Sean el Cambio
Más de tres cuartos de sus fuerzas habían tenido que salir de la batalla. Magno y Aquiles apenas se tenían de pie, algunos de los Absol habían muerto intentando realizar ataques coordinados. Cops se había quemado gran parte de su torso con un zarpazo de Groudon y Sunny casi se había ahogado con un aletazo de Kyogre. Zafiro, por su parte, estaba agotada. Un tajo atravesaba su brazo entero, por lo que había perdido mucha sangre, y cada vez necesitaba hacer más esfuerzo para mantenerse a flote. Habían transcurrido 38 horas desde que Aquiles y Magno comenzaran el asedio contra los pokemon legendarios, y no pareciera que iban a ningún lado.
Ambos pokemon legendarios habían destrozado gran parte de Arrecípolis, mientras se movían y atacaban al otro, y a quienes intentaban detenerlos. Un gran pedazo de la muralla blanca que cubría a la ciudad se había derrumbado, y varios otros rincones presentaban grietas.
—Ya no hay salvación— se dijo Zafiro— No podemos hacer más. Tenemos que retirarnos y reorganizarnos.
Tuvo la intención de alzar la voz para que los soldados Aqua y Magma alrededor la oyeran, pero entonces vio a alguien acercándose a Groudon por la espalda. A través de las potentes olas que lo arrojaban hacia atrás y la fuerza con que los pokemon legendarios se golpeaban el uno al otro, aquella figura logró pararse sobre la espalda del señor de la tierra y atacarlo con agua que parecía salir de sus manos.
—¿Wallace?— se extrañó Zafiro.
La muchacha echó a correr para ayudarlo, contrariada ante su persistencia. Cuando se acercó más, notó que su perfecto rostro había perdido su encanto natural, y se había convertido en una mueca de rabia, el hermoso diseño de su ropa corrompido con manchas de sangre, hollín y tajos por doquier. Wallace de verdad quería derrotarlos, costara lo que le costara.
Sin embargo, pronto Groudon notó una molestia picándole la cola, por lo que con una de sus garras arremetió al ex líder de gimnasio, y lo mandó a volar hacia Zafiro, con tanta fuerza que esta fue golpeada y derribada.
Necesitó de un rato para recuperarse y sacarse el agua salada de los pulmones. Luego Zafiro levantó la cabeza y volvió a pararse sobre la superficie del mar. Wallace se encontraba unos metros más allá.
—Bien hecho, pero creo que ya es hora de marcharnos— le espetó, sin fijarse mucho en él.
Entonces levantó la mirada, esperando encontrarlo tan destrozado como ella, sin embargo en vez de eso vio a un cuerpo flotando en el agua con la cara hacia abajo.
—¡Rayos, ese ataque te dejó inconsciente!— bramó.
Se apresuró a acercarse a Wallace para levantarlo y evitar que se ahogara, pero al darlo vuelta se dio cuenta de una enorme herida que le cruzaba todo el pecho. La sangre no brotaba, pues la herida se había cerrado con el calor aún latente. Los ojos de Wallace permanecían estáticos en la nada, su pecho no se movía.
Zafiro necesitó mirarlo por un rato más para darse cuenta que estaba muerto, y otro rato más para darse cuenta que no podía hacer nada al respecto.
—Retirada...— musitó.
Tenían que irse. Permanecer ahí era un suicidio sin sentido. Zafiro se giró para gritar a todo el que la escuchara la decisión a la que había llegado, sin embargo, en ese momento los cielos se abrieron. Después de un día y medio de fuertes lluvias y potentes rayos de sol, el cielo se abrió para dar paso a una refrescante brisa.
Repentinamente todos dejaron de pelear, incluso Groudon y Kyogre, para mirar hacia arriba. Desde donde las nubes se apartaban, un enorme pokemon, largo y delgado, apareció deslizándose en el aire. Era de piel verde, con ojos negros y anillos dorados que recubrían su cuerpo.
El pokemon descendió majestuosamente hacia Groudon y Kyogre, y con una enorme cantidad de aire en sus pulmones, les gritó una palabra incomprensible para los mortales presentes, con tanta fuerza que todos los humanos y el resto de los pokemon necesitaron cubrirse los oídos.
Groudon y Kyogre lo miraron como si nada, como si hubieran despertado de un sueño que apenas recordaban. Luego se miraron entre sí, dieron media vuelta y comenzaron a alejarse lentamente.
Por un momento se produjo un silencio de ultratumba en ciudad Arrecípolis. Así como si nada, los pokemon que habían luchado a muerte por tanto tiempo se estaban marchando.
Y súbitamente la gente comenzó a vitorear. Los gritos de alivio y alegría se oyeron primero en la tierra, y luego por los mismos soldados de los equipos Aqua y Magma que habían sobrevivido.
Zafiro se quedó donde estaba, anonadada.
—Ga... ga... ¿Ganamos?— preguntó al aire.
Los gritos y golpes de la batalla continuaban resonando en su cabeza, pero se iban alejando, cada vez más débiles. La paz se podía respirar.
Zafiro se giró para ver el cuerpo de Wallace flotando en el agua salada. Sintió pena por él, solo había necesitado unos momentos más y habría vivido como todo el resto. No lo conocía, pero se preguntó si, de haber sobrevivido, algo entre ellos pudiera haber florecido.
[...]
En ese momento, dado que Groudon y Kyogre finalmente se calmaron, las mujeres que llevaban cada uno en sus hombros fueron liberadas. Flannery despertó con una gran bocanada de aire, mientras que Angie cayó inconsciente hacia el mar, donde sus subordinados la tomaron y la llevaron a un lugar seguro.
Lo que nadie se esperaba era ver a cierta persona acercándose al centro de donde había sido la batalla. Parado de lo más cómodo sobre la espalda de su robusto Metagross se encontraba nada más y nada menos que Steven Stone, con su traje de terno, su pañuelo rojo y sus muñecas con coronas de acero.
Los soldados Aqua y Magma y los Absol lo veían pasar, contrariados, en silencio. Steven no se molestó con ninguno de ellos y avanzó directo hacia Kyogre. Este comenzó a darse la vuelta hacia abajo para sumergirse por otros millones de años en las profundidades del mar, sin embargo Steven sacó una pokebola muy peculiar de su bolsillo, una pokebola morada con una "M" blanca en el centro.
Casi como si fuera un juego, una simple broma, desinteresadamente arrojó la pokebola hacia Kyogre, y mientras este introducía la mitad de su enorme cuerpo al agua, la pokebola lo golpeó, lo atrapó y volvió hacia la mano de su maestro.
Gran parte de los presentes no alcanzaron a ver esto, tampoco Ruby o su equipo, muy distraídos por la celebración, y quienes lo vieron se quedaron paralizados en sus posiciones, silenciosos.
Pero entonces una voz se alzó entre todos ellos, y como un cometa, Groudon regresó corriendo hacia donde había estado Kyogre hace unos segundos, levantando el suelo desde las profundidades del mar para abrirse paso.
—¡STEVEEEEEEEEEEEEEEEEEN!— gritó Flannery a todo pulmón.
Sin esperar, Groudon arrojó una potente llamarada a Steven y a su Metagross, pero este último esquivó el movimiento con facilidad.
—Jeje— rió Steven, con un tono irónico y relajado— Vaya, pero si es la pequeña Flannery ¿Por qué me atacas? Pensé que éramos aliados.
—¡No te hagas el tonto!— rugió ella, justo antes que Groudon pisara la tierra con tanta fuerza que produjera un terremoto.
La tierra se abrió y salió disparada justo debajo de Metagross, lo que le causó algunos daños, sin embargo resistió en su lugar, soberbio.
Steven rió.
—Así que estas eran tus verdaderas intenciones hacia mí— se rascó la nariz— Oh, bueno. Qué se le puede hacer. Eres una traidora, así que tendré que castigarte.
—¡MUÉRETE!— vociferó ella.
Groudon levantó una de sus garras para volver a atacar, pero entonces Steven sacó otra pokebola morada, y se la arrojó en el pecho. Tal y como había ocurrido con Kyogre, Groudon fue capturado en un instante, y pronto la pokebola regresó hacia Steven.
—Muy bien, muy bien— celebró este, sin perder su elegancia.
Flannery se vio de pronto a tres metros y medio de un suelo de roca marina, por lo que cayó, y al hacerlo se rompió una pierna.
Entonces el Metagross de Steven bajó hasta donde ella se encontraba, y el campeón se apeó de su fiel sirviente para seguidamente patear a la comandante Magma en las costillas. Flannery rodó por el suelo, retorciéndose de dolor.
—No podría haber pedido un mejor resultado— alardeó Steven, mientras se le acercaba.
Tomó a Flannery del pelo, la levantó, azotó su cabeza contra su rodilla y la levantó de nuevo.
—Bueno, en verdad tú podrías haber dado un poco más de pelea— alegó el campeón— Pensé que serías más fuerte.
Flannery intentó decir algo, pero apenas lograba mantenerse consciente. Había perdido su gran oportunidad, la oportunidad de vengarse de Steven Stone. Había luchado por años para llegar a ese momento, y simplemente no lo había conseguido. No le importaba si la mataba en ese lugar.
Sin embargo, Steven la arrastró consigo hacia su Metagross, y los tres partieron hacia la ciudad, más específicamente a la isla que contenía al gimnasio, donde un equipo de televisión esperaba al rey de Hoenn en la entrada.
Steven se apeó nuevamente de su Metagross, y botó a Flannery en el piso. Dos sujetos del equipo de periodistas la sujetaron, tal y como les había dicho previamente, y la levantaron para llevarla junto a él. Entonces Steven se plantó frente a las cámaras, junto a la periodista que iba a entrevistarlo. El asistente de grabación les hizo señas mientras los maquilladores terminaban de aplicar polvos a la periodista y al campeón. Finalmente el asistente les indicó que estaban listos para salir al aire en 3. 2. 1...
—Buenos días, estudio— saludó la periodista, con una sonrisa plástica— Aquí estamos en un nuevo bello día en Arrecípolis. Los lugareños nunca creyeron ver de nuevo el cielo calmado así como está ahora. Junto a mí se encuentra su majestad Steven Stone, campeón de Hoenn, quien acaba de capturar sin esfuerzo a los increíblemente poderosos pokemon que habían estado destrozando la ciudad. Majestad ¿Puede decirnos cómo lo logró?
—Jeje— rió Steven, con una falsa timidez— Gracias, Loreto, pero en verdad fue un esfuerzo coordinado. Nada de esto hubiera sido posible sin la enorme ayuda de los muchos hombres y mujeres que combatieron conmigo a estos terribles pokemon. Yo solo di el golpe final.
—Ahí lo tienen— continuó la reportera— Un gran gesto de humildad de un gran hombre. Solo una pregunta más, mi señor ¿Tiene idea de cómo se originó esta catástrofe?
—La verdad es que sí, y te digo, me sorprende hasta a mí— Steven hizo una seña con su cabeza, y los dos sujetos que arrastraban a la molida Flannery la llevaron frente a las cámaras— Les presento a la ex líder del gimnasio Lavacalda, señorita Flannery Burst. Actualmente es una de las cabecillas de una organización llamada Equipo Magma. Ellos fueron quienes despertaron a Groudon, el pokemon rojo. Paralelamente, otra organización llamada Equipo Aqua despertó a Kyogre, el pokemon azul. Los motivos de estas organizaciones aún no están claros, pero se están investigando a fondo y a toda prisa por mis más expertos agentes, y tenemos varias razones para creer que trabajaron juntas. En cuanto a Groudon y Kyogre, yo mismo los...
Pero en ese momento Rayquaza apareció detrás de Steven, como un diablo que venía a cobrar su alma, y lo azotó tan fuerte con su cola que lo mandó a volar hacia los edificios más altos de Arrecípolis.
Entonces Ruby descendió hasta el suelo, mientras todos los reporteros lo miraban paralizados del miedo. El muchacho apartó a los tipos que sostenían a Flannery y la sujetó él mismo en sus brazos. Consternado, miró sus heridas aún abiertas, su pierna retorcida de una forma poco saludable y su nariz destrozada.
Luego levantó la mirada hacia la reportera y el camarógrafo.
—¿Están grabando en vivo?— les preguntó.
Ninguno contestó, aterrados.
—¡RESPÓNDANME!— exigió.
—¡Sí, estamos en vivo!— se apresuró a obedecer el camarógrafo.
—Bien. Quiero que grabes lo que voy a decir, y quiero que lo hagas bien, o tendré que matarlos a todos ustedes aquí y ahora ¿Entendido?
El camarógrafo asintió con energía, e inmediatamente agarró la cámara para apuntar hacia Ruby, y a pesar del terror, más tarde tuvo que admitir que fue una de las mejores tomas que hubiera hecho en su carrera: Las nubes se abrían, dejando pasar delicados rayos de sol que reflejaban en el agua. Por atrás, un intimidante Rayquaza vigilaba al grupo. El resto de los pokemon se encontraba alrededor de su entrenador, como su guardia personal, y Ruby, cargando a una maltrecha Flannery en sus brazos, miraba a la cámara con un atemorizante ojo color carmesí, indicándoles a todos los televidentes que no se andaba con juegos.
—Gente de Hoenn— comenzó el chiquillo, eligiendo bien sus palabras— Humanos y pokemon, escúchenme un momento. Soy Ruby, líder de Pokemon Gijinka. Soy un joven que busca la igualdad entre humanos y pokemon, y para eso eliminaré al gobierno de Steven Stone y me convertiré en el nuevo campeón. Dentro de 60 días me presentaré en las puertas de ciudad Colosalia y pelearé con todo lo que tengo... pero dudo que pueda hacerlo solo. A lo largo de mi viaje he necesitado constantemente la ayuda de mis amigos— le dedicó una mirada a sus pokemon, y una ligera sonrisa— Y de la misma forma, necesitaré la ayuda de muchos si quiero instaurar un nuevo gobierno. Todos aquellos pokemon esclavizados que quieran libertad, todos los pokemon salvajes que quieran proteger a sus familias, todos los humanos que sientan que hay algo mal en el sistema, hombres y mujeres, humanos y pokemon, libres y esclavos, esta es la única oportunidad que tendrán de caminar juntos por el resto de sus vidas ¡Sean el cambio! ¡Pokemon Gijinka!
—¡POKEMON GIJINKA!— gritaron sus pokemon, a la vez que realizaban su saludo característico.
—/—/—/—/—0—\—\—\—\—
El apellido de Flannery me lo inventé.
...
Fans de Wallace, lo siento de nuevo.
...
También, algo que siempre me molestó fue que los pokemon legendarios tuvieran poderes tan fantásticos y que fueran tan difíciles de derrotar (según la historia) y que en las batallas no sean más que pokemon que pueden derrotarse sin mucho esfuerzo. Claro que me gusta poder enfrentarme a ellos con pokemon normales, pero la historia te hace creer que son dioses, por lo que se aprecia una diferencia de poder considerable entre lo que te dicen y lo que ves.
No me acuerdo si ya he preguntado esto, pero aquí va ¿Cuál es su legendario favorito?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top