Capítulo 71 (Garnet Leroy)


- Pueden levantarse.

Fue la orden de Seraphina al salir de aquella mansión. Milo se incorporó de inmediato para poder ayudar también a Charlotte, aunque con esa cercanía lo único que el griego logró fue que su corazón latiera al mil por hora.
Era agradable sentirse nervioso como en su juventud, aunque no podía mezclar los sentimientos que comienzan a florecer con la misión de encontrar a Dégel Faure.

- Estoy en deuda contigo dama Seraphina.

- No es necesario tanta formalidad Milo, quizá soy un poco mayor que ustedes pero prefiero que solo me digan por mi nombre.

La joven seguía con la mirada al frente, su mano izquierda al volante y la otra sobre la palanca.
Charlotte se miraba en el espejo del retrovisor para poder peinar sus cabellos castaños aunque no se percataba de forma en la que Milo la observaba.

- ¿Eres mayor que Degel? - Cuestionó Milo con asombro.

Seraphina movió su cabeza asintiendo ante esa pregunta - Le llevo dos años a Dégel, es por ello que tampoco tenía interés en el amor que supuestamente me profesaba... Aunque creo que con la llegada de ustedes lograron que se me cayera la venda de los ojos.

- No del todo Seraphina - Habló Milo mientras su mirada se posaba en el exterior. Disfrutaba de aquel paisaje citadino nocturno, uno muy distinto al de días anteriores. Si bien desde que llegó le costaba buscar hoteles que estuvieran al alcance de su bolsillo, ahora disfrutaba de ir en un auto de último modelo color gris en compañía de una dama muy refinada, tambien amable y la otra era aquella hermosa joven que le brindo su ayuda, que creyó en él aunque lo mas importante era que no lo había dejado solo; podía sentir como sus manos comenzaban a sudar tan solo con el ligero roce con Charlotte.

- ¿Hay más cosas que deban revelarme? - Cuestionó mirando a los jóvenes por medio del retrovisor sin dejar la labor de manejar.

- Así es - Se quedó callado unos momentos - Aunque solo quisiera saber primero sobre aquella mujer que mencionó hace unos momentos atrás... La señora Garnet ¿Quien es?

La dama de cabellos plateados dió la vuelta para la derecha, su mansión no estaba demasiado lejos, se podía divisar un enorme portón de madera en tono caoba, rodeado de una gran barda de piedra.

- Ustedes son muy misteriosos - Susurró Seraphina mientras quedaba frente a la puerta esperando que el guardia encargado de la entrada le diera acceso.

- Esto es muy difícil de creer lo sé, incluso en la mañana que conocí a Charlotte tuve que hacerle un resumen rápido del por qué estaba aquí.

- La señora Garnet vive conmigo después de un trágico accidente donde su casa se quemó totalmente, ella no recuerda mucho, dicen que cuando alguna persona se acerca a ella para cuestionarla sobre su pasado, intenta escabullirse para no hablar de ello.

Milo se quedó callado unos momentos, si algo que tenía es que no sabía hablar ni tener paciencia con las personas, sin embargo prefería ser directo.
La puerta de la mansión se abrió dejando ver la casa que la familia de los García poseía, aunque en tamaño era más pequeña que la de Faure, no quitaba el hecho de que a Milo le parecía un poco más acogedor a diferencia de la otra.

Seraphina siguió manejando hasta llegar frente a la puerta de la mansión, de inmediato aquel portón de color chocolate se abrió de par en par revelando la silueta de una mujer de vestido negro, guantes del mismo tono y su cabello ondulado sin duda era color azabache.

- Ella es la señora Garnet Leroy - Señaló a la mujer que los esperaba en la entrada de la mansión - Desde que tengo memoria cuida de mi y de mi hermano fallecido, nunca he logrado hablar con ella sobre su pasado. Solo les pido que si encienden algo que lleve fuego no se acerquen a ella por qué tiene mucho miedo.

- Si le tiene miedo al fuego entonces es por qué tuvo un percance con ello ¿No es así? - Cuestionó Charlotte observando a la mujer por las ventanas del auto mientras se retiraba el cinturón de seguridad.

- No lo sé con exactitud, aunque quiero suponer que si por qué en sus brazos y sus manos tiene cicatrices muy notorias, es por ello que usa los guantes... Incluso ella no cocina, por eso cuento con algunos chefs.

- Antes de bajar Seraphina - Interrumpió Milo - Quiero agradecerte que nos hayas podido sacar de la mansión Fauré, aunque no se cómo explicarte todo lo que está pasando y de verdad necesito ver a Dégel lo antes posible.

- ¿Que tan involucrada estoy en este problema?

- Lo suficiente para que se decepcione totalmente de Fraille.

Seraphina giró levemente su cabeza para mirar a sus acompañantes, en realidad les creía, algo en su interior le decía que no dudara de la palabra del joven griego.
Se retiró su cinturón de seguridad y les hizo una señal para que la siguieran.

- Vamos adentro y me cuentan todo lo que necesito saber.


Surt nuevamente fue quien decidió acompañar a Camus al ultrasonido que tenía programado el día de hoy.
Después de recordar aquel incidente con ese enfermero que solo se dedicó a juzgarlo como si se tratara del padre del pequeño que viene en camino, le causaba molestia de tan solo pensarlo.

- ¿Quieres que pase contigo o voy a pedir que te agenden tu próxima consulta?

Fue lo que preguntó Surt mientras sacaba de la mochila los papeles que necesitaba llevar para pedir la próxima consulta del pelirrojo.

- Sé que no será muy de tu agrado mirar el ultrasonido, puedo pasar solo. Si quieres esperar en lo que salgo ve a sacar mi cita por favor.

Justo en ese momento salió uno de los médicos anunciando el nombre de Camus, tomó su mochila y entró a esa habitación donde le realizarían su ultrasonido.
En realidad estaba ansioso por qué está vez podrían determinar el sexo de su pequeño y deseaba en lo más profundo de su corazón que fuera un niño para ponerle el nombre de Isaac, aquel que tanto deseaba Dégel.
Aunque si resultaba ser una niña, no le molestaría en absoluto, con que todo saliera muy bien todo lo que resta de los meses faltantes, solo deseaba no tener ninguna complicación.

Surt esperó que Camus entrara, después tomó los papeles que necesitaba y se dirigió a la ventanilla de citas y archivos.
Para su fortuna la fila de espera no era tan larga, unas cuatro personas frente a él.

No demoró más que unos cinco minutos en ser atendido, aunque grande fue su sorpresa al ver quién atendía esa ventanilla.

- Oh vaya, tenemos el desagrado de volver a vernos.

Aquel enfermero estaba nuevamente frente a él, con esa sonrisa burlona y disfrutando de las muecas y gestos de desagrado por parte de Surt.

- Un trago amargo diría yo.

- Mejor dime en qué puedo ayudarte... Claro si es que necesitas mi ayuda - Le respondió con desdén mirando al contrario con desaprobación.

- Solo quiero una cita.

Sigmund comenzó a reírse - Déjame decirte que no me interesa una cita contigo... No eres mi tipo.

Surt apretó sus puños molesto, detestaba que Sigmund lo hiciera perder la poca paciencia que le sobraba.
De no ser que un simple cristal los dividía, de lo contrario se hubiera metido a ese mismo cuarto para poder borrarle esa sonrisa a golpes.

- ¡Vengo a sacar una cita para Camus! - Exclamó con molestia aventando los documentos sobre la ventanilla.

- Para tu esposo.

- ¡No es mi esposo!

- Tu novio.

- No es mi novio.

- Bueno ya - Sigmund se llevó su dedo a su mentón - Entonces es tu amante y vienes para estar al pendiente de tus locuras.

- ¡No es mi amante! - Grito llevándose sus manos a su cabellera con desesperación.

- Ja, vaya.

- No es nada de eso, Camus es un amigo y ya. Yo soy libre, soltero y sin compromisos de por medio.

Sigmund tomó los documentos y comenzó a revisar en la agenda alguna cita disponible,  cuando la encontró lo anotó en los papeles que Surt llevaba y se los devolvió.

- Listo, tu cita está anotado... Y si quieres una cita conmigo más te vale que le bajes a tu mal humor.

Un color rojizo se hizo presente en las mejillas de Surt, después tomó los papeles no sin antes dedicarle una mirada asesina a Sigmund.

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