10._Solos


Korn llevó a Mary de vuelta a la casa. En esa oportunidad no le importó que ella ensuciara el lugar. Una vez la dejo en el cuarto cerró la puerta con llave diciendo que lo llamara cuando estuviera lista. Mary no protesto. Estaba demasiado conmocionada con todo lo que sucedió. Tardo varios minutos en ir hasta el baño. Cuando se miró en el espejo descubrió tenía varios cortes pequeños y delgados en el rostro. Su ojo izquierdo estaba un poco inflamado. Pero eso no era lo más grave. Media hora más tarde llamó a Korn y cinco minutos después de la llamada él apareció en la puerta con un botiquín en la mano.

Algún tipo de instrucción médica debía tener aquel sujeto. Era muy hábil con todo ese instrumental para ser un aficionado. Con mucho cuidado, Korn curo la zarpada que Liquir dejó en el costado del abdomen de la mujer, que recostada en la cama veía el techo con una expresión meditabunda. En su ojo izquierdo tenía un parche de gasa y tres benditas en la cara. No parecía preocupada por eso o la herida en su abdomen. Era otra cosa en lo que estaba reflexionando.

-Dejara cicatriz- le dijo Korn, una vez terminó, obteniendo una mirada de la mujer.

-No será la única que tenga- le respondió Mary.

En su pancita tenía otra cicatriz, lo mismo en la rodilla izquierda, la espalda y una chiquita justo en mitad de la frente. Korn las había visto todas. La de la espalda le provocó curiosidad, pero no le hizo preguntas. Él se apartó y ella se sentó en la cama para ponerse una blusa.

-Son las once treinta. La hora de la cena quedó atrás, pero he preparado algo ligero para que comas- le dijo el asistente abriendo la puerta de la habitación y haciendo un elegante gesto para señalarle que lo siguiera. Ella fue tras él.

No comió en el comedor sino en la cocina. Una sopa y una ensalada fue lo que Korn puso ante ella en esa pequeña mesa. Mary saboreo los alimentos de una forma muy diferente a como lo hizo esa mañana. A ratos visualizaba a Liquir sobre ella y casi podía sentir su aliento acariciando su mejilla. Esa sensación de enfrentarse a lo salvaje, a lo irracional, era una experiencia brutal, pero al mismo tiempo estimulante. Pocas de las acciones que llevó a cabo para defenderse fueron pensadas. La sombra de Liquir proyectada en la ventana, la saco de sus pensamientos.

Korn no se movió de su postura. Estaba pelando unas frutas. Ni siquiera cuando la ventana corrediza fue abierta, dejó de hacer lo que estaba haciendo. Al entrar Liquir, apenas si lo miro. El sujeto tenía un aspecto terrible. No llevaba puesto zapatos y sus negros pies dejaron unas oscuras huellas en las baldosas. Avanzó hacia ellos de manera encorvada y sujetando su abdomen con una mano, como si estuviera conteniendo un gran dolor. Mary calculaba haberlo herido a esa altura, pero no creía haberle hecho un daño tan grave. Con cuidado se apartó de la mesa, pues no sabía en que estado había retornado Liquir. Oírlo hablar fue un alivio.

Korn respondió al llamado de su señor, pero sin prisa. Hasta parecía un poco disgustado. Quiso cargarlo sobre su hombro, mas al observar a Liquir con atención prefirió ayudarlo a sentarse en uno de los taburetes altos que había frente a la isla de la cocina.

-Deje el botiquín en mi cuarto- le dijo Korn a Mary- Tráelo por favor.

La mujer obedeció. No tardó ni cinco minutos en regresar con esa caja blanca que dió al asistente.

-¿Cómo estás?- le preguntó Liquir con una voz más brusca de lo habitual. Estaba aguantando un gran dolor.

-Bien- contestó la muchacha, pero con recelo.

-Tienes buen tino- comentó Liquir apartando la mano de su cuerpo para dejar ver la herida que ella le provocó.

Mary se alarmó. Creyó que el corte era grande, pero en realidad era el pelaje manchado de sangre lo que desproporciono la herida.

-De haberlo hundido en lugar de cortar, me hubieras hecho una herida letal- le dijo Liquir- Pero te faltó fuerza o la intención de terminar con mi vida. De cualquier forma...fue peligroso.

-Es un corte superficial- intervino Korn.

Mary guardo silencio. Es que el Liquir que tenía delante de ella y el que vio en el bosque...parecía una criatura totalmente diferente. Parada junto a la mesa observó a Korn curar a su jefe. A ratos sus ojos se cruzaban con los de Liquir y él le sostenía la mirada con su habitual arrogancia. Cerca de la una de la madrugada, Korn tiraba los algodones que uso en la basura diciendo que con un buen descanso Liquir pronto se respondria.

-Le llevaré unos analgésicos a su habitación- agregó al intentar tomarlo del brazo, acto que él evitó.

-Puedo solo- le dijo Liquir poniéndose de pie tan erguido como siempre- ¿Mary te gustaría tomar una taza de té antes de dormir?

-Claro- contestó ella rascándose debajo del parche que tenía en el ojo.

Korn se quedó ordenando el botiquín, mientras Mary seguía a Liquir hacia el estudio. Unos minutos después tendría que llevar dos tazas de té a esos dos. No le molestaba hacerlo, pero les dedicó una mirada un tanto hostil.

Mary iba un paso detrás de su anfitrión quien caminaba un poco más lento de la habitual. Posiblemente la patada que le dió Korn causó en él mucho más daño que la herida que ella le hizo con el cuchillo. Una vez en el estudio, Liquir se sentó en el sofá que allí había. A su costado había una televisión puesta en la pared, frente a él una mesa de café y el sofá en que Mary se sentó con cuidado. Tenía varios golpes en las piernas que no recordaba como se hizo.

-No estás asustada- exclamó Liquir súbitamente- Reconozco el miedo en más de una forma- agregó tocando su nariz mientras cerraba los ojos y sonría con alguna idea graciosa en mente- Lamento mucho que tuvieras que ver esa parte de mí.
Desgraciadamente no puedo decir que no quería lastimarte. Cuando me dominan esos impulsos pierdo la razón. En cierta forma es liberador. Sigo ahí, pero como un espectador.

En ese momento entro Korn con una bandeja en las manos. Puso dos tazas de té en la mesa y luego las lleno con una aromática infusión. También dejó unas galletas en un plato blanco con el dibujo de un zorro acechando una liebre. Una vez terminó anuncio su retirada.

-Puedes ir a descansar- contestó Liquir y su asistente cerró la puerta al salir.

Mary vio a Liquir tomar dos cubos de azúcar para ponerlos en la taza. Con ademán elegante agito en su interior la cuchara, luego bebió un poco teniendo que secar el contorno de su boca con una servilleta. Mary bebió té amargo después de él.

-Estas muy callada. Más callada de lo usual- comentó Liquir- Eso quiere decir que tu cabeza está trabajando a toda su capacidad.
¿Hay alguna idea que desees compartir conmigo? Sería interesante oír tus conclusiones respecto a todo lo que ha pasado.

-Creo que carezco del vocabulario y la retórica necesaria para expresar correctamente la idea que he tenido- respondió Mary con calma.

-Intentalo- le pidió Liquir cuya figura quedaba abrazada por las sombras. Sus colas se movían un poco, sus ojos brillaban casi como en el bosque.

-Usted es una criatura binaria- comenzó Mary- Y oscila de un lado a otro entre las dos caracteres de su naturaleza.

-Continua- le pidió Liquir pues ella cayó en un súbito silencio.

-Contrario a lo que la racionalidad de su lado ¿Hmm? Conciente puede sugerir, la dualidad de su naturaleza no le causa demasiadas controversias. Es más disfruta dándole libertad a su parte silvestre. Lo que me lleva a pensar que de haberme matado no hubiese sentido ningún remordimiento. Simplemente hubiera sido la víctima de sus instintos primitivos.

Liquir rio con recato, pero rápidamente su risa se volvieron carcajadas.

-Pero los instintos responden a necesidades básicas tales como huir ante el peligro o matar para alimentarse. Lo que quiere decir que si me hubiera matado es porque quería alimentarse por lo me hubiese acabado devorando- continúo Mary terminando con la risa de Liquir- Sin embargo, pienso que aquello es imposible. Una vez se tiene la razón solo se puede volver a lo primitivo perdiendo la razón. Mientras existan una cuotas de razón, el instinto estará siendo dominado.

Mary tomó la taza de té para beber un poco, Liquir la miró fijamente antes de ponerse de pie cubriendo con su sombra a la muchacha que alzó sus ojos a él con una expresión fría.

-Señor Liquir, usted no es un animal y jamás será un animal. No puede. Tiene el don del pensamiento, tiene carácter, a desarrollado una personalidad- continúo la mujer al apartar de ella la taza de té y regresarla al platillo- Todo lo que sucedió en el bosque fue una situación elaborada y controlada. 

Liquir no respondió. Comenzó a caminar entorno al sofá, donde ella estaba sentada, hasta ubicarse detrás. Descanso los brazos sobre el respaldo, muy cerca de ella, tomó con sus dedos un mechón del cabello de Mary. La melena de la mujer estaba limpia, suave.

-Puedes responder una pregunta- le consultó- ¿Si un hombre sin razón es una bestia qué es un hombre sin instintos?

-No lo sé- contestó Mary rápidamente- Pero creó que si el hombre perdiera el instinto... Dejaría de ser un hombre.

-¿Y si la bestia adquiriera la razón dejaría de ser una bestia?

-Sí...y no. Son otra especie. Tendrán otra visión de las cosas. Otras razones.

Liquir pareció un poco confundido, aunque fue solo cosa de un instante. Unos segundos después echo a reír otra vez, pero en eso momento lo hizo con gracia. La respuesta lo divirtió.

-Otra especie- repitió Liquir y acercó el cabello de la mujer a su nariz- No soy un animal, ni un hombre; soy de otra especie. Estoy de acuerdo. Soy un ser que no puede definirse como hombre, por lo tanto tus criterios respecto a mí no son correctos. Aunque admito hay aspectos que...- al decir eso se llevó la mano a la barbilla sin soltar el cabello de la mujer que tuvo que inclinarse a un costado para que él no tirará de su melena- Será mejor que vayamos a dormir. Hoy fue un día bastante activo y francamente estoy exhausto. Estoy seguro tú también quieres descansar.

Mary lo vio ir hacia la puerta a paso lento. Su torso le dolía bastante, eso era obvio. Una vez él dejó el estudio ella se levantó para ir a su habitación. Antes de abrir la puerta, Mary miró a Liquir entrar en su cuarto al final del corredor. No pusieron llave a su puerta esa noche y ella no intentó escapar.

Por la mañana Mary despertó con la entrada de Korn. El asistente llevaba una bolsa de papel que le dió apenas ella se sentó en la cama. La mujer ni siquiera supo cómo fue que pasó la noche. Apenas puso la cabeza en la almohada se durmió profundamente. Ni siquiera soñó.

-¿Tuviste una conversación interesante con el señor Liquir?- le preguntó Korn sorpresivamente.

-Creo que sí- respondió Mary logrando que él arrugará el entrecejo- ¿Qué sucede?

-El señor te espera abajo para
desayunar- le contestó de manera seca, luego se retiró.

Por primera vez la ropa que le dieron, que no era para jugar, incluía un pantalón. Cuando Mary miró por la ventana descubrió que estaba nublado. Hasta en eso pensaban esos dos. De haber tenido una chaqueta roja o negra su nuevo atuendo hubiera sido parecido al que usan las personas que practican equitación. Al llegar al comedor descubrió a Liquir hablando con Korn quien tenía puesto un abrigo marrón con el cuello alto. Al verla se separaron y el señor de la casa le dijo que su asistente estaría fuera ese día.

-Espero su ausencia no sea un inconveniente para tu estadía- le dijo Liquir.

-Sí, lo será- exclamó Mary- Sin Korn no tendré con que entrenarme- murmuró la muchacha.

Ambos la escucharon. Liquir se sonrió, Korn se acomodó la corbata viéndola fijamente, luego se despidió y se marchó dejándolos solos. Mary lo siguió con la mirada hasta que él cruzo la puerta. Para entonces Liquir estaba parado delante de ella.

-Así que sin Korn no tienes con que divertirte- le cuestinó poniendo una de sus garras debajo de la barbilla mujer para levantarle el rostro- El instinto es una tendencia biológica moldeada por la experiencia... ¿Qué vivencias acondicionaron los tuyos?

Mary no se movió. La nariz de Liquir le causó escalofríos cuando él respiro en su cuello, pero no porque le resultará desagradable o peligroso, sino porque estaba fría.

-Esta actitud displicente que tienes es un tanto estimulante- le señaló apartandose de ella- Vamos a divertirnos tú y yo...

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