The Missing Champion


¡Hola a todos!

Bueno, ¡¡¡finalmente!!! *ALELUYA*

Después de meses y meses sin dar señales de vida, les traigo por fin el capítulo 8.

Espero de corazón les guste, ha pasado mucho tiempo y quizá ya hasta hayan olvidado de qué va el condenado fic pero pueden dar una leída rápida al capítulo anterior para recordar.

En esta  parte quizá no hay mucha acción pero creí necesario dedicarle sus renglones a todo este proceso que ya leerán. Igual, aproveché para ahondar un poquito más en algunos personajes que están ahí sin mucho que hacer, pero que me agradan.

Bien, sin más, los dejo con el capítulo. Gracias de antemano por su paciencia y sus lecturas. Sus comentarios y votos serán muy, muy apreciados.

Saludos!

Era todavía muy de mañana en Hoenn, un día tranquilo y pacífico, con un encantador clima templado. "Ideal para salir a pescar", pensó Sebastian al asomarse a su ventana y sin mayor dilación, tomó su kit de pesca y salió con rumbo a la ruta 123, donde había un pequeño, pero popular lago entre los aficionados a dicha actividad debido a sus cristalinas y tranquilas aguas.

El joven caminaba despacio, disfrutando del paisaje y del canto de los Swellow cuando algo llamó su atención. En la distancia, sobre el camino, se podía vislumbrar la silueta de lo que parecía ser un pokémon de gran tamaño y... ¿herido?

Sebastian corrió al encuentro de éste y se dio cuenta que era un Metang variocolor, que se encontraba tendido sobre el piso, desmayado y con signos de lucha sobre su cuerpo. "¿Qué habrá ocurrido?", dijo en voz alta, mientras se colocaba en cuclillas para inspeccionarlo. Se alarmó al darse cuenta que el acero de su cuerpo estaba demasiado caliente para ser normal y concluyó que debía buscar un Centro Pokémon de inmediato, aunque primero debía indagar si su entrenador estaba cerca.

Enderezándose, empezó a observar con atención los alrededores, intentando encontrar algunas pistas que lo ayudaran a encontrar al dueño o dueña del Metang. "¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¡Me temo que tu pokémon está herido!", gritaba, pero la única contestación que obtenía era el asustado graznido de los pokémon salvajes que salían corriendo ante su presencia.

Frustrado al no obtener respuesta, comenzó a buscar en el radio próximo, lanzando un suspiro de alivio al encontrar una pokéball oculta entre el pasto, abierta. "Esta debe ser la pokéball de Metang... definitivamente debe tener un entrenador, pero... ¿dónde está?", murmuró al recogerla. Al voltear a la derecha, donde comenzaba la línea del bosque y el pasto era más alto, se dio cuenta que había algo más. Un objeto de color amarillo se observaba al pie de los troncos de uno de los árboles.

Sin titubear, se apresuró a recogerlo y se dio cuenta que era una mochila mediana, aunque sucia y un poco rasgada. "Esto no luce nada, nada bien", se dijo. "Debo apurarme, debo llegar a un Centro Pokémon".

Sebastian regresó al encuentro de Metang con la mochila amarilla y la pokéball en mano e intentó llamarlo al interior de la misma. "Por favor, funciona. Sé que no soy su entrenador pero de lo contrario, será difícil llevarlo por ayuda", suplicó en voz alta. Para su fortuna, obtuvo el resultado esperado y sin perder más tiempo, sacó a su propio pokémon, un Swampert, sobre el que subió. Sabía que tenía dos opciones, encaminarse hacia Lilycove City o a Mauville, pero ésta última estaba un poco más cerca, así que al final, le ordenó a su compañero partir de inmediato hacia esa dirección.

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En el gimnasio de Mauville, la actividad transcurría de manera monótona y tranquila. Wattson, su bonachón y alegre líder conservaba esa actitud que lo caracterizaba mientras instruía a sus jóvenes y atentos aprendices. De pronto, uno de sus asistentes lo interrumpió para anunciarle que la enfermera Joy del Centro Pokémon de la ciudad lo estaba llamando y que había dicho que era urgente.

De inmediato, el veterano líder supo que debía atenderla, conocía bien a la enfermera y sabía que ella no interrumpiría a menos que se tratara de algo muy importante. Disculpándose con sus alumnos, salió a prisa del salón, deseando que no resultara ser algo malo, aunque algo le decía que por desgracia, así era.

- ¿Joy? Habla Wattson... - dijo al levantar el auricular.

- ¡Ah! ¡Hola, Wattson! - se escuchó responder a ella en medio de un suspiro de alivio - Gracias de verdad por tomar la llamada, lamento haber interrumpido pero me temo que tengo alarmantes noticias. Necesito que vengas de inmediato, esto debes verlo por ti mismo.

- Entiendo... - respondió él preocupado - Ahora mismo parto para allá. - dijo y colgó después de escuchar a su interlocutora agradecerle.

En el Centro Pokémon, Sebastian permanecía esperando noticias del estado de Metang, realmente le preocupaba la salud del Pokémon y aunque no era suyo, ni mucho menos, deseaba que se recuperara y que encontraran a la que ahora sabía, era la entrenadora de Metang. Aún no podía creer que éste ejemplar perteneciera a la Campeona de la región o que al menos, todo pareciera indicar eso. La enfermera Joy había sido muy clara con él al pedirle toda la discreción posible al respecto, pues no querían armar un escándalo antes de estar seguros de que ella había desaparecido.

Sebastian también estaba preocupado por la Campeona, jamás había tenido el privilegio de conocerla en persona, excepto por una vez que ella estuvo en un concurso en Verdanturf y él había tenido la oportunidad de ir, pero a pesar de ello, la admiraba y la consideraba una chica extraordinaria.

Al cabo de unos escasos minutos, Wattson hizo su aparición en el Centro Pokémon y de inmediato se dirigió al mostrador, a preguntar por la enfermera. El asistente que estaba a cargo, le pidió que lo acompañara a reunirse con ella y ambos partieron con rumbo a la pequeña oficina con la que Joy contaba, donde la joven mujer de cabello rosa lo estaba esperando, inquieta.

- ¡Gracias a Arceus que ya llegaste, Wattson! - exclamó poniéndose súbitamente de pie al verlo - Por favor, toma asiento - le dijo y él obedeció al instante.

- ¿Qué ocurre, Joy? - preguntó él, yendo al grano.

- Problemas... - dijo ella con un hilo de voz - tenemos terribles noticias. Hoy por la mañana llegó un joven solicitando ayuda para un pokémon que había encontrado herido en la ruta 123, por donde él vive. Según comenta, no pudo hallar a su entrenador, pero sí su pokéball y además, una mochila al pie del camino. Se apresuró a venir hacia acá con el pokémon para que se le diera atención y cuando me contó cómo es que lo había encontrado, decidí que era necesario revisar las pertenencias de la mochila...

Joy hizo una pausa para tomar aire, había hablado muy rápido y no estaba segura si se estaba dando a entender. Para su fortuna, Wattson estaba siguiéndola a la perfección y la animó a continuar.

- Encontramos esto - dijo ella extendiéndole a Wattson un pokédex cerrado, quien lo tomó al instante.

Al abrirlo y corroborar el nombre de la persona a la que pertenecía el dispositivo, el semblante de Wattson se ensombreció al instante. Aun sosteniéndolo entre sus manos, alzó la vista para encontrarse con la mirada de la enfermera que lo observaba inquisitivamente y preguntó:

- ¿Estamos seguros que se trata de ella?

- Me temo que sí, Wattson. Tendrían que haberle robado el Pokédex a Elysia para que estuviéramos ante una feliz equivocación, pero lo dudo. Dentro de la mochila también viene un Pokénav, aunque no tengo la contraseña para usarlo y corroborar que sea el de la Campeona.

- En eso podrían ayudarnos en Devon, al final de cuentas, ellos los fabrican... - dijo Wattson pensativo - Aunque... pensándolo bien, es Norman el indicado para reconocer las pertenencias. ¡Debo avisarle de inmediato!

- Creo que esa es una buena idea... pero antes, tengo algo que añadir... - dijo ella, agitada.

- ¿De qué se trata?

- El pokémon que trajo el chico, Sebastian... es un Metang variocolor. Hasta donde sé, Elysia no tiene ninguno a su cargo, pero tampoco había rastros de algún otro, lo cual es extraño...

- Entiendo... - respondió Wattson asintiendo, pensativo - lo tomaré en cuenta. Cuida bien de sus pertenencias y de ese Metang, por favor, regresaré con Norman lo más pronto posible.

Y una vez dicho esto, Wattson se levantó de golpe y salió dando grandes zancadas del Centro Pokémon. Una vez afuera, liberó a su Tropius y subió a su lomo, ordenándole marcar rumbo hacia Petalburg.

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Cuando Elysia recobró la conciencia, de inmediato la recibió un dolor apabullante en las sienes y la parte trasera de su cabeza que casi la hizo gritar. El cuerpo tampoco le respondía bien, sus miembros estaban adormecidos, y al intentar moverlos la sensación de hormigueo le resultó muy desagradable. Abrir los ojos por completo le costó varios intentos, pues la sensación de letargo que aún predominaba en ella casi la terminó por vencer. Sin embargo, su voluntad fue más fuerte y al final, lo consiguió.

La escena que la recibió casi la hizo entrar en pánico, al recordar lo que había ocurrido previamente. El impacto de darse cuenta que estaba encerrada en una habitación sin nada más que una precaria lámpara mediana sobre su cabeza y una cámara de vigilancia en la esquina superior derecha, la ayudó a despertar de una buena vez todos sus sentidos.

Sin importarle el mareo que la sacudió en cuanto se puso de pie de golpe y que todo su cuerpo protestara al unísono, corrió hacia la puerta para intentar abrirla, sin éxito, por supuesto. Presa de un terror súbito al darse cuenta de su situación, comenzó a dar vueltas a lo largo de la pequeña habitación, mientras un temblor se apoderaba de todos sus miembros.

La videocámara registraba cada uno de sus movimientos. Cuando el vigía corroboró que Elysia estaba despierta, sonrió y procedió a comunicarse con alguien más:

- Derek, puedes avisar a la líder que nuestra invitada ha despertado de su lindo sueño - dijo con tono sarcástico a través del radio.

- Perfecto - respondió él al instante y sin más, se dirigió rápidamente al encuentro de su dirigente, haciendo resonar con fuerza sus pasos en el pasillo vacío.

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Norman se encontraba en estado de trance. Desde muy joven, su mentor le había enseñado las ventajas de meditar largos periodos de tiempo para fortalecer la mente, el cuerpo y el espíritu. Y no sólo eso, la energía que lograba conectar al meditar también la transmitía a sus pokémon. O por lo menos, eso era lo que él creía firmemente.

Sus rutinas eran muy estrictas y no permitía que nadie lo interrumpiera; por prácticamente, ningún motivo. Ya lo había dejado muy en claro a sus ayudantes y discípulos del Gimnasio de Petalburg más de una vez y todos habían sido siempre muy respetuosos de sus deseos. Fue por ello que cuando escuchó el incesante sonido de nudillos tocando la puerta con apremio, supo que algo andaba mal. Muy mal.

Con un dejo de molestia, pero sin perder la serenidad, autorizó el acceso de quien fuera que lo estuviera importunando. Nervioso y dando traspiés, uno de sus discípulos entró al dojo zen de Norman y le notificó que el Líder de Gimnasio de Mauville City lo estaba esperando en la recepción y que había dejado muy en claro que necesitaba entrevistarse con él de manera urgente.

Norman agradeció al chico la información y rápidamente se dispuso a calzarse para salir al encuentro del viejo Wattson. Cuando por fin se reunió con él, el rostro de preocupación y desasosiego del mayor de los líderes de Gimnasio de Hoenn clavó una punzada de ansiedad en el pecho de Norman, de repente, un mal presentimiento se apoderó de él.

- ¡Norman, disculpa que haya venido a visitarte de esta forma tan apresurada y falta de formalidades, pero necesito que vengas conmigo de inmediato a Mauville City!

- ¿Qué ocurre, Wattson? - cuestionó el aludido como respuesta, ignorando las disculpas de su interlocutor.

- Me temo que soy portador de malas noticias... - respondió el hombre de barba y cabello canos, ocasionando que la impaciencia de Norman aumentara - Necesito que mires algo... se trata de Elysia... - soltó, sin más, consciente de que su elección de palabras no había sido la más sabia.

- ¡¿Qué tiene mi hija?! ¡¿Está bien?! - exclamó Norman perdiendo de golpe todo su temple, sacudiendo a Wattson por los hombros.

- Por favor, Norman - suplicó Wattson - NECESITO que vengas conmigo, será más fácil de explicar de esa manera.

El hombre de cabello negro tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para no estallar de frustración. ¿Cómo esperaba Wattson que él pudiera mantener la calma hasta llegar a Mauville cuando él le había dicho que tenía malas noticias respecto a su hija? Elysia, su pequeña, su orgullo más grande, la luz de sus ojos. ¿Qué estaría pasando con ella?

Las preguntas se arremolinaban en su cabeza, pero no había tiempo que perder. Al darse cuenta que era inútil continuar intentando convencer a Wattson de contarle todo ahora mismo, Norman salió del Gimnasio dando grandes zancadas, tomando por sorpresa al experto en pokémon eléctricos.

- ¡Vamos entonces! ¡Deprisa! - apuró el preocupado padre a su interlocutor desde las afueras del Gimnasio de Petalburg.

Wattson titubeó por un segundo pero enseguida se dirigió a donde lo esperaba su colega. Llamó nuevamente a su Tropius y ambos subieron en él. Sin más dilación, el Pokémon levantó vuelo directo a Mauville City.

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Una singular tranquilidad había invadido el día de hoy a Ever Grande City, la sede del Palacio de la Liga Pokémon. En realidad, últimamente habían sido pocos los retadores que se las habían arreglado para llegar hasta las puertas del enorme edificio carmesí y anunciar que deseaban retar a la Elite Four y a la Campeona de Hoenn. Para la gran mayoría, el difícil trayecto a lo largo y ancho de la región, las batallas en los 8 Gimnasios disponibles y sobre todo, la enorme prueba que significaba franquear Victory Road, resultaban lo suficientemente exhaustivas para que se dieran por vencidos. Los pocos que lograban cruzar Victory Road, terminaban convencidos de que aún les faltaba mucho entrenamiento para siquiera, poder aspirar a vencer a un solo miembro de la Elite y daban marcha atrás.

Glacia estaba consciente de ello y por esa razón, cuando le anunciaron que había llegado un retador el día anterior, se había sentido tan emocionada y sorprendida, al mismo tiempo. Sin embargo, su asombro aumentó cuando la persona que cruzó el umbral resultó ser Steven, su antiguo jefe, el anterior Campeón.

La albina dama conocía muy bien a Steven, siempre había tenido un cariño especial por él, casi de madre a hijo. Y sabía que él no estaba ahí por un deseo de recuperar el título, ni demostrar lo fuerte que se había convertido durante su más reciente viaje. Ayer, Steven había peleado con un ímpetu especial, diferente. Como si su motivación por derrotarla, a ella y a todos los miembros de la Elite fuera originada por razones más profundas, más... emocionales.

Y hasta cierto punto, lo confirmó cuando al final, después de saberse el resultado del combate entre él y Elysia, fue testigo de la arrebatada manera en la que él había salido del hall de la Campeona.

Desde entonces, una especie de ansiedad se había anidado en su pecho, sin saber a ciencia cierta por qué. Quizá nadie se daba cuenta, o simplemente nadie deseaba comentar nada, pero para ella, era claro que entre Steven y Elysia existía una fuerte tensión, cuyo origen no era precisamente una rivalidad como entrenadores.

No había sido capaz de dejar de pensar en ello, y su preocupación sólo se agravó cuando al llegar al Centro Pokémon de la Liga para llevar a su equipo a una revisión rutinaria, los encargados le informaron que los Pokémon de la Campeona habían pasado toda la noche ahí, sin que ella se presentara aún a reclamarlos.

Para Glacia fue imposible evitar hacer la conexión entre lo poco de lo que ayer había sido testigo y esta particular novedad. No era propio de Elysia abandonar así a sus Pokémon. En absoluto.

Sintiendo una ligera punzada de pánico, se apresuró al hall de la Campeona para corroborar si Elysia se encontraba ahí. Pero el miedo que sentía no hizo más que crecer en cuanto le notificaron que la joven en cuestión había abandonado el Palacio desde la noche anterior, posterior a su combate con Steven.

Sin saber aún a ciencia cierta cómo proceder, lo único que se le ocurrió fue buscar a Drake. "Sí, eso es lo más prudente. Quizá él sepa algo que yo no", pensó, intentando tranquilizarse. Pero mientras recorría los pasillos del edificio rumbo al Salón del Consejo, donde sabía que era muy probable que él se encontrara, los latidos de su corazón sólo conseguían ir en aumento.

Al llegar al Salón y abrir la puerta, la escena que la recibió la desconcertó aún más. Ahí ya se encontraban Phoebe, Sidney y Drake reunidos. Los dos miembros más jóvenes de la Elite voltearon a mirarla en cuanto entró, sus rostros demudados y serios. El experto en el tipo dragón se encontraba de pie, de espaldas a ella, tecleando furiosamente sobre el panel del enorme escritorio semi circular.

Al ver todo ello, la ansiedad que Glacia sentía alcanzó su clímax.

- ¡Elysia! - exclamó, sin saber exactamente cómo continuar su frase, tan sólo sabía que todo esto tenía que ver con ella.

Drake se giró para enfrentar a la recién llegada, exhibiendo la misma expresión facial que la de sus colegas ante ella. Con un largo y grave suspiro, asintió levemente.

- Así es, Glacia. Desafortunadamente, Elysia ha desaparecido - dijo, con un hilo de voz, confirmando así los temores de la dama de hielo.

El alma de Glacia se hundió de inmediato al escuchar la noticia.

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Wallace no pudo evitar llevarse las manos a la cabeza en cuanto escuchó lo que su mejor amigo le había relatado. "¡Pero cómo puede ser tan insensato!", pensó mientras suspiraba exasperado.

Steven soportaba estoicamente la reacción de su amigo, permaneciendo sentado en el amplio sillón opuesto a Wallace, observándolo de reojo, su codo descansando sobre su pierna derecha, su mentón apoyado a su vez sobre su puño.

Desde lo que había ocurrido el día anterior con Elysia, le había sido totalmente imposible mantenerse tranquilo. Sentía como si viviera en un eterno ciclo de ansiedad, frustración y enojo, que se reflejaba en la incesante manera en la que tamborileaba los dedos de su mano izquierda sobre su rodilla.

- ¿Podrías por favor dejar de hacer eso? - demandó Wallace, señalando con su dedo índice a la mano de Steven - Me estás poniendo de mal humor... - "aún más", se dijo a sí mismo.

- Lo siento, Wallace, estoy muy estresado - respondió el aludido, poniéndose súbitamente de pie.

- Sí, ya me doy cuenta, pero esas actitudes maniáticas sólo conseguirán crisparme aún más los nervios - bufó el Líder de Gimnasio.

Un incómodo silencio se apoderó de ambos durante unos pocos segundos, que sin embargo, parecieron minutos. Wallace se encontraba en una dura lucha consigo mismo para no terminar gritándole a su amigo por lo incompetente que había resultado resolviendo sus problemas sentimentales. La última vez que habían hablado, Steven parecía tan convencido y seguro de lo que tenía que hacer, que para el ojiverde resultaba una broma de pésimo gusto el pensar en cómo había empeorado su situación con Elysia y todo, por sus inseguridades y orgullo. ¡Sí señor! ¡Maldito orgullo! No podía llamarlo de otra manera, por más que Steven se esforzara en negarlo.

Adoraba a su amigo, habían crecido prácticamente juntos y la amistad que los unía era sumamente fuerte y especial, pero su paciencia también tenía límites. Aunque en realidad, lo que le molestaba era sentirse impotente ante la situación, querer ayudarlo pero no ser capaz. Y es que de verdad, ya no sabía qué más hacer, si aún después de todo lo que le había dicho y aconsejado, Steven parecía echar por la borda todo lo que él le decía y complicar cada vez más su relación con la joven Campeona.

- Iré a buscarla, ¡no puedo más con esta incertidumbre! - anunció de súbito Steven, tomando a Wallace por sorpresa, sacándolo de su ensimismamiento.

- ¿Ah sí? ¿Y qué le dirás esta vez? ¿Crees que ella querrá siquiera verte? - increpó Wallace poniéndose de pie.

- No... - respondió Steven con un hilo de voz - pero, haré lo que sea para que me escuche... ¡lo que sea! - agregó, apretando los puños.

Wallace lo escuchaba incrédulo, apoyando las manos en las caderas y rolando los ojos. "I'm not buying it, darling", pensaba, pero sabía que era mejor guardarse sus opiniones esta vez si no quería terminar en una discusión con su amigo.

Justo cuando Steven estaba a punto de cruzar la puerta de la estancia, el Pokénav del Gimnasio de Sootopolis comenzó a sonar de súbito, haciendo que ambos hombres se sobresaltaran. Wallace y Steven intercambiaron miradas rápidamente y a continuación, el Líder del Gimnasio se apresuró a responder la video-llamada.

El heredero de Devon Corporation dudó si debía o no quedarse, finalmente, los asuntos de Wallace como Líder no eran de su incumbencia ya, aunque su amigo generalmente terminaba contándole, ya fuera buscando consejos o simplemente, por puro desahogo.

Sin embargo, en cuanto la Elite Four apareció en la pantalla, con semblantes solemnes y hasta preocupados, Steven supo que debía permanecer cerca. Tratándose de asuntos de la Liga, como todo parecía indicar, era probable que Elysia hiciera acto de presencia también, y si así ocurría, eso le daría una ventaja al saber exactamente dónde encontrarla.

No obstante, pronto se daría cuenta que eso no pasaría...

Transcurrieron unos segundos sin que ningún miembro de la Elite hablara. Poco a poco en el panel de la llamada, iban apareciendo los semblantes de los demás Líderes de Gimnasio de Hoenn. Roxanne, Brawly, Flannery, Winona, Liza y su hermano Tate... Aunque no había señales de Wattson ni de Norman, el padre de Elysia...

Y a pesar de ello, en cuanto los gemelos de Mossdeep respondieron el llamado, se escuchó cómo Drake se aclaraba la garganta y se ponía de pie para anunciar algo.

- Estimados Líderes de Gimnasio de la región Hoenn. Agradezco su pronta respuesta a esta importante convocatoria. Seguramente se habrán percatado que nos faltan Norman y Wattson, pero ellos se encuentran en estos momentos volando hacia Ever Grande City para reunirse con nosotros.

Drake hizo una pausa corta, y cada uno de sus interlocutores guardó un respetuoso silencio durante ese tiempo, atentos a lo que él tenía que anunciar, aunque por toda la atmósfera que rodeaba a la Elite y la situación en general, comenzaban a darse una idea de que el asunto no era sencillo.

- La situación es grave y les suplico la mayor discreción al respecto, no queremos alarmar a la población - soltó, sin más, ocasionando que todos sus escuchas contuvieran la respiración por un segundo - Nos encontramos ante una emergencia. Necesitamos su apoyo urgente para... - el más longevo de la Elite Four tomó aire antes de continuar - encontrar a nuestra Campeona, Elysia, quien se encuentra desaparecida - terminó, apretando la mandíbula firmemente ante la expectativa de una oleada de reacciones.

A continuación, la solemnidad del enlace se vio rápidamente sustituida por las agitadas voces de todos los líderes de Gimnasio que desesperados, preguntaban cómo es que había ocurrido semejante calamidad.

Todos excepto Wallace, quién de inmediato volteó a mirar a su amigo, con la angustia reflejada en sus ojos.

Steven permanecía de pie cerca del umbral de la puerta, donde se había quedado congelado al escuchar la noticia. Una cascada de preguntas y emociones se había apoderado de él, haciéndole casi imposible la tarea de reaccionar. "¡No, no, no, no! ¡Esto no puede estar pasando!", se repetía, con los párpados cerrados fuertemente y los puños apretados hasta que sus nudillos quedaron pálidos.

Drake intentaba calmar a los ansiosos Líderes de Gimnasio, informándoles que aún no tenían muchas pistas sobre el paradero de Elysia, que al parecer había desaparecido durante la noche anterior en la ruta 123 y que había sido un chico el que había encontrado sus pertenencias por la mañana, llevándolas a Mauville City. Drake prefirió reservarse la información sobre el Metang y demás, para evitar confusiones y más cuestionamientos.

- ¿Estamos seguros de que se trata de ella? ¿No puede ser un error? - preguntó de súbito Wallace, tratando de obtener la mayor cantidad de detalles posibles para ayudar a su amigo, quién seguía sin ofrecer señas de recuperación.

- Absolutamente - confirmó Drake con pesar - Norman ha identificado las pertenencias como suyas, además de que en el interior de la mochila se encontraba el Pokédex, que inconfundiblemente pertenece a nuestra Campeona.

Wallace guardó silencio, sintiendo una pena infinita tanto por Elysia, como por Steven. Si creía que la situación de ellos no podía empeorar, la vida le había demostrado de la peor manera que aún era posible.

- ¡Drake! - se escuchó de repente una voz exaltada, que hizo que todos guardaran silencio, y en pocos segundos, el desencajado rostro del ex Campeón apareció en la pantalla de todos los participantes - ¡Dime qué puedo hacer para ayudarlos! ¡¿Han comenzado la búsqueda?! ¡¿Notificado a la Policía Internacional?!

- No, Steven - respondió de inmediato el referido, ignorando la sorpresa de que el ex Campeón estuviera presente - vamos a esperar a que Wattson y Norman lleguen a Ever Grande para acordar con su padre cómo desea proceder y si tiene idea de dónde puede comenzar la búsqueda, más allá de la ruta 123. Sin embargo, decidimos pedirles ayuda a todos los Líderes para no perder más tiempo. Podemos llevar a cabo una "búsqueda interna", por así llamarlo, sin necesidad de hacerlo conocido a los medios y a la Policía, aún.

Steven estaba consciente de que su súbita intervención y sobre todo, la forma en la que la había realizado, seguramente había tomado por sorpresa al resto de los participantes, que se estaban cuestionando el porqué del interés tan marcado del ex Campeón en la desaparición de Elysia. Aunque algunos, como Roxanne y Winona, lo sabían perfectamente.

- Por cierto, Steven - se escuchó la voz de Glacia interrumpir el silencio - tú fuiste la última persona que vio a Elysia ayer, después de su combate. ¿Notaste algo raro en ella? Todo esto es muy extraño. ¡Incluso dejó sus Pokémon aquí en la Liga! - informó atropelladamente, sus palabras entrecortadas por el sufrimiento.

El hombre de ojos celeste fue tomado por sorpresa ante el cuestionamiento de Glacia, hasta ahora, no había caído en la cuenta de que era él precisamente la última persona que había estado con Elysia antes de desaparecer. ¡Oh, vaya que eso le agregaba aún más presión! Si ya se sentía responsable de alguna forma, de que Elysia estuviera pasando por esto, ahora era mucho peor.

- Sólo... - comenzó a decir, sin mucha convicción - ella sólo estaba algo sorprendida por el combate y el resultado del mismo. A decir verdad, no estaba muy contenta por verme... hemos... - carraspeó - hemos tenido algunos desacuerdos personales. Pero cuando me retiré de la Liga, ella estaba sana y salva, se los aseguro. No me habría ido de haber sido distinto. - atestiguó, dejando notar más firmeza en su voz.

- Comprendo - respondió ella - nos será muy útil toda la ayuda que puedas prestarnos, querido. Todos estamos muy preocupados - agregó, en tono conciliador, no quería hacer parecer de ninguna manera que ella estuviera acusando a Steven por la desaparición de la joven Campeona.

- Cuenten conmigo, en estos mismos momentos me pongo en marcha - informó, alejándose de la pantalla al tiempo que lo decía.

Drake dio por terminada la llamada, suplicando a todos los Líderes que cualquier pista que pudieran tener, la notificaran de inmediato a la Elite o a Norman. Estas primeras horas eran sumamente cruciales. Todos los participantes acordaron hacerlo así y colgaron.

No obstante, en el Gimnasio de Sootopolis, el ambiente era aún más opresivo, por obvias razones.

- ¡Steven! - exclamó Wallace sujetando a su amigo por la muñeca, impidiendo momentáneamente que saliera corriendo - ¿Qué piensas hacer?

- ¡No lo sé de momento! Pensaré en el camino... debo, revisar en la ruta 123... entrevistarme con Wattson y Norman... Temo... temo que esto no sea una simple desaparición... - dijo, con un nudo en la garganta.

- ¿Qué quieres decir?

- ¡Que no quiero ni pensar que alguien haya decidido dañar a Elysia, Wallace! - explotó Steven, sintiendo cómo sus extremidades comenzaban a estremecerse de coraje y frustración.

- ¿Crees que haya alguien capaz de semejante fechoría? - preguntó Wallace inocentemente.

- Pfff - bufó Steven - me ha quedado claro que existen personas llenas de maldad, Wallace. ¿O acaso ya olvidaste lo que pasó hace algunos meses aquí mismo, en Origin Cave?

- No, no... tienes razón - concedió su amigo

En ese instante, los ojos celestes del heredero de Devon se abrieron ampliamente al llegar a una muy obvia conclusión.

- Maldita sea, ¡MAXIE! - gritó, hecho una furia - ¡Suéltame, Wallace! ¡Ahora sí ya sé a dónde ir! - demandó, agitando su brazo para liberarse del agarre del Líder de Gimnasio, lográndolo.

- ¡¿Steven qué piensas hacer?! - preguntó Wallace asustado al corroborar el estado de ánimo de su amigo.

- ¡Hacer una visita a los cuarteles del Equipo Magma! - anunció, apretando los dientes de cólera.

- ¡¡Por favor, prométeme que tendrás cuidado!! ¡Debes calmarte, estás muy alterado! - suplicó su mejor amigo.

- Wallace - respondió Steven con una súbita serenidad perniciosa - créeme que lo que menos me importa en estos momentos es lo que pueda ocurrirme. Si alguien cree que puede ponerle un dedo encima a Elysia sin pagar las consecuencias, está muy equivocado. ¡La buscaré y no pararé hasta encontrarla, así deba ir hasta el fin del mundo, así deba pagar con mi propia vida con tal de tenerla a salvo de nuevo, lo haré! Y nada ni nadie podrá impedirlo... - finalizó, dejando a su interlocutor congelado en su sitio, sin poder decir nada más ante la resolución de su amigo.

Steven salió sin más dilación del Gimnasio de Sootopolis, llamando a su Skarmory y marcando de inmediato rumbo a la ruta 124, donde se entrevistaría con Maxie, a como diera lugar.

- Por favor, Steven. No hagas nada estúpido. Si te pasa algo, poco servirá para ayudarla a ella... - rogó en voz baja Wallace, mientras lo observaba partir a lomos de su Pokémon de acero.

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En algún lugar de Hoenn, la pesada puerta metálica que separaba a Elysia de su libertad, se abrió lenta y súbitamente. Pero antes de que ella pudiera siquiera ponerse de pie para franquear la distancia e intentar huir, una figura femenina y esbelta se dejó observar en el umbral, acercándose a ella con gracia y elegancia, un rasgo que ella, ya había visto anteriormente.

Sin terminar de acercarse por completo, la mujer habló dulce y suavemente, casi como si estuviera dirigiéndose a un niño.

- Bienvenida, querida Elysia. ¿Has encontrado cómodos tus nuevos aposentos? - dijo, dejando relucir una enorme sonrisa al final.

Elysia sabía que esa voz le era conocida también... ¿acaso podría ser posible?

Un nuevo ataque de nervios y pánico la asaltó, al asociar a la persona que tenía frente a ella con su mayor miedo, su más grande trauma. Groudon.

La mujer siguió acercándose a Elysia y cuando finalmente estuvo frente a ella, la joven Campeona por fin fue capaz de distinguir mejor sus facciones y corroborar sus sospechas.

- ¿C-Courtney? - preguntó, con la voz entrecortada por el shock.

- Hola cariño, es un gusto saber que aún te acuerdas de mí - respondió al instante la aludida, volviendo a sonreír con ese dejo de locura tan particular de ella.

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