Secret Place
¡Hola a tod@s de nuevo!
Estoy de vuelta con el capítulo 5, quedó bastante largo para compensar el tiempo que estuve sin actualizar y espero les guste mucho. Gracias nuevamente a todas las personas lindas que se han tomado un minutito de su tiempo para votar por el fic y para comentar, todo ello me emociona mucho y me inspira a seguir adelante con la historia. Gracias porque con ese granito de arena, apoyan este proyecto y hacen que pueda llegar a más gente.
Sin más, les dejo con el capítulo cinco.
¡Disfruten!
______________________________________________________________
Después de un rápido viaje, llegué a la que había sido mi base secreta durante toda mi travesía antes de ser campeona. No es que estuviera cerca de Littleroot ni mucho menos, pero la increíble velocidad de Latios me permitía llegar prácticamente a cualquier parte de Hoenn en un abrir y cerrar de ojos.
Bajé del lomo del hermoso Pokémon legendario y le di las gracias por habernos traído a salvo. Antes de que partiera, lo abracé y lo acaricié una última vez a manera de despedida. Hacía mucho que no lo veía, casi el mismo periodo de tiempo que había estado aquí por última vez.
Suspiré desconcertada al imaginarme toda la faena que tendría para limpiar los pocos muebles que había dentro de la base y ordenarla para hacerla habitable de nuevo. Caminé un poco y emprendí la subida hacia la cima del pequeño montículo sobre el cual se encontraba.
Una vez ahí, abrí la sencilla puerta de madera y me sorprendí al ver que todo estaba en orden, aunque eso sí, bastante empolvado. Bajé mi mochila y otra bolsa donde traía algo de provisiones que había pasado a comprar a Mauville antes de llegar aquí y dejé salir a mis pokémon. Blaziken, Lilligant, Azumarill, Altaria, Raichu y Gardevoir aparecieron ante mí mostrándose un poco confundidos por el ambiente. Por supuesto que habían estado en la base antes, pero al parecer se preguntaban por qué estábamos aquí.
- Hola amigos, me alegra que estén bien. Viviremos aquí un tiempo, así que espero se acostumbren a su nuevo hogar – les dije mientras me ponía en cuclillas frente a ellos.
Como respuesta, todos chillaron al unísono y los más juguetones, Azumarill y Raichu empezaron a corretear por todo el lugar.
Al verlos así sonreí, me reconfortaba ver cómo ellos tenían vidas tan simples y felices, sin tener que preocuparse por cosas como las que yo tenía en mente. Me sentía contenta de tenerlos a mi lado, ellos me ayudarían a salir adelante, yo lo sabía. Éramos un equipo y ante todo, los mejores amigos. Yo confiaba en ellos y ellos en mí.
Un amigable codazo de Blaziken me trajo de vuelta a la realidad, pues comenzaba a perderme otra vez en mis pensamientos. Di un pequeño salto al sentirlo al tiempo que mi pokémon pasaba al lado mío con dibujando una sonrisa maliciosamente divertida. Negué con la cabeza riéndome por su actitud al tiempo que lo veía salir a reunirse con el resto. Agradecida por ese juguetón gesto suyo que me previno de hundirme en los deprimentes pensamientos que me amenazaban, me puse manos a la obra. Así pues, el resto del día estuve enfrascada con las labores, lo que me ayudó a mantener mis ideas claras y la mente ocupada.
Oscurecía cuando por fin terminé de limpiar y acomodar todo para que tanto mis pokémon como yo estuviéramos cómodos. Preparé sus alimentos y algo improvisado para mí, me quedaba claro que para los días subsecuentes tendría que salir a comprar algo o buscar un restaurante en Lilycove o Mauville (las ciudades más cercanas) si es que quería alimentarme decentemente, pues aquí en la base no tenía manera de cocinar algo más consistente.
Terminamos y el cansancio se hizo presente. Cada uno de mis pokémon tomó su lugar en sus respectivas camas (sí, no me gusta que duerman dentro de sus pokéballs) y yo me recosté en la mía.
Cerré los ojos por un instante pero a pesar de que mi cuerpo estaba adolorido, no pude dormir. Intenté concentrarme en los sonidos nocturnos de los Illumise y Volbeat que seguramente revoloteaban en las cercanías, pero ni siquiera sus murmullos lograron adormecerme.
Había algo que no podía sacarme de la mente y por más que luché contra ello, terminé cediendo. Me levanté de la cama y alumbrándome con una pequeña linterna de mano que había dejado a mi lado, me dirigí hacia donde estaba mi mochila y empecé a hurgar un poco a ciegas en su interior. Finalmente, mis manos dieron con el frío tacto del plástico de forma redonda que estaba buscando. Saqué la pokéball con cuidado y tratando de no hacer ruido, salí cargando con ella.
Afuera, la luna llena iluminaba todo majestuosamente. Era una noche cálida y el viento suave y perfumado del verano era una verdadera delicia a los sentidos. Me senté en posición de loto sobre el verde pasto y me quedé mirando la pokéball que reposaba entre mis manos. En teoría, no debería ser capaz de cargar con un séptimo pokémon y por eso, este lo llevaba en secreto conmigo. De todas maneras, no me preocupaba "romper las reglas" porque jamás lo usaba en batalla. Suspiré con pesadumbre y un dejo de culpa. Hacía muchísimo tiempo que no dejaba salir a este pokémon.
Acto seguido, arrojé la pokéball hacia lo alto, liberando a su morador. La atrapé con una mano mientras frente a mí se materializaba un precioso Metang variocolor. El pokémon dejó escapar su característico sonido al verse libre, mostrando de esa manera su beneplácito. Pero eso fue todo, después de eso tan sólo nos quedamos mirando impasiblemente por unos cuantos segundos.
Los Metang tienen habilidades psíquicas, así que estoy segura que le bastó tan sólo unos instantes para darse cuenta qué era lo que estaba sucediendo. Sus grandes ojos me inspeccionaban con cautela y al final, no pude resistirlo más y levantándome, corrí hacia él y lo abracé. El frío tacto del acero me causó un irremediable escalofrío que atravesó todo mi cuerpo pero no me importó. Las lágrimas no se hicieron esperar tampoco y estando así, prendida al pokémon desahogué todo lo que hasta el momento no había logrado sacar.
- Perdóname, por favor. He sido muy injusta contigo, has sido un buen compañero desde que llegaste a mí. Eres un pokémon tremendamente capaz, pero... no he sido una buena entrenadora para ti, te he dejado relegado al olvido, has estado encerrado mucho tiempo porque tan sólo mirarte era un tremendo sufrimiento para mí. El corazón y la voluntad apenas sí me alcanzaron para entrenarte hasta que evolucionaste a un Metang pero después no pude continuar. Lo siento, lo siento de verdad... quizá ahora sea momento de regresarte a tu dueño original...
Las palabras salieron entrecortadas por el llanto y al final, ya más tranquila me separé de él. Por supuesto que éste era el entonces Beldum que Steven había dejado para mí junto con la nota. Y siendo honesta, necesitaba quitarme también este peso de encima. Durante todas las semanas que lo había entrenado siempre sentí emociones encontradas por él. Lo quería y a la vez no... porque su sola presencia me recordaba que alguien importante me faltaba. Para mí, Beldum había sido un "regalo de consolación" que Steven había dejado y eso me causaba un gran conflicto. Sin embargo, al principio había accedido a entrenarlo con la esperanza de que eso me ayudara a superar la tristeza, aunque fue todo lo contrario.
Finalmente un día, justo después de que había logrado evolucionar en Metang, decidí que regresaría a su pokéball para no volver a salir en mucho, mucho tiempo, hasta que fuera capaz de volverlo a mirar sin sentirme mal por ello. Hasta que justo hoy, por fin me di cuenta que éste era uno de los asuntos pendientes que tenía que resolver para poder ser capaz de dejar salir poco a poco todo lo que me estaba molestando.
Al escuchar mis palabras, Metang me miró con profunda tristeza, lo que me hizo sentir culpable. Creo que a pesar de todo, él ya me había tomado cariño y escuchar que quería regresarlo a su anterior entrenador seguramente fue algo terrible. Lo abracé de nuevo y le aseguré que si quería quedarse conmigo, me esforzaría por ser una buena entrenadora y amiga para él, aunque no pudiéramos convivir tanto debido a las reglas, pues a estas alturas era difícil para mí considerar en cambiar mi equipo. Ya pensaría en una solución después.
El pokémon dejó salir un chillido de alegría cuando le dije que podría quedarse conmigo y me sentí aliviada por ello. Me despedí de él y lo regresé a su pokéball, el cansancio por fin me estaba venciendo pero al menos, había logrado un avance con mi complicada situación.
Regresé silenciosamente a mi cama y ahora sí, en cuanto sentí el suave tacto de las cobijas me quedé profundamente dormida.
Al día siguiente, como era costumbre, mis pokémon me despertaron en cuanto empezaron a asomarse los rayos del sol. Preparé su desayuno y me dispuse a alistarme para ir a hacer lo propio a Mauville Food Court.
En cuanto todos estuvimos listos, metí a mi equipo en sus pokéballs, excepto a Altaria y me dispuse a surcar los cielos sobre su mullido dorso. Llegamos a Mauville y tuve que hacer un esfuerzo para pasar desapercibida, últimamente cada vez más personas se entusiasmaban al verme por el hecho de ser la Campeona, aunque yo no me considerara una celebridad ni nada por el estilo. La verdad es que más que estar indispuesta a convivir con las personas que sentían cierta admiración por mí, me aterraba la idea de encontrarme con Brendan o, aún peor, Steven.
Ya en el restaurante, ordené un sándwich y una vez que terminé, me dispuse a ir de vuelta a la base, sin embargo, ese plan se vio truncado súbitamente. El sonido del Pokénav me tomó por sorpresa y más al constatar que era Drake el que estaba llamando. Respondí mientras caminaba hacia un lugar más tranquilo.
- ¿Sí? ¿Drake?
- ¡Hola, Elysia! ¿Cómo estás? – preguntó con su ronca pero amable voz.
- Muy bien, Drake ¿y tú qué tal? – mentí, con jovialidad.
- También muy bien, gracias – respondió llanamente y continúo - Disculpa la interrupción, Campeona, pero necesitamos que te reúnas con nosotros en Ever Grande. Es un asunto un tanto urgente.
Drake dejó caer esa información con un tono muy solemne y sin rodeos, así que tuve que esforzarme para no sonar alarmada al responder.
- Por supuesto. Estaré con ustedes en breve.
- Te esperamos, gracias por venir.
- No hay nada que agradecer, nos vemos en unos momentos – aseguré y colgué.
"¿Qué será lo que está ocurriendo?", pensé con preocupación mientras me dirigía hacia la salida norte de Mauville donde llamaría a Latios, si la situación era urgente como decía Drake, viajar con Altaria no era opción.
----------------------- o -------------------------
Llegué a Ever Grande en un abrir y cerrar de ojos gracias a la velocidad de Latios. Agradecí el viaje al pokémon con una caricia y me dispuse a entrar al Palacio de la Liga Pokémon. No importaba si ahora yo era la Campeona, este lugar jamás dejaría de asombrarme por su magnificencia. El bonito color rojo del enorme edificio contrastaba hermosamente con los siempre verdes alrededores y el profundo azul del cielo.
Tuve que darme una patada mental por distraerme tan fácilmente y me obligué a apresurar mis pasos hacia la entrada. Ahí ya me esperaba Drake, quién después de saludarme con una respetuosa reverencia me condujo al Salón del Consejo de la Elite Four, donde los demás ya estaban reunidos. Sidney, Glacia y Phoebe se pusieron de pie al verme entrar y yo no pude evitar sonrojarme, aún no me acostumbraba a que personas tan admirables como ellos tuvieran tanto respeto hacia mí debido a mi status de Campeona.
Una asistente de la Liga se me acercó cargando la capa blanca símbolo del Campeón de Hoenn y me ayudó a ponérmela. Dado que esta era una reunión oficial, debía portarla. Eso lo sabía porque, siguiendo el consejo de Steven, había leído los reglamentos y códigos internos de la Liga después de haberme proclamado Campeona.
Una vez lista, tomé asiento en la silla central y los demás hicieron lo propio alrededor de mí. A mi derecha estaban Glacia y Drake y a mi izquierda Sidney y Phoebe. La mesa semi redonda que estaba frente a nosotros nos facilitaba el mirarnos unos a otros, al tiempo que permitía que todos observáramos cómodamente la enorme pantalla que estaba colocada en el centro del Salón.
Drake se puso de pie y tomó la palabra, al ser el segundo en comando y el miembro más veterano del grupo le correspondía dar la introducción de la reunión.
- Queridos y distinguidos miembros de la Elite Four y Elysia, nuestra honorable Campeona: Agradezco a todos ustedes por su presencia en esta junta extra oficial. El motivo que nos reúne el día de hoy es la petición de Flannery, Líder de Gimnasio de Lavaridge Town para tratar con nosotros un asunto que le concierne. Por ello, sostendremos una videollamada con ella y simultáneamente también con Wallace, Líder de Gimnasio de Sootopolis, quién de igual forma, ha solicitado audiencia con el Consejo.
Al momento, la pantalla del centro se encendió y Flannery apareció en primer plano, con Wallace en segundo. Ambos saludaron respetuosamente a cada uno de nosotros y la joven Líder de Gimnasio tomó la palabra en esta ocasión.
- Buenas tardes Honorable Consejo de la Liga Pokémon de la región Hoenn y Wallace, Líder de Gimnasio de Sootopolis. Les agradezco que hayan aceptado tomar mi llamada – saludó amablemente y después de hacer una pausa, continúo - sin más preámbulos, procederé a relatar el asunto que me preocupa. Hace unos cuatro meses aproximadamente, algunas personas que habitan en las afueras de Lavaridge comenzaron a informarme sobre "actividad sospechosa" en las cercanías a Jagged Pass y Mt. Chimney. Si bien la zona es ciertamente turística por el teleférico, los habitantes, que han vivido prácticamente toda su vida ahí, saben distinguir entre un visitante y alguien que tiene otro tipo de fines. Ellos me cuentan que al principio no eran más que unos cuantos hombres en su mayoría, por lo que le restaron importancia al asunto, pero ahora, ya son casi cincuenta personas las que día a día transitan esta zona, yendo y viniendo a través de las laderas aunque manteniéndose a cierta distancia de los pobladores. Quizá eso no tendría que encender las alarmas, pero teniendo como antecedente lo que el Equipo Magma hizo anteriormente, no quiero pecar de negligente esta vez. Además, hay otro detalle que con certeza, no me ha gustado nada y no puedo más que relacionar una cosa con la otra...
Flannery detuvo su narración por un instante, quizá para comprobar las expresiones de todos los congregados y asegurarse que no estuviéramos desdeñando su reporte.
- ¿Y cuál es ese otro detalle que te preocupa, Flannery? – preguntó Phoebe, impaciente.
- Tengo un par de estudiantes en el Gimnasio Lavaridge que poseen un juego de piedras megaevolutivas. Si bien aún no son capaces de dominar la mega evolución con sus respectivos pokémon, todos los días entrenamos duramente para ello. Y en esta última semana, aunque en días distintos, ambos sufrieron ataques cuyo objetivo era robar sus piedras cuando regresaban a sus casas por la noche. Los dos pelearon fieramente, pero por desgracia, uno de ellos perdió el combate y su par de mega piedras. En definitiva, no tengo un buen presentimiento con esto, a pesar de que ninguno logró observar el rostro del atacante. ¡Ya me gustaría que el o los responsables me enfrentaran para ponerlos en su sitio, pero claro, cómo yo no tengo piedras megaevolutivas...!
La joven Líder de Gimnasio se veía realmente molesta al finalizar su relato y podía entender perfectamente por qué. Yo misma había estado en Mt. Chimney cuando el Team Magma estuvo ahí haciendo de las suyas y por supuesto, ella quería evitar que su pueblo se viera afectado por otro grupo que buscara causar problemas.
- ¡¿Cómo es eso, Flannery?! – se oyó nuevamente la voz de Phoebe irrumpir en la silenciosa sala – ¡Yo creía que ya habías conseguido la mega piedra para Houndoom! - exclamó - Pero ahora que el querido Steven ha regresado de su viaje por Sinnoh deberías acudir con él para tener una, ¡ayer nos trajo a todos los miembros de la Elite un set para cada uno, dime si no es un adorado! ¡Estoy segura que no se negará a ayudarte!
- No sabía que Steven estaba de regreso, pero ¡son grandes noticias, se le ha echado mucho de menos! Roxanne no dejaba de contarme lo mucho que extrañaba salir de expedición con él en busca de rocas... - respondió la aludida con entusiasmo - Tomaré en cuenta tu recomendación, Phoebe, ¡muchas gracias!
No voy a negar que escuchar hablar de Steven en un momento que nada tenía que ver originalmente con él y más, por un grupo de entusiasmadas chicas, me tomó por sorpresa y después, me molestó. Así que tuve que hacer acopio de mi serenidad para interrumpirlas antes de que esto se saliera de control.
- Flannery, Phoebe – dije seriamente después de aclararme la garganta – creo que nos hemos desviado del tema, restándole la importancia a lo que estábamos intentando discutir. ¿Tienes algo más que agregar a tu reporte, Flannery?
- ¡Lo siento! – contestó ella de inmediato – No, Elysia, por mi parte es todo.
- De acuerdo – respondí asintiendo – Entonces creo que es turno de Wallace, ¿lo que quieres contarnos está relacionado con lo que nos acaba de informar Flannery? – pregunté dirigiéndome a él.
- No estoy seguro, pero creo que podría ser así. Es por ello que pedí estar en la misma audiencia que ella.
- Siendo así, te suplico que por favor, nos cuentes de qué se tratan tus noticias – ordené.
El aludido sonrió discretamente y procedió a hacer el uso de la palabra. Cumplió cabalmente con las cortesías de saludar a todos y sin perder más tiempo se dispuso a presentar su argumento.
- Quisiera exponer ante a ustedes la súplica de los habitantes de Meteor Falls, mejor conocidos por todos nosotros como Draconids, cuyo pueblo ha sido últimamente saqueado. Estos ataques suceden últimamente por las noches, se roban la comida y otro tipo de provisiones que los Draconid guardan para su sostenimiento. Y a pesar de que han colocado vigías, estos sujetos siempre logran deshacerse de todas las medidas de seguridad que ellos utilizan, haciendo uso de pokémon con esporas somníferas o paralizadoras. Dado que Meteor Falls y Lavaridge son villas colindantes, Flannery y yo llegamos a la conclusión de que ambos reportes podrían estar relacionados, pues de hecho, entre los objetos robados a los Draconid también se encuentran un par de piedras megaevolutivas.
Cuando Wallace terminó su relato, todos quedamos en silencio por unos instantes, tratando de asimilar por completo la situación. Al parecer, había razones de sobra para pensar que en efecto, lo que ocurría en Lavaridge y Meteor Falls podría estar relacionado de alguna manera, pero no podíamos apresurarnos a emitir juicios. Esperé a que algún miembro de la Elite hablara, especialmente Drake, pero al voltear a mirarlo descubrí que él estaba haciendo lo propio hacia mi dirección. Entendí entonces que yo era la persona que debía dictaminar qué hacer y ante esto, estaba sola. Aspiré profundamente antes de ponerme de pie para dar mi opinión.
- Agradezco profundamente a ambos por haberse puesto en contacto con nosotros para compartirnos esto que está sucediendo. Wallace, entiendo que a pesar de que eres Líder de Gimnasio de una ciudad distinta, tu condición de Sootopolitan te otorga cercanía con los Draconid, así que te reconozco especialmente por tomar su súplica como propia y transmitirla a nosotros – hice una pausa y tanto Flannery como Wallace asintieron respetuosamente, proseguí – Considero que, a pesar de que sin duda este un asunto serio, debemos tomar con calma las decisiones que podamos tomar para contrarrestar cualquier posible amenaza mayor. Sin embargo, existen algunas acciones que podemos realizar de inicio. Sugiero, a reserva de lo que opine el resto de este Honorable Consejo, que Drake acuda a entrevistarse con los Draconid y a observar más de cerca la situación, así como a prestar apoyo para preparar algún método de defensa más efectivo con el fin de evitar más saqueos. Por mi parte, me comprometo a visitar a Flannery para inspeccionar el área de Lavaridge y Jagged Pass más de cerca. Propongo que una vez que tengamos un poco más de información de primera fuente, volvamos a reunirnos para tomar una decisión definitiva sobre la estrategia a seguir para solucionar este problema. ¿De acuerdo?
- Estaré encantado de ofrecer mi apoyo a los Draconid, Elysia. Son personas muy importantes para mí y me preocupa enterarme que están sufriendo de esta forma – respondió Drake al instante.
- Te estaré esperando con gusto, Elysia – dijo Flannery del otro lado de la pantalla – A la gente de Lavaridge le dará mucho gusto saber que la Elite Four y la mismísima Campeona han decidido ayudarnos.
- Yo no tengo objeción alguna – irrumpió la suave voz de Glacia, cuya moción fue secundada por Phoebe.
- De mi parte tampoco hay ningún problema – dijo Sidney – si me necesitan, avísenme, estaré ensayando con mi banda – terminó, haciendo como si tocara una guitarra invisible.
- Igualmente pueden contar con mi apoyo si es necesario, Elysia – agregó Wallace - estaré feliz de ayudar con todo lo que esté a mi alcance.
- Siendo así, no se diga más, doy por concluida esta reunión extra oficial del Consejo. Gracias a todos por su invaluable participación – finalicé.
------------------------------- o ---------------------------------
El viaje a bordo de Altaria hacia la ruta 123 se me hizo eterno. No es que estuviera juzgando su velocidad, sino que no dejaba de pensar en lo que habían reportado Flannery y Wallace. De verdad que no podía creer mi maldita mala suerte... primero Brendan intentaba besarme, luego Steven regresaba, me había visto en la necesidad de abandonar mi hogar y por si eso no fuera poco, había signos de una nueva posible crisis en Hoenn. Con tantas cosas qué resolver y en las cuáles pensar, me tomaría siglos alcanzar el anhelado equilibrio de emociones que tanto necesitaba. ¡Y para colmo, después de la reunión a Drake le pareció que era buena idea sugerirme que buscara a Steven para pedirle ayuda con los reportes de Lavaridge y Meteor Falls!
"Por el bien de Hoenn, la región necesita que los dos mejores entrenadores trabajen en conjunto. Steven fue un excelente Campeón y estoy seguro que estará encantado de transmitir sus conocimientos a ti, Elysia" ¡Al diablo con eso! Si Drake pensaba que por ser joven y no tener ni siquiera un año de ser Campeona no podría lidiar con esta situación, estaba equivocado, tenía que demostrarles a todos que era capaz de tomar las decisiones correctas sin necesidad de Steven y su "experiencia". Porque por supuesto que prefería estar muerta y arder en las entrañas de Mt. Chimney antes que pedirle ayuda a él.
Cuando llegué a la base secreta, ya empezaba a oscurecer, no sólo por la hora, sino porque unas enormes nubes que anunciaban una tormenta avanzaban rápidamente desde el sur. Entré a la seguridad de la base y saqué a mis pokémon para que pudieran estirar las piernas y jugar después de haber estado guardados casi todo el día. Me puse a preparar su comida y en cuanto estuvo lista yo me preparé una sopa instantánea, la verdad no tenía mucha hambre. Recordé que tenía que llamar a casa si no quería empezar a levantar sospechas y tomé el pokénav para hacerlo de inmediato, en el horizonte empezaban a escucharse algunos truenos y si la tormenta eléctrica nos alcanzaba era probable que se perdiera la señal.
La llamada fue corta, por fortuna papá no había regresado de Petalburg así que tranquilizar a mi madre fue una tarea más sencilla que lidiar con los regaños de mi progenitor. Después de asegurarle a mi madre que me encontraba bien y que estaba comiendo apropiadamente (una punzada de culpa me llenó al observar el bote de la sopa instantánea), colgué y suspiré aliviada. Al menos tenía una preocupación menos en la lista.
Terminamos de comer y a continuación, llevé a mis pokémon a la pequeña salita donde los formé para recibir su acicalado. Era una tarea medio complicada, especialmente con Altaria y Blaziken, pero era muy necesario para mantenerlos en excelentes condiciones, además de que a ellos les encantaba. Por otro lado, tenía la esperanza de que hacerlo me ayudaría a relajarme.
La lluvia nos alcanzó mientras estaba enfrascada en sacarle brillo al pelaje de Blaziken y con ella, una espantosa tormenta eléctrica. Los truenos hacían que las ventanitas retumbaran y mis pokémon comenzaron a ponerse nerviosos. Raichu era especialmente vulnerable porque atraía la electricidad, así que decidí que lo mejor era guardarlos hasta que la tormenta pasara.
Al quedarme sola y sin nada en qué ocupar mi mente, no pude evitar recordar esa pesadilla que me atormentó durante tantos meses. No fui consciente de lo alterada que me puso hasta que me di cuenta que estaba enterrando mis uñas en las rodillas. Decidí entonces que lo mejor que podía hacer era intentar pensar en lo que había pasado hoy en Ever Grande y tratar de descubrir qué o quién estaba detrás de todo ello. Por supuesto que mi primer pensamiento había sido que el Team Magma había regresado a hacer de las suyas, pero por otro lado, usar pokémon con paralizador o somnífero nunca había sido su modus operandi.
La lluvia era cada vez más intensa y por un instante, el sonido de las furiosas gotas golpeando el techo y las ventanas fue todo lo que se lograba escuchar alrededor. Me hizo recordar aquella noche en la que tratando de ser lo más discreta posible, había salido de mi casa con rumbo a la ruta 120 con una sola cosa en mente...
El sonido de unos golpes desesperados en la puerta me sobresaltó, interrumpiendo de súbito mi tren de pensamientos. Al principio dudé si había escuchado bien pero de nueva cuenta volvieron a llamar. Corrí a abrir la puerta, sin pensar mucho en quién podría ser, ya que mi primer instinto fue rescatar a un alma desafortunada de la lluvia torrencial.
En cuanto abrí, me quedé inerte en mi sitio al comprobar que la persona en cuestión era el mismísimo Steven.
- ¿Puedo pasar? – preguntó sin ceremonias.
Me hice a un lado inmediatamente al verlo totalmente empapado al lado de su Skarmory. No sabía si tacharlo de imprudente o de valiente al enfrentar una tormenta eléctrica a lomos de un pokémon de acero. Era un verdadero milagro que ambos estuvieran intactos.
Steven entró a la base sin dilación seguido por su enorme pokémon, ambos chorreando agua. Cerré la puerta y al momento corrí por unas toallas que tenía guardadas y se las di en las manos a Steven.
- Toma, quizá no sirvan de mucho, pero supongo que es mejor que nada... – le dije mientras lo miraba asombrada, no me cabía en la cabeza que alguien como él se viera atrapado en medio de una tormenta así, Steven sabría perfectamente evitar este tipo de contratiempos, estaba segura de ello.
- Gracias, Elysia – respondió él mientras se secaba la cara y el cabello, jamás lo había visto tan desarreglado, pero debía aceptar que incluso así, no dejaba de verse tan guapo como siempre. Incluso más, al adoptar un aura casi salvaje con su cabello despeinado y al comenzar a desabotonarse la camisa y aflojarse la corbata un poco para secarse el cuello.
En ese momento decidí que era suficiente para mí y no debía seguir mirándolo si quería guardar la compostura y no decir nada estúpido. Con otra toalla en la mano me dirigí a Skarmory y comencé a secarlo, un pokémon tipo acero como él debía estar sufriendo en grande por el agua en su cuerpo. Dejando a un lado mis resentimientos hacia Steven, debía reconocer que tenía un gran afecto hacia sus pokémon. Los conocía muy bien a todos y en más de una ocasión, jugué y conviví con ellos. El Skarmory levantó las alas agradecido por mi gesto, y no pude evitar acariciarlo con cariño. Me enfrasqué tanto en ello que no me di cuenta cuando su entrenador se unió a mí en la labor, ni tampoco del momento en el que se había despojado del saco y el chaleco, quedando sólo con su blanca camisa arremangada.
Bastó voltearlo a mirar de reojo y darme cuenta que por estar húmeda, la camisa dejaba traslucir el pecho de Steven para sonrojarme y decidir que haría todo lo posible para no volver a mirarlo durante todo el tiempo que él estuviera aquí. Tardamos unos cinco minutos en terminar y una vez que Skarmory estuvo totalmente seco, Steven lo guardó en su pokeball.
- Gracias por haber resistido en la tormenta, amigo. Te llevaré a un Centro Pokémon a la brevedad – dijo observando la pokéball que reposaba en su mano.
Afuera, la tormenta parecía no ceder sino todo lo contrario, intensificarse a cada segundo. Los destellos de los rayos que caían en las cercanías me hacían sentir como si estuviera en medio de una típica película de horror. Pero lo que realmente me aterraba en el momento no era eso, sino darme cuenta de que estaba sola con Steven y no había forma de escapar o de pedirle que se fuera, podría estar molesta con él pero de ninguna forma arriesgaría su vida por un berrinche mío.
Como empezaba a hacerse costumbre entre nosotros, el silencio se hizo presente por unos instantes. Yo fingía estar ocupada en levantar las mojadas toallas, extendiéndolas improvisadamente sobre los respaldos de las pocas sillas que tenía en la base para así ignorarlo todo el tiempo que pudiera, realmente no deseaba hablar con él.
Sabía que Steven me miraba, en todo momento sentí su mirada clavada en mí a pesar de que yo hacía todo lo posible por darle la espalda. Justo cuando no me quedaba nada más en qué hacerme la ocupada, fui sorprendida por él al sentir cómo cerraba su mano sobre mi muñeca izquierda para detenerme. Por un segundo me quedé congelada, sintiendo un escalofrío atravesar furiosamente cada parte de mi ser, su tacto era gélido y aún más el del acero de su par de anillos. Pero más que eso, era el simple hecho del contacto físico con él después de tanto tiempo lo que me había puesto al borde de un ataque de nervios, estoy segura que mi pulso se disparó en ese momento.
- ¿Acaso piensas ignorarme todo el tiempo, Elysia? – preguntó con voz suave, colocando su boca a la altura de mi oído. Me di cuenta entonces que él estaba colocado a mis espaldas y que difícilmente podría apartarlo a menos que fuera por la fuerza, pues si bien él no ejercía una presión que me lastimara sobre mi muñeca, sabía que podría hacerlo si lo intentaba.
Me quedé inerte al percatarme que era la primera vez que Steven se acercaba a mí de esta manera. Nunca, en todo el tiempo que habíamos convivido previo a su partida habíamos estado en una situación parecida. Siempre había sido tremendamente cortés conmigo, manteniendo la distancia necesaria para que ninguno de los dos se sintiera incómodo. Las únicas veces en las que dicho distanciamiento se vio roto fueron aquellas en las que por iniciativa mía, habíamos compartido algunos abrazos, pero eran momentos cortos y amistosos, si es que puedo llamarlo de esa forma.
Había algo diferente en él, eso era claro pero... no, no era capaz de saber con exactitud qué era o a qué se debía. Al menos no ahora.
- Steven, suéltame – pedí al fin, tratando de sonar firme, sabía que tenía los nervios destrozados y lo que menos quería era darle indicios de ello.
- Lo haré, pero hasta que me digas qué es lo que pasa contigo, Elysia – respondió con seriedad – Cuando volví pensé que te había encontrado en un mal día y que por ello habías estado algo cortante conmigo, intenté dejar pasar eso a pesar de que hubo algo que me dejó preocupado. Después te busqué de nuevo en tu casa para que habláramos, con la esperanza de encontrarte más tranquila, pero me dijeron que estabas en la Liga, me dirigí allá y nadie te había visto en semanas. ¿Estás huyendo de mí, acaso?
No pude evitar reírme con cierto sarcasmo ante su pregunta. Él entonces me tomó por los hombros y me obligó a darle la cara. Nuestras miradas se cruzaron, pero afortunadamente, la poca iluminación que había en el lugar nos impedía observarnos con claridad, de lo contrario estoy segura que habría podido notar el enorme coraje que fluía a través de mis ojos.
- ¿Huir de ti? – objeté arqueando una ceja - ¡Nada más lejos de la realidad, Steven! ¡Deja de pensar que el mundo gira a tu alrededor, por favor! – exclamé con la esperanza de asestar un golpe a su orgullo.
- Entonces, ¿de qué se trata? – demandó perdiendo un poco su temple, "touché", pensé con satisfacción – ¿Sabes por qué estoy aquí? – preguntó y yo me quedé de piedra, así que no había sido casualidad después de todo...
- No lo sé, quizá porque no supiste prevenir una potencial tormenta y buscar refugio antes de que ésta te alcanzara... - respondí satíricamente
- No intentes jugar esa carta conmigo, Elysia – demandó – eres más inteligente que eso, y ambos lo sabemos. Bien sabes que estuve buscándote por todo Hoenn hasta que recordé que tenías este lugar en la ruta 123. Por desgracia, la tormenta nos alcanzó antes de que pudiéramos dar con el sitio exacto y el resto es historia... - soltó.
- ¿Y qué esperas que te diga, Steven? ¿Qué sienta compasión por ti por haberte puesto en ese predicamento? Fue decisión tuya buscarme...
- Si piensas que intento hacer sonar esto como si fuera una víctima, estás equivocada. Estoy aquí y te he buscado todo este tiempo porque necesitaba hablar contigo, ¿no es eso obvio?
- Bueno, me has encontrado y estamos hablando... - dije con ironía – Ahora, ¡dime qué diablos quieres para que podamos terminar con esto y me dejes en paz!
Steven se quedó nuevamente inmóvil al ver esa reacción mía. Al parecer, todavía no se acostumbraba a que yo lo tratara así, pero para su desgracia, debía comenzar a hacerlo, eso no cambiaría. Quizá eso fue demasiado para él y su generalmente tranquilo temperamento, porque en ese momento me soltó y se alejó de mí unos cuantos metros.
- Tengo preguntas y necesito respuestas – soltó al fin, dándome la espalda.
- ¡Oh! ¿En serio? – ataqué de nueva cuenta – Y no pudiste vivir con ellas dos días...
- Creo que es evidente que no, Elysia – contestó mordazmente mientras se daba la vuelta.
- ¡Vaya! Pues no eres el único que necesita respuestas, Steven. Si ese es el caso, ¡yo he vivido con varias interrogantes durante casi un año, maldita sea! Y dime, ¿acaso te importó o pensaste en eso cuando decidiste irte dejándome tan sólo una insignificante nota de despedida y un "regalo de consolación"? – solté por fin, dejando salir todo el coraje y la frustración que durante tanto tiempo había guardado en mi interior.
Mi interlocutor me miró impasible durante un instante, y por una milésima de segundo sentí pena por él. Debía estar a punto de volverlo loco... pero, no había marcha atrás. Si él quería respuestas, podría tenerlas, pero no las que él probablemente hubiera preferido escuchar.
- Así que es eso – dijo por fin, rasgando el silencio – Estás molesta conmigo porque me fui... - su voz sonaba sorpresivamente tranquila, como si por fin pudiera sentirse en paz.
- No, Steven... - rebatí y la confusión se apoderó de nuevo de él –Tú decides qué es lo que quieres hacer, con quién quieres estar, a dónde quieres ir, en fin... eso no es asunto mío. Tampoco soy nadie en tu vida como para molestarme por ello, lo que me dolió fue algo distinto...
- Ahora eres tú la que se equivoca – rebatió interrumpiendo mi frase, y ahora fui yo la confundida – Si no fueras nadie en mi vida no estaría aquí intentando arreglar la situación. Tú... - hizo una pausa y me di cuenta que él tenía los puños apretados – tú eres muy importante para mí, Elysia – finalizó, desviando de inmediato su mirada.
- No te creo – contraataqué a quemarropa, él volteó a mirarme sumamente dolido. Sus hermosos ojos azul celeste comenzaban a tornarse vidriosos pero era obvio que estaba haciendo un enorme esfuerzo por contrarrestarlo – Si así hubiera sido, te habrías despedido propiamente, Steven, ¡no a través de una miserable nota! – ahora yo también sentía las lágrimas empezar a fluir a través de mis ojos - ¡No te atrevas a decir que somos amigos o que soy importante para ti si te atreviste a irte sin decirme adiós a la cara! ¿¡Por qué lo hiciste, Steven?! – le recriminé a la cara, golpeando con mis puños su pecho.
Él permaneció impávido ante ello, sin impedirme que lo hiciera, con los brazos colgados a sus costados. Podía sentir su mirada, una mirada de profundo pesar.
- Lo siento... - dijo él al final casi en un susurro – no pensé que eso fuera a dolerte de esta forma. De verdad, lo siento...
Volteé a mirarlo y por un instante estuve a punto de abrazarlo y decirle que todo estaría bien, pero mi orgullo herido nuevamente ganó la batalla.
- Las disculpas no solucionarán todo, Steven – le dije, limpiándome las lágrimas – quiero saber por qué.
- No puedo decirte, Elysia – respondió él al instante, negando tristemente con la cabeza.
Esta fue la gota que derramó el vaso. Nuestros orgullos eran demasiado fuertes y ninguno de los dos cedería. Al menos no en estos instantes. Por ello no tenía caso siquiera intentar presionarlo más. Ya habíamos tenido suficiente los dos.
El ambiente se había tornado realmente asfixiante y yo ya no podía estar un segundo más aquí. En el exterior, la lluvia no había amainado por completo pero al menos la tormenta eléctrica se había disipado. Decidí que lo mejor que podía hacer era irme, necesitaba aire fresco con urgencia.
Sin decirle nada a Steven, tomé mi mochila y aventé mis pokéballs a excepción de la de Altaria. Abrí la puerta y estando afuera, llamé a mi pokémon. La brisa la incomodó pero no se quejó ni un momento.
- ¿Qué estás haciendo? – me preguntó Steven sorprendido al verme hacer todo eso.
- Me voy de aquí, no puedo estar un segundo más en este lugar – respondí secamente.
- ¡De ninguna manera, no lo voy a permitir! – objetó, mientras me tomaba por el brazo para intentar jalarme de vuelta a la seguridad del interior.
- Steven, ¡déjame ir! – demandé, intentando liberarme de su agarre, ahora sí que estaba oprimiéndome con fuerza.
- No, Elysia, ¡no puedo permitir que te ocurra algo! Es de noche, está lloviendo... ¡si algo te pasa, no me lo perdonaría! – exclamó casi con desesperación.
- ¡Puedo cuidarme sola! Cuando salí de casa por primera vez para iniciar mi viaje tenía 15 años, Steven y no contaba más que con un pequeño y asustadizo Torchic a mi lado. Ahora casi tengo 18 y poseo un capaz equipo de Pokémon... no me va a pasar nada, ¡así que suéltame, por favor!
- No, ¡el que se va soy yo! – exclamó mientras intentaba apartarme de la puerta para que lo dejara pasar.
- ¿Estás loco? ¿Acaso piensas forzar a Skarmory de tal forma que se desmaye en el camino? ¿O es que estás buscando morirte de un resfriado? – siseé - ¡Debes quedarte, por el bien de ambos! – supliqué, en el fondo me aterraba la idea de que algo le pasara a Steven, maldita sea – Además, no me salgas con que te preocupas por mi bienestar, Steven. Cuando estuviste lejos podría haberme pasado cualquier cosa y ¿qué hubieras podido hacer? Es más, ¿ te habrías enterado siquiera?
Al parecer toqué un punto sensible en él con ese reclamo, pues dejó de forcejear conmigo en ese instante y me soltó. Yo me dispuse a subir al lomo de Altaria y estando a punto de despegar, él rompió el silencio por última vez.
- Ese Beldum que te dejé con la carta... - hizo una pequeña pausa – no era un "regalo de consolación" como tú lo llamas. Era mi forma de cuidarte a pesar de la distancia. Yo mismo lo crie y antes de dejarlo para ti le pedí que hiciera lo posible por asegurarse que estarías bien. Y que debía arriesgarlo todo con tal de lograrlo...
No tuve nada que decir ante eso. Mi corazón sintió derretirse como la cera ante tal declaración. Jamás me hubiera podido imaginar algo así, nunca me pasó por la mente verlo de tal forma. Steven... quizá te había juzgado mal todo este tiempo... pero, ¿por qué no querías decirme la razón por la cual habías decidido despedirte de esa forma? Una punzada de dolor recorrió todos los confines de mi pecho y me regresó a la realidad. Steven me miraba con una mezcla de dolor y confusión haciéndome imposible soportar más el celeste claro de sus ojos que traspasaban mi alma.
Sin decir una palabra más, le ordené a Altaria que levantara vuelo, perdiéndome en la negrura de la noche y dejando atrás a Steven sin voltear a mirar por un solo instante.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top