Parting Ways
¡Hola!
Muchas gracias por seguir leyendo mi fanfic, espero que este capítulo les agrade. Sé que quizá voy comenzando lenta pero les prometo que para la tercera parte ya empezarán a agarrar intensidad las cosas jejeje pero no digo más para no spoilear.
Gracias de antemano por sus lecturas y por sus comentarios, cualquier feedback siempre será apreciado :D
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Desperté de golpe, con los ojos inundados de lágrimas, la respiración agitada y el corazón queriéndoseme salir del pecho...
Me incorporé en mi cama y abracé mis rodillas para evitar gritar de pánico y dolor.
Otra vez esa maldita pesadilla... ¿Acaso tendría que vivir con ella para siempre?
Desde que te fuiste, prácticamente todas las noches eran así. Ese sueño era el vivo reflejo de todo lo que había ocurrido entre nosotros, en mi vida, desde que empecé mi viaje. Los momentos buenos y los malos, la alegría, el dolor y el miedo habían tomado una forma espantosamente vívida en esa pesadilla.
Nunca pensé que proclamarme campeona de Hoenn, el sueño que tenía desde que tengo uso de razón, se fuera a convertir en el inicio del horror. Que ver cumplida esa meta traería consigo semejante sufrimiento.
Si alguien me hubiese dicho que ganar el título me arrebataría aquello que había aprendido a amar, jamás habría llegado hasta ahí. Jamás te habría enfrentado, Steven, jamás te hubiera dejado ir.
Pero no fue así. Y el "hubiera" no existe. No puedo volver atrás el tiempo. Te perdí, y el saberlo es una verdad que me consume a cada segundo de mi vida.
Los días han transcurrido dolorosamente lento y a diario intento convencerme de que debo superar todo lo que pasó, plantar la cara al presente y luchar por un mejor futuro. Un futuro del que comienzo a pensar, no serás parte y saberlo duele infinitamente, pero tampoco puedo darme por vencida y hundirme aún más, no es eso lo que tú habrías querido para mí.
Eso lo sé muy bien. Te llegué a conocer como pocas personas, estoy segura. Y maldita sea, esa es una de las razones por las cuales la frustración y el enojo que todavía siento son tan grandes. No te odio, Steven, jamás podría hacerlo, porque el amor que me inspiras aún, a pesar de la distancia, es mil veces más grande que esa desazón y el coraje que tu partida me dejó.
Trato de no pensar en ello, de no recordar y de no culparte por tu decisión, pero lo que sí no te perdono es la manera en la que lo hiciste. ¿Por qué, Steven? ¿Por qué no tuviste al menos la atención de venir a despedirte, de plantarme la cara y darme la oportunidad de abrazarte y sentir tu cercanía, tu calor y tu compañía por una última vez? ¿Tan poco te importé en realidad, tan insignificante fui?
Aun guardo esa hoja de papel en la que escribiste las fatales líneas que devastaron mi vida. Sí, porque ni siquiera me atrevería a llamarle "carta" a eso.
Después del impacto inicial que provocó la pesadilla, me levanto de mi cama y camino hacia la cajonera donde guardo la nota bajo llave. Es irónico que a pesar de todo, la resguarde como un tesoro, porque al fin y al cabo, es una de las pocas cosas que me quedan de ti.
A pesar de la oscuridad, soy capaz de encontrarla rápidamente porque ya estoy acostumbrada a hacer esto. Se ha convertido en una rutina, cada vez que me despierto en las madrugadas por culpa de esa recurrente pesadilla siento la necesidad de venir y abrir nuevamente esta nota.
Enciendo la lámpara de buró, me siento a la orilla de la cama y comienzo a desdoblarla con sumo cuidado. La hoja está totalmente arrugada y con la tinta decolorada por el paso del tiempo y las incontables lágrimas que le han caído encima.
Al abrirla, es imposible no trasladarme al pasado, a ese día cuando la encontré y todos los hechos que sucedieron poco antes de ese momento.
Hacía tan sólo un par de semanas desde que había ganado el título de campeona de Hoenn. La batalla en contra de cada uno de los miembros del Alto Mando había sido extenuante pero a pesar de ello, tanto mis pokémon como yo estábamos emocionados y dispuestos a pasar sobre quien fuera para lograr el título. Habíamos entrenado tanto, tan duro, que no había nada que nos impidiera alcanzar nuestra meta.
Cuando las enormes puertas doradas del salón del campeón se abrieron y subí la escalera para encontrarme finalmente con él, casi sentí como se me caían el corazón y el mentón al suelo. Ahí estabas tú, Steven. Me estabas dando la espalda, pero aun así, habría sido imposible no reconocerte.
Me quedé congelada en mi sitio, jamás se me habría pasado por la cabeza que tú eras el campeón de la Liga, habías hecho un excelente trabajo al ocultarme esa información. Un escalofrío recorrió todo mi ser cuando giraste la cabeza para dejarme observar tu perfil.
Aún recuerdo todo, fresco y vivo, como si hubiera sido ayer. La batalla fue feroz, tú me habías advertido que ni tú ni tus pokémon se contendrían y que lo darían todo. Y así fue, defendiste tu título como lo que eras, un verdadero campeón.
Pero yo tenía una sobrada convicción y confianza en mi equipo. Y ambas cosas te las debía a ti. Yo sabía que tú eras consciente de eso. En ese momento entendí a qué venía tanto elogio de tu parte cada vez que nos encontrábamos. Por ello, el deseo de cumplir tus expectativas me hacía luchar con más fuerza en contra tuya.
El último pokémon que cayó de tu equipo fue Mega-Metagross. Suspiraste profundamente mientras levantabas el mentón con los ojos cerrados. "He perdido", dijiste con suavidad y una calma tremenda. Cuando abriste tus ojos, pude ver que éstos brillaban de emoción, de orgullo, de alegría. Sentí muchas ganas de correr y abrazarte, como ya lo había hecho antes. Pero no pude. Nuestro momento se vio interrumpido por un emocionado Brendan y el Profesor Birch que habían viajado para presenciar el combate.
Jamás me habría imaginado que esos momentos y cuando me pediste que te acompañara para grabar los nombres de mis pokémon en el Hall de la Fama de la Liga de Hoenn, serían los últimos a tu lado. Si tan sólo lo hubiera sabido...
Una nueva ola de lágrimas inunda mis ojos, agregando nuevas cicatrices a esa hoja de papel...
Llegué a Mossdeep después de haber invertido unos largos días en un viaje de regreso a casa con Brendan, quien se había empeñado en que volviéramos juntos. Podría haberlo hecho fácilmente con ayuda de alguno de mis pokémon, ya que para ese entonces yo ya había perdido el miedo a volar sobre ellos, pero la ilusión que le hacía a mi vecino y amigo era tanta que no pude rechazar su oferta. La despedida contigo fue escueta y eso me parte el alma. Si pudiera cambiar el pasado, eso sería una de las primeras cosas que elegiría para hacerlo.
Una vez en Littleroot, pasé otra semana más en compañía de mis padres. Hasta ese momento no me había percatado de cuanto los extrañaba. Sobre todo, la comida de mamá y el cariño con el que siempre me trataba. Fue bueno estar a su lado, ya que papá, como siempre, vivía más en su Gimnasio de Petalburg que con nosotras. Sin embargo, era innegable que él estaba tremendamente orgulloso de mí y eso me hacía feliz. Durante mucho tiempo había cargado con el miedo de no cumplir sus expectativas en mí como la hija de un respetado líder de gimnasio, pero por fin, esos temores habían quedado atrás.
Sin embargo, no negaré que durante esos días en casa, no hubo ni un sólo instante en que no te extrañara. Sencillamente necesitaba verte de nuevo, charlar contigo durante los atardeceres a la orilla de la playa que colindaba con tu casa y esperar el anochecer para observar las estrellas y escucharte hablar de ellas y de tantas cosas que tú sabías y que yo jamás habría podido imaginar.
Suspiré con pesadumbre... Es que de verdad, ¿cómo se supone que yo, ingenua e impresionable como era, no iba a enamorarme por completo de ti?
Habíamos desarrollado una relación interesante, por decir lo menos. Éramos amigos, o eso creía. Siempre fuiste muy amable y atento conmigo, siempre te portaste como todo un caballero y me ayudaste a lo largo de mi viaje, ya fuera proveyéndome con objetos que necesitaba para avanzar o simplemente, con tus palabras de aliento y tus conocimientos sobre el amplio mundo de los pokémon. Yo tenía mucho que aprender y tú siempre fuiste alguien a quien admiré por su experiencia en el campo, misma que compartías alegremente conmigo, tu joven e inexperta aprendiz.
Esa amistad se fortaleció a tal grado que tuviste la confianza de invitarme a conocer tu casa cuando se dieron las circunstancias, y una vez pasada la enorme crisis que vivió Hoenn (no quiero ni siquiera recordarla), las visitas a tu hogar se hicieron cada vez más frecuentes. Principalmente porque, aunque me cueste admitirlo, después de esa traumática experiencia, eras la única persona que me inspiraba confianza y tranquilidad y aunque jamás hablamos abiertamente sobre ello, sé que tú lo intuías, pero respetuoso como eres, nunca me presionaste para que lo hiciera.
Viajabas mucho a lo largo de Hoenn en busca de tus adoradas rocas raras y eso hacía que muchas veces no estuvieras en casa, así que un día, para mi sorpresa, me dijiste que podía hacer uso de ella si no tenía donde quedarme o sencillamente no quería pasar la noche en un Centro Pokémon.
Sellaste el ofrecimiento dándome una llave plateada que depositaste sobre la palma de mi mano, la cual cerraste en un puño mientras me sonreías asintiendo.
Fue gracias a eso, que cuando acudí a buscarte a Mossdeep no tuve problema en entrar a tu casa, a pesar de que no estabas. No te mentiré, no se me hizo extraño no encontrarte, así que con toda la confianza abrí la puerta pensando en que te esperaría dentro.
Sin embargo, de inmediato esas esperanzas se hicieron trizas al percatarme de la solitaria nota que descansaba sobre la mesa junto con una pokéball. Un mal presentimiento me inundó instantáneamente, sabía que algo no estaba bien.
Me apresuré a mirarla. En el sobre estaba mi nombre. La abrí con el corazón latiendo a mil por hora y las manos temblando. En cuanto logré deshacerme de la envoltura, mis ojos recorrieron rápidamente las pocas líneas de las que constaba. Tu hermosa letra me comunicaba las peores noticias que hubiera recibido jamás. Me habías dejado. Te habías ido en un viaje indefinido, del que advertías, no regresarías pronto.
"Para Elysia...
He decido iniciar un viaje y entrenar mientras lo hago. No creo que vuelva a casa en bastante tiempo. Quisiera pedirte un favor. Me gustaría que tomes la pokéball que está en la mesa. Dentro encontrarás un Beldum, mi Pokémon favorito. Cuento contigo para cuidarlo. Espero que nuestros caminos se crucen otra vez algún día.
Steven Stone"
Las lágrimas escaparon de mis ojos instantáneamente. Apreté la hoja en contra de mi pecho y cerré los ojos con fuerza para reprimir las ganas de gritar de dolor. A mí alrededor, todo comenzó a dar de vueltas y perdí el sentido de la realidad por un instante. Hasta ese día, nunca me había sentido así, extraviada, confundida y tremendamente herida. ¿Cómo es que esto había ocurrido? ¿Qué fue el motivo que te había hecho tomar esta decisión?
Miles de preguntas se arremolinaron en mi cabeza de golpe. Y hasta la fecha, no encuentro las respuestas para ellas. Siendo sincera, empiezo a resignarme y he llegado a la conclusión que por el resto de mi vida me quedaré con esas dudas, porque conforme van pasando los días sin saber nada de ti, voy perdiendo poco a poco la fe en verte regresar.
El cansancio se apodera de mí lentamente y mis párpados empiezan a sentirse pesados. Bostezo y dejo la mojada nota en mi buró. Aparto los pensamientos negativos de mi mente y me dejo llevar por el sueño. Poco sé yo en este momento de la tormenta que se avecina...
Una tormenta que lleva, entre otras muchas cosas, tu nombre y apellido.
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