Roxanne
A la mañana siguiente, Smoky se despertó lentamente, hasta que se dio cuenta que alguien faltaba. Se encontró con Fiercy y Brainy, pero Ruby no se veía por ningún lado. Miró en todas direcciones, pero solo había árboles y matorrales.
—Mierda— se dijo.
De pronto recordó lo que había dicho Ruby la noche anterior, sobre maltratar a sus pokemon, sobre arrepentirse ¿No se habría acobardado? ¿No se habría ido a escondidas y los habría dejado solos? Los nervios burbujearon dentro de Smoky a medida que este se daba cuenta de la ausencia de su entrenador.
—¿Aún no despiertan todos?— oyó su voz a su espalda, aliviándolo.
Smoky se dio vuelta, para encontrarse con un sudado Ruby en trapos menores.
—¿Qué te pasó?— le preguntó.
—¿Cómo que qué me pasó? Fui a entrenar. Si quiero vencer a los gimnasios necesito un cuerpo fuerte ¿No?
Smoky no pudo evitar una pequeña risita.
—¿Fuiste a entrenarte a ti mismo?
—Sí, y me entrené muy bien... solo me gustaría que los resultados se mostraran más rápido. Necesitaría meses para realmente notar la diferencia, y no tenemos tanto tiempo.
—¿Entonces qué vamos a hacer?
—Yo voy a tomar un baño, debería haber un estanque por este bosque— le mostró un pedazo de papel grande— Mira, un mapa.
—¿Fuiste a comprarlo en Ciudad Petalia? ¡Pero si eso está a kilómetros!
—No, tonto. Me devolví, pero solo hasta los límites del bosque. Ahí vi una casa, entré y me encontré con esto.
—¿Y el dueño de la casa te lo dio?
—Creo que sí, si se tomó el trabajo de dejarlo tan amablemente en su mesa mientras estaba de viaje.
—¿O sea que lo robaste?
—Bueno ¿Vamos a bañarnos o qué? Yo no tengo tantas plumas como tú. Apenas se me enfríe el sudor, me resfriaré.
Fiercy y Brainy se despertaron por la bulla, y pronto los cuatro partieron por el bosque. Dentro de poco se toparon con un charco, en el que Ruby se bañó. No quisieron esperar a que se secara la ropa, por lo que el chico la metió en la mochila y se fue en calzoncillos. No se imaginó que al poco de caminar se toparían con dos personas sospechosas.
—¡Ayuda!— gritó un hombre de terno verde— ¡Alguien ayúdeme!
—¡Ya te dije que te calles y me des tu dinero!— replicó un tipo vestido de marinero con un pañuelo y pantalones azules.
—¡Ayuda!
—Se acabó ¡Ve, Poochyena!
El marinero lanzó su pokebola, de la cual apareció dicho pokemon, pero en eso su entrenador se dio cuenta de la presencia de Ruby.
—¿Quién eres tú?
—¡Ayúdame!— le rogó el tipo en terno.
Ruby miró en todas direcciones, como queriendo que fuera otra persona a quien se referían.
—Lo siento, tengo prisa— se excusó.
Intentó seguir caminando, pero el marinero le cortó el paso.
—Ibas a pedir ayuda a la ciudad ¿No? ¡Pues no te dejaré, chico listo! ¡Atácalo a él, Poochyena!
El pokemon se olvidó del tipo en terno para concentrarse en Ruby. Se le lanzó encima, pero antes de poder tocarlo, Fiercy lo mordió del cuello y lo azotó contra el piso. El Poochyena retrocedió dolido hacia su entrenador, el cual acababa de comprender que los pokemon de ese tipo no eran debiluchos.
—Maldición, tres contra uno, no se vale— devolvió a su Poochyena a su pokebola y se fue corriendo.
—Gracias, Fiercy— le espetó Ruby.
—De qué.
—¡Me has salvado! ¡Muchas gracias!— exclamó el tipo en terno— Toma, un regalo de agradecimiento.
—No, gracias— Ruby se fue después de observar que el regalo era una pokebola azul— No la necesito. Vamos, niños.
Sin más, continuaron su viaje.
—Estuve pensando en un nombre para nuestro grupo— les comentó Ruby
—¿En serio? ¿Y cómo nos llamaremos?— preguntó Brainy, ansiosa.
—No tengo idea. Por más que pensé, todo lo que se me ocurría eran nombres muy malos o muy largos. Si me voy a presentar como parte de un grupo criminal, quiero que mi nombre sea corto y tenga un significado. No necesita ser pegadizo ¿No creen?
Los tres asintieron.
—Pero— continuó— antes que un nombre, si vamos a ser unos criminales, tenemos que ser fuertes y entrenarnos bien, o no duraremos mucho.
—A propósito— habló Fiercy— Siempre hablas de ser criminales, pero lo único que hemos hecho hasta ahora ha sido robar y meternos en algunas peleas. No sé tú, pero eso no me parece muy criminal.
—Tampoco es como si quisiera causarle daño a la gente— replicó Ruby— Robar, pelear y causar destrozos me parece suficiente, hasta que lleguemos a nuestra meta.
—Estoy con Ruby— lo apoyó Smoky.
—No hay que hacer a otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros— recitó Brainy— Aunque robar y causar destrozos esté mal, y pelear no sea bueno para nadie, maltratar al más débil es peor.
—¡Yo no dije eso!— rabió Fiercy— ¡Me refería a destrozar los gimnasios! Rayos.
—Me pareció escuchar que en la próxima ciudad hay uno— comentó Ruby— Mi padre y sus esbirros son demasiado fuertes aún, pero creo que podemos empezar por el siguiente. Primero iremos y recolectaremos información, y después nos entrenaremos conforme a un plan de batalla.
—Vaya, parece que ya lo tenías bien planeado— se sorprendió Smoky
—Los líderes de gimnasio no se dejan vencer tan fácil, pero siempre tienen debilidades que los entrenadores novatos pueden ver y explotar fácilmente. Es una costumbre. Por ejemplo, la más conocida es que casi todos los líderes de gimnasio manejan un tipo de pokemon. Por supuesto, no hay dos con el mismo tipo en la región.
—¿Y qué tipo maneja tu padre?— inquirió Brainy.
—Tipo normal.
—¿Tipo normal? Pero ese tipo no tiene ventaja contra ningún otro ¿O no?— reclamó Fiercy— ¡Pudimos ir y vencerlo con los ojos cerrados!
—No, mi padre no es tan fácil. Algún día lo derrotaremos, pero por ahora será mejor entrenar y preocuparnos de otros gimnasios. Confíen en mí.
Los tres pokemon asintieron, dispuestos a seguir sus órdenes.
Durante su trayecto, alcanzaron a ver a un par de entrenadores a la lejanía. En cambio, los pokemon salvajes se encontraban por doquier, pero se limitaban a mirar a Ruby y sus pokemon desde lugares oscuros para pasar desapercibidos. Después de un par de horas, lograron salir del bosque, nuevamente al camino. Ruby decidió ponerse la ropa ahí.
Se encontraron frente a una floristería, pero Ruby no le hizo caso y siguió hacia la derecha, por donde continuaba el camino. Pronto se encontraron junto a un lago, y luego un puente que lo cruzaba. Finalmente, cuando comenzaba a oscurecer, llegaron a Ciudad Férrica.
—¡Por fin!— exclamó Ruby.
Brainy, quien se había metido en su pokebola para descansar, decidió salir. Smoky se desplomó en el asfalto, agotado.
—¿Qué te pasa, pollo?— le preguntó Fiercy
—No te burles, tus piernas son más fuertes— alegó él— Yo ya no puedo caminar.
—¿Y por qué no te metiste en tu pokebola?— le preguntó Ruby.
—No te voy a dejar entrenar solo— Smoky negó con la cabeza— Además, ese Pokedex dice que puedo fortalecer mis piernas si las entreno ¿No? Pues eso haré.
Ruby levantó a Smoky en brazos, y le ofreció lo mismo a Fiercy, pero esta se rehusó.
—No me tomes por una debilucha. Puedo correr tres días sin descansar.
—¿En serio? Qué impresionante.
Por supuesto, eso era una mentira. Fiercy también estaba agotada y le dolían las piernas, pero era demasiado orgullosa para admitirlo.
—Bien. Entonces sigamos ¿Quieren ir al Centro Pokemon?
—¡Sí!— exclamaron Fiercy y Smoky a coro.
Por lo que el Centro Pokemon fue su primera parada. Ruby pidió una habitación para quedarse, aprovechando el dinero que habían ganado robándole a la gente, y ahí dejó a sus pokemon.
—¿Tú no estás cansado?— inquirió Fiercy, cuando Ruby abrió la puerta de la habitación para volver a salir.
—Sí, la verdad sí, pero quiero hacer un par de cosas antes de acostarme. Vuelvo enseguida. Ustedes duérmanse, que se hace tarde.
Ruby salió del Centro Pokemon, decidido a buscar información que le pudiera ayudar. Se sentía nervioso, pues ni siquiera en ese momento tenía idea de cómo iba a enfrentar a la líder de gimnasio, ni qué podría hacer con el gimnasio una vez derrotado. Ciertamente no quería una batalla pokemon, no quería ser un entrenador pokemon.
Se golpeó la cara para sacudir sus ideas.
—No tengo que olvidar que soy un liberador pokemon. No debo olvidar mi objetivo.
Para distraerse un rato, caminó. Pronto se encontró con una casa que tenía un letrero afuera: "Casa del Cortador".
—¿El Cortador?— se extrañó Ruby.
Curioso, decidió pasar adentro. La puerta estaba abierta, por lo que simplemente entró. En el comedor había un tipo gordo comiendo. El tipo lo miró, un poco consternado.
—Hola— lo saludó Ruby
—Hola ¿Tú eres un entrenador pokemon?
—No ¿Por qué?
—Porque yo soy el encargado de darles esto a los entrenadores pokemon— sacó de su bolsillo un disco, y se lo mostró a Ruby.
—¿Eso no es...
—Ah, veo que lo reconoces. Pero qué mal, si no eres un entrenador, no te lo puedo dar.
—Oye, pero yo también me encuentro en un viaje— reclamó Ruby— Dámelo, por favor.
—¿Viajas sin pokemon? ¿Qué clase de chalado eres tú?
Ruby resopló.
—Está bien, sí soy entrenador pokemon.
El tipo gordo lo miró, como estudiándolo por un momento, y se encogió de hombros.
—No soy quién para juzgarte. Toma. Me imagino que ya sabes cómo usarlo.
—En verdad, no— Ruby recibió el disco gris, y lo examinó— Una vez fui un entrenador pokemon, y me dieron un par de estos, pero nunca llegué a usarlos.
—Ah ¿No llegaste a la cima? Está bien, todos se rinden en algún punto. Por eso los campeones duran tanto tiempo con el título. Verás, la Máquina Oculta Corte te permite cortar árboles que impiden el paso.
—Sí, sí. Eso ya lo sabía.
—Para usarlo tienes que— miró en todas direcciones, y le indicó que se acercara. El resto se lo dijo al oído.
—¿En serio? ¿Y por qué tanto secreto?
—Es que me da vergüenza decirlo en voz alta.
—Qué tipo más raro eres— Ruby se guardó el disco en el bolsillo.
—¿Y has pensado en qué pokemon usará ese movimiento?— le preguntó el Cortador.
—Ah, verdad. Se lo tengo que enseñar a un pokemon para que funcione. Se me había olvidado.
—¿Qué pokemon tienes?
—Un Ralts, un Poochyena y un Torchic.
—Ah, no estoy seguro sobre el Poochyena, pero sé que cuando Torchic evolucione, podrá usarlo.
Ruby miró su bolsillo, donde estaba el disco.
—No sé, no me gusta enseñarle cosas a la fuerza a mis pokemon— aclaró.
—No es necesario que les enseñes Corte para viajar de ciudad en ciudad, pero sí te vendría bien para llegar a ciertas partes que de otra forma no alcanzarías.
—Sí, me lo imaginé... pero ya me vendrá algo a la mente. Quería pedirte otra cosa.
—¿Sí?
—¿Sabes qué tipo de pokemon usa la líder de gimnasio?
—¡Ah, así que aún no la has retado! Y por lo que me preguntas, parece que no eres de por aquí. Pues te diré que usa tipo roca, y que la mayoría de los entrenadores la reta primero a ella porque se dice que es la más débil entre los líderes de gimnasio.
—Una mujer que usa tipo roca. Vaya ¿Y no sabes nada más sobre ella?
—¿Por qué no vas a un bar que está por aquí cerca? Allí debería haber alguien que te pueda ayudar.
—Excelente, gracias.
—¡Ah, recuerda no usar ese movimiento fuera de las batallas!— le recordó el Cortador mientras el chico se iba a través de la puerta.
No le tomó mucho tiempo encontrar el bar. Apenas entró, se dirigió a la barra.
—¿Eres mayor de edad?— le preguntó el cantinero.
—Por supuesto— mintió Ruby.
—Bueno ¿Qué quieres tomar?
—Leche, por favor.
El cantinero lo miró extrañado. Ruby no tenía problemas en tomar, pero prefería hacerlo en compañía y cuando no tenía la responsabilidad de cuidar de tres niños. Esa noche prefería no beber alcohol. Finalmente la firme mano del cantinero apareció frente a él, depositando un vaso grande lleno hasta el tope de leche fresca.
—Son 30 beris.
—Vale— Ruby buscó en su billetera y pagó— Vengo buscando información.
—¿Sobre qué?
—Sobre la líder del gimnasio. Quiero... retarla a una batalla.
—Ah, pues le gusta usar el tipo roca— contestó el cantinero.
—No, eso ya lo sé. Yo quiero saber sobre sus pokemon, qué estrategias usa, cómo es su gimnasio, todo.
—Ah, pues entonces...— el cantinero miró hacia el otro lado de la barra, en donde se encontraba una muchacha apenas un poco mayor que Ruby, con el pelo largo atado en dos trenzas— Creo que ella es la única que te puede ayudar.
La muchacha levantó la mirada hacia Ruby, y le mostró su vaso como saludo. Él se le acercó y se sentó a su lado.
—¿Así que quieres saber todo sobre la líder de gimnasio?— le espetó la muchacha— Mi nombre es Roxanne, a todo esto.
—Yo soy Ruby— se presentó él— Y sí, por favor.
La mujer sonrió.
—Resulta que yo también trabajo en la escuela en que ella enseña.
—¿Ella es profesora?— se extrañó el muchacho.
—En verdad no sabes nada sobre ella.
—Creí que los gimnasios pokemon se dedicaban a gobernar la ciudad en la que se encontraban.
—También hace eso. La líder es muy habilidosa, y sabe administrar su tiempo. Pero dime ¿Por qué quieres desafiarla?
Ruby pensó en qué contestarle. No podía decirle la verdad a cada extraño que veía, así que se inventó otra mentira, bastante creíble.
—Quiero derrotar al Alto Mando, y convertirme en el Campeón de Hoenn.
—Vaya— la mujer describió un círculo con sus ojos, como si hubiera escuchado eso cientos de veces— ¿Y tienes algún pokemon fuerte contra tipo roca?
—Ninguno
—Entonces deben ser muy fuertes, si quieres ganar.
—Sí, la verdad no sé qué tan fuertes sean.
Roxanne se echó a reír. Ruby notó que estaba un poco ebria.
—¿Y así quieres ganarle a la líder? Te deseo suerte.
Necesitaba más información, por lo que desvió un poco el tema. Se cruzó de brazos e intentó parecer enfadado.
—¿Y qué hace a esa líder de gimnasio tan diferente de un entrenador como yo?
—Bueno, ella tiene un certificado de líder de gimnasio, para empezar.
—Ah ¿Qué es eso?
—¿No lo sabías? Rayos, no sabes nada. Los líderes de gimnasio tienen que ser reconocidos por el gobierno ¿No? ¿Y qué crees que los certifica como líderes?
—¿El certificado?
—¡Exacto!
—Ya veo ¿Y es una especie de diploma?
—No, en verdad es una medalla muy parecida a la que entrega el líder del gimnasio, pero tiene ligeras diferencias como la forma y el color, y al reverso aparece el nombre del dueño del certificado.
—Qué increíble ¿Así que los líderes de gimnasio la llevan consigo todo el tiempo?
—Si son ordenados, seguramente sí. Nadie más que el líder de gimnasio puede entregar la medalla del gimnasio. Si te pillan haciéndolo sin que tengas el certificado correspondiente, la policía te puede llevar a la cárcel.
—Así que el certificado es más o menos lo hace a un líder de gimnasio. Muchas gracias, Roxanne.
Ruby terminó su leche, y se marchó del bar, más contento de lo que creyó salir. Roxanne le había dado toda la información que necesitaba saber. No solo sabía cómo enfrentar a la líder del gimnasio, sino que también ya sabía qué hacer después de derrotarla para afirmar su victoria.
Roxanne se quedó mirando la puerta del bar después de que Ruby se marchara. El cantinero pronto se le acercó, algo preocupado.
—Ese chico me da mala espina— le comentó.
Roxanne sonrió.
—Él no quiere desafiarme por la medalla, eso está claro— abrió su chaqueta para mirar el Certificado de líder de gimnasio que le había sido otorgado años antes— No sé qué trama, pero no lo dejaré ganar.
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Equipo de Roxanne:
—Geodude nivel 12
—Geodude nivel 12
—Nosepass nivel 15
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