The Runaway Girl
¡Hola de nuevo!
Gracias nuevamente por su apoyo y seguir el fic hasta este capítulo. Igualmente gracias por su paciencia ya que ahora sí me tardé en actualizar.
Espero les agrade esta nueva entrega, quedó más largo de lo que planeaba y tuve que dejarlo un poco al aire sin incluir otra "escena", por decirlo así, que quería que formara parte de este capítulo pero deberé acomodarla para el siguiente, ya que no quiero abrumarlos con partes muy largas.
En fin, disfrútenlo y como siempre, quedo a espera de sus comentarios, quejas o lo que sea.
¡Saludos!
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"Estoy soñando... sí, eso debe ser, esto no es ni puede ser real... Steven jamás regresará..."
Eso fue lo que mi mente estaba gritándome en esos momentos mientras yo permanecía de pie, sin moverme ni un solo centímetro y casi conteniendo la respiración. No fue hasta que sentí el ligero dolor que me estaba causando con mis propias uñas por mantener los puños tan apretados que me convencí que esto no era un sueño, que esta vez era real y que de verdad, Steven estaba ahí frente a mí.
No puedo decir con certeza cuantos segundos estuve así sin poder reaccionar, con la mirada perdida en el chico de cabello azul celeste hasta que mi madre me sacó de mi ensimismamiento.
- Elysia, estaba un poco preocupada porque ya es algo tarde y no volvías, pero me alegra que estés de vuelta.
- Descuida mamá, todo está en orden - respondí secamente desviando por fin la mirada de Steven.
- El caballero ha estado esperando por ti durante un rato, será mejor que los deje solos para que puedan charlar a gusto, estaré arriba por si me necesitas - anunció sin inmutarse por mi actitud y ofreciendo una ligera reverencia al aludido, misma que él regresó educadamente.
- Muchas gracias por las atenciones prestadas, Sra. White y por el delicioso té - respondió él con una sonrisa.
- No es nada, estás en tu casa - finalizó mi madre con amabilidad. Acto seguido subió las escaleras dejándonos a solas.
Yo aún seguía pegada a la puerta desde donde observé toda la escena. Ahora que estaba por mi cuenta con Steven no sabía qué hacer. Tenía una tempestad, por decir lo menos, de emociones dentro de mí. No podía creer lo inoportuno que había sido él para regresar. De entre todos los días, había elegido el peor.
Steven se aclaró la garganta para hacerse notar y por un segundo me sentí mal por haberlo ignorado hasta entonces, estando totalmente perdida en mis pensamientos. Sabía que debía acercarme, escuchar lo que tuviera que decirme, intentar sostener una conversación con él... Algo que durante mucho tiempo había anhelado con todo mi ser, pero ahora, toda esa convicción y esos deseos parecían haberse esfumado por completo.
Respiré profundo y prácticamente obligué a mis piernas a moverse hacia la sala, donde él me esperaba de pie todavía.
- Hola Elysia - saludó nuevamente, aunque esta vez su entusiasmo había sido reemplazado por cautela al darse cuenta de mi actitud.
- Hola, Steven - respondí automáticamente, sin poder precisar con qué tono me salió esa frase.
Por un instante los dos nos quedamos callados, frente a frente mirándonos fijamente. En un acto reflejo, me llevo los brazos a la espalda, pues las ganas de correr hacia él, abrazarlo y llorar de alegría por volver a estar a su lado empezaban a salir a flote. Sin embargo, la otra parte de mí, aquella que seguía dolida, molesta y frustrada continuaba ganando ampliamente la batalla.
Debo ser honesta, a pesar de ello mi corazón latía y ardía como un Ponyta fuera de control. Tanto tiempo sin verlo estaba empezando a hacer mella en mi memoria y definitivamente, el recuerdo que tenía de él no le hacía justicia. Steven no había cambiado prácticamente ni un ápice, seguía estando tan guapo y maravillosamente galante como siempre. Incluso, quizá aún más si es que eso era posible.
Recordé aquellos atardeceres que solíamos presenciar a la orilla del mar en Mossdeep. No importaba cuántas veces lo hubiéramos visto, a Steven siempre le impresionaba la belleza de ese espectáculo. Él se quedaba absorto en silencio mirando hacia el horizonte, pero yo... Yo sólo tenía ojos para él. Me resultaba terriblemente difícil no voltearlo a mirar y quedarme totalmente embelesada por él. Por sus perfectas facciones, por el hipnótico movimiento de su cabello al compás del viento, por el color de sus ojos, ese azul celeste tan especial y extraño...
Y entonces, sólo podía pensar en que era imposible que alguien como él existiera... que era imposible no enamorarse de él.
Ahogué un suspiro en mi garganta y sacudí ligeramente mi cabeza, como intentando alejar esos pensamientos de mi mente. No podía permitir que Steven se diera cuenta de cómo me afectaba su presencia en estos momentos, por lo que tuve que hacer un esfuerzo colosal para por fin abrir la boca e iniciar conversación.
- Así que has vuelto... - dije intentando sonar casual mientras me sentaba y hacía un ademán con mi mano derecha para indicarle a mi interlocutor que hiciera lo propio.
Steven comprendió la señal y se sentó en el sofá que estaba frente al mío.
- En efecto - respondió, confirmando lo evidente - De hecho, eres la primera persona que visito en Hoenn desde mi regreso - agregó regalándome una sonrisa tímida.
Por un segundo, esa frase me desarmó pues no lo esperaba. "¿Acaso eso significaba algo?"
- ¿De verdad? - pregunté con escepticismo, arrepintiéndome casi al instante por haberlo hecho.
- Sí, de verdad - contestó él con firmeza - De hecho, debo confesar que únicamente hice una parada rápida en Mossdeep para descansar y darme un baño y después me dirigí aquí. Ni siquiera he ido a ver a mi padre, quiero que sea una sorpresa para él también...
"Debes estar bromeando", pensé con amargura y de manera inexplicable, en vez de que dicha información me alegrara, provocó todo lo contrario.
- ¡Pues vaya sorpresa! - exclamé con un sarcasmo ácido mientras me ponía de pie, la molestia comenzaba a incomodarme y debía hacer algo para no dejar que explotara.
Logré observar cómo Steven se quedó inerte por unos instantes, dejando observar desconcierto en su mirada. Evidentemente, él no esperaba este tipo de recibimiento de mi parte.
- Espero no ser inoportuno ni haber causado ninguna molestia al venir a tu casa sin previo aviso - atinó a decir sin sonar muy convencido.
- Descuida... - contesté desinteresadamente - Espero tu viaje haya sido productivo.
- Sí, logré entrenar bastante, ampliar mi colección de rocas y sobre todo, aprender un poco más sobre el proceso de la mega evolución - respondió con un súbito entusiasmo - Por cierto, Elysia, me gustaría poder medir fuerzas contigo en una batalla Pokémon, creo que ahora mi equipo es más poderoso que antes, pero no lograré estar seguro hasta que pueda combatir contra la campeona de Hoenn - agregó, en el mismo ánimo.
"¡Ajá, con que esa es la razón por la que estás aquí después de todo!", pensé con molestia mientras caminaba rodeando el sillón donde previamente había estado sentada.
- Si ese es tu deseo, en cuanto derrotes a la Elite Four te estaré esperando en la Liga Pokémon para el combate, Steven - respondí maliciosamente mientras apoyaba mis brazos en la parte superior del sofá que estaba frente a él.
Nuevamente, mi interlocutor se mostró desconcertado por mi respuesta. Sentí una punzada de culpabilidad cuando lo miré agachar la cabeza. Sin embargo, no dije nada y esperé a una respuesta suya.
- En realidad... - comenzó a decir con voz tenue - yo esperaba un combate amistoso, Elysia. No estoy interesado en retarte en tu condición de Campeona, no busco recuperar el título si es eso lo que te preocupa - finalizó levantando el rostro.
Me lograba dar cuenta que Steven estaba haciendo un amplio esfuerzo por seguir siendo cortés conmigo a pesar de mi fría actitud, pero yo, enojada como estaba, ignoré ese gesto suyo y en vez de bajar la guardia y ser más comprensiva, contraataqué.
- Mmm... - murmuré - combate amistoso... - repetí en voz alta, como intentando sopesar el significado de esas palabras - verás Steven, al respecto hay un problema...
- ¿Y cuál es? - preguntó él interesado.
- Que tú y yo no somos amigos - sentencié, saboreando en cada sílaba el gélido tono con el que pronuncié esa frase.
Resulta difícil describir el efecto que esas palabras tuvieron en él. Pero lo que sí fue muy evidente, es que en definitiva, le dolieron profundamente. Sus cerúleos ojos, por lo general alegres, perdieron esa chispa por un instante. De nueva cuenta esa punzada de dolor en mi pecho se hizo presente, pero la ignoré y me mantuve estoica en mi posición fría ante él.
El silencio reinó de nueva cuenta. Steven Stone, el siempre elocuente ex campeón de Hoenn había sido tomado por sorpresa y por primera vez, lo dejé sin saber qué decir o cómo reaccionar. Tenía que tomar ventaja de dicha situación y justo eso fue lo que hice.
- Agradezco tu amabilidad al venir a visitarme pero deberás disculparme - dije en esa misma postura impasible - estuve mucho tiempo fuera y me siento cansada...
- Descuida, sé perfectamente dónde está la salida - respondió él de súbito, denotando ligeramente molestia e interrumpiendo mi frase - Hasta luego, Elysia - terminó, ofreciéndome una discreta reverencia y encaminándose a paso veloz hacia la salida.
Fue él quien esta vez me dejó muda con dicha acción, pero en el fondo no lo culpaba, sabía que había sido demasiado grosera con él. Observé impotente cómo abría la puerta y salía discretamente dándome la espalda todo el tiempo. En cuanto él estuvo fuera, corrí como loca hacia mi habitación y la cerré con seguro, puesto que no quería que nadie me molestara.
Me senté en el piso, recargándome sobre la cama, abrazando mis rodillas. Cada vez me costaba más trabajo respirar sin sentir que el alma se me iba en cada exhalación. No sabía cómo había sido capaz de confrontarlo de esa manera después del embrollo con Brendan. "¡Maldita sea, Steven! Justo cuando una puerta se estaba abriendo ante mí para darle vuelta por fin a la página..."
Creo que jamás me había sentido tan confundida como hoy. Nunca me había visto involucrada en una situación tan complicada emocionalmente, ni siquiera cuando lloraba por su partida. En ese momento, era fácil entender lo que sentía: sufrimiento, un enorme y desesperante dolor que parecía no tener manera de ceder. Después, el coraje y la frustración encontraron su camino hacia la superficie, pero eso también fue claro para mí. En estos momentos, no podía sacar prácticamente nada en limpio, no sabía qué emoción reinaba por encima de las otras...
¿Culpa? Sí, la había y por dos razones. Por haber rechazado a Brendan de esa manera lastimándolo y ahora también, por haber tratado mal a Steven...
¿Dolor? Por supuesto, porque sabía que esa actitud fría y distante que había tenido con el heredero de Devon Corporation podía costarme muy caro. Que probablemente, lo había ofendido lo suficiente como para que él decidiera jamás volver a buscarme... lo que me llevó a otra cosa.
Miedo...
¿Qué iba a hacer si eso se hacía realidad? "¡Por Arceus, Elysia, eres una verdadera estúpida!", me regañé mentalmente. ¡Sólo a mí se me ocurría alejar al hombre por cuya ausencia había llorado tanto tiempo! Pero es que...
Sí, ahí estaba: el enorme coraje que sentía contra él. Hasta el día de hoy, cuando lo tuve frente a frente, sonriéndome como si nada hubiera sucedido, despertó en mí una ira que ni siquiera yo estaba consciente que albergaba. Fue eso, su actitud tan despreocupada y tranquila la que me llevó a reaccionar de esa forma tan extrema. Bueno... al menos ahora entendía de dónde había salido esa faceta que hasta a mí me costaba trabajo reconocer.
Por otro lado, también me sentía frustrada. Porque justo cuando yo pensaba que ya estaba superando a Steven y mis sentimientos por él, a Brendan se le ocurrió dejar en claro los suyos hacia mí. ¡Y de qué forma! Me llevé las manos a la cabeza, realmente no sabía que rayos estaba pasando conmigo.
Una sonrisa amarga se dibujó repentinamente en mi rostro de la nada. "Debo estarme volviendo loca para sonreír en medio de todo este enredo". Pero no, no estaba chiflada, lo que sucedía es que no quería admitir que ese gesto había sido ocasionado al recordar la emoción que sentí al estar cerca de Steven y poder observar su increíblemente perfecto semblante de nuevo. ¡Porque sí, carajo, sí! él me seguía derritiendo con su sola presencia, eso no había cambiado.
"¡Arrrrgghhh!", gruñí frustrada al caer en cuenta de ello. Porque además, siendo sincera, en el fondo me había sentido contenta por verlo otra vez. Yo lo daba por perdido, estaba segura que jamás volvería pero me alegraba haber estado equivocada.
"Elysia, definitivamente tienes que poner un orden en tus ideas, ¡y pronto!", me urgí. Eso era lo primero en la lista, porque aún debía pensar en qué haría con el asunto de Brendan y también con Steven, ya que si de algo estaba segura, es que aquí no terminaría todo. Al contrario, la tormenta no había hecho más que comenzar...
Pasaron las horas y finalmente, el cansancio me venció. Todavía no lograba sacar nada en limpio de lo que haría a continuación respecto a mi situación emocional, pero al menos tenía algo en claro: debía alejarme de Littleroot lo más pronto posible.
Simplemente no podía imaginarme lo complicado que sería tener que enfrentar a mis padres a diario sabiendo que mi ánimo otra vez estaría decaído, suficientes preocupaciones les había acarreado cuando había estado deprimida por el abandono de Steven y eso no debía volver a repetirse. Pero sobre todo, no quería ni siquiera encontrarme con Brendan, aún no sería capaz de plantarle cara después de lo que había sucedido. Necesitaba distancia y tiempo.
Esa noche dormí mal y al día siguiente desperté aún más temprano para ultimar detalles. Empaqué unas pocas mudas de ropa y los artículos más básicos en una pequeña maleta. Tomé las 6 pokéballs donde tenía a mi equipo y salí corriendo de mi habitación. En la planta baja mis padres ya estaban desayunando.
- Elysia, cariño, anoche ya no te vi después de que se retiró Steven. ¿Todo está en orden? - preguntó mi madre preocupada.
- Sí, mamá, es sólo que estaba muy cansada - respondí tratando de sonar convincente.
- ¿Qué significa esa maleta, Elysia? - interrumpió mi padre, arqueando una ceja.
- Asuntos urgentes me reclaman en Ever Grande City, papá - mentí de inmediato, sabía que como líder de gimnasio se daría cuenta más tarde de ello, pero al menos habría ganado tiempo.
- ¿Urgentes? - cuestionó con desconfianza - ¿qué tipo de asuntos?
- Papá, lo siento, pero no puedo decirte, se me suplicó discreción - dije gravemente.
Mi padre guardó silencio y tan sólo se quedó mirándome con severidad. Tuve que luchar para poder sostener la mirada y hacer que mi mentira cobrara credibilidad.
- Entiendo - dijo finalmente asintiendo con desagrado - Ten cuidado, Elysia. Y por favor, mantéennos al tanto de cómo te encuentras - ordenó.
- Claro que sí - respondí aliviada - Ahora, debo darme prisa. ¡Los quiero! - grité mientras me dirigía a la puerta casi corriendo.
Una vez afuera, seguí corriendo hacia la ruta 101. Una vez que llegué a un lugar lo suficientemente apartado, saqué la flauta eón que me había obsequiado Steven meses atrás y la hice sonar. En cuestión de segundos, Latios, mi adorado amigo estaba ahí conmigo.
- ¡Latios, querido! - exclamé con emoción - ¡Me hace tan feliz volver a verte! - dije, acariciándolo en la cabeza.
El Pokémon tan sólo chilló de gusto y se revolvió mientras flotaba a pocos metros del piso. Acto seguido, subí sobre su lomo y una vez lista, le dije:
- ¡Vamos, Latios! Es hora de irnos lejos de aquí...
Latios levantó el vuelo y yo lo dirigí con rumbo a la ruta 120 donde tenía mi base secreta, lugar que sería mi hogar indefinidamente y donde esperaba encontrar la tranquilidad y serenidad que necesitaba para mi confundida mente.
Lo que no sabía en ese momento es que esta decisión iba a costarme muy caro.
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