16. El símbolo de Aguijón Verde.
CAPÍTULO 16
EL SÍMBOLO DE AGUIJÓN VERDE.
ALEX
Las lágrimas me impedían ver la carretera mientras conducía el coche. Cuando aparqué enfrente de la casa de mi padre, salí del vehículo y cerré la puerta con rabia.
Mi interior era un caos que no podía controlar. Las últimas palabras de Victoria hicieron mellas en mí. Ella era una chica que nunca se rendía y fue una fuerte apuñalada que de mí sí se cansara, porque eso significaba que llegó a su límite, el cual era muy difícil de rebasar. Puede ser que eso fuera lo que yo quería en un principio, que ella me dejara en paz y se alejara de mí para poder olvidarla. No obstante, cuando realmente se cumplió mi deseo, sentí un vacío en mi interior.
«¿De verdad yo le hacía daño?», no podía evitar preguntármelo.
Le hice daño a mi madre cuando no estuve ahí para ella en el momento en que enfermó. También dañé a Lee cuando no paraba de ocultarle cosas y desaparecía de la nada, preocupándola. Mi hermano Daniel puedo asegurar que sufrió por mi culpa, por haberlo abandonado aquel día que me fui de casa. Zada sufrió durante meses por mi culpa también, por no haber evitado que la secuestraran. Y no podía faltar nombrar a esa persona que tanto destrocé... Vivian estaba en su derecho a odiarme con toda su alma. Ahora era cuando me daba cuenta de que quizá yo fuera el problema y era verdad que realmente dañé a Victoria debido a mi actitud de mierda hacia ella.
Entré en casa y subí directamente las escaleras para encerrarme en mi habitación. Quería acostarme ya y olvidarme de todo. Cuando estaba durmiendo no tenía problemas, todo era mucho mejor. La vida era una verdadera pesadilla que no podría superar a las que tenía cuando dormía.
Sin embargo, justo en ese mismo momento la puerta se abrió y Daniel se asomó.
—Holi —me saludó.
Pasé mi brazo por la cara para limpiarme las lágrimas y le sonreí.
—Hola, renacuajo.
—Te he hecho un regalo —me comunicó Daniel y entró a la habitación con las manos escondidas detrás de su espalda.
—¿Ah sí? —pregunté con tono divertido.
Todo el huracán que formó Victoria en mi interior se desvaneció con la presencia de mi hermano pequeño. Daniel era lo más importante en mi vida y con tan solo tenerlo entre mis brazos ya era feliz.
—¿Estás bien? —me preguntó con un puchero en su rostro al notar mis mejillas mojadas y mis ojos enrojecidos.
—Eh... Sí, sí —contesté con una gran sonrisa en mi cara.
—Pero has llorado... —murmuró con tono triste y sus manos se desplomaron, colocándose cada una a cada lado de sus caderas y mostrando un papel.
—No, ¡no! —negué con la cabeza—. Estoy bien, enano, no te preocupes, ¿vale?
La puerta de mi habitación estaba abierta y en ese mismo momento pasó por el pasillo Vivian. Ella se detuvo justo en mi cuarto, en el pasillo. Ambos nos miramos y ella frunció el ceño. Seguramente se preguntará por qué tenía los ojos casi rojos.
—Eh... Daniel, ¿qué era eso que me querías enseñar? —le pregunté, desviando la mirada de mi hermanastra—. ¿Es eso? —inquirí con una sonrisa, señalando el papel que tenía en sus manos.
—Sí... —contestó y extendió la mano para dármelo—. Es un dibujo.
Agarré el papel con mis manos y observé el dibujo con una sonrisa en mi rostro. Daniel nos había dibujado a nosotros dos y alrededor había unos árboles, es decir, un bosque. También había pintado un sol con una carita feliz y la zona estaba decorada con flores.
—Oh, qué bonito —expresé con una sonrisa de felicidad en la cara—. Anda, ven aquí, renacuajo —lo abracé—. Gracias.
—Mira lo que te he puesto por detrás.
Le di la vuelta al papel para leer aquello que me pidió: «El mejor hermano del mundo y yo. Te quiero». Una lágrima quería salir de mi ojo, pero esta vez de felicidad. No podía querer más a Daniel. Era una monada de niño.
No obstante, la sonrisa que tenía en la cara se borró cuando vi un símbolo extraño en la esquina del papel. Era la misma marca que encontré en la casa en ruinas: dos triángulos equiláteros sin terminar, es decir, sin base, que se cruzaban entre sí, y luego había una línea horizontal que los atravesaba, formando dos triángulos equiláteros pequeños y perfectos.
—¿Dibujaste también este símbolo, Daniel? —le pregunté, señalando la marca que había en el papel.
—No —contestó, alargando el cuello para saber a qué me refería.
Me quedé un rato observando el símbolo con el ceño fruncido. Mi cara se palideció cuando me di cuenta de que era una "A" y una "V" atravesadas y no se me podía ocurrir otra cosa.
«Aguijón Verde...», pensé.
—Renacuajo, hay que irse a dormir ya —le ordené a Daniel y me levanté de la cama.
—No tengo sueño aún —refunfuñó.
—Pero tienes que descansar —le comuniqué y dejé el dibujo en la mesita de noche—. Venga, a la cama.
Daniel gruñó y caminó hasta la puerta, donde aún estaba Vivian. Ambos cruzamos miradas de nuevo, pero enseguida ella se fue a su habitación, como Daniel.
No quería echar de esa forma a Daniel de mi cuarto, pero quería averiguar qué hacía ahí ese símbolo. Zada me dijo que apenas recordaba su estancia en aquel almacén, ni en ningún otro. Solo se acordaba de que quedó con alguien en la ribera del río Tanesis, justo donde encontraron el cadáver del chico.
Sin embargo, llamé a mi amiga para ver si podría decirme algo respecto la marca de Aguijón Verde. Antes de eso, cerré la puerta para que nadie se enterara de la conversación.
—Dime —contestó Zada desde el otro lado de la línea.
—¿Recuerdas alguna marca de Aguijón Verde? —le pregunté sin andarme con rodeos. Tenía aún el dibujo en mi mano y me senté en la cama—. Ya sabes, un símbolo.
—No, ¿por?
—Joder —me quejé entre dientes.
—¿Por qué preguntas eso? ¿Qué pasa? —interrogó.
—Daniel me hizo un dibujo y, misteriosamente, en la esquina de la parte trasera del papel había un símbolo extraño —le expliqué, girando el dibujo para observar la marca.
—Quizás algún compañero suyo de clase lo dibujó —supuso.
—Este símbolo no es la primera vez que lo veo, Zada. Estaba en pintado en una de las paredes de la casa en ruinas —le expliqué para que entendiera.
—Si está en esa casa, lo habrá visto casi todos los niños de Riddle Woods. Recuerda que les encanta investigar esa casa por la historia de fantasmas.
—No sé... me parece muy raro —suspiré.
—Déjalo estar y ya... Es mejor olvidar lo ocurrido —aconsejó.
—Bueno... —murmuré no muy convencido.
—Hoy volvió a clases, ¿no?
—Sí —respondí, frunciendo el ceño.
—Ahí tienes la respuesta —hizo una pausa—. Seguro que ha sido un compañero de su misma clase. No te preocupes.
—Ya...
Seguía sin convencerme sus teorías. Sería bastante casualidad que ese hombre apareciera ahora en mi vida y que misteriosamente un niño de la clase de mi hermana se pusiera a dibujar ese símbolo tan raro. Pero... ¿entonces qué hacía esa marca ahí?
—¿Mañana tienes algo que hacer? —preguntó Zara y yo le comuniqué que no—. Bien, mi hermana quisiera conocerte.
—¿Cómo? —cuestioné, sorprendido.
—¿Recuerdas la fiesta de la que hablaban en clase esta mañana?
—¿La del sábado?
Este sábado todos los adolescentes de Riddle Woods acordaron organizar una fiesta para celebrar las vacaciones de Navidades. Esta semana era la última de clases, pues el domingo ya era 25 de noviembre, es decir, el día de Acción De Gracias.
—Sí —respondió—. Le pedí a mi hermana que me dejara ir, que tú estarías y que por ello no me pasaría nada. Entonces, ella pensó que sería buena idea conocerte para ver si puede confiar en ti para que vaya contigo.
—¿Quieres ir a la fiesta del sábado? —pregunté, impresionado.
Zada no era de fiestas. Es más, ella siempre intentaba evitarlas porque no le gustaban mucho y, por eso, prefería hacer una pequeña quedada con sus amigos que ir a un lugar donde no conoce a nadie.
—Quiero vivir la vida —respondió, segura de sus palabras.
—Bien... mañana me dices la hora y voy a tu casa.
—Perfecto. No te asustes si mi hermana se pone muy a la defensiva —me advirtió.
—Tranquila, me comportaré —reí—. O lo intentaré...
—Te mato —rio también.
—Nah, no podrías vivir sin este rubio —aseguré.
—Seguro... —ironizó tras una pequeña carcajada—. Me voy a dormir ya... así que me despido —me comunicó.
—Buenas noches, Zada. Descansa.
—Buenas noches, Alex —se despidió y colgó.
Zada era una chica que se acostaba muy temprano y no era porque le encantara dormir, que en una parte le gustaba mucho, sino porque la ansiedad le impedía conciliar el sueño y se tiraba horas y horas dando vueltas en la cama hasta quedarse dormida.
Seguí mirando el símbolo de Aguijón Verde. Tenía claro que ningún compañero de mi hermano ha sido el autor de esa marca. Quería averiguar qué diablos hacía ahí. ¿Aguijón Verde me estaba amenazando indirectamente? La duda me comía por dentro, pero no podía hacer nada. La única persona que podría saberlo era Victoria Watson, pero no me atrevía a preguntárselo después de nuestra discusión. Ella ya no quería saber más nada de mí, se cansó; y yo no iba ser tan hipócrita como para correr a sus pies después de acusarla.
(...)
Al día siguiente estacioné mi coche en el mismo lugar de siempre, junto el cerezo marchitado debido al otoño. Mis amigos se encontraban sentados en el banco y me saludaron cuando llegué a su lado. Dirigí la mirada hacia el grupo de Victoria, quienes se encontraban en el aparcamiento. Ella tenía la mirada perdida, en el suelo, y se mordía el labio mientras jugaba con el pie con la arena. Justo en ese momento Vivian se acercó a ella, impidiéndome poder verla, pues se puso en medio.
Verla así, tan triste, me dolía. De verdad que hacía el esfuerzo en mi interior por creerla. No podía negar que uno de los motivos era porque la quería y tampoco podía negar que una parte de mi sí la creyera, pues ella tenía razón en algunos aspectos. Si yo creía en las palabras de Barnett y acusaba a Victoria de secuestradora, también tenía que creer la parte en la que yo era un asesino... Yo no me acordaba de nada y quizás ella tampoco podría recordar haber hecho eso. Mas... todo me parecía bastante raro y mi cabeza estaba hecha un lío.
Estaba entre la espada y la pared. Si decidía escuchar con atención las palabras de Victoria y darle una oportunidad, podría estar traicionando a Zada y yo era la única persona que tenía, aparte de su hermana, Dexter y Lee —que también serían parte del problema, ya que también estaría traicionándolos—. En cambio, si decidía dejarlo todo como estaba y no confiar en las palabras de Victoria, podría estar cometiendo un error y hacerle daño...
«Señor Gerard», pensé.
Posiblemente ese fuera el principal motivo por el que prefería optar por estar alejado de ella. Victoria me engañó con ese profesor y ahí ya sí que no tenía escusas. Yo la vi con mis propios ojos... Si me mentía con eso, ¿por qué no me iba a mentir con lo otro?
Mi mente era un caos total y no sabía qué hacer.
—Hombre, por fin conozco al famoso Cheese —Lee me despertó de mis pensamientos.
Chase se había acercado a nosotros, seguramente porque Dexter se lo pidió, pero por lo que dijo Lee quizá tuviera el pensamiento de huir. Dexter se levantó del banco para darle un abrazo a su pareja, aunque antes rodó los ojos ante el comentario de Lee.
—¿Nos lo vas a presentar, Dobby? —preguntó Lee, emocionada, y también se puso de pie.
—Chase, ella es Lee. Lee, Chase —los presentó—. Ellos son Zada y Alex —nos señaló y nosotros lo saludamos.
Ellos comenzaron a hablar de algo que no me enteraba bien, pues estaba absorto en mis pensamientos. Zada se acercó a mí y me dio un pequeño empujón en el hombro.
—¿Te encuentras bien? —preguntó Zada en un susurro cerca de mí.
—Sí, ¿por qué? —la miré.
—No, nada —respondió y dirigió su mirada hacia el grupo de Victoria.
«Oh, no», pensé. Ella se percató de que estaba mirándola...
El timbre sonó al instante y todos los estudiantes se adentraron en el edificio en busca de sus taquillas. Yo hice lo mismo, pero con la mirada atenta en Victoria, quien estaba mirando constantemente la pantalla de su móvil. Quería hablar con ella por lo del símbolo de Aguijón Verde, pero a la vez no me atrevía. No confiaba en Victoria lo suficiente como para poder contar con ella.
Caminé hasta mi taquilla y cogí los materiales de la primera hora.
—Mi hermana me ha preguntado si hoy podrías venir a casa sobre las ocho —me comunicó Zada cuando se acercó a mí.
—Oh... Sí, claro que puedo —contesté y esbocé una sonrisa ladeada.
—No te asustes. Simplemente quiere que cenes con nosotras y así pruebas la rica comida de mi hermana —me informó con una sonrisa en su rostro.
—Oh, comida —esta vez dibujé una sonrisa pillina—. Cuenta conmigo.
—Perfecto. Luego nos vemos —se despidió con el tono alegre y se marchó por el pasillo.
Guardé los materiales en mi mochila y cerré la taquilla. Giré la cabeza y vi a Victoria junto a Vivian. Los estudiantes empezaban a ocupar sus respectivas clases, pero Victoria, en cambio, caminó hasta la puerta principal y se marchó. Ahora mis sospechas de que estaba tramando algo aumentaron y no pude evitar seguirla. Salí del instituto y la vi en el aparcamiento con la mirada fija en la pantalla de su móvil. Me dirigí hacia ella y me planté a su lado, asustándola.
—¿A dónde decías que íbamos? —pregunté sin mirarla, pues mis ojos estaban atentos en los coches que había enfrente de mí.
—¿Qué haces aquí? —inquirió y dejó su móvil a un lado para ponerse enfrente de mí. Yo no respondí, solo levanté las cejas—. Te dije que me dejarás en paz, Alex —resopló.
—Estás descuidando tus estudios, Watson —le advertí como excusa.
—¿Qué? ¿Desde cuándo a ti te importa eso? —cuestionó y frunció el ceño.
—¿Desde cuándo a ti no te importa eso? —contraataqué.
Ella no dijo nada, simplemente tomó de nuevo su móvil, ignorándome.
—Watson, ¿qué te está pasando? —pregunté, esta vez bastante preocupado por su cambio de actitud.
Al analizar mis palabras, me di cuenta de que yo tenía razón: Victoria estaba descuidando bastante sus estudios y eso era muy raro en ella.
—Tus notas bajarán si sigues faltando a clases —dije, pero ella siguió pendiente de su móvil—. ¿En serio vas a descuidar tus estudios y tirar por la borda tu deseo de ser médica solo por...?
—Mira, Brooks, Archer no puede estar pendiente de mí si tiene que acudir a clases, por lo que es el único horario que puedo utilizar para averiguar qué diablos está pasando —me explicó, cansada de mi actitud.
Supongo que Archer era su guardaespaldas.
—¿Y por esa tontería vas a tirar tu futuro por la borda? —cuestioné.
—Si realmente el peligro sigue vigente, no habrá futuro que valga si mañana aparezco muerta, Brooks —decretó con la mirada seria puesta en mí—. El mundo ya no es lo que creíamos que era. Nuestra vida cambió y ya nada será como antes. Así que... sí, a veces es necesario tomar decisiones muy difíciles. Aunque no sé por qué te cuento esto si ni siquiera me vas a creer —suspiró y volvió a mirar el móvil.
El motor de una motocicleta se escuchó cerca de nosotros. Giré la cabeza y vi a Zyon bajando del vehículo y quitándose el casco.
—¿En serio, Watson? —aluciné.
—En serio, Brooks —repitió mis palabras y comenzó a andar hacia Zyon.
—¿Vas a volver a irte con él? —pregunté con un nudo en la garganta.
Ella me miró, pero no dijo nada, solo se colocó el casco de Zyon en la cabeza. Se montó en la motocicleta y Zyon arrancó el motor para marcharse del estacionamiento, dejándome solo en el lugar.
Mi cabeza era una marea de dudas. Quería confiar en ella y realmente creerla para poder ayudarla. La pelea de ayer me hizo recapacitar un poco y aún más sus palabras.
Sin embargo, había dos inconvenientes. El primero era Zada, quien sufrió durante meses por culpa de esos hombres y si apoyaba a Victoria, estaría traicionándola. Por otra parte, Zada se puso en peligro cuando contactó con la banda callejera de Aguijón Verde y puedo recordar perfectamente a Zyon hablando con ella. Por eso, él tendría que ser uno de ellos y, si eso era verdad, Victoria también, pues estuvieron salieron juntos y, a pesar de que rompieron —algo que no sabía si realmente era cierto después de todo—, ellos seguían en contacto.
Además, el señor Gerard tenía la foto de la otra chica desaparecida y Victoria tuvo algo con él, algo que la hace aún más sospechosa. Y no me podía olvidar de Bruno, quien también formaba parte de todo esto y con quien ella también tuvo algo.
«Entre la espada y la pared», me repetí en mi cabeza.
Pasaron las tres primeras horas y llegó el descanso para desayunar. Me dirigí al comedor junto a Dexter, pero me despedí de él cuando vi a Louis Watson metiendo sus cosas en su taquilla. Quería hablar con él sobre unos asuntos y caminé hasta llegar a su lado.
—Hola —lo saludé.
—Oh, hola, Alex —dijo y esbozó una sonrisa.
—¿Podríamos hablar un momento? —pregunté, nervioso.
No me gustaba entablar una conversación con personas desconocidas o que apenas conocía, pero era necesario en estas circunstancias.
—Eh... Claro —cerró la taquilla para centrar toda su atención en mí.
—Es sobre tu hermana... —me atreví a decir.
Él me miró con el ceño fruncido y se cruzó de brazos.
—¿Qué pasa con ella? —cuestionó.
No sabía si estaba haciendo lo correcto o no, pero tenía que hacerlo. Si realmente mis sospechas eran ciertas y Victoria estaba tramando algo, tenía que detenerla lo antes posible, aunque eso hiciera que ella me odiara y que no quisiera saber más nada de mí.
Podría estar equivocándome y ella realmente no tener nada que ver con Aguijón Verde, pero prefería arriesgarme a perderla a que le pasara algo a Zada, o a Lee y a Dexter, o... a mi hermano. Ellos estaban primero que nadie y más aún Daniel, quien ocupaba la cúspide de las personas más importantes de mi vida.
Estaba perdido en el mundo en el que me había metido y no tenía quien me guiara para no equivocarme. Por eso mismo, quizá cometiera el error de desconfiar de Victoria, pero no me podían juzgar, yo no sabía que había en su cabeza y solo podía creer en las palabras de Barnett, pues si mi visión era cierta, yo tuve una vida pasada en la que maté a Victoria Watson. Entonces, si eso era cierto, ella secuestró de verdad a Zada y luego se la entregó a esos hombres para capturarme. Y quizás... ella aún trabajara para ellos.
«Zada... Lee... Dexter... Daniel... Daniel... Daniel...», pensé.
Al recordar a mi hermano, me di cuenta de que realmente tenía que hacer esto. No iba a permitir que ningún hombre secuestrara a Daniel para experimentar con él. Lo siento, pero tenía que detener a Victoria antes de que ejecutara el plan.
—Estoy preocupado por ella —empecé a decir y tragué saliva—. Ayer...
—¿En serio, Brooks? —preguntó Louis con una ceja levantada—. ¿Por qué no se lo dices a ella y ya?
—Porque no quiere verme y...
—¿Qué no quiere verte? Eso exactamente no fue lo que me dijo —Louis me volvió a interrumpir.
—¿Ella te habló de mí? —inquirí, sorprendido.
—Algo —se encogió de hombros.
Eso no me lo esperaba.
—¿El qué?
—Que tuvisteis algo, pero todo se jodió y... —empezó a explicar, pero se detuvo al instante—. Mira, Brooks, si quieres arreglar las cosas con mi hermana, háblalo con ella, ¿vale? —iba a decir algo, pero él siguió hablando—. Aunque si lo haces, intenta que su guardaespaldas no esté cerca. No quiero que la metas en más problemas.
—¿Qué?
—Da igual —le quitó importancia—. De todas formas, aunque no me quiera meter en esto, quiero que sepas una cosa, Brooks —junté mis cejas, confundido con la situación—. Ni se te ocurra hacerle daño a mi hermana y te lo digo en serio. Ella ya se está esforzando mucho, y arriesgando, por arreglar las cosas contigo y como yo me entere de que derrama una sola gota más por ti, te las verás conmigo —me advirtió y yo fruncí el ceño—. Mi hermana no está con cualquiera y si está contigo es porque realmente le has gustado, así que ni se te ocurra jugar con ella, ¿entendido?
Sus palabras me impresionaron mucho e incluso cambiaron un poco mi forma de ver a Victoria. Sin embargo, seguramente no sabrá qué fue lo que pasó de verdad y ahí se fueron todas mis esperanzas.
—¡Alex! —me llamó alguien a mis espaldas.
Me giré y Lee apareció en mi campo de visión. Cuando vio a Louis a mi lado, frunció ceño y se acercó a nosotros.
—Oh, hola, Louis —lo saludó, impactada.
Él simplemente sonrió.
—¿De qué estabais hablando? —preguntó ella, mirándome.
Seguramente Lee pensará que vine a hablar con Louis para advertirle de que no le hiciera daño a mi mejor amiga, como si yo fuera su hermano mayor protector. Sin embargo, prefería que pensara eso a que creyera que estaba hablando con Louis sobre Victoria Watson.
Antes de poder tomarla de la muñeca para irme lejos de Louis, él se me adelantó y contestó a la pregunta de Lee.
—De mi hermana.
—¿De tu hermana? —repitió ella, incrédula—. ¿Victoria Watson? —cuestionó, mirándome con la ceja enarcada.
—Sí... —contesté y me mordí el labio.
Se produjo un silencio entre los tres, pero enseguida Louis intervino, rompiéndolo.
—Mira, Brooks, si realmente quieres arreglar las cosas con Victoria, háblalo con ella. Yo no puedo hacer nada, lo siento —decretó Louis.
Mi cara era un poema en ese mismo momento. Miré a Lee, quien observaba a Louis con expresión de incredulidad y sorpresa. No pensaba que Louis fuera a decir eso delante de Lee.
—¿Arreglar qué? —intervino Lee—. ¿En serio, Alex? —se dirigió hacia mí, mirándome—. ¿En serio pretendes arreglar las cosas con ella? Estás de broma, ¿no?
—¿Qué pasa? —cuestionó Louis a la defensiva.
—¿Que qué pasa? —contraatacó Lee—. Pregúntaselo a tu hermana.
—Lee, esto es una cosa de ellos dos; es algo que tienen que arreglarlo ellos. No tenemos que intervenir —le aconsejó Louis a Lee y ella soltó una carcajada falsa.
—No hay nada que arreglar, Louis —declaró Lee con seguridad.
Quería intervenir en la pequeña pelea que se había formado entre ellos, pero si lo hacía, temía que iba a salir mal parado.
—Deja que ellos mismos arreglen sus problemas, Campbell —repitió.
«OH, OH», pensé.
Para mí, cuando llamas por el apellido a la otra persona después de haberla conocido muy bien o haber pasado bonitos momentos con ella, como les ha pasado a Louis y a Lee, significaba que algo malo había pasado o va a pasar.
—¡¿Que deje que ellos mismos resuelvan sus problemas?! —gritó Lee, llamando la atención de algunos alumnos que había aún en el pasillo—. ¡Mi amigo ha sufrido por culpa de tu maldita hermana!
—¿Te crees que ella no? —cuestionó Louis y se acercó a Lee—. Y, no, ¿eh? Ayleen, no vayas por ahí, ni se te ocurra insultar a mi hermana —la defendió.
Los murmullos de los cuatro o cinco estudiantes que había en el pasillo llegaron a mis oídos. Louis miró hacia los lados y negó con la cabeza:
—¿Se puede saber qué miráis? —Louis les preguntó a los adolescentes que había en el pasillo—. ¡Irse! —ladró.
Casi todos comenzaron a andar con paso rápido hacia el comedor, aunque había algunos que se quedaron algo escondidos para ver la pelea o incluso otros que llegaron nuevos al escuchar los gritos.
Nunca en la vida había visto así a Louis. Seguramente para él su hermana era intocable y era entendible su reacción.
—Ya basta, déjenlo —intenté detenerlos antes de que acabaran peor.
No quería que Lee se peleara con Louis por mi culpa.
—No, Alex, no voy a dejar que esa arpía gane —se negó Lee.
Vi por el rabillo del ojo que Louis iba a volver a atacar, pero intervine de nuevo para suavizar la situación.
—No la llames así, Lee. Mejor vámonos, por favor —le pedí, pero ella soltó una carcajada irónica.
—¿En serio la defiendes? ¿En serio quieres volver con ella después de haberte engañado con ese profesor? —cuestionó Lee.
Iba a decir algo, pero Louis me interrumpió:
—¿Qué acabas de decir? —cuestionó, incrédulo.
—Que tu querida hermana se acostó con el profesor Gerard mientras estaba saliendo con Alex —le explicó con rabia—. ¿Eso te parece correcto, Watson?
Tras decir eso, los murmullos en el pasillo aumentaron.
Un ruido llamó nuestra atención y los tres giramos la cabeza hacia la puerta principal del instituto. Victoria Watson había dejado caer su móvil al suelo tras escuchar lo que acababa de decir Lee. Su rostro impactado podía demostrar lo que le había afectado el comentario de Lee.
Todas las personas que se encontraban en el pasillo, además de nosotros, clavaron la mirada en ella.
—Victoria... —murmuré
Ella me miró y sus ojos empezaron a cristalizarse. Sin embargo, enseguida se puso seria, recogió el móvil del suelo y se dio la vuelta para marcharse de nuevo del instituto. Vi por el rabillo del ojo que Louis iba a ir tras ella, pero lo tomé de la muñeca para detenerlo.
—Déjame a mí —le pedí y miré a Lee, quien estaba incrédula ante mis acciones—. Ahora vuelvo, Lee.
«Por favor, no me juzgues, Lee», pensé.
Corrí hasta la puerta principal y salí. Busqué a Victoria por la zona y la encontré caminando en dirección contraria a la del instituto. Entonces, volví a correr hasta alcanzarla. Ella, que se encontraba con la cabeza cabizbaja, al ver mi presencia, levantó la mirada.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con tono duro, deteniendo sus pasos.
—Watson...
—No digas ni una sola palabra más —me ordenó con frialdad en sus palabras.
—Lee se pasó, no debió...
—Cállate, Brooks —espetó con los ojos llorosos—. Ya suficiente daño me has hecho, ¿contento?
—No era mi intención, Watson, lo siento, yo no quería...
—¡Qué te calles, joder! —gritó y las lágrimas salieron a la luz—. Ayer me lo dejaste bien claro, ¿por qué diablos tienes que ir a hablar con mi hermano?
—Yo...
—¿No era que querías que tu hermanastra no se enterara de lo nuestro? —cuestionó, entre enfurecida y decepcionada—. ¡Porque ahora sabe todo el maldito instituto que supuestamente te engañé con el señor Gerard! ¡Bravo! ¿Contento? ¿Hay algo más que debas decir de mí para hundirme más en la miseria?
—Yo no... —intentaba a hablar, pero ella me interrumpía siempre.
—No quiero saber más nada de ti, Brooks —expresó y se descolgó la mochila para abrir su cremallera y sacar algo de ella. Era una prenda—. Toma tu estúpida sudadera —me la entregó—. ¿Eso era lo que querías? Bien, pues dile a tu querida noviecita que ya puede estar tranquila, que no volveré a meterme en vuestra relación, pero dejarme ustedes a mí también, por favor.
—Watson... no... —estaba en estado de shock con la sudadera en mis manos.
—Te dije que se acabó, que te dejaría en paz, ¿por qué ahora decides meterte en mi vida? —cuestionó y se mordió el labio—. Ah, ya sé... —soltó una carcajada falsa—. Tu cerebro de mosquito aún piensa que yo soy la mala de la película, que estoy tramando algo. ¿Pues sabes qué? Que tienes toda la maldita razón. Así que déjame en paz, Brooks, porque puedo cometer una locura como me enfades —se colgó la mochila en la espalda y se fue de la zona del instituto.
Su amenaza me dejó petrificado. Ni las lágrimas eran capaces de salir a la luz. Un nudo se formó en mi pecho, impidiéndome poder respirar. Mis temores a que mis intuiciones de que ella era mala se hicieron realidad. A no ser que hubiera utilizado mi misma táctica para que cumpliera con su petición, que era alejarme de ella. La historia se repetía, aunque habíamos cambiado los roles, y esta vez me temía que nada iba a poder solucionarlo.
¡Holaaa! Aquí tenéis un nuevo capítulo jeje, algo bastante dramático en cuanto a la relación entre Alex y Tori. Por una parte me encanta ponerlos en contra, no voy a mentiros jaja. Me gusta esa tensión de pelea entre los protagonistas. No obstante, también hay que ser realista y saber hasta qué punto llevar esa pelea (me refiero a la toxicidad entre parejas, eso no me gusta)
Aunque no os interese, vengo a comunicaros que llevo una semana mala y que ayer di positivo en Covid. De todas formas, estoy bien, me está afectando como si fuera un resfriado. Lo que más respeto me da son las secuaces que puedes llegar a tener, ya que yo soy una persona de riesgo jeje, pero mente positiva.
Con este mensaje os quiero decir que quizás este fin de semana tengáis otro capítulo para vuestro body ;), ya que tengo más tiempo para mí sola, pero, como siempre digo, no es seguro, que luego me entretengo con otras cosas y se me olvida jajaja
¡Hasta la próxima! Gracias por leerme, cualquier duda os la puedo resolver por privado.
Atte: Nezla.
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