vivian tampoco se merecía que Alex la tratara de esa forma, pero seguramente el padre no querría ver a un hijo que no deseaba con alguien de su nueva familia y lo amenazó con que le haría algo a su madre enferma si no dejaba a su nueva hija.

—Mi padre quiso matarme, Victoria —Alex sollozó y sus ojos llenos de lágrimas provocaron un gran nudo en mi interior.

Me acerqué un poco a él, preocupada, pero él me dijo que no con la cabeza.

—No estoy contándote esto para darte pena —dijo y se mordió el labio—. Solo quiero que sepas mi historia, o al menos la que yo conozco.

Abrí la boca para decir algo pero su voz me detuvo.

—Más tarde conocí a Vivian y me enamoré de ella —alzó su mano izquierda para juguetear con el anillo que tenía puesto en el dedo anular. Su mirada estaba clavada en sus movimientos—. Me daba igual que ella fuera parte de la nueva familia de mi padre. Eso no me iba a impedir que pudiera quererla. Es más, gracias a eso, conocí al pequeño Daniel —esbozó una sonrisa ladeada—. Mi madre lo aceptaba, pero mi padre se negaba que estuviera con su querida hija.

—Entonces te amenazó —supuse, tontamente.

—Iba a pasar las Navidades con Vivian, menos la noche de año nuevo, ya que quería estar con mi madre, pues era un día especial para los dos —se detuvo un momento—. Pero tuve que volver antes de tiempo —me miró—. Yo no tenía ni idea de que mi madre estaba enferma, hasta que me dijo mi padre que estaba hospitalizada. Mi madre requería una operación un poco delicada y costosa y el único que podía pagarla era...

—Tu padre —acabé la frase por él.

—Si no dejaba a Vivian y me iba de esa casa, él no pagaría la operación y mi madre moriría —confesó, dejando caer la mano al lado de su cintura y con los ojos rojos, pues estaban bastante llorosos—. Yo no quería hacerle daño a Vivian...

Justo cuando dijo eso, una lágrima recorrió la mejilla de Alex, haciéndome a mí también llorar.

—Y, a pesar de todo, la maldita operación no funcionó y mi madre... —no pudo acabar la frase ya que las lágrimas se lo impidieron.

Me acerqué a él sin decir nada y lo abracé, pero él me rechazó y se alejó de mí.

—Vivian te necesita en estos momentos, Victoria —balbuceó y se pasó el brazo por los ojos para quitarse las lágrimas del medio—. Ella te necesita y es tu mejor amiga.

—Y tú también me necesitas —murmuré y volví a acercarme a él.

—Ella es tu mejor amiga y yo le hice daño —me recordó, mirándome atentamente.

—Pero tuviste motivos —dije y coloqué mi mano en su mejilla— y no te mereces esto. No voy a dejarte solo, Alex.

Alex alzó su mano para acariciar la mía, la que estaba sobre su mejilla, y seguidamente la apartó para atraerme a él y darme un abrazo fuerte. Enredé ambas manos en su cabello y Alex colocó su cabeza en mi clavícula. Pensé que iba a llorar, pero no lo hizo. Quizás era porque estaba cansado de sufrir y ya no tenía más lágrimas que soltar.

—Te quiero —balbuceó Alex en mi clavícula y yo lo abracé más fuerte como respuesta.

El día de hoy fue bastante extraño. Me acababa de enterar de que Alex fue ese chico que tanto hizo llorar a Vivian, mi mejor amiga. No obstante, él me contó las circunstancias que provocaron que tuviera que hacer eso. Si yo hubiera estado en su situación, también habría elegido a mi madre, ya que para mí ella era lo más importante del mundo, aunque quizá no fuera la verdadera.

Sin embargo, ahora tenía un problema. Alex era el ex novio de mi mejor amiga. ¿Qué tendría que hacer en estas circunstancias? Él realmente no quiso hacerle daño a Vivian, pero a la vez mi amiga lo quería mucho y sufrió por él. No sabía qué hacer, porque... ¿y si Vivian seguía enamorada de él? Yo no podía hacerle eso. Tenía que conseguir que ambos hablaran y solucionaran aquellos problemas que nunca se resolvieron.

¡Holaaa! ¿Qué tal? Yo ya he terminado con los exámenes de la Universidad y no he reprobado ninguna asignatura :) qué felicidad, ahora tendré un veranito libre, para poder escribir tranquilamente y pasarla bien con mis seres queridos.

¿Qué os ha parecido el capítulo?

¿Qué le habrá pasado a Vivian?

¿Alex y Victoria podrán estar juntos sin problemas?

¡Hasta la próxima! Gracias por leer *una lágrima se desliza por mi mejilla*

Atte: Nezla

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