Capítulo 39 (Besos en la cama)
- Degel.
Tenerlo de cerca lo hacía ceder, siempre lo hacía, caía en sus encantos y ahora que esperaba un hijo suyo ya no era impedimento para estar juntos.
Fue Camus quien tomó esta vez la iniciativa, logró escapar de esa posición donde Degel lo tenía aprisionado, tomó sus manos y lo guió hasta la cama.
Degel incrédulo ante lo que veía, comenzó a deshacer el nudo de su corbata ante la mirada de su alumno.
- Camus, no tiene caso seguir escondiendo lo que somos. Si lo que pides es que te de tu lugar como mi pareja, ten por seguro que así será.
Después de que Degel habló tiró la corbata al suelo, con pasos firmes se acercó a su alumno y se fue colocando sobre el contrario quien se mostraba ansioso por lo que estaba pasando.
- Es inútil no llamar la atención Degel, están los demás alumnos.
- Querías que te presente como mi pareja ¿No? - Contestó Degel en un tono seductor desabrochando su camisa de una manera tortuosa frente la mirada ansiosa de su belleza escarlata.
- Si - Fue lo único que pudo lograr decir al ver el torso desnudo de su maestro mientras se quitaba su camisa. Mordió su labio internamente observando con detenimiento lo que estaba pasando entre ellos dos.
Ese escultural cuerpo que lo hacía perder totalmente la cordura y su mirada fría parecía que quería grabar cada detalle de él.
- Así podrán escuchar todos que me perteneces - Susurró acercándose de manera peligrosa hasta el cuello de su alumno inhalando esa sutil fragancia dulce que desprendía de su cuerpo y de sus prendas.
Camus cerró sus párpados ante la cercanía de su profesor, le llegaba un aroma peculiar a vino. Ahora entendía que se la había pasado tomando, perdía el control de manera fácil.
Lentamente fue abriendo sus piernas para darle más comodidad a su amado maestro, podía sentir como aquel bulto rozaba con el suyo.
- Degel - Gritó Camus al sentir como los dedos de su amante recorrían con parsimonia sobre su ropa para retirarla lentamente.
- Me vuelve loco verte con alguien más... Todo esto cambiará porqué de ahora en adelante me perteneces - Después de decirle esto hizo lo que había deseado desde la primera vez, dejar de una vez por todas en claro que Camus le pertenece.
Un gemido agudo emitió Camus al sentir como su maestro mordía con frenesí la piel de su cuello. De manera inconsciente enterró sus uñas en la espalda dejando marcas muy notorias en el contrario.
Cegado ante las diferentes sensaciones que experimenta en su cuerpo, no sabía si era el momento o su embarazo lo hacía anhelar ese momento pero cuando Degel terminó de dejar una gran marca en su cuello, rápidamente se incorporó de la cama y se colocó frente a Degel quien no lo dejaba de admirar como la octava maravilla.
- De ahora en adelante seré tuyo, así como tu eres mío y de nadie más - Susurró Camus terminando de retirarse sus prendas sin dejar de mirar a su profesor. En cuestión de segundos toda su ropa cayó al suelo dejando ver toda aquella deseable piel blanca.
Degel se levantó de la cama para poder sentarse mientras su belleza escarlata se colocaba sobre su cintura. Colocó sus manos en la espalda de Camus como si delineara con sutileza su piel dejando un camino que viajaba de su espalda alta hasta su cintura.
Ambos se fueron acercando sintiendo el tibio aliento del contrario, un beso tierno que después se volvió más intenso cuando sus lenguas se entrelazaban una a la otra con desesperación mientras acariciaban sus cuerpos que comenzaban a cubrirse con una ligera cada de sudor.
Esta tarde era solo para ellos dos y Degel estaba dispuesto a dejar en claro lo que es suyo.
Empezando por el molesto estudiante de Andreas.
En ese preciso momento Milo no se había quedado con las ganas de saber que tramaba Camus y sobre todo necesita saber quien era el anónimo de los detalles de las notas que guardaba recelo.
Se había anticipado nuevamente a informarse que efectivamente nadie estuviera en la casa de su pareja.
Nuevamente sacó la llave del lugar donde Camus la dejaba y con mucho sigilo entró a la casa de los padres de Camus.
- No hay nadie - Se dijo a si mismo observando su entorno.
Sonrió con malicia y rápidamente corrió hasta la habitación de su pareja para seguir investigando aquella caja que tenía bajo su cama.
Entró a la recámara y se dio cuenta que había quedado todo un desastre, como si Camus hubiera tenido prisa por salir.
- Que raro, Camus no suele ser desordenado.
Sin darle importancia a la cama destendida, se acercó para poder sacar aquella caja donde estaba aquella pista que le revelaría de una vez por todas lo que tramaba su pareja.
La tomó y se sentó en el borde de la cama, colocó la caja sobre sus piernas y prosiguió en la labor de revisar cada uno de esos papeles doblados.
Hasta casi al final de la caja se encontró uno que le llamó su total atención.
Con sigilo comenzó a desdoblarla, grande fue su sorpresa al leerlo.
Quería la verdad y lo tuvo.
Soy aquel que te llena de pasión
Él que te incita a lo prohibido
Y aunque estés con él
Soy a quien extrañas en las noches
Él que te lleva a ser atrevido
Y te acelera el corazón...
Degel
- ¿Degel?
No, ese nombre no podía ser cierto...
Podía imaginarse a cualquiera de sus compañeros de la escuela, incluso hasta de Mu, de Saga... Hasta de Kanon, pero...
Aquella persona no podía ser cierto.
Degel ha sido uno de los profesores más reconocidos por ser el más serio y muy dedicado a su labor de enseñanza.
Uno de los más queridos por el mismo director por tener una manera muy peculiar de enseñar a los alumnos.
Aquel que no cede con sus alumnas, incluso hasta las veces que ha tratado de insinuarle sus ganas como aquella ocasión en el restaurante.
Era pareja de su hermano mayor y esto no podía ser cierto.
- ¡Degel!
Molesto estrujó el papel en su mano molesto y lo aventó con furia hasta la ventana.
Pareciera una pesadilla, pero jamás se imaginaba que aquel amante que Camus guardaba era nada menos que Degel.
Se llevó sus manos a su larga cabellera alborotada y se dejó caer en la cama después de esa decepción, jamás pensó que Camus le devolviera lo mismo que él hacía.
- Ahorita deben de estar los dos en aquel concurso que tanto decían.
Milo sacó su celular de su bolsillo del pantalón y redactó un mensaje para su hermano.
Más te vale llegar esta noche a casa temprano, necesitas saber algo que quizá sea de tu interés.
Después de apretar el botón de enviado sonrió con malicia, si algo que ellos dos tenían es que no les gustaba perder de esa manera y cuando ese par regrese motivos para ocultar lo que hacen no tendrán.
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