Capítulo 9: Lizormonas.

Lo odiaba. Realmente lo odiaba. Había subido al autobús con sus palabras resonando en mi mente con insistencia y no me había logrado deshacer de ellas en ningún momento. Incluso en el trabajo —donde era necesario que me concentrara— me habían perseguido y como consecuencia conseguí que Cora me retara varias veces por confundir en menos de una hora, dos pedidos. Lo cual, evidentemente era malo.

No, equivocarme no era lo malo, lo erróneo era pensar en el idiota de mi compañero todo el maldito día.

El único momento en el que había podido olvidarme de Matthew, había sido en la noche, cuando mis parpados se cerraron y las pesadillas vinieron en mi búsqueda. Al despertar en la mañana —con el cuerpo sudado y la respiración entrecortada—, no sabía cuál de las dos cosas era peor.

De cualquier forma, el día anterior había decidido llegar al instituto una hora antes para evitar encontrarme en el camino con el causante de mis nuevas inseguridades, sin embargo, hiciese lo que hiciese, no podía huir de su presencia para siempre, así que lo quisiera o no, Matthew Cooper estaba a mi lado.

Suspiré ante ello y me concentré en la clase de inglés que transcurría ante mí. O al menos, eso intenté, pues alguien me dio un golpecito sutil en el hombro. Ese alguien era Melody.

—Dime —susurré sin apartar la mirada de la mujer de pequeños y afilados ojos color cielo, de delgados labios que siempre mantenía en una fina línea y cabellos rubios que enmarcaban su rostro anguloso y pronunciado.

—Adivina qué día es mañana —me pidió Melody con emoción.

—Si mi móvil no está equivocado, es sábado.

—Muy graciosa —se burló por lo bajo—. Mañana es la maratón de Only for talented, y si no lo recuerdas, prometiste verla conmigo.

Only for talented era en resumidas cuenta una serie basada en una chica pobre con un increíble talento para tocar el piano, la cual logra entrar de milagro en un reconocido internado para futuros talentos. Durante su primer día conoce a Scott Lewis, el típico chico malo que se acuesta con todas y cada una de las chicas atractivas del instituto hasta que la ve a ella y por obra del Insta-Love se enamoran perdidamente, pero ella no quiere estar con él porque ella es pobre y él es rico. Sin mencionar que cree que él solo quiere jugar con ella. En fin, una trama predecible pero que a Melody le encanta y debo decir que a mí no me desgrada del todo.

—Lo sé —repliqué sin levantar mucho la voz—. Primer sábado de cada mes: Girl Nigth.

—¡Perfecto! —exclamó—. Tengo todo organizado, como siempre. Ayer compré golosinas en un mercado mayorista y son sumamente deliciosas...

—Señorita Ward —la irritada voz de nuestra profesora logró silenciar la vocecilla de mi amiga—, ¿debo llamar a un psiquiátrico? Porque su melodiosa voz es la única que se escucha, y creo...—Hizo un silencio sumamente calculado mientras se acercaba a su pupitre—. No, estoy segura de que hablar sola no es una cualidad muy atrayente.

Volger apoyó sus manos en el pupitre de mi amiga y Melody le sonrió. Oh, por favor, mantente callada, dije para mis adentros mientras intentaba cruzar mirada con ella.

—O quizá usted es demasiado mundana y no puede ver a través del glamour —rebatió la menor y yo golpeó mi frente con mi mano al tiempo que un sonido de aprobación se escuchó desde el fondo del salón. No tuve que pensar mucho para saber que era la voz de Ethan.

—Muy divertida, señorita. —La sonrisa de nuestra profesora se volvió maliciosa—. Espero que al director le gusten tanto sus chistes literarios como al joven Brooks.

—Son los chistes de mi novia, claro que me resultan divertidos —explicó Ethan condescendiente, avanzando hacia la salida.

—Un placer estar estos minutos en su clase —ironizó Melody antes de irse junto a su novio.

Volger suspiró irritada con la actitud de sus jóvenes estudiantes antes de recorrer el aula con la mirada.

—Bien, ¿alguien más desea participar de la mañana de chistes y acto seguido acompañar a Ward y a Brooks?

Nadie se atrevió a responder.

***

Horas después nos encontrábamos yendo en dirección a nuestra mesa habitual en la cafetería. La misma estaba repleta, como de costumbre, sin embargo, nuestras acompañantes diarios habían preferido ir a almorzar al gimnasio, pues David tenía entrenamiento. En silencio agradecí por ello, después de todo, me gustaba la idea de estar a solas con mi amiga y su novio. 

—¡El director amó mis chistes! —aseguró Melody al tiempo que nos sentábamos en nuestra mesa de siempre—. Aunque no es de extrañar, son buenísimos. 

—¿De verdad le contaste tus chistes al director? —pregunté dejando mi bandeja sobre la mesa.

—¡Claro! ¿Por qué no lo haría?— replicó enarcando las cejas con curiosidad, al tiempo que le lanzaba una mirada a Ethan—. ¿Verdad, amor?

El rubio asintió dándole un ruidoso sorbo a su bebida.

—Tenías que ver su cara cuando le dijo que los ángeles caídos eran sexys y que los peladores eran buenos en la cama —comentó con una deslumbrante sonrisa que dejaba ver sus incisivos sobresaliendo del resto de su dentadura perfecta.

—Fue divertido porque se rió con nosotros —observó Melody dándole una mordida a su trozo de torta de manzana.

Me mordí el labio sonriendo y negué con la cabeza imaginado las boberías que pudieron haber salido de la boca de la morocha a mi lado.

—Hablar de estereotipos literarios con el director no me parece un tema muy casual —advertí.

—Supongo que no, pero Sam nos conoce de toda la vida. Somos como sus nietos —contestó con dulzura—. Por cierto, ¿sabías qué quedó de boca abierta cuando le dije todas las cosas positivas que produce mantener relaciones sexuales? —me informó quitándole la botella a Ethan y elevando una ceja de manera inocente.

—¿Hablaste de sexo?

—Oye, es algo muy normal —se defendió Melody, sonrojada. 

—¿Qué es muy normal? —preguntó una voz cargada de melosidad a mis espaldas.

Me tragué el deseo de rodar los ojos y me volteé con una expresión afable en dirección a Liz. Sus cabellos pelirrojos estaban recogidos en una coleta alta que resaltaba sus facciones delicadas y angulosas. No traía mucho maquillaje, solo su característico labial del color carmín. Llevaba puesta una ajustada calza que realzaba sus curvas y un agradable top de color gris. Examinando su apariencia no tenía que adivinar a dónde se dirigía, después de todo, Liz bailaba. 

—El sexo —le contestó Melody encogiéndose de hombros.

—Ese es mi tema preferido durante las conversaciones —replicó la pelirroja sentándose a mi lado con una sonrisa maliciosa en sus labios—. ¿Quiénes y dónde van a practicarlo? —preguntó en un susurró despreocupado.

—Nadie y en ningún lado, Liz —le respondí. 

—Ah —se limitó a pronunciar con una mueca de decepción—. Son un poco aburridos ustedes, sabían, ¿no? —agregó apoyando su carita de ángel en su puño izquierdo y enarcando ambas cejas con inocencia sobreactuada—. Deberían venir a mi casa este fin de semana, mis padres viajaran por trabajo así que haré una pequeña fiesta. 

—¡Encantada! —Melody aceptó al instante y yo giré hacia ella desconcertada. 

—Supongo que iremos— aseguró Ethan después de la larga e insistente mirada que le regaló Liz.

¿Por qué carajos estaban aceptando ir a una de las fiestas de Liz Cook? ¿Acaso habían enloquecido?   

—¿Y tú, Miss complaciente? Quiero verte en mi fiesta —sus ojos celestes se clavaron en los míos con intensidad. Sabía lo que hacía. Ella me estaba retando a ir. 

—Tengo tarea —mentí.

—La haces un día antes y ya —replicó rápidamente.

Abrí la boca para protestar, pero ella se adelantó a mí colocando uno de sus largos dedos sobre mis labios.

—¡Perfecto! Te enviaré un mensaje con la dirección de mi casa al finalizar las clases —me aseguró sin apartar su dedo de mi boca—. De verdad espero que vayan. 

Al terminar de decir eso sonrió y apartó su dedo lentamente mientras se encogía de hombros. Luego, se levantó con elegancia y se marchó moviendo sus caderas. 

—¡Tenemos una fiesta! —exclamó Melody.

—Tenemos una fiesta —repetí en tono monótono mirando hacia donde se había ido Liz, sin embargo, no me encontré con ella, sino que vi a Matthew conversando con James.

James Wilson era un encanto y yo estaba encantada con él. Y no era simplemente una cuestión física —que también porque no iba a negar que aquellos ojos oscuros me atraían de sobremanera—, sino que existía algo dulce y seguro en él, en la manera en la que hablaba y sonreía, y era ese algo el que a mí me mantenía atraída... Tanto así que no me había dado cuenta que me había quedado mirándole fijamente y él se había dado cuenta. Avergonzado me saludó con un gesto de mano que yo correspondí por lo bajo. 

Ante aquella escena, vi a Matthew pronunciar palabras e irse. 

—Tierra llamando a Aylin. —Melody arrojó un papel en mi dirección y yo la miré sin ser capaz de evitar preguntarme qué había pasado con el tonto de mi compañero de arte—. ¿Puedes dejar de coquetear con la mirada, por favor? Nos dejas en evidencia —sonrió divertida—. Creo que las Lizormonas te afectaron.

Lizormonas: Feromonas expedidas del individuo perteneciente al género femenino llamado Liz.

—Claro, habla la que acaba de aceptar ir a una de sus fiestas —repliqué enarcando ambas cejas.

—Las fiestas son geniales —aseguró—. Además, recuérdame la última vez que fuimos a una. —No contesté, no habíamos ido a una fiesta desde hacía meses—. ¿Ves? No lo recuerdas porque fue hace siglos, así que nena, prepárate para mover ese trasero toda la noche.

Suspiré deseando que el mañana nunca llegara. 

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