Ampliando los Horizontes

Hola de nuevo!

Antes que nada, una enorme disculpa por la tardanza en actualizar, la escuela y el trabajo me han ahogado, pero afortunadamente, no han podido en contra de la inspiración y el fic continúa.

Este es un capítulo muy especial, lo planeé desde que surgió la idea del fic y realmente me siento satisfecha en cómo resultó, espero que a ustedes también les guste tanto! Es hora de alejarnos un poquito de la perspectiva de Elysia y conocer algo del PoV de Steven :D

Gracias nuevamente por sus lindos comentarios y votos, no me cansaré nunca de decírselos, porque si no fuera por ellos quizá no tendría tanto ánimo de proseguir con el proyecto, así que espero seguir contando con ellos y por supuesto, con sus lecturas.

Sin más, l@s dejo con el capítulo VI.

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Steven permaneció de pie, inerte, observando lleno de impotencia cómo Elysia se perdía en el oscuro horizonte sin voltear a mirarlo ni una sola vez.

El viento soplaba fresco, trayendo consigo el olor a tierra mojada y el escalofrío que éste le provocó al recordarle que sus ropas aún estaban húmedas por la lluvia, lo trajo de vuelta a la realidad. Hasta entonces no se había dado cuenta de cuán tenso se encontraba, manteniendo los puños cerrados y el seño fruncido.

Por primera vez en muchísimo tiempo, Steven Stone podía asegurar sin temor a equivocarse que se sentía infinitamente confundido. Cuando había pensado en su regreso a Hoenn, esperó todo, menos esto. Ciertamente, él había planeado algo muy distinto para su reencuentro con Elysia, la chica que durante todo ese tiempo y sin importar cuanto lo había intentado, no había podido quitarse de la cabeza.

Aún con el fresco recuerdo sobre lo que ella le había dicho antes de irse, de que no debía arriesgar a Skarmory en la lluvia, esperó impacientemente dentro de la base secreta hasta que las gotas dejaron de caer por completo. En ese momento, y sin perder más tiempo, salió y sacó una pokéball de su pantalón. Arrojándola, liberó a su Metagross y se subió a su espalda.

- Metagross, a Sootopolis – ordenó dándole una palmadita en la cabeza.

El aludido obedeció al instante, elevándose en un abrir y cerrar de ojos saliendo disparado hacia el destino marcado por su entrenador.

Después de unos cuantos minutos, Steven llegó a la ciudad. Desde las alturas podía ver el hermoso espectáculo que representaba la urbe iluminada, pues ya estaba algo entrada la noche. Sootopolis era especial, enclavada en el corazón de un enorme cráter en el medio del océano, por lo que a su alrededor no existía más que la total penumbra y calma de las aguas, haciendo que el asentamiento pareciera una luminosa gema incrustada en el centro del mar.

Metagross descendió silenciosamente y con inusual gracia para un pokémon tan grande como él, frente a una de las casas más grandes y apartadas de la ciudad. Después de bajar del pokémon, Steven lo guardó en su pokéball dándole las gracias por haberlo traído y se dispuso a tocar el timbre. Las luces estaban apagadas y tuvo que intentar al menos 3 veces antes de ver cómo se iluminaba la estancia.

- ¡Pero qué rayos...! – se escuchó detrás de la puerta antes de que la familiar voz masculina preguntara - ¿Quién es?

- Wallace, ábreme – respondió Steven llanamente, la confianza entre él y su mejor amigo de toda la vida era tal que se podían ahorrar las formalidades.

- Debí haberlo sabido, sólo tú eres tan malditamente insolente para venir a interrumpir mi sagrado sueño... - se quejaba el joven de cabello aguamarina mientras buscaba las llaves para abrir el seguro - ¡Así no es posible mantenerse joven, guapo y elegante! Pero claro, eso es algo que jamás entenderás, Steven... - refunfuñaba, al tiempo que peleaba con el seguro que se había atorado.

Steven permaneció en silencio esperando que Wallace lograra abrirle, y aunque en situaciones normales le habrían causado gracia las amargas quejas de su amigo y hasta se habría dado el lujo de responderle con burlas, esta noche su ánimo no estaba para eso. Por fin, la puerta se abrió.

- ¡Por Arceus! ¡¿Steven qué diantres te ocurrió?! – exclamó el líder de Gimnasio de Sootopolis al ver la condición en la que su amigo se encontraba: totalmente desaliñado y con el rostro desencajado.

- Una larga historia... - atinó a responder en tono sombrío el joven de ojos celeste después de unos segundos de silencio.

Wallace supo al instante que la situación era grave y de inmediato olvidó su ligera molestia inicial con él por despertarlo. Le quedaba claro que Steven no lo habría hecho de no sentirse realmente mal.

- Pasa, por favor – apuró apartándose de la puerta, dándole unas palmaditas en la espalda a su amigo cuando pasó a su lado - ¡Estás empapado! Steven, ¿no me digas que quedaste atrapado en la tormenta de hace rato?

- Eso no importa, Wallace – respondió él, desdeñando el suceso con un ademán de su mano izquierda – lo que me preocupa es algo más transcendental.

- Déjame adivinar... se trata de Elysia, ¿verdad? – inquirió Wallace arqueando una ceja.

- ¿Tan evidente soy? – preguntó el aludido con una sonrisa amarga, desplomándose sobre uno de los sillones con desgano.

- Para mí lo es, Steven – contestó su amigo – pero eso es porque te conozco muy bien. Tranquilo, tampoco creo que todo Hoenn esté al tanto de tus problemas sentimentales, darling.

El heredero de Devon Corporation suspiró con pesadez, ciertamente sintiéndose un poco más aliviado al escuchar eso, pero aún abrumado por los recientes acontecimientos con la Campeona de Hoenn.

- Disculpa que haya venido a estas horas a molestar, pero realmente necesitaba hablar con alguien y tú eres el único en quién confío lo suficiente para tratar este asunto.

- No hay problema – respondió el anfitrión – sabes que cuentas conmigo, especialmente en momentos como éste. Estaré encantado de ayudar en lo que pueda, pero antes tenemos que hacer algo respecto a ti, no es bueno que te quedes con esas ropas empapadas, te puedes enfermar...

- Ya te dije que no es relevante, Wallace – interrumpió Steven con hartazgo, su paciencia tampoco estaba en sus mejores momentos.

- ¡Eh, eh! Mi casa, mis reglas, Stone – reprendió su interlocutor indignado, levantando el dedo índice para reforzar su punto – te diré lo que haremos: irás a tomar un baño de agua caliente, te cambiarás de ropa y mientras tanto, yo te prepararé un té y buscaré algo de medicina para prevenir un resfriado. Una vez que estés listo hablaremos todo lo que quieras y mañana temprano podrás llamar a tus subordinados para que te traigan ropa nueva de Mossdeep o Rustboro, ¿entendido?

- ¿Subordinados? ¿Es en serio, Wallace? – preguntó Steven en tono suspicaz, entrecerrando los ojos, ligeramente ofendido por el comentario.

- Lo son – respondió el aludido tranquilamente encogiendo los hombros – te guste o no y lo sabes. Como sea, ese no es el punto, anda, ve a ducharte antes de que sea demasiado tarde.

Steven comenzaba a preguntarse si había sido buena idea venir a casa de Wallace, debió haber sabido que lo forzaría a hacer todo esto, porque al final de cuentas, su amigo siempre había mostrado preocupación por él, lo cual agradecía, pero por el momento, lo único que quería hacer era desahogarse. Sin embargo, lo conocía bien para saber que no había forma de ir en contra del líder de Gimnasio de Sootopolis y ganar un argumento cuando algo se le metía en la cabeza, así que se dispuso a hacer lo que le había puesto como condición.

- ¡¡Skarmory!! – exclamó de súbito Steven poniéndose de pie de un salto - ¡Debo llevarlo al Centro Pokémon!

- ¿Qué le ocurre?

- Él estuvo conmigo en medio de la tempestad...

- ¡¿Qué?! Steven, ¡no me digas que fuiste tan estúpidamente temerario como para desafiar una tormenta eléctrica a lomos de un pokémon de acero!

El silencio del aludido confirmó lo que Wallace temía.

- ¡Que Arceus nos ampare! ¡¿Estás loco?!

- No, Wallace, no lo estoy y tampoco soy idiota, pero estaba decidido a encontrar a Elysia pasara lo que pasara... ¡Tenía que verla! ¿no lo entiendes? – reconoció Steven subiendo el tono de voz.

Wallace permaneció en silencio, observando con atención a su amigo. Jamás lo había visto así y sabía que debía ser cuidadoso, la situación era complicada. Si realmente quería ayudarlo, tenía que ser sabio al respecto.

- Yo llevaré a Skarmory al Centro Pokémon – dijo por fin, extendiendo su brazo izquierdo hacia Steven, pidiéndole así que le entregara la pokéball.

- Quisiera encargarme personalmente – rebatió el entrenador del pokémon.

- ¡Por todos los Regis de Hoenn! ¿por qué tienes que ser tan necio, hombre? – exclamó Wallace frustrado – Yo lo hago, Steven, la enfermera Joy me conoce muy bien y no se negará a atenderlo a pesar de la hora. ¡Anda, déjame llevarlo! Estará bien, te lo prometo – apuró.

Steven sopesó sus opciones en silencio y al final supo que su amigo tenía razón, era mejor que él se encargara. Suspirando, entregó la pokéball de Skarmory en sus manos.

- Gracias, Wallace, disculpa en verdad las molestias.

- No son molestias, tontito – respondió jocosamente el ojiverde – lo que es fastidioso es tu necedad, honestamente, pero ¡claro! Ya debería estar acostumbrado a estas alturas, siempre has sido así desde niño... los inconvenientes de ser millonario, supongo...

- ¡Wallace! – protestó Steven irritado.

- ¡¡Shhhh!! – interrumpió el líder de gimnasio – no pienso discutir eso contigo ahora, salgo de inmediato al Centro Pokémon – dijo, acompañando sus palabras de acción y encaminándose a la puerta, dejando a Steven de pie sin poder rebatir su argumento.

"Siempre hace lo mismo, tan propio de él", pensó, entornando los ojos y a continuación se dirigió a la habitación de huéspedes donde se daría una ducha rápida, tal como casi se lo había ordenado el dueño de la casa.

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Cuando Steven bajó las escaleras para reunirse con Wallace en la planta baja, el olor a cítricos que inundaba la estancia lo recibió de golpe, haciendo que se sintiera aún más revitalizado después del baño con agua caliente. Odiaba un poco tener que reconocerlo, pero agradecía que Wallace le hubiera insistido tanto, realmente se sentía mejor ahora que hace unos minutos.

Wallace estaba en la cocina, absorto en su labor de servir el té, por lo que Steven decidió esperarlo sentado en la sala. El ojiverde se le unió unos instantes después, depositando con cuidado sobre la mesa de centro las dos tazas que llevaba en una charola plateada.

- Ten, te hará bien – dijo Wallace a Steven, entregándole en la mano la pequeña taza blanca de porcelana - y también tómate esto – agregó, señalando una píldora que reposaba todavía sobre la charola.

- Gracias – respondió el aludido, acto seguido colocó la pastilla en su boca y bebió un sorbo de té para ayudar a pasarla sin quejarse en ningún momento por lo caliente del líquido, estaba acostumbrado a ello.

- De nada. ¿Cómo te sientes?

- Mucho mejor, honestamente – reconoció el ojiazul - ¿cómo está Skarmory? – inquirió preocupado.

- Nada de cuidado, aunque sí estaba algo débil. La enfermera Joy prefirió tenerlo en observación durante esta noche mientras descansa, el esfuerzo lo dejó exhausto pero estamos seguros que mañana estará totalmente recuperado.

- Eso espero, no sé qué haría si algo más le ocurriera. Yo lo puse en peligro, es mi responsabilidad... - dijo Steven llevándose las manos a la cabeza, desanimado.

- Tranquilo – expresó Wallace colocando su mano derecha sobre el hombro de su amigo en un gesto de empatía – no vale la pena que te atormentes con la culpa. Afortunadamente, Skarmory está bien, aunque no negaré que fue bastante irresponsable lo que hiciste, no sólo pusiste en peligro la integridad de tu pokémon, sino la tuya también.

- Lo sé, Wall – concedió Steven suspirando – pero de verdad, no tenía otra alternativa, era muy difícil lidiar con la incertidumbre de no saber qué ocurría con Elysia, necesitaba hablar con ella.

- Bueno, pues ya que estamos en eso, ahora sí, cuéntame qué ocurrió. Por como llegaste aquí no parece que el encuentro haya tenido buenos resultados...

- Estás en lo correcto, Wallace. Discutimos.

- ¿Otra vez?

- No, esta vez sí que peleamos. La ocasión anterior en su casa me retiré antes de que eso ocurriera, pero fue su actitud lo que me dejó intrigado, preocupado. Ella no parecía ser la misma Elysia que conocí... - hizo una pausa reflexiva – me temo que no es la misma... - corrigió, dejando caer los hombros al pronunciar esa frase.

- Ok, ok – respondió Wallace haciendo un ademán moderador con ambas manos – vamos por partes. ¿Te dijo por qué está molesta?

- Sí – contestó Steven de inmediato – tuve que presionarla un poco, lo que honestamente no me gustó mucho, pero no veía otra forma de lograr que hablara conmigo. Simplemente, al principio se negaba a siquiera mirarme o dirigirme la palabra – hizo una pausa y corroboró que Wallace le estaba prestando atención a pesar de estar entretenido poniéndole un terrón de azúcar a su té – Al final, resultó que está molesta conmigo por la forma en la que me fui, sin despedirme apropiadamente de ella...

Wallace detuvo en seco su labor de mover ceremoniosamente el té para deshacer el terrón de azúcar y volteó a mirar a Steven tratando de contener una sonrisa maliciosa.

- Ahhhhhh ya veo... - dijo casi en un suspiro – Steven... odio tener que decirlo pero...

- Ya lo sé, no te atrevas... – interrumpió el aludido de golpe.

- ...Te lo dije – continúo Wallace con su frase, ignorando la irrupción de su amigo y sonriendo discretamente, fracasando en su intento de mantenerse serio.

- No puedo creer que estés disfrutando con esto – reprochó Steven, ligeramente ofendido por la actitud de su mejor amigo.

- No estoy disfrutando con tu dolor, Stevie, pero ciertamente es imposible no sentir cierta satisfacción al decir "te lo dije", no me puedes culpar, tú lo has hecho conmigo cuando has tenido la oportunidad, desdichado – rebatió el ojiverde en tono jovial.

- Maldita sea contigo, Wallace – bufó Steven reacomodándose en el sillón.

- Chill out, dear, estás muy tenso y eso no te hará bien, todo lo que intento es hacer que te tranquilices un poco, cuando llegaste aquí te veías muy alterado y eso no te ayudará a poner en orden tus pensamientos y resolver el problema. ¿Lo entiendes, verdad?

El ex Campeón de Hoenn miró fijamente a su interlocutor por unos segundos, el azul gélido de sus ojos parecía haber perdido un poco de su intensidad debido a la pena que lo embargaba. Al final, asintió en silencio, concediéndole a su anfitrión la razón. Ésta era el motivo por el que era su mejor amigo, nadie, quizá ni su padre, lo conocía mejor que el admirado líder de gimnasio de Sootopolis.

- Es complicado, Wallace. Honestamente jamás me imaginé que esto pasaría, que Elysia hubiese cambiado tanto, al grado que tal parece odiarme...

- ¿A ese grado llega su molestia? – preguntó Wallace sorprendido.

- No lo sé, sinceramente estoy muy confundido. No logro darme una idea de lo que esté pasando por su mente y eso me desconcierta – respondió el aludido, agachando la cabeza.

Wallace permaneció en silencio nuevamente, tan sólo observando con cuidado a su amigo. Después de unos segundos sin recibir respuesta, Steven levantó la mirada para encontrarse con que su interlocutor lo observaba con sorpresa, al tiempo que una discreta sonrisa también adornaba sus facciones.

- ¿Ahora qué, Wallace?

- Tranquilo, Stevie – respondió haciendo una pausa – Lo que ocurre es que me sigue causando asombro verte de esta manera. Es la primera vez que una chica te llega así al corazón, ¡y eso sí que es noticia!

- Ya deja de burlarte, esto es serio por si no te has dado cuenta...

- Claro que sé que es serio, pero te repito, nada lograrás estando alterado. En fin, como sea... - dijo Wallace suspirando - Regresando al punto, Elysia te dijo que está molesta por la forma en la que te despediste de ella y... ¿ya? ¿Ese es su único problema? ¿O también está enojada porque te fuiste?

- Según ella, sí, sólo es eso, que no me despidiera personalmente sino a través de una nota; y quiere saber por qué lo hice, pero no puedo, no pude decírselo – dijo, con dolorosa desesperación.

- Bueno, pues siendo así la solución es muy simple, Steven. Sé honesto con ella y explícale todo lo que hubo detrás de esa decisión y lo difícil que fue para ti en su momento tomarla a pesar de que yo intenté por todos los medios hacerte entender que no era lo mejor, pero tú decidiste ignorarme... - aconsejó Wallace en tono despreocupado mientras se paseaba con gracia por la estancia, sin perder la oportunidad de echarle en cara a su amigo nuevamente que él había tenido la razón.

- ¿Simple? – cuestionó Steven incrédulo.

- Sí, darling. Sólo sé sincero, háblale de tus sentimientos. No sé por qué has preferido ocultarle esa información...

- ¿Lo dice el sujeto que aún no es capaz de declararle su amor a Winona? – interrumpió Steven alzando una ceja y cruzando los brazos.

- ¡Bah! – exclamó Wallace al instante – No estamos hablando de mí en este instante y además, son dos casos totalmente distintos, Stone, no quieras salirte por la tangente.

Ahora fue el turno de Steven de esbozar una sonrisa triunfal, después de haber sido el objeto de bromas de Wallace durante toda la noche, por fin había sido su turno de devolver el favor.

- ¿Ves cómo no es tan sencillo? – rebatió – ¡Y mucho menos ahora! existe una gran posibilidad de que ella no me crea, Wallace... Pude ver el rencor en sus ojos, si he de demostrarle lo importante que es para mí, creo que necesitaré más que palabras para convencerla.

- Está bien, Steven, te concedo la razón en esto, no es tan fácil pero es necesario. Y precisamente por lo que me dices es aún más urgente que la persuadas de tus sentimientos reales, entre más tiempo pase, más difícil será. Y por otro lado... - Wallace se interrumpió en ese momento, dudando sobre si era apropiado hacer el comentario que tenía en mente o no.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Steven un poco preocupado por la expresión de su amigo.

- Eh... no sé si decírtelo... - dudó el aludido, rascándose la cabeza.

- Wallace... más te vale no ser un bastardo desleal y decirme lo que ocurre – presionó Steven con seriedad.

- ¡Ahí está de vuelta, el Steven que conozco! – exclamó Wallace jubiloso – ¡No cabe duda que te extrañé, desgraciado!

Ambos rieron ante su intercambio de ofensas amistosas, tan propias de su relación de años, aunque en público jamás se trataban así. Wallace se sintió contento de ver que su amigo estaba un poco más relajado, aunque temía que lo que estaba a punto de decirle volvería a ensombrecer su ánimo.

Por su parte, Steven se alegró de haber acudido a Wallace en busca de ayuda, si bien no había llegado todavía a una conclusión precisa sobre lo que debería hacer respecto a Elysia, al menos estaba seguro que al terminar la conversación, lo sabría, o al menos, estaría más cerca de ello.

Wallace suspiró audiblemente antes de continuar, sabía que su amigo de infancia no se quedaría conforme sabiendo que él le estaba ocultando información, por lo que resignado, se dispuso a hablar.

- Está bien, Steven, te diré qué es lo que pienso. Verás, no es por presionarte más de lo que ya estás pero quisiera recordarte algo: estuviste ausente no poco tiempo, fue casi un año y ese es un lapso más que suficiente para que muchas cosas cambien. Tú te fuiste casi recién Elysia se convirtió en Campeona y te has perdido la forma en la que ella se ha desarrollado como persona desde entonces. Ella ha madurado, lo pude constatar hoy mismo durante una charla que tuve con el Consejo de la Liga y en la que por supuesto, estuvo presente. Por otro lado, he sido testigo de cómo su fama ha ido en aumento, si bien ella ha optado por ser bastante discreta, no se puede evitar ser reconocida y admirada por la gente de Hoenn cuando además de ser Campeona, es hija de un querido Líder de Gimnasio y por si eso fuera poco, estrella ascendente de los concursos... - Steven miraba con atención a Wallace, preguntándose de qué iba todo esa enorme perorata, el orador cayó en cuenta de esto y se apresuró a ser concreto – A lo que voy, Stevie, es que estoy seguro que más de un chico quisiera estar con ella, pretendientes no le habrán de faltar. ¿Entiendes?

El ex campeón de Hoenn permaneció en silencio, cómo tratando de asimilar el comentario de Wallace. Durante su viaje, en algunas ocasiones llegó a pensar en esa posibilidad, pero siempre prefirió desdeñarla por el malestar que esto le ocasionaba. No obstante, debía aceptar que era algo que tenía que tomar en cuenta, aunque realmente quisiera no hacerlo, ya tenía muchos retos qué enfrentar en su relación con Elysia como para añadirle otro, que además, parecía ser sólo producto de un tren de pensamiento de Wallace.

- De eso no me queda duda, Wall. Elysia es una chica maravillosa, lo sé muy bien, pero honestamente ahorita no quiero añadir esa preocupación a mi lista si es que no hay una amenaza real al respecto.

- Steven... - dijo Wallace gravemente – si te lo estoy diciendo es porque lo hay... - hizo una pausa, y corroboró que su interlocutor se había puesto tenso de repente – sé de una muy buena fuente que Brendan, el hijo del profesor Birch está enamorado de ella y últimamente, la amistad que ambos tenían se ha profundizado muchísimo. Amigo, siento decirte esto pero... no me extrañaría que el rechazo de Elysia estuviera ligado a una posible afinidad de ella respecto al chico...

Steven se levantó de golpe del mullido sillón donde hasta el momento había estado sentado cómodamente y empezó a caminar de un sentido a otro a lo largo de la sala, notablemente irritado. Wallace lo observó en silencio, sintiendo una punzada de culpabilidad pero sabiendo que era necesario que él lo supiera, aunque quizá este no había sido el mejor momento para ello.

Después de unos segundos de tensión aguda durante los que Steven parecía hervir de enojo interiormente, se detuvo en seco de súbito y se quedó parado de espaldas a Wallace. Cerró los ojos y como era común en él cuando reflexionaba, colocó los dedos pulgar e índice de su mano izquierda en su mentón, apoyando a su vez su codo sobre la palma de su mano derecha y suspiró.

- ¿Cómo lo sabes, Wallace? ¿Cómo puedes estar tan seguro de ello? – preguntó finalmente, tratando de sonar calmado y sin darle la cara a su acompañante.

- Ya te dije, Steven, de una muy buena fuente - respondió el aludido con tranquilidad.

- Wallace, te suplico por favor que no me trates de esta manera ahora – pidió Steven mordazmente, dejando caer los brazos a sus costados – Necesito saberlo todo.

El joven de cabello aguamarina supo que no tenía opción más que contarle con detalles a su amigo, simplemente, el ánimo de Steven en el momento no se prestaba para juegos.

- De acuerdo – accedió resignado – el mismo profesor Birch me lo contó recientemente, cuando fui a visitarlo a su laboratorio.

- ¿Y desde cuando eres tan amigo del profesor? – inquirió Steven dándose la vuelta y levantando una ceja.

- No se te pasa nada por alto, ¿verdad? Odio cuando eres tan astuto, Steven – dijo Wallace ligeramente frustrado – Fui a verlo por motivos personales...

Steven siguió observando fijamente a su interlocutor dándole a entender que no aceptaría explicaciones a medias por lo que el aludido terminó cediendo de nueva cuenta.

- ¡Que Zapdos me parta con un rayo! – se quejó alzando los brazos en forma teatral – Está bien, está bien. Recientemente me enteré que mi adorada y maravillosa sobrina está interesada en el hijo del profesor Birch y entonces, como buen tío, decidí ir a investigar al susodicho, para corroborar que sea un buen partido para ella, pero resultó que Brendan está totalmente enamorado de Elysia y yo no he tenido el corazón para sacar a Lisia de su afecto por él...

- Lamento saber eso – concedió Steven sintiéndose un poco avergonzado por haber presionado así a su amigo – Pero... ¿por qué no me lo habías dicho antes? – reclamó.

- No se había dado la oportunidad ni pensé que fuera necesario, pero ahora que me cuentas que Elysia te ha rechazado en dos ocasiones, creí que necesitabas saber esto – respondió Wallace de inmediato – Ahora tienes más piezas del rompecabezas y debes pensar en la posibilidad de que ella ya no te quiera como antes, amigo. Si es así, ¿qué harás?

- ¡No lo sé, Wallace, no quiero ni siquiera pensar en eso! – exclamó Steven alterado – No quiero perderla, es todo lo que sé – finalizó, apretando los puños.

- Entonces necesitas actuar lo más pronto posible. Es todo lo que puedo decirte, si vas a ser honesto, debes serlo ya, antes de que sea demasiado tarde. Personalmente, creo que ella aún siente algo por ti, a pesar de todo. Bastaba ver cómo te miraba cuando estaban juntos para darse cuenta de la enorme devoción que le inspirabas y aunque en cierta forma, tu partida la haya endurecido, creo firmemente que ese tipo de sentimientos tan profundos son difíciles de cambiar, a pesar del tiempo. No te queda más que apelar a eso, a las cenizas que puedan quedar del fuego que una vez ardió en su corazón por ti, a intentar reedificar de los escombros, Steven... no será fácil, pero es el precio que habrá que pagar por los errores cometidos – aconsejó Wallace, poniendo su mano sobre el hombro derecho del chico de ojos celeste.

El heredero de Devon Corporation permaneció callado durante unos instantes, procesando todo lo que le había dicho su amigo. Wallace tenía razón, debía actuar antes de que Elysia se apartara totalmente de él, había muchas cosas que lo confundían sobre ella y su más reciente actitud, pero si de algo estaba seguro, era de que a pesar de eso, la amaba.

Recordó todos aquellos días lejos de Hoenn, en las que sin importar lo que hiciera, ella siempre lograba deslizarse entre sus pensamientos, jamás se apartó ni de su mente ni de su corazón. Acostumbrado a estar solo y a valerse por sí mismo, había pensado erróneamente que la distancia lo ayudaría a olvidar, a apaciguar lo que sabía que había nacido en su interior cada vez que estaba con ella, que la miraba o que ella lo abrazaba, pero la verdad había sido muy distinta. Las innumerables noches de insomnio y desazón que pasó deseando que Elysia estuviera a su lado, observando las estrellas, platicando hasta entrada la madrugada o simplemente, estando sentado el uno al lado del otro disfrutando del silencio, también se hicieron presentes. Luchó mucho contra ello, durante todos esos largos meses, convencido de que su voluntad vencería sobre los sentimientos, pero al final, se dio cuenta de lo equivocado que estaba y tan sólo una cosa quedó clara: la amaba. La amaba como jamás había querido a nadie y la necesitaba a su lado.

Había regresado a Hoenn con la esperanza de recuperarla, de darse a la tarea de conquistarla y cumplir así su anhelo, pero se había topado con una realidad muy distinta. Ahora, a pesar de que estaba más cerca de ella, irónicamente, la sentía cada vez más lejos. Saberlo lo estaba volviendo loco y ahora que se había enterado que posiblemente ella ya no lo quería más, casi sintió llegar al borde de la desesperación total.

Sin embargo, sabía debía mantenerse lo más tranquilo posible si es que quería encontrar una solución a esto y así lo intentaría. Una cosa era segura: no se daría por vencido fácilmente, lucharía por Elysia con todas sus fuerzas.

- Así lo haré, Wallace – dijo al fin, con voz firme.

- Recuerda Steven, debes actuar con la cabeza fría pero el corazón en la mano. Es el mejor consejo que te puedo dar.

- Gracias, amigo, sabía que podía contar contigo – agradeció con una media sonrisa.

- No agradezcas nada, Steven. Sólo no lo eches a perder, ¿de acuerdo? – dijo Wallace dándole un suave golpe al aludido en el brazo – Y ahora, si no te importa, creo que debemos ir a dormir, ya casi amanece – agregó, mirando hacia el enorme reloj de pared que adornaba su sala.

- En un momento más lo haré, si no te importa.

- Estás en tu casa, ya está listo el cuarto de huéspedes. Buenas noches, Steven – respondió Wallace conteniendo un bostezo mientras subía trabajosamente las escaleras.

- ¡Wallace! Una última cosa...

- ¿Sí? – preguntó el ojiverde con desgano.

- Eres demasiado sobreprotector, ¿no crees? – dijo Steven sonriendo satíricamente.

- ¡Piérdete! – respondió Wallace más dormido que despierto.

Steven río por lo bajo y esperó a que su anfitrión subiera por completo para abrir la puerta y salir un instante. Necesitaba un poco de aire fresco para relajarse, había sido demasiada tensión por un día. Comprobó que Wallace estaba en lo correcto, no faltaba mucho para que amaneciera, en el horizonte, los primeros indicios de que pronto rayaría el alba comenzaban a observarse. A pesar de que no había descansado, no podía esperar a que amaneciera. Ya no quería dejar pasar más tiempo sintiéndose alejado de Elysia, sabiendo que ella estaba molesta con él. De manera irónica, el haberse enterado que tenía un rival de amores lo había ayudado a decidirse actuar. Había llegado el momento de hacerlo, de confesarle a Elysia que estaba enamorado de ella.

Con una renovada confianza y una súbita e inexplicable tranquilidad, el ex campeón de Hoenn sonrió discretamente mientras miraba al cielo antes de entrar a la casa para disponerse a descansar.

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