Un Tipo Distinto de Evolución
La ruta 119 era una enormemente larga ladera. Seguía un río en su curso hasta el mar, el mismo que desembocaba en la ruta 118. La vegetación era tan abundante que en ciertas zonas se hacía difícil caminar.
Ese día, por la tarde, Pokemon Gijinka comenzó un largo y cansado ascenso. Ruby había curado a sus pokemon y había esperado a que todos se encontraran en buenas condiciones antes de partir, sin embargo el dolor de los golpes no se les iría hasta dentro de unos días.
Antes que nada atravesaron un prado de hierba tan alta que hasta Beauty y Smoky tenían problemas para mirar lo que se encontrara frente a ellos.
Smoky y Brainy caminaban detrás de su entrenador, seguidos de cerca por el resto de los pokemon. Ninguno había querido regresar a sus pokebolas luego de la pelea contra Steven, por mucho que le dolieran los músculos, no se sentían bien dejando que su entrenador los cargara en ese momento.
El muchacho, por su parte, poco había dicho desde que cualquiera de los pokemon se despertara. Mantenía la cabeza gacha, y suspiraba y gruñía con pesimismo. A medida que pasaba el tiempo, más notaban los pokemon de Ruby su espíritu derrotado.
—Esto no me gusta— le confesó Brainy a Smoky, por telepatía.
—¿Hablas de Ruby?— supuso él.
—Sí. Se siente tan deprimido que hasta me duele leer sus pensamientos.
—Sí, debe sentirse mal
—No, me refiero a que físicamente me duele— se llevó una mano a la cabeza— Me da jaqueca si lo hago por más de un minuto.
—Cielos, no pensé que podría dolerte leer la mente de alguien.
—Yo tampoco. Tenemos que hacer algo por él.
—¿Pero qué?
—¡¿Qué se yo?! Tú eres el segundo al mando.
Smoky quiso reclamar, pero en ese momento un sonido de hierba moviéndose a gran velocidad los alertó. Súbitamente una persona apareció desde la derecha, sujetando una pokebola en una de sus manos.
—¡Beautifly, ve!— exclamó, arrojando la pokebola hacia Ruby.
Sin embargo, antes que la cápsula pudiera golpearlo, el muchacho la tomó con una mano, sacó su cuchillo, acortó las distancias con el entrenador en un parpadeo y le cortó el cuello a la mitad. Luego arrojó la pokebola por sobre su hombro, limpió su cuchillo en la ropa del cuerpo agonizante del entrenador y lo guardó para continuar su camino. Sus pokemon, sorprendidos, se miraron entre sí con duda, mas pronto retomaron la marcha para no perder de vista a su líder.
[...]
Luego de matar a unos cuantos entrenadores más, Pokemon Gijinka salió finalmente de la zona de hierba gigante. El camino continuaba hacia arriba por la derecha del río, mirado desde abajo. Más allá se alcanzaba a ver un puente bastante grande, junto a una cascada. Después el camino se perdía de vista.
El grupo se tomó un momento para contemplar lo que les esperaba, y luego continuaron caminando. Las horas habían pasado rápido, por lo que el sol comenzaba a ponerse y las sombras crecían a cada minuto.
—Ruby ni siquiera le dio una oportunidad a esos tipos de rendirse— observó Brainy, aún usando su telepatía para compartir opiniones con Smoky.
—Nunca ha sido muy misericordioso
—No, pero ahora ni siquiera les dice lo que quiere o quién es, simplemente los mata sin ninguna clase de juicio ¿Me entiendes? No podemos simplemente matar a todo el mundo por CREER que hace algo malo.
Smoky apretó los labios.
—Sí, supongo que tienes raz...
Pero en ese momento chocó contra la espalda de Ruby.
—Ah, lo siento— se disculpó, mas su entrenador no le contestó.
Los pokemon, curiosos, siguieron el curso de su mirada, a través del camino hacia arriba, hasta un punto cercano a donde el camino de tierra terminaba y comenzaban unas escaleras de piedra en ascenso hacia el gran puente de madera. Justo antes de las escaleras se encontraban cinco figuras, alineadas de pie frente a ellos.
Uno de ellos era un humano. Vestía completamente de azul, tanto su sudadera como sus pantalones. Su cara estaba oculta tras una máscara de hockey, en su espalda cargaba un martillo. Lo único de él que se apreciaba más o menos bien eran sus ojos de un azul profundo, casi peligroso.
Rodeando al entrenador se encontraban cuatro pokemon; un Aggron entrado en edad, un delgado Zangoose, una esbelta y atlética Seviper, y un musculoso pokemon azul de membranas negras.
Los pokemon de Ruby advirtieron que este no parecía planear atacar al entrenador de ninguna forma, simplemente se quedó quieto. Se sintieron ligeramente inquietos, pero permanecieron mudos, puesto que confiaban en su juicio.
De pronto el entrenador azul comenzó a descender hacia ellos, lentamente, sin apuros. Sus pokemon lo siguieron en formación de "V", sin que se les hubiese dado ninguna orden. Solo entonces Ruby decidió comenzar a moverse, también muy lentamente.
Ambos grupos caminaron a través del trecho en pendiente, sin señales de querer evadir al otro. Los pokemon de Ruby miraban a su entrenador y a Brainy de cuando en cuando, un tanto nerviosos de que ninguno de los dos les dijera qué ocurría.
Cuando se encontraron lo suficientemente cerca, Smoky se fijó en el entrenador de ojos azules, y en ese momento tuvo la sensación de haberlo visto anteriormente, mas no lograba recordar. Luego miró al pokemon azul que caminaba a un lado, y en ese instante lo reconoció.
—Mudkip...— musitó, contrariado.
Smoky miró al pokemon azul de membranas negras, mientras que este le devolvía la misma mirada curiosa. Sin embargo ambos advirtieron que sus entrenadores estaban por hablar, por lo que se saludaron con un movimiento de cabeza.
Ambos grupos se vieron frente a frente, muy cerca. Ruby se plantó al mismo tiempo que los pokemon del equipo contrario, sin embargo el entrenador de azul dio un par de pasos más y se paró tan cerca de Ruby que, de no tener la máscara, podría haberlo besado. Se miraron así de cerca por un largo rato en silencio, hasta que el entrenador de azul decidió cobrar un paso de distancia.
—Se me había olvidado que ya no tienes ojo— comentó con una voz tranquila, femenina. Luego miró a Beauty y a Smoky— Tienes más pokemon.
—Tú también— observó Ruby con un tono elocuente— ¿Por qué la máscara?
Zafiro se sujetó la máscara con los dedos, y se la quitó para mostrar su cara a quien consideraba su rival. Ruby observó que su rostro se veía ojeroso y cansado... pero luego advirtió que tal vez se mostraba así porque ya no usaba maquillaje. Sin embargo, su cara desaliñada desprendía una extraña sensación de paz.
—Es mi máscara de súper heroína— contestó mientras se guardaba la máscara en el bolso.
Ruby arqueó una ceja, extrañado. Sus pokemon también se mostraron curiosos. Birdy, más que nadie, se fijó en el parche con la figura de Swablu en el hombro de la chiquilla. Le molestaba, pero no se sintió con el derecho a decir nada.
—Soy Swablugirl— les explicó con poco ánimo, como si no le importara— una heroína de la justicia que libera pokemon de su esclavitud.
Ruby abrió su ojo de par en par.
—¿Ahora liberas pokemon?— alegó— Hace un par de meses no habrías dicho eso ni de broma.
—La gente cambia, Ruby. He visto ambas caras de la sociedad, y la he declarado podrida.
Ruby se extrañó. Había oído esas palabras antes, pero no logró recordar de dónde.
—¿Y se supone que ahora eres nuestra aliada?— gruñó Birdy, detrás de Ruby— ¿Ahora te tenemos que creer lo que digas? ¿Tenemos que aceptarte como una de nosotros y suponer que no nos atacarás por la espalda?
Mientras todos volteaban su mirada hacia él, el Swellow avanzó hasta Zafiro y se plantó frente a ella con una postura desafiante. El Aggron, el Zangoose y la Seviper detrás de la muchacha tensaron sus músculos y se alistaron a saltar sobre el ave al menor movimiento en falso, pero no lo asustaron.
Zafiro lo miró por un par de segundos, en silencio.
—Sé que no he sido la mejor entrenadora, especialmente contigo y con ese Torkoal. Aunque no me puedas perdonar, quiero que sepas que en verdad lo sient...
—¡No me importa lo que pienses! ¡No me importan esos malditos días que pasé contigo!— enojado, agarró el cuello de la camisa de la muchacha y la levantó con sus brazos— ¡Lo que no puedo soportar es que lleves como emblema a un pokemon tan puro e inocente como un Swablu! ¡Una tirana como tú no se lo merece!
Los pokemon de Zafiro se prepararon para lanzarse contra Birdy, mas ella levantó una mano para indicarles que se detuvieran, sin siquiera mirarlos.
—Es cierto, Cloudy era una de ustedes— comentó Zafiro.
—¿Qué?— inquirió Birdy, contrariado— ¿Conociste a Cloudy?
Inmediatamente la depositó en el suelo y le quitó las manos de encima, con lo cual el Aggron, el Zangoose y la Seviper se alejaron un paso. Zafiro se aclaró la garganta y se masajeó el cuello para continuar.
—No sé si ella se los comentara, pero me la encontré una vez. Fue el primer pokemon que llegué a admirar— posó una mano sobre el parche del Swablu, con cariño— Ella me dio una dirección y un sentido cuando me encontraba perdida y desamparada. Apenas hablamos un poco, pero es por ella que me di cuenta del valor de los pokemon— luego miró hacia atrás, y les sonrió a sus compañeros— Y cada día que pasa le estoy más agradecida— luego se giró de nuevo hacia Birdy— Es por eso que uso este traje y esta identidad... aunque si así lo deseas, supongo que puedo usar a otro pokemon.
Birdy bajó su cabeza, entre arrepentido y molesto.
—No, así está bien.
Ruby sonrió. Luego miró hacia arriba, y advirtió que no quedaba mucho tiempo de luz.
—Creo que deberíamos acampar ya— comentó.
Zafiro siguió su mirada hacia el cielo.
—Sí, tienes razón. Nosotros también acamparemos.
—¿Quieren acampar juntos?— les sugirió Ruby.
—Claro ¿Por qué no?— accedió Zafiro.
Los pokemon de ambos lados se sorprendieron.
—¿Vamos a acampar con ellos?— exclamó Fiercy.
—No pensarás dormir cerca de estos bobalicones— le alegó el Aggron a su entrenadora.
—¡¿Qué dijiste, cabeza de parachoques?!— ladró la Mightyena.
—¡¿Cabeza de...— el Aggron pareció sorprenderse, y luego se enojó— ¡Entonces tú eres una comebasura!
Fiercy apretó los dientes de pura rabia.
—¡Tengo una dieta muy selecta! ¡Si alguien come basura aquí, eres tú!
—¡¿Qué?!
—¡Sí, porque estás gordo!
—¡¿GORDO?!— exclamó el Aggron, indignado
Zafiro suspiró, y mientras su pokemon le devolvía otra injuria a Fiercy, llamó la atención de Ruby.
—Será mejor que no los esperemos a que terminen, o nos amaneceremos aquí parados.
—Tienes razón— concordó él.
[...]
Media hora después, todos se encontraban sentados alrededor de una fogata, mirándose las caras. Smoky y Swampert conversaban animadamente, mientras que Zafiro les presentaba sus nuevos pokemon a Pokemon Gijinka. Fiercy y Aggron eran los únicos indispuestos a hablar, quizás porque habían quedado roncos después de gritarse tanto el uno al otro.
Zafiro posó una mano sobre su Swampert, junto a ella.
—Antes que nada, sé que a él ya lo conocen, pero dado que últimamente han ocurrido muchas cosas, decidimos darle un nombre. Les presento a Sumpex, el Swampert.
—¿Tienes un nombre?— se sorprendió Smoky.
—¡Puedes apostarlo!— contestó un alegre Sumpex.
Ambos chocaron sus palmas sobre sus cabezas. Se veían muy felices de poder sentarse a conversar como amigos, como antes. Luego Zafiro continuó con su relato.
—Después de su pelea con Norman, decidí liberar a mis tres pokemon. Supuse que era lo que debía hacer, así que los llevé cerca de un río y comencé a aplastar sus pokebolas, una por una.
Entonces golpeó con un dedo el collar que llevaba Sumpex, el cual había pasado desapercibido por los demás. Una reluciente pokebola colgaba de su cuello, atada con una cuerda de pesca.
—Sumpex me detuvo, y me pidió que le diera la pokebola en vez de aplastarla. Yo se la di y me alejé, y di por sentado que nunca más nos veríamos. No fue sino hasta después de convertirme en Swablugirl que me di cuenta que este...— golpeó el hombro de su Swampert con un puño— que este tonto me había estado siguiendo todo el camino. Discutimos un rato, pero al final decidimos que lo mejor sería formar un equipo.
—Vaya, qué historia más linda— observó Ruby.
Sumpex se sonrojó, mientras que Zafiro sonrió.
—Y luego me encontré con Stollos, ese tipo grande de ahí— la muchacha apuntó al Aggron sentado en silencio. Se veía más entrado en edad que el de Steven, sus cuernos eran bastante largos, y su cuerpo era tan robusto como el de cualquier Aggron— Su amo era un granjero que lo obligaba a trabajar día y noche.
—Oh, sí— El pokemon de acero finalmente habló, distraído de su pequeña riña con Fiercy gracias a los recuerdos que evocaron las palabras de Zafiro— Lo recuerdo como si fuera ayer.
—Bueno, fue hace unas cuantas semanas— aclaró la niña.
—/—/—/—/—/—
Zafiro y Sumpex iban caminando por una de las rutas de Hoenn, luego de haber escapado de una turba furiosa de ciudadanos que los pilló intentando liberar a una manada de Numel. Era de noche y ambos iban simplemente pasando por una granja.
De pronto oyeron algo a su lado, y al girar su cabeza se encontraron con una imponente sombra a dos metros de distancia. Ambos saltaron del susto, pero al volver a fijarse, advirtieron que la sombra en verdad era un pokemon que no se veía bien por la falta de luz. El pokemon en cuestión se encontraba tirando de un enorme arado con su propia fuerza. Caminaba lento porque tenía que empujar la tierra, su cara estaba tan cansada que parecía no haber notado al par de extraños junto a él.
—¿Señor?— lo llamó Zafiro, mas el Aggron no contestó, simplemente siguió arando la tierra. Ella y Sumpex decidieron seguirlo a su misma velocidad— ¿Señor?
—¿Ah? ¿Qué?— balbuceó el gran pokemon.
Miró en todas direcciones con una falta de energía que se notaba a leguas. Necesitó de un par de segundos para encontrar a la muchacha flaca y al curvado pokemon azul junto a ella.
—¿Qué quieren?— les preguntó el Aggron.
—¿Qué hace, señor?— le preguntó Zafiro, sin dejar de caminar a su lado.
—Aro la tierra— contestó maquinalmente.
—Pareces cansado ¿No puedes dejarlo para mañana?
—No— negó con la cabeza, tan lentamente que parecía que se balanceaba en ambas direcciones— Mi amo dijo... ara la tierra hasta que ya no puedas más.
Zafiro miró a Sumpex con una cara de "lo sabía", e inmediatamente se giró de nuevo hacia el Aggron.
—¿Y te gusta arar la tierra hasta ya no poder más o prefieres descansar?
El Aggron no contestó.
—No entiendo— entonces, solo entonces, se dio cuenta de que estaba hablando con una humana.
Dirigió su cabeza hacia ella, intentó mirarla bien, pero estaba tan cansado que ni siquiera lograba juntar la concentración necesaria para hacerlo. Lo único que notó fue un par de manchas azules junto a él.
—Te ofrezco escaparte— le explicó ella.
—¿Escaparme? ¿Qué?— entonces el Aggron se detuvo. Comprendió que esa era una conversación seria. Miró a la niña con sorpresa— ¿De qué hablas?
—Yo soy Swablugirl, una súper heroína que lucha por la justicia— Zafiro separó las piernas, cruzó los brazos por encima de su cabeza y se imaginó una explosión a su espalda— Estoy aquí para liberarte de tu miserable vida ¿Qué dices?
El Aggron la miró con los ojos entrecerrados, a punto de caer dormido.
—Como quieras...— finalmente el cansancio le ganó, y se desplomó completamente dormido en el suelo.
Zafiro y Sumpex se miraron, contrariados.
—Supongo que lo llevaremos en una pokebola— sugirió Sumpex.
Zafiro se encogió de hombros.
—Planeaba no volver a usarlas sobre pokemon, pero creo que esta vez tienes razón.
Sacó una pokebola de su bolso y se la arrojó al Aggron, sin embargo esta rebotó sin siquiera intentar capturarlo.
—¿Qué ocurrió?— inquirió Sumpex.
—"No puedes capturar pokemon de otros entrenadores"— recitó Zafiro— Es una de las reglas de los entrenadores. Todo pokemon capturado tiene asignada una pokebola. El vínculo no se rompe hasta que el pokemon muere o la pokebola es destruida.
—Claro, por eso querías romper la mía— recordó Sumpex, con lo cual tuvo una idea.
Miró a Zafiro, la cual le sonrió con los ojos bien abiertos, indicándole que había pensado lo mismo.
—Bien, manos a la obra— ella se sacó el martillo de la espalda y buscó con la mirada por todos lados hasta encontrar un punto de luz en medio de la oscuridad; la única casa cerca de ahí— ¿Listo?
—Como siempre— contestó Sumpex.
Ambos saltaron la cerca que separaba la granja del camino, corrieron a través del campo arado, y entraron en la casa con un martillazo. Cinco minutos después, salieron apresurados de la casa, volvieron sobre sus pasos, metieron al Aggron dentro de su pokebola y huyeron a toda marcha.
—/—/—/—/—/—
—Y así fue cómo conocimos a Stollos— terminó de relatar Zafiro.
—Espera— Ruby quiso hacer una pregunta— ¿Qué ocurrió cuando Stollos despertó? ¿No se molestó que hubieras tomado la decisión por él? ¿Qué dijo?
Todos miraron al Aggron, el cual masticaba un puñado de tenedores con ganas. Cuando se dio cuenta que era el centro de atención, sus mordidas se detuvieron.
—Pues...— dijo con la boca llena. Luego tragó todo lo que tenía y continuó— Me sentí feliz. He estado trabajando en esa maldita granja por años, sin un solo día de descanso. Tampoco es como si les tuviera afecto a esos ancianos.
Ruby sonrió, complacido. Luego de la historia de Stollos, todos dirigieron su atención hacia la Seviper y el Zangoose, ansiando sus partes también. Fue entonces que Ruby, Brainy y Kitten notaron algo extraño; el Zangoose y la Seviper se habían sentado juntos. Zafiro advirtió las miradas extrañadas de sus compañeros en crimen, por lo que les explicó.
—Mangriff— apuntó al Zangoose— y Vitis— apuntó a la Seviper— son hermanos.
Inmediatamente todos los miembros de Pokemon Gijinka abrieron la boca de la sorpresa.
—¿Eso es posible?— saltó Ruby.
—No lo creo— contestó Kitten.
—En verdad sí, es posible— corrigió Zafiro— Ambos pertenecen al grupo huevo Campo.
—Venimos del mismo padre— contestó Mangriff.
—Aunque somos de madres diferentes— agregó Vitis.
Él pasó un brazo por la espalda de ella, y ella pasó el suyo sobre los hombros de él, ya que era bastante más alta.
—Somos muy unidos— explicó él.
—Hacemos todo juntos— agregó ella.
—Excepto ir al baño— aclaró él.
—¿Y qué hay de esa vez...— comenzó a recordar ella.
—¡No hables de esa vez!— saltó él, ruborizado— ¡Te dije que no lo mencionaras!
—¡Ah, lo siento! Se me olvidó.
—Mangriff y Vitis son "casi gemelos", como les gusta llamarse— continuó Zafiro.
—¿Casi?— se extrañó Brainy.
—Nacimos casi al mismo tiempo— aclaró Mangriff.
—Pero de madres distintas— explicó Vitis.
Ruby miró a Brainy y a Kitten, extrañado.
—Si nacieron al mismo tiempo y tienen el mismo padre, entonces...— Ruby contó con los dedos: Uno, dos, tres...
—Tres— asintió Brainy, sonrojada.
—Así es— secundó Kitten, repentinamente acalorada.
—Vaya, qué envidia— comentó Ruby.
—¿Envidia de qué?— inquirió el Zangoose, con inocencia.
—¡Nada, nada!— se apresuraron a contestar los tres.
—¿Y cómo se integraron a tu grupo?— quiso saber Smoky, ansioso de oír la historia de Zafiro.
—Ah, pues fue poco después de encontrar a Stollos— recordó ella.
—/—/—/—/—/—
Zafiro, Sumpex y Stollos iban caminando por senderos de tierra, por zonas con ligeras colinas. Precisamente a su izquierda se encontraba una pendiente con vasta vegetación; los árboles eran grandes y anchos, y los arbustos bastante frondosos. Había tantas plantas que no se podía ver la punta de la colina, ni siquiera diez metros desde el camino.
—Oye, Zafiro— le preguntó Sumpex.
—¿Sí?
—¿Sabes por dónde vamos?
La muchacha se encogió de hombros exageradamente para dar a entender que no tenía idea. Justo en ese momento, un pokemon de pelaje blanco y rojo salió volando de entre las copas de los árboles y cayó directo a los brazos de la muchacha.
El grupo se detuvo, contrariado. Zafiro examinó al pokemon en sus brazos, comprobando que se encontraba muy débil. Supuso que no había sido su intención caer en sus brazos, por lo que no se ofendió. Más importante, tenía varios moretones por todos lados, y una quemadura fea casi lo tenía agotado.
Inmediatamente la muchacha se agachó, sacó un Antiquemar de su bolso y lo roció completo sobre el cuerpo del Zangoose. Luego hizo lo mismo con un par de Superpociones para curar sus heridas y aliviar los golpes recibidos.
—¿Estará bien?— inquirió Sumpex, a su lado.
—Sí, no tiene huesos rotos. Su pulso y respiración se normalizaron— evaluó Zafiro— Por ahora solo necesita descansar.
La muchacha se quedó ahí con el Zangoose en sus brazos mientras recobraba la conciencia. Sin embargo, después de unos cuantos minutos vieron aproximarse a dos muchachos con ligera prisa. Detrás de ellos, una Seviper adulta corría con cara de preocupada.
—¡Ese es mi Zangoose!— exclamó el primer niño en llegar con Zafiro— ¿Qué le estás haciendo?
Zafiro arqueó una ceja y observó a los chiquillos; ambos llevaban ropa sucia con polvo y barro, pero ropa cara y de marca. Esos no eran cualquier tipo de chiquillos, eran niños de alcurnia. El que había hablado tenía el cabello negro y era bastante pálido, mientras que el otro era pelirrojo con rulitos.
—Ahora nada— contestó Zafiro— pero antes lo curé de una quemadura muy fea.
—¡¿Lo curaste?!— exclamó el dueño del Zangoose, indignado— ¡¿Cómo pudiste?! ¡Estábamos en medio de una batalla pokemon!
—Bueno, siempre podemos tener una batalla otro día— sugirió el chiquillo de rulitos, con una voz suave.
—¡No!— bramó el primero— ¡Mi papá me dijo que una batalla pokemon es sagrada! ¡Nadie puede interferir! Señorita, usted obviamente no sabe de modales ¡La reto a una batalla pokemon! ¡Así le haré entender el significado de la palabra "honor"!
Zafiro miró a su Sumpex, y luego a Stollos. Finalmente volvió a girarse hacia el chiquillo, y se puso de pie con el Zangoose aún en sus brazos para indicar que iba en serio.
—Escucha, niño. Te perdonaré por ahora porque eres un niño y se supone que aprendas errando, pero la próxima vez que te vea haciendo tales estupideces como rehusarte a curar a tus pokemon solo por algo tan tonto como el "honor", te romperé la nariz y ambos brazos antes de que puedas decir "pokebola" ¿Entendiste?
El niño se quedó helado, asustado por las palabras amenazantes de la muchacha. Sin embargo él no era cualquier niño, había sido criado como todo un señorito, por lo que su orgullo fortaleció sus piernas para plantarlas como piedra en su lugar, y le dieron el coraje suficiente para apuntar con un dedo hacia Swablugirl.
—¡No te creo, tonta! ¡Seviper, usa Cola Veneno!
—Pe... pero Zangoose está...— balbuceó la Seviper.
—¡¿Qué esperas?! ¡Usa Cola Veneno, AHORA!— gritó el chiquillo.
Resignada, la Seviper dio un paso hacia Zafiro para describir un giro y golpearla con la punta de su cola. Sin embargo la muchacha vio venir su ataque, por lo que soltó al Zangoose, se adelantó mientras la cola del pokemon se aproximaba y estiró sus brazos para sujetarla cerca de la base. La Seviper, sorprendida de que sujetaran su cola, intentó liberarse, pero entonces Zafiro la tiró hacia sí, la sujetó de la espalda y la inclinó hacia atrás, deteniéndose en una postura muy similar las que adoptan las parejas que bailan tango. Sus caras se acercaron más de lo que la Seviper hubiera imaginado acercarse a una mujer en su vida, acelerando su corazón.
Sonrojada, la Seviper intentó mirar hacia otro lado, mas Zafiro la examinó con toda calma, como si su rostro fuera un lienzo en donde ella se imaginaba qué podría pintar.
—Tú...— le habló Zafiro al fin— ¿Estás preocupada por este Zangoose?
La pregunta tomó a la pokemon por sorpresa, pero de todas formas logró asentir con timidez.
—Ya veo— Zafiro sonrió— Entonces escapémonos.
—¡¿Qué?!— exclamó la Seviper, tan roja que parecía un pokemon de fuego
—¿Quieres quedarte a servir a este niño por el resto de tu vida o quieres venir conmigo a luchar por la libertad de los pokemon?
Tal oferta fue tan inesperada que la pokemon necesitó de varios segundos para comprender. Mientras se decidía, el niño tomó la iniciativa y agarró a su mascota de los hombros para tirarla hacia sí.
—¡No te llevarás a Seviper! ¡Ladrona de pokemon!— gritó el muchacho.
Zafiro pensó en cómo golpear al niño desde la posición en la que estaba, sin embargo no fue necesario. La misma Seviper se escabulló de las manos de la muchacha y azotó al niño con su gruesa cola, botándolo al suelo. El niño la miró consternado, mientras ella se erguía y mostraba su gran altura, amenazante. Luego se giró levemente hacia Zafiro.
—Si voy contigo ¿Protegerás y cuidarás a Zangoose?— inquirió la serpiente, sin dejar de mirar al niño.
—Con mi vida— contestó la muchacha.
La Seviper sonrió.
—Cualquier entrenador será mejor que este mocoso estúpido. Acepto.
—Pero... pero...— balbuceó el chiquillo.
—Mejor vámonos— le pidió el niño de rulitos, a su lado.
Seviper los miró a ambos amenazadoramente, y les mostró su afilada cola para asustarlos. Antes que ambos infantes echaran a correr, Zafiro se apresuró a quitarles sus pokebolas, por si acaso.
De pronto se vieron los cinco solos en el camino. Seviper se giró hacia Zangoose, y lo tomó en brazos, preocupada. Este abrió los ojos, medianamente cansado, y la saludó con una sonrisa.
—Hola, Seviper.
—¡Zangoose!— exclamó la aludida, con los ojos llorosos.
Seguidamente se abrazaron, felices de haber cortado sus ataduras con ese chiquillo. Luego ambos se incorporaron y se presentaron.
—Vaya, una pareja de hermanos— comentó Zafiro.
—Muchas gracias por cuidar de Zangoose— le espetó la Seviper— ¿Cuál es tu nombre, maestra?
Zafiro entonces abrió bien los ojos, en sorpresa.
—¿Maestra? No, no. Nada de eso.
—¿Qué?— el Zangoose se extrañó— Pero creí que nos ibas a adoptar.
Sumpex y Stollos rieron por lo bajo, confundiendo más a los hermanos. Zafiro los invitó a caminar junto a ella con un movimiento de la cabeza.
—Creo que tengo que aclarar un par de cosas.
—/—/—/—/—/—
—Y así fue cómo nos conocimos— finalizó Zafiro.
—Nunca nos hubiéramos imaginado que esa mañana nos fugaríamos— aclaró Vitis.
—¿Y ese niño era muy malo?— inquirió Kitten.
Mangriff se encogió de hombros.
—No era malo, pero sí odioso.
—Era muy desconsiderado, si a eso te refieres— aclaró Vitis— pero no sentía placer en vernos sufrir, como sabemos que ocurre con algunos entrenadores.
Brainy asintió.
—La mayoría de los entrenadores son así. Pocos son realmente malvados con sus pokemon— entonces se encontró con la mirada inexpresiva de Ruby, y se puso nerviosa— ¡Digo... Eso no significa que nuestra misión no sea importante.
Ruby le sonrió, y le acarició la cabeza con unas palmaditas.
—Buena chica.
Zafiro los miró un rato, mas no dijo nada sobre ellos en particular.
—¿Y ustedes cómo se conocieron?— preguntó un emocionado Mangriff.
—¡Sí, tienes muchos pokemon!— exclamó contenta Vitis— Me imagino que tendrás muchas historias.
Ruby los miró a ambos, un tanto contrariado de que estuvieran tan emocionados por oír de sus aventuras, sin embargo su alegría era contagiosa, lo que animó a todos los pokemon a participar.
—Pues todo comenzó con...— partió Ruby, pero inmediatamente fue interrumpido.
—¡Conmigo!— Smoky se arrojó sobre las piernas de Ruby para evitar que continuara sin él—¡Todo comenzó conmigo!
En ese momento Zafiro se puso de pie.
—Yo sigo con hambre, así que veré qué puedo encontrar por ahí— aclaró— No se queden despiertos hasta muy tarde, o los haré despertarse más temprano.
Todos la vieron marcharse con ese aire de misterio que la había envuelto desde que se convirtió en Swablugirl.
—¿Por qué se habrá ido?— se preguntó Mangriff.
Ruby miró a sus pokemon, y estos le devolvieron miradas incómodas.
—Rayos, se me había olvidado que el comienzo no fue tan bonito para ella— comentó Smoky.
—¿Por qué? ¿Qué ocurrió?— preguntó Stallos, también curioso del pasado de Zafiro.
—Supongo que yo podría relatar esa parte— indicó Sumpex.
Todos se giraron hacia él, sentado junto a donde había estado Smoky. Sumpex se veía extrañamente deprimido y cabizbajo.
—Yo...— Ruby se puso de pie de un salto, sorprendiéndose hasta a sí mismo. Todos lo miraron, esperando sus palabras— Yo... también tengo hambre. Vuelvo en un rato.
Acto seguido, se puso en marcha y siguió los pasos de Zafiro. Se dirigió hacia el río, y al poco rato divisó una figura a lo lejos. Al acercarse la encontró de espaldas, removiendo un arbusto.
—¿Zafiro?— la llamó.
Entonces ella se dio vuelta, con lo que él pudo verla sosteniendo varias bayas granes con un brazo, mientras devoraba una que sostenía en la otra mano. En su mirada ninguna emoción en especial, al contrario de lo que él había creído.
—¿Sí?— respondió esta, luego de tragar lo que tenía en la boca.
—Pues...— Ruby se sentía como un tonto. Había creído que Zafiro se había marchado para llorar. De todas formas decidió ser sincero con ella— Nada, creí que estarías triste.
—Ah, claro— Zafiro se puso de pie, y luego miró sobre el hombro de Ruby hacia los pokemon reunidos en torno a la fogata. Se encontraban lo suficientemente lejos para no poder oír su conversación— Nah, ya lo superé...
Se formó una especie de silencio incómodo. Entonces Zafiro miró las bayas en sus brazos.
—¿Me ayudas a cargarlas? Siento como si se me fueran a caer en cualquier momento.
—Claro— Ruby se apresuró a recoger algunas de las que llevaba.
Y de pronto se encontraron parados el uno junto al otro, con el río bajo sus pies y la luna sobre sus cabezas. Se miraron a las caras un momento, hasta que Zafiro se giró hacia el río.
—¿Sabes? Mi papá era un buen hombre. Trataba a los pokemon de inferiores, como todo el mundo, pero estoy segura de que habría entendido si alguien como nosotros se hubiera tomado el tiempo para explicarle por qué estaba mal.
Ruby inspiró hondo.
—Supongo que te debo una disc...
—Antes que nada...— lo interrumpió ella— antes que nada, quisiera saber cómo murió. Estoy segura de que ya me lo dijiste, pero durante mucho tiempo me convencí de que tú habías sido el culpable directo. Quisiera saber qué ocurrió en verdad, por favor.
Ruby se tomó un momento de respeto por lo que el tema significaba para ella.
—El día que llegué a Hoenn, vi al profesor Birch ser atacado por un Zigzagoon salvaje que él había intentado capturar. El profesor me pidió ayuda, pero yo solo liberé a los pokemon que encontré en su bolso y les dije que podían hacer lo que les diera la gana. Entonces me fui, mientras el Zigzagoon le... bueno, el profesor no tuvo oportunidad... lo siento.
Zafiro suspiró.
—Ya veo. Claro, se me había olvidado que había sido un pokemon salvaje— se giró nuevamente hacia la fogata, por un momento. Ahí se encontraba Sumpex, conversando animadamente con el resto de los pokemon— Pobrecito. Debe haberse sentido culpable de no poder salvar a mi padre.
—¿Quién? ¿Tu Swampert?
—Sí. Nunca encontraré a un compañero más leal.
Ruby suspiró. La reacción de Zafiro había sido mucho más atenuada de lo que había esperado. Ciertamente había cambiado bastante desde la última vez que conversaron.
—Gracias por decírmelo. Significa bastante para mí— le espetó ella.
—¿En serio?
—Sí. Además, así te puedo perdonar.
—¡¿Qué?!— saltó Ruby— Digo, gracias, pero... no sé, a veces siento que debí haber hecho algo. Quizás todo podría haberse resuelto si lo conversábamos.
—Quizás, pero ninguno de los tres tuvo la capacidad para salir de esa situación hablando— le indicó Zafiro— Tú y yo somos criminales, Ruby, y no me refiero solo porque rompemos algunas leyes. Hemos matado, hemos torturado y hemos robado a gente y pokemon que quizás no se lo merecían. Cuando pienso en eso y lo comparo contigo dejando morir a mi papá, la verdad se siente estúpido que quiera matarte por ello ¿No te parece?
Ruby contempló a Zafiro boquiabierto. La muchacha cada vez lo sorprendía más.
—Pues... sí, digo, no, digo...— se sacudió el balbuceo de la cabeza, y luego le sonrió— Me parece lo mejor para todos.
Zafiro también sonrió.
—Entonces ahora solo queda mirar hacia el futuro.
—Claro— contestó él.
—¿Te diriges a derrotar a Winona? Ya solo te quedan tres líderes de gimnasio antes de tu lucha contra el campeón.
Ruby se desanimó completamente, lo cual no pasó desapercibido por Zafiro.
—¿Qué ocurre?— le preguntó.
—Tú no conoces a Steven. Cuando comencé mi viaje pensé que me fortalecería lo suficiente en el camino como para vencer al campeón en pocos minutos, pero luego de mi pelea con él... bueno...
—¿Peleaste contra el campeón?— se sorprendió la muchacha— ¿Cuándo?
—Hoy, en la mañana.
Zafiro adivinó, por la cara y el tono apesadumbrado de Ruby, que no había sido una pelea muy linda.
—Pues me sorprende que sigan todos con vida ¿El campeón sabe que tú eres el líder de Pokemon Gijinka?
Ruby asintió con la cabeza. Entonces Zafiro examinó a Ruby, y luego miró a sus pokemon. Ninguno parecía seriamente lastimado, lo cual la extrañó más.
—¿Y por qué la cara larga?— inquirió.
Ruby la miró con una mirada desesperanzada. Se notaba herido muy en el fondo.
—Es fuerte, demasiado fuerte. Podría haberme matado a mí y a todo mi equipo con un par de sus pokemon, pero no lo hizo. Es como si jugara conmigo. Aunque entrenara rigurosamente por muchos años, dudo que pueda ganarle algún día.
—¿Tan fuerte?— se extrañó ella.
—Mucho más de lo que te imaginas.
—Pero no puede ser invencible.
—Incluso si logro derrotarlo, dudo que logre hacerlo sin más pérdidas— se giró un segundo hacia sus pokemon— Tú ya viste cuando Cloudy murió. No sé si podría soportar algo así otra vez... no sé si ellos podrían.
De pronto sintió la mano de Zafiro sobre su hombro. Sonrió y levantó la cabeza para agradecerle por el gesto, pero al mirarla a los ojos se dio cuenta de que no lo miraba con compasión, sino con odio y desprecio. Antes de poder protegerse, el chiquillo recibió un combo en toda la cara, que lo mandó contra los arbustos.
—¡Tonto!— gritó Zafiro, mientras le daba una patada en las costillas— ¡Imbécil!
Ruby agarró su pie para hacerla caer. Entonces intentó pararse, pero ella lo afirmó del cuello y se le encaramó encima para continuar golpeándolo. Ruby se levantó y trató de agarrarla, pero en ese instante ella sujetó sus brazos contra su cabeza en una apretada llave.
—¡Serás idiota!— continuó gritándole.
—¡Pues tú más!— contestó Ruby, justo antes de saltar hacia atrás para azotarla contra el piso.
Zafiro se retorció por el dolor, pero cuando Ruby se giró para golpearle la cara, ella se lo quitó de encima con una doble patada en su frente. Seguidamente ambos se pusieron de pie, y se separaron.
—¡¿Cómo te atreves a rendirte tan fácilmente?!— vociferó ella, enrabiada.
—¡Nadie se ha rendido!— contestó él— ¡Solo digo que es difícil!
Entonces Zafiro corrió a atacarlo con una patada al estómago, mas él lo vio venir de lejos, por lo que la eludió con relativa facilidad.
—¡Dijiste que es imposible!— le reclamó ella, lanzándole otra patada que él sujetó con sus manos— ¡Tú, de todas las personas en el mundo, eres quien menos tiene derecho a decir eso!
Él asió a Zafiro hacia sí para levantarla y arrojarla de nuevo contra el suelo, mas ella logró zafarse mientras se encontraba sobre él, con lo que sujetó su cabeza con sus piernas y usó su impulso para arrojarlo hacia el piso.
—¡Argh!— exclamó por el dolor— ¡Eso... ¡Eso no tiene sentido!
Zafiro intentó patearle la cabeza mientras él se ponía de pie, mas este logró bloquear su pierna, e instantáneamente se le acercó para darle un potente Golpe Roca en el estómago. La muchacha fue impulsada varios metros más allá, hacia el río. Zafiro logró tocar el suelo con sus pies, casi al llegar al borde. Ahí intentó equilibrarse, pero el impulso la terminó de arrojar hacia el agua corriente. Ruby la vio caer por el borde, sin poder hacer nada.
—¡No!— exclamó.
Inmediatamente corrió hasta la orilla, dispuesto a arrojarse. Sin embargo, antes de saltar, una enorme ola se asomó y lo devoró. El muchacho fue empujado hacia atrás, girando incontrolablemente, rasmillándose varias veces contra las rocas y la tierra, hasta que finalmente el agua terminó de escurrirse.
Ruby se vio empapado y confundido. Cuando recobró la capacidad de respirar y se dio cuenta que ya no giraba en el agua, levantó la mirada en todas direcciones, hasta que de pronto, para su sorpresa, se encontró con una muchacha con un traje azul parada a unos cuantos metros de él, cerca del borde del río.
—¿Pero cómo...— balbuceó el muchacho.
Zafiro le sonrió.
—Se llama Surf, es una MO muy útil.
—¿Surf?— repitió Ruby, atónito— Espera ¿Qué? ¿Esa fuiste tú?
—¡Claro!— contestó ella, con orgullo— Tú no eres el único que puede usar movimientos pokemon.
Ruby se puso de pie, sin salir de su estupor.
—Sí, pero nunca creí que alguien podría usar Surf.
—¿Lo has intentado?— inquirió ella.
—No, pero... ¡Rayos!
Zafiro se le acercó. Ambos se encontraban empapados.
—De todas formas, te prohíbo rendirte— le espetó ella— ¿Entendido?
—No me estaba rindiendo— se explicó Ruby— Es solo que Steven es fuerte, eso es todo. Sería tonto de mi parte no temerle ¿No crees?
Zafiro se cruzó de brazos, algo molesta.
—Supongo que sí... pero nunca vuelvas a decir que no le vas a ganar. Eres la única esperanza de los pokemon ¿Sabes? Sé que has tenido que pelear contra muchos a lo largo de tu viaje, pero por cada uno que se rehúsa a cooperar, hay cientos que anhelan ser liberados. No puedes decirles que vas a perder.
Ruby sonrió.
—Gracias.
Zafiro también sonrió, muy animada. Luego se echó a reír, como si le hubieran contado un chiste.
—¿Qué pasa?— inquirió Ruby, confundido.
—Nada, nada— ella le restó importancia— Es solo que creo que es la primera vez que no necesito derrotarte.
—Ah... sí, supongo— Ruby no entendió el chiste, pero decidió no insistir.
Pronto se fueron a dormir. Todos necesitaban una buena noche de sueño.
—/—/—/—/—0—\—\—\—\—
Equipo de Swablugirl:
1._ Sumpex, el Swampert
2._ Stollos, el Aggron
3._ Vitis, la Seviper
4._ Mangriff, el Zangoose
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top